1. SINTESIS DEL PENSAMIENTO DE ORTEGA Y GASSET. (No poner en el examen lo subrayado en azul)
Nacido en Madrid en 1883, su familia era propietaria del diario madrileño El Imparcial. Estudió filosofía en Madrid,
visitando además varias universidades alemanas, donde tomó contacto con el vitalismo de Nietzsche, el
neokantismo, la fenomenología de Husserl y el historicismo de Dilthey. (Páginas 333-335 de libro de texto.) Obtuvo
la cátedra de Metafísica en la Universidad de Madrid. Ejerce, además, la política y el periodismo, alcanzando
notoriedad pública. Funda la Revista de Occidente. En protesta por la dictadura de Primo de Rivera dimite de su
cátedra, trasladando sus clases a salas de teatro, con gran éxito de público. El curso de filosofía que impartió se
publicó bajo el título “¿Qué es filosofía?”. Obras fundamentales son “España invertebrada”, “El tema de nuestro
tiempo”, “La rebelión de las masas”. Al comenzar la Guerra Civil comienza su exilio. Regresará a España, y su
influencia filosófica se extenderá fuera de nuestras fronteras. En España aparece la Escuela de Madrid, círculo
orteguiano formado por filósofos como Manuel García Morente o Zubiri. Imparte conferencias por toda Europa y
llegó a conocer a Heidegger. (Páginas 337 de libro de texto.) Muere en Madrid en 1955.
EL PROBLEMA DE ESPAÑA: (POLITICA)
Ortega pertenece al grupo de intelectuales que desarrollaron su labor en España (Gregorio Marañón, Manuel García
Morente, etc.) entre la Generación del 98 y la del 27. Tienen en común la conciencia de que el país debe ser
regenerado, y consideran que es imprescindible la reconstrucción cultural española y su apertura a Europa: es la
llamada Generación de 1914. A su vuelta de las universidades europeas, Ortega percibe el gran desfase cultural
respecto de Europa, y la regeneración de España se convierte en una de sus prioridades. Frente a quienes no
alcanzan a ver a España como problema, o incluso frente a quienes solo ven problemas coyunturales que podían ser
fácilmente paliados importando productos técnicos o culturales europeos, Ortega entiende que esta renovación
integral ha de ser intelectual, cultural y filosófica.
Lo específico de su planteamiento es que vincula la filosofía con el problema de España. Europa –cuyo centro
cultural era Alemania- representa la actitud científica, que Ortega resume en el objetivismo, y que se caracteriza por
la precisión y el método: España representa un modo subjetivo de pensar porque en España se discute sobre asuntos
que no han sido definidos previamente, sin método, dejándolo todo a la propia iniciativa (voluntarismo.) Hay que
oponer la racionalidad, el hábito de pensamiento científico alemán, al hábito visceral de los españoles, que
“alabamos o contradecimos con los nervios”. Aquí encuentra la clave de la cuestión: “España es el problema, Europa
es la solución”, dice Ortega.
LA MINORIA Y LA MASA: (POLITICA - con respecto a este apartado, escribir en pregunta 2 solo los subrayados en
amarillo. pero en preguntas 3 ó 4 sobre política escribir todo, más el apartado anterior.)
Ortega diferencia entre hombre-masa y minoría. En su obra “La rebelión de las masas” sostiene que los elementos
principales de la estructura psicológica del hombre-masa serían los siguientes: se trata del individuo medio, que cree
que la vida es fácil, y encuentra en sí una sensación de dominio y triunfo que, le invita a afirmarse a sí mismo tal cual
es, a dar por bueno y completa su formación moral e intelectual, lo que le lleva a cerrarse, a no escuchar y por tanto
intervendrá en todo, imponiendo su vulgar opinión sin contemplaciones. La característica principal del hombre-masa
consiste en que sintiéndose vulgar, proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer instancias superiores
a él. Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo- en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente
“como todo el mundo”, y, sin embargo, no se angustia, se siente a salvo al saberse idéntico a los demás. Mientras
que las minorías son los hombres esforzados que han construido la historia.
Ortega denuncia que la masa es la que tiene el poder social.
La dialéctica minoría-masa u hombre élite y hombre multitudinario o masa es una idea central y vertebradora en la
filosofía de Ortega. Una sociedad es por esencia aristocrática. Es el resultado del influjo de una minoría social, moral
e intelectualmente superior, sobre la masa social o muchedumbre: “Conviene reconocer, en este orden, como en los
demás, la jerarquía entre los mejores y los peor dotados”. La misión de las masas no es otra que la voluntaria
emulación de personas ejemplares, de personas que destacan por poseer una especial perspectiva sobre el mundo
de la realidad y sobre la verdad de las cosas. Más que de imitar voluntariamente, de lo que se trata, sobre todo, es
de educar a las masas con el fin de que estimen al que manda, que lo sigan, que se solidaricen con él. En esto
consiste la obediencia para Ortega, más allá de las relaciones de dominación.
2. Por otra parte, cuando Ortega habla de minorías, se refiere a aquel que se exige más que los demás, aunque no logre
cumplir en su persona esas exigencias superiores. Por tanto, la división de la sociedad en hombres-masa y minorías
excelentes NO es una división en clases sociales, sino en clases de hombres.
El hombre integrante de la masa cree que con lo que sabe ya tiene más que suficiente y no tiene la mínima
curiosidad por saber más. El “hombre-masa” es el hombre cuya vida carece de proyectos y va a la deriva. Por eso no
construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes, sean enormes. Según Ortega: la vida humana, por su
naturaleza propia, tiene que estar puesta a algo, a una empresa gloriosa o humilde, a un destino ilustre o que carece
de importancia.
El hombre-masa tiene varios rasgos: libre expansión de sus deseos vitales y una radical ingratitud hacia cuanto ha
hecho posible la facilidad de su existencia. Es decir, sólo le preocupa su bienestar y al mismo tiempo es insolidario
con las causas de ese bienestar. Uno y otro rasgo componen la psicología del niño mimado. El hombre-masa es el
niño mimado de la historia. El centro del régimen vital del hombre-masa consiste en la aspiración a vivir sin
supeditarse a moral alguna.
El pensamiento de Platón interesó mucho a Ortega. La importancia del filósofo ateniense es manifiesta en su teoría
política. A él alude en innumerables ocasiones, pero Ortega se desmarca de la idea platónica de que gobiernen los
filósofos. La aristocracia orteguiana no tiene cabida dentro de la concepción elitista platónica del gobierno de los
mejores. “Platón quería que gobernasen los filósofos; no pidamos tanto, reduzcamos al mínimum nuestro deseo,
pidamos que no nos gobiernen analfabetos”, dice Ortega de forma irónica.
La filosofía política aristotélica también seduce intelectualmente a Ortega. Éste se mostraría favorable sobre todo al
concepto de prudencia como elemento indispensable para la óptima rectoría de los destinos sociales.
Las masas, afirma Ortega, son incapaces de dirigir su propia vida y menos aún pueden pretender regentar de forma
soberana la sociedad. Las masas son incapaces de regir el orden social: masa y caos son lo mismo.
En la disección psico-social que Ortega realiza del hombre masa sublevado, Ortega habla del bárbaro especialista.
Éste se cree legitimado por las virtudes cognoscitivas de que presume en su parcela o reducido campo de
conocimiento, para imponerse de un modo activista en aquellas otras áreas en las que no es experto o en las que
carece de la necesaria cualificación ético-profesional e intelectual. Se trata de un sabio-ignorante (sabio en su
parcela de saber e ignorante en el resto de campos del conocimiento) que hace acto de presencia en todas las clases
o grupos sociales de la sociedad europea contemporánea, gracias a la democratización o el aumento de las
facilidades de acceso de casi todos los individuos a una educación superior especializada.
La moderna sociedad industrial contemporánea es una sociedad de hombres competentes que hacen progresar la
ciencia y el conocimiento en general, pero se trata de una masa rebelde en aquellos otros casos en los que se
comportan de forma petulante o sin la más mínima solidaridad con el porvenir de la ciencia. Ortega nos advierte de
que el hombre masa actual no es tonto sino que dispone de una mayor inteligencia o capacidad intelectiva que el de
ninguna otra época, aun cuando no le sirva de nada, pues se recrea en su propia limitación sin aspirar a un mayor
perfeccionamiento o apertura de horizontes cognoscitivos y culturales.
LA RAZÓN VITAL: (TEORIA DEL CONOCIMIENTO.)
El raciovitalismo constituye la doctrina filosófica más original de Ortega. Se funda en el concepto de “razón vital”.
Este concepto supone que la vida es la realidad radical. Ante el problema de la realidad y del conocimiento, Ortega
considera y rechaza dos posturas antagónicas:
-Idealismo: el mundo no existe con independencia del sujeto, la realidad es una construcción del sujeto o un
contenido de la conciencia que se lo representa. Se da primacía al sujeto en el acto de conocimiento. Tanto el
racionalismo como el empirismo son idealistas. Para el primero –Descartes-, la realidad originaria es el sujeto
pensante. Para los segundos, el mundo está representado en las ideas que el sujeto tiene en su mente, de modo
que, conociendo las leyes de la mente, podemos conocer cómo es el mundo (Hume), o bien todo lo que existe, existe
solo en la medida en que es percibido (Berkeley). Racionalismo y empirismo conducen a un subjetivismo.
“Subjetivismo”: lo únicamente real es la mente del sujeto.
3. -Realismo: la realidad existe con independencia del sujeto. El mundo no necesita del hombre para existir. Para
conocer la realidad, el hombre debe limitarse a ser un mero espectador, pues en esencia el entendimiento es pasivo,
no pone nada de su parte en la construcción del mundo. Es el caso de la filosofía griega antigua, que no duda de la
existencia de las cosas.
Para el subjetivismo, la realidad radical es el sujeto; para el realismo, en cambio, es el objeto. Resulta, sin embargo,
que el hombre es un ser vivo, y que no puede existir independientemente del mundo que le rodea (es el ser-en-el-
mundo de Heidegger), y esta realidad en que consiste la vida humana es un “que hacerse” continuamente: la vida es
la realidad radical.
El concepto de “razón vital” engloba a la vez el concepto de razón y el de vida. Ortega rechaza el racionalismo y
vitalismo porque se limitan a aceptar uno u otro concepto:
-El racionalismo: Ortega rechaza que el mundo pueda y deba reducirse a la razón para ser comprendido. La razón
apela a los conceptos –que son universales, fríos- para aprehender aquello que está en continuo cambio: la vida.
Frente al racionalismo puro, Ortega reivindica la individualidad, la perspectiva, la corporeidad, el cambio.
-El vitalismo: para el vitalismo –Nietzsche- la vida es la realidad radical. Sin embargo, para la vida solo cuenta el
presente, los impulsos, los sentimientos, los instintos. Pero, dice Ortega, si solo contásemos con la vida nuestro
comportamiento sería irracional.
En un intento por conciliar ambas posturas, Ortega señala que el hombre es una razón vital: debe guiar su vida por la
razón, pero a su vez la razón no es una facultad “descarnada”, fría, abstracta, sino que tiene una función vital. No
puede haber auténtica vida humana sin la razón, ni auténtica razón si ésta no se encuentra alejada de la vida, porque
las categorías de la razón y de la vida se entrelazan:
-La vida y el conocimiento se necesitan: para poder vivir necesito comprenderme, y necesito saber cómo es el
mundo para saber a qué atenerme.
-A diferencia del animal, el hombre hace un proyecto de su vida, que será tanto más humano cuanto menos
irracional sea. En el hombre, a diferencia del animal, cuenta más el futuro que el presente, pues nuestro presente
está en función del futuro: hacemos hoy (presente) para ser lo que hemos decidido ser (futuro). La vida es, en este
sentido, futurición.
En la historia de la filosofía ha prevalecido la razón pura, una razón que dejaba de lado las exigencias de la vida y
aspiraba a la universalidad. Ortega no renuncia al ejercicio de la razón, pero debe tratarse, como veremos, de una
razón que aprecie la vida y sus valores, que garantice la compatibilidad entre racionalidad y vida.
-La historia es la categoría fundamental para entender al ser humano. El hombre no es una cosa, no tiene naturaleza,
sino que es historia. “Naturaleza”: esencia fija.
El hombre es historia y la razón vital es una razón histórica, que permite superar las limitaciones de la razón pura y
comprender al hombre en su historia. Esta razón histórica se sirve de recursos como el análisis biográfico o la teoría
de las generaciones para dar sentido a un presente determinado por el pasado.
EL PERSPECTIVISMO: (TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.)
Al abordar el problema de la verdad, Ortega y Gasset defiende un perspectivismo, puesto que cada verdad es el
punto de vista de un sujeto que, por ser parcial, necesita integrarse en la perspectiva de los demás. No conocemos la
realidad total, sino la realidad tal y como se presenta a nuestra perspectiva. Todo conocimiento lo es desde un punto
de vista determinado.
Esta perspectiva se impone a un doble nivel:
-Individual: cada uno de los sujetos humanos ve el mundo desde su propia óptica.
-Histórico-social: cada pueblo o cada cultura percibe de un modo determinado la realidad, de modo que hemos de
tener en cuenta todas las perspectivas, pues de esta forma abarcamos la realidad de un modo total.
El perspectivismo se enfrenta tanto al dogmatismo racionalista como al escepticismo. Según el primero, existen
verdades absolutas, eternas, y solo se admite como verdad aquello que la razón concibe de manera clara y distinta.
Para el segundo, no existen verdades absolutas, ni siquiera existe la verdad. El escepticismo guarda relación con el
relativismo: este último niega también la verdad, puesto que no hay más punto de vista que el individual o el
cultural.
El perspectivismo no es un relativismo: afirma que existe la verdad, pero esta solo se capta parcialmente, desde una
4. perspectiva individual o colectiva, y por tanto existen visiones parciales de la realidad. Estas visiones necesitan
completarse mutuamente, pero eso no quiere decir que sean falsas: todas las perspectivas son verdaderas. “Cada
vida es un punto de vista sobre el universo”.
Ortega afirma que mi ser es un ser con el mundo, “mi coexistencia CON el mundo”. No puede disociarse al yo del
mundo, y hay que partir de esta unidad para estudiar tanto al yo como al mundo.
Estas dos últimas líneas pertenecen también a la ANTROPOLOGÍA.
EL YO Y SU CIRCUNSTANCIA: (ANTROPOLOGÍA, junto con las dos últimas líneas del apartado anterior.)
La existencia auténtica del hombre consiste en hacerse cargo de la situación en que está: “Yo soy yo y mi
circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Esta frase resume lo fundamental de la filosofía orteguiana:
-El individuo aislado no existe separado del mundo-circunstancia en el que está inserto. Nuestro “yo vital” se
configura con y por las circunstancias en que vive.
-Las cosas –el mundo, las circunstancias- carecen de sentido si no hay sujeto que las contemple, pero el yo no puede
darse sin las circunstancias.
-El hombre debe “salvar” su mundo, es decir, buscar el sentido de cuanto le rodea, si quiere salvarse él, es decir, si
quiere conocerse a sí mismo.
-Mi circunstancia no es solo el coexistir con el mundo, sino también, y sobre todo, con los demás: no se puede
concebir al hombre sin la sociedad.
Esta tesis según la cual yo no soy yo sin mis circunstancias obliga a plantearse la cuestión de la libertad. En principio
parece que la libertad solo podría ser posible si el hombre tuviese la capacidad de autodeterminarse, es decir, si el
peso de las circunstancias fuese cero. Ortega afirma, sin embargo, que nuestra circunstancia nos permite márgenes
de acción: dentro de mis circunstancias también están las posibilidades de mi vida, ante las cuales no me queda más
remedio que elegir. De ahí que para el hombre la vida sea un problema: el hombre ha de decidir hacer con su vida –
como afirma también Sartre- lo que ha proyectado ser.
LAS IDEAS Y LAS CREENCIAS. (TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.)
Para orientarse en el mundo, el hombre necesita saber, hacerse una idea de las cosas: necesita hacerse cargo de la
situación. Ahora bien, la representación que nos hacemos de la realidad no tiene una estructura única: hay
diferentes formas de pensar la realidad. Ortega distingue entre ideas y creencias:
-Las ideas son representaciones de la realidad, sean verdaderas o falsas, que podemos valorar, someter a crítica y
examinar.
-Las creencias son representaciones de la realidad que “están en nosotros”, aunque no hayan pasado por la razón.
Muchas veces son inconscientes. Se instalan en nosotros de un modo imperceptible. Toda nuestra conducta, incluso
la intelectual, depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias auténticas. En ellas “vivimos, nos movemos y
somos.”
Lo que realmente mueve nuestra vida son las creencias, y no las ideas. Las creencias están difusas en el momento
histórico que nos corresponde, se instalan en nosotros y no pueden ser eliminadas por la fuerza de la razón, sino por
otras ideas y creencias.