3. -He ahí el símbolo de tu hijo. Él será
valiente entre los valientes así como este
colibrí es el de más sedoso plumaje entre
sus iguales..
4. Y así fue. En las continuas luchas con
los pueblos enemigos, Kukul siempre
luchaba el primero y nunca resultó
herido.
5. Cuando Kukul llegó a la mayoría de
edad, los ahuaes de la tribu se
reunieron para predecir su destino.
6. Reunidos bajo el Tzité, el árbol de color
coral, el más anciano de los brujos
arrojó los granos mágicos, que quedaron
esparcidos por el suelo.
7. -Tu destino está echado Kukul.
Nunca morirás. Vivirás para siempre
a través de generaciones de quichés.
8. Toda la tribu se alegró mucho por
Kukul. Bueno, tosa no, el éxito de
Kukul llenaba de envidia a una persona..
9. Era Chirumá, su tío,
hermano de su padre.
Chirumá tenía la
misma edad que Kukul
y había soñado toda su
vida con suceder a su
hermano, el cacique,
como jefe de la tribu.
10. Ahora, tras la profecía del brujo,
estaba convencido que sería Kukul y
no él el nuevo jefe.
11. -¿Será cierta la
profecía?
No, es imposible.
¿Cómo va a vivir
Kukul a través de
generaciones?
Y, de pronto, Chirumá
tuvo una idea.
12. -Ya sé por qué la
muerte respeta Kukul.
Seguro que tiene algún
amuleto poderoso.
13. Por la noche, mientras Kukul dormía,
Chirumá se acercó a él en silencio y
registró todas las cosas de Kukul,
pero no encontró nada.
14. Ya se retiraba cuando
vio que, bajo la estera
sobre la que dormía
Kukul, asomaba una
pequeña pluma de
colibrí.
La cogió y se alejó de
allí.
15. Pasaron los años y el cacique, padre de
Kukul, murió. Los ahuaes se reunieron
de nuevo para elegir un nuevo jefe.
16. Todos estuvieron de acuerdo en que el
nuevo cacique fuera Kukul, pues la
profecía decía que no moriría nunca. Y
así se hizo.
17. Un día que Kukul
paseaba por la
selva, un revuelo
de ramas lo
sorprendió.
De repente. Vio un
hermoso colibrí
que se posó en una
rama junto a él.
18. Kukul se sorprendió
muchísimo al oír que
aquel bello animal le
hablaba:
-Escúchame Kukul, soy
tu protector y vengo a
prevenirte. La muerte te
acecha Kukul. Guárdate
de los hombres.
19. Y el colibrí se alejó antes de que Kukul
pudiera preguntar nada.
Al principio, Kukul estuvo preocupado
pero, con el paso del tiempo y viendo que
nada pasaba, olvidó el asunto.
21. Ahora, con el amuleto
de Kukul en su poder,
estaba convencido de
poder matarlo de
modo que, una tarde,
lo siguió cuando
Kukul se fue a pasear
por la selva.
22. Kukul escuchó un
ruido entre la maleza.
Se paró y dispuso su
arco y sus flechas,
creyendo que era
alguna alimaña, pero
todo permaneció en la
más absoluta quietud.
23. De pronto, un agudo silbido llegó hasta él
y una flecha quedó clavada en su pecho.
Kukul recordó las palabras del colibrí
pero, ¿de quién iba a defenderse si el
enemigo no aparecía por ninguna parte.
24. Kukul se arrancó la flecha y corrió entre
la maleza de la selva en busca del río para
lavarse la herida pero, a medida que
caminaba se iba quedando sin fuerzas. La
sangre llenaba todo su pecho.
25. Kukul, exhausto, se apoyó en el árbol
Tzité.
Se dejó caer sobre la hierba verde y
húmeda y cerró los ojos, dispuesto a
morir.
26. Pero los dioses habían decretado la
inmortalidad de Kukul y así,
comenzó a transformarse en un
hermoso pájaro con el cuerpo verde
como la hierba sobre la que había caído y
el pecho rojo como la sangre de su
herida.