La ciudad dormía tranquilamente bajo la luz de la luna. En una pequeña taberna cerca del puerto, los marineros bebían y celebraban después de un día de trabajo. Una sombra misteriosa entró en la taberna. Era un hombre fuerte con una larga barba y ojos verdes, que pidió cerveza y comida. Tras leer una carta en silencio, se alojó en la taberna por cuatro monedas, despertando la curiosidad del posadero sobre su identidad.
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1. La ciudad estaba dormida. La noche reinaba en toda la urbe, creando una la gente, que bebía y disfrutaba de un agradable descanso, después de la pesca
atmósfera de paz y tranquilidad. Todo estaba en silencio, roto únicamente por y las faenas del mar.
el ulular del viento, por los viejos barcos de pesca y el graznido de las gaviotas. La luz en el interior de la taberna permitió vislumbrar la extraña silueta de la
Había en la ciudad una pequeña taberna cercana al puerto. No era gran cosa en sombra, dando a conocer una figura masculina. Era un hombre de constitución
comparación con las tabernas de los puertos de otras ciudades, más lujosos y fuerte, con una larga barba negra, el pelo liso y oscuro, con unos ojos verdes
acogedores para barcos y navegantes. brillantes como esmeraldas, vestido con un traje negro ajustado y con capucha,
Simplemente era un edificio más del puerto, pero resaltaba por el dibujo de un que marcaba su ancha espalda y todos sus músculos. El hombre se dirigió al
dragón marino en la puerta de color verde. El dragón era de color plateado. La mostrador.
luz de la luna se reflejaba en las escamas del dibujo, haciendo que éste brillase, La música había dejado de sonar. El posadero se quedó mudo, al igual que el
pareciendo un cuchillo afilado que rasgaba la oscuridad de la noche. Aquel era, resto de la gente, que se preguntaba por el extraño personaje que acaba de
sin duda, un lugar especial, donde sólo se encontraba el mejor vino de toda la aparecer.
ciudad y donde se hallaban alojada gente privilegiada, que poseía ricos Recuperado del susto, el posadero se dirigió al resto de la gente y estalló en
negocios y se dedicaban al comercio marítimo. carcajadas. La gente se empezó a reír también, y, en pocos segundos, había
Una sombra había estado observando la taberna desde la oscuridad. La noche retronado el ambiente de fiesta en la taberna. El extraño, sin quitarse la
era tan oscura que no permitía verle el rostro, pero sus grandes ojos verdes capucha, pudo observar claramente al posadero.
brillaban como las esmeraldas recién sacadas de las minas. La sombra se Era un hombre cerbatana, de constitución delgada, seco de carnes, excepto su
dirigió con paso veloz a la taberna. Se la podía oír jadear por el cansancio y la larga nariz y la barba negra como el carbón y muy poblada, como si de un
fatiga, y también por el ruido que generaban las pisadas de sus pesadas botas al bosque de robles se tratara. Sus ojos de halcón le permitían observar con
chapotear el lodo que cubría las piedras de las calzadas del puerto. Llegó a la detenimiento toda la taberna. Pero, en ese momento, su mirada se dirigía al
puerta de la taberna, y tomó aire. Resopló, con desdén. Respiraba rápidamente extraño personaje que acaba de entrar en ella. El extraño se sentó en un
y jadeaba. taburete junto a una mesa de sólido roble.
Cuando notó que su cuerpo respondía mejor a las órdenes de su cerebro, abrió El posadero se dirigió para pedirle nota. Buenas noches tenga Vuestra
la pesada puerta, que separaba el ambiente monótono del exterior y el jolgorio Merced saludó. Buenas noches respondió escuetamente. Su voz era grave y
de la taberna, y entró. Dentro, el ambiente era agradable y festivo. La cerveza y profunda, parecida a la hablada por los bárbaros del Este. ¿Queréis tomar
el vino corrían de boca en boca, que, junto a la musiquilla de los violines y las algo? preguntó el tabernero. Una jarra de cerveza ordenó. El posadero se
flautas, generaba un ambiente de embriaguez y borrachera. Había varios dirigió al mostrador para abrir un gran barril de cerveza, que estaba detrás de
clientes. La mayoría, marineros. Sus rostros reflejaban el cansancio después de él. Tomó una jarra de madera, revestida de hierro, y vertió la cerveza en ella
un largo día de faena, disimulados por el alcohol de la bebida y el jolgorio ahí hasta llenarla por completo.
creado.
Mientras, el desconocido había sacado de su bolsillo una especie de carta,
Algunos de ellos, cantaban esta canción: “Alza tu cerveza en esta vieja taberna escrita en la lengua de los sabios, que terminaba de esta manera: Alea jacta
deja tus preocupaciones afuera y vente a la verbena. El hombre salió un día del estuvo leyendo la carta varias veces. Sus ojos recorrían con rapidez el pequeño
campo atravesó los muros de la ciudad mientras su corazón aguardaba a la mar trozo de pergamino, moviéndose, inquietos y atentos. Tras leer la carta, la
luchemos, hermanos, por nuestros sueños ven y brindemos por ellos lucha por guardó, y se quedó un largo rato en silencio, sin hablar y sin moverse, salvo
ti y vive por ti hazlo acordándote de mí”, desde fuera, se podía oír el bullicio de para santiguarse. Era una actitud extraña, pero, a su vez, respetable en ámbitos