Por Lic. Froilán Chuquizuta
¿Por qué será este niño así? ¿Dónde habrá visto mi hijo hacer ese berrinche? ¿Por qué los útiles escolares de mi hijo deben hacer juego con su personaje de la TV?. Ud. Se ha hecho estas preguntas, o las ha escuchado, y tras reflexionar un rato, tal vez hasta haya coincidido con el siguiente punto de vista, sobre la influencia y patrones de conducta, que cierta programación televisiva, principalmente de cable, tiene sobre los niños.
1. La TV : La “Nana” que malcría y comercia
Por : Lic. Froilán Chuquizuta Santamaría
Docente de Producción Televisiva – FACCOM UDCH
¿Por qué será este niño así? ¿Dónde habrá visto mi hijo hacer ese berrinche? ¿Por qué los
útiles escolares de mi hijo deben hacer juego con su personaje de la TV?. Ud. Se ha hecho
estas preguntas, o las ha escuchado, y tras reflexionar un rato, tal vez hasta haya coincidido
con el siguiente punto de vista, sobre la influencia y patrones de conducta, que cierta
programación televisiva, principalmente de cable, tiene sobre los niños.
Definitivamente, el contenido de la programación infantil por cable, está hecho
principalmente para la “distracción”, para el “entretenimiento”, para que la fantasía de
nuestros hijos vuele sin límites. Son escasos los programas para niños que brinden
orientación o les enseñe jugando. Y muchos de los casos y temas que se tocan, no
corresponden a esta patria o región, por ello, nuestras nuevas generaciones crecen
anhelando conocer tierras que no son las nuestras, y así se quebranta la identidad cultural.
Es como si las firmas comerciales y transnacionales, propietarias de marcas, productos y
servicios, nos hayan puesto en casa a la “nana” televisión, y los padres confiados, sumidos
en el trabajo para darle “lo mejor” a sus niños, gustosos fueran cómplices sin querer. En
Lima, por más de dos horas, el 60% de los niños, ven televisión todos los días, según un
estudio de IPSOS Apoyo sobre Perfil del Niño, en el 2009. En Lambayeque, aún no hay
estudios sobre el particular.
Resulta que los programas y personajes del cable, saltaron a nuestros supermercados, y
ahora adornan mochilas, maletines, loncheras, tapers, ropa deportiva, y por supuesto los
niños son los primeros en enterarse gracias a la “nana” Televisión, así que el anhelo de
miles de niños por tenerlos, se convierte en el reto de los padres por complacerlos, y esto
representa un negocio redondo de merchandising, que al final está detrás de esta
aparentemente inocente programación televisiva.
Este fenómeno no es de ahora, pero la magia animada de los dibujos en la TV por cable,
son ahora una vorágine que aviva un insensible consumismo, que lleva a los pequeños a
cuestionar a sus padres el valor funcional de sus útiles escolares, simplemente porque no
llevan el personaje de su preferencia, o peor, los papás terminan aceptando que es así. Al
final, se llevarán a casa un producto “made in Asia”, corriente, probablemente de material
reciclado, pero por el decorado tienen un costo de capricho. ¿Qué no? Vea cómo se
descascara a las dos semanas de uso…o menos.
¿Qué hacer nosotros mismos? Claro, porque el Estado, bien gracias. Hay que administrar el
tiempo y tipo de programación que disfrutan nuestros niños. Olvídese del televisor en el
cuarto del pequeño. Ese es un patrón salido de la misma pantalla, no le está quitando
dignidad ni nada vital a su hijo, así que tranquilo y lleve el aparato a un espacio donde la
familia comparte y los padres guían. Explíquele por qué hace eso, si es necesario, hágalo
las veces que sean necesarias. Si tiene cable, enséñele a su hijo los programas educativos
y de documentales entretenidos, que los hay, que son más reales y útiles. Claro que esto
tomará algo de su tiempo, de su dedicación, caso contrario, la “nana” televisión ganará la
batalla.
No es intención satanizar nada, pero incidimos en la TV por cable, porque un gran
porcentaje de la población lo tienen, conexión pirata tal vez pero la tienen. El autor sólo
quiere llamar la atención, sobre los efectos de ciertos programas televisivos en nuestra
subconsciencia, valiéndose de la inocencia y fantasía propia de nuestros hijos pequeños,
que ha ido generando patrones de conducta inapropiados. Por eso, es importante escoger la
programación, para despedir a esa “nana” que malcría y comercia.