1. PRINCIPIO INTIMIDAD
VERSICULO A MEMORIZAR
Juan 14:9
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me
ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?
Una de las cosas más difíciles para la mayoría de los cristianos es separar un tiempo diario y
constante con Dios. Jesús dijo hablando sobre la oración en Mateo 26:41 que el espíritu está
dispuesto, pero la carne es débil. Y es que es una lucha que al perderse impide a muchos
seguidores convertirse en el hombre o la mujer de Dios que ellos realmente están destinados a
ser. Hay muchas razones de por qué esto sucede. Hay cosas en nuestra vida que se interponen en
el camino… a menudo es el pecado sin arrepentimiento que disminuye la llenura del Espíritu Santo
en nuestras vidas; o la fuerte atracción por las cosas del mundo que nos impiden acercarnos a Dios
en plena certidumbre de fe; o las ataduras por malas decisiones tomadas en el pasado y aun sin
resolver; o por el simple pero claro deseo de la tinieblas por impedirnos que como hijos de Dios
nos acerquemos a él para intimar y recibir más de su amor y llenura; así como también las
iniquidades y maldiciones de herencia.
Intimar con Dios pareciese ser fácil, pero en la práctica es difícil de realizar, pues como señaló
Jesús, la carne es débil.
No podemos confundir intimidad con Dios con el servicio a Dios, pues mucha gente podrá hacer
cosas para Dios y brillar en esas áreas pero no necesariamente son conocidas por el Señor de la
obra. Es triste el relato del evangelio de Mateo 7:221-23 donde se nos evidencia esto:
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad
de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos
en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Sería muy lamentable estar en una iglesia por años para luego encontrarnos con que jamás fuimos
conocidos por el Señor por la sencilla razón que nunca tuvimos intimidad y nos mantuvimos
siendo fuente de dos aguas. De igual forma, sería muy lamentable haber estudiado en un colegio
cristiano, estar presente en devocionales, eventos especiales, Semanas del Espíritu, creyendo en
Dios y seguir sin experimentar una vida íntima con Dios.
La única manera de conocer a alguien en intimidad es pasando tiempo con esa persona, y es lo
mismo que debemos hacer con Dios. El chico que ha sentido atracción por la chica anhela pasar
tiempo con ella compartiendo, hablando (incluso de cosas vanas como lo que comieron en sus
casas) y disfrutando tiempo juntos, y al hacerlo poco a poco se van conociendo bien, e incluso
tanto que pueden llegar a darse cuenta que no son el uno para el otro. ¿Por qué llega a suceder?
Porque a medida que van charlando y pasando tiempo juntos pueden llegar a conocer mejor los
gustos de la otra persona, sus maneras de reaccionar ante situaciones problemas, sus actitudes
positivas y aun las negativas, la manera como se relaciona y honra o no a sus padres, etc. Y no se
necesita haber experimentado una atracción, pues lo mismo llega a suceder con los mejores
2. amigos. Ellos se vuelven importantes en nuestras vidas y los llegamos a conocer bien seguramente
por la misma razón, pasar tiempo juntos.
Si intentas pasar tiempo con Dios debes saber que él estará anhelando que llegues a su presencia,
así como el novio por su novia, o más bien, como dice en Isaías 62:5 “y como el gozo del esposo
con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo.” Exactamente lo que siente un novio por su novia
es lo que siente Dios por nosotros, lleno de una emocionante anticipación respecto a todos los
años por venir. Él no quiere una relación casual e intermitente con nosotros. Ha hecho todo lo que
puede para asegurarse de que podamos conocerlo y estar con Él para siempre. Qué triste que
tantas personas se imaginen a un dios que apenas puede con ellos. Ven a un dios molesto y
perturbado, quien, de alguna manera, debe tolerar a las personas que en realidad no le importan.
Todo aquel que busque, hallará, y todo aquel que llame, se le abrirá (Mateo 7:7), así que no
esperes más, toma la decisión ahora mismo de iniciar con tiempos de intimidad con Dios. Solo
necesitas ser alguien que respeta profundamente a Dios y le ama (Salmos 25:14 La comunión
íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto.)
Nada debería privarte de conocer a Dios en intimidad porque en resumen la Biblia intenta
mostrarnos todo el sacrificio, amor y deseo de Dios por restaurar su relación con nosotros. Si Dios
hubiera querido ser arbitrario, caprichoso, injusto, cruel, rencoroso o descuidado, Él podría
haberlo sido. Pero decidió amarnos y se acercó a nosotros.
Jesús le enseñó a los discípulos que la vida eterna es que conozcamos a Dios, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien él envió (Juan 17:3), así que claro que él desea intimar, y cuando
lo hacemos, como dice el hermano Néstor Blanco en su libro “Una cita en el altar”, seremos
transformados.
La pregunta que nace ahora puede ser: ¿y cómo lo hago? Para responder a ello me permito
agregar este hermoso material.
Cómo desarrollar la intimidad con Dios
Por John Wimber.
El autor expresa: «La capacidad de escuchar lo que Dios dice, ver lo que Dios hace y moverse en la
esfera de lo milagroso se dan cuando una persona desarrolla la misma intimidad y la misma
dependencia del Padre que tenía Jesús. ¿Cómo hizo Jesús las cosas que realizó? La respuesta se
encuentra en su relación con el Padre. ¿Cómo haremos “mayores cosas que estas”, según la
promesa de Jesús (Juan 14.12)? Mediante el descubrimiento de esa misma relación de intimidad,
sencillez y obediencia».
Dios te ama con una intimidad que sobrepasa todos tus sueños. Quiere que tengas una relación
cercana y personal con Él, de intimidad, sencillez y obediencia. Esto constituye un honor y un
privilegio extraordinario. Moisés, David y por supuesto, Jesús, tuvieron una relación íntima con
Dios. ¿Pero cómo desarrollas la intimidad con Dios?
3. 1. Apertura, exposición y honestidad
Salmos 35:11-18
11Se levantan testigos malvados;
De lo que no sé me preguntan;
12Me devuelven mal por bien,
Para afligir a mi alma.
13Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio;
Afligí con ayuno mi alma,
Y mi oración se volvía a mi seno.
14Como por mi compañero, como por mi hermano andaba;
Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba.
15Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron;
Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía;
Me despedazaban sin descanso;
16Como lisonjeros, escarnecedores y truhanes,
Crujieron contra mí sus dientes.
17Señor, ¿hasta cuándo verás esto?
Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones.
18Te confesaré en grande congregación;
Te alabaré entre numeroso pueblo.
Hubo ocasiones en las que David estaba deprimido; su alma se sentía vacía (v.12). Era lo
suficientemente sincero y abierto como para hablar de sus dificultades:
Oposición
David se enfrentó a una gran oposición de parte de aquellos que le pagaron mal por bien y
lo atacaban. Puede que tú también enfrentes gran oposición de aquellos que te paguen
mal por bien y te ataquen (vv.12,15b). Puede que te calumnien (v.15c) o se burlen de ti de
forma maliciosa (v.16a). La oposición no solo viene del mundo sino que incluso puede
venir del pueblo de Dios (v.16).
Oración «no respondida»
Puede que haya momentos cuando tus oraciones parezcan no ser escuchadas: «Señor,
¿cuánto tiempo seguirás viendo esto?» (v.17, DHH).
Fracaso
Todos hemos tropezado (v.15a). Podemos sentir que caminamos con el Señor bastante
felices y entonces repentinamente tropezamos. Puede haber ocasiones en las que no
cumplamos nuestros propios estándares y mucho menos los de Dios.
Como David, habla con Dios sobre todos estos desafíos. No intentes hacer de cuenta que todo está
bien. Habla desde lo profundo de tu corazón, Él no se sorprenderá ni se mostrará impactado por lo
4. que digas. La apertura, el exponerse abiertamente mostrando tus debilidades y la honestidad son
las cualidades que te llevan hacia una relación íntima con Dios.
Señor, gracias por escuchar los clamores de mi corazón. Gracias por rescatarme y capacitarme
para decir: «Yo te daré gracias en la gran asamblea; ante una multitud te alabaré» (v.18).
2. Crece en sabiduría
Lucas 2:41-52
Ya desde niño, Jesús tenía una sabiduría sorprendente: «Todos los que le oían se asombrabande
su inteligencia y de sus respuestas» (v.47).
Como alguien ha dicho: «El conocimiento es saber que un tomate es un fruto. La sabiduría es no
ponerlo en una ensalada de frutas». El conocimiento es horizontal. La sabiduría es vertical. Viene
desde arriba hacia abajo. Es mucho más importante crecer en sabiduría que crecer en
prosperidad, la sabiduría supera a la prosperidad. La intimidad con el Padre conduce a un mayor
crecimiento en sabiduría.
Luego de que los padres de Jesús lo hallaran en el atrio del templo, les preguntó: «¿No sabían que
tengo que estar en la casa de mi Padre?» (v.49b). O como dice la versión bíblica en inglés The
Message: «Tratando con las cosas de mi Padre» (v.49b, MSG).
Por un lado, la relación de Jesús con su Padre era única.
Pero, por otra parte, también te permite llamar a Dios «Padre». Oró a Dios como «Abba» (la
palabra aramea usada por un hijo en términos filiales con su padre) y enseñó a sus discípulos a
hacer lo mismo (11:2). Pablo, al escribir sobre el Espíritu Santo, señala: «Pues ustedes no han
recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace
hijos de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: “¡Abba! ¡Padre!”» (Romanos 8:15,
DHH).
Al examinar el ejemplo de Jesús en estos versículos aprendemos cuatro cosas sobre esta clase de
sabiduría que procede de la intimidad con el Padre:
La sabiduría viene de escuchar
La sabiduría es disposición a escuchar y aprender de los demás. Jesús estaba «sentado
entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas» (Lucas 2:46).
Sir Isaac Newton dijo: «Veo que la inteligencia resulta más evidente al analizar las
preguntas realizadas en lugar de las respuestas ofrecidas».
A menudo, aquellos que saben más hablan menos. Cuando hablamos, por lo general
repetimos meramente lo que ya sabemos. Cuando escuchamos, puede que aprendamos
algo nuevo.
Realizar buenas preguntas es la clave para ser un buen conversador. Se decía del
presidente norteamericano J. F. Kennedy que te hacía pensar que él no tenía nada más
que hacer excepto hacerte preguntas y escuchar tu respuesta, con una concentración
5. extraordinaria. .Sabías que en ese momento, Kennedy dejaba a un lado el pasado y el
futuro para concentrarse en ti.
La sabiduría conduce a la sencillez
La sabiduría trae claridad. Jesús sabía dónde debía estar y qué debía hacer. Declaró: «¿No
sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?» (v.49). el conocimiento nos lleva de
lo simple a lo complejo; la sabiduría nos lleva de lo complejo a lo simple.
La sabiduría es integral
La sabiduría no solo se muestra en lo que decimos sino también en cómo vivimos: «Así
que Jesús bajó con sus padres a Nazaret y vivió sujeto a ellos» (v.51). La sabiduría se
refiere a toda la vida más que solo a nuestro intelecto o nuestras palabras.
La sabiduría debe crecer
Por medio de su relación íntima con Dios, «Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura,
y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente» (v.52), una expresión muy
similar a la utilizada con respecto a Samuel (1 Samuel 2:26).
La sabiduría debería incrementarse a medida que crecemos. No es que la sabiduría de
Jesús fuera defectuosa o imperfecta, pero crecía a medida que él maduraba, y así debería
ser con nosotros.
Por encima de todo, la sabiduría de Jesús procedía de su relación íntima con Dios. Dios era su
Padre y sabía que tenía que estar en la casa de su Padre, y su intimidad con Él era el cimiento de su
sabiduría.
3. Detente y escucha
Números 7:66-9:14
No puedes desarrollar una relación íntima con Dios sin apartar tiempo para comunicarte con Él.
«Cuando Moisés entró en la tienda de Reunión para hablar con el Señor, escuchó su voz. […] Así
hablaba el Señor con Moisés. El Señor le dijo a Moisés…» (7:89–8:1).
Dios habló a Moisés (8:1; 9:1). Moisés habló con Dios (7:89). Era una conversación de doble vía.
Dios hablaba a Moisés cara a cara, como una persona habla con un amigo (12:8): hablando y
escuchando al mismo tiempo, mirando la reacción del otro.
En la era del Espíritu Santo estás en una posición mucho mejor que Moisés. Ya no tienes que ir a
un sitio especial, como hacía Moisés, sino que puedes estar con Dios donde sea que te encuentres.
Mediante el Espíritu de adopción eres llevado a una conversación íntima y eterna con Dios el
Padre (Romanos 8:15-17,26-27).
Este era el patrón: «El Señor habló a Moisés […] y este habló a los hijos de Israel […] Los hijos de
Israel hicieron conforme a todo lo que el Señor le había mandado a Moisés» (Números 9:1-5, RVA-
2015). Toda la forma de vida de los israelitas se edificaba sobre la obediencia a lo que Dios le había
dicho a Moisés en el lugar de intimidad. Tu intimidad con Dios debe desbordarse en la forma en
6. que llevas adelante tu vida. Debes poner en práctica las cosas que Dios te haya mostrado en el
sitio de intimidad.
Hay momentos en que no es evidente cómo nos guía Dios. De nuevo, el ejemplo de Moisés resulta
de utilidad. Cuando el pueblo realizaba una pregunta difícil a Moisés para la cual él no tenía
respuesta, contestaba: «Esperen a que averigüe lo que el Señor dispone con relación a ustedes»
(v.8). Si no conoces la respuesta correcta es sabio pedirle a la gente que «espere». Esto te da
tiempo para orar y descubrir de parte de Dios la forma correcta de seguir adelante.
Eugene Peterson traduce este pasaje así, en su versión en inglés The Message: «Denme algún
tiempo; descubriré lo que Dios dice en las circunstancias de ustedes» (v.8, MSG). Otra versión
bíblica en inglés, The Amplified Bible, dice: «Quédense quietos y yo escucharé lo que el Señor
mande con respecto a ustedes» (v.8, AMP). En el ajetreo de la vida, detente y escucha lo que Dios
quiere que hagas.
Señor, gracias porque puedo encontrarme contigo cada día, hablar contigo y escucharte. Ayúdame
a oír lo que me dices y a vivir hoy en esta relación de intimidad, sencillez y obediencia.
PROYECTO
Dedica tiempo para intimar con Dios y relata en dos páginas de tu cuaderno de Christian Life tus
experiencias.
FECHA DE ENTREGA:
8°, 10° Y 11° 30 DE ABRIL 2018
6°, 7° Y 9° 2 DE MAYO 2018