3. Cómo llevarnos bien con los demás
Mateo 7:3-12
La primera sugerencia fue la siguiente: Tenemos
que dejar de tener un espíritu de juicio.
Jesús estaba desalentando
por lo menos cinco prácticas comunes, a saber:
4. •Dejar que nuestros antecedentes, prejuicios y preferencias
influyan en nuestros juicios.
• Hacer juicios apresurados, sin tratar de contar con todos los
hechos ni conocer todas las circunstancias.
• Hacer juicios sobre los motivos de los demás.
• Interpretar de la peor manera posible lo que hacen las
personas, en lugar de interpretarlo de la mejor manera.
• Ser severos, implacables y extremadamente críticos en los
juicios que hacemos, en lugar de atemperarlos con
misericordia y amor. •
I.- Haga los cambios necesarios
(7.3–5)
5. Cuando se trata de la necesidad
de cambiar, por lo general,
preferimos poner la mirada en
los demás, en lugar de ponerla
en nosotros mismos.
¡Qué fácil es ver las
faltas de los demás,
mientras pasamos
por alto las nuestras!
2 Samuel
12:7
6. Jesús quiere que primero nos examinemos a nosotros mismos
para ver qué cambios necesitamos hacer nosotros.
Buscar lo peor de las personas en lugar de lo
mejor, esmerarse en examinar cada palabra y
acción, en un intento por encontrar alguna
falta para criticar.
todo el mundo es como nosotros, que otros
piensan y sienten igual que nosotros. También
es un hecho que nuestros propios pecados, por
lo general, no nos parecen tan malos como los
mismos pecados en la vida de otros.
7. La historia de Judá y su nuera Tamar (Génesis 38). Cuando a
Judá se le dijo que Tamar «[había] fornicado» y que «[estaba]
encinta», él estuvo dispuesto a hacer que la mataran (vers.º 24);
sin embargo, cuando Tamar probó que Judá era el padre de la
criatura (vers.º 25), no se volvió a tocar el tema de la pena
capital (vers.º 26).
Es un hecho de la naturaleza
humana que a menudo somos
muy susceptibles a las faltas de los
demás, que también tenemos en
nuestra propia vida. Los sicólogos
le llaman a esto «proyección», a
saber proyectar en la vida de los
demás lo que vemos en la nuestra.
8. Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas;
pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces
lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican
tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que
tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? (Rom 2:1-3)
cuando de juzgar se trata,
tenemos que comenzar con
nosotros mismos.
«Examinaos a vosotros mismos
[…] probaos a vosotros mismos» (2ª
Corintios 13.5);
«… pruébese cada uno a sí mismo»;
«Si, pues, nos examinásemos a
nosotros mismos, no seríamos
juzgados» (1ª Corintios 11.28, 31).
9. II.- AYUDE A LOS DEMAS CON HUMILDAD Y SENSIBILIDAD
(7:5b)
Jesús dijo que nuestra más
alta prioridad es ocuparnos
de nuestros propios pecados,
sin embargo, no prohibió que
le ayudáramos a un hermano
con sus pecados, una vez que
nuestras vidas lleven un
buen rumbo.
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en
alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo, no sea que tú
también seas tentado. Sobrellevad los unos
las cargas de los otros, y cumplid así la ley
de Cristo (Gálatas 6.1, 2).
Hermanos, si alguno de entre vosotros se
ha extraviado de la verdad, y alguno le
hace volver, sepa que el que haga volver al
pecador del error de su camino, salvará de
muerte un alma, y cubrirá multitud de
pecados (Santiago 5.19, 20).
10. III.- Reconozca que cada quien es diferente, y aprenda a tratar
con los que son difíciles (7.6)
11. No hemos de ser hipócritas, criticones, que se erigen a sí mismos
como inspectores de defectos; sin embargo, tampoco hemos de
ser ingenuos.
«No deis lo santo a los perros, ni
echéis vuestras perlas delante
de los cerdos, no sea que las pisoteen,
y se vuelvan y os despedacen
«¿Quiénes son los “perros” y
los “cerdos” a quienes Jesús
se refirió »
• los que continuamente desechan la verdad,
• aquellos para los que el evangelio es «locura» (1ª Corintios 1.18, 23; 2.14),
• la clase de personas de las cuales se habla en Tito 1.15, «los corrompidos e
incrédulos», cuya mente y conciencia «están corrompidas ».
12. IV.- Tome la decisión de confiar en Dios
(7.7–11)
Por un lado, no hemos de tener espíritu de juicio, debemos ser
misericordiosos y amables. Por otro lado, no hemos de ser
ingenuos; necesitamos saber cuándo sacudir el polvo de
nuestros pies.
Los versículos 7 al 11 nos dan la respuesta: Debemos confiar en Dios:
«Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama,
se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues
si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas
a los que le pidan?».
13. V.- VIVIR DE CONFORMIDAD A LA REGLA DE ORO (MATEO 7:12)
«Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con
vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto
es la ley y los profetas» ».