El documento resume las lecturas de un día de la liturgia católica, incluyendo una lectura del profeta Jeremías sobre la nueva alianza que Dios establecerá con su pueblo, un salmo responsorial, y el Evangelio de Mateo donde Pedro confiesa que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios.
1. Primera Lectura: del profeta Jeremías (31,31-34):
Salmo Responsorial: Salmo 50
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro
Evangelio: san Mateo (16,13-23):
La confesión de Pedro
Tiempo Ordinario. Cristo ha
querido establecer una alianza
conmigo porque me ama.
Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura del profeta Jeremías (31,31-34):
Mirad que llegan días – oráculo del Señor – en que haré con la
casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva.
No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé
de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi
alianza, aunque yo era su Señor – oráculo del Señor –.
Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de
aquellos días – oráculo del Señor –: Meteré mi ley en su pecho,
la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi
pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su
hermano, diciendo: «Reconoce al Señor.» Porque todos me
conocerán, desde el pequeño al grande – oráculo del Señor –,
cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Salmo 50
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R/.
4. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-23):
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a
sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que
Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te
digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del
infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en
la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará
desatado en el cielo.»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a
Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y
escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor!
Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces
tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Oración
Jesús, al igual que Pedro no me gusta, en muchas ocasiones,
el camino que debo recorrer para aspirar a la santidad. Por eso
hoy, con mucha fe y esperanza, te busco en la oración para
suplicarte me concedas llegar a percibir tus sentimientos y
conocer a fondo tu corazón. Que el centro de mi oración seas
Tú, y no tanto mis problemas o dificultades personales.
Petición
Señor, que sepa reconocerte siempre como tu instrumento,
porque Tú eres la única fuente que emana el bien que puedo
hacer.
6. Meditación
Es un don de Dios: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no
te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los
cielos". Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su
intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no
proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino
que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la
persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la
manifestación que Dios hace de sí mismo.
Así, la pregunta de Jesús: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?", en
el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión
personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están
estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro,
la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura,
a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la
intimidad con Él. También Pedro y los demás apóstoles tuvieron que
avanzar por este camino, hasta que el encuentro con el Señor
resucitado les abrió los ojos a una fe plena. (Benedicto XVI, 21 de
agosto de 2011.)
7. Reflexión
La fidelidad de Dios es eterna y ha mantenido su promesa y su alianza de
generación en generación, independientemente de las infidelidades,
rebeldías, traiciones e idolatrías de su pueblo.
La historia del pueblo de Israel es este concatenarse de la fidelidad de
Dios y de la infidelidad de su pueblo. La alianza encuentra su pleno
cumplimiento en Cristo y en la fundación de su Iglesia. Cristo sella el inicio
de la nueva alianza al fundar su Iglesia sobre los Apóstoles, con Pedro
como fundamento visible en la tierra: el Papa. Y ratifica esta "alianza nueva
y eterna" en el momento de la institución de la Eucaristía, memorial de su
pasión redentora, pacto sellado en su Sangre preciosa para la remisión de
todos los pecados.
La respuesta inspirada de Pedro –"esto no te lo ha revelado nadie de
carne y hueso, sino mi Padre que está en los cielos"– es el conocimiento
interior prometido por Dios para aquellos con quienes establece la nueva
alianza: "todos me conocerán". Su Iglesia es el nuevo pueblo, con un
mandamiento nuevo, con una doctrina nueva, llamada a crear hombres
nuevos bajo la guía del Vicario de Cristo, el sucesor de Pedro.
Señor, crea un mí un corazón nuevo para poder conocerte, amarte y vivir
en tu Iglesia el mandamiento nuevo del amor, en respuesta a tu elección y
a la nueva alianza que has querido establecer libremente conmigo porque
me amas.
8. Propósito
Renunciar a algo que me cuesta mucho (como oír música un
día), y ofrecerlo a Dios por aquellas personas que han perdido
su fe.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, porque siendo Hijo de Dios, has dado tu vida
por mí, porque me amas. Quiero seguirte con fidelidad y
dejarme guiar por tu Palabra. Tú me conoces, sabes de mi
debilidad, de mi temor al sacrificio, al dolor, por eso confío en Ti
y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza
que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.