Este documento contrasta la riqueza material con la riqueza afectiva en las familias. Señala que aunque los padres trabajan mucho para satisfacer las necesidades materiales de sus hijos, a menudo no pasan tiempo de calidad con ellos. La interpretación es que el tiempo y el afecto son más valiosos que las posesiones materiales, y que los padres deben esforzarse por equilibrar el bienestar material con el emocional de sus hijos y familia.