2. De las fuentes que nos han conservado y transmitido este mito, es el relato de Ovidio el más extenso y detallado y el que más influencia ha tenido en la literatura posterior, concretamente en la española, aunque contaminado a veces con otras fuentes. Existen además otros autores: Partenio de Nicea, Pausanias…
3. Apolo es un dios que pertenece a la tercera generación de los Olímpicos. Es hijo de Zeus y Leto y hermano de la diosa Ártemis.
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5. En Delfos, Apolo mató con sus flechas a una gran serpiente, llamada Pitón. Ésta estaba encargada de proteger un antiguo oráculo de Temis, pero se entregaba a toda clase de desmanes en el país, enturbiando los manantiales y los arroyos, robando los ganados y los aldeanos, asolando la fértil llanura de Crisa y asustando a las Ninfas. Este monstruo había surgido de la tierra tras el diluvio. Apolo liberó al país de la alimaña, pero en recuerdo de su hazaña, fundó en su honor unos juegos fúnebres, que se llamaron Juegos Píticos, celebrados en Delfos cada cuatro años. En dichos juegos los participantes que resultaban vencedores recibían una corona de hojas de encina, puesto que todavía no existía el laurel. Así pues, Ovidio relata la fábula de Dafne como explicación etiológica del uso de esta planta como premio en los juegos Píticos.
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7. Después, Apolo se apoderó del oráculo de Temis y consagró un trípode en el santuario. El trípode es uno de los emblemas de Apolo, y, sentada sobre él, la Pitia pronunciaba sus oráculos.
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9. En los oráculos la Pitia entraba en trance, al ser poseída por el dios, que daba respuestas por boca de la mujer. Uno de los oráculos más famosos es el que le dio a Querofonte, al preguntarle éste ¿cuál era el hombre más sabio de la Tierra? El dios contestó: Sócrates.
10. Se representa a Apolo como un dios muy hermoso, alto y notable especialmente por sus largos bucles negros de reflejos azulados, como los pétalos del pensamiento. No es de extrañar que tuviese numerosos amoríos con Ninfas y con mortales. Algunas fueron: Dafne, Cirene, Castalia, Talía, Urania, Hécuba y Casandra.
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12. Sin embargo, Apolo no limitó sus amores a las mujeres; también amó a muchachos. Los más célebres son los héroes Jacinto (el Discóbolo) y Cipáriso. Jacinto murió al ser golpeado por el dios con un disco involuntariamente. Apolo, afligido por la muerte, creó de la sangre de Jacinto la flor del jacinto. Cipáriso se convirtió en un ciprés.
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14. El amor de Apolo hacia Dafne tiene su origen en una venganza de Eros. Apolo, estaba tan orgulloso de su victoria sobre Pitón que, al ver aparecer por allí a Eros armado con flechas, se ofendió y le regañó diciendo que no le cuadraba llevar tales armas. El dios del amor le respondió sacando dos flechas de su aljaba. Con una de oro (producía amor), disparó a Apolo y con una de plomo (ahuyentaba el amor), a Dafne. De este modo en ambos se produjeron sentimientos contrarios.
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16. Dafne era una ninfa amante de las selvas, cazadora émula de Ártemis; como ella, rehuía del amor. Su padre le había concedido el don de permanecer siempre virgen, como hizo Zeus con Ártemis.
17. Así, Apolo amó a la ninfa Dafne, hija del dios río Peneo, en Tesalia. Apolo ardió de amor y contempló con admiración su inculta belleza: sus desaliñados cabellos, sus brillantes ojos, su boca, sus dedos, sus manos y brazos, e imaginó otras bellezas ocultas.
18. La ninfa no correspondió a sus deseos y huyó a las montañas. No obstante, Apolo trató de impedírselo y comenzó así un largo elogio que hizo de sí mismo. Le hizo saber a Dafne que era un dios, adorado en distintos santuarios, conocedor de presente, pasado y futuro, señor del canto con la lira, infalible lanzador de flechas (aunque reconoció aquí el poder de Eros, cuya flecha le había causado una grave herida) e inventor de la medicina aunque sus propias artes no podían sanarlo de la enfermedad que le había ocasionado el Amor. Pero la ninfa seguía huyendo y la carrera la hacía aún más hermosa.
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20. La ninfa huía como la cordera del lobo, la cierva del león; las palomas del águila. Apolo, se preocupaba de que pudiera caer o de que las zarzas hiriesen sus pies.
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22. Como el dios la perseguía, cuando estaba a punto de ser alcanzada dirigió una plegaria a su padre, suplicándole que la metamorfosease para permitirle escapar a los brazos del dios. Su padre aceptó y la transformó en laurel (en griego, δάφνη).
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26. Su cuerpo se vio envuelto por una fina corteza, sus cabellos se transformaron en hojas, sus brazos en ramas, sus píes quedaron fijos convertidos en raíces y su cabeza en la copa de un árbol.
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28. Apolo la alcanzó en el momento de la metamorfosis y, abrazándola, besó la madera que todavía parecía rehuirlo.
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30. Al alcanzar Apolo a Dafne, ya metamorfoseada en laurel, pronunció unas palabras finales en las que otorgaba a este árbol varios honores y privilegios. En primer lugar, ya que no podía tenerla como mujer, escogió él laurel como árbol para que adornara su cabellera, su cítara y su carcaj. También, del mismo modo que los cabellos del dios permanecían siempre jóvenes, el laurel tendría hojas perennes.
31. Este mito ha sido fuente de inspiración a lo largo de la historia de la literatura y se ha empleado como símbolo de amor no correspondido. Un ejemplo de ello es el Soneto XIII del poeta renacentista Garcilaso de la Vega.
32. Soneto XIII A Dafne ya los brazos le crecían, y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que al oro oscurecían. De áspera corteza se cubría los tiernos miembros, que aún balbuciendo estaban; los blancos pies en tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían. Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía el árbol que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño! Que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba! Garcilaso de la Vega