Este documento trata sobre varios temas de psicología infantil. Brevemente discute por qué mienten los niños pequeños y cómo los padres pueden evitar que mientan crónicamente. También cubre el desarrollo del lenguaje en los niños y estrategias para fomentarlo, incluyendo expandir el vocabulario y las oraciones de los niños. Además, aborda la sexualidad infantil normal, la agresividad, y cómo gestionar las rabietas de una manera que no refuerce ese comportamiento.
2. ¿Por qué mienten los niños?
Todos los niños pequeños mienten en
algún momento. En los menores de
cinco años, el mundo mágico de los
sueños, deseos y fantasías, no siempre
se diferencia de la realidad.
Pero cuando la mentira se convierte
en algo crónico pasada esta edad,
revela un problema más profundo de
inseguridad o falta de autoestima que
conviene averiguar y tratar. Si no
quieres que tu hijo mienta a todas
horas, evita hacerlo tú delante de él.
Los padres desean que sus hijos no
les mientan nunca, que confíen en
ellos y les digan siempre la verdad.
Para lograr esto, hay que inculcar
ciertos hábitos de conducta y darles
ejemplo desde pequeños.
3. El lenguaje de los niños
La comunicación y el
lenguaje son dos aspectos
que se suelen confundir. El
niño durante el primer año
de vida desarrolla las bases
necesarias para la aparición
del lenguaje oral, sus
primeras palabras. Hasta ese
momento el niño ya es
capaz de comunicarse con
las personas de su entorno
aunque aún no hable.
4. ¿Qué hacer para fomentar el desarrollo
del lenguaje en los niños?
Hay que estimular al niño para la actitud verbal desde que nace; hablarle aunque creamos que
no nos entiende.
Dejar siempre un espacio para que el niño exprese sus deseos, necesidades, sentimientos y
pensamientos. Siendo pacientes hacia su dificultad de expresión, que cada vez será más fluida
Utilizar palabras correctas para designar los objetos, acciones y situaciones. El lenguaje
infantil es muy gracioso para los niños, pero no para los adultos.
Hablarles en un tono de voz correcto. No se puede pedir a un niño que no grite si los adultos
de su alrededor lo hacen. Respetar y hacerle respetar los turnos de palabra.
Ante los enunciados de vuestro hijo, siempre tratar de extenderlos y expandirlos.
Ello significa lo siguiente:
1. Expansión sintáctica: él dice “Coche grande” y vosotros le decís: “Sí, es un
coche grande”. Es decir, habéis introducido nuevos elementos sintácticos para
alargar sus frases e introducir los elementos nexo del lenguaje.
2. Extensión semántica: él dice “Mira, un coche grande” y vosotros le decís: “Sí,
es un coche grande y muy bonito”. Así, en este caso, aumentáis el contenido
semántico, introducís palabras con significado.
5. Jugando a los médicos- la sexualidad de
los niños
Partimos de la base de que desde el nacimiento, los niños tienen capacidad
de sentir placer con el contacto piel a piel. Son muy importantes las
relaciones que mantienen con las personas que les cuidan y con las que se
vinculan afectivamente, también denominadas figuras de apego. El vínculo
afectivo con estas figuras es muy importante en la vida sexual y afectiva
del niño, puesto que es, en esta relación, donde aprende a acariciar y ser
acariciado, mirar y ser mirado, etc
Sobre los 2-3 años, comienza el interés de los niños por los órganos
genitales, descubren las diferencias entre los niños y las niñas y adquieren
el control de esfínteres. A partir de esta edad, y sobre todo desde los 2 a los
5 años, los niños disfrutan con su cuerpo y se tocan los genitales, algo que
hay que aceptar como lógico y natural dentro de su desarrollo evolutivo.
6. Agresividad infantil
En su primera etapa de vida, el niño aún no
sabe bien qué puede y qué no puede hacer.
Esto le desconcierta y le provoca
inseguridad. Esta agresividad
inicial puede ser entendida, en un primer
momento, como una forma de pedir límites
para obtener dicha seguridad.
Sin embargo la situación cambia cuando
esa misma actitud agresiva se convierte en
una herramienta poderosísima y
tremendamente eficaz para conseguir sus
deseos. Esa utilidad aparente (real en algún
momento) pasa a ser fuente de
frustraciones y problemas de
comunicación y relación social, llegando
a impedir una adecuada integración,
contribuir a un futuro fracaso escolar y en
casos extremos ser la base de una conducta
antisocial que pueda desarrollarse en la
adolescencia y edad adulta.
7. Rabietas infantiles ¿Cómo
gestionarlas?
Las rabietas suelen comenzar a los dos años, cuando los niños empiezan a desarrollar su independencia y
no les gusta que sus padres les digan qué hacer o no les dejen hacer lo que quieren.
Las situaciones más habituales en las que se suelen producir las rabietas son cuando los niños están
haciendo algo y sus padres ordenan hacer otra cosa (el niño está jugando, le decimos que hay que bañarse y
no quiere), cuando se les dice que no (los niños quieren algo que les gusta de una tienda y se les dice que
no)
¿Qué no se debe hacer?
• Ceder ante sus deseos. Con la rabieta el niño presiona a los padres y consigue que le den lo que quieren
con tal de que se calle. Por eso, no hay que comprarle la golosina que ha generado la rabieta o darle el
juguete que le hemos quitado.
Pegar o gritar. Aunque sea lo que más te apetezca en ese momento, no servirá de nada que le regañes, le
pegues o le grites. Normalmente los niños no saben ni por qué se han puesto así. Esta reacción suya les
desconcierta y asusta y no saben cómo controlarla. Si además les pegamos o chillamos, les vamos a asustar
más todavía y su reacción se empeorará.
• Alterarte o enfadarte. Si te alteras, te pones nervioso, te hace gracia, o tienes cualquier reacción que no
sea la de permanecer como ni no pasara nada, lo que le estás transmitiendo es que te estás implicando en su
rabieta y sólo vas a ayudar a empeorar la situación.