La difusión y apropiación social de una serie de tecnologías de fabricación de bajo coste basadas principalmente en el diseño y código abierto unidas a un reverdecimiento del pensamiento DIY (Do It Yourself) han propiciado la popularización del “movimiento maker” a nivel mundial. La irrupción de esta nueva filosofía en la sociedad ha puesto de relevancia el papel de las habilidades y las competencias en el proceso de aprendizaje y ha vuelto a enfatizar el “aprender haciendo” como uno de los modos más exitosos para propiciar una cultura tecnológica.
Esta nueva “cultura maker” que trata de “experimentar y aprender con la tecnología” está siendo promovida por espacios como Fab Labs, Makerspaces o Media Labs pero también por eventos temáticos muy populares como Maker Faires o Hackatons, además de apoyarse y organizarse a través de comunidades de interés on-line muy influyentes. Esta popularización del fenómeno ha conllevado una creciente presencia mediática que ha llamado la atención de legisladores e instituciones varias que han provisto de su apoyo a diversas iniciativas en este sentido.
El objetivo de este artículo es analizar el surgimiento del “movimiento maker” y caracterizar los principales valores que impulsan la cultura tecnológica dentro de este fenómeno global. Analizamos las oportunidades y desafíos que plantea el fenómeno de cara a la promoción de una cultura tecnológica en la sociedad pero al mismo tiempo advertimos de los mitos que encierra y de las visiones tecno-optimistas que alberga.
-Artículo presentado en la IV Conferencia Iberoamericana de Filosofía de la Ciencia y la Tecnología en Salamanca-
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Introducción
Durante los últimos años hemos asistido a una popularización de lo que se conoce como el
“movimiento maker” (Dougherty, 2012). La expiración de patentes y el desarrollo de nuevas
tecnologías de libre acceso (open hardware) en torno a la fabricación digital (Birtchnell &
Urry, 2013) ha permitido el surgimiento de innovaciones con diseño abierto y de bajo coste ,
ampliando las posibilidades de fabricación personalizada para la ciudadanía (Ratto & Ree,
2012).
Este hecho unido al florecimiento de espacios colaborativos como FabLabs, Makerspaces o
MediaLabs donde se trabaja en diversos proyectos en un régimen de producción social y con
una marcada orientación hacia necesidades sociales, ha permitido toda una nueva ola de
innovación colaborativa basada en la producción social de tecnologías no propietarias.
Por ello, el “movimiento maker” está atrayendo una gran presencia mediática, la cual ha
llamado la atención de legisladores , instituciones, empresas y organizaciones de todo tipo.
De especial interés son las visiones que promueve esta filosofía de empoderamiento
respecto a la cultura tecnológica. Por ello intentaremos diseccionar la dimensión axiológica
de este paradigma tecno-social en el presente artículo.
4. A pesar de que el “movimiento maker” (Dougherty, 2012) puede identificarse claramente con una
serie de tecnologías no propietarias (microelectrónica, impresión 3D, diseño 3D, etc.), un régimen
de producción social de contenidos (P2P) y un énfasis en el aprendizaje informal (ya sea online
y/o off-line) (Tabarés-Gutiérrez, 2016) hay que aclarar que es una corriente de pensamiento
bastante madura y cuyos orígenes se pueden trazar hasta los años ´20 con el comienzo de las
emisiones pirata de radio (Haring, 2008).
El movimiento maker está íntimamente relacionado con la filosofía DIY (Do It Yourself) (Sun,
Lindtner, Ding, Lu, & Gu, 2015). Podemos definir DIY como “cualquier creación, modificación o
reparación de objetos sin la ayuda de ayuda de profesionales remunerados” (Kuznetsov &
Paulos, 2010).
La cultura maker tiene ciertas diferencias con la cultura hacker (Himanen, 2002). La cultura maker
contemporánea “no sólo se preocupa por las tecnologías abiertas de Internet y lo digital, sino
también de objetos físicos como diseños de artefactos, sensores y conectores de red que unen el
mundo digital con el físico. Mientras la cultura hacker anterior se preocupaba por el código y el
funcionamiento de Internet, esta nueva cultura maker se preocupa por los diseños del hardware y
el funcionamiento de las tecnologías que hacen posible la Internet de las Cosas” (S. Lindtner,
2014).
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Los orígenes del
fenómeno
5. Podemos definir a los makers como individuos que intentan jugar y experimentar con la
tecnología (S. Lindtner, 2015) al igual que los hackers, pero cuyo ámbito de experimentación es
mucho mayor debido al “open hardware” y que ha permitido enlazar el mundo físico con el virtual
a través de artefactos que poseen un diseño no propietario (Gershenfeld, 2005).
Plataformas de código libre como Arduino (George Dafermos, 2015), Raspberry Pi, Makerbot
(Ratto & Ree, 2012) o RepRap (Kostakis & Papachristou, 2014) han contribuido al desarrollo de un
sinfín de proyectos de bajo coste pero con un gran impacto y eco en Internet.
Esta irrupción de la fabricación personalizada (Ferger et al., 2013; Lipson & Kurman, 2010; Mota,
2011) y la micro-electrónica de bajo coste ha despertado un gran interés y ha propiciado la rápida
difusión de espacios como Hackerspaces, Makerspaces o FabLabs por multitud de ciudades.
Lugares donde se celebran eventos temáticos, cursos y actividades de todo tipo orientadas a la
producción colaborativa de objetos digitales (Smith, Hielscher, Dickel, Söderberg, & Oost, 2013).
Debido al impacto de diversos proyectos desarrollados en estos entornos algunos autores lo han
bautizado como “una nueva revolución industrial” (C Anderson, 2012; The Economist, 2012) o
como “una democratización de la fabricación” (Mota, 2011).
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Los orígenes del
fenómeno
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Popularización de la cultura maker;
espacios y laboratorios
La popularización del Movimiento Maker se ha producido gracias al empuje de diversas
comunidades on-line (Li & Bernoff, 2009; Rheingold, 1996) y también a través de innumerables
espacios físicos donde se realizan actividades orientadas a este tipo de tecnologías no
propietarias y de bajo coste (Niaros, Kostakis, & Drechsler, 2017). Este es el caso de Media
Labs, Fab Labs, Makespaces, Hackerspaces y un largo etcétera.
Los Fab Labs son pioneros y surgen a principios del año 2000 de la mano de Neil Gershenfeld,
director del Center for Bits and Atoms (CBA) del MIT. A través de una financiación de la NSF se
adquiere equipamiento que permite “fabricarlo casi todo” (Gershenfeld, 2005). A partir de 2002
se empiezan a fundar otros en diversos países como la India, Noruega, etc.
A la creación de estos espacios le sigue el desarrollo de varios materiales didácticos que el
propio Neil desarrolla para dar a conocer el funcionamiento de las máquinas que componen un
Fab Lab e introducir los conceptos de fabricación digital y open hardware. Estos materiales son
los que posteriormente se conoce como “Fab Academy”; un programa de formación a distancia
que permite formar y certificar a las personas que lo deseen en las herramientas que se
disponen en estos espacios de co-creación.
10. Otras iniciativas como Makerspaces o Hackerspaces también se han establecido como redes
informales y han experimentado un crecimiento notable durante los últimos años.
Actualmente hay unos 1.150 Fab Labs y unos 1.355 Hackerspaces repartidos por buena parte
del planeta.
Otras iniciativas con una orientación más empresarial, como TechShop, no se han extendido
de forma tan notoria pero poseen conexiones con diversas empresas además de maquinaria
pesada. También se alinean con la cultura maker y participan en Maker Faires.
La Maker Faire es un evento que surge en 2006 y es impulsado por la famosa revista Make
(Sivek, 2011), para “celebrar el movimiento maker” y dar visibilidad a todos esos proyectos
que han sido concebidos bajo la filosofía DIY . También atraen el interés de otro tipo de
actores como pueden ser empresas, administraciones, la academia, etc.
A lo largo de los últimos años este tipo de ferias han atraído una gran asistencia de público y
se han consolidado en multitud de localizaciones por todo el planeta. Sólo en nuestro país se
han desarrollado eventos en ciudades como Barcelona, Bilbao, León, Madrid o Santiago de
Compostela.
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Popularización de la cultura maker;
espacios y laboratorios
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Popularización de la cultura maker;
iniciativas de institucionalización
Diversas instituciones han decidido tender puentes con el movimiento maker. Es el caso de
China, CE y EEUU, además de diversas empresas y administraciones públicas.
En EEUU la administración Obama decidió celebrar en 2014 una Maker Faire en la propia
Casa Blanca y también ha impulsado iniciativas como “National Week of Making” (financia
actividades relacionadas en la 3ª semana de junio) o “Maker Cities” (alianza de más de 100
ciudades estadounidenses comprometidas con la cultura maker).
En 2010 en Shanghái se abrió el primer “XinCheJian” (nuevo taller o nueva fábrica) y al año
siguiente la propia ciudad apoyó el desarrollo de 100 espacios más para promover los valores
de la cultura maker (Lindtner & Li, 2012). Otras ciudades como Nanjing, Pekín, Hangzhou o
Shenzhen también apoyan este tipo de iniciativas. Actualmente el gobierno chino dispone de
una estrategia denominada “Mass Innovation” y que pretende promover la creatividad, el
emprendimiento y la innovación en la ciudadanía a través de estos espacios.
Especialmente representativo es el caso de Shenzhen, donde diversas compañías
manufactureras han adoptado prácticas propias del movimiento maker para mejorar su
competitividad, tales como el establecimiento de redes informales para compartir diseños de
hardware, listas de materiales, etc. (S. Lindtner, 2015). Este tipo de prácticas se impulsan para
abaratar costes y fomentar un ecosistema de innovación (S. Lindtner, 2015; Silvia Lindtner &
Li, 2012).
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Popularización de la cultura maker;
iniciativas de institucionalización
La Comisión Europea financia proyectos colaborativos de tipo STEM (Science, Technology,
Engineering and Mathematics) a través del programa marco de investigación Horizonte 2020
y el sub-programa de trabajo específico “Science with and for Society” (SwafS) que tratan de
fomentar la educación científico-tecnológica de la ciudadanía.
Al mismo tiempo la CE ha financiado específicamente proyectos de investigación en torno a
la cultura maker, tales como Make-IT, Making Sense, OPENMAKER u OD&M. Desde esta
institución también se ha apoyado la celebración de la Maker Faire en Roma como el evento
de referencia en Europa y otro tipo de eventos relacionados como “Makers Town”.
En nuestro país también hay iniciativas de carácter regional muy significativas. La ciudad de
Barcelona es un referente en este sentido, ya que a través de la “Xarxa de Ateneus de
Fabricació” ha contribuido a acercar el potencial de estas tecnologías hasta diversos barrios
de la ciudad. Esta red se enmarca dentro de la estrategia de soberanía tecnológica y
digitalización de la ciudadanía que promueve el ayuntamiento.
Otra iniciativa reseñable es la” Red Ikaslab” promovida por la Vice-consejería de FP del
Gobierno Vasco, con el objetivo de ampliar las conocimientos, capacidades y empleabilidad
de los estudiantes del sistema de FP a través de la impresión 3D . Una tecnología identificada
como estratégica de cara a la industria 4.0 por parte de la CA.
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Cultura
tecnológicaEn el movimiento maker podemos encontrar una fuerte carga ideológica en la que se resaltan
valores como la cooperación, la producción social entre iguales, el acceso al conocimiento, la
promoción de la innovación, etc. Algunos autores se preguntan incluso si estos nuevos
creadores representan una nueva etapa en la lucha de clases (G Dafermos & Söderberg, 2009).
Cultura tecnológica de un grupo social: “la información representacional, práctica o valorativa
que comparten los miembros del grupo y que son potencialmente relevantes para la creación,
producción, posesión o utilización de tecnologías o sistemas tecnológicos” (Quintanilla, 2005)
La cultura tecnológica tiene tres componentes (Qunitanilla , 2005); La información
representacional (conocimientos, creencias y representaciones conceptuales o simbólicas de las
técnicas), la información práctica (hábitos, reglas de comportamiento y habilidades técnicas
específicas) y la información valorativa (fines, valores y actitudes relativos al diseño, uso, etc. de
sistemas técnicos y de conocimientos técnicos)
Hablamos por lo tanto de cultura técnica incorporada como “la información cultural
(representacional, práctica o valorativa) que el agente u operador del sistema debe tener para que
el sistema funcione adecuadamente” (Quintanilla, 2005) y de cultura técnica no incorporada
“cuando se trata de elementos culturales relacionados con el uso, producción, etc. de sistemas
técnicos, pero que no son esenciales para el correcto funcionamiento de éstos” (Quintanilla,
2005).
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Cultura
tecnológicaLas fronteras entre estos dos culturas no son rígidas, ya que el desarrollo y difusión de las
tecnologías propicia la adquisición de contenidos culturales por parte de los sistemas técnicos
y éstos a su vez generan nuevos rasgos técnico-culturales en sentido lato (Quintanilla, 1998).
La cultura maker presenta una fuerte carga ideológica que propicia una cultura tecnológica no
incorporada que condiciona el uso y disfrute de las tecnologías libres que se utilizan. Prueba
de ello es la publicación de varios manifiestos (Hatch, 2013; García-Sáez, 2016).
Esta dimensión axiológica fomenta una cultura proclive a la innovación, al aprendizaje
continuo, a la difusión del conocimiento de manera libre, al trabajo cooperativo y otra serie de
factores primordiales de cara a la transición hacia una sociedad de la innovación y el
conocimiento (Innerarity & Gurrutxaga, 2009; Olivé, 2005).
Estos espacios pueden contribuir a la difusión social (Rogers, 1962), apropiación social
(Toboso-Martín, 2014), innovación social (Echeverría, 2008; Hubert, 2010), democratización de
la tecnología (Adrian Smith, 2017; Tanenbaum, Williams, Desjardins, & Tanenbaum, 2013) y a
una “fabricación social” (Tabarés-Gutiérrez, Sopelana, García, & Moreno-Valdés, 2016).
“No basta con poder innovar, es preciso además querer” (Quintanilla, 2005).
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Oportunidades
El movimiento maker presenta un gran potencial de cara a promover una cultura de la
innovación en la sociedad debido a su dimensión axiológica.
También ha vuelto a poner de relevancia teorías que explican la dinámica del cambio
tecnológico desde su construcción social (Bijker, Hughes, & Pinch, 1987; Bijker & Pinch, 1984)
o a través de una red de relaciones (Latour, 1992) donde los usuarios son los protagonistas
(Oudshoorn & Pinch, 2003) en un ecosistema de innovación abierta (Chesbrough, 2003; Von
Hippel, 2005).
El sector educativo (Martin, 2015) ha prestado mucha atención a la cultura maker a la hora de
repensar los métodos de aprendizaje actuales pero es importante no caer en enfoques tecno-
centristas, ya que las lógicas de empoderamiento que se producen en esta cultura lo hacen de
un modo colectivo y no individual.
Otros sectores también se han sentido atraídos por el fenómeno, ya que el establecimiento de
nuevos modelos de desarrollo económico que promuevan un ecosistema open-source (Michel
Bauwens & Kostakis, 2015; Rifkin, 2014) se han revelado como realidades económicas
plausibles.
La convergencia de espacios de participación ciudadana y tecnologías libres también es visto
como una oportunidad de conectar a la ciudadanía con la fabricación, otra vez, y al mismo
tiempo fomentar nuevas formas de producción y consumo más sostenibles (Scholz, 2012).
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Mitos y retos
La cultura maker también presenta visiones tecno-optimistas (Sivek, 2011) o tecno-solucionistas
(Morozov, 2014) de cara a su potencial. Todavía existen diversos retos que debe superar este
movimiento para ser verdaderamente inclusivo. Según un estudio de Maker Media 8 de cada 10
makers son hombres, su media de edad es de 44 años y sus ingresos familiares rondan los
106.000 $. Además el 97% poseen una carrera universitaria y el 80% ha recibido algún post-
grado (Leonard, 2013). Las cifras en Reino Unido y China son bastante similares con un 80% y
un 77% de varones que se autodefinen como makers (Niaros et al., 2017).
A pesar de la diversidad de localizaciones dónde se han realizado estos espacios, cabe
preguntarse si no se están cometiendo los mismos errores que en otros modelos que fomentan
la ciencia, la tecnología y la innovación en la ciudadanía o si simplemente son un reflejo de las
desigualdades que se proyectan a través de modelos culturales tan ampliamente difundidos
como el de Sillicon Valley. Puede que las barreras de acceso al uso de la tecnología se hayan
relajado pero no podemos decir lo mismo de las barreras referentes al uso del conocimiento
(Morozov, 2014), tanto explícito como implícito (Nonaka & Takeuchi, 1995).
También debemos desmitificar la explosión de creatividad y artesanía que a veces se asocia con
este fenómeno (Kneese, Rosenblat, & Boyd, 2014). En multitud de ocasiones lo que se produce
es una replicación o reproducción de diseños a escala global y cuyas similitudes con el
fenómeno Web 2.0 son reveladoras (Tabarés-Gutiérrez, 2015). Además, el carácter artesanal de
estas creaciones está mediado digitalmente (diseños originales ya pre-establecidos).
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¿Hacia la institucionalización de
la cultura maker?
La cultura maker ha atraído la atención de buena parte de instituciones y empresas que ven
en ella una forma de apoyar la creatividad, el emprendimiento y la innovación en la
ciudadanía.
Este interés conlleva tensiones y desencuentros por los diferentes objetivos que persigue
cada bando (políticas activas de empleo, mercado laboral, etc.).
El movimiento maker es a la vez un síntoma y una transformación del nuevo capitalismo
(Silvia Lindtner, Bardzell, & Bardzell, 2016) que está promoviendo la globalización. Este
fenómeno a escala global dispone de particularidades propias dependiendo del contexto
cultural donde se produce y de las visiones que proyectan los diversos agentes involucrados.
Podemos entrever que la formalización de la cultura maker presenta grandes oportunidades
para enganchar a la ciudadanía en una actitud más crítica para con la tecnología, pero al
mismo tiempo también presenta diversas tensiones con el modo de vida establecido en
buena parte de las sociedades occidentales.
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Fab Lab Berlin – https://www.flickr.com/photos/132330882@N04/22110805045
Mapa de espacios maker - http://themakermap.com/
Makers Town – Fotografías propias
Maker Faire Rome (The European Edition) – Fotografías por gentileza de InnovaCamera
Maker Faire León 2014 - https://www.flickr.com/photos/fundacioncerezales/15397579281
Red Ikaslab – Fotografía por gentileza de FP Don Bosco
Orlando Mini Maker Faire - https://www.flickr.com/photos/maltman23/7283448284
East Bay Mini Maker Faire - https://eastbay.makerfaire.com/tag/park-day-school/
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Fotografías