1. La educación en la "sociedad de la información"
Casi resulta una perogrullada decir que la educación, especialmente en los tramos que parten
de los doce años, se da en el contexto de la llamada "sociedad de la información". Algunos
datos de 2010 ("La sociedad de la información en España 2010", Fundación Telefónica (2010),
ed. Ariel):
• El 68,7% de los hogares tiene ordenador
• Nueve millones de viviendas familiares (el 64,2%) tiene acceso a Internet
• 26,9 millones de habitantes son internautas
• El 69,2% de los internautas accede a Internet a diario
• El 94% de los menores de 24 años son internautas
• La mitad de los internautas pertenecen a alguna red social e intercambian vídeos o
fotografía
Efectivamente, la expansión de Internet y los nuevos medios de comunicación ha producido
cambios fundamentales en las relaciones de la sociedad con la información: ha permitido que
cualquier usuario publique información, la comunique o contribuya a construirla, y, a la vez, ha
facilitado que también pueda acceder a cualquier información que otros hayan publicado,
comunicado o intercambiado. El resultado es que, cuando un ciudadano abre su explorador se
encuentra ante una enorme cantidad de informaciones que, además, carecen de orden (caos)
y cambian constantemente. Sí, muchas de esas informaciones son redundantes, pero eso lo
sabemos cuando las leemos o las vemos, y además muchas otras no las abriremos nunca,
serán siempre desconocidas. Seguramente, mientras estamos accediendo a una información,
se están publicando varias sobre el mismo tema, otras tantas se están modificando y muchas
están desapareciendo. En otro lugar decíamos "Podemos decir que hemos pasado de un
sistema de presentación de la información que utilizaba índices por materias o por autores a
otra en la que esta se yuxtapone en un inconmensurable puzzle que no tiene una imagen que
organice sus teselas. Internet puede parecer, siguiendo este símil, una enorme y creciente caja
en la que se acumulan un sin fin de pequeñas piezas de puzzle" (JAVIER VELILLA GIL,
"Problemas que presenta la incorporación de las TIC al trabajo en el aula. Algunos prejuicios y
muchos malentendidos" (2009) Comunicación en el V Congreso Internacional de Educared).
¿Cómo afecta esta nueva realidad a la educación? Tradicionalmente la institución escolar era
la encargada de transmitir la información que los alumnos debían saber, además de formar en
las destrezas necesarias para elaborar conocimiento a partir de esa información. La escuela
era, de esta manera, la autoridad que determinaba qué información era relevante, objetiva y
pertinente, y el alumno debía limitarse a acceder a ella. Los libros de texto y "los apuntes" eran
los vehículos principales de comunicación de la información, hasta que, terminados los
estudios universitarios, los alumnos realizaban su primer trabajo de investigación, que
consistía esencialmente en comenzar a buscar información y a elaborar conocimiento (una
tesis) a partir de ella. Fuera de la escuela también había información, pero siempre existía un
"consejo de redacción" o una institución que autorizaba la publicación de esa información. De
esta manera, cuando un alumno o un ciudadano quería acceder a cualquier información sabía
dónde buscarla: un centro escolar, una biblioteca, un periódico, una cadena de televisión, etc.
Dependiendo de las características de esa fuente de información, se podía encontrar el tipo de
información. Por otro lado, las fuentes de información eran limitadas: o se trataba de
instituciones públicas o de empresas, y este simple hecho reducía notablemente su número, ya
2. que tenían que tener una cierta capacidad económica para sostener las redes y los soportes
por las que se comunicaba esa información.
Hoy la realidad es otra: nuestros escolares habitan en ese mundo caótico de la información, y
la escuela es una fuente más de la misma. Para algunos escolares, los que aprecian el papel de
la escuela, es una fuente preeminente para los aprendizajes escolares, pero seguramente de
escasa relevancia para otros aprendizajes, que quizás tengan bastante relevancia para ellos.
Para otros escolares, que no tienen esa valoración de la escuela, esta es una fuente más de
información en medio de ese caos al que antes aludíamos. En uno y otro caso, el peso de la
institución escolar se está minimizando: para unos reduce su campo de acción a los
aprendizajes orientados a una carrera académica, para otros a ser una fuente que compite con
otras por captar su atención. Es en este punto en el que creemos que debe situarse el análisis
de los cambios que la progresiva penetración de la sociedad de la información está
ocasionando en el mundo escolar: ¿cómo enseñar en un contexto en el que el que enseña ya
no controla la información qué se enseña y con la qué se enseña? Para responder a esta
pregunta podemos elegir varios "manuales" y realizar alguna reflexión:
1. La ortodoxia educativa lo tiene claro: para formar a los alumnos lo mejor es volver a
los escenarios anteriores, dejando la sociedad de la información como un contexto de
diversión (cuando no de distracción) orientado al ocio y entretenimiento, pero no a la
auténtica educación. Esta opción tiene más defensores de lo que parece: muchos
profesores lo creen y muchos padres y algunos alumnos también: es bastante
frecuente encontrar a profesores, padres y alumnos que defienden la innovación, el
uso de nuevas tecnologías y nuevas didácticas, que tachan de reaccionarios a los
métodos expositivos tradicionales, etc. pero que luego, cuando tienen que matricular
a sus hijos en un centro educativo o cuando tienen que enseñar algo, acuden a los
centros más convencionales, en los que hay el "orden de siempre", o "se dejan de
pamplinas" y "explican un tema como dios manda".
2. La ortodoxia reformista, muy extendida en España, recurre a un par de tópicos: "el
profesor guía de los aprendizajes" (ya no dirige y controla el proceso, ahora en un
lazarillo que lleva de la mano al aprendiz por los intrincados itinerarios de su
formación) y "la construcción del conocimiento a partir de la información". Ambos
conceptos, junto con el del aprendizaje cooperativo, suelen servir para dar respuesta a
cuantas incertidumbres se puedan plantear. En el caso que estamos tratando,
tenemos al profesor que va a guiar al alumno por el proceloso mundo de la sociedad
de la información, enseñándole a buscarla, a tratarla y a construir, a partir de ella,
conocimiento. El problema es que este papel exige que el profesor disponga de una
cartografía de ese mundo de la información que tiene, como hemos apuntado, un
carácter caótico y cambiante, que la hace imposible. Cuando un profesor quiere guiar
a sus alumnos por el mundo de la información, lo primero que hace es limitar las
fuentes de información y desechar la inmensa mayor parte de la información: poner
orden en el caos. Digamos que deja el libro de texto tradicional, y construye otro
nuevo con capítulos de extraídos de diferentes libros e incluso crea capítulos con
materiales obtenidos de de distintos libros. El resultado no es, pues, que el alumno
acabe aprendiendo a navegar en el mundo de la información, sino que aprende unas
cuantas rutas. Nos cabe la duda de si realmente es posible, al menos a ciertas edades,
aprender a navegar en el mundo de la información, si unos y otros, la ortodoxia
educativa y la ortodoxia reformista, no consiguen, con diferentes métodos, que ese
alumno, dentro de unos años, cuando haya concluido su formación académica, ya
pueda enfrentarse al mundo de la información. No lo sabemos, pero lo que si sabemos
es que la mayor parte de los alumnos no acaban un grado universitario y que, de esta
manera, no conseguirán aprender a vivir en la sociedad de la información.
3. 3. Los "gurús" de la sociedad de la información. Se trata sobre todo de teóricos
anglosajones o afines (S. Downes, T. ARINA, A PICITELLI, etc.) que afirma la necesidad
de cambiar el paradigma educativo: la escuela ya no puede enseñar a construir
conocimiento como lo ha venido haciendo hasta ahora: partir de información, trabajar
sobre ella y, tras la aplicación de procesos formales pertinentes, elaborar
conocimiento. En la sociedad de información la escuela debe enseñar a vivir en la
información (S. Downes señalaba de forma muy ilustrativa que la educación consiste
en aprender a "surfear" por la información, a saber dejarse llevar por ella, a
aprovecharse de ella) ¿En qué consiste ese vivir en la información? Estos pensadores
parten de la imposibilidad de asignar valor de objetiva, relevante y pertinente a la
información en un escenario en el que esta está constantemente creciendo y
cambiando; de esta forma, es necesario asignar un valor relativo a esos mismos
valores, pero entonces ¿qué información tomamos como punto de partida? La
respuesta puede venir desde dos lados: la que la red (la mayoría ‐caso de los
buscadores‐ las redes sociales en las que me relaciono y comunico, etc.) acepta como
punto de partida o la que me resulta útil para resolver el problema que me ha llevado
a buscar esa información. En ambos casos, debemos fijarnos que el conocimiento
como algo de valor universal, con capacidad para poder interpretar de forma definitiva
los interrogantes que nos plantea la información, deja de existir, ahora se plantea
como objetivo de la educación el aprendizaje de destrezas que permitan construir
modelos de interpretación que adquieren su verificación en su propio uso: es
correcto aquello que nos permite dar respuestas exitosas a los problemas que se nos
plantea el mundo de la información, pero el mismo hecho de ser este cambiante y
caótico hace que esos modelos tengan un carácter subjetivo y temporal. “El
aprendizaje es conocimiento tácito, inefable, personal…”( S. DOWNES, en Beyond the
Classroom: From Virtual to Reality conferencia en el congreso Internet en el aula,
Madrid, 28 de junio de 2008, en: http://gabinetedeinformatica.net/wp15/ )
Recientemente, F. ARROYO ILERA (2010) señalaba "la revolución tecnológica y la globalización
condicionan que el saber "debe poder ser traducido en grandes cantidades de información"
porque de no ser así, será imposible su utilización. Ello conlleva una segunda conclusión: su
independencia de la persona, que se convierte en un mero usuario del conocimiento... En las
sociedades posindutriales ya no se persigue difundir valores en virtud de su valor formativo en
sí mismos, sino por la utilidad que pueden tener en situaciones concretas" ("Innovaciones
didácticas para la enseñanza de la Geografía ante los nuevos planteamientos metodológicos
derivados de la Convergencia Europea", en Geografía, Educación y Formación del profesorado
ante el marco del Espacio Europeo de Educación Superior, ed. M. J. Marrón Gaite y M.L. de
Lázaro y Torres). Nos parece muy interesante la introducción de ese concepto en el debate:
usuarios. Efectivamente, el planteamiento de este nuevo paradigma se está realizando en el
campo del debate intelectual, lo que no tendría más consecuencias que el propio debate, pero
también se está formulando de hecho: la propia sociedad de la información en su progresiva
penetración (libre y sin procesos formativos paralelos que la acompañen) va dejando una
huella ideológica que conduce a esa formulación y, por otro lado, la minimización del papel de
la escuela se está traduciendo en una pérdida de peso del conocimiento en la valoración social.
Vayamos por partes:
1. Información y conocimiento son conceptos distintos, pero que están tendiendo a
confundirse. Conocimiento es una construcción intelectual verificable de carácter
universal que permite interpretar correctamente y dar respuesta a los retos que se le
plantean al sujeto. Información es comunicación de datos, de un conjunto de datos o
del propio conocimiento. La sociedad de la información se forma a partir de la
4. multiplicación de las informaciones, de las publicaciones de opiniones, datos,
conocimientos, etc. pero esencialmente es eso: una multiplicación de publicaciones de
información ocasionada por la facilidad‐libertad de publicación. Precisamente, esa
libertad lleva emparejadas dos consecuencias: la multiplicación de la información no
significa que lo informado sea distinto, sino que se puede informar repetidamente de lo
mismo, y, por otro lado, que se puede informar de datos objetivos y de opiniones o de
interpretaciones de esos datos. Evidentemente, sin información no puede elaborarse
conocimiento, pero la información no es estrictamente conocimiento. Sucede que la
extraordinaria expansión de la "sociedad de la información" ha hecho que esta llegue en
una cantidad ingente a cualquier usuario que abra un explorador de la web o que se
introduzca en una red social, y esa "inundación" de información va dejando una
"huella" ideológica, una concepción no pensada pero con una gran capacidad para
incidir en las percepciones e interpretaciones que hacemos de la realidad, en la que
cantidad de información se asimila con conocimiento. No es extraño porque es el
reflejo de cómo la información se presenta en la Red: como un conjunto de
yuxtaposiciones articuladas únicamente por el azar, o por el "hilo" de un foro, o por los
intereses que han conducido a coincidir a varios miembros en una red social, pero no
por los propios contenidos de la información. Esta idea de yuxtaposición o de suma de
información se está reflejando en la forma de construir los discursos comunicativos e,
incluso, en la propia forma en la que se construyen las elaboraciones formales del
pensamiento, que ahora se plantean como una suma de informaciones, como un
conjunto escasamente articulado de informaciones. El "copiar y pegar" está ganando
terreno en detrimento del discurso lógico.
Por otro lado, esa geografía caótica de la información está dando lugar a nuevas formas
de búsqueda y selección de la misma. Naturalmente, buscar y seleccionar información
para encontrar aquella que es objetiva, relevante y pertinente requiere que
previamente hayamos adquirido conocimiento, un modelo de interpretación (desde el
que se implementen unas destrezas), además de un conjunto de valores en los que se
fundamente la decisión de aceptar o rechazar informaciones, pero, si damos por
sentado que el conocimiento es la propia información (el citado S. Downes señalaba: “en
épocas anteriores el conocimiento estaba en la red: el conocimiento, hoy, es la red”, en
The Reality of Virtual Learning, conferencia impartida en Ontario, el 30 de enero de
2008, se encuentra en Stephen´s web:
http://www.downes.ca/archive/08/01_30_news_OLDaily.htm) ¿qué criterios puede
utilizar el usuario de esa información para seleccionarla? Esencialmente dos que están
muy emparentados: la cantidad de aceptaciones que esa información ha tenido (que
puede medirse por la cantidad de enlaces que tiene o por la cantidad de accesos que ha
recibido), que es el criterio que, al final, adoptan los buscadores, como Yahoo o Google,
o la inclusión de esa información en las redes sociales en las que el usuario participa.
Ambas formas de asignar valor tienen que ver con la aceptación social de la información,
y con la del propio usuario en las redes formales o informales que se generan en el seno
de Internet. Desde esta perspectiva, se considera como válida y relevante la información
que los demás (la mayoría) han considerado como tal, y el usuario de la misma pasa a
identificarse con ese grupo que está realizando estas asignaciones de valor.
2. Creadores de conocimiento y usuarios de la información. El problema es que estos
discursos conducen a una realidad no prevista por ellos: algunas personas y grupos
sociales sí que producen conocimiento. La Ciencia no ha dejado de existir, como no lo
ha hecho la Literatura, el Arte, la Tecnología, o la propia investigación, el conocimiento
sigue generándose, e incluso la Red informa de él. Es cierto que limando las abruptas
aristas de la dificultad que supone el rigor, formulando informaciones "mass‐media".
5. Solamente algunas páginas web y algunas redes sociales exclusivas acogen información
fideligna de los procesos de construcción del conocimiento que se están produciendo, y
se trata de páginas y redes que sólo son utilizadas por los creadores de ese
conocimiento. También es cierto que cada día más instituciones oficiales están haciendo
públicas en la Red sus bases de datos, sus publicaciones, etc. Pero es que Internet es
neutral: acepta cualquier publicación, el problema es de los que buscan la información.
En este sentido, M. CASTELL señala así “en Internet podemos distinguir dos tipos de
geografía: la de los usuarios… y la de los proveedores de contenido… que es donde
están las personas con la información y el conocimiento necesario…” (en "Internet y la
sociedad en red", en Lección inaugural del programa de doctorado sobre la sociedad de
la información y el conocimiento, Barcelona (2001) UOC). Ciertamente se trata de eso: la
confusión de los conceptos información y conocimiento está generando una nueva
forma de división social: la mayoría, los usuarios, cada día más lejos del conocimiento
aunque más informados, y los creadores de conocimiento, cada día más distanciados
de los usuarios y con mayor capacidad para controlar los centros de decisiones.
¿Y el profesor qué puede hacer? Creemos que, en primer lugar, establecer un postulado: debe
enseñar a crear conocimiento. Dejando a un lado los debates sobre si debe enseñar
conocimientos para que el alumno aprenda a crearlos o si debe ir creándolos para que el
alumno los aprenda y adquiera las destrezas para hacerlo, lo importante es diferenciar
netamente información y conocimiento, y asignar a cada uno de estos conceptos el lugar que
le corresponde. En este sentido, no cuesta mucho deducir que la tarea de enseñar se debe
aproximar a algo que podríamos definir cómo enseñar a construir conocimiento en el
contexto de la sociedad de la información, conseguir que el alumno aprenda las destrezas
necesarias para buscar y seleccionar informaciones, pero también que aprenda a
trascenderlas, que adquiera competencia para formar los esquemas y conceptos intelectuales
que posibilitan la comprensión del contexto y capacitan para dar respuestas adecuadas a los
retos que este le plantea. Por ello, pensamos, las concepciones didácticas que abordan el
problema exclusivamente con estrategias sobre búsqueda y selección de la información son
incompletas y no suelen permitir al alumno alejarse de la posición de "usuario", es necesario
también introducir en el aprendizaje contenidos orientados a dotar a los alumnos de
capacidades para el análisis, la modelización, y todos aquellos procesos intelectuales que se
hallan en el paso de la información al conocimiento.
De momento, en este trabajo de investigación vamos a intentar medir, entre otras cosas:
• La incidencia que el trabajo escolar con técnicas de búsqueda y selección de la
información en Internet tiene sobre las destrezas que el alumno tiene al respecto.
• Los impactos que la pertenencia a redes sociales virtuales tiene sobre la asignación de
valor a la información.
• Las relaciones que existen entre la asunción del rol de usuario en el acceso a Internet y
la construcción de discursos difusos y desordenados, en los que el conocimiento se
confunde con la yuxtaposición de informaciones.
Queda mucho por hacer, pero ahora, cuando la enseñanza secundaria se está introduciendo
en el Proyecto Escuela 2.0, que pretende ser su inmersión en esa "sociedad de la información",
creemos que es necesario un debate sobre qué es lo que se va a buscar, qué es lo que se
quiere hacer. De este debate seguramente no surgirá una respuesta unánime ni un discurso
definitivo sobre la educación en ese nuevo contexto que ya hoy es irreversible, pero si servirá
para clarificar ideas y permitir el diseño de estrategias y didácticas que hagan fructífero el
trabajo con las herramientas de ese proyecto.