En un futuro muy muy cercano y en lugar nada lejano esto puede ser la realidad.
No es la tecnología lo que lo puede frenar, sino el modelo social en el que decidamos vivir.
Resistencia extrema al cobre por un consorcio bacteriano conformado por Sulfo...
Tu mejor amigo será virtual
1. TU MEJOR AMIGO SERÁ VIRTUAL
Y el suyo aún mas ;-)
@josemariapuerta - #EMPLEO2020 - @UIMP - 25-26 JUNIO
2.
3.
4. Hola, vivo en una gran ciudad en un futuro no tan lejano como
puedas creer.
Acabo de despertarme, mi almohada está mojada por el sudor
que he desprendido durante horas, otra noche agitada y
apenas guardo recuerdo nada, estoy pasando una mala
temporada, ni la salud, ni el dinero, ni el amor me
acompañan.
Mis primeras palabras mentales han sido algo así como
“¡Joder, otra noche con fiebre y pesadillas!”, intento
acordarme pero tras despertar y hasta tomar mi primer café
no soy persona.
Al menos tengo el consuelo de que me han estado vigilando
para que no me pasara nada malo.
5.
6. Aún en la cama y con sólo un ojo abierto intento alcanzar
mi teléfono. Mi teléfono hoy en día lo sabe todo de mi,
dependo ya tanto de él como él de mi para que le
proporcione fuentes de energía con las que cargar su
batería.
Tenemos una relación, quizá una de las más importantes.
Trabajo con él, me divierto con él, organizo mi vida con él,
me reconforta en los peores momentos y, en general, se
ha convertido en una parte insustituible de mi vida.
Es mi médico, mi entrenador, mi psicólogo, mi abogado,
mi contable, mi asesor sentimental y dado que soy el
primogénito de mi familia, el mejor hermano mayor que
nunca tuve.
7. Lo primero que mi teléfono me pregunta es si me
encuentro bien, ha detectado que me he movido
mucho durante la noche, que mi sueño REM ha sido
muy corto y que estoy algo deshidratado. Mi
teléfono tiene sensores que le permiten identificar
todos estos factores.
Pulso sobre el botón de “Estoy bien”, esto evita que
se ponga en comunicación con mis contactos en
caso de problemas médicos (cuando compré la app
me pidió que rellenase información personal y
personas de contacto por si ocurría algo).
8.
9. Me arrastro dormido hacia la cocina mientras voy
leyendo los mensajes y actualizaciones de RRSS desde
Asia y Latinoamérica, la cafetera está terminando de
hacer el café y el horno un croissant, mi móvil sabe lo que
me gusta para desayuno en días así.
Mierda, casi no queda leche, el frigorífico que ya tiene
lista la compra del día, al escucharme me ha recordado
que añadió 6 botellas de leche. Me apetecen unos
tomates…
– “Nevera, agrega a la lista tomates”.
No quiero discutir sobre la calidad o el número de
tomates, que lo decida él con el histórico de estas
semanas y lo pida para tenerlo en casa esta tarde.
10.
11. La noche ha sido movida en noticias, en Japón se presentaron
nuevos productos, mi teléfono me presenta un resumen
ejecutivo de los precios, las principales notas de prensa de los
lanzamientos y la reacción en las RRSS.
Mi teléfono, gracias a que ve que mis ojos se mueven y
concuerdan con el texto, sabe que estoy muy interesado y me
sugiere un par de opciones de inversión dentro de los límites
de riesgo que sabe estoy dispuesto a asumir.
Entro al salón y el televisor se enciende, aparecen vídeos
relacionados con las palabras clave del informe. Hago un gesto
de pasar página y elijo un video que se reproduce.
¡800 dólares por un asistente doméstico! ¡Los japoneses están
locos!
12. Como tengo mi oficina en otra habitación de la casa, a los
pocos minutos de salir del salón el televisor se apaga y la
intensidad de la luz baja al mínimo, los nuevos sensores de
movimiento y presencia funcionan muy bien
Me acabo de sentar en mi silla, la pantalla se desbloquea y se
abre el navegador. Facial recognition rulez!
Automáticamente, se carga en una ventana el informe que
estaba leyendo en mi móvil por el punto justo en el que
estaba.
– “Lee el texto de este artículo”.
La voz, que he decidido que suene como la de HAL 9000,
termina de leerme lo que me quedaba del informe mientras
tomo algunas notas.
13.
14. Estoy muy concentrado, cuando de repente mi muñeca
empieza a vibrar, es mi pulsera que me avisa que no me
he movido en varias horas, mi sistema médico online me
recomendó que cada hora me moviese, la vibración en la
muñeca me lo recuerda. Lo he pausado, pero no para de
vibrar tras unos minutos. Este maldito cacharro me va a
desencajar la muñeca a no ser que me mueva.
Me decido por fin y salgo a correr. Mi báscula me dijo que
había ganado peso desde la semana anterior y que me
estaba alejando de mi peso saludable. Mi madre jamás
logró sacarme de la cama a la primera para ir al colegio,
pero esta voz pseudo-robótica es capaz de hacer que me
mueva en cuanto dice la palabra “gordo”.
15. El pantalón, la camiseta, las zapatillas, todas se activan en
cuanto me las pongo en mi cuerpo y automáticamente mi
pulsera se pone en modo deporte.
Ni dos kilómetros llevo cuando recibo una llamada
automática de mi entrenador personal. Este tipo, que
dice ser entrenador personal aunque nunca le he visto la
cara, dice que para mejorar la media de entrenamiento
debo correr un par de kilómetros extra. Los sensores de
mis zapatillas van a decirle cuándo, cuánto y por dónde
estoy corriendo estos kilómetros extras, que no me debo
preocupar, que si ve que mi ritmo baja demasiado me
volverá a llamar para darme ánimos.
¡A ti te ponía a correr un par de kilómetros!
16. Aún así voy a hacerle caso, mi cuenta de ejercicio
semanal está bastante baja y voy el penúltimo en la
tabla de mis contactos. No quiero ser de los últimos
y corro estos kilómetros extra, que como pensaba,
no han servido de mucho. ¡Todo sea por los puntos!
Me arrastro a mi casa, sudando, cuando lo primero
que veo al entrar es mi televisor encendido con
información de la carrera. Los kilómetros, el tiempo
de promedio, las calorías quemadas, mi peso actual
y… bueno, debería comer menos y correr más. Lo
cierto es que o me pongo en forma o me subirán la
cuota del seguro médico y ahora no me lo puedo
permitir.
17.
18. – “Pantalla, abre mi agenda” ¡Las seis y media! Tengo que
tiempo justo para ducharme y salir para ir a cenar.
Mi novia me espera en su casa, mi móvil me ha avisado
gracias a que está enlazado con el suyo y ambos tienen
acceso para saber dónde estamos los dos en todo
momento.
Menos mal que al salir de casa, tarde, como siempre,
automáticamente mandó un mensaje para avisar que
tardaría unos minutos más ¡Bonita forma de decir que
llego tarde! Tengo que ampliar su módulo de cortesía
social.
19.
20. Llego a su casa en el centro de la ciudad, no he
podido hablar ni dos minutos con ella cuando mi
teléfono dice que ha encontrado mesa en nuestro
restaurante japonés favorito. Teniendo en cuenta
que estoy con mi novia, que hemos visitado varias
veces ese restaurante, que hemos dejado reseñas
positivas por internet y que hay mesa, la aplicación
automáticamente reservó una mesa para dos.
Cada plato de comida es memorizado por mi
aplicación de salud. Calcula las calorías que estoy
ingiriendo, para que seguramente mañana mi
entrenador personal me pueda restregar que tengo
que hacer más ejercicio.
21.
22. Me voy a la cama y le digo a la pantalla que se
encienda. Aun tengo por leer varios artículos del
día, pero al ver la hora y que doy signos de
cansancio, automáticamente la aplicación de
lectura resume todo en unos cuantos párrafos con
sentido.
Descartados algunos e-mails (¡cómo es posible que
aún usemos esto!), respondidos otros varios y
leyendo las últimas noticias y actualizaciones en
RRSS, dejo mi móvil y que sabiendo la hora que es,
automáticamente se pone en silencio y apaga las
notificaciones.
23. En posición horizontal y aun pensando en si hoy
volveré a tener pesadillas, me intento acordar de si
soñé algo esta noche. He leído que en breve van a
sacar una aplicación universal para asistentes que
almacenará los sueños y los analizará siguiendo la
escuela de psicología de tu preferencia.
Espero que mi móvil tenga potencia suficiente para
ejecutarla, lo acabo de comprar y tal y como van
mis cuentas y él se encarga de recordarme a diario,
hasta dentro de nueve meses no me puedo permitir
uno nuevo.
24. Prácticamente con los ojos cerrados las luces de
mi habitación se apagan, mis latidos caen poco a
poco, mi cuerpo se relaja y mi cama se adapta a
mis músculos.
Intento por última vez recordar que soñé la
noche pasada mientras pienso en si hoy he sido
capaz de hacer algo por iniciativa propia. Pero
antes de contestarme caigo en otra noche de
agitados sueños.