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Revista de Psicopatología y Psicología Clínica Vol. 13, N.º 3, pp. 159-174, 2008
ISSN 1136-5420/08
LAS REACCIONES POSTRAUMÁTICAS EN LA INFANCIA
Y ADOLESCENCIA MALTRATADA: EL TRAUMA COMPLEJO
CONCEPCIÓN LÓPEZ-SOLER
Facultad de Psicología, Universidad de Murcia
Hospital Universitario Virgen Arrixaca, El Palmar, Murcia
Resumen: Los menores expuestos a condiciones estresantes graves, tales como negligencia, abuso emo-
cional y/o físico en las relaciones familiares primarias, pueden desarrollar traumas cuyos síntomas no
se incluyen en el trastorno por estrés postraumático (TEPT). Las consecuencias del trauma complejo
afectan el desarrollo psicológico, y las características se diagnostican en la actualidad en la categoría
de trastorno por estrés postraumático extremo no especificado (disorders of extreme not otherwise spe-
cified, DESNOS) (Pelcovitz et al., 1992), cuyas alteraciones afectan a: a) regulación de los afectos e
impulsos, b) memoria y atención; c) autopercepción, d) relaciones interpersonales, e) somatizaciones,
y f) sistema de significados. Estos síntomas se incluyen en la propuesta de una nueva categoría diag-
nóstica: el trastorno por estrés postraumático complejo o extremo. Las características específicas de
este trastorno en menores que presentan trauma complejo están siendo estudiadas (Cook et al., 2005).
Se aportan datos sobre sintomatología del trauma complejo en menores maltratados.
Palabras clave: reacciones postraumáticas, TEPT, trauma complejo, DESNOS, maltrato infantil.
Maltreatment of children and adolescentes and traumatic reactions
Abstract: Serious stressful conditions in children, like neglect, emotional or sexual abuse within the
family can result in traumas with symptoms that are currently not included in post-traumatic stress di-
sorder (PTSD).The consequences of this complex trauma affect psychological development, and their
characteristics are actually diagnosed in the category of non-specific extreme posttraumatic stress di-
sorder (DESNOS, Pelcovitz et al., 1992), alterations of which include: a) emotional regulation and im-
pulse control; b) memory and attention; c) self-perception; d) interpersonal relationships; e) somati-
zation, and f) system of meanings. These symptoms are included in the proposal of a new diagnostic
category: extreme or complex posttraumatic stress disorder (CPTSD). The specific characteristics of
this disorder in minors that present complex trauma are being investigated (Cook et al., 2005). Data
are presented on the symptomatology of complex trauma in maltreated minors.
Keywords: posttraumatic reactions, PTSD, complex trauma, DESNOS, childhood abuse.
Asociación Española
de Psicología Clínica
y Psicopatología
AEPCP
Recibido 14 febrero 2008; aceptado 31 julio 2008
Correspondencia: Concepción López-Soler, Universidad de
Murcia, Facultad de Psicología, Dpto. Personalidad, Campus
de Espinardo, Edif. Luis Vives, Apartado 4021. Correo-e: clo-
pezs@um.es
cialmente maduro, sino a un ser humano en una
fase de desarrollo que requiere ciertas condi-
ciones externas de estabilidad y protección. Por
ello cuando un menor sufre unas condiciones
de crianza inadecuadas o claramente negativas,
los efectos en su desarrollo como persona pue-
den ser muy graves, ya que influyen en un gran
número de variables psicológicas, la madura-
ción del sistema nervioso y neuroendocrino (van
der Kolk, 2003), y generando graves problemas
de personalidad y de adaptación.
Los sucesos vitales experimentados pueden
ser extraordinarios y extremadamente traumá-
ticos, sucesos menores de baja intensidad de
estrés, pero cotidianos, y todas las combinacio-
ESTRÉSY REACCIONESTRAUMÁTICAS
Si en cualquier época del desarrollo de la per-
sona la presencia de acontecimientos estresan-
tes o situaciones vitales adversas es importan-
te en relación a la salud física y psicológica,
durante la infancia su impacto puede ser dramá-
ticamente significativo, ya que no va a afectar
a un ser humano biológica, psicológica y so-
18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 159
160 Concepción López Soler
nes entre estos extremos (Sandín, 2008; Talarn,
Navarro, Russell y Rigat, 2006). En ambos ca-
sos, además de las unidades de cambio vital que
se asocien al estímulo o situación estresante,
para comprender su impacto en una persona
concreta es necesario tener en cuenta las varia-
bles psicológicas, básicamente de tipo cogniti-
vo (Sandín, Rodero, Santed y García-Campa-
yo, 2006), que median entre los estímulos y las
respuestas de estrés, tal como propuso Lazarus
en su perspectiva interaccional (Lazarus y Folk-
man, 1984).Así la evaluación primaria del acon-
tecimiento determina su valor de amenaza,
daño/pérdida, desafío o beneficio, mientras que
la secundaria valora la controlabilidad del estí-
mulo y los recursos disponibles para afrontar la
situación. Estos procesos cognitivos de gran im-
portancia en la resolución del conflicto gene-
rado entre demandas del ambiente y recursos
personales, durante la infancia están bastante li-
mitadas, ya que las características del desa-
rrollo cognitivo y afectivo en cada fase evolu-
tiva impone claros límites, siendo fundamental
la guía y protección de los adultos responsa-
bles del menor, porque en gran medida el sig-
nificado de los sucesos y las reacciones infan-
tiles, van a depender de los significados que
sus cuidadores atribuyan al suceso y de sus re-
acciones.
Por otro lado, son importantes algunas ca-
racterísticas de los acontecimientos vitales ta-
les como su duración, frecuencia, cantidad, in-
tensidad y predictibilidad, así como su origen:
naturales (inundaciones, terremotos, etc.) o hu-
manos (terrorismo, maltrato, violación, etc.).
Esta última característica es muy relevante
como predictor de las reacciones al estrés, ya
que el hecho de ser otra persona quien deter-
mine el daño y que esa persona mantenga un
vínculo afectivo significativo, agrava la reac-
ción y la hace más compleja. (Para una pre-
sentación actualizada sobre estas cuestiones,
véase Sandín, 2008).
Las reacciones de las personas ante situacio-
nes vitales adversas o acontecimientos natura-
les catastróficos son muy variadas y dependen
de distintas características de fuentes diferen-
tes: condiciones específicas del suceso, mo-
mento particular en el que se produce, ambien-
te cultural y social, fase evolutiva, etc. (Labrador
y Alonso, 2007). En general se consideran nor-
males las siguientes reacciones ante un evento
estresante grave: tristeza, ansiedad, enfado, com-
portamiento alterado y otras dificultades me-
nores, que perturban durante un breve periodo
de tiempo. Estas reacciones transitorias son muy
frecuentes en los menores y su superación, es-
tabilidad o agravamiento depende en gran me-
dida de la actitud de los padres o cuidadores
para hacer que los/as hijos/as sientan protec-
ción y seguridad (Dyregrow y Yule, 2006).
Sin embargo a veces las dificultades son más
intensas y duran más tiempo, provocando se-
rios problemas en el funcionamiento personal
y en la adaptación psicosocial. En estos casos,
es además frecuente que esas reacciones con-
formen un conjunto de síntomas que permiten
el diagnóstico de un trastorno psicopatológico
específico como el trastorno adaptativo, el tras-
torno por estrés postraumático o la reacción al
estrés aguda.
EL TRASTORNO POR ESTRÉS
POSTRAUMÁTICO EN LA INFANCIA
Y ADOLESCENCIA
El trastorno por estrés postraumático (TEPT),
no había sido descrito en las clasificaciones ofi-
ciales hasta la década los 80, en el Diagnostic
and Statistical Manual of Mental Disorders
(DSM-III, American Psychiatric Association,
APA, 1980), y fue recogido en gran medida por
la presión ejercida por los veteranos de Viet-
nam. Anteriormente se aceptaba la categoría
«gran reacción al estrés» en el DSM-I (APA,
1952), y «trastorno situacional transitorio» en el
DSM-II (APA, 1968). La Organización Mun-
dial de la Salud (OMS), no lo incluye hasta la
novena versión en 1977, de la Clasificación In-
ternacional de las Enfermedades (CIE), en la
categoría «reacción aguda ante gran tensión». La
última clasificación de la OMS, la CIE-10
(1992), propone una categoría de los trastornos
provocados por estrés y trauma, en los cuales
se incluye el TEPT agudo y crónico, los tras-
tornos de adaptación y los cambios duraderos de
personalidad posteriores a una situación catas-
trófica (F62.0). La consideración de que se pro-
duzca un impacto tan fuerte que provoque cam-
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
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El trauma complejo en infancia y adolescencia maltratada 161
bios en la personalidad, es de gran importancia
en el desarrollo infantil, ya que situaciones muy
adversas, cercanas y cotidianas, no sólo deter-
minan síntomas y alteraciones psicológicas, sino
que comprometen el desarrollo completo de la
personalidad.
En la infancia y en temas de salud, se han
descrito tempranamente reacciones traumáticas
en menores intervenidos quirúrgicamente (Levy,
1945), y más actualmente en menores con cán-
cer (Pot-Mess, 1989; Stuber, Meeske, Gonza-
lez, Houskamp y Pynoos, 1995). Muy tempra-
namente se observó que aquellos menores que
viven en condiciones amenazantes, la falta de
calma y control por parte de los adultos que le
rodean (Solomon, 1942; Mercier y Despert,
1943; López-Soler, 2004), hace que se vean más
afectados que cuando los adultos reaccionan
equilibradamente. Se destaca en estos relatos la
importancia en la infancia del impacto de acon-
tecimientos vitales cotidianos frente a un acon-
tecimiento excepcional. En los años 70, se in-
formó de las reacciones de menores ante
situaciones gravemente estresantes, por ejem-
plo ante el hundimiento de un colegio (Lacey,
1972), o ante inundaciones (Newman, 1976).
Pero fueron las investigaciones de Leonore Terr
(1979,1983, 1985), sobre las reacciones de los
menores que fueron secuestrados en un auto-
bús escolar en 1976 en Chowchilla (California),
el inicio de un enfoque específico y fructífero
sobre el TEPT en la infancia. Terr informó que
el 100% de los menores secuestrados presenta-
ban síntomas del trastorno, lo que permitió com-
prender que cuando la situación estresante es
lo suficientemente intensa y duradera, y el me-
nor lo experimenta de forma directa, aparece
esta sintomatología descrita por la APA, en to-
dos los casos, aunque sus características y evo-
lución no es idéntica.
En general, los datos sobre prevalencia del
TEPT en la infancia han sido muy variables, y
se estima que hay más estudios en adolescentes
mayores y adultos. Según Kessler, Sonnega,
Bromet, Hughes y Nelson (1995), aproximada-
mente el 10% de jóvenes y adultos estadouni-
denses presentan sintomatología TEPT. Giaco-
nia et al., (1995) informan que en adolescentes
la prevalencia es del 6% aproximadamente. En
jóvenes daneses la prevalencia encontrada es
del 9% (Elklit, 2002). En contraste, el British
Nacional Survey of Mental Health, en un estu-
dio realizado sobre 10.000 menores informó
que solo el 0,4% de niños/as de edades com-
prendidas entre los 11 y 15 años, fueron diag-
nosticados deTEPT, siendo el doble de frecuente
en chicas que en chicos (Meltzer, Gatward, Go-
odman y Ford 2000). Por debajo de los 10 años
se ha estudiado poco y no se dispone de bue-
nos instrumentos de medida para ello (Dyre-
grov et al., 2006). Más fácil es encontrar estu-
dios en la infancia sobre trauma, cuando se
produce un desastre natural, así La Greca y
Prinstein (2002), estimaron que en esas situa-
ciones, entre el 30 y el 50% de jóvenes desa-
rrollan TEPT, y entre un 5 y un 10% de meno-
res. Najarian, Goenjian, Pelcovttz, Mandel, y
Najarian (1996), informaron que el 90% de los
jóvenes presentaron síntomas severos del TEPT
posterior a la invasión Armenia. Pero no siem-
pre la respuesta del ser humano ante eventos
graves es el TEPT. Más frecuentemente encon-
tramos problemas de ansiedad, depresión, agresi-
vidad y consumo de sustancias en los menores
(Reijneveld, Crone, Verlhust y Verloove-Van-
horick, 2003). En este sentido, Copeland, Kee-
ller, Angold y Costello et al., (2007), informan
que un ambiente adverso, múltiples situaciones
de riesgo, problemas parentales y reacciones de-
presivas previas, son predictores del TEPT. Es-
tos autores informan de presencia de sintoma-
tología TEPT en un 13,4%, y un 0,5% de TEPT
en menores que han tenido experiencias estre-
santes, y consideran que las reacciones pos-
traumáticas en infancia y adolescencia pueden
expresarse en diferentes formas de psicopato-
logía, presentando una fuerte asociación con al-
teraciones depresivas y ansiosas.
Lansford, Dodge, Bates, Croziery y Kaplow
(2002), realizaron un estudio prospectivo a lo
largo de 12 años, observando que el 74% de los
adolescentes que habían sufrido maltrato físico
presentaron algún problema de conducta fren-
te al 43 % de los chicos que no habían sufrido
maltrato físico.Además presentaron más de tres
problemas de conducta el 21% de los menores
con maltrato frente al 7% del grupo que no re-
cibió abuso físico. Las chicas que sufrieron abu-
so físico o sexual podían presentar en mayor
medida problema de conducta (OR=7,1), depre-
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174
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162 Concepción López Soler
sión (OR=7,2), ansiedad (OR=9,3) o estrés pos-
traumático (OR=9,8). En nuestro medio, se ha
comprobado retraso en el desarrollo psicológi-
co de menores de 5 años que sufrieron abuso
(Osuna, Cabrera y Morales, 2000), y se estima
que el riesgo de tentativa de suicidio en ado-
lescentes maltratados es cinco veces más alto,
comparado con aquellos que no presentaron
maltrato en la infancia.
Los síntomas que se consideran característi-
cos del TEPT son: la re-experimentación del
acontecimiento (p.ej., flashbacks, pesadillas,
etc.), la evitación (de recuerdos y situaciones
relacionadas con el acontecimiento traumáti-
co), el embotamiento afectivo, y un incremen-
to en la activación (hiperactivación fisiológica,
problemas de sueño, etc.). Sin embargo en los
menores (niños/as y adolescentes), el efecto del
trauma y su valoración comoTEPT puede adop-
tar la forma de un comportamiento desestruc-
turado o agitado y presentarse con síntomas fí-
sicos o como sueños terroríficos o pesadillas,
resultado de la expresión del síntoma «viven-
cia de horror»; conductas repetitivas, juegos
simbólicos de los sucesos traumáticos, como
expresión de la reexperimentación del suceso
(Dyregrow yYule, 2006), y disminución de in-
tereses y retraimiento afectivo, inquietud, falta
de atención y problemas de sueño.
Mientras que algunas formas y tipos de maltra-
to y abuso, pueden provocar en los menores al-
teraciones psicológicas compatibles con el mo-
delo deTEPT, cuando los abusos son muy graves
(maltrato físico/emocional extremo, abuso se-
xual), por intensos y cotidianos (por ser el/la
abusador/a una persona muy cercana como ma-
dre, padre, otros familiares), pueden afectar de
forma más dramática, comprometiendo todo el
desarrollo de su personalidad, ya que confor-
man un ambiente del que no es posible escapar,
y se establece como el mundo de referencia, sin
otro tipo de significados. No resulta difícil com-
prender que en estos menores se desarrolle un
síndrome de Estocolmo de adaptación prima-
ria, ya que no han tenido otra posibilidad de es-
tructurar su mapa de conocimiento y experien-
cias cognitivas y afectivas.
Según Finkelhor (1988), el maltrato grave y
continuo (y en su caso, sexual), ocasiona perdida
de confianza hacia otras personas, sentimiento
de indefensión y desamparo, sexualización trau-
mática, al incorporar aspectos sexuales en las
relaciones interpersonales precozmente, que
suele comportar dificultades para establecer re-
laciones íntimas normales y estigmatización
personal, por cuanto se da sensación de ver-
güenza y culpa, junto a la consideración de ha-
ber sido responsable de los hechos.
Otra consecuencia a largo plazo del maltra-
to es la violencia transgeneracional, un niño
maltratado tiene alto riesgo de ser perpetrador
de maltrato en la etapa adulta a su pareja o a
sus hijos, mientras que en las niñas está menos
clara su evolución. Un meta-análisis publicado
en Lancet (Ertem, Leventhal y Dobbs, 2000),
encontró evidencia de que existe continuidad
intergeneracional del abuso infantil, el riesgo
relativo de transmisión del abuso de una gene-
ración a otra es de 12,6 (95% IC: 1,82-87,2);
por otro lado entre el 25 y el 50 % de los ni-
ños/as sometidos a maltrato grave se encontra-
ban asintomáticos, no presentando alteraciones
emocionales o desordenes psiquiátricos en el
momento de la valoración, lo que aporta una
importante base para considerar la relevancia
de las variables positivas de resiliencia, forta-
leza y crecimiento en reacción al trauma (Be-
coña, 2006; Harvey, 2007; Oliva, Jiménez, Pa-
rra y Sánchez-Queija, 2008). Sin embargo, la
afectación negativa del maltrato es evidente: en
los estudios que relacionan violencia domésti-
ca con salud mental, se encuentra una alta rela-
ción entre la experiencia de malos tratos y pro-
blemas psicológicos, apareciendo trastorno de
estrés postraumático, depresión, ansiedad, pro-
blemas de sueño, trastornos de somatización,
entre otros (Campbell, 2002; Koss, 1990; Gomel,
1998; Mullen, Roman-Clarkson, Walton y Her-
bison, 1988; Ratner, 1993).
Después de la introducción de la categoría
TEPT descrita por la APA con la tríada de sín-
tomas y una fase de alternancia entre la reex-
perimentación y el embotamiento descrito por
Horowitz (1976), se tomó en consideración este
diagnóstico en personas con trauma por viola-
ción, violencia domestica, abuso infantil, in-
cesto, etc. De esta forma síndromes postrau-
máticos descritos en diversos estudios, tales
como: síndrome de trauma por violación (Bur-
guess y Holmstrom, 1974), síndrome de violen-
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
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El trauma complejo en infancia y adolescencia maltratada 163
cia doméstica a mujeres (Walter, 1984), trauma
de abuso sexual a menores (Briere, 1984,1987;
Finkelhor 1985) y trauma por incesto (Courtois
1979a,b; Herman y Hirshman 1977), quedaban
incluidos en el nuevo diagnóstico (APA 1980).
Sin embargo muchos de estos autores no con-
sideraron que la categoría diagnóstica de TEPT
fuese totalmente adecuada para describir las re-
acciones nucleares experimentadas por vícti-
mas de abuso o violación sistemática y mante-
nida entre seres humanos, es decir, para definir
las consecuencias de los traumas ocurridos
de forma reiterada e intensa, y/o perpetrados
por personas con las cuales la víctima mantenía
un vínculo afectivo (Finkelhor, 1984; Herman,
1992a,b).
El abuso o maltrato íntimo, doméstico o fa-
miliar, se da durante largos periodos de tiem-
po, en los cuales los menores quedan atrapados
y condicionados por un gran número y varie-
dad de circunstancias estresantes. Debido a que
la víctima es psicológica y físicamente inma-
dura, su desarrollo queda seriamente compro-
metido por el abuso repetido y la respuesta ina-
decuada por parte de algunos miembros de la
familia o de otros cuidadores, por ejemplo cuan-
do la madre niega o acepta la relación inces-
tuosa del padre con una hija. A este fenómeno,
en el que el/la menor se encuentra inmerso/a en
un ambiente en el cual el trauma ocurre repeti-
da y acumulativamente se denomina «trauma
complejo» (Courtois 2004) y hace referencia a
algunas formas de trauma muy complicadas y
de consecuencias psicológicamente generaliza-
das (Herman 1992a, 1992b). En estos casos el
trauma psicológico grave, determinaría un diag-
nóstico de reacción postraumática compleja, y
se desarrolla cuando las condiciones vitales des-
bordan las posibilidades de entender y asimilar
cognitiva y emocionalmente la experiencia, al-
terando la percepción de si mismo, de la afec-
tividad y del mundo (Finkelhor y Browne, 1985).
Así, en la infancia, el abuso sexual y otras
formas de abuso y maltrato, los conflictos ar-
mados, el haber sido prisionero de guerra, el se-
cuestro, las violaciones, los desplazamientos
por limpieza étnica, el ser refugiado, el tráfico
humano y la prostitución, pueden provocar en-
fermedades físicas y trastornos psicopatológicos
muy graves y de difícil diagnóstico y tratamiento.
En Estados Unidos, un estudio muestra que
los efectos psicológicos de la violación son com-
parables con los efectos de las torturas o el rap-
to (Breslau et al., 1998). En un estudio sobre
menores que habían sido victimas de acoso y
abuso sexual (17 niños y 28 niñas), se encontró
que el 100% presentó indicadores emocionales
relativos a ansiedad, sentimiento de inadecuación
y agresión; el 62% baja autoestima; el 62% in-
terés sexual, el 50% miedo; el 46% dependen-
cia; el 36% sintomatología depresiva; el 33%
confusión de la identidad sexual; el 27% cul-
pabilidad, y el 15% miedo al ataque sexual (Petr-
zelová, 2005).
En nuestro país algunos estudios aportan da-
tos en este sentido y señalan que el desarrollo del
TEPT como consecuencia de cualquier abuso
lo experimenta el 25% de todas las víctimas,
pero que este porcentaje asciende hasta el 50-
60% en el caso de mujeres y niñas agredidas
sexualmente (Corral, Echeburúa, Sarasua y Zu-
bizarreta, 1992) y hasta el 51-55 % en el caso
de víctimas de maltrato doméstico (Amor, Eche-
burúa, Corral, Zubizarreta y Sarasua, 2002; Zu-
bizarreta et al., 1994). Así mismo señalan que
cuando las condiciones estresantes son muy in-
tensas y son causadas por un ser humano, el
cuadro clínico resultante es más grave y dura-
dero, ya que aumenta la percepción de incon-
trolabilidad (Echeburúa y Corral, 1998).
A pesar de que se considera bastante común
en menores la vivencia de experiencias trau-
máticas (Finkelhor y Dziuba-Leatherman,
1994), es difícil establecer la prevalencia del
impacto de los eventos estresantes en general
y del TEPT en particular en la infancia, debi-
do a que las medidas de autoinforme elaboradas
hasta el momento son para adultos, y se con-
sideran poco adecuadas para realizar una co-
rrecta evaluación en los menores (Foa, Jonson,
Feeny y Treadwell, 2001). Se han publicado
una gran cantidad de investigaciones sobre las
consecuencias de los malos tratos intra-fami-
liares, escolares y sociales en niños y niñas, y
se han empleado un gran número de escalas, in-
ventarios y cuestionarios para su evaluación.
Durante los últimos 10 a 15 años, los investi-
gadores interesados en traumas en la infancia
y la adolescencia, han respondido con un gran
número de instrumentos de evaluación (Strand,
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174
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164 Concepción López Soler
Sarmiento y Pasquale, 2005). Sin embargo se
hace difícil elegir entre los diferentes instru-
mentos ya que cada uno de ellos atiende un as-
pecto específico del problema.
INADECUACIÓN DEL DIAGNÓSTICO
TEPT EN REACCIONES
POSTRAUMÁTICAS GRAVES
EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA:
PROPUESTA DE TRASTORNO
POSTRAUMÁTICO COMPLEJO
O EXTREMO
Herman (1992a, 1992b), a partir de diversos
estudios factoriales sobre traumas por abuso en
la infancia, determinó que las principales con-
secuencias psicológicas no se recogían en el
TEPT de la APA, y que las características prin-
cipales del trauma eran: depresión, ansiedad,
odio hacia sí mismo, disociación, abuso de sus-
tancias, conductas autolesivas y comportamien-
tos de riesgo, revictimización, problemas inter-
personales y en las relaciones íntimas (incluidos
familiares), preocupaciones somáticas y deses-
peración o desesperanza. En mujeres que han
sufrido violencia familiar, se detecta un perfil
psicopatológico caracterizado por trastorno por
estrés postraumático, síntomas de ansiedad y de-
presión, y baja autoestima (Amor, Echeburúa,
Corral, Sarasua y Zubizarreta, 2001). Sin em-
bargo, estas características fueron entendidas
como condiciones de comorbilidad más que
como elementos esenciales de la complicada y
compleja adaptación postraumática. Pero como
estas condiciones son muy comunes en victimas
de maltrato y son precisamente las más difíciles
de tratar en terapia, se ha propuesto que este con-
junto de síntomas en realidad conforman un tras-
torno por estrés postraumático complejo
(CPTSD), que actualmente se diagnostica en la
categoría de trastorno por estrés extremo no es-
pecificado (disorders of extreme stress not ot-
herwise specified, DESNOS) (Pelcovitz et al.,
1997), y que está siendo objeto de diversos en-
sayos de campo propiciados por laAPA, con ob-
jeto de validar el síndrome.
Los efectos de la violencia pueden ser dife-
rentes en función del grado de amenaza que su-
ponga y de lo habitual que sea. Un maltrato de
nivel medio y habitual podría determinar sínto-
mas depresivos y de ansiedad, incluido elTEPT.
Cuando las amenazas aumentan en intensidad y
frecuencia, también se incrementa la probabili-
dad de que la víctima incorpore el sistema de
creencias del agresor de modo defensivo (sín-
drome de Estocolmo). No aceptar parte de las
creencias del agresor/a desestabiliza más. Si las
experiencias son extremas y reiteradas la vícti-
ma se desconectaría de sus sentimientos y mos-
traría «entumecimiento psíquico», síntomas
disociativos, miedo y desconfianza pudiendo
configurar síntomas y patología de tipo psicóti-
co. Es más probable que se experimentaran sín-
tomas de TEPTC si la victimización se ha dado
en una etapa temprana, ha sido prolongada en
el tiempo y ha sido de naturaleza interpersonal.
Por otra parte, las relaciones entre la sinto-
matología TEPT y TEPTC son variadas: puede
existir alta comorbilidad entre el trastorno de
estrés complejo o extremo y el TEPT (Roth,
Newman, Pelcovitz, van der Kolk y Mandel,
1997), y también puede desarrollarse el TEPTC
sin sintomatología TEPT (Ford, 1999). Las al-
teraciones psicopatológicas que actualmente
pueden diagnosticarse en elTrastorno por Estrés
Postraumático No Especificado (DESNOS), y
que formaran parte del nuevo diagnóstico de
Trastorno por Estrés Postraumático Complejo,
se han establecido en base a las propuestas in-
dependientes de Herman y van der Kolk (1987),
en Boston, y de Spitzer, Kaplan y Pelcovitz
(1989), en NuevaYork.Aunque el procedimiento
fue diferente, en ambos casos se basaron en el
análisis de los síntomas que sistemáticamente
mostraban personas que habían sufrido exposi-
ción prolongada a situaciones potencialmente
traumáticas y habían desarrollado reacciones
postraumáticas graves.
Las alteraciones centrales del trastorno por
estrés postraumático complejo son las siguien-
tes (Herman, 1992a,b):
(1) Alteraciones en la regulación de los im-
pulsos afectivos. Incluye dificultad para modu-
lar la rabia y las conductas autodestructivas.
Este síntoma indica déficit en la regulación emo-
cional y el autocontrol e incluye las adicciones
y comportamiento autolesivo, que son, paradó-
jicamente, a menudo, usadas como salvavidas.
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
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El trauma complejo en infancia y adolescencia maltratada 165
(2) Alteraciones en la atención y la cons-
ciencia, tales como embotamiento, lentitud pro-
cesamiento, dificultades atención y concentra-
ción, amnesias, episodios disociativos y
despersonalización. Se considera que la diso-
ciación tiende a ser un mecanismo de defensa
ante el abuso interpersonal prolongado y seve-
ro ocurrido durante la infancia.
(3) Alteraciones en la autopercepción, así
como un sentido crónico de culpabilidad y de
responsabilidad personal, que cursa con senti-
mientos de intensa vergüenza. Los individuos
abusados crónicamente, a menudo interiorizan
el abuso como una forma de autovaloración
(Courtois, 1979a, 1979b; Pearlman, 2001).
(4) Alteraciones en la percepción del maltra-
tador. Incluye aceptación, dependencia e incor-
poración de su sistema de creencias. Estas ca-
racterísticas organizan las relaciones complejas,
el sistema de creencias y posibilitan los abusos
premeditados que continúan de forma repetiti-
va a manos de los cuidadores primarios, en caso
de menores.
(5) Alteraciones en las relaciones con los
otros. Dificultades para confiar e intimar, de-
sarrollo de fuerte sensación de vulnerabilidad
y peligro cuando inician nuevas relaciones afec-
tivas en la medida que se hacen más intensas e
intimas. Perciben que las personas con las que
se relacionan afectivamente pueden utilizarlos
y dañarles sin respeto y consideración de sus
propias necesidades.
(6) Somatización y/o problemas médicos.
Estas reacciones somáticas y condiciones mé-
dicas pueden explicar directamente el tipo de
abusos sufridos y algún daño físico, o bien pue-
de ser más difusa y aparecer como somatiza-
ciones.
(7) Alteraciones en el sistema de significa-
dos. Los individuos abusados crónicamente, a
menudo sienten una gran desesperanza acerca
del mundo y del futuro.Así mismo creen que no
encontraran a nadie que les entienda o entien-
da su sufrimiento. Mantienen un gran conflic-
to interno, con niveles de angustia altos, e in-
tentan encontrar a alguien que les ayude a
recuperarse de su angustia psíquica.
Podríamos considerar que algunas de estas
características suponen mecanismos adaptati-
vos que estructuran el significado del mundo y
de las relaciones en un proceso de aprendizaje
patológico, que está siendo legitimado por el
resto de personas consentidoras. De esta mane-
ra, los síntomas disociativos proporcionan una
respuesta protectora natural a la arrolladora ex-
periencia traumática, que surgen como una res-
puesta automática al estrés, en este sentido apa-
recen como reacciones disociativas primarias
el olvido, la fragmentación y el embotamiento
emocional (Kisiel y Lyons, 2001), precediendo
o acompañando a la despersonalización, desre-
alización y amnesia. Si es complicada la eva-
luación del TEPT en la infancia, más difícil re-
sulta encontrar instrumentos de evaluación
adecuados y psicométricamente fiables para
analizar los diferentes síntomas del trastorno
por estrés postraumático complejo (TEPTC).
Hasta el momento los síntomas centrales del
TEPTC propuesto, se consideran de diferentes
maneras. Para algunos autores son síntomas aso-
ciados y comorbilidad del TEPT (DSM-IV; Co-
peland, Keeler, Angold y Costello, 2007); para
otros representan síntomas de diferentes tipo-
logías de las reacciones postraumáticas (Port-
nova, 2007); reconociendo que el diagnóstico
incluye todos los síntomas conjuntamente, y
aceptando la posibilidad de que se establezcan
cluster específicos internalizantes (ineficacia,
vergüenza, desesperación, desesperanza, re-
traimiento y quejas somáticas), y/o externali-
zantes (autodestrucción, agresividad, conducta
impulsiva, hostilidad) (Miller y Ressik, 2007;
Moran, 2007).
El diagnóstico de TEPTC, a pesar de no es-
tar incluido en el DSM-IV, sigue encontrando
apoyo en diversas investigaciones, por conside-
rar que responde a la adaptación post-traumáti-
ca en abuso severo y trauma afectivo en la in-
fancia (Briere, 1984; Cook et al., 2005; Copeland
et al., 2007; Herman, Perry y Van der Kolk,
1989; Kroll, 1993; van der Kolk, Perry y Her-
man, 1991; van der Kolk, Roth, Pelkovitz, Sun-
dey y Spinazzola, 2005; Zanarini, 1997). Algu-
nos autores consideran que las tendencias
suicidas, las conductas de riesgo, la revictimi-
zación, la labilidad emocional, la impulsividad
y la inestabilidad afectiva, generada como res-
puesta al estrés grave, coinciden con las carac-
terísticas del trastorno límite de la personali-
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174
18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 165
tratamiento del TEPT, podría determinar re-
traumatizaciones (Chu, 1998; Courtois, 1999;
2004), en personas que presentan TEPTC, si
previamente a la exposición, no es regulado y
fortalecido antes el sistema afectivo, la esta-
bilidad y la identidad personal.
En adultos las reacciones postraumáticas com-
plejas ya han sido estudiadas, y se defiende el
diagnóstico de trastorno por estrés extremo no
especificado, DESNOS (disorders of extreme
stress not otherwise specified), cuyos síntomas
se describen en la Tabla 1.
Tabla 1. Síntomas del trastorno de
estrés postraumático complejo
AFECTOS E IMPULSOS:
Regulación Afecto
Modulación Ira
Autodestructividad
Preocupación suicida
Dificultad modulación sexualidad
Conductas de riesgo
ATENCIÓN Y CONSCIENCIA:
Amnesia
Episodios disociativos transitorios
Despersonalización
AUTOPERCEPCIÓN:
Ineficacia
Culpa y responsabilidad
Vergüenza
Incomprensión
Minimización personal
RELACIONES INTERPERSONALES:
Inhabilidad para relaciones intimas
Revictimización
Victimizar otros
SOMATIZACIONES:
Sistema digestivo
Dolor crónico
Síntomas cardiopulmonares
Síntomas conversión
Sistema reproductor
SISTEMA DE SIGNIFICADOS:
Desesperanza
Infelicidad
Perdida sistema previo creencias
166 Concepción López Soler
dad, por ello se ha establecido un gran y ade-
cuado debate sobre las relaciones entre estos
trastornos del eje I y II. Algunos autores consi-
deran que personas que han recibido el diag-
nostico TEPT crónico (una de las denomina-
ciones de las reacciones traumáticas graves,
complejas y/o extremas), presentan a partir de
la adolescencia trastorno límite de la persona-
lidad (Hodges, 2003). Y puesto que la afecta-
ción de la personalidad es muy importante en la
consideración del TEPTC, algunos investiga-
dores han realizado estudios sobre la relación
existente entre experiencias traumáticas y tras-
tornos clínicos y de personalidad. Allen, Hun-
ton y Evans (1999), aplicaron a mujeres con
trastornos postraumáticos graves, el Inventario
Clínico Multiaxial de Millón y hallaron cinco
cluster que denominaron alienación, agresivi-
dad, retraimiento, viztimización y adaptación.
Los dos primeros, de tipo externalizante, se ca-
racterizan por altas puntuaciones en las escalas
de agresividad, trastornos de la personalidad an-
tisocial y límite, consumo de alcohol y drogas,
y manía. Los cluster retraimiento y victimiza-
ción, de tipo internalizante, agrupan las esca-
las trastornos de la personalidad depresivo, evi-
tativo y esquizoide, con puntuaciones altas, y
con bajas puntuaciones en trastornos de la per-
sonalidad histriónico y narcisista. El quinto clus-
ter, adaptación, se caracteriza por bajas pun-
tuaciones en trastornos de la personalidad y
síndromes clínicos, caracterizándose por sinto-
matología postraumática simple. Estos hallazgos
coinciden con los obtenidos en las investiga-
ciones de Miller (Miller, Greif y Smith, 2003;
Millar, Kaluepek, Dillon y Keane, 2004; Mi-
llar, y Ressik, 2007).
La consideración de diversos tipos en las
reacciones postraumáticas, con diferente gra-
do de afectación y curso es de gran impor-
tancia tanto a nivel diagnóstico como tera-
péutico. A nivel diagnóstico por que la
ausencia de sintomatología TEPT y la pre-
sencia de síntomas subclínicos depresivos, an-
sioso, y conductas agresivas y hostiles, pueden
estar indicando un trastorno más grave y com-
plicado terapéuticamente que el TEPT. Por
otro lado también es importante en el plante-
amiento terapéutico, ya que la exposición di-
recta al trauma, tal como se recomienda en el
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
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El trauma complejo en infancia y adolescencia maltratada 167
Este diagnóstico ha sido validado por Zlotnick
y Perlstein (1997), y Blaustein, Spinazzola, Simp-
son y van der Kolk (2000); a través de la entrevista
SIDES: Structured Interview of Disorders of Ex-
treme Stress. Esta entrevista consta de 45 items y
ha sido elaborada por Pelkovitz et al. (1997). Spi-
nazzola, Blaustein, Kisiel y van der Kolk (2001),
han realizado otra validación a través del Self Re-
port Inventory for Disorders of Extreme Stress
(SIDES-SR), obteniendo una puntuación en el
coeficiente alfa de 0,93, para la escala total.
En infancia y adolescencia Cook et al. (2005)
proponen siete grupos de síntomas para el diag-
VALORACIÓN CLÍNICA
DE LOS DIAGNÓSTICOS TEPT
Y TEPTC EN LA INFANCIA
MALTRATADA
En base a un convenio establecido entre la Con-
sejería de Política Social, Mujer e Inmigración y
la Universidad de Murcia (Proyecto de Evalua-
ción Diagnóstica y Tratamiento Psicológicos en
Menores Tutelados, PEDIMET), se atienden a
menores que han sufrido maltrato intrafamiliar
crónico, de tipo físico, emocional y social; que
presentan reacciones psicológicas graves y que
residen en centros o en acogimiento familiar (fa-
milia extensa o ajena). Son remitidos por altera-
ciones externalizantes principalmente, sin em-
nóstico TEPTC, que sintetizan las alteraciones
centrales cuando los menores expuestos a con-
diciones de riesgo graves y crónicas, presentan
reacciones postraumáticas complejas. Las áre-
as afectadas y los problemas principales aso-
ciados al trauma son: alteraciones en las rela-
ciones afectivas y apego, en las reacciones
biológicas (físicas y psicosomáticas), en la re-
gulación del afecto y la autorregulación, en la
consciencia, con síntomas disociativos, en el
control de la conducta, en la cognición y en el
autoconcepto (Tabla 2).
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174
Tabla 2. Áreas afectadas y alteraciones en menores expuestos a trauma complejo (adaptado de Cook et al., 2005)
I. APEGO
Problemas con límites
Desconfianza, suspicacia
Aislamiento social
Dificultades Interpersonales
Dif. estados emocionales otros
Dificultad toma perspectiva
II. BIOLOGÍA
Probabilidad desarrollo
psicomotor
Analgesia
Probabilidad tono/balance,
coordinación
Somatizaciones
Problemas médicos aumentados
III. REGULACIÓN AFECTO
Dificultades autorregulación
emocional
Dificultades reconocer/expresar
sentimientos
Probabilidad reconocer estados
internos
Dificultades comunicar deseos
y necesidades
IV. DISOCIACIÓN
Estado consciencia alterado
Amnesia
Despersonalización, desrealización
Dos o más estados de consciencia
Fallos de memoria sucesos
V. CONTROL
Pobre regulación impulsos
Conducta autodestructiva
Agresividad hacia otros
Prob. patológicos auto-calma
Problemas sueño
Sumisión excesiva
Conducta oposicionista
Dificultades comprender/aceptar
normas
Representa trauma
conductas/juegos
VI. COGNICIÓN
Dificultades regulación atención
y FE*
Lack of sustained curiosity
Probabilidad procesamiento
información nueva
Probabilidad concentración tareas
complejas
Probabilidad constancia objetivos
Dificultades planificación/ anti-
cipación
Probabilidad comprensión
responsabilidades
Dificultades aprendizaje
Probabilidad desarrollo lenguaje
Probabilidad orientación tiem-
po/espacio
VII. AUTOCONCEPTO
Continuidad/predictibilidad self
alterado
Pobre sentido separación
Alteración imagen corporal
Baja autoestima
Vergüenza y culpa
Nota. *Funciones ejecutivas
18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 167
relacionada (Talarn, Navarro, Rossell y Rigat,
2006). Para realizar un diagnóstico psicológi-
co fiable y evaluar la eficacia de los tratamien-
tos, es imprescindible elaborar un protocolo de
evaluación que detecte los síntomas descritos
en el TEPTC, en niños y niñas maltratados.
Como es posible que las reacciones postrau-
máticas configuren un TEPT, un TEPTC sin
presencia de sintomatología TEPT (Ford, 1999);
o en comorbilidad con dicho trastorno (Roth et
al., 1997); es preciso incluir pruebas de evalua-
ción psicológica que detecten signos de los dos
trastornos. En todos los casos es conveniente
explorar las variables personales de resistencia
a la adversidad.
Mientras que los diagnósticos realizados en
el proyecto PEDIMET, realizados sin tener pre-
sente la categoría diagnostica TEPTC, descri-
ben múltiples síntomas externalizantes en co-
morbilidad con sintomatología internalizante
(Tabla 3), parece que está afectado todo el de-
sarrollo psicológico, y que las reacciones pos-
traumáticas de estos menores, se comprenden
y se tratan mejor desde el diagnóstico deTEPTC.
Tabla 3. Características frecuentes en menores
maltratados. Proyecto PEDIMET
Trastornos psicopatológicos:
Trastorno por estrés postraumático
Depresión
Ansiedad
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad
Oposicionismo Desafiante
Otros
Sintomatología:
Problemas Atención Inquietud
Desorientación Ambivalencia emocional
Desolación Aturdimiento
Crisis de Ira Oposicionismo
Confusión Tristeza
Labilidad emocional Baja tolerancia frustración
Culpabilidad
(creencia merecer maltrato) Irritabilidad, agresividad
Angustia Aislamiento/sumisión
Negación de la realidad Temores
Autodesprecio Desconfianza
Autolesiones Problemas Aprendizaje
Baja adaptación personal
y social
Actitud seductora relaciones interpersonales (Sexualidad)
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
bargo la sintomatología característica en estos
menores desde la perspectiva clínica se caracte-
riza por: dificultad en la regulación de los im-
pulsos (agresividad y rabia), problemas afectivos
y de ansiedad, dificultad para el reconocimiento
del daño y expresión emocional, problemas en la
atención, concentración y consciencia, dificulta-
des en las relaciones interpersonales, problemas
psicosomáticos y alteraciones en la percepción
de los padres maltratadotes (justificaciones, ide-
alizaciones, negación de la realidad…).
La experiencia en intervenciones psicológi-
cas en menores que han sufrido experiencias
traumáticas (malos tratos en la familia, abuso
sexual, negligencia, abandono, rechazos en aco-
gimiento en familia extensa o ajena), apoya más
la propuesta del trauma y trastorno complejo,
que la comorbilidad entre el TEPT y sintoma-
tología diversa internalizante y externalizante.
Sin embargo existen pocas escalas que valoren
el trauma grave y continuo en la infancia y ado-
lescencia, de ahí la importancia de continuar
trabajando en el desarrollo de instrumentos de
evaluación y medida del DESNOS o trauma
complejo en la infancia. Parece necesario rea-
lizar una evaluación exhaustiva de las áreas aso-
ciadas al trauma para llevar a cabo un diagnós-
tico que nos permita realizar una intervención
adecuada con los menores.
Por otra parte, aunque el TEPT, es uno de los
más significativos desórdenes relacionados con
el trauma, es frecuentemente pasado por alto en
los ámbitos de salud mental y se tiende a consi-
derar la sintomatología internalizante (tristeza, an-
siedad, somatizaciones) y la externalizante (agre-
sividad, ira, oposicionismo, inquietud, falta de
atención, comportamientos destructivos hacía
otros/si mismo/a), por separado. Es recomenda-
ble realizar el diagnóstico de estos diferentes
síntomas teniendo en cuenta las características del
trastorno por estrés postraumático complejo, ya
que entonces algunos de estos signos que a ve-
ces no llegan a tener entidad diagnóstica por ser
de nivel subclínico, se estructuran como una en-
tidad clínica claramente configurada.
Por este mismo hecho, y para una aplicación
efectiva de los tratamientos (Zimmerman y Mat-
tia, 1999), resulta de suma importancia una eva-
luación estructurada de los eventos potencial-
mente traumáticos y de la psicopatología
168 Concepción López Soler
18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 168
Con el fin de realizar una valoración inicial
de los síntomas centrales del diagnóstico actual
delTEPTC o DESNOS, en menores maltratados,
se ha elaborado un listado de 14 síntomas, y han
sido evaluados al inicio de los tratamientos 44
menores de edades comprendidas entre 6 y 15
años. Se ha considerado la presencia de cada
síntoma cuando se ha puntuado 3 o más de tres
en una escala de 0 a 5. La puntuación del coe-
ficiente alfa de Cronbach para este listado de
síntomas es de 0,83. Los resultados nos indican
que la mayor parte de los indicadores están pre-
sentes en más de la mitad de este grupo de me-
nores maltratados (ver Tabla 4).
Aunque solo se trata de una valoración inicial,
el hecho de que se reconozcan variables que no
pueden ser incluidas en elTEPT, aporta una bue-
na base que apoya la importancia de disponer de
categorías diagnósticas adecuadas para las reac-
ciones postraumáticas graves y para estimular
investigaciones sobre este tema. En la actualidad
y con el objetivo de realizar una correcta eva-
luación y tratamiento psicológico a menores mal-
tratados se han elaborado dos protocolos: uno
para la evaluación de reacciones postraumáticas
y otro para el tratamiento psicológico mediante
realidad virtual, ambos para menores maltrata-
dos (Proyecto PEDIMET-EMMA, 2007).
Es difícil realizar una evaluación de las po-
sibles variables psicológicas afectadas en me-
nores que han sufrido maltrato grave y conti-
nuo, y por tanto, un posible trauma complejo
(López-Soler et al., 2007a,b). En un intento de
tener en cuenta las posibles áreas alteradas, así
como las de resiliencia, que modulan el impac-
to del estrés, se han seleccionado una serie de
pruebas psicológicas que permiten reconocer
sintomatología TEPT y DESNOS (ver Tabla 5).
Las medidas pre y postratamiento en estas es-
calas, así como los perfiles internalizantes y ex-
ternalizantes, están siendo analizados. Una de las
mejores maneras de ayudar a disminuir el su-
frimiento y la desorientación de los menores
maltratados, es conocer lo más exhaustivamen-
te posible los diferentes componentes psicoló-
gicos del daño emocional que determina el trau-
ma complejo. Como acertadamente señaló
Carlson (1997), la última meta de los esfuerzos
para comprender y evaluar los problemas psi-
cológicos de las personas que desarrollan alte-
raciones psicopatológicas, es ofrecerles un tra-
tamiento lo más efectivo y eficiente posible.
Tabla 4. Listado indicadores DESNOS
para la infancia y adolescencia maltratadas
Alteración regulación afectos 94,2%
Alteración regulación impulsos 67,7%
Alteraciones consciencia 70,6%
Alteraciones autopercepción 61,8%
Alteración percepción maltratadotes 51,7%
Alteraciones relación iguales 64,7%
Problemas relaciones acogedores7educadores 73,5%
Depresión 49,9%
Ansiedad 67,5%
Autolesiones 8,8%
Abuso de sustancias 0%
Comportamientos autodestructivos/riesgo 20,6%
Victimización 17,6%
Problemas relaciones de intimidad 41,2%
Desesperanza 58,8%
Exploración
general
Estrés
postraumático
Ansiedad /
depresión
Área
adaptación-
socialización
Área afectivo-
emocional
Variables
resiliencia
Entrevista
semiestructurada
de maltrato
(Martínez et al.,
2007)
Escala Pediátrica
de Estrés
Emocional;
PEDS (Saylor
et al., 1999)
Cuestionario
de Ansiedad
Estado-Rasgo
en niños; STAIC
(Spielberger,
1990)
Test
Autoevaluativo
Multifactorial
de Adaptación
Infantil; TAMAI
(Hernández,
1999)
Inventario de
Expresión de Ira-
Rasgo en Niños
y Adolescentes;
STAXI-NA
(Del Barrio,
Spielberger y
Aluja, 1998)
Escala de
Resiliencia
(Wagnild y
Young, 1993)
Tabla 5. Protocolo de evaluación psicológica equipo PEDIMET
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174
El trauma complejo en infancia y adolescencia maltratada 169
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Exploración
general
Estrés
postraumático
Ansiedad /
depresión
Área
adaptación-
socialización
Área afectivo-
emocional
Variables
resiliencia
Escala de
maltrato
psicológico
(Walker, 1984;
adaptación
Garriga, et al.,
2007)
CPSS
(The Child
PTSD Symptom
Scale; Foa et al.,
2001)
CASI
(Índice de
Sensibilidad a la
Ansiedad Niños;
Sandín y Chorot,
1997; Sandín et
al., 2002)
BAS 1, 2, 3
(Batería de
Socialización,
Silva y
Martorell, 2001)
PANAS
(Escala de
Afecto Positivo y
Negativo; Sandín
et al., 1999)
Escala de
autoeficacia
(Bandura, 1990)
STIA
(Escala de
Situaciones
Traumáticas
en la Infancia
y Adolescencia;
López-Soler,
2006)
CITES-R
(Children’s
Impact Traumatic
Events Scale;
Wolfe et al.,
1991)
CDI
(Cuestionario de
Depresión
Infantil; Kovacs,
1994)
Área
atención
y consciencia
Diferencial
Semántico
Maltrato
García et al.,
2007)
ACS
(Escala de
Afrontamiento
para
Adolescentes;
Rydenberg y
Lewys, 1996)
CBCL
(Child Behavior
Checklist;
Achenbach,
1991)
IES (Impact of
Event Scale,
Horowitz, Wilner
et Alvarez 1979)
Síndromes
CBCL/YSR
TAREA
DE STROOP
(Test de Colores
y Palabras;
Goleen, 2001)
YSR
(Youth Self
Report;
Achenbach,
1991)
SCARED-R
(Escala
abreviada de
cribado del
TEPT; Muris
1997)
Subescalas
TAMAI
Escala
de Experiencia
Disociativa
(Adapt. Berstein
y Putman, 1986)
1.ª parte
CBCL/YSR
BAS subescalas
Tabla 5. Protocolo evaluación psicológica equipo PEDIMET (Continuación)
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  • 1. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica Vol. 13, N.º 3, pp. 159-174, 2008 ISSN 1136-5420/08 LAS REACCIONES POSTRAUMÁTICAS EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA MALTRATADA: EL TRAUMA COMPLEJO CONCEPCIÓN LÓPEZ-SOLER Facultad de Psicología, Universidad de Murcia Hospital Universitario Virgen Arrixaca, El Palmar, Murcia Resumen: Los menores expuestos a condiciones estresantes graves, tales como negligencia, abuso emo- cional y/o físico en las relaciones familiares primarias, pueden desarrollar traumas cuyos síntomas no se incluyen en el trastorno por estrés postraumático (TEPT). Las consecuencias del trauma complejo afectan el desarrollo psicológico, y las características se diagnostican en la actualidad en la categoría de trastorno por estrés postraumático extremo no especificado (disorders of extreme not otherwise spe- cified, DESNOS) (Pelcovitz et al., 1992), cuyas alteraciones afectan a: a) regulación de los afectos e impulsos, b) memoria y atención; c) autopercepción, d) relaciones interpersonales, e) somatizaciones, y f) sistema de significados. Estos síntomas se incluyen en la propuesta de una nueva categoría diag- nóstica: el trastorno por estrés postraumático complejo o extremo. Las características específicas de este trastorno en menores que presentan trauma complejo están siendo estudiadas (Cook et al., 2005). Se aportan datos sobre sintomatología del trauma complejo en menores maltratados. Palabras clave: reacciones postraumáticas, TEPT, trauma complejo, DESNOS, maltrato infantil. Maltreatment of children and adolescentes and traumatic reactions Abstract: Serious stressful conditions in children, like neglect, emotional or sexual abuse within the family can result in traumas with symptoms that are currently not included in post-traumatic stress di- sorder (PTSD).The consequences of this complex trauma affect psychological development, and their characteristics are actually diagnosed in the category of non-specific extreme posttraumatic stress di- sorder (DESNOS, Pelcovitz et al., 1992), alterations of which include: a) emotional regulation and im- pulse control; b) memory and attention; c) self-perception; d) interpersonal relationships; e) somati- zation, and f) system of meanings. These symptoms are included in the proposal of a new diagnostic category: extreme or complex posttraumatic stress disorder (CPTSD). The specific characteristics of this disorder in minors that present complex trauma are being investigated (Cook et al., 2005). Data are presented on the symptomatology of complex trauma in maltreated minors. Keywords: posttraumatic reactions, PTSD, complex trauma, DESNOS, childhood abuse. Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología AEPCP Recibido 14 febrero 2008; aceptado 31 julio 2008 Correspondencia: Concepción López-Soler, Universidad de Murcia, Facultad de Psicología, Dpto. Personalidad, Campus de Espinardo, Edif. Luis Vives, Apartado 4021. Correo-e: clo- pezs@um.es cialmente maduro, sino a un ser humano en una fase de desarrollo que requiere ciertas condi- ciones externas de estabilidad y protección. Por ello cuando un menor sufre unas condiciones de crianza inadecuadas o claramente negativas, los efectos en su desarrollo como persona pue- den ser muy graves, ya que influyen en un gran número de variables psicológicas, la madura- ción del sistema nervioso y neuroendocrino (van der Kolk, 2003), y generando graves problemas de personalidad y de adaptación. Los sucesos vitales experimentados pueden ser extraordinarios y extremadamente traumá- ticos, sucesos menores de baja intensidad de estrés, pero cotidianos, y todas las combinacio- ESTRÉSY REACCIONESTRAUMÁTICAS Si en cualquier época del desarrollo de la per- sona la presencia de acontecimientos estresan- tes o situaciones vitales adversas es importan- te en relación a la salud física y psicológica, durante la infancia su impacto puede ser dramá- ticamente significativo, ya que no va a afectar a un ser humano biológica, psicológica y so- 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 159
  • 2. 160 Concepción López Soler nes entre estos extremos (Sandín, 2008; Talarn, Navarro, Russell y Rigat, 2006). En ambos ca- sos, además de las unidades de cambio vital que se asocien al estímulo o situación estresante, para comprender su impacto en una persona concreta es necesario tener en cuenta las varia- bles psicológicas, básicamente de tipo cogniti- vo (Sandín, Rodero, Santed y García-Campa- yo, 2006), que median entre los estímulos y las respuestas de estrés, tal como propuso Lazarus en su perspectiva interaccional (Lazarus y Folk- man, 1984).Así la evaluación primaria del acon- tecimiento determina su valor de amenaza, daño/pérdida, desafío o beneficio, mientras que la secundaria valora la controlabilidad del estí- mulo y los recursos disponibles para afrontar la situación. Estos procesos cognitivos de gran im- portancia en la resolución del conflicto gene- rado entre demandas del ambiente y recursos personales, durante la infancia están bastante li- mitadas, ya que las características del desa- rrollo cognitivo y afectivo en cada fase evolu- tiva impone claros límites, siendo fundamental la guía y protección de los adultos responsa- bles del menor, porque en gran medida el sig- nificado de los sucesos y las reacciones infan- tiles, van a depender de los significados que sus cuidadores atribuyan al suceso y de sus re- acciones. Por otro lado, son importantes algunas ca- racterísticas de los acontecimientos vitales ta- les como su duración, frecuencia, cantidad, in- tensidad y predictibilidad, así como su origen: naturales (inundaciones, terremotos, etc.) o hu- manos (terrorismo, maltrato, violación, etc.). Esta última característica es muy relevante como predictor de las reacciones al estrés, ya que el hecho de ser otra persona quien deter- mine el daño y que esa persona mantenga un vínculo afectivo significativo, agrava la reac- ción y la hace más compleja. (Para una pre- sentación actualizada sobre estas cuestiones, véase Sandín, 2008). Las reacciones de las personas ante situacio- nes vitales adversas o acontecimientos natura- les catastróficos son muy variadas y dependen de distintas características de fuentes diferen- tes: condiciones específicas del suceso, mo- mento particular en el que se produce, ambien- te cultural y social, fase evolutiva, etc. (Labrador y Alonso, 2007). En general se consideran nor- males las siguientes reacciones ante un evento estresante grave: tristeza, ansiedad, enfado, com- portamiento alterado y otras dificultades me- nores, que perturban durante un breve periodo de tiempo. Estas reacciones transitorias son muy frecuentes en los menores y su superación, es- tabilidad o agravamiento depende en gran me- dida de la actitud de los padres o cuidadores para hacer que los/as hijos/as sientan protec- ción y seguridad (Dyregrow y Yule, 2006). Sin embargo a veces las dificultades son más intensas y duran más tiempo, provocando se- rios problemas en el funcionamiento personal y en la adaptación psicosocial. En estos casos, es además frecuente que esas reacciones con- formen un conjunto de síntomas que permiten el diagnóstico de un trastorno psicopatológico específico como el trastorno adaptativo, el tras- torno por estrés postraumático o la reacción al estrés aguda. EL TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA El trastorno por estrés postraumático (TEPT), no había sido descrito en las clasificaciones ofi- ciales hasta la década los 80, en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-III, American Psychiatric Association, APA, 1980), y fue recogido en gran medida por la presión ejercida por los veteranos de Viet- nam. Anteriormente se aceptaba la categoría «gran reacción al estrés» en el DSM-I (APA, 1952), y «trastorno situacional transitorio» en el DSM-II (APA, 1968). La Organización Mun- dial de la Salud (OMS), no lo incluye hasta la novena versión en 1977, de la Clasificación In- ternacional de las Enfermedades (CIE), en la categoría «reacción aguda ante gran tensión». La última clasificación de la OMS, la CIE-10 (1992), propone una categoría de los trastornos provocados por estrés y trauma, en los cuales se incluye el TEPT agudo y crónico, los tras- tornos de adaptación y los cambios duraderos de personalidad posteriores a una situación catas- trófica (F62.0). La consideración de que se pro- duzca un impacto tan fuerte que provoque cam- Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 160
  • 3. El trauma complejo en infancia y adolescencia maltratada 161 bios en la personalidad, es de gran importancia en el desarrollo infantil, ya que situaciones muy adversas, cercanas y cotidianas, no sólo deter- minan síntomas y alteraciones psicológicas, sino que comprometen el desarrollo completo de la personalidad. En la infancia y en temas de salud, se han descrito tempranamente reacciones traumáticas en menores intervenidos quirúrgicamente (Levy, 1945), y más actualmente en menores con cán- cer (Pot-Mess, 1989; Stuber, Meeske, Gonza- lez, Houskamp y Pynoos, 1995). Muy tempra- namente se observó que aquellos menores que viven en condiciones amenazantes, la falta de calma y control por parte de los adultos que le rodean (Solomon, 1942; Mercier y Despert, 1943; López-Soler, 2004), hace que se vean más afectados que cuando los adultos reaccionan equilibradamente. Se destaca en estos relatos la importancia en la infancia del impacto de acon- tecimientos vitales cotidianos frente a un acon- tecimiento excepcional. En los años 70, se in- formó de las reacciones de menores ante situaciones gravemente estresantes, por ejem- plo ante el hundimiento de un colegio (Lacey, 1972), o ante inundaciones (Newman, 1976). Pero fueron las investigaciones de Leonore Terr (1979,1983, 1985), sobre las reacciones de los menores que fueron secuestrados en un auto- bús escolar en 1976 en Chowchilla (California), el inicio de un enfoque específico y fructífero sobre el TEPT en la infancia. Terr informó que el 100% de los menores secuestrados presenta- ban síntomas del trastorno, lo que permitió com- prender que cuando la situación estresante es lo suficientemente intensa y duradera, y el me- nor lo experimenta de forma directa, aparece esta sintomatología descrita por la APA, en to- dos los casos, aunque sus características y evo- lución no es idéntica. En general, los datos sobre prevalencia del TEPT en la infancia han sido muy variables, y se estima que hay más estudios en adolescentes mayores y adultos. Según Kessler, Sonnega, Bromet, Hughes y Nelson (1995), aproximada- mente el 10% de jóvenes y adultos estadouni- denses presentan sintomatología TEPT. Giaco- nia et al., (1995) informan que en adolescentes la prevalencia es del 6% aproximadamente. En jóvenes daneses la prevalencia encontrada es del 9% (Elklit, 2002). En contraste, el British Nacional Survey of Mental Health, en un estu- dio realizado sobre 10.000 menores informó que solo el 0,4% de niños/as de edades com- prendidas entre los 11 y 15 años, fueron diag- nosticados deTEPT, siendo el doble de frecuente en chicas que en chicos (Meltzer, Gatward, Go- odman y Ford 2000). Por debajo de los 10 años se ha estudiado poco y no se dispone de bue- nos instrumentos de medida para ello (Dyre- grov et al., 2006). Más fácil es encontrar estu- dios en la infancia sobre trauma, cuando se produce un desastre natural, así La Greca y Prinstein (2002), estimaron que en esas situa- ciones, entre el 30 y el 50% de jóvenes desa- rrollan TEPT, y entre un 5 y un 10% de meno- res. Najarian, Goenjian, Pelcovttz, Mandel, y Najarian (1996), informaron que el 90% de los jóvenes presentaron síntomas severos del TEPT posterior a la invasión Armenia. Pero no siem- pre la respuesta del ser humano ante eventos graves es el TEPT. Más frecuentemente encon- tramos problemas de ansiedad, depresión, agresi- vidad y consumo de sustancias en los menores (Reijneveld, Crone, Verlhust y Verloove-Van- horick, 2003). En este sentido, Copeland, Kee- ller, Angold y Costello et al., (2007), informan que un ambiente adverso, múltiples situaciones de riesgo, problemas parentales y reacciones de- presivas previas, son predictores del TEPT. Es- tos autores informan de presencia de sintoma- tología TEPT en un 13,4%, y un 0,5% de TEPT en menores que han tenido experiencias estre- santes, y consideran que las reacciones pos- traumáticas en infancia y adolescencia pueden expresarse en diferentes formas de psicopato- logía, presentando una fuerte asociación con al- teraciones depresivas y ansiosas. Lansford, Dodge, Bates, Croziery y Kaplow (2002), realizaron un estudio prospectivo a lo largo de 12 años, observando que el 74% de los adolescentes que habían sufrido maltrato físico presentaron algún problema de conducta fren- te al 43 % de los chicos que no habían sufrido maltrato físico.Además presentaron más de tres problemas de conducta el 21% de los menores con maltrato frente al 7% del grupo que no re- cibió abuso físico. Las chicas que sufrieron abu- so físico o sexual podían presentar en mayor medida problema de conducta (OR=7,1), depre- © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 161
  • 4. 162 Concepción López Soler sión (OR=7,2), ansiedad (OR=9,3) o estrés pos- traumático (OR=9,8). En nuestro medio, se ha comprobado retraso en el desarrollo psicológi- co de menores de 5 años que sufrieron abuso (Osuna, Cabrera y Morales, 2000), y se estima que el riesgo de tentativa de suicidio en ado- lescentes maltratados es cinco veces más alto, comparado con aquellos que no presentaron maltrato en la infancia. Los síntomas que se consideran característi- cos del TEPT son: la re-experimentación del acontecimiento (p.ej., flashbacks, pesadillas, etc.), la evitación (de recuerdos y situaciones relacionadas con el acontecimiento traumáti- co), el embotamiento afectivo, y un incremen- to en la activación (hiperactivación fisiológica, problemas de sueño, etc.). Sin embargo en los menores (niños/as y adolescentes), el efecto del trauma y su valoración comoTEPT puede adop- tar la forma de un comportamiento desestruc- turado o agitado y presentarse con síntomas fí- sicos o como sueños terroríficos o pesadillas, resultado de la expresión del síntoma «viven- cia de horror»; conductas repetitivas, juegos simbólicos de los sucesos traumáticos, como expresión de la reexperimentación del suceso (Dyregrow yYule, 2006), y disminución de in- tereses y retraimiento afectivo, inquietud, falta de atención y problemas de sueño. Mientras que algunas formas y tipos de maltra- to y abuso, pueden provocar en los menores al- teraciones psicológicas compatibles con el mo- delo deTEPT, cuando los abusos son muy graves (maltrato físico/emocional extremo, abuso se- xual), por intensos y cotidianos (por ser el/la abusador/a una persona muy cercana como ma- dre, padre, otros familiares), pueden afectar de forma más dramática, comprometiendo todo el desarrollo de su personalidad, ya que confor- man un ambiente del que no es posible escapar, y se establece como el mundo de referencia, sin otro tipo de significados. No resulta difícil com- prender que en estos menores se desarrolle un síndrome de Estocolmo de adaptación prima- ria, ya que no han tenido otra posibilidad de es- tructurar su mapa de conocimiento y experien- cias cognitivas y afectivas. Según Finkelhor (1988), el maltrato grave y continuo (y en su caso, sexual), ocasiona perdida de confianza hacia otras personas, sentimiento de indefensión y desamparo, sexualización trau- mática, al incorporar aspectos sexuales en las relaciones interpersonales precozmente, que suele comportar dificultades para establecer re- laciones íntimas normales y estigmatización personal, por cuanto se da sensación de ver- güenza y culpa, junto a la consideración de ha- ber sido responsable de los hechos. Otra consecuencia a largo plazo del maltra- to es la violencia transgeneracional, un niño maltratado tiene alto riesgo de ser perpetrador de maltrato en la etapa adulta a su pareja o a sus hijos, mientras que en las niñas está menos clara su evolución. Un meta-análisis publicado en Lancet (Ertem, Leventhal y Dobbs, 2000), encontró evidencia de que existe continuidad intergeneracional del abuso infantil, el riesgo relativo de transmisión del abuso de una gene- ración a otra es de 12,6 (95% IC: 1,82-87,2); por otro lado entre el 25 y el 50 % de los ni- ños/as sometidos a maltrato grave se encontra- ban asintomáticos, no presentando alteraciones emocionales o desordenes psiquiátricos en el momento de la valoración, lo que aporta una importante base para considerar la relevancia de las variables positivas de resiliencia, forta- leza y crecimiento en reacción al trauma (Be- coña, 2006; Harvey, 2007; Oliva, Jiménez, Pa- rra y Sánchez-Queija, 2008). Sin embargo, la afectación negativa del maltrato es evidente: en los estudios que relacionan violencia domésti- ca con salud mental, se encuentra una alta rela- ción entre la experiencia de malos tratos y pro- blemas psicológicos, apareciendo trastorno de estrés postraumático, depresión, ansiedad, pro- blemas de sueño, trastornos de somatización, entre otros (Campbell, 2002; Koss, 1990; Gomel, 1998; Mullen, Roman-Clarkson, Walton y Her- bison, 1988; Ratner, 1993). Después de la introducción de la categoría TEPT descrita por la APA con la tríada de sín- tomas y una fase de alternancia entre la reex- perimentación y el embotamiento descrito por Horowitz (1976), se tomó en consideración este diagnóstico en personas con trauma por viola- ción, violencia domestica, abuso infantil, in- cesto, etc. De esta forma síndromes postrau- máticos descritos en diversos estudios, tales como: síndrome de trauma por violación (Bur- guess y Holmstrom, 1974), síndrome de violen- Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 162
  • 5. El trauma complejo en infancia y adolescencia maltratada 163 cia doméstica a mujeres (Walter, 1984), trauma de abuso sexual a menores (Briere, 1984,1987; Finkelhor 1985) y trauma por incesto (Courtois 1979a,b; Herman y Hirshman 1977), quedaban incluidos en el nuevo diagnóstico (APA 1980). Sin embargo muchos de estos autores no con- sideraron que la categoría diagnóstica de TEPT fuese totalmente adecuada para describir las re- acciones nucleares experimentadas por vícti- mas de abuso o violación sistemática y mante- nida entre seres humanos, es decir, para definir las consecuencias de los traumas ocurridos de forma reiterada e intensa, y/o perpetrados por personas con las cuales la víctima mantenía un vínculo afectivo (Finkelhor, 1984; Herman, 1992a,b). El abuso o maltrato íntimo, doméstico o fa- miliar, se da durante largos periodos de tiem- po, en los cuales los menores quedan atrapados y condicionados por un gran número y varie- dad de circunstancias estresantes. Debido a que la víctima es psicológica y físicamente inma- dura, su desarrollo queda seriamente compro- metido por el abuso repetido y la respuesta ina- decuada por parte de algunos miembros de la familia o de otros cuidadores, por ejemplo cuan- do la madre niega o acepta la relación inces- tuosa del padre con una hija. A este fenómeno, en el que el/la menor se encuentra inmerso/a en un ambiente en el cual el trauma ocurre repeti- da y acumulativamente se denomina «trauma complejo» (Courtois 2004) y hace referencia a algunas formas de trauma muy complicadas y de consecuencias psicológicamente generaliza- das (Herman 1992a, 1992b). En estos casos el trauma psicológico grave, determinaría un diag- nóstico de reacción postraumática compleja, y se desarrolla cuando las condiciones vitales des- bordan las posibilidades de entender y asimilar cognitiva y emocionalmente la experiencia, al- terando la percepción de si mismo, de la afec- tividad y del mundo (Finkelhor y Browne, 1985). Así, en la infancia, el abuso sexual y otras formas de abuso y maltrato, los conflictos ar- mados, el haber sido prisionero de guerra, el se- cuestro, las violaciones, los desplazamientos por limpieza étnica, el ser refugiado, el tráfico humano y la prostitución, pueden provocar en- fermedades físicas y trastornos psicopatológicos muy graves y de difícil diagnóstico y tratamiento. En Estados Unidos, un estudio muestra que los efectos psicológicos de la violación son com- parables con los efectos de las torturas o el rap- to (Breslau et al., 1998). En un estudio sobre menores que habían sido victimas de acoso y abuso sexual (17 niños y 28 niñas), se encontró que el 100% presentó indicadores emocionales relativos a ansiedad, sentimiento de inadecuación y agresión; el 62% baja autoestima; el 62% in- terés sexual, el 50% miedo; el 46% dependen- cia; el 36% sintomatología depresiva; el 33% confusión de la identidad sexual; el 27% cul- pabilidad, y el 15% miedo al ataque sexual (Petr- zelová, 2005). En nuestro país algunos estudios aportan da- tos en este sentido y señalan que el desarrollo del TEPT como consecuencia de cualquier abuso lo experimenta el 25% de todas las víctimas, pero que este porcentaje asciende hasta el 50- 60% en el caso de mujeres y niñas agredidas sexualmente (Corral, Echeburúa, Sarasua y Zu- bizarreta, 1992) y hasta el 51-55 % en el caso de víctimas de maltrato doméstico (Amor, Eche- burúa, Corral, Zubizarreta y Sarasua, 2002; Zu- bizarreta et al., 1994). Así mismo señalan que cuando las condiciones estresantes son muy in- tensas y son causadas por un ser humano, el cuadro clínico resultante es más grave y dura- dero, ya que aumenta la percepción de incon- trolabilidad (Echeburúa y Corral, 1998). A pesar de que se considera bastante común en menores la vivencia de experiencias trau- máticas (Finkelhor y Dziuba-Leatherman, 1994), es difícil establecer la prevalencia del impacto de los eventos estresantes en general y del TEPT en particular en la infancia, debi- do a que las medidas de autoinforme elaboradas hasta el momento son para adultos, y se con- sideran poco adecuadas para realizar una co- rrecta evaluación en los menores (Foa, Jonson, Feeny y Treadwell, 2001). Se han publicado una gran cantidad de investigaciones sobre las consecuencias de los malos tratos intra-fami- liares, escolares y sociales en niños y niñas, y se han empleado un gran número de escalas, in- ventarios y cuestionarios para su evaluación. Durante los últimos 10 a 15 años, los investi- gadores interesados en traumas en la infancia y la adolescencia, han respondido con un gran número de instrumentos de evaluación (Strand, © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 163
  • 6. 164 Concepción López Soler Sarmiento y Pasquale, 2005). Sin embargo se hace difícil elegir entre los diferentes instru- mentos ya que cada uno de ellos atiende un as- pecto específico del problema. INADECUACIÓN DEL DIAGNÓSTICO TEPT EN REACCIONES POSTRAUMÁTICAS GRAVES EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA: PROPUESTA DE TRASTORNO POSTRAUMÁTICO COMPLEJO O EXTREMO Herman (1992a, 1992b), a partir de diversos estudios factoriales sobre traumas por abuso en la infancia, determinó que las principales con- secuencias psicológicas no se recogían en el TEPT de la APA, y que las características prin- cipales del trauma eran: depresión, ansiedad, odio hacia sí mismo, disociación, abuso de sus- tancias, conductas autolesivas y comportamien- tos de riesgo, revictimización, problemas inter- personales y en las relaciones íntimas (incluidos familiares), preocupaciones somáticas y deses- peración o desesperanza. En mujeres que han sufrido violencia familiar, se detecta un perfil psicopatológico caracterizado por trastorno por estrés postraumático, síntomas de ansiedad y de- presión, y baja autoestima (Amor, Echeburúa, Corral, Sarasua y Zubizarreta, 2001). Sin em- bargo, estas características fueron entendidas como condiciones de comorbilidad más que como elementos esenciales de la complicada y compleja adaptación postraumática. Pero como estas condiciones son muy comunes en victimas de maltrato y son precisamente las más difíciles de tratar en terapia, se ha propuesto que este con- junto de síntomas en realidad conforman un tras- torno por estrés postraumático complejo (CPTSD), que actualmente se diagnostica en la categoría de trastorno por estrés extremo no es- pecificado (disorders of extreme stress not ot- herwise specified, DESNOS) (Pelcovitz et al., 1997), y que está siendo objeto de diversos en- sayos de campo propiciados por laAPA, con ob- jeto de validar el síndrome. Los efectos de la violencia pueden ser dife- rentes en función del grado de amenaza que su- ponga y de lo habitual que sea. Un maltrato de nivel medio y habitual podría determinar sínto- mas depresivos y de ansiedad, incluido elTEPT. Cuando las amenazas aumentan en intensidad y frecuencia, también se incrementa la probabili- dad de que la víctima incorpore el sistema de creencias del agresor de modo defensivo (sín- drome de Estocolmo). No aceptar parte de las creencias del agresor/a desestabiliza más. Si las experiencias son extremas y reiteradas la vícti- ma se desconectaría de sus sentimientos y mos- traría «entumecimiento psíquico», síntomas disociativos, miedo y desconfianza pudiendo configurar síntomas y patología de tipo psicóti- co. Es más probable que se experimentaran sín- tomas de TEPTC si la victimización se ha dado en una etapa temprana, ha sido prolongada en el tiempo y ha sido de naturaleza interpersonal. Por otra parte, las relaciones entre la sinto- matología TEPT y TEPTC son variadas: puede existir alta comorbilidad entre el trastorno de estrés complejo o extremo y el TEPT (Roth, Newman, Pelcovitz, van der Kolk y Mandel, 1997), y también puede desarrollarse el TEPTC sin sintomatología TEPT (Ford, 1999). Las al- teraciones psicopatológicas que actualmente pueden diagnosticarse en elTrastorno por Estrés Postraumático No Especificado (DESNOS), y que formaran parte del nuevo diagnóstico de Trastorno por Estrés Postraumático Complejo, se han establecido en base a las propuestas in- dependientes de Herman y van der Kolk (1987), en Boston, y de Spitzer, Kaplan y Pelcovitz (1989), en NuevaYork.Aunque el procedimiento fue diferente, en ambos casos se basaron en el análisis de los síntomas que sistemáticamente mostraban personas que habían sufrido exposi- ción prolongada a situaciones potencialmente traumáticas y habían desarrollado reacciones postraumáticas graves. Las alteraciones centrales del trastorno por estrés postraumático complejo son las siguien- tes (Herman, 1992a,b): (1) Alteraciones en la regulación de los im- pulsos afectivos. Incluye dificultad para modu- lar la rabia y las conductas autodestructivas. Este síntoma indica déficit en la regulación emo- cional y el autocontrol e incluye las adicciones y comportamiento autolesivo, que son, paradó- jicamente, a menudo, usadas como salvavidas. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 164
  • 7. El trauma complejo en infancia y adolescencia maltratada 165 (2) Alteraciones en la atención y la cons- ciencia, tales como embotamiento, lentitud pro- cesamiento, dificultades atención y concentra- ción, amnesias, episodios disociativos y despersonalización. Se considera que la diso- ciación tiende a ser un mecanismo de defensa ante el abuso interpersonal prolongado y seve- ro ocurrido durante la infancia. (3) Alteraciones en la autopercepción, así como un sentido crónico de culpabilidad y de responsabilidad personal, que cursa con senti- mientos de intensa vergüenza. Los individuos abusados crónicamente, a menudo interiorizan el abuso como una forma de autovaloración (Courtois, 1979a, 1979b; Pearlman, 2001). (4) Alteraciones en la percepción del maltra- tador. Incluye aceptación, dependencia e incor- poración de su sistema de creencias. Estas ca- racterísticas organizan las relaciones complejas, el sistema de creencias y posibilitan los abusos premeditados que continúan de forma repetiti- va a manos de los cuidadores primarios, en caso de menores. (5) Alteraciones en las relaciones con los otros. Dificultades para confiar e intimar, de- sarrollo de fuerte sensación de vulnerabilidad y peligro cuando inician nuevas relaciones afec- tivas en la medida que se hacen más intensas e intimas. Perciben que las personas con las que se relacionan afectivamente pueden utilizarlos y dañarles sin respeto y consideración de sus propias necesidades. (6) Somatización y/o problemas médicos. Estas reacciones somáticas y condiciones mé- dicas pueden explicar directamente el tipo de abusos sufridos y algún daño físico, o bien pue- de ser más difusa y aparecer como somatiza- ciones. (7) Alteraciones en el sistema de significa- dos. Los individuos abusados crónicamente, a menudo sienten una gran desesperanza acerca del mundo y del futuro.Así mismo creen que no encontraran a nadie que les entienda o entien- da su sufrimiento. Mantienen un gran conflic- to interno, con niveles de angustia altos, e in- tentan encontrar a alguien que les ayude a recuperarse de su angustia psíquica. Podríamos considerar que algunas de estas características suponen mecanismos adaptati- vos que estructuran el significado del mundo y de las relaciones en un proceso de aprendizaje patológico, que está siendo legitimado por el resto de personas consentidoras. De esta mane- ra, los síntomas disociativos proporcionan una respuesta protectora natural a la arrolladora ex- periencia traumática, que surgen como una res- puesta automática al estrés, en este sentido apa- recen como reacciones disociativas primarias el olvido, la fragmentación y el embotamiento emocional (Kisiel y Lyons, 2001), precediendo o acompañando a la despersonalización, desre- alización y amnesia. Si es complicada la eva- luación del TEPT en la infancia, más difícil re- sulta encontrar instrumentos de evaluación adecuados y psicométricamente fiables para analizar los diferentes síntomas del trastorno por estrés postraumático complejo (TEPTC). Hasta el momento los síntomas centrales del TEPTC propuesto, se consideran de diferentes maneras. Para algunos autores son síntomas aso- ciados y comorbilidad del TEPT (DSM-IV; Co- peland, Keeler, Angold y Costello, 2007); para otros representan síntomas de diferentes tipo- logías de las reacciones postraumáticas (Port- nova, 2007); reconociendo que el diagnóstico incluye todos los síntomas conjuntamente, y aceptando la posibilidad de que se establezcan cluster específicos internalizantes (ineficacia, vergüenza, desesperación, desesperanza, re- traimiento y quejas somáticas), y/o externali- zantes (autodestrucción, agresividad, conducta impulsiva, hostilidad) (Miller y Ressik, 2007; Moran, 2007). El diagnóstico de TEPTC, a pesar de no es- tar incluido en el DSM-IV, sigue encontrando apoyo en diversas investigaciones, por conside- rar que responde a la adaptación post-traumáti- ca en abuso severo y trauma afectivo en la in- fancia (Briere, 1984; Cook et al., 2005; Copeland et al., 2007; Herman, Perry y Van der Kolk, 1989; Kroll, 1993; van der Kolk, Perry y Her- man, 1991; van der Kolk, Roth, Pelkovitz, Sun- dey y Spinazzola, 2005; Zanarini, 1997). Algu- nos autores consideran que las tendencias suicidas, las conductas de riesgo, la revictimi- zación, la labilidad emocional, la impulsividad y la inestabilidad afectiva, generada como res- puesta al estrés grave, coinciden con las carac- terísticas del trastorno límite de la personali- © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 165
  • 8. tratamiento del TEPT, podría determinar re- traumatizaciones (Chu, 1998; Courtois, 1999; 2004), en personas que presentan TEPTC, si previamente a la exposición, no es regulado y fortalecido antes el sistema afectivo, la esta- bilidad y la identidad personal. En adultos las reacciones postraumáticas com- plejas ya han sido estudiadas, y se defiende el diagnóstico de trastorno por estrés extremo no especificado, DESNOS (disorders of extreme stress not otherwise specified), cuyos síntomas se describen en la Tabla 1. Tabla 1. Síntomas del trastorno de estrés postraumático complejo AFECTOS E IMPULSOS: Regulación Afecto Modulación Ira Autodestructividad Preocupación suicida Dificultad modulación sexualidad Conductas de riesgo ATENCIÓN Y CONSCIENCIA: Amnesia Episodios disociativos transitorios Despersonalización AUTOPERCEPCIÓN: Ineficacia Culpa y responsabilidad Vergüenza Incomprensión Minimización personal RELACIONES INTERPERSONALES: Inhabilidad para relaciones intimas Revictimización Victimizar otros SOMATIZACIONES: Sistema digestivo Dolor crónico Síntomas cardiopulmonares Síntomas conversión Sistema reproductor SISTEMA DE SIGNIFICADOS: Desesperanza Infelicidad Perdida sistema previo creencias 166 Concepción López Soler dad, por ello se ha establecido un gran y ade- cuado debate sobre las relaciones entre estos trastornos del eje I y II. Algunos autores consi- deran que personas que han recibido el diag- nostico TEPT crónico (una de las denomina- ciones de las reacciones traumáticas graves, complejas y/o extremas), presentan a partir de la adolescencia trastorno límite de la persona- lidad (Hodges, 2003). Y puesto que la afecta- ción de la personalidad es muy importante en la consideración del TEPTC, algunos investiga- dores han realizado estudios sobre la relación existente entre experiencias traumáticas y tras- tornos clínicos y de personalidad. Allen, Hun- ton y Evans (1999), aplicaron a mujeres con trastornos postraumáticos graves, el Inventario Clínico Multiaxial de Millón y hallaron cinco cluster que denominaron alienación, agresivi- dad, retraimiento, viztimización y adaptación. Los dos primeros, de tipo externalizante, se ca- racterizan por altas puntuaciones en las escalas de agresividad, trastornos de la personalidad an- tisocial y límite, consumo de alcohol y drogas, y manía. Los cluster retraimiento y victimiza- ción, de tipo internalizante, agrupan las esca- las trastornos de la personalidad depresivo, evi- tativo y esquizoide, con puntuaciones altas, y con bajas puntuaciones en trastornos de la per- sonalidad histriónico y narcisista. El quinto clus- ter, adaptación, se caracteriza por bajas pun- tuaciones en trastornos de la personalidad y síndromes clínicos, caracterizándose por sinto- matología postraumática simple. Estos hallazgos coinciden con los obtenidos en las investiga- ciones de Miller (Miller, Greif y Smith, 2003; Millar, Kaluepek, Dillon y Keane, 2004; Mi- llar, y Ressik, 2007). La consideración de diversos tipos en las reacciones postraumáticas, con diferente gra- do de afectación y curso es de gran impor- tancia tanto a nivel diagnóstico como tera- péutico. A nivel diagnóstico por que la ausencia de sintomatología TEPT y la pre- sencia de síntomas subclínicos depresivos, an- sioso, y conductas agresivas y hostiles, pueden estar indicando un trastorno más grave y com- plicado terapéuticamente que el TEPT. Por otro lado también es importante en el plante- amiento terapéutico, ya que la exposición di- recta al trauma, tal como se recomienda en el Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 166
  • 9. El trauma complejo en infancia y adolescencia maltratada 167 Este diagnóstico ha sido validado por Zlotnick y Perlstein (1997), y Blaustein, Spinazzola, Simp- son y van der Kolk (2000); a través de la entrevista SIDES: Structured Interview of Disorders of Ex- treme Stress. Esta entrevista consta de 45 items y ha sido elaborada por Pelkovitz et al. (1997). Spi- nazzola, Blaustein, Kisiel y van der Kolk (2001), han realizado otra validación a través del Self Re- port Inventory for Disorders of Extreme Stress (SIDES-SR), obteniendo una puntuación en el coeficiente alfa de 0,93, para la escala total. En infancia y adolescencia Cook et al. (2005) proponen siete grupos de síntomas para el diag- VALORACIÓN CLÍNICA DE LOS DIAGNÓSTICOS TEPT Y TEPTC EN LA INFANCIA MALTRATADA En base a un convenio establecido entre la Con- sejería de Política Social, Mujer e Inmigración y la Universidad de Murcia (Proyecto de Evalua- ción Diagnóstica y Tratamiento Psicológicos en Menores Tutelados, PEDIMET), se atienden a menores que han sufrido maltrato intrafamiliar crónico, de tipo físico, emocional y social; que presentan reacciones psicológicas graves y que residen en centros o en acogimiento familiar (fa- milia extensa o ajena). Son remitidos por altera- ciones externalizantes principalmente, sin em- nóstico TEPTC, que sintetizan las alteraciones centrales cuando los menores expuestos a con- diciones de riesgo graves y crónicas, presentan reacciones postraumáticas complejas. Las áre- as afectadas y los problemas principales aso- ciados al trauma son: alteraciones en las rela- ciones afectivas y apego, en las reacciones biológicas (físicas y psicosomáticas), en la re- gulación del afecto y la autorregulación, en la consciencia, con síntomas disociativos, en el control de la conducta, en la cognición y en el autoconcepto (Tabla 2). © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 Tabla 2. Áreas afectadas y alteraciones en menores expuestos a trauma complejo (adaptado de Cook et al., 2005) I. APEGO Problemas con límites Desconfianza, suspicacia Aislamiento social Dificultades Interpersonales Dif. estados emocionales otros Dificultad toma perspectiva II. BIOLOGÍA Probabilidad desarrollo psicomotor Analgesia Probabilidad tono/balance, coordinación Somatizaciones Problemas médicos aumentados III. REGULACIÓN AFECTO Dificultades autorregulación emocional Dificultades reconocer/expresar sentimientos Probabilidad reconocer estados internos Dificultades comunicar deseos y necesidades IV. DISOCIACIÓN Estado consciencia alterado Amnesia Despersonalización, desrealización Dos o más estados de consciencia Fallos de memoria sucesos V. CONTROL Pobre regulación impulsos Conducta autodestructiva Agresividad hacia otros Prob. patológicos auto-calma Problemas sueño Sumisión excesiva Conducta oposicionista Dificultades comprender/aceptar normas Representa trauma conductas/juegos VI. COGNICIÓN Dificultades regulación atención y FE* Lack of sustained curiosity Probabilidad procesamiento información nueva Probabilidad concentración tareas complejas Probabilidad constancia objetivos Dificultades planificación/ anti- cipación Probabilidad comprensión responsabilidades Dificultades aprendizaje Probabilidad desarrollo lenguaje Probabilidad orientación tiem- po/espacio VII. AUTOCONCEPTO Continuidad/predictibilidad self alterado Pobre sentido separación Alteración imagen corporal Baja autoestima Vergüenza y culpa Nota. *Funciones ejecutivas 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 167
  • 10. relacionada (Talarn, Navarro, Rossell y Rigat, 2006). Para realizar un diagnóstico psicológi- co fiable y evaluar la eficacia de los tratamien- tos, es imprescindible elaborar un protocolo de evaluación que detecte los síntomas descritos en el TEPTC, en niños y niñas maltratados. Como es posible que las reacciones postrau- máticas configuren un TEPT, un TEPTC sin presencia de sintomatología TEPT (Ford, 1999); o en comorbilidad con dicho trastorno (Roth et al., 1997); es preciso incluir pruebas de evalua- ción psicológica que detecten signos de los dos trastornos. En todos los casos es conveniente explorar las variables personales de resistencia a la adversidad. Mientras que los diagnósticos realizados en el proyecto PEDIMET, realizados sin tener pre- sente la categoría diagnostica TEPTC, descri- ben múltiples síntomas externalizantes en co- morbilidad con sintomatología internalizante (Tabla 3), parece que está afectado todo el de- sarrollo psicológico, y que las reacciones pos- traumáticas de estos menores, se comprenden y se tratan mejor desde el diagnóstico deTEPTC. Tabla 3. Características frecuentes en menores maltratados. Proyecto PEDIMET Trastornos psicopatológicos: Trastorno por estrés postraumático Depresión Ansiedad Trastorno por déficit de atención con hiperactividad Oposicionismo Desafiante Otros Sintomatología: Problemas Atención Inquietud Desorientación Ambivalencia emocional Desolación Aturdimiento Crisis de Ira Oposicionismo Confusión Tristeza Labilidad emocional Baja tolerancia frustración Culpabilidad (creencia merecer maltrato) Irritabilidad, agresividad Angustia Aislamiento/sumisión Negación de la realidad Temores Autodesprecio Desconfianza Autolesiones Problemas Aprendizaje Baja adaptación personal y social Actitud seductora relaciones interpersonales (Sexualidad) Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología bargo la sintomatología característica en estos menores desde la perspectiva clínica se caracte- riza por: dificultad en la regulación de los im- pulsos (agresividad y rabia), problemas afectivos y de ansiedad, dificultad para el reconocimiento del daño y expresión emocional, problemas en la atención, concentración y consciencia, dificulta- des en las relaciones interpersonales, problemas psicosomáticos y alteraciones en la percepción de los padres maltratadotes (justificaciones, ide- alizaciones, negación de la realidad…). La experiencia en intervenciones psicológi- cas en menores que han sufrido experiencias traumáticas (malos tratos en la familia, abuso sexual, negligencia, abandono, rechazos en aco- gimiento en familia extensa o ajena), apoya más la propuesta del trauma y trastorno complejo, que la comorbilidad entre el TEPT y sintoma- tología diversa internalizante y externalizante. Sin embargo existen pocas escalas que valoren el trauma grave y continuo en la infancia y ado- lescencia, de ahí la importancia de continuar trabajando en el desarrollo de instrumentos de evaluación y medida del DESNOS o trauma complejo en la infancia. Parece necesario rea- lizar una evaluación exhaustiva de las áreas aso- ciadas al trauma para llevar a cabo un diagnós- tico que nos permita realizar una intervención adecuada con los menores. Por otra parte, aunque el TEPT, es uno de los más significativos desórdenes relacionados con el trauma, es frecuentemente pasado por alto en los ámbitos de salud mental y se tiende a consi- derar la sintomatología internalizante (tristeza, an- siedad, somatizaciones) y la externalizante (agre- sividad, ira, oposicionismo, inquietud, falta de atención, comportamientos destructivos hacía otros/si mismo/a), por separado. Es recomenda- ble realizar el diagnóstico de estos diferentes síntomas teniendo en cuenta las características del trastorno por estrés postraumático complejo, ya que entonces algunos de estos signos que a ve- ces no llegan a tener entidad diagnóstica por ser de nivel subclínico, se estructuran como una en- tidad clínica claramente configurada. Por este mismo hecho, y para una aplicación efectiva de los tratamientos (Zimmerman y Mat- tia, 1999), resulta de suma importancia una eva- luación estructurada de los eventos potencial- mente traumáticos y de la psicopatología 168 Concepción López Soler 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 6/2/09 15:11 P gina 168
  • 11. Con el fin de realizar una valoración inicial de los síntomas centrales del diagnóstico actual delTEPTC o DESNOS, en menores maltratados, se ha elaborado un listado de 14 síntomas, y han sido evaluados al inicio de los tratamientos 44 menores de edades comprendidas entre 6 y 15 años. Se ha considerado la presencia de cada síntoma cuando se ha puntuado 3 o más de tres en una escala de 0 a 5. La puntuación del coe- ficiente alfa de Cronbach para este listado de síntomas es de 0,83. Los resultados nos indican que la mayor parte de los indicadores están pre- sentes en más de la mitad de este grupo de me- nores maltratados (ver Tabla 4). Aunque solo se trata de una valoración inicial, el hecho de que se reconozcan variables que no pueden ser incluidas en elTEPT, aporta una bue- na base que apoya la importancia de disponer de categorías diagnósticas adecuadas para las reac- ciones postraumáticas graves y para estimular investigaciones sobre este tema. En la actualidad y con el objetivo de realizar una correcta eva- luación y tratamiento psicológico a menores mal- tratados se han elaborado dos protocolos: uno para la evaluación de reacciones postraumáticas y otro para el tratamiento psicológico mediante realidad virtual, ambos para menores maltrata- dos (Proyecto PEDIMET-EMMA, 2007). Es difícil realizar una evaluación de las po- sibles variables psicológicas afectadas en me- nores que han sufrido maltrato grave y conti- nuo, y por tanto, un posible trauma complejo (López-Soler et al., 2007a,b). En un intento de tener en cuenta las posibles áreas alteradas, así como las de resiliencia, que modulan el impac- to del estrés, se han seleccionado una serie de pruebas psicológicas que permiten reconocer sintomatología TEPT y DESNOS (ver Tabla 5). Las medidas pre y postratamiento en estas es- calas, así como los perfiles internalizantes y ex- ternalizantes, están siendo analizados. Una de las mejores maneras de ayudar a disminuir el su- frimiento y la desorientación de los menores maltratados, es conocer lo más exhaustivamen- te posible los diferentes componentes psicoló- gicos del daño emocional que determina el trau- ma complejo. Como acertadamente señaló Carlson (1997), la última meta de los esfuerzos para comprender y evaluar los problemas psi- cológicos de las personas que desarrollan alte- raciones psicopatológicas, es ofrecerles un tra- tamiento lo más efectivo y eficiente posible. Tabla 4. Listado indicadores DESNOS para la infancia y adolescencia maltratadas Alteración regulación afectos 94,2% Alteración regulación impulsos 67,7% Alteraciones consciencia 70,6% Alteraciones autopercepción 61,8% Alteración percepción maltratadotes 51,7% Alteraciones relación iguales 64,7% Problemas relaciones acogedores7educadores 73,5% Depresión 49,9% Ansiedad 67,5% Autolesiones 8,8% Abuso de sustancias 0% Comportamientos autodestructivos/riesgo 20,6% Victimización 17,6% Problemas relaciones de intimidad 41,2% Desesperanza 58,8% Exploración general Estrés postraumático Ansiedad / depresión Área adaptación- socialización Área afectivo- emocional Variables resiliencia Entrevista semiestructurada de maltrato (Martínez et al., 2007) Escala Pediátrica de Estrés Emocional; PEDS (Saylor et al., 1999) Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo en niños; STAIC (Spielberger, 1990) Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil; TAMAI (Hernández, 1999) Inventario de Expresión de Ira- Rasgo en Niños y Adolescentes; STAXI-NA (Del Barrio, Spielberger y Aluja, 1998) Escala de Resiliencia (Wagnild y Young, 1993) Tabla 5. Protocolo de evaluación psicológica equipo PEDIMET © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 El trauma complejo en infancia y adolescencia maltratada 169 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 11/2/09 20:25 Página 169
  • 12. Exploración general Estrés postraumático Ansiedad / depresión Área adaptación- socialización Área afectivo- emocional Variables resiliencia Escala de maltrato psicológico (Walker, 1984; adaptación Garriga, et al., 2007) CPSS (The Child PTSD Symptom Scale; Foa et al., 2001) CASI (Índice de Sensibilidad a la Ansiedad Niños; Sandín y Chorot, 1997; Sandín et al., 2002) BAS 1, 2, 3 (Batería de Socialización, Silva y Martorell, 2001) PANAS (Escala de Afecto Positivo y Negativo; Sandín et al., 1999) Escala de autoeficacia (Bandura, 1990) STIA (Escala de Situaciones Traumáticas en la Infancia y Adolescencia; López-Soler, 2006) CITES-R (Children’s Impact Traumatic Events Scale; Wolfe et al., 1991) CDI (Cuestionario de Depresión Infantil; Kovacs, 1994) Área atención y consciencia Diferencial Semántico Maltrato García et al., 2007) ACS (Escala de Afrontamiento para Adolescentes; Rydenberg y Lewys, 1996) CBCL (Child Behavior Checklist; Achenbach, 1991) IES (Impact of Event Scale, Horowitz, Wilner et Alvarez 1979) Síndromes CBCL/YSR TAREA DE STROOP (Test de Colores y Palabras; Goleen, 2001) YSR (Youth Self Report; Achenbach, 1991) SCARED-R (Escala abreviada de cribado del TEPT; Muris 1997) Subescalas TAMAI Escala de Experiencia Disociativa (Adapt. Berstein y Putman, 1986) 1.ª parte CBCL/YSR BAS subescalas Tabla 5. Protocolo evaluación psicológica equipo PEDIMET (Continuación) Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología American Psychiatric Association (APA) (1994). Diag- nostic and statistical manual of mental disorders (4th ed.) (DSM-IV). Washington, DC: Autor. Amor, P.J., Echeburúa, E., Corral, P., Sarasua, B., y Zubizarreta, I. (2001). Maltrato físico y maltrato psi- cológico en mujeres víctimas de violencia en el hogar: un estudio comparativo. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 6, 167-178. Amor, P.J., Echeburúa, E., Corral, P., Zubizarreta, I., y Sa- rasua, B. (2002). Repercusiones psicopatológicas de la violencia domestica en la mujer en función de las cir- cunstancias del maltrato International Journal of Cli- nical and Health Psychology, 2, 227-246. Bandura, A. (1990). Multidimensional Scales of percei- ved self-efficacy. Stanford, C.A.: Stanford Univer- sity. Becoña, E. (2006). Resiliencia: definición, características y utilidad del concepto. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 11, 125-146. REFERENCIAS Achenbach, T., y Rescorla,A. (2001). Manual for theASE- BA School-Age Forms & Profiles. Burlington, VT: Uni- versity of Vermont. Allen, J.G., Huntoon, J., y Evans, R.B. (1999). Complexi- ties in complex posttraumatic stress disorder in inpatient women: Evidence from cluster analysis of MCMI-III personality disorder scales. Journal of Personality As- sessment, 73, 449-471. American Psychiatric Association (APA) (1952). Diag- nostic and statistical manual of mental disorders. (1st ed.). Washington, DC: Autor. American Psychiatric Association (APA) (1968). Diag- nostic and statistical manual of mental disorders. (2nd ed.). Washington, DC: Autor. American Psychiatric Association (APA) (1980). Diag- nostic and statistical manual of mental disorder (3rd ed.) (DSM-III). Washington, DC: Autor. 170 Concepción López Soler 18756_Psicopatologia_13_3:18756_sfk 11/2/09 20:25 Página 170
  • 13. © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (3), 159-174 Courtois, C.A. (1999). Recollections of sexual abuse:Tre- atment principles and guidelines. New York: Norton. Courtois, C.A. (2004). Complex Trauma, Complex Reac- tions: Assessment and treatment. Psychotherapy: The- ory, Research, Practice, Training, 41, 412-425. Del Barrio, V., Spielberger, C.D., y Aluja, A. (2005). In- ventario de expresión de ira estado-rasgo en niños y adolescentes, STAXI-NA. Madrid: TEA Ediciones. Dyregrow,A., yYule,W. (2006).A Review of PTSD in Chil- dren. Child andAdolescent Mental Health, 11, 176-184. Echeburúa, E., Corral, P., Amor, P., Sarasua, B., y Zubi- zarreta, I. (1997) Repercusiones psicopatológicas de la violencia doméstica en la mujer: un estudio des- criptivo. Revista de Psicopatología y psicología Clíni- ca, 2, 7-19. Echeburúa, E., y Corral, P. (1998). Manual de violencia fa- miliar. Madrid: Siglo XXI. 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