El documento resume el periodo de la historia de España conocido como el Sexenio Democrático (1866-1874). Tras una serie de crisis económicas y políticas durante el reinado de Isabel II, se produjo la Revolución de 1868 que puso fin a su monarquía. Se estableció un gobierno provisional y se redactó una nueva constitución en 1869 que estableció la monarquía democrática. Sin embargo, el nuevo rey Amadeo I tuvo dificultades para gobernar debido a la oposición de facciones como los
1. Tema IV
EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1866 – 1874)
1.- LAS CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN
En el último período del reinado de Isabel II, de 1863 a 1868, se produjeron una serie de crisis
económicas y políticas que mostraban las deficiencias del sistema liberal y la debilidad de la economía
capitalista en España.
1.1.- LA CRISIS ECONÓMICA
Desde 1866 se hizo patente el inicio de una crisis financiera e industrial, que coincidió con una crisis
de subsistencias que afectó a las clases populares.
La crisis financiera, provocada por la caída del valor de las acciones en Bolsa a raíz de la crisis de los
ferrocarriles. Pues al comenzar a explotar las líneas de transporte de pasajeros, su rendimiento
económico fue menor del esperado. El escaso desarrollo industrial español no fue suficiente para que el
transporte de mercancías y viajeros tuviese una gran demanda, y el valor de las acciones se desplomó.
Los inversores exigieron subvenciones al gobierno, pero este carecía de fondos y no podía pedir
préstamos, ya que las cotizaciones de la deuda pública también se habían desplomado.
La crisis financiera coincidió con una crisis industrial, en Cataluña la industria textil, que se abastecía
de algodón importado de Estados Unidos encarecido por la Guerra de Secesión (1861 – 1865), se hunde
al no poder afrontar el alza de los precios, ni la caída del consumo debida a la crisis económica general.
La crisis de subsistencias se inicio en 1866 por una serie de malas cosechas que provocan la escasez
de trigo y la subida de los precios de los productos básicos para la alimentación (pan, arroz, etc.). En el
campo, el hambre dio lugar a un clima de violencia social. En las ciudades, la consecuencia fue una
oleada de paro que provocó un descenso del nivel de vida de las clases trabajadoras.
1.2.- EL DETERIORO POLÍTICO
En 1866, tras la revuelta de los sargentos del cuartel de San Gil y de su represión O’Donnell fue
apartado del gobierno por la reina, pero los siguientes gabinetes moderados (Narváez, González Bravo)
continuaron gobernando por decreto e hicieron oídos sordos a los problemas del país.
Ante la imposibilidad de acceder al poder los progresistas, dirigidos por Prim, se negó a participar en
las elecciones y defendió la conspiración para poder gobernar. En la misma posición se situaban los
demócratas, de tal manera que ambos partidos firmaron el Pacto de Ostende en 1867, para acabar con
el gobierno moderado. El compromiso proponía el fin de la monarquía de Isabel II y dejaba la decisión
sobre la forma de gobierno a unas Cortes constituyentes que serían elegidas por sufragio universal tras
el triunfo del movimiento insurreccional. Al pacto se adhieren, posteriormente, los unionistas tras la
muerte de O’Donnell. Los unionistas (Serrano) aportaron una buena parte de la cúspide del ejército.
2.- LA REVOLUCIÓN DE SEPTIEMBRE DE 1868
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2. 2.1.- LA REVOLUCIÓN DEL 68 Y EL GOBIERNO PROVISIONAL
El 19 de septiembre de 1868, la escuadra de Cádiz, al mando del brigadier Topete, protagonizó un
alzamiento militar contra Isabel II. Prim, exiliado en Londres, y Serrano, desterrado en Canarias, se
reunieron con los sublevados y avanzaron hacia Madrid.
El gobierno de Isabel II envió un ejército contra los sublevados. Ambos ejércitos se encontraron en el
Puente de Alcolea (Córdoba), el 28 de septiembre, se libró una batalla que dio la victoria a los
sublevados. El gobierno dimitió y la reina se exilio.
Además, en la revolución tuvieron un gran protagonismo las fuerzas populares urbanas dirigidas por
progresistas, demócratas y republicanos. En muchas ciudades (Sevilla, Córdoba, etc.) se formaron
Juntas revolucionarias, que organizaron el levantamiento.
En los primeros días de octubre, tras entrar en Madrid, los sublevados propusieron a la Junta
revolucionaria de la capital el nombramiento de un Gobierno provisional. El general Serrano fue
proclamado regente y el general Prim, presidente de un gobierno integrado por progresistas y
unionistas. El nuevo ejecutivo ordenó disolver las Juntas y desarmar a la Milicia Nacional.
2.2.- LA CONSTITUCIÓN DE 1869 Y LA REGENCIA
El gobierno provisional convocó elecciones a Cortes constituyentes, celebradas en enero de 1869,
fueron las primeras con sufragio universal masculino, dieron la victoria a la coalición gubernamental
(progresistas, unionistas y demócratas) partidarios de una monarquía como forma de gobierno, pero
también aparecen en la Cámara carlistas y republicanos. Las Cortes se reúnen en febrero y crearon una
comisión parlamentaria para redactar una Constitución, que se aprobaría el 1 de junio de 1869.
La Constitución de 1869, la primera democrática de España, reconocía los derechos de
manifestación, reunión y asociación, la libertad de enseñanza, la igualdad para obtener empleo, la
libertad de profesar de manera pública o privada cualquier religión. También proclamaba la soberanía
nacional. El Estado se declaraba monárquico, pero el poder legislativo reside en las Cortes, que se
componen de un Congreso y un Senado.
2.3.- EL INTENTO DE RENOVACIÓN ECONÓMICA
Uno de los objetivos de la “Gloriosa”, revolución de 1868, era reorientar la política económica. Se
pretendía defender los intereses económicos de la burguesía nacional y de los inversores extranjeros. El
ministro de Hacienda, Laureano Figuerola, suprimió la contribución de consumos, aunque se
restablecen a nivel local en 1870, introdujo la contribución personal, que gravaba a todos los
ciudadanos según sus rentas. Otro decreto estableció la peseta como unidad monetaria.
Pero el problema más grave era el caótico estado de la Hacienda española. La deuda pública era
enorme. Además, la crisis de los ferrocarriles sólo parecía tener solución subvencionando a las
compañías ferroviarias. Todo esto se pretendió solucionar con la Ley de Minas de 1871. Con los
ingresos obtenidos de la llamada desamortización del subsuelo, se hizo frente a la devolución de los
prestamos.
La acción económica fue la liberalización de los intercambios exteriores, aprobada en julio de 1869
por la Ley de Bases Arancelarias, que ponía fin a la protección de la economía española. Esta medida
contó con la oposición de los industriales algodoneros catalanes y de los cerealistas del interior.
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3. 2.4.- LA FRUSTRACIÓN DE LAS ASPIRACIONES POPULARES
La Constitución de 1869 consolidó un régimen político basado en los principios liberales y
democráticos. La forma de gobierno monárquica disgustó a los que aspiraban a establecer una
república, el mantenimiento del clero y del culto desagradaba a sectores radicales y la persistencia de
las desigualdades sociales no gustaba a campesinos, jornaleros y trabajadores de fábrica, que no veían
mejorar su situación.
Durante la regencia (1869 – 1870) hubo una fuerte conflictividad social. El campesinado,
esencialmente andaluz y extremeño, demandaba un mejor reparto de la tierra, mientras en las
ciudades se protestaba contra los consumos, las quintas y el aumento de los precios. El movimiento
obrero se radicalizó en demanda de la mejora de los salarios y de trabajo.
Los republicanos encarnaron ese descontento, pero el fracaso de sus insurrecciones y la
imposibilidad de conseguir por la vía parlamentaria y política los objetivos populares condujeron a que
la mayoría de estos sectores se inclinasen hacia posiciones más radicales y apolíticas
(internacionalismo). Estas ideas internacionalistas llegaron a España a partir de 1868. La expansión de
las ideas vinculadas a la Primera Internacional (anarquismo y socialismo) abrió una nueva etapa y
condujo a la organización del proletariado y del campesinado alrededor de las nuevas organizaciones de
clase, alejadas de los partidos clásicos.
3.- LAS FUERZAS POLÍTICAS: EL AUGE DEL REPUBLICANISMO
3.1- EL NUEVO PANORAMA POLÍTICO
A partir de 1868, el panorama político estaba dominado por cuatro tendencias. En la derecha los
carlistas, que aceptaban por primera vez el juego parlamentario y se presentaban a las elecciones con
un programa que defendía el catolicismo y la monarquía tradicional. Los moderados fieles a Isabel II
que reclamaban su vuelta al trono, tenían el apoyo de la burguesía agraria.
En el centro la conjunción monárquico – democrática, que agrupaba a los unionistas (Ríos
Rosas), progresistas (en torno a Prim, Sagasta y Ruiz Zorrilla) y monárquicos demócratas. Defendían un
gobierno monárquico subordinado a la soberanía nacional y respeto a las libertades públicas. Contaban
con el apoyo de la burguesía financiera e industrial, de las clases medias urbanas, del ejército,
intelectuales y profesionales liberales.
A la izquierda se situaba el Partido Republicano Federal, surgido de una escisión del Partido
Demócrata en 1868, dirigido por Pi y Margall y Figueras. Propugnaban un sistema de pactos entre los
pueblos o regiones históricas para formar un Estado Federal. Defendían la república, la separación de la
Iglesia y del Estado, se oponía a la intervención del ejército en la política, etc. En su seno había dos
tendencias: los benévolos, de Pi y Margall, partidarios de la legalidad. Y los intransigentes, dirigidos por
Orense, que apoyaban la insurrección popular para proclamar la república federal y propugnaban que
los distintos territorios podían declararse independientes para después pactar libremente su unión a
una república federal.
Un sector de los republicanos, encabezados por Castelar, los unitarios, defendían una república
unitaria.
3.2.- EL REPUBLICANISMO FEDERAL
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4. El auge del republicanismo fue debido al descontento popular porque las reformas progresistas y
demócratas no se llevaban a cabo. El republicanismo parecía la posición política que más se preocupaba
por los trabajadores.
En la revolución de 1868 se plantearon reivindicaciones sociales para solucionar problemas como las
condiciones laborales, los salarios y el reparto de tierras. Los primeros levantamientos se produjeron en
Cádiz, en diciembre de 1868. Al año siguiente tuvieron lugar en Málaga, Sevilla, Valencia, etc. En todos
ellos, junto a las demandas de proclamación de la república y a la oposición a una reimplantación de la
monarquía, se expresaron reivindicaciones sociales.
En mayo de 1869, los republicanos federales de casi toda España pactaron para provocar
levantamientos, y en junio constituyeron en Madrid un Consejo Federal provisional. El general Prim
tuvo que recurrir al ejército para contener los levantamientos. A finales de octubre, el movimiento
republicano federal fue derrotado. Pero en los años siguientes volvieron a reproducirse las
insurrecciones.
4.- EL REINADO DE AMADEO DE SABOYA (1871 – 1873)
La Constitución de 1869 establecía, como forma de gobierno, una monarquía democrática, por
tanto, la principal tarea institucional consistió en encontrar un monarca.
4.1.- UN MONARCA PARA UN RÉGIMEN DEMOCRÁTICO
Prim fue el encargado de establecer un concurso internacional para ocupar el trono de España. El
rechazo de la dinastía portuguesa (Fernando de Portugal) y de la oposición de Francia al pretendiente
alemán (Leopoldo de Hohenzollern) limitaron las opciones. Consiguió imponerse la candidatura de
Amadeo de Saboya.
El nuevo monarca fue elegido rey de España por las Cortes en noviembre de 1870 y llegó al país por
el puerto de Cartagena el 30 de diciembre. Tres días antes Prim fue herido gravemente en un atentado,
en la calle del Turco (Madrid) y fallece. El 2 de enero de 1871, Amadeo de Saboya fue proclamado rey.
4.2.- LAS DIFICULTADES DE LA NUEVA DINASTÍA
La nueva monarquía contaba con el apoyo de progresistas y unionistas. Pero fue rechazado por la
aristocracia, el clero y las camarillas cortesanas de la época de Isabel II. Una parte del ejército también
lo rechazó. Se desencadenó el conflicto carlista y se inició la guerra de Cuba. Tampoco obtuvo el favor
popular.
Una vez establecido el sufragio universal y las libertades el nuevo rey pretendió consolidar un
régimen democrático. Pero su reinado estuvo marcado por los problemas económicos, el conflicto
carlista, la guerra cubana y las insurrecciones republicanas.
4.3.- UNA PERMANENTE INESTABILIDAD
Amadeo I contó con la oposición de los moderados que empezaron a organizar la restauración
borbónica en Alfonso, hijo de Isabel II. Cánovas del Castillo fue captando y convenciendo a unionistas y
progresistas de que la monarquía borbónica era una garantía de orden y estabilidad frente a la
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5. monarquía liberal de Amadeo I. Los moderados también contaban con el apoyo de la Iglesia y de la élite
del dinero.
Los carlistas se habían levantado como fuerza política. La llegada de Amadeo I les dio argumentos
para volver a la insurrección armada y, en 1872, una vez fallecida Isabel II, se sublevaron en nombre de
Carlos VII. La rebelión se inició en el País Vasco, Navarra y Cataluña. Mientras, otra facción del carlismo
se fue consolidando como una fuerza política ultracatólica y opuesta a la nueva monarquía.
Amadeo I tampoco contaba con el respaldo de los republicanos ni de los grupos populares que
daban apoyo y que aspiraban a cambiar el sistema social. En 1872, se produjeron nuevas insurrecciones
federalistas que fueron reprimidas.
Asimismo, en 1868, con el “grito de Yara”, se inició un conflicto en Cuba (Guerra de los Diez Años).
La insurrección dirigida por propietarios criollos contó con el apoyo popular al prometer el fin de la
esclavitud en la isla. Aunque el gobierno impulsó este proyecto y se mostró partidario de conceder
reformas políticas a la isla, la negativa de los sectores económicos españoles con intereses en Cuba
frustró la posibilidad de una solución pacífica al conflicto.
La crisis final del reinado de Amadeo I se debe a la desintegración de la coalición gubernamental
(unionistas, progresistas y demócratas). Así, en dos años se formaron seis gobiernos y hubo que
convocar elecciones tres veces. A partir de 1872, practicaba un total abstencionismo como forma de
presión política. Privado de todo apoyo, el 11 de febrero de 1873, Amadeo de Saboya presentó su
renuncia al trono y abandonó España.
5.- LA PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873 – 1874)
5.1.- LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA
Ante la renuncia de Amadeo I, las Cortes, depositarias de la soberanía nacional en ausencia de
monarca, decidieron someter a votación la proclamación de una república, que fue aprobada el 11 de
febrero de 1873. Para presidir el gobierno fue elegido Estanislao Figueras, republicano federal.
Gran parte de la cámara era monárquica, y su voto republicano fue una estrategia para ganar
tiempo y organizar el retorno de los Borbones al trono español. Así pues, la República nació con escasas
posibilidades de éxito, lo que se evidenció en el aislamiento internacional, sólo fue reconocida por
Estados Unidos y Suiza.
La República fue recibida con entusiasmo por las clases populares. Los federales ocuparon las
corporaciones de muchos municipios y constituyeron Juntas revolucionarias para desplazar de la
Administración a los monárquicos. En Andalucía se produjo un movimiento insurreccional que
pretendía dar solución al problema del reparto de tierras entre el campesinado. En las ciudades se
produjeron movilizaciones populares. Entre el movimiento obrero, especialmente en Cataluña, se
generalizaron las reivindicaciones a favor de la reducción de la jornada laboral, del aumento de salarios
y de la implantación del Estado federal. Sin embargo, gran parte de los dirigentes encargados de poner
en marcha la República, estaban lejos de las aspiraciones revolucionarias de las bases de su propio
partido. El interés de los dirigentes republicanos por respetar la legalidad se exteriorizó en la disolución
de las Juntas y en la represión de las revueltas populares. Se convocaron elecciones a Cortes
constituyentes que ganaron los republicanos.
5.2.- EL INTENTO DE INSTAURAR UNA REPUBLICA FEDERAL
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6. Las Cortes proclamaron la República Democrática Federal el 7 de junio de 1873. La presidencia
quedó en manos de Estanislao Figueras, pero dimitió al cabo de unos días y el gobierno pasó a
Francisco Pi y Margall. Su propósito era emprender grandes reformas: la elaboración de una
constitución federal, la separación de la Iglesia y del Estado, la concesión de la independencia a las
colonias, etc. Los pocos meses que duró la experiencia republicana no permitieron de esa legislación
reformista.
EL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN FEDERAL
En julio se presentó en las Cortes el proyecto de la nueva Constitución, pero no fue debatido ni
aprobado. La propuesta de la Constitución Republicana Federal de 1873 seguía la línea de la
Constitución de 1869 en relación a la implantación de la democracia y el reconocimiento de amplios
derechos y libertades.
El aspecto más novedoso era la estructura del Estado, establecía que la Nación española estaba
compuesta por diecisiete Estados, entre ellos Cuba, y declaraba que el poder emanaba de tres niveles:
municipios, Estados regionales y Estado Federal. Los Estados regionales tendrían autonomía económica,
administrativa y política, y elaborarían sus propias constituciones, compatibles con la del Estado
federal. El proyecto constitucional planteaba un Estado no centralista.
LOS CONFLICTOS ARMADOS
La Primera República tuvo que enfrentarse a graves problemas. Como la insurrección carlista. Que
pasó del enfrentamiento con unas partidas a un verdadero frente, con un ejército que pasó a dominar
los territorios tradicionalmente carlistas. Las tropas gubernamentales impidieron la extensión del
conflicto a las ciudades, pero fueron incapaces de acabar con él mismo y se prolongó hasta 1876.
También continuó la guerra en Cuba, las autoridades y funcionarios de la isla eran monárquicos y
actuaron al margen del gobierno republicano.
5.3.- LA SUBLEVACIÓN CANTONAL
La sublevación cantonal fue el conflicto más grave que se produjo en el período republicano. El
cantonalismo era un fenómeno complejo en el que se mezclaban las aspiraciones autonomistas
propiciadas por los republicanos federales intransigentes con las aspiraciones de revolución social
inspiradas en las nuevas ideas internacionales. La proclamación de cantones independientes, con sus
gobiernos autónomos y su propia legislación, fue la consecuencia de aplicar de forma radical y directa la
estructura federal desde abajo, impulsada, al mismo tiempo, por el deseo de avanzar en las reformas
sociales.
En las zonas con fuerte implantación republicana, la población, radicalizada por las aspiraciones
revolucionarias anarquistas, se alzaron en cantones independientes. A lo largo del mes de julio se
proclamaron los cantones de Cartagena, Sevilla, Cádiz, Granada, Málaga, Bailén, Andújar, etc. Los
protagonistas de los levantamientos cantonalistas eran un conglomerado social dirigido por los
federales intransigentes, decepcionados por el rumbo de los acontecimientos de la nueva República.
El presidente Pi y Margall se opuso a sofocar la revuelta por las armas y dimitió, siendo sustituido
por Nicolás Salmerón, quién inició una acción militar contra los cantones.
Salmerón dimite a principios de septiembre, incapaz de firmar las penas de muerte impuestas por la
autoridad militar contra los cantonalistas. La presidencia recayó en Emilio Castelar, republicano
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7. unitario. El nuevo ejecutivo intentó aplicar una política de autoridad y fuerza para controlar los
problemas. El 13 de septiembre, Castelar consiguió plenos poderes de las Cortes para organizar el
ejército, obtener un crédito y gobernar con el Parlamento cerrado, que se mantuvo así hasta el 2 de
enero de 1874.
5.4.- EL FIN DE LA EXPERIENCIA REPUBLICANA
Castelar no tenía la mayoría en las Cortes y había suspendido las sesiones parlamentarias y gobernó
autoritariamente, respaldando a los sectores más conservadores y concediendo amplias atribuciones a
los jefes militares para que mantuvieran el orden público. En diciembre de 1873, un sector de diputados
(Figueras, Pi y Margall y Salmerón) llegaron al acuerdo de plantear una moción de censura al gobierno
de Castelar para forzar su dimisión, cuando se reanudasen las sesiones de Cortes.
El 3 de enero de 1874 se abrieron las Cortes y el gobierno de Castelar fue derrotado. Al conocer este
hecho el capitán general de Castilla la Nueva, Manuel Pavía, exigió la disolución de las Cortes. Los
diputados se resistieron al principio pero, ante la invasión del hemiciclo por Pavía con fuerzas de la
Guardia Civil, abandonaron la Cámara (4/I/1874).
El poder pasó en los meses siguientes a una coalición de unionistas y progresistas encabezada por
Serrano, que intentó estabilizar un régimen republicano conservador. Pero la base social que podía
apoyar un proyecto de este tipo ya había optado por la vuelta del hijo de Isabel II, Alfonso XII.
El 29 de diciembre de 1874, el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto proclamó rey de
España a Alfonso XII. Anteriormente, Isabel II ya había abdicado en su hijo, y Cánovas del Castillo se
había convertido en el dirigente e ideólogo de la causa. El 1 de diciembre de 1874, el príncipe Alfonso
había firmado el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas del Castillo, que sintetizaba el
programa de la nueva monarquía Alfonsina, un régimen conservador y católico que garantizaría el
funcionamiento del sistema político liberal y restablecería la estabilidad política y el orden social.
[Leer] 6.- ANDALUCÍA: DEL REINADO DE Isabel II AL SEXENIO (1833 – 1874)
[Leer] 6.1.- ANDALUCÍA Y LA CONSTRUCCIÓN DEL RÉGIMEN LIBERAL (1833 – 1868)
[Leer] 6.2.- EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868 – 1874)
Hacer un breve resumen del punto 6.
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