1. FILOSOFÍA Y ARTE EN SCHELLING
Ante la nuevas perspectivas y posibilidades que la realidad ofrece a la
actividad reflexiva y especulativa humana conviene realizar una
adecuada explicitación de ciertos rasgos fundamentales que pueden ser
valorados como adecuados en el planteamiento general del pensar. A
diferencia de lo que sucedía a principios del siglo XIX con la filosofía
idealista de Schelling que considera la mediación de la mitología en el
desarrollo de la filosofía destacando el origen poético del pensar estimo
que la profundidad conceptual del pensamiento lo contrapone
claramente a lo mitológico y poético. Aunque es cierto como escribe
Virginia López Domínguez que: «De este modo, el arte se convierte en
la tarea más elevada de la filosofía, el momento supremo en que la
intuición intelectual se contrasta a sí misma en su existencia en el
mundo y por eso Schelling recomienda una vuelta de la filosofía a la
poesía, de la que surgió originariamente, recurriendo a la mediación de
la mitología». Evidentemente el uso del intelecto como razón
instrumental y sin atender a la realidad de las cosas y a los intereses
humanos generales en sí mismos es algo que es rechazado también por
Hegel y que está presente de modo consciente en el ambiente alemán
del primero tercio del siglo XIX. Lo que es también plenamente
afirmable en la actualidad desde un planteamiento humanista,
fenomenológico y hermenéutico crítico. Indudablemente una de las
grandes virtualidades y efectos positivos de la consideración de la
filosofía como un arte es la plasmación de la importancia de la
contemplación crítica de la realidad como una forma de autocreación
de lo humano en su máxima proyección de posibilidades realizables.
Como también indica López Domínguez comentando la filosofía
schellingiana: «En última instancia, esta subsunción de la filosofía por
el arte puede pensarse como el resultado final de la crítica a la razón
que se emprende en la época, la protesta contra una racionalidad
mostrenca, mecánica, puro intelecto, que en su afán de comprender el
mundo, lo ha instrumentalizado y lo ha despojado de su vida interior,
deshumanizándolo y escindiéndolo». Ante los problemas causados a la
naturaleza por la utilización desmedida de la instrumentalización de la
razón por parte de la civilización occidental actualmente se observa
que el planteamiento de Schelling acerca de los peligros de una
utilización inadecuada del intelecto y de la razón respecto a la
naturaleza es muy coherente, y anticipa de modo general muchas
situaciones que ya se han producido.
La actividad estética que puede ser entendida e interpretada de
múltiples formas posibilita un campo de producción y crítica que a la
vez es especulativo y argumentativo, y que elabora nuevas obras y
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2. concepciones conceptuales. Porque Schelling ya pensaba que la
mediación entre la actividad teórica y la práctica o entre lo ideal o
conceptual y lo real se lograba a través de la contemplación activa y
creativa de la realidad. Las representaciones mentales de lo que es el
mundo empírico y en general de las leyes fenoménicas y de los
conceptos y esencias están conformadas o estructuradas por los
objetos y viceversa. En el ámbito del conocimiento humano las
dicotomías artificiales entre espíritu y naturaleza, consciente e
inconsciente y libertad y necesidad son superadas desde un enfoque
más integrador como es el propio del arte o de la contemplación
especulativa. La función de la intuición intelectual en la elaboración de
lo artístico explicitada por Schelling es reformulable desde una
perspectiva más directa en una línea referida a una especie de intuición
impresiva que siente de modo profundo los nexos entre lo ideativo y lo
material.
Si bien la separación de la filosofía en distintas ramas o disciplinas
particulares considero que es necesaria desde un planteamiento
metodológico riguroso para dar más orden a los contenidos filosóficos.
Aunque entiendo perfectamente que Schelling critique esta separación
desde un enfoque radical que atiende fundamentalmente a la
imbricación de todas las cuestiones filosóficas en numerosos aspectos
conceptuales y sistemáticos. Lo que también se pone de manifiesto en el
materialismo filosófico de Gustavo Bueno y en la totalidad de las
diversas corrientes filosóficas.
La verdad y la belleza representan son principios fundamentales
respectivamente de la filosofía y del arte si bien están integrados
aunque sean disociables para su análisis específico. No es casual que el
mismo Platón afirmase el bien, la verdad y la belleza como las ideas
principales del mundo inteligible o del conocimiento auténticamente
real y riguroso frente a la imperfección del mundo sensible. La
unificación de estos dos mundos puede realizarse según Schelling con
un regreso a la unidad original de lo absoluto en el que no existían esas
divisiones dicotómicas. Como escribe López Domínguez: «Ya en el
Sistema del idealismo trascendental, Schelling comprende que
semejante reunificación sólo puede realizarla el arte, con lo cual la
actividad estética representará el momento culminante, más pleno de
la existencia humana, por cuyo medio el propio universo consigue en
cada obra reconciliarse a sí mismo». Existen cosas que no puede
resolver el simple entendimiento precisamente porque la rearticulación
de las contradicciones y aparentes imposibilidades de lo real exige la
espontaneidad y la capacidad intuitiva del sujeto creador que se
plasma en los resultados de su actividad creativa. La propia
subjetividad es esencial en la actividad filosófica aunque la fuerza y el
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3. rigor argumentativo también son imprescindibles. Su coherente y
apropiada combinación es lo que hace posible el surgimiento de las
distintas filosofías que siempre son históricas, y resultado de la
reflexión de cada pensador en un contexto histórico y sociocultural
determinado. Es natural que Schelling en el Sistema afirme que el arte
es el órgano de la filosofía. El paralelismo evidente entre la el arte y la
filosofía posee también matices diferenciales que provienen, a mi
juicio, de las modalidades expresivas de la reflexividad y la
especulación que son escritas o habladas respecto a la plasmación
pictórica o escultórica como paradigmas clásicos de lo que es el arte en
su sentido más tradicional. Parece que las bellas artes producen
materia artística exterior y más claramente objetivable en cambio la
producción filosófica al ser conceptual y argumentativa requiere un
proceso de comprensión y análisis más complejo y extenso en el
tiempo. De todos modos, tanto el arte como la filosofía coinciden en su
curiosidad y asombro ante la realidad y el mundo.
De todas formas, considero que la filosofía a través de la actividad
pensante de cada ser humano debe realizar como también escribe
Husserl: «Mencionaré la tarea que a mi parecer tengo que resolver en
primerísimo lugar, si es que he de seguir llamándome filósofo. Me
refiero a una Crítica de la razón. Una crítica de la razón lógica y
práctica, axiológica en general». Que puede elaborarse de acuerdo con
una fundamentación que está en relación con el sistema filosófico que
se cree o se afirme. A mi juicio, la filosofía está en continua revisión
porque es una disciplina dinámica plenamente conectada con la
realidad y también busca la perfección. Como escribe el pensador
Emilio Uranga: «la filosofía es para mí un bello libro bien acabado por
dentro y por fuera; una perfección formal ante todo, una obra de
arte». Aunque esta afirmación me parece muy matizable destaca el
deseo de perfección tanto en el nivel de la argumentación y de la
discursividad reflexiva como en el meramente formal del lenguaje y
del aspecto estético.
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