2. Las Siete R del Consumidor
Ecológico
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Jessica Peña De la cruz
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LAS 7 ERRES DEL CONSUMIDOR ECOLÓGICO:
1. Reflexionar
2. Rechazar
3. Reducir
4. Reutilizar
5. Reciclar
6. Redistribuir
7. Reclamar
3. Las Siete R del Consumidor
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LAS 7 ERRES DEL CONSUMIDOR ECOLÓGICO:
Las personas, y no las marcas, somos la base del sistema económico y productivo.
Somos, a su vez, las principales responsables del impacto ambiental en el
planeta. Y lo sabemos bien. Por ello, nuestras decisiones de compra y de vida,
nuestros comportamientos individuales y colectivos como ciudadanos del mundo
cambian las tendencias del mercado, modifican el aprovechamiento que hacemos
de la naturaleza y, con ello, la relación del ser humano con el medio ambiente.
Muchas veces solo pensamos en el Reciclaje como la única acción
ambientalmente positiva dentro del ciclo de vida de los productos que
consumimos. Nada más lejos de la realidad: el proceso es muy largo y empieza en
un lugar muy cercano a nosotros, tan cercano que está dentro mismo de nuestra
cabeza: el cerebro. La Reflexión, la primera de las “7 Erres del Ciudadano
Ecológico” que recordamos aquí abajo con ayuda de la revista Consumer, es tan
o más importante que cualquier decisión ambiental en el ámbito de la macro-
política, y es tan solo el inicio de una serie de sencillisimas acciones que
podemos llevar a cabo individualmente para que nuestros hijos y nietos no nos
vean como la generación que lo tuvo todo y les dejó sin nada.
1. Reflexionar:
La información y la educación ambiental son claves para que
los ciudadanos podamos repensar nuestra manera de consumir,
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sabiendo de antemano que formamos parte de un todo
interrelacionado: la naturaleza. Decisiones coherentes con
esta postura podrían ser:
A. Preguntarse: ¿realmente necesito esto?
B. Elegir bienes y servicios ambientalmente comprometidos.
C. Caminar e ir en bicicleta siempre que se pueda en lugar de a motor, huyendo en lo posible
del uso de combustibles fósiles.
D. Comer alimentos cercanos (de Kilómetro Cero) y de temporada.
E. Vestir con fibras naturales, acudiendo incluso a tiendas de segunda mano, etc.
2. Rechazar:
Debemos intentar no comprar productos no reciclables, tóxicos o no biodegradables. Por
ejemplo, hay productos ecológicos para limpiar la casa, incluso los puedes fabricar tú misma.
Mirando las etiquetas y conociendo los símbolos de reciclaje sabremos si los materiales se
recuperarán al final de su vida útil o si, en su fabricación, consumen gran cantidad de
recursos forestales, hídricos, pesqueros, etc. Los sellos FSC, MSC, los productos ecológicos
y de comercio justo, etc., también nos aseguran el respeto a la sostenibilidad de los recursos
naturales y a los derechos de los trabajadores.
3. Reducir:
No hay que dejar de consumir, sino hacerlo con cabeza. Antes de hacerlo, hay que
preguntarse si es realmente necesario, aunque eso ya lo habremos hecho en nuestro
proceso de reflexión. Después, la ecuación es muy sencilla, y con ella ganamos todas:
Menos bienes consumidos = Menos gastos económicos = Menos consumo de recursos
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naturales = Más recursos para otras personas que los necesiten. ¿Cómo?
➢ Evitando empaquetados excesivos.
➢ Eligiendo tamaños grandes (con productos a granel o en paquetes amplios que podremos
cerrar con la clásica pinza, a veces tan olvidada).
➢ Disminuyendo el consumo de agua y de energía en nuestra casa.
➢ Reduciendo el consumo de carne, excesivo en países industrializados como el nuestro, y
aumentando la calidad del producto alimenticio que consumimos, normalmente
directamente proporcional a lo ambientalmente respetuosa que es su producción.
¿Sabemos realmente cuánta agua y energía, cuánto combustible, cuántos productos
químicos se utilizan en la crianza de una vaca?
4. Reutilizar:
Es básicamente posicionarse en contra de los productos de usar y tirar y hacer lo posible por alargar la
vida útil de los bienes que compramos. Ejemplos:
★ No utilizando bolsas de plástico para hacer la compra, sino bolsas de tela.
★ Usando pilas recargables, más caras pero más duraderas.
★ Aprovechando embalajes (cartón, cristal, etc.) para guardar otras cosas antes de tirarlos
definitivamente.
★ En este caso, lo barato sale caro para el medio ambiente: los productos con mejor elaboración y mayor
calidad duran más tiempo.
★ Informándonos sobre la obsolescencia programada de los bienes tecnológicos, un tema crucial para
entender muchos de los problemas ambientales del mundo.
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5. Reciclar:
Tenemos la suerte de que en la mayoría de nuestros pueblos y ciudades la separación de
residuos está ya muy implantada, con los clásicos contenedores de diferentes colores para
cada cosa y puntos verdes (o ecoparques)para casi todo lo demás. Pero hay muchísima gente
que aún no recicla. ¿Qué beneficios tiene la separación de residuos para su reciclaje?
● Lo reciclado no acaba en los vertederos, ya muy saturados.
● Se elaboran nuevos productos con los mismos materiales, evitándose la extracción de
nuevas materias primas y energía. Por ejemplo, al reciclar una lata de aluminio se ahorra la
energía que gastaría una televisión funcionando 3 horas.
● Otro ejemplo: el compostaje, utilizando los restos orgánicos (contenedores marrones en
muchas ciudades) para generar fertilizante natural.
● Por si fuera poco, la gestión de los residuos y el proceso de reciclado genera empleos, más
de los que muchos piensan.
6. Redistribuir:
Las desigualdades entre países industrializados y no industrializados son muy grandes. Si
todos los humanos viviéramos como un ciudadano estadounidense necesitaríamos los
recursos naturales de 4.5 planetas Tierra. Por ello, habría que redistribuir el consumo (de
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agua, energía, minerales, alimentos) de manera más equitativa, reduciéndolo nosotros sin
comprometer nuestro bienestar para que otros países y generaciones futuras tengan acceso
a un planeta Tierra en condiciones de mantener la calidad de vida de los humanos. ¿Cómo?
Como decíamos antes, una opción cercana y posible es consumiendo productos de
proximidad (“kilómetro cero”), que tienen una menor huella ecológica, o los basados en el
comercio justo.
7. Reclamar:
Mediante la participación pública, las iniciativas legislativas populares y otros mecanismos
ejercemos el derecho a exigir a las administraciones la mejora ambiental y de nuestras
condiciones de vida. Reclamando medidas para preservar el medio ambiente. Reclamando
más infraestructuras para facilitar el reciclaje. Reclaman mayor apoyo a las energías
renovables. Reclamando la sustitución de las bolsas de plástico de los supermercados por
otras reutilizables o biodegradables. Reclamando mayor participación en las decisiones
medioambientales. Realizando, al fin y al cabo, un consumo responsable: es nuestra
manera de reclamar a las empresas que incluyan la variable ecológica en sus productos.