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ALEJANDRÍA
                                                                                                               ˚   3 ˚ mayo 2009




V
                             olvemos. De la mano del “Premio Alejandría” volvemos al ruedo. Meses de silencio no voluntario se

                            cierran hoy y, simplemente, volvemos. El retorno lo creemos auspicioso, el día 4 de mayo cerramos la

                            recepción de las obras postulantes al premio con un respuesta altamente positiva, en 30 días

                            conoceremos los resultados. El número dieciocho viene con un texto de Eduardo Mitre sobre poesía;

                            Miguel Vitagliano, escrior argentino, se pregunta cuanto sabemos los latinoamericanos de la creación

literaria contemporánea; Christian Vera nos da un adelanta de la obra ganadora del Yolanda Bedregal; en fin, Volvemos.




                                                                               Todos sabíamos cómo era Calvino: total-             Y en el restaurante se quedaba en silencio
     EL OTRO CALVINO                                                       mente negado para la conversación, si con               durante dos horas, haciendo su papel con al-

         ˚ Carlo Fruttero ˚
                                                                           esta palabra se entiende la capacidad de ha-            gún vago gorgoteo, un “ya, ya” bien dispues-
                                                                           blar con desenvoltura de la lluvia y el buen            to pero siempre a destiempo.
                                                                           tiempo. Del siglo XVIII y de su prosa, que                  Ello le ganó fama de personaje altanero,
En buena hora vengo a darme cuenta de                                      admiraba, no había asimilado ninguna de las             despectivo, o bien huraño, cerrado. Pero en
que, en la práctica, de Calvino editor, co-                                elegancias mundanas. Desmañado, tímido                  el hábitat de la editorial su comportamiento
mo lo llamaríamos hoy para disgusto suyo,                                  por no decir torpe, a veces casi tartamudo              era diferente. Hubiera sido un verdadero ca-
no recuerdo nada: ni un juicio, ni una di-                                 (aunque, muy en el fondo, fuese puro teatro)            so de esquizofrenia a la Jekyll y Hyde si la vi-
vergencia, ni una condena inapelable, ni                                   inspiraba en los circunstantes un fuerte sen-           vacidad, el talento, el genio cómico tan pre-
una sola propuesta. Pero entre 1953 y 1961                                 timiento de protección, de ilimitada indul-             sentes en el escritor, hubiesen estado total-
puedo decir que lo vi todos los días, duran-                               gencia. Las relaciones con los autores italia-          mente ausentes del hombre. Calvino era un
te un par de años compartí con él uno de los                               nos publicados por la editorial le tocaban en           colega muy ingenioso, muy divertido, pron-
despachos de la editorial Einaudi en Via                                   gran parte a él, que se ocupaba además de la            to a partir de un elemento cualquiera para
Biancamano en Turín, y de aquella convi-                                   oficina de prensa, y de vez en cuando recu-             bordar alrededor fantasiosas extrapolacio-
vencia me quedaron algunas impresiones,                                    rría a mi consabida frivolidad para que lo              nes, juegos de palabras, paradojas. Tampoco
más afectuosas que importantes.                                            ayudara en un almuerzo o una cena. “Ven tú              desdeñaba las salidas oficinescas: “Aquí es-
    Teníamos historias diferentes, la mía                                  también, a éste no tengo nada que decirle”.             tán nuestras laboriosas abejas”, decía desde
más digna de omisión que otra cosa; yo no
había sido partisano, no estaba inscrito en
el Partido Comunista Italiano, nunca ha-
bía conocido a Pavese, el Politécnico me
había importado poco, trataba de “usted” a
Giulio Einaudi a quien veía como a un “pa-
trón” que estaba lejos de ser instantánea-
mente simpático pero que era bastante to-
lerante con los horarios de trabajo.
    Sombra rubiogrís en el corredor, saludaba
mediante una módica dislocación del hom-
bro, ruborizándose. Calvino, que también lo
llamaba “el patrón”, era uno de sus íntimos, lo
frecuentaba fuera de la oficina, con él viajaba
y discutía los destinos de la editorial. De
aquellos conciliábulos me contaba muy poco,
fuera del preocupado estribillo: “Estamos con
el agua al cuello. No tenemos un céntimo”.
    A los céntimos personales ninguno de
nosotros le atribuía mucha importancia. Se
daba por descontado que el nuestro no podía
ser un oficio rentable y, más aún, parecía mi-
lagroso poder ganarse la vida trabajando en
algo tan precario como la literatura. Calvi-
no ganaba más que yo y una vez, inesperada-
mente, me ofreció dinero para ir a Londres a
ver no recuerdo qué espectáculo beckettiano
que me interesaba. “Guay con no darse esos
gustos”, proclamó con severo hedonismo.
    No lo aproveché, pero aquel gesto de
concreta camaradería me pareció más nota-
ble que cualquier consonancia o divergen-
cia relativa a Gyórgy Lukács. Lo interpreté
como una invitación a llamar a su puerta en
caso de necesidad, y al fin y al cabo no veo                               El pintor y poeta italiano, temporalmente radiado en Bolivia, Silvio Mignano nos
un modo más simple de definir la amistad.                                  acompaña, con su obra, en este “volver” de Alejandría.


                         Director: Rubén Vargas ˚ Editor general: Ariel Mustafá ˚ Redacción: Liliana Carrillo, Hugo Montes, Marcel Ramírez, Óscar Vega
                         Gerente general: Marcel Ramírez ˚ Diseño: SALINASÁNCHEZ ˚ Diagramación: Percy Mendoza ˚ Contactos: Casilla de correo 9680, La Paz ˚
                         alejandria@correo.nu ˚ Depósito legal 4-3-32-06.
la puerta a las secretarias. Que gañían felices
         en sus delantales multicolores y aceptaban                  INSTANTE Y
         después sus rudas impaciencias y sus violen-                REVELACIÓN
                                                                       ˚ Octavio Paz ˚
         tas broncas sin creerle del todo.
             De su labor en la editorial recuerdo bien
         el tono. Terminaba de leer una serie de
         pruebas, de escribir una solapa, una carta, y     Hoy nadie pone en duda, salvo uno que otro
         las cejas se le aflojaban. Se soltaban en un      excéntrico, que la fotografía es un arte. No
         suspirante parpadeo: “!Uf, otra cosa que me       siempre fue así. En sus comienzos muchos la
         he quitado de encima!”. Un redactor dili-         vieron como un simple medio de reproduc-
         gente. Y también un decidido opositor a           ción mecánica de la realidad visible, útil co-
         ciertos libros, a ciertos nombres, en las reu-    mo instrumento de información científica y
         niones de los miércoles. Le salía una voz         nada más. Aunque sus poderes eran ya mayo-
         primero tajante, después cada vez más pe-         res que los del ojo –penetraba en el espacio
         rentoria y colérica, hasta ahogarse de indig-     estelar y en el microscópico, atravesaba la
         nación. Como partidario convencido era            niebla, percibía con la misma precisión las
         en cambio moderado, seco, apenas abierto          oscilaciones del copo de nieve al caer que el
         a la discusión. Escondía la indiferencia por      aleteo de la mosca contra el vidrio– se pensa-
         algunas disciplinas y empresas tras un res-       ba que la cámara fotográfica carecía de sensi-
         peto boquiabierto por los expertos que se         bilidad e imaginación. En su crónica del Sa-
         ocupaban de ellas: “¡Ah, ah, de veras, dia-       lón de 1859 Baudelaire escribe:"La fotografía
         blos!”, y cándidamente se retraía. Del com-       debe ser la servidora de las artes y las cien-
         pañero y compinche de la “célula” de la edi-      cias, pero la humilde servidora, como la im-
         torial nunca supe nada, salvo cuando in-          prenta y la estereografía, que no substituyen


PLURAL   tentó, en verdad blandamente, meterme en
         el Partido, rindiéndose en seguida antes mis
         fatuas objeciones (yo no me veía desfilando
         en el carro alegórico el 1 de mayo).
                                                           a la literatura... le agradecemos que sea la se-
                                                           cretaria y el archivo de todos aquellos que,
                                                           por su profesión, necesitan de una absoluta
                                                           exactitud material... pero ¡ay de nosotros! si
             Calvino se adhería a este papel de tra-       le permitimos inmiscuirse en los dominios de
         bajador con indefensa seriedad, con pleno         lo impalpable y lo imaginario". Sorprendido
         entusiasmo, pero encontrando siempre la           por el nuevo instrumento e irritado por sus
         manera de dejar tras de sí una estela de im-      poderes de reproducción inmediata, el poeta
         perceptibles desmentidos. Bastaba una             olvidaba que detrás de la lente fotográfica
         pausa, un mínimo retraso en volver a la           hay un hombre: una sensibilidad y una fanta-
         discusión, una excesiva ostentación de ce-        sía. Un punto de vista. Casi en los mismos
         lo, una carrera hasta al teléfono, y volvía la    años, Emerson se entusiasma ante aquello
         duda. En el fondo era teatro, ¿o no?              mismo que escandaliza a Baudelaire: "La fo-
             Yo diría que ese margen de irónica ambi-      tografía es el verdadero estilo republicano de
         güedad es el que bordea todas sus páginas y       la pintura. El artista se hace a un lado y deja
         que en aquellos tiempos algunos desaproba-        que uno se pinte a sí mismo". Curiosa cegue-
         ban por travieso, irresponsable. Pero a mí me     ra: aunque el francés lo deploraba y el norte-
         parece que tanto empeño en el trabajo edito-      americano lo aplaudía, ambos veían en la cá-
         rial hubiese tenido menos valor si no se supie-   mara fotográfica al substituto de la pintura.
         ra y sintiera que Calvino no estaba “del todo         La confusión de Baudelaire y de Emerson
         presente” como nunca está “del todo presen-       ha sido recurrente. Por ejemplo, desde los al-
         te” cuando, más o menos cerrado con Joseph        bores del arte moderno se ha dicho que la fo-
         Conrad el horizonte plausible de la pasión y      tografía, al ocupar muchos territorios de la
         la aventura, a Calvino escritor no le queda si-   realidad visible que hasta entonces habían
         no lanzar su apasionada carga inventiva por       sido exclusivos de la pintura, la había obliga-
         vectores indirectos, entre espejos, alusiones,    do a replegarse sobre sí misma. La pintura de-
         simulaciones, rebotes parabólicos. Había vis-     jó de ver al mundo y exploró las esencias, los
         to en seguida (no por nada se es inteligente)     arquetipos y las ideas; fue pintura de la pin-
         que sólo detrás de la pantalla semitransparen-    tura: cubismo y abstraccionismo. O se des-
         te de la ironía era posible actuar, vivir.        plegó en los dominios que Baudelaire llama-
             El día que se compró el Giulietía Sprint      ba "de lo impalpable y lo imaginario": fue
         fuimos todos a la ventana para verlo arran-       pintura de aquello que vemos con los ojos
         car. Debajo de los castaños del Corso Um-         cerrados. La realidad no tardó en desmentir
         berto aún había bancos y el coche oblongo         a esta teoría y muy pronto los fotógrafos, a
         estaba aparcado en un cómodo espacio, ro-         través del fotomontaje y de otros procedi-
         zando el bordillo, Italo alzó los ojos a nues-    mientos, exploraron por su cuenta los mun-
         tros gritos, nos hizo una sonrisita entre orgu-   dos de la abstracción y los del sueño. ¿Debo
         lloso, falso ingenuo y resignado, subió contri-   recordar a Man Ray y a Moholy Nagy? Así,
         to, anduvo manoseando el encendido y par-         no es extraño que en los últimos años la idea
         tió con un estruendo petulante, nunca se su-      de la fotografía como rival de la pintura haya
         po si deliberado o debido a simple impericia.     cedido el sitio a otra tal vez más justa: pintu-
                                                           ra y fotografía son artes visuales indepen-
                                                           dientes aunque afines. Incluso, como siem-
                                                           pre ocurre, los críticos han ido más allá.
                                                           Ahora algunos de ellos ven a la fotografía no
                                                           como una invención mecánica que repre-
                                                           sentó una ruptura de la tradición pictórica
                                                           sino, al contrario, como la natural conse-
                                                           cuencia de la evolución de la pintura de Oc-
                                                           cidente. La historia de la pintura europea,
ALEJANDRÍA
                                                                                                                      ˚   5 ˚ mayo 2009


desde el siglo XVI, es la historia de la pers-      aparecía en sus páginas. A mis amigos les               Al mismo
pectiva, es decir, del arte y la ciencia de la      ocurría lo mismo, aunque ni ellos ni yo lo               tiempo,
percepción visual; así pues, la fotografía, que     confesábamos. Ante los textos de Valéry y                aquellas
reproduce de modo instantáneo la perspecti-         Perse, Borges y Neruda, Cuesta y Villaurru-             fotos eran
va, no puede verse como una interrupción si-        tia, íbamos de la curiosidad al estupor, de la         enigmas en                         MUERTO POR
no como una culminación de la tradición.            iluminación instantánea a la perplejidad.                blanco y                       UNA MUJER QUE YA
Hace poco, en 1981, el Museo de Arte Mo-            Aquellos misterios –muchas veces, hoy lo                  negro,                          NO LO QUIERE
derno de Nueva York albergó una exposición          veo, baladíes–, lejos de desanimarme, me es-             callados
de cuadros y fotos destinada a ilustrar esta
idea. "La fotografía", dice Peter Galasi, "no
es una bastarda abandonada por la ciencia a
                                                    poleaban. Una tarde, hojeando el número
                                                    33 (febrero de 1931), después de una traduc-
                                                    ción de Los Hombres Huecos de Eliot, descu-
                                                                                                               pero
                                                                                                           elocuentes                        “Un hombre queseguidos
                                                                                                                                                cinco minutos
                                                                                                                                                              piensa
                                                                                                                                              en una mujer no es un
las puertas de la pintura sino la hija legítima     brí unas reproducciones de tres fotos de Ma-                                             hombre sino un marica”,
de la tradición pictórica de Occidente."            nuel Alvarez Bravo, Temas y objetos coti-                                                    decía en vida.
    Después de más de un siglo de titubeos, la      dianos: unas hojas, la cicatriz de un tronco,
crítica ha vuelto al punto de partida; no para      los pliegues de una cortina. Sentí una turba-                                         Los viejos hablamos y hablamos, pero ya
condenar a la fotografía a la manera de Bau-        ción extraña, seguida de esa alegría que                                              me estoy acercando a lo que le quiero
delaire, que la veía como un pobre sucedáneo        acompaña a la comprensión, por más in-                                                contar. No sé si ya se lo menté a Luís Ira-
de la pintura, sino para exaltarla como un ar-      completa que ésta sea. No era difícil recono-                                         la. Un amigo como no hay muchos. Una
te nacido de la misma tradición. Apenas si es       cer en una de aquellas imágenes a las hojas                                           mañana vino a verme y me dijo:
necesario extenderse sobre la pertinencia de        –verdes, obscuras y nervadas– de una planta                                               –Ya te habrán venido con la historia
este criterio: a diferencia de lo que ocurre con    del patio de mi casa, ni en las otras dos al                                          de que me dejó la Casilda. El que me la
el arte pictórico de otras civilizaciones, es im-   tronco del fresno de nuestro jardín y a la cor-                                       quitó es Rufino Aguilera.
posible comprender la historia de la pintura        tina del estudio de uno de mis profesores.                                                Con ese sujeto yo había tenido trato
europea, desde el Renacimiento hasta el im-             Al mismo tiempo, aquellas fotos eran                                              en Morón. Le contesté:
presionismo, como un proceso aparte y sepa-         enigmas en blanco y negro, callados pero elo-                                             –Sí, lo conozco. Es el menos inmundi-
rado de la evolución de la perspectiva. Al in-      cuentes: sin decirlo, aludían a otras realidades                                      cia de los Aguilera.
ventar la fotografía, la óptica completó y per-     y, sin mostrarlas, evocaban a otras imágenes.                                             –Inmundicia o no, ahora tendrá que
feccionó un procedimiento iniciado por los          Cada imagen convocaba, e incluso producía,                                            habérselas conmigo. Me quedé pensando
pintores renacentistas. Sin embargo, se corre       otra imagen. Así, las fotos de Álvarez Bravo                                          y le dije:
el riesgo de caer nuevamente en la confusión        fueron una suerte de ilustración o confirma-                                              –Nadie le quita nada a nadie. Si la Ca-
entre pintura y fotografía si no se advierte        ción visual de la experiencia verbal a la que                                         silda te ha dejado, es porque lo quiere a
que la segunda, aunque nacida para satisfacer       me enfrentaban diariamente mis lecturas de                                            Rufino y vos no le importas.
la vieja obsesión de la pintura por reproducir      los poetas modernos: la imagen poética es                                                 –Y la gente, ¿qué va a decir? ¿Que soy
la ilusión de la perspectiva, no tardó en sepa-     siempre doble o triple. Cada frase, al decir lo                                       un cobarde?
rarse del arte pictórico para crearse un reino      que dice –dice otra cosa. La fotografía es un                                             –Mi consejo es que no te metas en his-
distinto y suyo, regido por leyes y convencio-      arte poético porque, al mostrarnos esto, alude                                        torias por lo que la gente pueda decir y
nes particulares. La fotografía nace, como si-      o presenta a aquello. Comunicación continua                                           por una mujer que ya no te quiere.
glos antes la perspectiva, de la unión entre la     entre lo explícito y lo implícito, lo ya visto y                                          –Ella me tiene sin cuidado. Un hom-
ciencia y la pintura pero no es ni una ni otra:     lo no visto. El dominio propio de la fotogra-                                         bre que piensa cinco minutos seguidos en
es un arte distinto. El fenómeno se repite          fía, como arte, no es distinto al de la poesía: lo                                    una mujer no es un hombre sino un mari-
con el cine: nace de la fotografía y, no obs-       impalpable y lo imaginario. Pero revelado y, por                                      ca. La Casilda no tiene corazón. La últi-
tante, es imposible confundirlo con ella. El        decirlo así, filtrado, por lo visto.                                                  ma noche que pasamos juntos me dijo
cine es el deshielo de la imagen fija, su in-                                                                                             que yo ya andaba para viejo.
mersión en la corriente temporal. En la pan-                                                                                                  –Te decía la verdad.
talla la imagen se mueve, cambia, se trans-                                                                                                   –La verdad es lo que duele. El que me
forma en otra y otra; la sucesión de imágenes                                                                                             está importando ahora es Rufino.
se despliega como una historia. La foto de-                                                                                                   –Anda con cuidado. Yo lo he visto
tiene al tiempo, lo aprisiona; el cine lo des-                                                                                            actuar a Rufino en el atrio de Merlo. Es
ata y lo pone en movimiento. Así, se aleja de                                                                                             una luz.
la fotografía y se acerca a los géneros litera-                                                                                               –¿Crees que le tengo miedo?
rios regidos por la sucesión: el relato, la no-                                                                                               –Ya sé que no le tenés miedo, pero pen-
vela, el teatro, la historia, el reportaje.                                                                                               salo bien. Una de dos: o lo matas y vas a la
    Le debo a la fotografía una de mis prime-                                                                                             sombra, o él te mata y vas a la Chacarita.
ras experiencias artísticas. Fue en mi adoles-                                                                                                –Entonces, ¿vas a jugar tu tranquili-
cencia y la experiencia está asociada a mi                                                                                                dad por un desconocido y por una mujer
descubrimiento de la poesía moderna. Era                                                                                                  que ya no querés?
estudiante de bachillerato y una de mis lec-                                                                                                  No quiso escucharme y se fue. Al otro
turas favoritas era la revista Contemporáne-                                                                                              día nos llegó la noticia de que lo había
os. Tenía dieciséis o diecisiete años y no                                                                                                provocado a Rufino en un comercio de
siempre lograba comprender todo lo que                                                                                                    Morón y que Rufino lo había muerto.

                                                                                                                                          Jorge Luís Borges
ALEJANDRÍA
                                                                                                                     ˚   7 ˚ mayo 2009


                                                                                                                                         tral sigue siendo la misma y lo único disímil
            AGUAS                                                                                                                        son las perspectivas en que se sitúa el autor
        PRIMORDIALES*                                                                                                                    para multiplicar sus posibilidades intersti-

 ˚ Antonio Mayorga Ugarte ˚
                                                                                                                                         ciales. Rayuela es de alguna manera la filoso-
                                                                                                                                         fía de mis cuentos, una indagación sobre lo
                                                                                                                                         que determinó a lo largo de muchos años su
                 a Theresa García Nascimento                                                                                             materia o su impulso. Poco o nada reflexio-
                                                                                                                                         no al escribir un relato; como ocurre con los
Rio de Janeiro se desborda en el mar para des-                                                                                           poemas, tengo la impresión de que se hubie-
bordarse por detrás en un mar de gente des-                                                                                              ran escrito a sí mismos y no creo jactarme si
bordada; de cuerpo en cuerpo, de saudade en               VOLVIENDO A                                                                    digo que muchos de ellos participan de esa
saudade, de voz en cuello. Cae a horcajadas             EUGENIA GRANDET                                                                  suspensión de la contingencia y de la incre-

                                                              ˚ Julio Cortázar ˚
en la playa hollada y acaracolada, clava el                                                                                              dulidad en las que Coleridge veía las notas
puñal de la cachaça en el pecho del Reden-                                                                                               privativas de la más alta operación poética.
tor, y suele ser un puente o un navío que va y                                                                                           Por el contrario, las novelas han sido empre-
viene de un cuarto a la ciudad enorme: Itai-        Tal vez ahora se comprenda mejor algo de lo                                          sas más sistemáticas, en las que la enajena-
puaçú a Cinelandia, sin escalas. Ilimitada y        que quise hacer en lo que llevo escrito, para li-                                    ción de raíz poética sólo intervino intermi-
sudorosa, no es más ni menos que la calle sin       quidar un malentendido que acrecienta in-                                            tentemente para llevar adelante una acción
el destino de la multitud esquiva: violencia        justamente las ganancias de las casas Water-                                         demorada por la reflexión. ¿Pero se ha ad-
súbitamente sustituida por la fiesta; voz que       man y Pelikan. Los que me reprochan escribir                                         vertido lo bastante que esa reflexión partici-
serpentea y enlaza, que grita y abraza.             novelas donde casi continuamente se pone                                             pa menos de la lógica que de la mántica, que
    Para irse de la opaca luz que trae la lluvia    en duda lo que acaba de afirmarse o se afirma                                        no es tanto dialéctica como asociación ver-
y huir de la impronta saudosa de los días           empecinadamente toda razón de duda, insis-                                           bal o imaginativa? Lo que llamo aquí refle-
aciagos, aviva exuberante la llama que el sol       ten en que lo más aceptable de mi literatura                                         xión merecería quizá otro nombre o en todo
pone en la piel del día y sucumbe exhalante         son algunos cuentos donde se advierte una                                            caso otra connnotación; también Hamlet
en las sábanas de la noche. Minuto a minuto         creación unívoca, sin miradas hacia atrás o                                          reflexiona sobre su acción o su inacción,
baila entre autos y edificios, y finge ser otra a   paseítos hamletianos dentro de la estructura                                         también el Ulrich de Musil o el cónsul de
la llegada del carnaval para ser luego y sin re-    misma de lo narrado. A mí se me hace que es-                                         Malcolm Lowry. Pero es casi fatal que esos
medio una arrinconada y afligida mancha             ta distinción taxativa entre dos maneras de                                          altos en la hipnosis, en los que el autor recla-
crepuscular a la vera del mar.                      escribir no se funda tanto en las razones o los                                      ma una vigilia activa del lector, sean recibi-
    Rio ríe de su suerte jugando a los dados        logros del autor como en la comodidad del                                            dos por los clientes del fumadero con un
bajo el sol, y ahuecando el ala al turbio la-       que lee. Para qué volver sobre el hecho sabi-                                        considerable grado de consternación.
berinto de los solitarios. Con las canciones        do de que cuanto más se parece un libro a una                                            Para terminar: también a mí me gustan
de Chico Buarque anuda lo poco que que-             pipa de opio más satisfecho queda el chino                                           esos capítulos de Rayuela que los críticos han
da del deseo omnipresente y exhausto: la            que lo fuma, dispuesto a lo sumo a discutir la                                       coincidido casi siempre en subrayar: el con-
memoria de la ciudad tejida con un sonido           calidad del opio pero no sus efectos letárgicos.                                     cierto de Berthe Trépat, la muerte de Roca-
alegremente triste, con unas palabras que,          Los partidarios de esos cuentos pasan por alto                                       madour. Y sin embargo no creo que en ellos
a hilachas, nombran al desdentado pan de            que la anécdota de cada relato es también un                                         esté ni por asomo la justificación del libro.
azúcar, a Theresa desde el agua-verde de            testimonio de extrañamiento, cuando no una                                           No puedo dejar de ver que, fatalmente, quie-
sus ojos sollozantes, al vibrante regocijo de       provocación tendiente a suscitarla en el lec-                                        nes elogian esos capítulos están elogiando
la piel variopinta, a la lua vermelha que,          tor. Se ha dicho que en mis relatos lo fantásti-                                     un eslabón más dentro de la tradición nove-
hostia transfigurada, cuida el alma de sus          co se desgaja de lo “real” o se inserta en él, y                                     lística, dentro de un terreno familiar y orto-
habitantes, al agobio de los amantes que            que ese brusco y casi siempre inesperado des-                                        doxo. Me sumo a los pocos críticos que han
botan sangre en las aceras, y a tanta otra          ajuste entre un satisfactorio horizonte razo-                                        querido ver en Rayuela la denuncia imper-
cosa que en Guanabara bulle sin nombre              nable y la irrupción de lo insólito es lo que les                                    fecta y desesperada del establishment de las
ni signo ni cifra.                                  da eficacia como materia literaria. Pero en-                                         letras, a la vez espejo y pantalla del otro esta-
    De frente, Niteròi la mira desde una ha-        tonces, ¿qué importa que en esos cuentos se                                          blishment que está haciendo de Adán, ciber-
maca, desde un cuarto que la ve hasta los           narre sin solución de continuidad una acción                                         nética y minuciosamente, lo que delata su
huesos: el cuerpo y los nervios de Rio entre-       capaz de seducir al lector, si lo que sublimi-                                       nombre apenas se lo lee al revés: nada.
vistos por una mirada extrañamente total.           nalmente lo seduce no es la unidad del proce-
Lo que era, es y será, dispuestos al escrutinio     so narrativo sino la disrupción en plena apa-                                        De La vuelta al día en ochenta mundos.
decisivo y definitivo de su doble femenino.         riencia unívoca? Un eficaz oficio puede ava-
La ciudad como espejo de una mujer que es           sallar al lector sin darle oportunidad de ejer-
el cuerpo-espejo donde gentes, calles y árbo-       cer su sentido crítico en el curso de la lectura,
les agitan sus venas y su latido. Así captura-      pero no es por el oficio que esas narraciones se
da, Rio mora en el ojo de una hembra, en su         distinguen de otras tentativas; bien o mal es-
atisbo completo, en su guiño-reojo absoluto.        critas, son en su mayoría de la misma estofa
    En el más allá, Rio de Janeiro no es sino el    que mis novelas, aperturas sobre el extraña-
incesante humo del cigarro yéndose de Ipa-          miento, instancias de una descolocación des-
nema a Cochabamba; la herida abierta; la            de la cual lo sólito cesa de ser tranquilizador
sed infinita de un agua primordial que ya no        porque nada es sólito apenas se lo somete a un
se beberá.                                          escrutinio sigiloso y sostenido. Preguntarle a
                                                    Macedonio, a Francis Ponge, a Michaux.
* Del tupi-guaraní, Niteròi significa Aguas             Alguien dirá que una cosa es mostrar un
  primordiales.                                     extrañamiento tal como se da o como cabe
                                                    parafrasearlo literariamente, y otra muy dis-
                                                    tinta debatirlo en un plano dialéctico como
                                                    suele ocurrir en mis novelas. En tanto lector,
                                                    tiene pleno derecho a preferir uno u otro ve-
                                                    hículo, optar por una participación o por
                                                    una reflexión. Sin embargo, debería abste-
                                                    nerse de criticar la novela en nombre del
                                                    cuento (o a la inversa si hubiera alguien ten-
                                                    tado de hacerlo) puesto que la actitud cen-
ALEJANDRÍA
                                                             ˚   8 ˚ mayo 2009




La Ópera.               Claro, la ópera, así,
con mayúsculas, porque él de ópera no sa-
be nada, casi nada. Y ahora, viendo su ima-
gen en el afiche no podría decirse que sabe
más de ella. Había asistido a todas las fun-
ciones, tenía gratis las entradas. Llevó a su
madre, a algunos amigos, a su esposa, pero
claro, todos ellos sabían de ópera lo mismo
que él, para ser francos, nada.
   Él se molestaba cuando sus invitados
daban muestras de impaciencia o ahoga-
ban alguna risa con los altos de las soprano.
Es que ellos no habían participado de los
ensayos, no se daban cuenta del trabajo re-
alizado y, aunque les explicó el argumento
antes de la función, parecía como si ellos
esperaran algo más, algo como en el cine,
donde todo, o casi todo, te lo entregan sin
necesidad de que lo pienses. Los disculpa-
ba, sí, él, antes, había sido como ellos. Pe-
ro era el pasado, él comprendía la magni-
tud de la obra, y si bien siguió sin enten-
derla no faltó a ninguno de los ensayos.
   Él, Orlando, no sabía que responder a
ese aviso del periódico le iba a cambiar la
vida. El aviso era sencillo, necesitaban una
persona, varón, mayor de 45 años, que pe-
se más de 90 kilos, de no más de un metro
sesenta y que tenga un vientre abultado,
no se quería excesos.
   Respondió al aviso porque en sus 54
años lo único emocionante de su vida ha-
bía sido aquel viaje a Río con breve escala
en Sao Paolo. Ella, Leonor, su mujer, lo ha-
bía animado sin saber el frasco que estaba,



                                                                 O MORCEGO
sin querer, destapando. No era linda Leo-
nor pero, a decir verdad, tampoco podía
aspirar a más Orlando.
   Cuando volvió aquella tarde, aunque ya
era casi noche, ella no lo vio muy entusias-
mado. Si bien no había muchas personas,
le dijo, los encargados nos trataron con

                                                         ˚
cierto desdén, y tampoco les habían expli-
cado para qué los requerían. Le pidieron su                                      maus, O Morcego, El Murciélago. En agos-         qué?, le respondió Leonor, y él no buscó
teléfono y lo despacharon indicándole que              Ariel                     to, 16, 18 y 19 en el Teatro Guaira. De Vie-     explicarse. Además, le dijo, ¿qué me voy a
                                                      Mustafá
                                                         ˚
ellos se comunicarían con él.                                                    na sólo vendrían los solistas, el reparto se-    hacer yo con ese traje?
   Decir que Orlando, luego de algunas se-                                       ría completado por bailarines y actores del          El cambió comenzó a operarse en Orlan-
manas, había olvidado el asunto, sería                                           teatro local, y la orquesta y los coros de la    do cuando, en taxi y vestido de frac, fue lle-
mentir. Le latía el corazón más rápido                                           Fundación Clovis Salgado, de Minas Ge-           vado al teatro para que el director diese el
cuando el teléfono ahuyentaba el silencio.                                       rais. Aunque a decir verdad, así Orlando lo      visto bueno. La verdad, pensó Orlando, esto
Lo cierto es que el día de la llamada llegó.                                     hubiese sabido, poco le habría importado,        de la foto se está alargando. Seguramente el
Breve, impersonal, ¿recuerda que vino res-                                       pues él nunca había ido al teatro.               director tenía cosas más importantes en qué
pondiendo un aviso? Disculpe la demora                                              Vestido de frac, con sombrero de galera,      pensar que en el modelo del afiche promo-
pero estas cosas son así, ¿tendría inconve-                                      Orlando se veía con una elegancia que ja-        cional, seguramente, ya que tuvo a Orlando
niente en venir mañana hacia el final de la                                      más había tenido. Tenía dos trajes, es cier-     esperando por casi tres horas. Tres horas de
tarde? Ok, lo esperamos, gracias.                                                to, pero los usaba muy poco, ya casi no lo       las que Orlando lamentó los primeros quin-
   Tanta bulla por una foto, le dijo a Leo-                                      invitaban a matrimonios y su presencia en        ce minutos, pues quince minutos fueron su-
nor, porque lo que ellos querían era una fo-                                     velorios y entierros era limitada; y, de cual-   ficientes para que la música nunca antes oí-
to, nada más, con algo así como un disfraz,                                      quier manera, sus trajes no se parecían en       da trastornara al hombre de tal manera que
para una ópera: O Morcego o algo así. Lo                                         nada a lo que tenía puesto. El convenio es-      ya nada más le interesó en la vida.
que Orlando no sabía es que muchos meses                                         tipulaba que luego de la sesión fotográfica          Las notas que emergían de los instru-
atrás, y con no pocas complicaciones, la                                         y de cancelarle lo ofrecido, que no estaba       mentos de la sinfónica dejaron sin habla a
Secretaría de Cultura del Estado de Paraná                                       nada mal para una foto, como le dijo a Le-       Orlando, intentando no ser visto se acercó
había logrado lo que todos sus pares, desde                                      onor, él podía quedarse con el traje hecho       más al foso donde descubrió unos artefac-
Río hasta Brasilia, estaban buscando, traer                                      a medida por un sastre al que Orlando no le      tos de lo más variado, pues Orlando, como
a los solistas de la Compañía de Ópera de                                        caía nada bien, ese hijo de su madre, le de-     mucho, conocía un piano, quién sabe un
Viena para una presentación de tres días                                         cía a Leonor, me insertó más alfileres al        violín. Pero el contrabajo lo hechizo con
de la ópera de Johann Strauss Die Fleder-                                        cuerpo que un acupunturista, ¿Que un             sus acordes sordos, sentía sonar los fagots
ALEJANDRÍA
                                                                                                               ˚   9 ˚ mayo 2009




                                                                                                                                   punto de dar un paso, un paso muy corto.
                                                                                                                                   Todo él es una imagen difusa, en negro y
                                                                                                                                   blanco, no en blanco y negro. Porque en re-
                                                                                                                                   alidad el negro predomina en la imagen, lo
                                                                                                                                   blanco está en los puños que se asoman al
                                                                                                                                   final de las mangas del frac, el de la derecha
                                                                                                                                   abajo, señorial, sosteniendo un bastón; el
                                                                                                                                   de la izquierda en lo alto, cortando la ima-
                                                                                                                                   gen de una de las alas con el dedo índice ex-
en su propio estómago y las claves le llega-     obra, de la ópera, de otras óperas, de la his-      ...su sola                    tendido; lo blanco en el pecho y parte del
ban al oído como el olor de las feijoadas de     toria de la música, de los instrumentos,              mirada                      cuello mostrando una inmaculada camisa
días de fiesta. Un corno le hizo ver el sol      quería saber todo, su ansia lo devoraba; por        ponía en                      que, al acercarse a la barbilla, muestra una
aun estando dentro del teatro, y los violi-      fin, más para sacárselo de encima, le expli-       movimiento                     corbata de moño. Lo blanco está en los pe-
nes, ah, los violines, sentía emanar de          caron el argumento. Entonces se sintió             los acordes                    queños anteojos que cubren los ojos de Or-
ellos, de todos ellos, una única y misma         parte, él era parte de la obra. Fue cuando le      dormidos y                     lando dándole una mirada vaga, indefini-
fiesta; stravaganza, pensó, y no supo por-       pidió, le rogó al director que le permita es-        no tenía                     da, si tal cosa puede decirse sin ver los ojos.
qué, pues ni siquiera conocía la palabra.        tar presente en los ensayos.                         más que                      Lo blanco está en unos reflejos lineales que
    Sólo cuando cayó en cuenta de la pre-            Nadie sabía exactamente qué hacia              levantar la                    aparecen en el alto sombrero de copa. Ésos,
sencia de aquel que no tocaba ningún ins-        aquel hombre, vestido ridículamente co-            mano para                      los más notorios. Porque también lo blanco
trumento y que era el único que le daba la       mo murciélago en la platea del teatro. Lo            callar lo                    se hace necesario para mostrar los contras-
espalda supo que había perdido media vi-         músicos, cantantes, bailarines, actores, to-        que hace                      tes de, por ejemplo, unas patillas que cul-
da, o más. Ese hombre era la personifica-        dos, en pocas palabras, se acostumbraron a          instantes                     minan en una poblada pero precisa barba.
ción de dios, su sola mirada ponía en movi-      su presencia, lo miraba con cierta simpa-            vibraba.                     Y las alas, ah, las alas. Pequeñas, extendidas
miento los acordes dormidos y no tenía           tía, pensaron que en algún momento ese                                            a ambos lados de Orlando, que nacen a la
más que levantar la mano para callar lo que      hombrón se aburriría con el pasar de los dí-                                      altura del cuello y, suponemos, bajan por la
hace instantes vibraba.                          as. Algunos creyeron, sobre todo al princi-                                       espalda hasta llegar casi a la cintura. Las
    Se sentó donde creyó que todos los ins-      pio, que se trataba de una treta del director                                     alas abiertas en actitud de iniciar un vuelo
trumentos acudían a él sin ser llamados. La      para que los participantes sintieran ya la                                        que sabemos no se realizará.
música lo tenía en su poder. Stravaganza,        presencia del murciélago en sus vidas. Al-                                           Pocos podrán ver en el afiche a Orlando.
siguió pensando, y ya no le llamó la aten-       gunos creen eso hasta hoy, y lo comentan,                                         Haber, nos ordenemos, Orlando está allí pe-
ción la palabra nunca antes nombrada. Lo         ese director nos motivó de muchas mane-                                           ro pocos sabrán que es Orlando. Leonor, cla-
que siguió fue como un sueño. Sabía que          ras, y siguen con el cuento del murciélago.                                       ro; los amigos más cercanos; los pocos que
estaba conciente, despierto, pero ya no era          El afiche ya estaba en las calles. Un me-                                     saben quién es el modelo y, por supuesto,
dueño de sí.                                     tro de alto por sesenta centímetros de fon-                                       Orlando. El más feliz de los mortales.
    La música cesó con un “muy bien”, del        do azul cubría los espacios destinados para
director, “muy bien, ya casi lo logramos,        promoción en toda la ciudad. “Curitiba se                                         En un cuarto de paredes blancas, pequeño,
trabajemos juntos”, gritó al escenario va-       vistió de azul”, decía un astuto comentaris-                                      con barrotes también blancos cubriendo la
cío y, como en un pase de magia empezaron        ta de radio. “Plaga de murciélagos”, tituló                                       única ventana, podemos ver un afiche azul,
a aparecer personas que estaban, segura-         el periódico de espectáculos al día siguien-                                      algo desteñido, como un único adorno. Al
mente, pensó Orlando, esperando la ins-          te de que el afiche ganara las calles.                                            centro del cuarto, al lado de la cama, blanca,
trucción de dios.                                    El encabezado, en letras vistosas y blan-                                     está parado Orlando, de raído traje frac y
    Cuando las voces de los cantantes hicie-     cas decía, en dos líneas, simplemente O                                           unas alas, que ya perdieron la rigidez que al-
ron compañía a la música de los instrumen-       MORCEGO. La O ocupa la primera línea y                                            guna vez tuvieron, caen por los costados; pe-
tos Orlando se supo en el cielo. Se sorpren-     está entre la R y la C de morcego. Algo más                                       ro eso a Orlando, el murciélago, no le impor-
dió a sí mismo diciendo “dios mío, dios mío”,    abajo aparece Orlando, casi de perfil, a                                          ta. Él, el más feliz de los mortales.
nunca supo que en ese momento olvidó la
antes innombrada, nunca más repitió strava-
ganza, es más, creo que si pudiéramos pre-
guntarle no sabría de qué le hablamos. Las
voces se alternaban, nadie se movía en el es-
cenario y sin embargo Orlando veía cambiar
los colores y trocaban estos en paisajes, pai-
sajes que Orlando nunca había visto, algo
así como stravaganza.
    Nada recuerda de lo que el director ha-
bló con él acerca de la foto, supo, sin em-
bargo, que a su atuendo le agregarían un
par de alas de murciélago. Cuando éstas es-
tuvieron listas a Orlando le parecieron las
alas de murciélago más bellas que había
visto, él no lo recuerda, pero nunca antes
había visto un murciélago, menos sus alas,
pero ya nada le importaba. Cuando cosían
las alas al traje se animó a preguntar más
acerca de la obra. Alguien le contó los de-
talles pero eso no lo dejó tranquilo. Quería
saber más, mucho más, quería saber de esta
ALEJANDRÍA
                                                               ˚   10 ˚ mayo 2009



Creo que no debe haber
escritor que a lo largo de su vida no se en-
frente, al menos una vez, a esa pregunta




                                                    M
crucial, que se anuncia como tomando ca-                                     iguel Vitagliano reflexiona acerca del poco, o casi nulo, conocimiento
rrera antes de dar un gran salto y dicha con
la mirada fija en los ojos del escritor, y aca-                              que tienen los escritores de sus pares de América Latina. “Creo no
so también, mientras tanto, jugueteando
con los dedos en los bordes del papel donde                                  equivocarme si digo que a la mayoría de los escritores de un país
está contenida esa pregunta, la pregunta:
¿Qué libro se llevaría usted a una isla des-        latinoamericano, y me incluyo en ese conjunto, les costaría nombrar a cinco escritores
ierta? Un silencio lo ocupa todo, pero ense-
guida el gran salto es replicado con un pe-         contemporáneos de cada uno de los demás países”.
queño paso para la humanidad. El escritor
se llevaría El Quijote, o La Biblia, un diccio-
nario enciclopédico, una guía telefónica, el
diario íntimo de su madre, las obras com-
pletas de Víctor Hugo o La Comedia Huma-

                                                                                                         ˚
na para no dejar nada afuera, el I Ching, un
manual de sobrevivencia, las historietas de         darme vueltas. ¿Qué libro elegir para po-                              ción de los sectores medios. El rotundo re-
Tin Tín o las de El Corto Maltés, un curso          der compartir en La Paz, en Santa Cruz, o          Miguel              pliegue de la industria del libro en castella-
                                                                                                     Vitagliano
                                                                                                         ˚
para estudiar esperanto, un libro que expli-        en Bogotá, en Santiago, en el DF, en Lima,                             no en la década del setenta coincidía tam-
que cómo escapar de una isla desierta, etcé-        en Caracas, o en Sao Paulo también, por                                bién, según Alatriste, con cuanto sucedía a
tera, etcétera. Estas son sólo una muestra.         qué no. Al fin de cuentas no hay ninguna                               su alrededor, y destacaba algunos factores
Hace pocos días, Eduardo Mendoza, tam-              otra parte en el mundo en la que subamos                               fundamentales: la caída de las economías
bién preocupado por el asunto -aunque en            a un avión, viajemos más de cinco horas y                              latinoamericanas, el ascenso del autorita-
su caso, me atrevo a decir, había mucho de          al descender nos comuniquemos o al me-                                 rismo, el ingreso de España a la Unión Eu-
fastidio-, decía que la tan mentada pregun-         nos nos hagamos entender en la misma                                   ropea y su paulatino distanciamiento con
tita era, por encima de todo, absurda por-          lengua. Estamos muy cerca pero cada cual                               la vida cotidiana en América Latina1.
que un solo libro, cito, “no pinta nada”,           en su isla; somos un archipiélago de volun-                               Desde hace algo más de treinta años he-
además de que a nadie se le ocurriría en el         tades solitarias. Creo no equivocarme si                               mos estado perdiendo, día a día, aquel pú-
momento de producirse el naufragio poner-           digo que a la mayoría de los escritores de                             blico lector que parecía ya conformado de
se a pensar en un libro, tener tiempo siquie-       un país latinoamericano, y me incluyo en                               una vez y para siempre en los cincuenta. El
ra para hacerlo o, como bien dice Mendoza,          ese conjunto, les costaría nombrar a cinco                             resquebrajamiento de las destrezas de lec-
contar a mano en esos momentos tan ur-              escritores contemporáneos de cada uno de                               tura como la pérdida de valor simbólico de
gentes con una nutrida biblioteca para ha-
cer una selección realmente efectiva.
    Sin duda que Eduardo Mendoza tiene
razón, y sin duda también que se equivoca.                                    “Construyendo lazos entre las literatura
Como todos sabemos, la pregunta no alude
a un naufragio ni a una isla real. Y él, desde
luego, lo sabe muy bien, aunque, como



                                                                                DE LECTORES
quien dice, por ver el árbol no ve el bosque
o, en este caso, por ver el naufragio pierde
la isla. Robinson Crusoe fue el caso opues-
to, lo único que vio en la isla desierta fue el
mundo que había dejado detrás. Es decir,
no se conformó con llevarse un libro a la
isla desierta, se trajo un imperio. Cambió
una isla por otra, convirtiendo así la impe-        los demás países. En gran medida las obras                             hacer socialmente extensivo el hábito de
riosa soledad en su primera tierra conquis-         de nuestros autores nacionales circulan                                leer, exceden desde luego el marco de lo li-
tada. También salvó a un hombre de los ca-          dentro de sus propios territorios, a menos                             terario para extender sus raíces en la escue-
níbales, lo bautizó Viernes y lo convirtió          que el libro sea editado en España e ingre-                            la y los proyectos educativos. Basta con te-
en su esclavo. Una relación al menos ex-            se, venga de nuevo como por primera vez.                               ner en cuenta que hoy día en Argentina un
traña, en la que el esclavo no tardó en             De esa manera conocemos a nuestros au-         1 Alatriste, S.: “El    estudiante de escuela media lee en prome-
aprender la lengua de Robinson, cuando              tores con años de retraso, o nos los perde-      mercado editorial     dio menos de un libro por año, cuando en
éste, en cambio, jamás salió de la suya.            mos. La situación se impone compleja y           en lengua             España la cifra asciende a 4. Las cifras no
    Espero sepan disculpar que me extienda          profunda como un océano, pero es imposi-         española”, en Las     son en sí mismas el problema sino su indi-
en estos detalles, pero es que no puedo sino        ble no contemplar el horizonte desde la          industrias            cador; es decir, resultaría pertinente inda-
verlos ligados a nuestra situación. Quizá           propia isla sin soñar, si se me permite el       culturales en la      gar cómo se lee y cuál es el contexto social
porque el comentario de Eduardo Mendo-              término, que encuentros como éste que no         integración           de esa lectura. Sería erróneo, además, redu-
za forma parte de una historia personal del         convoca sean bastante más que botellas           latinoamericana,      cir el problema de la lectura y el de lectura
libro que el autor español delineaba con            lanzadas al mar.                                 Néstor García         literaria en particular al de la industria edi-
motivo de llevarse a cabo la Feria del Libro           Hace una década, Sealtiel Alatriste, di-      Canclini y Carlos     torial, ya que esta última abarca un campo
de Madrid. Y también porque Robinson                rector entonces de la Editorial Santillana,      Moneta (Coord.),      mucho mayor. Aun así, quién se animaría a
Crusoe vino a una isla desierta, en nuestro         sede México, sostenía que el despliegue          Buenos Aires,         sostener que ese “menos” de un libro por
Océano Pacífico, en Chile: vino, no fue, no         que en los años cincuenta tuvo la industria      Eudeba, 1999.         año sería mejor leído en Argentina, que los
se cayó fuera del mundo. Vino a esas mis-           del libro en castellano, en los tres grandes   2 Datos tomados del     4 en España, o que los 7 de los estudiantes
mas islas en las que mucho después, a me-           centros de esa época, España, México, y          artículo “El futuro   de EE.UU2. Me temo que la situación en el
diados del XIX, Domingo Faustino Sar-               Argentina, se dio sobre la base de un nue-       del libro” de         resto de Hispanoamérica no debe ser muy
miento creyó ver una novela donde había             vo “mercado de lectura” en el que confió         Guillermo             distinta de lo que es en mi país.
un par de hombres solos.                            “las esperanzas de su desarrollo”. Eran          Schavelzon, en La         Pero permítanme volver hacia atrás en
    ¿Qué libro podría llevarme desde mi isla        tiempos de crecimiento económico de es-          Nación, 30 de         el tiempo, al regreso de Sarmiento de aquel
desierta? Esa es la pregunta que no deja de         tos países, y de profundización y amplia-        abril de 1997.        viaje en el que cree ver a un nuevo Robin-
ALEJANDRÍA
                                                                                        ˚   11 ˚ mayo 2009




latinoamericanas”


Y NÁUFRAGOS
  son en un mismo desierto, volver a unos             za. Una conspiración que puede cobrar la                  Nuestro presente se parece poco a ese
  años después para ser más precisos, cuando          forma de un mundo paralelo siempre y                   pasado. Nuestros inconvenientes son muy
  polemiza con los conservadores horroriza-           cuando se crea en el primer paso. Pero no se           distintos, no es éste el espacio para enume-
  dos por las malas costumbres que podían le-         trata simplemente de confiar en el otro, si-           rarlos. Conjeturo que mantenemos aquella
  erse en las novelas. Lejos estaba Sarmiento         no de creer en esa sociedad como proyecto              tendencia de leer a nuestros autores, eso sí.
  de apoyar la prohibición de las novelas; al         colectivo, de que el otro es parte indispen-           La diferencia está en que nos hemos vuelto
  contrario, insistía en que esas lecturas crea-      sable de ella tanto como nosotros. Recuer-             más nacionales cuando, ya no la voluntad
  ban la sociabilidad necesaria para construir        do una entrevista para la televisión españo-           o el deseo, sino la realidad misma nos exi-
  un país moderno, que permitían vivir mil            la en la que Julio Cortázar aludía a la con-           ge tener una visión más regional continen-
  vidas cuando sólo cargábamos con una, que           fianza colectiva de los lectores. Eran los             tal. Es decir, nos lo exige la realidad que
  era una escuela social tan importante, de-          primeros años de los setenta, tiempos muy              nos beneficia a largo plazo incluso como
  cía, en los países católicos como era La Bi-        distintos a los que vivimos hoy; estábamos             comunidad cultural nacional. Habrá quie-
  blia en los países protestantes. En la escue-       en medio de la algarabía del “boom” de la              nes digan que con los escasos autores lati-
  la, insistía, se aprenden las primeras letras,      literatura latinoamericana, la industria               noamericanos que circulan desde México
  a deletrear las palabras, en cambio en las          editorial en castellano en alza y Franco vi-           a la Patagonia ya es suficiente, pero ¿no es
  novelas es donde se descubre cómo leer el           vo. Cortázar, recuerdo, decía: Cuando un               esa la más triste demostración de descon-
  mundo. Creo que si a Sarmiento le hubie-            escritor latinoamericano lee la obra de un             fianza en sí mismo en tanto se impone un
  ran hecho la tan mentada preguntita ha-             compatriota no hace sino demostrar que                 límite? Por eso, creo que a la pregunta
  bría sido muy drástico: en lugar de llevarse        está creyendo en sí mismo. Eso era lo que,             acerca del libro para la isla desierta, habría
  un libro a la isla, se llevaría la isla a una bi-   según su opinión, sucedía con las obras del            que responder mudando los libros de lugar,
  blioteca. Toda una puesta en juego de una           grupo de autores del “boom”, algo que no               de una isla a otra, y rescatando las bibliote-
  política a mediano y largo plazo. Leer es           había pasado, destacaba, con las lecturas de           cas de los barcos en las que viajaban los au-
  construir un pacto de confianza. El co-             su generación en la juventud, todas ellas de           tores interrogados, y así uno por uno hasta
  mienzo de una conspiración silenciosa que           autores europeos y norteamericanos, y casi             que no quede ni un solo naufragio.
  cobra sentido por el impulso de la confian-         ningún latinoamericano.
ALEJANDRÍA
                                                                                                                                                                              ˚   12 y




La obra poética de Juan Cris-
tóbal Mac Lean comprende hasta el presente         Sobre la poesía de Juan Cristóbal Mac Lean
dos libros de poemas: Paran los clarines
(1996) y Por el ojo de una espina (2005), a los



                                                        LA ESCRITURA
cuales hay que añadir tanto sus artículos re-
copilados en Transectos (2000)1 así como sus
textos y poemas en prosa aún no recogidos en
libro. Otro dato relevante que incide en su
obra: su notable labor de traductor de poetas
de lengua inglesa y francesa.
    La poesía de Mac Lean se alimenta de la
tradición de la vanguardia latinoamericana
cuyos referentes serían, por una parte, César
Vallejo y, por la otra, el Oliverio Girondo de
Masmédula (1957). A la obra de éste lo acer-
can la exploración y experimentación al in-
terior del lenguaje, basadas sobre todo en la
aliteración y la paronomasia, figuras harto
recurrentes en sus dos libros. Igualmente os-
tensible es la presencia de Vallejo en el uso de
un vocabulario tradicionalmente antipoéti-
co, a menudo jurídico, en la gestación de ne-
ologismos y, tanto como eso, en una sensibi-
lidad conmovida por la injusticia humana y
el dolor inherente a toda existencia. Así, en
'Navegarán las islas”, Mac Lean escribe: “De
distancia ardiente sufre tanto la tetera/ que
deja partir el vapor encomendado/…. Sufre
la silla de eternidad inútil/ de resuelta asti-
lla”; dolencia ontológica agravada por la
condición desamparada de seres y cosas: “¡Y
la calamina! ¡Y el clavo! ¿Qué se hará para
consolarlos?”Asimismo, las expresiones de
una conciencia condolida por su propio des-
tino :“me negocian al precio de haber naci-
do”, “qué será mi vida/ embargada por la
muerte”, que lo aproximan tanto al autor de
Trilce como, en el contexto de la poesía boli-

                                                          ˚
viana, al universo agónico de Edmundo Ca-
margo. No obstante, aun con estas claras re-                                fa de ese poema trasunta el propósito de la es-        A notable distancia cronológica del
sonancias, la poesía Mac Lean traza un reco-           Eduardo              critura: la busca de un sentido, pero de nin-       fragmento citado, en su segundo libro, pa-
                                                        Mitre
                                                          ˚
rrido singular por la variedad de tonos y tra-                              guna manera contundente sino como mera              recida inscripción toponímica esta vez en
mas que conviven en ella. En un poema sin                                   probabilidad de lograrlo: “Tal vez no esté to-      minúsculas:
título, como es frecuente en el autor, se lee                               do roto/ sino enormemente averiado”, “ Tal
                                                                            vez así las cosas/ sepan irse solas/ o por lo me-      la paz sorata
   Escribo tan mal que será diciembre                                                                                              sorata camión
                                                                            nos/ encontrarnos en su deriva.” Y deriva es           anacona
   que se habrá caído toda la agenda
   por la acera de un enero ya sin pausa                                    la palabra justa para calificar esta escritura         sumata
                                                                            excéntrica que se desplaza sin un centro de
   Escribo tan mal que será la tibia, el peroné                             gravedad y que, pese a ello, ha de buscar no
   quienes definitivamente estarán clamando                                 sólo costurar las roturas de la opaca realidad          Estos recorridos e inscripciones entrañan
   mi relevo
   para hincarse a sabiendas                                                y del sujeto escindido sino, asimismo, poblar       no sólo un acercamiento físico, espacial, sino y
   sobre los descosidos pedazos de diciembre.                               poéticamente el mundo, es decir transfigu-          sobre todo, un arrimo gramatical y tonal al ha-
                                                                            rarlo en un espacio de celebración, como se         bla (suerte de “quechuañol o aymarañol”) de
    Al margen de las voces ya señaladas que                                 lee en “Papel pampa”, primer ciclo de Por el        los moradores de esos espacios, como se advier-
resuenan en estás líneas, destaco el último                                 ojo de una espina: “ sea aún la hora/ la hora de    te claramente en este par de versos en los que el
verso de la segunda estrofa: “sobre los desco-                              la ronda/ arrojada al aire/ sea.”                   adjetivo “duro” no se corresponde con el géne-
sidos pedazos de diciembre”, que apunta a                                       Desde el punto de vista espacial, esta es-      ro femenino del sustantivo al que califica: “Du-
una concepción de la escritura poética como                                 critura nómada se genera desde una margi-           ro es la marraqueta/ tuerca que no hay/ bicicle-
costura o remiendo, es decir como recompo-                                  nalidad territorial doble: rural y urbana. Pre-     ta sin compras”, a tiempo de establecer una su-
sición tanto de una fractura existencial (“No                               ciso ejemplo de la primera son poemas cons-         gestiva causalidad entre la tuerca faltante, una
sabría reunir la colección/ de mis pedazos”)       1 Paran los clarines.    tituidos por la inscripción toponímica de es-       bicicleta inutilizada y la imposibilidad de mo-
como de un mundo trizado, sin imagen, as-            La Paz : Plural,       pacios suburbanos de las alturas altiplánicas;      vilizarse en esos barrios marginales para conse-
pectos ambos presentes al inicio y a lo largo        1996. Transectos.                                                          guir alimento. De manera similar, en el inde-
de sus dos libros. En efecto, en un rápido re-       La Paz : Plural,          Villa Nueva Jerusalén Villa Altiplano            terminado “lo” que va en lugar del artículo de-
                                                     2000. Por el ojo de       Oh villa urbanización Jucocampa
paso de sus poemas se lee que: “Hay que coser                                  Villa Llagas                                     finido en los versos que concluyen ese breve
estas nubes/ a la cordillera en deriva/ y par-       una aguja. La Paz :       Todas                                            poema: “Y comulgar es diario/ aquí en lo subur-
char los visillos deshechos”; versos más ade-        Plural. Editorial La      del huso azul                                    bio”, los cuales sugieren, con ironía crítica, la
lante, en el mismo poema: “hay que coser un          Mariposa Mundial,         suspendidas.                                     diaria ingestión de la hostia en ayunas en lugar
hálito/ a la voz de la mirada.” La última estro-     2005.                                                                      del pan ausente del desayuno. En ambos casos,
y 13 ˚ mayo 2009




   COMO COSTURA
  E
                 s un comentario general, entre los entendidos, que la publicación de libros de             de la danza, la alegría y la gracia de las rondas
                                                                                                            infantiles. En consecuencia, la elegía cede el
                 poesía en el país supera con mucho a la de los otros géneros de ficción. Sin               paso a la alabanza, a la celebración, al juego.
                                                                                                            Celebración de la realidad y, asimismo, del
                 embargo, no sucede lo mismo con ensayos y estudios dedicados a la poesía y a               lenguaje. En tal sentido, el ciclo “Gravamen
                                                                                                            del silencio”, uno de los más logrados del se-
  sus cultores. Para intentar llenar este vacío, les ofrecemos un texto inédito de Eduardo                  gundo libro, expresa, más allá del paradójico y
                                                                                                            en verdad desacertado título, esa celebración
  Mitre sobre la poesía de Juan Cristóbal Mac Lean.                                                         del cuerpo material del lenguaje (“tiro al pozo
                                                                                                            /una palabra/ y me quedo / esperando el eco”,
                                                                                                            así como de los materiales de la escritura: “Co-
  se trata de aparejamientos verbales, de un mes-       dad del amor”, se oye tanto una denuncia de las     mo aletas de peces se abren las hojas del cua-
  tizaje lingüístico que trata de acercar la escritu-   injusticias sociales como una crítica a un mun-     derno/ letra a letra/ aleta a aleta”. Escribir (o
  ra y el oído a la voz del otro, más concretamen-      do que, inmerso en la banalidad, ha perdido el      leer) es navegar, pero también alzar vuelo:
  te al habla que expresa el dolor del otro, consis-    sentido de la tragedia y la noción del amor;        “Como alas de aves se abren las alas del cua-
  ta éste en el testimonio de una anciana aymara        mundo en el que, en versos del poeta, “Ha que-      derno.” Y también actividad terrestre, ecues-
  del altiplano: “Nací callada/ de nacer tras todo      dado vacía la desgracia,/ el pobre drama de los     tre, ejercicio del cuerpo: “Galopo por las pra-
  el cerro. Nadie me dijo nada. Fui vendedora de        pobres” y en el cual “Tristán puede tomar un        dera de las páginas/ montado/ en el rebelde
  habas y otras cosas”) o la de una pastora que ex-     abogado.” Denoten estos versos una nostalgia        tropo arisco/ de caligrafías y de letras.” La es-
  presa el desamparo de su vida en la pobreza:          de las utopías revolucionarias y un rechazo de      critura poética se hace juego, pero también
                                                        la postmodernidad que prescinde de ellas, lo        fuego, es decir combate pasional e intelectual
     Fui a buscarlo                                     evidente es que la escritura se torna demasiado     con el lenguaje en el campo de batalla de la
     por los campos secos
     donde pastan mis animales.                         explícita, incluso panfletaria, perdiendo esa       página en blanco: “la primera línea …/ avan-
                                                        carga poética que distingue a otros poemas          za hacia el enemigo/ va siendo diezmada/ letra
     Le dije                                            plasmados más bien en un estilo elusivo, sesga-     a letra/ la avanzada.” La escritura, como el ac-
     –¿qué será de mis animales                         do. Tal duplicidad de lenguajes se hace notorio     to que la plasma, deviene motivo de celebra-
     de mí en esta sequía?
                                                        sobre todo en su segundo libro. En cambio,          ción, pero también labor como el arte de la
     Tú sabrás                                          cuando el poeta, como en la obra de Vilma Ta-       costura (es decir, de la sutura) : “!homenaje!
     me dijo                                            pia, cede la palabra al otro de manera que el po-   ¡homenaje!/ la máquina de coser clama/ a la
     y un viento cubrió                                 ema no es la expresión de la propia subjetivi-      tela rota” Esa máquina de coser es asimismo la
     todos los campos.
                                                        dad sino trascripción de otras voces (proven-       máquina (o la computadora) de escribir. Pero
                                                        gan éstas de un cuerpo colectivo o de uno fami-     escribir es también rescatar la infancia y el
      Voz, voces de los marginados, en un entor-        liar o individual) la poesía de Mac Lean nos de-    aprendizaje de la lengua materna, recuperan-
  no desolado que dibuja la visión de una natura-       para sus momentos más intensos. Un ejemplo          do de este modo a la madre al restablecer un
  leza enemiga, anonadante tanto por defecto            es el hermoso poema en el que la madre es el su-    diálogo con ella: “me espera el diccionario
  como exceso. En efecto, el agua, cuando no es         jeto hablante, y el poema una suerte de registro    nunca he comprendido/ la letra a/ mamá dón-
  ausencia (“campos secos”) que intensifica el          o grabación de su voz y sus palabras en las que     de viste caerse así a las emes/ en este dicciona-
  hambre y la sed, es una fuerza ciega, diluviana y     resuenan, desde luego, otras colectivas:            rio hijo mío”. Es más: en la escritura el sujeto
  aniquiladora (como en “Viendo llover en Ya-                                                               reconoce su propio nombre, mas no para con-
  cuiba”, uno de los mejores poemas del autor),                                                             solidar una identidad sino para iniciar la bus-
  que anega lo que existe, como en el cuento de            un día mis faldas serán azules                   ca de la misma: “la jota de mi nombre /juan/
                                                           y por mis hijos el pasto
  Rulfo “Es que somos muy pobres”, y cuyos ecos            comenzará a cantar:                              no me queda otro nombre/ iré a buscarlo/ tal
  acaso resuenan en estos versos del poeta: “Di-                                                            vez por la / a”. Abiertamente lúdica, esta es-
  rás /dónde está el hato/ dónde quedó abierta la          y lloverá hasta mayo:                            critura logra su mejor expresión en unos cuan-
  ventana. Pero ya el río se lo habrá llevado to-          detendrán las flores a los muertos               tos poemas de su poesía amatoria, sobre todo
                                                           los tejados a los vivos
  do./ A ti también.” Esta agua aniquilante, apo-          y entrarán bestias y luciérnagas                 en el par de ellos cuya presencia inspiradora
  calíptica, alcanza su expresión más trágica en           por las goteras del amor                         es, como en la poseía de Gustavo Medinaceli,
  un poema que acentúa ese carácter con la iro-                                                             la mujer- niña, o más precisamente, la mujer
  nía amarga que destila su título: “Vals del Nue-         de las macetas                                   adolescente, la colegiala. Hecha la compara-
                                                           de las desaparecidas
  vo Año por el río Hernani”, connotando, al                                                                ción, señalo la diferencia: en los poemas de
  mismo tiempo, el coraje estoico de la gente hu-          luces                                            Mac Lean la carga erótica es mucho más ex-
  milde frente a la tragedia y la muerte.                  que serán                                        plícita, y la figura amada menos sublimada.
      Esta conciencia solidaria con los desposeí-          azules                                           Esta estrofa ilustra bien ambos aspectos:
  dos se manifiesta en otros poemas posteriores,
  pero con una escritura y una voz distintas, pro-         Así, en el espacio de la pampa o página en          Las aceras cantan tus piernas
                                                                                                               y su piedras cantan Hosanna en las alturas
  venientes de un espacio urbano; y lo hace con         blanco, la escritura de Mac Lean –hilo por el          hosanna tu blanco calzoncillo/
  el tono tan caro a cierta poesía que abundó en        ojo de una aguja o de un espino– se adelgaza,          y caminas ciega sabes paso a paso
  la década de los 70 del siglo pasado. Así, en         se afina, liberada del pathos que en otros mo-         la dura simpleza del milagro
  “Meditación muy severa en torno a la posibili-        mentos la caracteriza, y cobra el entusiasmo           en toda tú alojado.
                                                                                                                                            Pasa a la página 14.
ALEJANDRÍA
                                                                ˚   14 ˚ mayo 2009




Viene de la página 13.
    Sin embargo, encomiar esta dimen-                   modelo compuesto en versos alejandri-            te bellísimo y conmovedor poema, en el
sión de su poesía amatoria, no implica y                nos, no se ajusta a ninguna estructura mé-       cual la brevedad es simplemente otro fac-
reducirla a ella, pues hay poemas que, dis-             trica fija, sino que opta por la polimetría      tor de su intensidad y no un límite a su ca-
tintos de ese tono, expresan en otro más                sin rima en la que predominan los versos         pacidad de sugerencia:
bien grave las dos caras del amor: la cele-             de catorce y dieciséis sílabas. Tal flexibili-
bración del encuentro, del cuerpo de la                 dad formal, se aviene bien con el tono              LULLABY
presencia, así como su pérdida y ausencia.              desenfadado, desenvuelto, opuesto al ri-            las prendas las costuras
Baste como ejemplo de lo primero, estas                 gor formal y al tono patético del formida-          de los muertos
preciosas líneas que describen y recrean                ble modelo. Pero es claro que tales piezas          los trapos de los vivos
el cuerpo femenino como delicada arqui-                 no constituyen los momentos mejores de              me dedico a lavar:
tectura, a través de una mirada que la re-              su poesía; ni desdeñables ni admirables,            soy la empleada
corre por los contornos de la piel con un               esos ejercicios o variaciones son pausas
pudor que apenas sugiere la desnudez de                 regidas por la ironía como un contrapun-            hundo mis manos
la amada:                                               to a la tensión, a menudo trágica, de sus           en el agua helada
                                                                                                            para que puedan ir limpios
                                                        poemas y, sobre todo, a la forma elíptica,          y besados
   según tu hombro se insinúa                           alusiva y elusiva que distingue a la mayor          y apedreados
   o irrumpe entre las sombras o la luz
   tu brazo                                             parte de ellos.
                                                            En una nota de presentación al referir-         mis niños amados, mis fantasmas regalados
   explica la codicia de los cazadores de marfil
                                                                                                            que nunca volveré a ver
   el ansia de los arponeros que navegan tras la es-    se a la estructura de Por el ojo de una espi-
     puma                                               na, el propio poeta afirma que este libro
   tu brazo
   muy blanco al descender del peldaño de tu hom-       está hecho de “seis partes, capítulos o li-          El sujeto hablante es una empleada
     bro                                                bros, lo que hila una misma rueca –de pa-        doméstica –sirvienta, como decían y aún
   explica la creación de las colinas                   lo, de espina. Pero esta rueca al girar, se      dicen en Bolivia– de procedencia humil-
                                                        quiebra como el mismo hilo; la escritura         de, obrera o campesina, encargada, entre
    Al inicio, hice alusión a la incidencia             quizá entonces pasan por el ojo de otra          otras varias labores, de cuidar y criar a los
de la traducción como generadores de al-                hebra”. Tales palabras me parecen muy            hijos de los propietarios de la casa. Sim-
gunos de su poemas. En efecto, piezas de                reveladoras del carácter discontinuo, sus-       ple en su lenguaje, el poema no lo es en su
Catulo, Propercio, Chaucer, entre otros,                pendido o interrumpido que caracteriza a         breve trama que resulta enigmática y sus-
han de generar textos irónicos que impli-               varios poemas, de tal forma que los mis-         cita varias interrogantes. La primera:
can variaciones de los modelos de los                   mos se resienten de una falta de composi-        ¿desde dónde habla la empleada? ¿Por
cuales derivan. El ejemplo más notable es               ción, de precisión formal y expresiva que        qué dice que a sus “niños amados” no vol-
sin duda “ A una comensal”, texto iróni-                hace justamente que el hilo se corte o se        verá a verlos? Son ellos los que se fueron o
co, paródico del famoso soneto de Baude-                bifurque. Esa alternancia de estilos con-        es ella la que se ha ido de la casa sea por
laire “A una pasante”, poema que, según                 fabula no sólo contra la unidad de la obra       despido o por vejez? Hasta el penúltimo
Claude Leroy, ha generado todo un mito2.                (cosa que el poeta, por la misma elección        verso, el poema se refiere a un presente en
No me demoro en la parodia de Mac Le-                   de una escritura fragmentaria, no la persi-      que se define su condición o identidad la-
an, porque ya me he referido a ella de ma-              gue) sino contra la intensidad de la mis-        boral y alude, sin ningún patetismo y más
nera puntual en otra ocasión3. Baste aquí               ma. Uno tiene la impresión, sobre todo           bien con una suerte de decoro verbal a la
con citar dos estrofas del modelo y otras               en su segundo libro, de leer un diseño de        dureza de su oficio: “hundo mis manos/ en
dos del texto de Mac Lean para dar una                  poéticas que quedan en el esbozo porque          el agua helada”. Luego, el sentido amoro-
idea clara de la radical desviación inver-              apenas iniciada una, tras un breve puña-         so que mitiga y aun dulcifica el rigor de
sión que se opera. Dicen los dos cuartetos              do de poemas –algunos de una notable             ese trabajo: “para que puedan ir limpios/ y
del modelo (la versión es mía):                         factura– que la plasman, el poeta la aban-       besados”. Sin embargo, de inmediato, se
                                                        dona, para iniciar otra.                         añade “y apedreados”, adjetivo verbal
   La calle ensordecedora a mi alrededor aullaba.           No menos objetable, me parece, el            que, opuesto al anterior, causa perpleji-
   Alta, delgada, de luto estricto, dolor majestuoso,
   Una mujer pasó de una mano fastuosa                  abuso de las figuras retóricas, especial-        dad y multiplica las interrogantes. En
   levantando, balanceando los pliegues de su falda.    mente la aliteración, que saturan su poesía      efecto, ¿quién es el sujeto de esa violencia
                                                        al punto de volverlas mecánicas. Así, ver-       lapidaria? ¿A qué contexto o clase social
   Ágil y noble, con su pierna de estatua.              sos como “Una ola un canto una oda'/ una         pertenecen los “niños amados” de la em-
   Yo bebía, crispado como un extravagante,
   En sus ojos, cielo lívido donde germina el hura-     onda honda me pierden y persiguen”, “El          pleada? ¿Quiénes son ellos, hijos ajenos a
    cán,                                                cielo al canto canta”, “Desclavar la espada      quienes ella de algún modo ha criado y
   La dulzura que fascina y el placer que mata.         que clavas y que clama”, nos recuerdan,          los siente como suyos o sus verdaderos hi-
                                                        más que a las experimentaciones vanguar-         jos victimados por la violencia clasista y 2 Ver su libro Le
  Precedida de un epígrafe que nos re-                  distas, a las manías eufónicas de Franz Ta-      racista? ? En uno u otro caso: ¿por qué y       mythe de la
mite al modelo; he aquí la parodia:                     mayo. Reitero: no es la aliteración ni tam-      por quiénes son apedreados? Y los trajes        passante. De
                                                        poco las metáforas algo rimbombantes co-         de los muertos a que se refiere en los ver-     Baudelaire à
   Ensordecedores, alrededor mío, gritaban parro-       mo “ovaciono un hambre”, “ la corrompi-          sos iniciales, en contraposición, a “los        Mandiargues.
    quianos.                                                                                                                                             Paris: Presses
   Alta, delgada, de negro ceñida, con recatado paso.   da aduana de la luz”, o claramente estri-        trapos de los vivos”, ¿de quiénes son? Por
   Una mujer llegó, de sandalia muy desnuda             dentitas como “el andén apedreado de mi          último: ¿por qué la ironía del título ¡en       Universitaire de
   Elevando, equilibrando el talón, la pantorrilla.     frente”, con las que esta poesía configura       inglés!: “Lullabay”, es decir: nana infantil    France, 1999.
                                                        sus mejores momentos sino, por el contra-        o canción de cuna cuando el poema es en       3 "La pasante de
   Dubitativa y común, con su pierna de estatua.                                                                                                         Baudelaire en un
   Yo almorzaba extravagante como ante un arroz.        rio, en el despojamiento verbal que conju-       realidad una canción fúnebre, una elegía?
   En su mirada, cielo tímido en que afloraba el di-    ga el justo tono con la justeza metafórica.      Tales interrogantes, que surgen del texto,      poema de Juan
    vorcio,                                             Y, como en el caso de Vilma Tapia, esa jus-      muestran las varias posibilidades de in-        Cristobal Mac
   La dulzura que se agota, el placer que desespera.    teza y precisión se dan generalmente en          terpretación que evidencian además su           Lean". Revista
                                                        poemas en los cuales el sujeto hablante es       potencial semántico. Con varios poemas          "Atar a la rata",
   Formalmente, el poema sigue la clási-                femenino y, en el caso de Mac Lean, un su-       como este, la obra de Juan Cristóbal Mac        N. 23,
ca división del soneto en dos cuartetos y               jeto proveniente preponderantemente de           Lean se hace imprescindible en el recien-       Cochabamba,
dos tercetos, aunque, a diferencia de su                la clase proletaria o campesina. Así, en es-     te mapa de la poesía boliviana.                 Octubre 2007.
Alejandria 18
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  • 2.
  • 3. ALEJANDRÍA ˚ 3 ˚ mayo 2009 V olvemos. De la mano del “Premio Alejandría” volvemos al ruedo. Meses de silencio no voluntario se cierran hoy y, simplemente, volvemos. El retorno lo creemos auspicioso, el día 4 de mayo cerramos la recepción de las obras postulantes al premio con un respuesta altamente positiva, en 30 días conoceremos los resultados. El número dieciocho viene con un texto de Eduardo Mitre sobre poesía; Miguel Vitagliano, escrior argentino, se pregunta cuanto sabemos los latinoamericanos de la creación literaria contemporánea; Christian Vera nos da un adelanta de la obra ganadora del Yolanda Bedregal; en fin, Volvemos. Todos sabíamos cómo era Calvino: total- Y en el restaurante se quedaba en silencio EL OTRO CALVINO mente negado para la conversación, si con durante dos horas, haciendo su papel con al- ˚ Carlo Fruttero ˚ esta palabra se entiende la capacidad de ha- gún vago gorgoteo, un “ya, ya” bien dispues- blar con desenvoltura de la lluvia y el buen to pero siempre a destiempo. tiempo. Del siglo XVIII y de su prosa, que Ello le ganó fama de personaje altanero, En buena hora vengo a darme cuenta de admiraba, no había asimilado ninguna de las despectivo, o bien huraño, cerrado. Pero en que, en la práctica, de Calvino editor, co- elegancias mundanas. Desmañado, tímido el hábitat de la editorial su comportamiento mo lo llamaríamos hoy para disgusto suyo, por no decir torpe, a veces casi tartamudo era diferente. Hubiera sido un verdadero ca- no recuerdo nada: ni un juicio, ni una di- (aunque, muy en el fondo, fuese puro teatro) so de esquizofrenia a la Jekyll y Hyde si la vi- vergencia, ni una condena inapelable, ni inspiraba en los circunstantes un fuerte sen- vacidad, el talento, el genio cómico tan pre- una sola propuesta. Pero entre 1953 y 1961 timiento de protección, de ilimitada indul- sentes en el escritor, hubiesen estado total- puedo decir que lo vi todos los días, duran- gencia. Las relaciones con los autores italia- mente ausentes del hombre. Calvino era un te un par de años compartí con él uno de los nos publicados por la editorial le tocaban en colega muy ingenioso, muy divertido, pron- despachos de la editorial Einaudi en Via gran parte a él, que se ocupaba además de la to a partir de un elemento cualquiera para Biancamano en Turín, y de aquella convi- oficina de prensa, y de vez en cuando recu- bordar alrededor fantasiosas extrapolacio- vencia me quedaron algunas impresiones, rría a mi consabida frivolidad para que lo nes, juegos de palabras, paradojas. Tampoco más afectuosas que importantes. ayudara en un almuerzo o una cena. “Ven tú desdeñaba las salidas oficinescas: “Aquí es- Teníamos historias diferentes, la mía también, a éste no tengo nada que decirle”. tán nuestras laboriosas abejas”, decía desde más digna de omisión que otra cosa; yo no había sido partisano, no estaba inscrito en el Partido Comunista Italiano, nunca ha- bía conocido a Pavese, el Politécnico me había importado poco, trataba de “usted” a Giulio Einaudi a quien veía como a un “pa- trón” que estaba lejos de ser instantánea- mente simpático pero que era bastante to- lerante con los horarios de trabajo. Sombra rubiogrís en el corredor, saludaba mediante una módica dislocación del hom- bro, ruborizándose. Calvino, que también lo llamaba “el patrón”, era uno de sus íntimos, lo frecuentaba fuera de la oficina, con él viajaba y discutía los destinos de la editorial. De aquellos conciliábulos me contaba muy poco, fuera del preocupado estribillo: “Estamos con el agua al cuello. No tenemos un céntimo”. A los céntimos personales ninguno de nosotros le atribuía mucha importancia. Se daba por descontado que el nuestro no podía ser un oficio rentable y, más aún, parecía mi- lagroso poder ganarse la vida trabajando en algo tan precario como la literatura. Calvi- no ganaba más que yo y una vez, inesperada- mente, me ofreció dinero para ir a Londres a ver no recuerdo qué espectáculo beckettiano que me interesaba. “Guay con no darse esos gustos”, proclamó con severo hedonismo. No lo aproveché, pero aquel gesto de concreta camaradería me pareció más nota- ble que cualquier consonancia o divergen- cia relativa a Gyórgy Lukács. Lo interpreté como una invitación a llamar a su puerta en caso de necesidad, y al fin y al cabo no veo El pintor y poeta italiano, temporalmente radiado en Bolivia, Silvio Mignano nos un modo más simple de definir la amistad. acompaña, con su obra, en este “volver” de Alejandría. Director: Rubén Vargas ˚ Editor general: Ariel Mustafá ˚ Redacción: Liliana Carrillo, Hugo Montes, Marcel Ramírez, Óscar Vega Gerente general: Marcel Ramírez ˚ Diseño: SALINASÁNCHEZ ˚ Diagramación: Percy Mendoza ˚ Contactos: Casilla de correo 9680, La Paz ˚ alejandria@correo.nu ˚ Depósito legal 4-3-32-06.
  • 4. la puerta a las secretarias. Que gañían felices en sus delantales multicolores y aceptaban INSTANTE Y después sus rudas impaciencias y sus violen- REVELACIÓN ˚ Octavio Paz ˚ tas broncas sin creerle del todo. De su labor en la editorial recuerdo bien el tono. Terminaba de leer una serie de pruebas, de escribir una solapa, una carta, y Hoy nadie pone en duda, salvo uno que otro las cejas se le aflojaban. Se soltaban en un excéntrico, que la fotografía es un arte. No suspirante parpadeo: “!Uf, otra cosa que me siempre fue así. En sus comienzos muchos la he quitado de encima!”. Un redactor dili- vieron como un simple medio de reproduc- gente. Y también un decidido opositor a ción mecánica de la realidad visible, útil co- ciertos libros, a ciertos nombres, en las reu- mo instrumento de información científica y niones de los miércoles. Le salía una voz nada más. Aunque sus poderes eran ya mayo- primero tajante, después cada vez más pe- res que los del ojo –penetraba en el espacio rentoria y colérica, hasta ahogarse de indig- estelar y en el microscópico, atravesaba la nación. Como partidario convencido era niebla, percibía con la misma precisión las en cambio moderado, seco, apenas abierto oscilaciones del copo de nieve al caer que el a la discusión. Escondía la indiferencia por aleteo de la mosca contra el vidrio– se pensa- algunas disciplinas y empresas tras un res- ba que la cámara fotográfica carecía de sensi- peto boquiabierto por los expertos que se bilidad e imaginación. En su crónica del Sa- ocupaban de ellas: “¡Ah, ah, de veras, dia- lón de 1859 Baudelaire escribe:"La fotografía blos!”, y cándidamente se retraía. Del com- debe ser la servidora de las artes y las cien- pañero y compinche de la “célula” de la edi- cias, pero la humilde servidora, como la im- torial nunca supe nada, salvo cuando in- prenta y la estereografía, que no substituyen PLURAL tentó, en verdad blandamente, meterme en el Partido, rindiéndose en seguida antes mis fatuas objeciones (yo no me veía desfilando en el carro alegórico el 1 de mayo). a la literatura... le agradecemos que sea la se- cretaria y el archivo de todos aquellos que, por su profesión, necesitan de una absoluta exactitud material... pero ¡ay de nosotros! si Calvino se adhería a este papel de tra- le permitimos inmiscuirse en los dominios de bajador con indefensa seriedad, con pleno lo impalpable y lo imaginario". Sorprendido entusiasmo, pero encontrando siempre la por el nuevo instrumento e irritado por sus manera de dejar tras de sí una estela de im- poderes de reproducción inmediata, el poeta perceptibles desmentidos. Bastaba una olvidaba que detrás de la lente fotográfica pausa, un mínimo retraso en volver a la hay un hombre: una sensibilidad y una fanta- discusión, una excesiva ostentación de ce- sía. Un punto de vista. Casi en los mismos lo, una carrera hasta al teléfono, y volvía la años, Emerson se entusiasma ante aquello duda. En el fondo era teatro, ¿o no? mismo que escandaliza a Baudelaire: "La fo- Yo diría que ese margen de irónica ambi- tografía es el verdadero estilo republicano de güedad es el que bordea todas sus páginas y la pintura. El artista se hace a un lado y deja que en aquellos tiempos algunos desaproba- que uno se pinte a sí mismo". Curiosa cegue- ban por travieso, irresponsable. Pero a mí me ra: aunque el francés lo deploraba y el norte- parece que tanto empeño en el trabajo edito- americano lo aplaudía, ambos veían en la cá- rial hubiese tenido menos valor si no se supie- mara fotográfica al substituto de la pintura. ra y sintiera que Calvino no estaba “del todo La confusión de Baudelaire y de Emerson presente” como nunca está “del todo presen- ha sido recurrente. Por ejemplo, desde los al- te” cuando, más o menos cerrado con Joseph bores del arte moderno se ha dicho que la fo- Conrad el horizonte plausible de la pasión y tografía, al ocupar muchos territorios de la la aventura, a Calvino escritor no le queda si- realidad visible que hasta entonces habían no lanzar su apasionada carga inventiva por sido exclusivos de la pintura, la había obliga- vectores indirectos, entre espejos, alusiones, do a replegarse sobre sí misma. La pintura de- simulaciones, rebotes parabólicos. Había vis- jó de ver al mundo y exploró las esencias, los to en seguida (no por nada se es inteligente) arquetipos y las ideas; fue pintura de la pin- que sólo detrás de la pantalla semitransparen- tura: cubismo y abstraccionismo. O se des- te de la ironía era posible actuar, vivir. plegó en los dominios que Baudelaire llama- El día que se compró el Giulietía Sprint ba "de lo impalpable y lo imaginario": fue fuimos todos a la ventana para verlo arran- pintura de aquello que vemos con los ojos car. Debajo de los castaños del Corso Um- cerrados. La realidad no tardó en desmentir berto aún había bancos y el coche oblongo a esta teoría y muy pronto los fotógrafos, a estaba aparcado en un cómodo espacio, ro- través del fotomontaje y de otros procedi- zando el bordillo, Italo alzó los ojos a nues- mientos, exploraron por su cuenta los mun- tros gritos, nos hizo una sonrisita entre orgu- dos de la abstracción y los del sueño. ¿Debo lloso, falso ingenuo y resignado, subió contri- recordar a Man Ray y a Moholy Nagy? Así, to, anduvo manoseando el encendido y par- no es extraño que en los últimos años la idea tió con un estruendo petulante, nunca se su- de la fotografía como rival de la pintura haya po si deliberado o debido a simple impericia. cedido el sitio a otra tal vez más justa: pintu- ra y fotografía son artes visuales indepen- dientes aunque afines. Incluso, como siem- pre ocurre, los críticos han ido más allá. Ahora algunos de ellos ven a la fotografía no como una invención mecánica que repre- sentó una ruptura de la tradición pictórica sino, al contrario, como la natural conse- cuencia de la evolución de la pintura de Oc- cidente. La historia de la pintura europea,
  • 5. ALEJANDRÍA ˚ 5 ˚ mayo 2009 desde el siglo XVI, es la historia de la pers- aparecía en sus páginas. A mis amigos les Al mismo pectiva, es decir, del arte y la ciencia de la ocurría lo mismo, aunque ni ellos ni yo lo tiempo, percepción visual; así pues, la fotografía, que confesábamos. Ante los textos de Valéry y aquellas reproduce de modo instantáneo la perspecti- Perse, Borges y Neruda, Cuesta y Villaurru- fotos eran va, no puede verse como una interrupción si- tia, íbamos de la curiosidad al estupor, de la enigmas en MUERTO POR no como una culminación de la tradición. iluminación instantánea a la perplejidad. blanco y UNA MUJER QUE YA Hace poco, en 1981, el Museo de Arte Mo- Aquellos misterios –muchas veces, hoy lo negro, NO LO QUIERE derno de Nueva York albergó una exposición veo, baladíes–, lejos de desanimarme, me es- callados de cuadros y fotos destinada a ilustrar esta idea. "La fotografía", dice Peter Galasi, "no es una bastarda abandonada por la ciencia a poleaban. Una tarde, hojeando el número 33 (febrero de 1931), después de una traduc- ción de Los Hombres Huecos de Eliot, descu- pero elocuentes “Un hombre queseguidos cinco minutos piensa en una mujer no es un las puertas de la pintura sino la hija legítima brí unas reproducciones de tres fotos de Ma- hombre sino un marica”, de la tradición pictórica de Occidente." nuel Alvarez Bravo, Temas y objetos coti- decía en vida. Después de más de un siglo de titubeos, la dianos: unas hojas, la cicatriz de un tronco, crítica ha vuelto al punto de partida; no para los pliegues de una cortina. Sentí una turba- Los viejos hablamos y hablamos, pero ya condenar a la fotografía a la manera de Bau- ción extraña, seguida de esa alegría que me estoy acercando a lo que le quiero delaire, que la veía como un pobre sucedáneo acompaña a la comprensión, por más in- contar. No sé si ya se lo menté a Luís Ira- de la pintura, sino para exaltarla como un ar- completa que ésta sea. No era difícil recono- la. Un amigo como no hay muchos. Una te nacido de la misma tradición. Apenas si es cer en una de aquellas imágenes a las hojas mañana vino a verme y me dijo: necesario extenderse sobre la pertinencia de –verdes, obscuras y nervadas– de una planta –Ya te habrán venido con la historia este criterio: a diferencia de lo que ocurre con del patio de mi casa, ni en las otras dos al de que me dejó la Casilda. El que me la el arte pictórico de otras civilizaciones, es im- tronco del fresno de nuestro jardín y a la cor- quitó es Rufino Aguilera. posible comprender la historia de la pintura tina del estudio de uno de mis profesores. Con ese sujeto yo había tenido trato europea, desde el Renacimiento hasta el im- Al mismo tiempo, aquellas fotos eran en Morón. Le contesté: presionismo, como un proceso aparte y sepa- enigmas en blanco y negro, callados pero elo- –Sí, lo conozco. Es el menos inmundi- rado de la evolución de la perspectiva. Al in- cuentes: sin decirlo, aludían a otras realidades cia de los Aguilera. ventar la fotografía, la óptica completó y per- y, sin mostrarlas, evocaban a otras imágenes. –Inmundicia o no, ahora tendrá que feccionó un procedimiento iniciado por los Cada imagen convocaba, e incluso producía, habérselas conmigo. Me quedé pensando pintores renacentistas. Sin embargo, se corre otra imagen. Así, las fotos de Álvarez Bravo y le dije: el riesgo de caer nuevamente en la confusión fueron una suerte de ilustración o confirma- –Nadie le quita nada a nadie. Si la Ca- entre pintura y fotografía si no se advierte ción visual de la experiencia verbal a la que silda te ha dejado, es porque lo quiere a que la segunda, aunque nacida para satisfacer me enfrentaban diariamente mis lecturas de Rufino y vos no le importas. la vieja obsesión de la pintura por reproducir los poetas modernos: la imagen poética es –Y la gente, ¿qué va a decir? ¿Que soy la ilusión de la perspectiva, no tardó en sepa- siempre doble o triple. Cada frase, al decir lo un cobarde? rarse del arte pictórico para crearse un reino que dice –dice otra cosa. La fotografía es un –Mi consejo es que no te metas en his- distinto y suyo, regido por leyes y convencio- arte poético porque, al mostrarnos esto, alude torias por lo que la gente pueda decir y nes particulares. La fotografía nace, como si- o presenta a aquello. Comunicación continua por una mujer que ya no te quiere. glos antes la perspectiva, de la unión entre la entre lo explícito y lo implícito, lo ya visto y –Ella me tiene sin cuidado. Un hom- ciencia y la pintura pero no es ni una ni otra: lo no visto. El dominio propio de la fotogra- bre que piensa cinco minutos seguidos en es un arte distinto. El fenómeno se repite fía, como arte, no es distinto al de la poesía: lo una mujer no es un hombre sino un mari- con el cine: nace de la fotografía y, no obs- impalpable y lo imaginario. Pero revelado y, por ca. La Casilda no tiene corazón. La últi- tante, es imposible confundirlo con ella. El decirlo así, filtrado, por lo visto. ma noche que pasamos juntos me dijo cine es el deshielo de la imagen fija, su in- que yo ya andaba para viejo. mersión en la corriente temporal. En la pan- –Te decía la verdad. talla la imagen se mueve, cambia, se trans- –La verdad es lo que duele. El que me forma en otra y otra; la sucesión de imágenes está importando ahora es Rufino. se despliega como una historia. La foto de- –Anda con cuidado. Yo lo he visto tiene al tiempo, lo aprisiona; el cine lo des- actuar a Rufino en el atrio de Merlo. Es ata y lo pone en movimiento. Así, se aleja de una luz. la fotografía y se acerca a los géneros litera- –¿Crees que le tengo miedo? rios regidos por la sucesión: el relato, la no- –Ya sé que no le tenés miedo, pero pen- vela, el teatro, la historia, el reportaje. salo bien. Una de dos: o lo matas y vas a la Le debo a la fotografía una de mis prime- sombra, o él te mata y vas a la Chacarita. ras experiencias artísticas. Fue en mi adoles- –Entonces, ¿vas a jugar tu tranquili- cencia y la experiencia está asociada a mi dad por un desconocido y por una mujer descubrimiento de la poesía moderna. Era que ya no querés? estudiante de bachillerato y una de mis lec- No quiso escucharme y se fue. Al otro turas favoritas era la revista Contemporáne- día nos llegó la noticia de que lo había os. Tenía dieciséis o diecisiete años y no provocado a Rufino en un comercio de siempre lograba comprender todo lo que Morón y que Rufino lo había muerto. Jorge Luís Borges
  • 6.
  • 7. ALEJANDRÍA ˚ 7 ˚ mayo 2009 tral sigue siendo la misma y lo único disímil AGUAS son las perspectivas en que se sitúa el autor PRIMORDIALES* para multiplicar sus posibilidades intersti- ˚ Antonio Mayorga Ugarte ˚ ciales. Rayuela es de alguna manera la filoso- fía de mis cuentos, una indagación sobre lo que determinó a lo largo de muchos años su a Theresa García Nascimento materia o su impulso. Poco o nada reflexio- no al escribir un relato; como ocurre con los Rio de Janeiro se desborda en el mar para des- poemas, tengo la impresión de que se hubie- bordarse por detrás en un mar de gente des- ran escrito a sí mismos y no creo jactarme si bordada; de cuerpo en cuerpo, de saudade en VOLVIENDO A digo que muchos de ellos participan de esa saudade, de voz en cuello. Cae a horcajadas EUGENIA GRANDET suspensión de la contingencia y de la incre- ˚ Julio Cortázar ˚ en la playa hollada y acaracolada, clava el dulidad en las que Coleridge veía las notas puñal de la cachaça en el pecho del Reden- privativas de la más alta operación poética. tor, y suele ser un puente o un navío que va y Por el contrario, las novelas han sido empre- viene de un cuarto a la ciudad enorme: Itai- Tal vez ahora se comprenda mejor algo de lo sas más sistemáticas, en las que la enajena- puaçú a Cinelandia, sin escalas. Ilimitada y que quise hacer en lo que llevo escrito, para li- ción de raíz poética sólo intervino intermi- sudorosa, no es más ni menos que la calle sin quidar un malentendido que acrecienta in- tentemente para llevar adelante una acción el destino de la multitud esquiva: violencia justamente las ganancias de las casas Water- demorada por la reflexión. ¿Pero se ha ad- súbitamente sustituida por la fiesta; voz que man y Pelikan. Los que me reprochan escribir vertido lo bastante que esa reflexión partici- serpentea y enlaza, que grita y abraza. novelas donde casi continuamente se pone pa menos de la lógica que de la mántica, que Para irse de la opaca luz que trae la lluvia en duda lo que acaba de afirmarse o se afirma no es tanto dialéctica como asociación ver- y huir de la impronta saudosa de los días empecinadamente toda razón de duda, insis- bal o imaginativa? Lo que llamo aquí refle- aciagos, aviva exuberante la llama que el sol ten en que lo más aceptable de mi literatura xión merecería quizá otro nombre o en todo pone en la piel del día y sucumbe exhalante son algunos cuentos donde se advierte una caso otra connnotación; también Hamlet en las sábanas de la noche. Minuto a minuto creación unívoca, sin miradas hacia atrás o reflexiona sobre su acción o su inacción, baila entre autos y edificios, y finge ser otra a paseítos hamletianos dentro de la estructura también el Ulrich de Musil o el cónsul de la llegada del carnaval para ser luego y sin re- misma de lo narrado. A mí se me hace que es- Malcolm Lowry. Pero es casi fatal que esos medio una arrinconada y afligida mancha ta distinción taxativa entre dos maneras de altos en la hipnosis, en los que el autor recla- crepuscular a la vera del mar. escribir no se funda tanto en las razones o los ma una vigilia activa del lector, sean recibi- Rio ríe de su suerte jugando a los dados logros del autor como en la comodidad del dos por los clientes del fumadero con un bajo el sol, y ahuecando el ala al turbio la- que lee. Para qué volver sobre el hecho sabi- considerable grado de consternación. berinto de los solitarios. Con las canciones do de que cuanto más se parece un libro a una Para terminar: también a mí me gustan de Chico Buarque anuda lo poco que que- pipa de opio más satisfecho queda el chino esos capítulos de Rayuela que los críticos han da del deseo omnipresente y exhausto: la que lo fuma, dispuesto a lo sumo a discutir la coincidido casi siempre en subrayar: el con- memoria de la ciudad tejida con un sonido calidad del opio pero no sus efectos letárgicos. cierto de Berthe Trépat, la muerte de Roca- alegremente triste, con unas palabras que, Los partidarios de esos cuentos pasan por alto madour. Y sin embargo no creo que en ellos a hilachas, nombran al desdentado pan de que la anécdota de cada relato es también un esté ni por asomo la justificación del libro. azúcar, a Theresa desde el agua-verde de testimonio de extrañamiento, cuando no una No puedo dejar de ver que, fatalmente, quie- sus ojos sollozantes, al vibrante regocijo de provocación tendiente a suscitarla en el lec- nes elogian esos capítulos están elogiando la piel variopinta, a la lua vermelha que, tor. Se ha dicho que en mis relatos lo fantásti- un eslabón más dentro de la tradición nove- hostia transfigurada, cuida el alma de sus co se desgaja de lo “real” o se inserta en él, y lística, dentro de un terreno familiar y orto- habitantes, al agobio de los amantes que que ese brusco y casi siempre inesperado des- doxo. Me sumo a los pocos críticos que han botan sangre en las aceras, y a tanta otra ajuste entre un satisfactorio horizonte razo- querido ver en Rayuela la denuncia imper- cosa que en Guanabara bulle sin nombre nable y la irrupción de lo insólito es lo que les fecta y desesperada del establishment de las ni signo ni cifra. da eficacia como materia literaria. Pero en- letras, a la vez espejo y pantalla del otro esta- De frente, Niteròi la mira desde una ha- tonces, ¿qué importa que en esos cuentos se blishment que está haciendo de Adán, ciber- maca, desde un cuarto que la ve hasta los narre sin solución de continuidad una acción nética y minuciosamente, lo que delata su huesos: el cuerpo y los nervios de Rio entre- capaz de seducir al lector, si lo que sublimi- nombre apenas se lo lee al revés: nada. vistos por una mirada extrañamente total. nalmente lo seduce no es la unidad del proce- Lo que era, es y será, dispuestos al escrutinio so narrativo sino la disrupción en plena apa- De La vuelta al día en ochenta mundos. decisivo y definitivo de su doble femenino. riencia unívoca? Un eficaz oficio puede ava- La ciudad como espejo de una mujer que es sallar al lector sin darle oportunidad de ejer- el cuerpo-espejo donde gentes, calles y árbo- cer su sentido crítico en el curso de la lectura, les agitan sus venas y su latido. Así captura- pero no es por el oficio que esas narraciones se da, Rio mora en el ojo de una hembra, en su distinguen de otras tentativas; bien o mal es- atisbo completo, en su guiño-reojo absoluto. critas, son en su mayoría de la misma estofa En el más allá, Rio de Janeiro no es sino el que mis novelas, aperturas sobre el extraña- incesante humo del cigarro yéndose de Ipa- miento, instancias de una descolocación des- nema a Cochabamba; la herida abierta; la de la cual lo sólito cesa de ser tranquilizador sed infinita de un agua primordial que ya no porque nada es sólito apenas se lo somete a un se beberá. escrutinio sigiloso y sostenido. Preguntarle a Macedonio, a Francis Ponge, a Michaux. * Del tupi-guaraní, Niteròi significa Aguas Alguien dirá que una cosa es mostrar un primordiales. extrañamiento tal como se da o como cabe parafrasearlo literariamente, y otra muy dis- tinta debatirlo en un plano dialéctico como suele ocurrir en mis novelas. En tanto lector, tiene pleno derecho a preferir uno u otro ve- hículo, optar por una participación o por una reflexión. Sin embargo, debería abste- nerse de criticar la novela en nombre del cuento (o a la inversa si hubiera alguien ten- tado de hacerlo) puesto que la actitud cen-
  • 8. ALEJANDRÍA ˚ 8 ˚ mayo 2009 La Ópera. Claro, la ópera, así, con mayúsculas, porque él de ópera no sa- be nada, casi nada. Y ahora, viendo su ima- gen en el afiche no podría decirse que sabe más de ella. Había asistido a todas las fun- ciones, tenía gratis las entradas. Llevó a su madre, a algunos amigos, a su esposa, pero claro, todos ellos sabían de ópera lo mismo que él, para ser francos, nada. Él se molestaba cuando sus invitados daban muestras de impaciencia o ahoga- ban alguna risa con los altos de las soprano. Es que ellos no habían participado de los ensayos, no se daban cuenta del trabajo re- alizado y, aunque les explicó el argumento antes de la función, parecía como si ellos esperaran algo más, algo como en el cine, donde todo, o casi todo, te lo entregan sin necesidad de que lo pienses. Los disculpa- ba, sí, él, antes, había sido como ellos. Pe- ro era el pasado, él comprendía la magni- tud de la obra, y si bien siguió sin enten- derla no faltó a ninguno de los ensayos. Él, Orlando, no sabía que responder a ese aviso del periódico le iba a cambiar la vida. El aviso era sencillo, necesitaban una persona, varón, mayor de 45 años, que pe- se más de 90 kilos, de no más de un metro sesenta y que tenga un vientre abultado, no se quería excesos. Respondió al aviso porque en sus 54 años lo único emocionante de su vida ha- bía sido aquel viaje a Río con breve escala en Sao Paolo. Ella, Leonor, su mujer, lo ha- bía animado sin saber el frasco que estaba, O MORCEGO sin querer, destapando. No era linda Leo- nor pero, a decir verdad, tampoco podía aspirar a más Orlando. Cuando volvió aquella tarde, aunque ya era casi noche, ella no lo vio muy entusias- mado. Si bien no había muchas personas, le dijo, los encargados nos trataron con ˚ cierto desdén, y tampoco les habían expli- cado para qué los requerían. Le pidieron su maus, O Morcego, El Murciélago. En agos- qué?, le respondió Leonor, y él no buscó teléfono y lo despacharon indicándole que Ariel to, 16, 18 y 19 en el Teatro Guaira. De Vie- explicarse. Además, le dijo, ¿qué me voy a Mustafá ˚ ellos se comunicarían con él. na sólo vendrían los solistas, el reparto se- hacer yo con ese traje? Decir que Orlando, luego de algunas se- ría completado por bailarines y actores del El cambió comenzó a operarse en Orlan- manas, había olvidado el asunto, sería teatro local, y la orquesta y los coros de la do cuando, en taxi y vestido de frac, fue lle- mentir. Le latía el corazón más rápido Fundación Clovis Salgado, de Minas Ge- vado al teatro para que el director diese el cuando el teléfono ahuyentaba el silencio. rais. Aunque a decir verdad, así Orlando lo visto bueno. La verdad, pensó Orlando, esto Lo cierto es que el día de la llamada llegó. hubiese sabido, poco le habría importado, de la foto se está alargando. Seguramente el Breve, impersonal, ¿recuerda que vino res- pues él nunca había ido al teatro. director tenía cosas más importantes en qué pondiendo un aviso? Disculpe la demora Vestido de frac, con sombrero de galera, pensar que en el modelo del afiche promo- pero estas cosas son así, ¿tendría inconve- Orlando se veía con una elegancia que ja- cional, seguramente, ya que tuvo a Orlando niente en venir mañana hacia el final de la más había tenido. Tenía dos trajes, es cier- esperando por casi tres horas. Tres horas de tarde? Ok, lo esperamos, gracias. to, pero los usaba muy poco, ya casi no lo las que Orlando lamentó los primeros quin- Tanta bulla por una foto, le dijo a Leo- invitaban a matrimonios y su presencia en ce minutos, pues quince minutos fueron su- nor, porque lo que ellos querían era una fo- velorios y entierros era limitada; y, de cual- ficientes para que la música nunca antes oí- to, nada más, con algo así como un disfraz, quier manera, sus trajes no se parecían en da trastornara al hombre de tal manera que para una ópera: O Morcego o algo así. Lo nada a lo que tenía puesto. El convenio es- ya nada más le interesó en la vida. que Orlando no sabía es que muchos meses tipulaba que luego de la sesión fotográfica Las notas que emergían de los instru- atrás, y con no pocas complicaciones, la y de cancelarle lo ofrecido, que no estaba mentos de la sinfónica dejaron sin habla a Secretaría de Cultura del Estado de Paraná nada mal para una foto, como le dijo a Le- Orlando, intentando no ser visto se acercó había logrado lo que todos sus pares, desde onor, él podía quedarse con el traje hecho más al foso donde descubrió unos artefac- Río hasta Brasilia, estaban buscando, traer a medida por un sastre al que Orlando no le tos de lo más variado, pues Orlando, como a los solistas de la Compañía de Ópera de caía nada bien, ese hijo de su madre, le de- mucho, conocía un piano, quién sabe un Viena para una presentación de tres días cía a Leonor, me insertó más alfileres al violín. Pero el contrabajo lo hechizo con de la ópera de Johann Strauss Die Fleder- cuerpo que un acupunturista, ¿Que un sus acordes sordos, sentía sonar los fagots
  • 9. ALEJANDRÍA ˚ 9 ˚ mayo 2009 punto de dar un paso, un paso muy corto. Todo él es una imagen difusa, en negro y blanco, no en blanco y negro. Porque en re- alidad el negro predomina en la imagen, lo blanco está en los puños que se asoman al final de las mangas del frac, el de la derecha abajo, señorial, sosteniendo un bastón; el de la izquierda en lo alto, cortando la ima- gen de una de las alas con el dedo índice ex- en su propio estómago y las claves le llega- obra, de la ópera, de otras óperas, de la his- ...su sola tendido; lo blanco en el pecho y parte del ban al oído como el olor de las feijoadas de toria de la música, de los instrumentos, mirada cuello mostrando una inmaculada camisa días de fiesta. Un corno le hizo ver el sol quería saber todo, su ansia lo devoraba; por ponía en que, al acercarse a la barbilla, muestra una aun estando dentro del teatro, y los violi- fin, más para sacárselo de encima, le expli- movimiento corbata de moño. Lo blanco está en los pe- nes, ah, los violines, sentía emanar de caron el argumento. Entonces se sintió los acordes queños anteojos que cubren los ojos de Or- ellos, de todos ellos, una única y misma parte, él era parte de la obra. Fue cuando le dormidos y lando dándole una mirada vaga, indefini- fiesta; stravaganza, pensó, y no supo por- pidió, le rogó al director que le permita es- no tenía da, si tal cosa puede decirse sin ver los ojos. qué, pues ni siquiera conocía la palabra. tar presente en los ensayos. más que Lo blanco está en unos reflejos lineales que Sólo cuando cayó en cuenta de la pre- Nadie sabía exactamente qué hacia levantar la aparecen en el alto sombrero de copa. Ésos, sencia de aquel que no tocaba ningún ins- aquel hombre, vestido ridículamente co- mano para los más notorios. Porque también lo blanco trumento y que era el único que le daba la mo murciélago en la platea del teatro. Lo callar lo se hace necesario para mostrar los contras- espalda supo que había perdido media vi- músicos, cantantes, bailarines, actores, to- que hace tes de, por ejemplo, unas patillas que cul- da, o más. Ese hombre era la personifica- dos, en pocas palabras, se acostumbraron a instantes minan en una poblada pero precisa barba. ción de dios, su sola mirada ponía en movi- su presencia, lo miraba con cierta simpa- vibraba. Y las alas, ah, las alas. Pequeñas, extendidas miento los acordes dormidos y no tenía tía, pensaron que en algún momento ese a ambos lados de Orlando, que nacen a la más que levantar la mano para callar lo que hombrón se aburriría con el pasar de los dí- altura del cuello y, suponemos, bajan por la hace instantes vibraba. as. Algunos creyeron, sobre todo al princi- espalda hasta llegar casi a la cintura. Las Se sentó donde creyó que todos los ins- pio, que se trataba de una treta del director alas abiertas en actitud de iniciar un vuelo trumentos acudían a él sin ser llamados. La para que los participantes sintieran ya la que sabemos no se realizará. música lo tenía en su poder. Stravaganza, presencia del murciélago en sus vidas. Al- Pocos podrán ver en el afiche a Orlando. siguió pensando, y ya no le llamó la aten- gunos creen eso hasta hoy, y lo comentan, Haber, nos ordenemos, Orlando está allí pe- ción la palabra nunca antes nombrada. Lo ese director nos motivó de muchas mane- ro pocos sabrán que es Orlando. Leonor, cla- que siguió fue como un sueño. Sabía que ras, y siguen con el cuento del murciélago. ro; los amigos más cercanos; los pocos que estaba conciente, despierto, pero ya no era El afiche ya estaba en las calles. Un me- saben quién es el modelo y, por supuesto, dueño de sí. tro de alto por sesenta centímetros de fon- Orlando. El más feliz de los mortales. La música cesó con un “muy bien”, del do azul cubría los espacios destinados para director, “muy bien, ya casi lo logramos, promoción en toda la ciudad. “Curitiba se En un cuarto de paredes blancas, pequeño, trabajemos juntos”, gritó al escenario va- vistió de azul”, decía un astuto comentaris- con barrotes también blancos cubriendo la cío y, como en un pase de magia empezaron ta de radio. “Plaga de murciélagos”, tituló única ventana, podemos ver un afiche azul, a aparecer personas que estaban, segura- el periódico de espectáculos al día siguien- algo desteñido, como un único adorno. Al mente, pensó Orlando, esperando la ins- te de que el afiche ganara las calles. centro del cuarto, al lado de la cama, blanca, trucción de dios. El encabezado, en letras vistosas y blan- está parado Orlando, de raído traje frac y Cuando las voces de los cantantes hicie- cas decía, en dos líneas, simplemente O unas alas, que ya perdieron la rigidez que al- ron compañía a la música de los instrumen- MORCEGO. La O ocupa la primera línea y guna vez tuvieron, caen por los costados; pe- tos Orlando se supo en el cielo. Se sorpren- está entre la R y la C de morcego. Algo más ro eso a Orlando, el murciélago, no le impor- dió a sí mismo diciendo “dios mío, dios mío”, abajo aparece Orlando, casi de perfil, a ta. Él, el más feliz de los mortales. nunca supo que en ese momento olvidó la antes innombrada, nunca más repitió strava- ganza, es más, creo que si pudiéramos pre- guntarle no sabría de qué le hablamos. Las voces se alternaban, nadie se movía en el es- cenario y sin embargo Orlando veía cambiar los colores y trocaban estos en paisajes, pai- sajes que Orlando nunca había visto, algo así como stravaganza. Nada recuerda de lo que el director ha- bló con él acerca de la foto, supo, sin em- bargo, que a su atuendo le agregarían un par de alas de murciélago. Cuando éstas es- tuvieron listas a Orlando le parecieron las alas de murciélago más bellas que había visto, él no lo recuerda, pero nunca antes había visto un murciélago, menos sus alas, pero ya nada le importaba. Cuando cosían las alas al traje se animó a preguntar más acerca de la obra. Alguien le contó los de- talles pero eso no lo dejó tranquilo. Quería saber más, mucho más, quería saber de esta
  • 10. ALEJANDRÍA ˚ 10 ˚ mayo 2009 Creo que no debe haber escritor que a lo largo de su vida no se en- frente, al menos una vez, a esa pregunta M crucial, que se anuncia como tomando ca- iguel Vitagliano reflexiona acerca del poco, o casi nulo, conocimiento rrera antes de dar un gran salto y dicha con la mirada fija en los ojos del escritor, y aca- que tienen los escritores de sus pares de América Latina. “Creo no so también, mientras tanto, jugueteando con los dedos en los bordes del papel donde equivocarme si digo que a la mayoría de los escritores de un país está contenida esa pregunta, la pregunta: ¿Qué libro se llevaría usted a una isla des- latinoamericano, y me incluyo en ese conjunto, les costaría nombrar a cinco escritores ierta? Un silencio lo ocupa todo, pero ense- guida el gran salto es replicado con un pe- contemporáneos de cada uno de los demás países”. queño paso para la humanidad. El escritor se llevaría El Quijote, o La Biblia, un diccio- nario enciclopédico, una guía telefónica, el diario íntimo de su madre, las obras com- pletas de Víctor Hugo o La Comedia Huma- ˚ na para no dejar nada afuera, el I Ching, un manual de sobrevivencia, las historietas de darme vueltas. ¿Qué libro elegir para po- ción de los sectores medios. El rotundo re- Tin Tín o las de El Corto Maltés, un curso der compartir en La Paz, en Santa Cruz, o Miguel pliegue de la industria del libro en castella- Vitagliano ˚ para estudiar esperanto, un libro que expli- en Bogotá, en Santiago, en el DF, en Lima, no en la década del setenta coincidía tam- que cómo escapar de una isla desierta, etcé- en Caracas, o en Sao Paulo también, por bién, según Alatriste, con cuanto sucedía a tera, etcétera. Estas son sólo una muestra. qué no. Al fin de cuentas no hay ninguna su alrededor, y destacaba algunos factores Hace pocos días, Eduardo Mendoza, tam- otra parte en el mundo en la que subamos fundamentales: la caída de las economías bién preocupado por el asunto -aunque en a un avión, viajemos más de cinco horas y latinoamericanas, el ascenso del autorita- su caso, me atrevo a decir, había mucho de al descender nos comuniquemos o al me- rismo, el ingreso de España a la Unión Eu- fastidio-, decía que la tan mentada pregun- nos nos hagamos entender en la misma ropea y su paulatino distanciamiento con tita era, por encima de todo, absurda por- lengua. Estamos muy cerca pero cada cual la vida cotidiana en América Latina1. que un solo libro, cito, “no pinta nada”, en su isla; somos un archipiélago de volun- Desde hace algo más de treinta años he- además de que a nadie se le ocurriría en el tades solitarias. Creo no equivocarme si mos estado perdiendo, día a día, aquel pú- momento de producirse el naufragio poner- digo que a la mayoría de los escritores de blico lector que parecía ya conformado de se a pensar en un libro, tener tiempo siquie- un país latinoamericano, y me incluyo en una vez y para siempre en los cincuenta. El ra para hacerlo o, como bien dice Mendoza, ese conjunto, les costaría nombrar a cinco resquebrajamiento de las destrezas de lec- contar a mano en esos momentos tan ur- escritores contemporáneos de cada uno de tura como la pérdida de valor simbólico de gentes con una nutrida biblioteca para ha- cer una selección realmente efectiva. Sin duda que Eduardo Mendoza tiene razón, y sin duda también que se equivoca. “Construyendo lazos entre las literatura Como todos sabemos, la pregunta no alude a un naufragio ni a una isla real. Y él, desde luego, lo sabe muy bien, aunque, como DE LECTORES quien dice, por ver el árbol no ve el bosque o, en este caso, por ver el naufragio pierde la isla. Robinson Crusoe fue el caso opues- to, lo único que vio en la isla desierta fue el mundo que había dejado detrás. Es decir, no se conformó con llevarse un libro a la isla desierta, se trajo un imperio. Cambió una isla por otra, convirtiendo así la impe- los demás países. En gran medida las obras hacer socialmente extensivo el hábito de riosa soledad en su primera tierra conquis- de nuestros autores nacionales circulan leer, exceden desde luego el marco de lo li- tada. También salvó a un hombre de los ca- dentro de sus propios territorios, a menos terario para extender sus raíces en la escue- níbales, lo bautizó Viernes y lo convirtió que el libro sea editado en España e ingre- la y los proyectos educativos. Basta con te- en su esclavo. Una relación al menos ex- se, venga de nuevo como por primera vez. ner en cuenta que hoy día en Argentina un traña, en la que el esclavo no tardó en De esa manera conocemos a nuestros au- 1 Alatriste, S.: “El estudiante de escuela media lee en prome- aprender la lengua de Robinson, cuando tores con años de retraso, o nos los perde- mercado editorial dio menos de un libro por año, cuando en éste, en cambio, jamás salió de la suya. mos. La situación se impone compleja y en lengua España la cifra asciende a 4. Las cifras no Espero sepan disculpar que me extienda profunda como un océano, pero es imposi- española”, en Las son en sí mismas el problema sino su indi- en estos detalles, pero es que no puedo sino ble no contemplar el horizonte desde la industrias cador; es decir, resultaría pertinente inda- verlos ligados a nuestra situación. Quizá propia isla sin soñar, si se me permite el culturales en la gar cómo se lee y cuál es el contexto social porque el comentario de Eduardo Mendo- término, que encuentros como éste que no integración de esa lectura. Sería erróneo, además, redu- za forma parte de una historia personal del convoca sean bastante más que botellas latinoamericana, cir el problema de la lectura y el de lectura libro que el autor español delineaba con lanzadas al mar. Néstor García literaria en particular al de la industria edi- motivo de llevarse a cabo la Feria del Libro Hace una década, Sealtiel Alatriste, di- Canclini y Carlos torial, ya que esta última abarca un campo de Madrid. Y también porque Robinson rector entonces de la Editorial Santillana, Moneta (Coord.), mucho mayor. Aun así, quién se animaría a Crusoe vino a una isla desierta, en nuestro sede México, sostenía que el despliegue Buenos Aires, sostener que ese “menos” de un libro por Océano Pacífico, en Chile: vino, no fue, no que en los años cincuenta tuvo la industria Eudeba, 1999. año sería mejor leído en Argentina, que los se cayó fuera del mundo. Vino a esas mis- del libro en castellano, en los tres grandes 2 Datos tomados del 4 en España, o que los 7 de los estudiantes mas islas en las que mucho después, a me- centros de esa época, España, México, y artículo “El futuro de EE.UU2. Me temo que la situación en el diados del XIX, Domingo Faustino Sar- Argentina, se dio sobre la base de un nue- del libro” de resto de Hispanoamérica no debe ser muy miento creyó ver una novela donde había vo “mercado de lectura” en el que confió Guillermo distinta de lo que es en mi país. un par de hombres solos. “las esperanzas de su desarrollo”. Eran Schavelzon, en La Pero permítanme volver hacia atrás en ¿Qué libro podría llevarme desde mi isla tiempos de crecimiento económico de es- Nación, 30 de el tiempo, al regreso de Sarmiento de aquel desierta? Esa es la pregunta que no deja de tos países, y de profundización y amplia- abril de 1997. viaje en el que cree ver a un nuevo Robin-
  • 11. ALEJANDRÍA ˚ 11 ˚ mayo 2009 latinoamericanas” Y NÁUFRAGOS son en un mismo desierto, volver a unos za. Una conspiración que puede cobrar la Nuestro presente se parece poco a ese años después para ser más precisos, cuando forma de un mundo paralelo siempre y pasado. Nuestros inconvenientes son muy polemiza con los conservadores horroriza- cuando se crea en el primer paso. Pero no se distintos, no es éste el espacio para enume- dos por las malas costumbres que podían le- trata simplemente de confiar en el otro, si- rarlos. Conjeturo que mantenemos aquella erse en las novelas. Lejos estaba Sarmiento no de creer en esa sociedad como proyecto tendencia de leer a nuestros autores, eso sí. de apoyar la prohibición de las novelas; al colectivo, de que el otro es parte indispen- La diferencia está en que nos hemos vuelto contrario, insistía en que esas lecturas crea- sable de ella tanto como nosotros. Recuer- más nacionales cuando, ya no la voluntad ban la sociabilidad necesaria para construir do una entrevista para la televisión españo- o el deseo, sino la realidad misma nos exi- un país moderno, que permitían vivir mil la en la que Julio Cortázar aludía a la con- ge tener una visión más regional continen- vidas cuando sólo cargábamos con una, que fianza colectiva de los lectores. Eran los tal. Es decir, nos lo exige la realidad que era una escuela social tan importante, de- primeros años de los setenta, tiempos muy nos beneficia a largo plazo incluso como cía, en los países católicos como era La Bi- distintos a los que vivimos hoy; estábamos comunidad cultural nacional. Habrá quie- blia en los países protestantes. En la escue- en medio de la algarabía del “boom” de la nes digan que con los escasos autores lati- la, insistía, se aprenden las primeras letras, literatura latinoamericana, la industria noamericanos que circulan desde México a deletrear las palabras, en cambio en las editorial en castellano en alza y Franco vi- a la Patagonia ya es suficiente, pero ¿no es novelas es donde se descubre cómo leer el vo. Cortázar, recuerdo, decía: Cuando un esa la más triste demostración de descon- mundo. Creo que si a Sarmiento le hubie- escritor latinoamericano lee la obra de un fianza en sí mismo en tanto se impone un ran hecho la tan mentada preguntita ha- compatriota no hace sino demostrar que límite? Por eso, creo que a la pregunta bría sido muy drástico: en lugar de llevarse está creyendo en sí mismo. Eso era lo que, acerca del libro para la isla desierta, habría un libro a la isla, se llevaría la isla a una bi- según su opinión, sucedía con las obras del que responder mudando los libros de lugar, blioteca. Toda una puesta en juego de una grupo de autores del “boom”, algo que no de una isla a otra, y rescatando las bibliote- política a mediano y largo plazo. Leer es había pasado, destacaba, con las lecturas de cas de los barcos en las que viajaban los au- construir un pacto de confianza. El co- su generación en la juventud, todas ellas de tores interrogados, y así uno por uno hasta mienzo de una conspiración silenciosa que autores europeos y norteamericanos, y casi que no quede ni un solo naufragio. cobra sentido por el impulso de la confian- ningún latinoamericano.
  • 12. ALEJANDRÍA ˚ 12 y La obra poética de Juan Cris- tóbal Mac Lean comprende hasta el presente Sobre la poesía de Juan Cristóbal Mac Lean dos libros de poemas: Paran los clarines (1996) y Por el ojo de una espina (2005), a los LA ESCRITURA cuales hay que añadir tanto sus artículos re- copilados en Transectos (2000)1 así como sus textos y poemas en prosa aún no recogidos en libro. Otro dato relevante que incide en su obra: su notable labor de traductor de poetas de lengua inglesa y francesa. La poesía de Mac Lean se alimenta de la tradición de la vanguardia latinoamericana cuyos referentes serían, por una parte, César Vallejo y, por la otra, el Oliverio Girondo de Masmédula (1957). A la obra de éste lo acer- can la exploración y experimentación al in- terior del lenguaje, basadas sobre todo en la aliteración y la paronomasia, figuras harto recurrentes en sus dos libros. Igualmente os- tensible es la presencia de Vallejo en el uso de un vocabulario tradicionalmente antipoéti- co, a menudo jurídico, en la gestación de ne- ologismos y, tanto como eso, en una sensibi- lidad conmovida por la injusticia humana y el dolor inherente a toda existencia. Así, en 'Navegarán las islas”, Mac Lean escribe: “De distancia ardiente sufre tanto la tetera/ que deja partir el vapor encomendado/…. Sufre la silla de eternidad inútil/ de resuelta asti- lla”; dolencia ontológica agravada por la condición desamparada de seres y cosas: “¡Y la calamina! ¡Y el clavo! ¿Qué se hará para consolarlos?”Asimismo, las expresiones de una conciencia condolida por su propio des- tino :“me negocian al precio de haber naci- do”, “qué será mi vida/ embargada por la muerte”, que lo aproximan tanto al autor de Trilce como, en el contexto de la poesía boli- ˚ viana, al universo agónico de Edmundo Ca- margo. No obstante, aun con estas claras re- fa de ese poema trasunta el propósito de la es- A notable distancia cronológica del sonancias, la poesía Mac Lean traza un reco- Eduardo critura: la busca de un sentido, pero de nin- fragmento citado, en su segundo libro, pa- Mitre ˚ rrido singular por la variedad de tonos y tra- guna manera contundente sino como mera recida inscripción toponímica esta vez en mas que conviven en ella. En un poema sin probabilidad de lograrlo: “Tal vez no esté to- minúsculas: título, como es frecuente en el autor, se lee do roto/ sino enormemente averiado”, “ Tal vez así las cosas/ sepan irse solas/ o por lo me- la paz sorata Escribo tan mal que será diciembre sorata camión nos/ encontrarnos en su deriva.” Y deriva es anacona que se habrá caído toda la agenda por la acera de un enero ya sin pausa la palabra justa para calificar esta escritura sumata excéntrica que se desplaza sin un centro de Escribo tan mal que será la tibia, el peroné gravedad y que, pese a ello, ha de buscar no quienes definitivamente estarán clamando sólo costurar las roturas de la opaca realidad Estos recorridos e inscripciones entrañan mi relevo para hincarse a sabiendas y del sujeto escindido sino, asimismo, poblar no sólo un acercamiento físico, espacial, sino y sobre los descosidos pedazos de diciembre. poéticamente el mundo, es decir transfigu- sobre todo, un arrimo gramatical y tonal al ha- rarlo en un espacio de celebración, como se bla (suerte de “quechuañol o aymarañol”) de Al margen de las voces ya señaladas que lee en “Papel pampa”, primer ciclo de Por el los moradores de esos espacios, como se advier- resuenan en estás líneas, destaco el último ojo de una espina: “ sea aún la hora/ la hora de te claramente en este par de versos en los que el verso de la segunda estrofa: “sobre los desco- la ronda/ arrojada al aire/ sea.” adjetivo “duro” no se corresponde con el géne- sidos pedazos de diciembre”, que apunta a Desde el punto de vista espacial, esta es- ro femenino del sustantivo al que califica: “Du- una concepción de la escritura poética como critura nómada se genera desde una margi- ro es la marraqueta/ tuerca que no hay/ bicicle- costura o remiendo, es decir como recompo- nalidad territorial doble: rural y urbana. Pre- ta sin compras”, a tiempo de establecer una su- sición tanto de una fractura existencial (“No ciso ejemplo de la primera son poemas cons- gestiva causalidad entre la tuerca faltante, una sabría reunir la colección/ de mis pedazos”) 1 Paran los clarines. tituidos por la inscripción toponímica de es- bicicleta inutilizada y la imposibilidad de mo- como de un mundo trizado, sin imagen, as- La Paz : Plural, pacios suburbanos de las alturas altiplánicas; vilizarse en esos barrios marginales para conse- pectos ambos presentes al inicio y a lo largo 1996. Transectos. guir alimento. De manera similar, en el inde- de sus dos libros. En efecto, en un rápido re- La Paz : Plural, Villa Nueva Jerusalén Villa Altiplano terminado “lo” que va en lugar del artículo de- 2000. Por el ojo de Oh villa urbanización Jucocampa paso de sus poemas se lee que: “Hay que coser Villa Llagas finido en los versos que concluyen ese breve estas nubes/ a la cordillera en deriva/ y par- una aguja. La Paz : Todas poema: “Y comulgar es diario/ aquí en lo subur- char los visillos deshechos”; versos más ade- Plural. Editorial La del huso azul bio”, los cuales sugieren, con ironía crítica, la lante, en el mismo poema: “hay que coser un Mariposa Mundial, suspendidas. diaria ingestión de la hostia en ayunas en lugar hálito/ a la voz de la mirada.” La última estro- 2005. del pan ausente del desayuno. En ambos casos,
  • 13. y 13 ˚ mayo 2009 COMO COSTURA E s un comentario general, entre los entendidos, que la publicación de libros de de la danza, la alegría y la gracia de las rondas infantiles. En consecuencia, la elegía cede el poesía en el país supera con mucho a la de los otros géneros de ficción. Sin paso a la alabanza, a la celebración, al juego. Celebración de la realidad y, asimismo, del embargo, no sucede lo mismo con ensayos y estudios dedicados a la poesía y a lenguaje. En tal sentido, el ciclo “Gravamen del silencio”, uno de los más logrados del se- sus cultores. Para intentar llenar este vacío, les ofrecemos un texto inédito de Eduardo gundo libro, expresa, más allá del paradójico y en verdad desacertado título, esa celebración Mitre sobre la poesía de Juan Cristóbal Mac Lean. del cuerpo material del lenguaje (“tiro al pozo /una palabra/ y me quedo / esperando el eco”, así como de los materiales de la escritura: “Co- se trata de aparejamientos verbales, de un mes- dad del amor”, se oye tanto una denuncia de las mo aletas de peces se abren las hojas del cua- tizaje lingüístico que trata de acercar la escritu- injusticias sociales como una crítica a un mun- derno/ letra a letra/ aleta a aleta”. Escribir (o ra y el oído a la voz del otro, más concretamen- do que, inmerso en la banalidad, ha perdido el leer) es navegar, pero también alzar vuelo: te al habla que expresa el dolor del otro, consis- sentido de la tragedia y la noción del amor; “Como alas de aves se abren las alas del cua- ta éste en el testimonio de una anciana aymara mundo en el que, en versos del poeta, “Ha que- derno.” Y también actividad terrestre, ecues- del altiplano: “Nací callada/ de nacer tras todo dado vacía la desgracia,/ el pobre drama de los tre, ejercicio del cuerpo: “Galopo por las pra- el cerro. Nadie me dijo nada. Fui vendedora de pobres” y en el cual “Tristán puede tomar un dera de las páginas/ montado/ en el rebelde habas y otras cosas”) o la de una pastora que ex- abogado.” Denoten estos versos una nostalgia tropo arisco/ de caligrafías y de letras.” La es- presa el desamparo de su vida en la pobreza: de las utopías revolucionarias y un rechazo de critura poética se hace juego, pero también la postmodernidad que prescinde de ellas, lo fuego, es decir combate pasional e intelectual Fui a buscarlo evidente es que la escritura se torna demasiado con el lenguaje en el campo de batalla de la por los campos secos donde pastan mis animales. explícita, incluso panfletaria, perdiendo esa página en blanco: “la primera línea …/ avan- carga poética que distingue a otros poemas za hacia el enemigo/ va siendo diezmada/ letra Le dije plasmados más bien en un estilo elusivo, sesga- a letra/ la avanzada.” La escritura, como el ac- –¿qué será de mis animales do. Tal duplicidad de lenguajes se hace notorio to que la plasma, deviene motivo de celebra- de mí en esta sequía? sobre todo en su segundo libro. En cambio, ción, pero también labor como el arte de la Tú sabrás cuando el poeta, como en la obra de Vilma Ta- costura (es decir, de la sutura) : “!homenaje! me dijo pia, cede la palabra al otro de manera que el po- ¡homenaje!/ la máquina de coser clama/ a la y un viento cubrió ema no es la expresión de la propia subjetivi- tela rota” Esa máquina de coser es asimismo la todos los campos. dad sino trascripción de otras voces (proven- máquina (o la computadora) de escribir. Pero gan éstas de un cuerpo colectivo o de uno fami- escribir es también rescatar la infancia y el Voz, voces de los marginados, en un entor- liar o individual) la poesía de Mac Lean nos de- aprendizaje de la lengua materna, recuperan- no desolado que dibuja la visión de una natura- para sus momentos más intensos. Un ejemplo do de este modo a la madre al restablecer un leza enemiga, anonadante tanto por defecto es el hermoso poema en el que la madre es el su- diálogo con ella: “me espera el diccionario como exceso. En efecto, el agua, cuando no es jeto hablante, y el poema una suerte de registro nunca he comprendido/ la letra a/ mamá dón- ausencia (“campos secos”) que intensifica el o grabación de su voz y sus palabras en las que de viste caerse así a las emes/ en este dicciona- hambre y la sed, es una fuerza ciega, diluviana y resuenan, desde luego, otras colectivas: rio hijo mío”. Es más: en la escritura el sujeto aniquiladora (como en “Viendo llover en Ya- reconoce su propio nombre, mas no para con- cuiba”, uno de los mejores poemas del autor), solidar una identidad sino para iniciar la bus- que anega lo que existe, como en el cuento de un día mis faldas serán azules ca de la misma: “la jota de mi nombre /juan/ y por mis hijos el pasto Rulfo “Es que somos muy pobres”, y cuyos ecos comenzará a cantar: no me queda otro nombre/ iré a buscarlo/ tal acaso resuenan en estos versos del poeta: “Di- vez por la / a”. Abiertamente lúdica, esta es- rás /dónde está el hato/ dónde quedó abierta la y lloverá hasta mayo: critura logra su mejor expresión en unos cuan- ventana. Pero ya el río se lo habrá llevado to- detendrán las flores a los muertos tos poemas de su poesía amatoria, sobre todo los tejados a los vivos do./ A ti también.” Esta agua aniquilante, apo- y entrarán bestias y luciérnagas en el par de ellos cuya presencia inspiradora calíptica, alcanza su expresión más trágica en por las goteras del amor es, como en la poseía de Gustavo Medinaceli, un poema que acentúa ese carácter con la iro- la mujer- niña, o más precisamente, la mujer nía amarga que destila su título: “Vals del Nue- de las macetas adolescente, la colegiala. Hecha la compara- de las desaparecidas vo Año por el río Hernani”, connotando, al ción, señalo la diferencia: en los poemas de mismo tiempo, el coraje estoico de la gente hu- luces Mac Lean la carga erótica es mucho más ex- milde frente a la tragedia y la muerte. que serán plícita, y la figura amada menos sublimada. Esta conciencia solidaria con los desposeí- azules Esta estrofa ilustra bien ambos aspectos: dos se manifiesta en otros poemas posteriores, pero con una escritura y una voz distintas, pro- Así, en el espacio de la pampa o página en Las aceras cantan tus piernas y su piedras cantan Hosanna en las alturas venientes de un espacio urbano; y lo hace con blanco, la escritura de Mac Lean –hilo por el hosanna tu blanco calzoncillo/ el tono tan caro a cierta poesía que abundó en ojo de una aguja o de un espino– se adelgaza, y caminas ciega sabes paso a paso la década de los 70 del siglo pasado. Así, en se afina, liberada del pathos que en otros mo- la dura simpleza del milagro “Meditación muy severa en torno a la posibili- mentos la caracteriza, y cobra el entusiasmo en toda tú alojado. Pasa a la página 14.
  • 14. ALEJANDRÍA ˚ 14 ˚ mayo 2009 Viene de la página 13. Sin embargo, encomiar esta dimen- modelo compuesto en versos alejandri- te bellísimo y conmovedor poema, en el sión de su poesía amatoria, no implica y nos, no se ajusta a ninguna estructura mé- cual la brevedad es simplemente otro fac- reducirla a ella, pues hay poemas que, dis- trica fija, sino que opta por la polimetría tor de su intensidad y no un límite a su ca- tintos de ese tono, expresan en otro más sin rima en la que predominan los versos pacidad de sugerencia: bien grave las dos caras del amor: la cele- de catorce y dieciséis sílabas. Tal flexibili- bración del encuentro, del cuerpo de la dad formal, se aviene bien con el tono LULLABY presencia, así como su pérdida y ausencia. desenfadado, desenvuelto, opuesto al ri- las prendas las costuras Baste como ejemplo de lo primero, estas gor formal y al tono patético del formida- de los muertos preciosas líneas que describen y recrean ble modelo. Pero es claro que tales piezas los trapos de los vivos el cuerpo femenino como delicada arqui- no constituyen los momentos mejores de me dedico a lavar: tectura, a través de una mirada que la re- su poesía; ni desdeñables ni admirables, soy la empleada corre por los contornos de la piel con un esos ejercicios o variaciones son pausas pudor que apenas sugiere la desnudez de regidas por la ironía como un contrapun- hundo mis manos la amada: to a la tensión, a menudo trágica, de sus en el agua helada para que puedan ir limpios poemas y, sobre todo, a la forma elíptica, y besados según tu hombro se insinúa alusiva y elusiva que distingue a la mayor y apedreados o irrumpe entre las sombras o la luz tu brazo parte de ellos. En una nota de presentación al referir- mis niños amados, mis fantasmas regalados explica la codicia de los cazadores de marfil que nunca volveré a ver el ansia de los arponeros que navegan tras la es- se a la estructura de Por el ojo de una espi- puma na, el propio poeta afirma que este libro tu brazo muy blanco al descender del peldaño de tu hom- está hecho de “seis partes, capítulos o li- El sujeto hablante es una empleada bro bros, lo que hila una misma rueca –de pa- doméstica –sirvienta, como decían y aún explica la creación de las colinas lo, de espina. Pero esta rueca al girar, se dicen en Bolivia– de procedencia humil- quiebra como el mismo hilo; la escritura de, obrera o campesina, encargada, entre Al inicio, hice alusión a la incidencia quizá entonces pasan por el ojo de otra otras varias labores, de cuidar y criar a los de la traducción como generadores de al- hebra”. Tales palabras me parecen muy hijos de los propietarios de la casa. Sim- gunos de su poemas. En efecto, piezas de reveladoras del carácter discontinuo, sus- ple en su lenguaje, el poema no lo es en su Catulo, Propercio, Chaucer, entre otros, pendido o interrumpido que caracteriza a breve trama que resulta enigmática y sus- han de generar textos irónicos que impli- varios poemas, de tal forma que los mis- cita varias interrogantes. La primera: can variaciones de los modelos de los mos se resienten de una falta de composi- ¿desde dónde habla la empleada? ¿Por cuales derivan. El ejemplo más notable es ción, de precisión formal y expresiva que qué dice que a sus “niños amados” no vol- sin duda “ A una comensal”, texto iróni- hace justamente que el hilo se corte o se verá a verlos? Son ellos los que se fueron o co, paródico del famoso soneto de Baude- bifurque. Esa alternancia de estilos con- es ella la que se ha ido de la casa sea por laire “A una pasante”, poema que, según fabula no sólo contra la unidad de la obra despido o por vejez? Hasta el penúltimo Claude Leroy, ha generado todo un mito2. (cosa que el poeta, por la misma elección verso, el poema se refiere a un presente en No me demoro en la parodia de Mac Le- de una escritura fragmentaria, no la persi- que se define su condición o identidad la- an, porque ya me he referido a ella de ma- gue) sino contra la intensidad de la mis- boral y alude, sin ningún patetismo y más nera puntual en otra ocasión3. Baste aquí ma. Uno tiene la impresión, sobre todo bien con una suerte de decoro verbal a la con citar dos estrofas del modelo y otras en su segundo libro, de leer un diseño de dureza de su oficio: “hundo mis manos/ en dos del texto de Mac Lean para dar una poéticas que quedan en el esbozo porque el agua helada”. Luego, el sentido amoro- idea clara de la radical desviación inver- apenas iniciada una, tras un breve puña- so que mitiga y aun dulcifica el rigor de sión que se opera. Dicen los dos cuartetos do de poemas –algunos de una notable ese trabajo: “para que puedan ir limpios/ y del modelo (la versión es mía): factura– que la plasman, el poeta la aban- besados”. Sin embargo, de inmediato, se dona, para iniciar otra. añade “y apedreados”, adjetivo verbal La calle ensordecedora a mi alrededor aullaba. No menos objetable, me parece, el que, opuesto al anterior, causa perpleji- Alta, delgada, de luto estricto, dolor majestuoso, Una mujer pasó de una mano fastuosa abuso de las figuras retóricas, especial- dad y multiplica las interrogantes. En levantando, balanceando los pliegues de su falda. mente la aliteración, que saturan su poesía efecto, ¿quién es el sujeto de esa violencia al punto de volverlas mecánicas. Así, ver- lapidaria? ¿A qué contexto o clase social Ágil y noble, con su pierna de estatua. sos como “Una ola un canto una oda'/ una pertenecen los “niños amados” de la em- Yo bebía, crispado como un extravagante, En sus ojos, cielo lívido donde germina el hura- onda honda me pierden y persiguen”, “El pleada? ¿Quiénes son ellos, hijos ajenos a cán, cielo al canto canta”, “Desclavar la espada quienes ella de algún modo ha criado y La dulzura que fascina y el placer que mata. que clavas y que clama”, nos recuerdan, los siente como suyos o sus verdaderos hi- más que a las experimentaciones vanguar- jos victimados por la violencia clasista y 2 Ver su libro Le Precedida de un epígrafe que nos re- distas, a las manías eufónicas de Franz Ta- racista? ? En uno u otro caso: ¿por qué y mythe de la mite al modelo; he aquí la parodia: mayo. Reitero: no es la aliteración ni tam- por quiénes son apedreados? Y los trajes passante. De poco las metáforas algo rimbombantes co- de los muertos a que se refiere en los ver- Baudelaire à Ensordecedores, alrededor mío, gritaban parro- mo “ovaciono un hambre”, “ la corrompi- sos iniciales, en contraposición, a “los Mandiargues. quianos. Paris: Presses Alta, delgada, de negro ceñida, con recatado paso. da aduana de la luz”, o claramente estri- trapos de los vivos”, ¿de quiénes son? Por Una mujer llegó, de sandalia muy desnuda dentitas como “el andén apedreado de mi último: ¿por qué la ironía del título ¡en Universitaire de Elevando, equilibrando el talón, la pantorrilla. frente”, con las que esta poesía configura inglés!: “Lullabay”, es decir: nana infantil France, 1999. sus mejores momentos sino, por el contra- o canción de cuna cuando el poema es en 3 "La pasante de Dubitativa y común, con su pierna de estatua. Baudelaire en un Yo almorzaba extravagante como ante un arroz. rio, en el despojamiento verbal que conju- realidad una canción fúnebre, una elegía? En su mirada, cielo tímido en que afloraba el di- ga el justo tono con la justeza metafórica. Tales interrogantes, que surgen del texto, poema de Juan vorcio, Y, como en el caso de Vilma Tapia, esa jus- muestran las varias posibilidades de in- Cristobal Mac La dulzura que se agota, el placer que desespera. teza y precisión se dan generalmente en terpretación que evidencian además su Lean". Revista poemas en los cuales el sujeto hablante es potencial semántico. Con varios poemas "Atar a la rata", Formalmente, el poema sigue la clási- femenino y, en el caso de Mac Lean, un su- como este, la obra de Juan Cristóbal Mac N. 23, ca división del soneto en dos cuartetos y jeto proveniente preponderantemente de Lean se hace imprescindible en el recien- Cochabamba, dos tercetos, aunque, a diferencia de su la clase proletaria o campesina. Así, en es- te mapa de la poesía boliviana. Octubre 2007.