LABERINTOS DE DISCIPLINAS DEL PENTATLÓN OLÍMPICO MODERNO. Por JAVIER SOLIS NO...
03. oraciu00 f3n sagrada familia
1. ¡Jesús, María y José, Familia de Nazaret!
Lectio Divina – Fiesta de la Sagrada Familia
Disposición interior y apertura al Señor: Jesús, María y José
Kairoi – Profeta de la familia
Canta la oración que surge en tu interior. Déjala que eche la raíz que te afirmará. Ella encontrará el manantial de
amor, que en lo más profundo guarda Dios. Te alegrará.
Este es el camino para comprender lo que en un principio quiso Dios, lo que ha de llegar. El amor del Padre se hace
corazón, y por el Espíritu se da: Es la Trinidad.
Jesús, María y José, familia de Nazaret, para los pobres, la familia fiel. Escuela santa de bondad, hoy y aquí, de
bondad hoy y aquí. Porque Dios ha sabido escuchar nuestras palabras.
Canta la oración que surge en tu interior. Deja que eche la raíz que te afirmará. Ella encontrará el manantial del amor,
que en lo más profundo guarda Dios. Te alegrará.
Lectura: Evangelio según San Lucas 2, 22-40
Cuando llegó el tiempo de que se purificasen conforme a la Ley de Moisés, llevaron al niño a la ciudad de Jerusalén
para presentarlo al Señor (tal como está prescrito en la Ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al
Señor") y ofrecer un sacrificio (conforme a lo mandado en la Ley del Señor: "Un par de tórtolas o dos pichones").
Había por cierto en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel, y el
Espíritu Santo descansaba sobre él. El Espíritu Santo le había avisado que no moriría sin ver al Mesías del Señor.
Impulsado por el Espíritu fue al templo y, en el momento en que entraban los padres con el niño Jesús para cumplir
con él lo que era costumbre según la Ley, él lo cogió en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, mi Dueño, según
tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto la salvación que has puesto a disposición
de todos los pueblos: una luz que es revelación para las naciones y gloria para tu pueblo, Israel.
Su padre y su madre estaban sorprendidos por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María su madre:
Mira, éste está puesto para que en Israel unos caigan y otros se levanten, y como bandera discutida y a ti, tus
anhelos te los truncará una espada; así quedarán al descubierto las ideas de muchos.
Había también, una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ésta era de edad muy avanzada: de casada
había vivido siete años con su marido y luego, de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo,
sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día.
Presentándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación
de Jerusalén. Cuando dieron término a todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su pueblo
de Nazaret.
El niño, por su parte, crecía y se robustecía, llenándose de saber, y el favor de Dios descansaba sobre él.
Meditación:
Bandera discutida – José Antonio Pagola
Simeón es un personaje entrañable. Lo imaginamos casi siempre como un sacerdote anciano del Templo, pero nada
de esto se nos dice en el texto. Simeón es un hombre bueno del pueblo, que guarda en su corazón la esperanza de
2. ver un día «el consuelo» que tanto necesitan. «Impulsado por el Espíritu de Dios», sube al templo en el momento en
que están entrando María, José y su niño Jesús.
El encuentro es conmovedor. Simeón reconoce en el niño, que trae consigo aquella pareja pobre de judíos piadosos,
al Salvador que lleva tantos años esperando. El hombre se siente feliz. En un gesto atrevido y maternal, «toma al niño
en sus brazos» con amor y cariño grande. Bendice a Dios y bendice a los padres. Sin duda, el evangelista lo presenta
como modelo. Así hemos de acoger al Salvador.
Pero, de pronto, se dirige a María y su rostro cambia. Sus palabras no presagian nada tranquilizador: «Una espada te
traspasará el alma». Este niño que tiene en sus brazos será una «bandera discutida»: fuente de conflictos y
enfrentamientos. Jesús hará que «unos caigan y otros se levanten». Unos lo acogerán y su vida adquirirá una
dignidad nueva: su existencia se llenará de luz y de esperanza. Otros lo rechazarán y su vida se echará a perder: el
rechazo a Jesús será su ruina.
Al tomar postura ante Jesús, «quedará clara la actitud de muchos corazones». Él pondrá al descubierto lo que hay en
lo más profundo de las personas. La acogida de este niño pide un cambio profundo. Jesús no viene a traer
tranquilidad, sino a generar un proceso doloroso y conflictivo de conversión radical.
Siempre es así. También hoy. Una Iglesia que tome en serio su conversión a Jesucristo, no será nunca un espacio de
tranquilidad sino de conflicto. No es posible una relación más vital con Jesús sin dar pasos hacia mayores niveles de
verdad. Y esto es siempre doloroso para todos.
Cuanto más nos acerquemos a Jesús, mejor veremos nuestras incoherencias y desviaciones; lo que hay de verdad o
de mentira en nuestro cristianismo; lo que hay de pecado en nuestros corazones y nuestras estructuras, en nuestras
vidas y nuestras teologías.
Oración:
Dios es como un padre desvelado - José Mª Rodríguez Olaizola, S.J.
Dios es como un padre desvelado por la fiebre del hijo,
o una madre preocupada cuando no llega a casa a la hora,
y es un hermano que, aunque a veces parezca ajeno,
sale antes que nadie en tu defensa;
es un abuelo que te entiende como nadie,
o la abuela que sabe desde siempre tu plato favorito.
Y como padre y madre, de vez en cuando tiene que sugerirte
otro camino, decir que te estás liando o proponerte un plan
que tal vez no te apetece, pero te conviene;
aunque luego, te deja que decidas,
porque en el amor, la libertad es necesaria.
De vez en cuando hay discusiones, incomprensiones y roces,
pero, es familia, tu gente, tu casa,
y aquí hablan la carne, la sangre y la memoria;
y el perdón tiene su sitio.
Siempre volvemos a casa.
A imagen del mismo Dios, familia somos.
Contemplación:
Momento prolongado de silencio…
Contempla todos los miembros de tu familia, da gracias a Dios por cada uno de ellos…
Acción/Gesto comunitario:
- Oramos en Padre Nuestro dándonos la mano, ofreciendo a Dios nuestras vidas, nuestra comunidad/familia y
pidiendo su protección para caminar unidos y en paz, desde su corazón de Padre-Madre.
Salve