3. La filosofía kantiana se aproxima al empirismo, y al afirmar que no todo el
conocimiento proviene de la experiencia se acerca al racionalismo. Pero
también es esencial en el pensamiento kantiano la influencia del tercer gran
movimiento filosófico de la modernidad, la Ilustración. El proyecto ilustrado es
un esfuerzo común de transformación y mejora de la humanidad mediante el
desarrollo de su propia naturaleza racional. Para ello es necesario abordar el
uso de la teoría de la razón:
PLANTEAMIENTO KANTIANO DEL PROBLEMA
DEL CONOCIMIENTO
Desarrollada en su obra “Crítica de la Razón Pura”:
A. EL USO TEÓRICO DE LA
RAZÓN
4. La metafísica en la que Kant se formó (la metafísica racionali wolffiana)
tomaba la matemática como ideal de ciencia y consideraba que la filosofía
debía ser una actividad deductiva, basada en la pura razón. Kant defendió en
un primer momento este tipo de filosofía pero pronto quiso encontrar una
nueva fundamentación a la metafísica: se ha
pretendido, dogmáticamente (mediante el uso de la pura razón) elaborar
sistemas filosóficos pero todos han fracasado pues no han conseguido ni
progreso ni acuerdo entre los investigadores, fracaso que parecía conducir al
escepticismo. Kant creyó necesario para la filosofía y para los intereses y
fines últimos del hombre una Crítica de la propia Razón sobre sí misma,
sobre su alcance y sus límites, una "crítica del órgano" del conocimiento.
Urge plantearse pues el problema de si es posible la Metafísica como ciencia.
La tarea crítica consistirá en aclarar los principios y limites de la Razón. Kant
creyó que los errores provenían de una "extralimitación" de la Razón: no
respetar sus propios límites y pretender alcanzar un conocimiento más allá de
toda experiencia (uso dogmático de la razón que da lugar a la filosofía
dogmática).
Puesto que la ciencia es un conjunto de juicios, Lo que exige establecer
los tipos fundamentales de juicios, para lo cual Kant nos presenta dos
clasificaciones:
La primera los divide en juicios analíticos y juicios sintéticos y
atiende a si el concepto predicado se incluye en el concepto sujeto:
juicios analíticos si el predicado se incluye en el sujeto; para
establecer el juicio basta analizar el concepto sujeto, por lo que no nos
dan información nueva alguna, no son extensivos; y juicios
sintéticos cuando el predicado no se incluye en el sujeto: son juicios
informativos o extensivos y amplían nuestro conocimiento.
La segunda los clasifica en a priori ya a posteriori y atiende al
5. modo de conocer su verdad: juicios a priori si su verdad puede ser
conocida independientemente de la experiencia, ya que su fundamento
no se halla en ésta; son juicios universales y necesarios; y juicios a
posteriori si su verdad es conocida a partir de la experiencia;
son particulares y contingentes.
Los juicios más importantes de la ciencia no pueden ser ni analíticos ni
sintéticos a posteriori sino juicios sintéticos a priori: por ser sintéticos son
extensivos, dan información, amplían nuestro conocimiento; por ser a priori,
son universales y necesarios y el conocimiento de su verdad no procede de la
experiencia. Precisamente los principios fundamentales de la ciencia
(Matemáticas y Física) son de este tipo.
II. LA DOCTRINA DEL CONOCIMIENTO EN LA
"CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA"
Tarea propia de la crítica de la razón pura: ¿Cómo son posibles los
juicios sintéticos a priori?
La Estética (del griego "aisthesis", "sensación") trascendental es la ciencia
de todos los principios de la sensibilidad. La Sensibilidades la capacidad
o facultad de las sensaciones. La Estética explica el modo de tener
sensaciones y al ser "trascendental" tratará del conocimiento de las
condiciones transcendentales (universales y necesarias) que permiten el
conocimiento sensible, paso previo para todo conocimiento. Kant distingue
dos momentos en la percepción: la materia y la forma. El efecto de los
objetos en la sensibilidad son las sensaciones, que son, pues, dadas a
posteriori y constituyen, según Kant, la materia del conocer al nivel de la
sensibilidad. Pero las sensaciones se presentan ordenadas en ciertas
relaciones; eso que hace que las sensaciones aparezcan ordenadas en ciertas
relaciones es la forma. La forma no es dada a posteriori, sino que está ya a
priori en el espíritu, como forma de la sensibilidad, (Kant la llama
también intuición pura).
6. La sensibilidad realiza las primeras síntesis al unificar las sensaciones en
el tiempo y el espacio, pero percibir tal multiplicidad (colores, formas,
sonidos...) no es, sin más, comprender los objetos. Comprender lo percibido
es la función propia del Entendimiento. Kant estudia esta facultad en
la Analítica Trascendental. Nuestro conocimiento incluye conceptos además
de percepciones, pues comprender los fenómenos es poder referirlos a un
concepto; cuando no podemos referir las impresiones sensibles a un concepto,
nuestra comprensión de aquéllas resulta imposible. Esta actividad de referir
los fenómenos a los conceptos se realiza siempre a través de un juicio. El
entendimiento puede ser considerado, pues, como la facultad de los
conceptos, o bien como la facultad de los juicios, la facultad de juzgar. Kant
distingue dos tipos de conceptos, los empíricos, que proceden de la
experiencia y son a posteriori, y los conceptos puros o categorías, que no
proceden de la experiencia y son a priori: las categorías (sustancia, causalidad,
unidad, necesidad,...); son nociones que no se refieren a datos empíricos pero
tampoco son construidas, "inventadas" empíricamente por el hombre, pues
pertenecen a la estructura del entendimiento (son a priori).
La "Dialéctica Trascendental" estudia la Razón y el problema de si la
metafísica puede ser un saber a priori, y concluye que la Metafísica como
disciplina científica es imposible. La Metafísica quiere alcanzar las cosas tal
y como son en sí mismas, sus objetos son transcendentes (no empíricos): el
alma, su libertad e inmortalidad, Dios y el mundo como totalidad; pero la
ciencia usa necesariamente las categorías y éstas sólo pueden emplearse
legítimamente aplicadas a los fenómenos, a lo dado en la experiencia. La
Razón teórica, en sentido laxo, es lo que permite el conocimiento del mundo,
y en sentido estricto la facultad de las argumentaciones. Kant entiende
por "dialéctica" el razonamiento falso con apariencia de verdadero. La
"Dialéctica Trascendental" debe mostrar pues cómo la Razón realiza
argumentos aparentemente correctos pero ilegítimos. Precisamente las
argumentaciones de la metafísica son de ese tipo.
El conocimiento intelectual formula juicios y conecta unos juicios con
otros formando razonamientos. Pero hay una tendencia peculiar en el uso de
la Razón: la Razón busca encontrar juicios cada vez más generales, capaces
7. de abarcar una multiplicidad de juicios particulares sirviendo a éstos de
fundamento.
III. EL IDEALISMO TRASCENDENTAL: EL
"FENÓMENO" Y EL "NOÚMENO"
Su tesis de que el conocimiento se puede referir sólo a lo que se da a los
sentidos, y que, por lo tanto, lo que esté más allá de los sentidos es
incognoscible y no permite un tratamiento científico, es una influencia del
empirismo. Por su parte, la huella del racionalismo la tenemos en sus
afirmaciones de que es posible un conocimiento estricto (los juicios sintéticos
a priori), extensivo, pero también universal y necesario, aunque referido a
meros fenómenos, y de que no todos los elementos que intervienen en el
conocimiento se obtienen de la experiencia, pues hay elementos a priori. Los
racionalistas llamaban a estos elementos “ideas innatas”, aunque entendían
que dichas ideas eran contenidos de conocimiento referidos a objetos; las
estructuras aprióricas son, para Kant, estructuras, no contenidos, y no se
refieren a objetos sino a la forma que todo objeto ha de tener para que la
podamos experimentar, no dan información relativa a objetos del mundo, sino
a la estructura del mundo.
8. Kant explica el cambio epistemológico que supone su filosofía con la
analogía de la revolución astronómica copernicana: Copérnico encuentra que
no se puede entender el movimiento aparente de los astros si suponemos que
la Tierra es el centro del Universo y el Sol da vueltas a su alrededor, y nos
propone invertir los términos y suponer que es el Sol el centro del Universo.
Kant dice del mismo modo: si las condiciones de la objetividad del ser objeto
no son ni pueden ser enviadas por las cosas a nosotros, puesto que las cosas
no nos envían más que impresiones, no hay más que hacer lo mismo que
Copérnico y decir que son las cosas las que se ajustan a nuestros conceptos y
no nuestros conceptos los que se ajustan a las cosas. Las categorías, por
consiguiente, son conceptos puros, “a priori”, que no obtenemos
extrayéndolos de las cosas, sino que nosotros ponemos, imponemos a ellas.
La analogía de la "revolución copernicana" refleja muy bien un
importante aspecto de su pensamiento: hasta Kant se había considerado que
el sujeto era pasivo en el acto del conocimiento y se tenía que plegar al objeto
para conocerlo; pero de ese modo no se puede dar el conocimiento a priori
pues éste conocimiento supone la posibilidad de conocer algo sobre las cosas
sin que estén presentes en nuestra conciencia, sin que de ellas tengamos
experiencia. El giro copernicano consiste en rechazar la concepción
tradicional del conocimiento, rechazar que el sujeto se deba someter a las
cosas para conocerlas, y considerar que el sujeto es activo: son las cosas las
que se deben someter a nosotros de cara al conocimiento; si suponemos que
para conocer un objeto antes ha de someterse a las condiciones formales "a
priori" de la estructura de nuestras facultades cognoscitivas, podremos
comprender que conozcamos de las cosas algunos rasgos que éstas han de
poseer antes incluso de que tengamos experiencia de ellas: solo podemos
conocer a priori de las cosas aquello que antes hemos puesto en ellas.
9. El Idealismo Trascendental es la culminación del pensamiento moderno,
que comienza con el planteamiento cartesiano del problema del conocimiento:
para tener conocimiento estricto es preciso remitirse al sujeto del
conocimiento (al "cogito") sólo así tendremos una evidencia tan poderosa
como para fundamentar el resto del saber; pero esto se consigue a costa de
problematizar el conocimiento de la realidad externa. El empirismo continúa
en esta misma línea al considerar que el conocimiento inmediato versa sobre
las ideas o percepciones y no sobre las cosas en sí mismas y al sugerir que los
grandes problemas de la objetividad (el mundo teórico y el mundo práctico)
han de resolverse tras el análisis de los procesos psicológicos gracias a los
cuales el sujeto tiene experiencia de los objetos; pero el sujeto del que hablan
los empiristas es un sujeto empírico.
Kant recoge esta línea de explicación mostrando que debemos
reflexionar sobre el modo de conocer para descubrir los elementos,
fundamento y límites del saber, pero pone como sujeto a un sujeto distinto: el
Sujeto Trascendental, que no se puede identificar con el yo empírico,
contingente, hecho de este modo pero pudiendo ser de otra forma; el Sujeto
Trascendental es el sujeto meta empírico del cual se predican las distintas
formas aprióricas y que realiza las distintas síntesis que dan lugar a la
constitución de los fenómenos.
La consecuencia es un giro completo en la comprensión del
conocimiento y la separación radical entre la filosofía y el sentido común: el
conocimiento universal y necesario no se puede explicar si consideramos que
el sujeto es pasivo cuando conoce, pero sí al considerar que el sujeto pone
algo en el objeto conocido y lo modela a partir de las estructuras de nuestras
facultades cognoscitivas (las formas de la sensibilidad y las categorías del
entendimiento). En cuanto a la segunda cuestión, debemos recordar que la
posición ingenua, y toda la filosofía anterior a la modernidad, mantiene una
10. concepción realista del mundo: en lo esencial el mundo es tal y como lo
conocemos; en lo esencial los objetos y sus propiedades y relaciones existen
independientemente de la experiencia que podamos tener de ellos; esta es la
tesis característica del realismo. Pero con la modernidad (con Kant) aparece
la concepción idealista: no sabemos cómo puede ser el mundo
independientemente de nuestra experiencia de él; todo objeto del que tenemos
experiencia ha quedado influido por la estructura de nuestro aparato
cognoscitivo.
B: EL USO PRACTICO DE LA RAZÓN
I. LA RAZÓN PRÁCTICA Y EL
CONOCIMIENTO MORAL:
La conducta moral tiene que ver con la Razón porque está sometida a principios
y vinculada con lo universal, y sólo la Razón es capaz de permitir este vínculo. La
Razón tiene una doble vertiente: Teórica y Práctica; no se trata de dos razones sino
de dos usos distintos de la misma razón. La Razón Teórica se ocupa de conocer
cómo son las cosas; la Razón Práctica se ocupa de cómo debe ser la conducta
humana; no le interesa el ser sino el deber ser. La Razón Teórica formula
juicios (proposiciones con la forma "A es B") y la Razón Práctica imperativos o
11. mandamientos (preceptos con la forma “debes hacer X"). Obras de ética: "Crítica de
la Razón Práctica" y “Fundamentación de la Metafísica de las costumbres”.
Punto de partida de la reflexión de Kant sobre el conocimiento: la existencia de
conocimiento universal y necesario (conocimiento a priori); la "Crítica de la Razón
Pura" intenta mostrar las condiciones transcendentales, a priori, de dicho
conocimiento. Punto de partida de la reflexión ética kantiana: en la experiencia
moral hay algo análogo a aquel dato fundamental de la esfera del conocimiento: el
"factum de la moralidad", el hecho moral; este hecho consiste en la existencia del
deber: todos los hombres tienen conciencia de estar sometidos a prescripciones
morales, se sienten obligados a hacer ciertas cosas y a evitar otras. Esta conciencia
del deber es conciencia de una determinación de la voluntad que posee
características análogas a las de la experiencia de conocimiento: la universalidad y
la necesidad. Kant creerá que cuando un sujeto vive el deber lo vive de forma
incondicionada: si está mal matar está mal en toda circunstancia y en todo tiempo,
no hay excepciones, el mandato se vive como teniendo absoluta necesidad. La ética
kantiana es un intento de entender el factum de la moralidad (la determinación
universal y necesaria de la voluntad) y sus condiciones de posibilidad (los
"postulados de la razón práctica" expresan dichas condiciones); del mismo modo
que la teoría la conocimiento kantiana es la investigación de las condiciones de
posibilidad de la ciencia.
Principios prácticos: proposiciones que expresan cómo se han de comportar los
seres racionales; Máximas: cuando dichos preceptos expresan cómo nos
comportamos habitualmente dadas tales o cuales circunstancias; hay máximas
buenas y malas. Voluntad: facultad que sirve para poner en movimiento al sujeto,
facultad que mueve a la acción. Se llama fundamento de determinación de la
voluntad al motor que impulsa a la voluntad a la acción. En los seres humanos hay
dos posibles motores de la acción: la razón o la inclinación; "inclinación" es toda
determinación empírica, toda determinación de la conducta que tiene como
12. fundamento la constitución empírica del sujeto, deseos corporales
fundamentalmente; toda acción hecha por inclinación es acción hecha para el bien
del sujeto, por su propia felicidad, por egoísmo.
II. CRÍTICA DE KANT A LAS ÉTICAS
MATERIALES
:
Hasta Kant las éticas habían sido materiales, frente a todas ellas, su ética es
formal. No se debe confundir ética material con ética materialista: lo contrario de
una ética materialista es una ética espiritualista, lo contrario de una ética material es
una ética formal (la de Sto. Tomás es material, pero no materialista sino
espiritualista, puesto que pone como Bien Supremo algo espiritual, Dios).
:
Esto quiere decir que no valen absolutamente, sino sólo de un modo
condicional, como medios para conseguir un fin; si no se quiere dicho fin, entonces
el mandato no es tal para el que no lo quiere. Kant creerá que los imperativos
hipotéticos nunca pueden ser expresión de una experiencia moral porque la
experiencia moral es sometimiento a un precepto universal y necesario, pero los
imperativos hipotéticos no pueden ser universales y necesarios: los de la habilidad
porque describen una acción como buena para la realización de un fin meramente
posible; pero tampoco los de la prudencia pues lo que sea la felicidad para cada uno
depende de su constitución empírica; incluso aún cuando pudiésemos encontrar algo
que diese a todos los hombres la felicidad, el modo de realizar ese algo dependerá
de cuestiones empíricas, fácticas: en unas circunstancias necesitaremos ciertos
medios y en otras otros. La experiencia empírica sólo puede fundamentar
imperativos particulares y contingentes (que valen para casos particulares, pero no
siempre, y que no son necesarios sino contingentes), y los preceptos morales deben
ser universales y necesarios. Lo empírico no puede dar universalidad y necesidad,
13. luego no puede fundamentar una prescripción universal y necesaria; las éticas
materiales, al extraer su contenido de la experiencia, fundamentan sólo
determinaciones empíricas, a posteriori, y no pueden expresar el factum de la
moralidad.
La heteronomía se contrapone a la autonomía; un sujeto es autónomo cuando
tiene la capacidad para darse a sí mismo sus propias leyes (y la capacidad para
realizarlas) y es heterónomo cuando las leyes no descansan en él mismo, cuando le
vienen de fuera; las éticas materiales son heterónomas porque describen una acción
como buena sólo de forma condicional, describen una acción como buena porque es
un buen medio para la realización de un fin querido por el sujeto. En las acciones
heterónomas el sujeto se tiene que someter a la realidad, es ésta la que impone sus
condiciones; el sujeto tiene que plegarse al orden del mundo.
III. LA ÉTICA FORMAL DE KANT:
La ética kantiana presenta tres características principales: proponer un criterio de
legitimidad de la máxima exclusivamente formal, defender la autonomía de la
voluntad en la experiencia moral y mantener que las acciones buenas sólo son
aquellas que han sido hechas por deber.
La ética kantiana se llama ética formal, y se contrapone a la ética
material. La materia del imperativo es lo mandado (así, en el imperativo "debes ser
veraz" la materia es la instrucción de decir a verdad); la forma es el grado de
universalidad o particularidad que tiene el imperativo: siempre, algunas veces,
nunca. Pues bien, la característica esencial de la ética kantiana consiste en indicar
que una máxima describe propiamente una acción moral cuando cumple un requisito
puramente formal: que pueda ser universalizable.
La heteronomía se contrapone a la autonomía; un sujeto es autónomo cuando
tiene la capacidad para darse a sí mismo sus propias leyes (y la capacidad para
14. realizarlas); por el contrario es heterónomo cuando las leyes no descansan en él
mismo, cuando le vienen de fuera; las éticas materiales son heterónomas, la ética
kantiana es autónoma al afirmar que sólo las acciones morales son autónomas. Kant
considera que sólo allí donde encontramos acción moral encontramos libertad:
cuando nos conducimos moralmente el fundamento de determinación de nuestra
voluntad no nos viene de fuera, del mundo, o de la religión, sino de nosotros
mismos: es nuestra razón la que nos da el criterio de la conducta buena, somos
nosotros mismos los que nos determinamos.
Para Kant el fundamento de las acciones buenas es el deber, no la
inclinación. El deber es la "necesidad de una acción por respeto a la ley". Para que
una acción sea buena no basta que sea conforme al deber, además ha tenido que ser
hecha por deber. El rigorismo kantiano implica dos cuestiones: el deber por el
deber, incluso aunque vaya en contra de mi felicidad y de la felicidad de las
personas que quiero y el carácter universal de la bondad o maldad de una acción: si
está mal mentir está mal bajo cualquier circunstancia; aceptar una excepción
implicaría aceptar las condiciones del mundo en la determinación de la voluntad,
por lo tanto, la heteronomía. El imperativo categórico prescribe una acción como
buena de forma incondicionada, es decir, manda algo absolutamente.
IV. POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA:
El Idealismo Trascendental acaba negando la posibilidad de tener un
conocimiento de la realidad en sí misma, y por ello de los temas fundamentales de la
Metafísica: Dios, alma, libertad...; sin embargo Kant no negará todo acceso a lo
metafísico, sólo negará el acceso intelectual, el conocimiento científico, pues sólo
hay conocimiento científico de los fenómenos. Pero para Kant hay otra experiencia
que puede vincularnos con la realidad plena, con lo metafísico, y esa experiencia
es la experiencia moral. Y ello a partir de los llamados postulados de la Razón
Práctica o proposiciones que no pueden ser demostradas desde la razón teórica pero
que han de ser admitidas si se quiere entender el "factum moral"; estos postulados se
refieren a la existencia de la libertad, la inmortalidad del alma, y la existencia de
Dios.
15. La razón teórica no puede demostrar la existencia de la libertad pues sólo es
capaz de alcanzar el mundo de los fenómenos, en el que todo está sometido a la ley
de la causalidad y a la necesidad natural. Sin embargo, desde la perspectiva de la
razón práctica, será posible la defensa de la existencia de la libertad en tanto que la
libertad es la condición de posibilidad de la acción moral. Las conductas que no se
hacen libremente no son ni buenas ni malas, y el sujeto que las realiza no es
responsable moralmente de ellas. La libertad es definida como la capacidad de los
seres racionales para determinarse a obrar según leyes de otra índole que las
naturales, esto es, leyes que son dadas por su propia razón; libertad equivale a
autonomía de la voluntad. La libertad es la ratio essendi (la condición de la
posibilidad) de la moralidad; la moralidad es la ratio cognoscendi (lo que nos da
noticia de la existencia de) de la libertad.
Es la síntesis entre la virtud y la felicidad. Su realización última es la condición
de posibilidad de la moralidad. Kant creyó que siempre que el fundamento de
determinación de nuestra conducta sea la felicidad nuestra conducta no es moral en
sentido estricto (aunque pueda ser conforme al deber), pero no pudo olvidar el
extraordinario valor que la felicidad parece tener en la esfera humana. Ello aparece
precisamente en su concepción del Sumo Bien.
16. Hegel
Georg W. F. Hegel (1770-1831), representa la cima del idealismo y el racionalismo moderno.
El «Sistema» de todas las ideas verdaderas es, según él, idéntico al orden natural del mundo y
de la historia. Su Lógica es su Metafísica, Hegel es pues el caso consumado de panlogismo.
El orden y la conexión entre las ideas es, también en él, como en Fichte y Schelling, la lógica el
discurrir dialéctico.
La dialéctica es libertad, y progresa a más; al final, el resultado es Dios y su eterna
contemplación. Por eso, dice Hegel, Dios está «al final», y «Dios no existe sin el mundo».
El sistema de Hegel consta de tres "momentos" dialécticos: la Idea en Sí (Lógica), la Idea
fuera de Sí (Naturaleza) y la Idea que retorna al Sí (Espíritu). La historia humana no es sino la
realización progresiva del Espíritu.
Hegel dio una especificación diferente a la noción de espíritu, a través de sus nociones de
espíritu objetivo y de espíritu absoluto.
Hegel, siguiendo al filósofo clásico griego Parménides, afirmó: "lo que es racional es real y
lo que es real es racional". Hay que entender esto en los términos de su afirmación posterior de que
17. lo absoluto tiene que ser considerado como pensamiento, espíritu o mente, en un proceso de
continuo autodesarrollo. La lógica que rige este proceso de desarrollo es la dialéctica. Por sí misma
constituye un método de pensamiento.
El método dialéctico se basa en que el movimiento, proceso o progreso, es el resultado del
conflicto entre opuestos. De forma tradicional, esta dimensión del pensamiento hegeliano se ha
analizado en términos de tesis, antítesis y síntesis. A pesar de que Hegel no utilizó dichos
conceptos, resultan muy útiles para comprender su visión de la dialéctica.
Podemos decir que la suspensión de la dialéctica antigua por Hegel es, hasta ahora cierto
punto, trivial en lo que se refiere a la aplicación a la realidad, no lo es si lo consideramos esa
superación desde el punto de vista del principio de contradicción. Expresiones como «nos bañamos
y no nos bañamos en un mismo río; somos y no somos tal cosa ; el camino que sube y que baja son
una y la misma» inclinaron a Aristóteles a atribuir a Heráclito el principio, escandaloso para la
antigua dialéctica, de que una misma cosa es y no es al mismo tiempo.
La dialéctica nueva ve a la contradicción en las cosas mismas, las cuales son y no son al mismo
tiempo. Mas aún, hace la contradicción el motor de la actividad y del despliegue de los seres, sin el
cual estos languidecerían hasta anonadarse. Según la dialéctica moderna, todo acontecimiento, todo
hecho se explica a base de la contradicción existente entre protagonistas del hecho; estos han de
negarse el uno al otro para que el acontecimiento pueda tener lugar.
La Filosofía del Derecho de Hegel expone el espíritu objetivo, es decir la organización de la
sociedad y el Estado desde una base racional. La obra estudia el derecho abstracto, la moralidad y la
eticidad, temas que están relacionados, de tal manera que el derecho está presente en los tres
estadios.
La Filosofía del Derecho de Hegel se inscribe dentro del sendero filosófico que plantean
Sócrates y los post-socráticos. A su vez la Filosofía del derecho tiene una profunda inspiración en la
filosofía práctica de Kant. Según Hegel la filosofía del derecho hace posible la unidad de la idea de
la libertad y la existencia que no se ha podido realizar a lo largo de la historia. La libertad no se
puede quedar en la subjetividad como lo planteó el pensamiento estoico. Tampoco es una idea que
18. se erige en el mundo monumental, independiente de las condiciones externas sobre el mundo real.
La libertad no es un ideal vacío.
En el Estado existe la constitución: que pretende ser la expresión de la racionalidad y, que en
la sociedad garantiza: a libertad civil, libertad de prensa, libertad política, libertad religiosa.
Así la libertad es el centro y gravedad del Estado. La libertad se encuentra en la constitución, en las
normas jurídicas que garantizan el derecho de propiedad, el derecho a tener familia, el derecho a
decidir por sí mismo. El Estado es la encarnación de la libertad pues une la persona y sus intereses
particulares con la universalidad.
El Estado se erige desde la división de poderes: poder del príncipe en la figura del monarca; poder
del gobierno (centrado en la prosecución y el mantenimiento de la vigencia de lo decidido, de las
leyes, de las instituciones y establecimientos existentes para finalidades comunes) y el poder
legislativo que concierne a las leyes.
La opinión pública es la manifestación de la libertad subjetiva de los individuos que exteriorizan sus
juicios, opiniones y consejos sobre los asuntos de carácter universal. A su vez la libertad de
comunicación pública encuentra sentido en la manifestación de la opinión y tiene garantía en las
leyes.