Todo el quehacer del hombre natural —pensamientos, emociones y movimientos— es regulado por tres centros que trabajan simultáneamente: centro mental, centro emocional y centro instintivo-motor. En algunas corrientes se les conoce también como las tres mentes porque, en su función reguladora, operan almacenando y ordenando información. En su estado original, cada centro es responsable por sí mismo de su propia función; sin embargo, ante del desorden que prevalece en el humano actual, lo común es que cualquier centro usurpe la función de otro, lo que genera desajuste psicológico en muchas direcciones, por ejemplo: actuar por impulsos emocionales, amar con la mente o pensar con base en estímulos sentimentales. En este tema nos enfocaremos, de manera particular, en el centro mental. La “dimensión” de la mente humana es de una magnitud tan insignificante, en relación con la Mente universal, que visualmente podríamos compararla con el tamaño de la flama de una vela con respecto al fuego del Sol. Y en esa misma proporción tendríamos que ubicar también a la conciencia relativa del centro mental, en relación con la Conciencia absoluta del Ser universal; es por eso que los conceptos y las ideas humanas no son suficientes para alcanzar una comprensión profunda de los hechos, tal como son. La inteligencia que se dedica a las cosas materiales es insuficiente para entender cosas grandes. Para poder comprender esto hay que tener una inteligencia que vaya más allá de esas cosas y tenga mayor alcance. Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo