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Juan CArlos Scannone
El Papa Francisco y la teología del
pueblo
En Rimini, en 2013, el padre José di Paola (“Pepe”) sacerdote argen-
tino de una favela, se refiere a la pastoral del Papa Francisco como
arzobispo del mundo de las barracas argentinas y se reconoce a sí
mismo y a sus compañeros como “hijos de la Teología del pueblo”, y
afirma que “en Argentina tenemos dos personas con las que nos for-
mamos en la Teología del pueblo: el padre Lucio Gera y Rafael Tello”.
Así mostró la relación del entonces cardenal Bergoglio y la menciona-
da teología. En el 2012, cuando murió el padre Gera, el cardenal Ber-
goglio lo hizo enterrar en la catedral de Buenos Aires en calidad de
experto en el Concilio Vaticano II y de la Conferencia del episcopado
latinoamericano en Medellín (1968) y Puebla (1979), y cuando Enri-
que Bianchi, discípulo de Tello, publicó un libro, el mismo Bergoglio
lo presentó al público. De aquí el interés por relacionar la línea pas-
toral del actual Papa con la Teología del pueblo. En este artículo nos
ocuparemos de esta teología y de su inserción en la Teología de la li-
beración latinoamericana. Finalmente analizaremos los puntos de con-
vergencia de la pastoral del Papa Francisco, en su Exhortación Evan-
gelii gaudium, con algunos elementos de la Teología del pueblo.
Papa Francesco e la teología del popolo, La Civiltà Cattolica 165
(2014) 571-590
La Teología argentina del
pueblo: nacimiento y
características
A su vuelta del Concilio Vati-
cano II, el episcopado argentino
creó, en 1966, la COEPAL (Comi-
sión episcopal de pastoral) con el
fin de impulsar un plan nacional
de pastoral. Estaba formada por
obispos, teólogos, expertos en pas-
toral, religiosos y religiosas, entre
ellos los mencionados Gera y Te-
llo, sacerdotes diocesanos profeso-
res en la Facultad de Teología de
Buenos Aires. Había también otros
diocesanos, como Justino O’Farrell
y Gerardo Farrell, el jesuita Fer-
nando Boasso y otros. Esta comi-
sión fue el terreno en el que nació
la Teología del pueblo, cuya im-
pronta se notó ya en la Declaración
del episcopado argentino de San
Miguel (1969), especialmente el
documento VI sobre la pastoral po-
pular.
Aunque la COEPAL dejó de
existir en 1973, algunos de sus
miembros siguieron como grupo
de reflexión teológica bajo la di-
40  Juan Carlos Scannone
rección del padre Gera, experto de
Medellín y de Puebla. Su teología
fue más de palabra que escrita. Yo
mismo participé a estas reuniones
junto con Gera, Farrell, Boasso, el
actual vicario general de Buenos
Aires, monseñor Joaquín Sucunza,
Alberto Methol Ferré, que venía
de Uruguay, y otros.
El contexto político argentino
del tiempo de la COEPAL incluía
la dictadura militar de Onganía, la
represión del movimiento obrero
peronista, el nacimiento de la fu-
tura guerrilla y no pocos intelec-
tuales apoyaban ahora el peronis-
mo como resistencia popular
frente a los militares y como mo-
vimiento de protesta social. Nació
entonces en la Universidad de Bue-
nos Aires la “Cátedra nacional de
Sociología” con figuras como
O’Farrell, que constituía la unión
entre la Cátedra nacional y la
COEPAL. Ambos grupos encon-
traron la conceptualización en la
historia latinoamericana y argen-
tina con categorías como “pueblo”
y “antipueblo”, “pueblos” en con-
traposición a “imperios”, “cultura
popular”, “religiosidad popular”, y
así sucesivamente.
En el caso de Gera y la
COEPAL, se trató principalmente
del “pueblo de Dios” -categoría bí-
blica privilegiada del Concilio- y
de sus interacciones con los pue-
blos. Una de las expresiones carac-
terísticas de Bergoglio es la de
“pueblo fiel”, cuya fe y piedad po-
pular le son muy queridas.
Para la COEPAL no estaba en
juego solo “la emergencia del lai-
cado en la Iglesia, sino también la
inserción de la Iglesia en el decur-
so histórico del pueblo”, en cuanto
sujeto de la historia y de la cultu-
ra, y como destinatario y agente de
evangelización. No dejó de in-
fluenciarle la teoría de la depen-
dencia, sobre todo de la domina-
ción política (imperialista), que
comprende también la económica,
integrándolas ambas en la libera-
ción integral del pecado y de sus
consecuencias estructurales.
El pueblo y la opción por los
pobres
La categoría “pueblo” puede in-
dicar la nación, como en la expre-
sión “pueblo argentino”, y también
la clase y el sector social popular.
La COEPAL la entiende ante todo
en su primera acepción, a partir de
la unidad plural de una cultura co-
mún, enraizada en una historia co-
mún y proyectada hacia un bien
común compartido.
En América Latina son los po-
bres los que mantienen, como ele-
mento estructural de la propia vi-
da y convivencia, la cultura propia
del pueblo al que pertenecen (Do-
cumento de Puebla n. 414). Sus in-
tereses coinciden con un progreso
histórico común de justicia y de
paz, porque viven oprimidos por
una situación de injusticia estruc-
tural y de violencia institucionali-
zada. Por esto, al menos de facto,
coinciden la opción por los pobres
y por la cultura. Y también de iu-
El Papa Francisco y la teología del pueblo   41
re, porque son ellos, privados del
privilegio del poder, del tener o del
saber, quienes manifiestan la cul-
tura común del pueblo.
Pregunté a Boasso porqué la
COEPAL había privilegiado el te-
ma de la cultura y me respondió
que lo había tomado del número
53 de la Gaudium et spes. En todo
caso la redacción del n. 386 del
Documento de Puebla muestra có-
mo la Gaudium et spes está leída
en clave latinoamericana, ya que
se han añadido las palabras “en un
pueblo” en la cita del párrafo 53a
y 53b de la Constitución. En los
dos primeros párrafos, por una
parte, se desplaza el significado
conciliar más humanista de cultu-
ra en la dirección de lo que el Con-
cilio presenta seguidamente en su
“aspecto histórico y social”; y, por
otra, se define el “sentido socioló-
gico y etnológico”, que la Gaudium
et Spes plantea en el tercer párrafo.
Por consiguiente, Puebla relee
Gaudium et spes 53a y 53b a par-
tir de la óptica de 53c. Se trata de
un acto espontáneo de los redacto-
res, debido al nuevo lugar herme-
néutico a partir del cual se inter-
pretaba el texto (América Latina):
un cambio que los obispos no per-
cibieron y que se mantiene en la
exhortación Evangelii gaudium.
La Teología del pueblo no des-
atiende los conflictos sociales que
vive América Latina, aunque pri-
vilegia la unidad sobre el conflicto
(prioridad que Bergoglio afirma
repetidas veces). No asumiendo la
lucha de clases como “principio
hermenéutico determinante” de la
sociedad y de la historia, confiere
todavía un puesto al conflicto -in-
cluso de clase-, entendiéndolo a
partir de la unidad previa del pue-
blo. Así, la injusticia institucional
se entiende como traición al pue-
blo de una parte del mismo pueblo,
que se transforma en anti-pueblo.
La religión del pueblo
Cuanto hemos dicho incide so-
bre la valoración de la religiosidad
popular. Por una parte, se conside-
ra la religión o la actitud negativa
frente a lo religioso (según Paul Ti-
llich) como el núcleo de la cultura
de un pueblo y, por otra, se hace
referencia a la piedad “de los po-
bres y sencillos” (Evangelii nun-
tiandi, n. 48). La contraposición es
solo aparente, si consideramos que
en América Latina estos últimos
son los que mejor salvaguardan la
cultura común, sus valores y sus
símbolos, que en nuestro país pue-
den ser el germen de una conver-
sión al pobre, para obtener la libe-
ración de éste y la de todos. Por
esto la religión del pueblo, lejos de
ser un opio, posee un potencial de
liberación humana, como se ha de-
mostrado en la lectura popular de
la Biblia.
De ahí que Puebla se conside-
re como continuación de Medellín,
aunque haya sacado de la Exhor-
tación Evangelii nuntiandi (1975)
nuevas contribuciones sobre la
evangelización de la cultura y de
la piedad popular. El Sínodo de
1974 la ha considerado bajo el in-
42  Juan Carlos Scannone
flujo de la Teología del pueblo, ya
sea gracias a los obispos latinoa-
mericanos, ya sea por medio de
quien enseguida sería nombrado
cardenal Eduardo Pironio. Y así
Pablo VI recoge esta contribución
en su Exhortación postsinodal, que
a su vez Puebla aplicó a América
Latina, enriquecida con nuevas
aportaciones.
Es una novedad importante la
relevancia dada por Puebla a la “sa-
biduría popular” (Documento de
Puebla, nn. 413 y 448), relacionan-
do la religión del pueblo con el co-
nocimiento sapiencial. La Teología
del pueblo la considera clave de
mediación entre la fe del pueblo y
una teología inculturada. El Papa
Francisco (como también el Do-
cumento de Puebla y Gera) le re-
conoce la importancia debida al
hablar del conocimiento por con-
naturalidad, siguiendo a Tomás de
Aquino.
Aparecida supo discernir en la
piedad popular latinoamericana
momentos de auténtica espiritua-
lidad y mística popular (nn. 258-
265, especialmente 262). Ya lo ha-
bía subrayado Jorge Seibold,
teólogo pastoralista de la Teología
del pueblo, introduciendo la cate-
goría de “mística popular” a la que
el Papa se refiere dos veces en
Evangelii gaudium.
¿Una corriente dentro de la
Teología de la liberación?
En 1982 se distinguen cuatro
corrientes en la Teología de la li-
beración latinoamericana. Des-
pués de éstas se coloca la Teología
del pueblo, nombre introducido por
Juan Luis Segundo al criticarla,
pero aceptado por Sebastián Politi
al defenderla. Gutiérrez la indivi-
dualiza como “una corriente con
características propias dentro de la
Teología de la liberación”, y Ro-
berto Oliveros la define como “teo-
logía populista”. Después fue acep-
tada por teólogos de la liberación
como Juan Bautista Libânio, y por
sus críticos como Methol Ferré y
monseñor Antonio Quarracino, en
la presentación de la Instrucción
Libertatis nuntius.
Entre las características men-
cionadas por Gutiérrez, además de
las de tipo temático hay otras me-
todológicas relacionadas con las
primeras, es decir, el uso del aná-
lisis histórico-cultural más que el
análisis socio-estructural; el uso
de ciencias más sintéticas y her-
menéuticas, como la historia, la
cultura y la religión, completando
las más analíticas y estructurales;
la mencionada raíz de esta media-
ción científica en un conocimiento
y un discernimiento sapiencial me-
diante “la connaturalidad afectiva
que da el amor” (Evangelii gau-
dium n. 125); y la toma de distan-
cia crítica frente al método mar-
xista.
Las instrucciones de la Congre-
gación para la Doctrina de la fe de
1984 y 1986 sirvieron para preve-
nir posiciones extremas. Por su
parte, Juan Pablo II, en su mensa-
je de 9 de abril de 1986 a los obis-
El Papa Francisco y la teología del pueblo   43
pos del Brasil, reconoció a la Teo-
logía de la liberación, no solo como
“oportuna, sino útil y necesaria” y
como “una nueva etapa” en la re-
flexión teológica-social de la Igle-
sia.
El segundo encuentro de El Es-
corial (1992, veinte años después
del primero) fue una prueba de la
recíproca fecundación entre la ver-
tiente principal de la Teología de
la liberación y la teología preferen-
temente argentina. Se dio un espa-
cio importante a la problemática
de la cultura, de la sabiduría popu-
lar, etc., en comunicaciones como
las de Pedro Trigo, Diego Irarrá-
zabal, Antonio González, Víctor
Codina y otros.
En setiembre de 1996, la direc-
tiva del CELAM, con la participa-
ción de la Congregación para la
Doctrinadelafe,reunióenSchöns-
tatt (Alemania) un grupo de teólo-
gos y expertos latinoamericanos
para reflexionar sobre el “futuro
de la teología en América Latina”,
planteando el desarrollo de cuatro
temas: la Teología de la liberación;
la doctrina social de la Iglesia; el
comunitarismo; y la teología de la
cultura. Se consideraban los temas
más relevantes para la teología la-
tinoamericana del tercer milenio.
El primer tema se confió a Gus-
tavo Gutiérrez, y el cuarto a Car-
los Galli, discípulo de Gera, con el
encargo de presentar la teología de
su maestro. Se les atribuía un rol
decisivo, para el futuro teológico
de América Latina, en el tronco
principal de la Teología de la libe-
ración o en la corriente argentina.
Aquel mismo año la Facultad
de Teología de la Universidad Ca-
tólica de Lovaina organizó otro en-
cuentro de cara a un cambio para-
digmático en la Teología de la
liberación, “de un paradigma so-
cio-económico a un paradigma
cultural”. Se confirmaba una alte-
ración en el eje después de los va-
rios enfoques de esta teología
Aproveché la ocasión del en-
cuentro con Gutiérrez en Schöns-
tatt para preguntarle qué pensaba
a este propósito. Me contestó que
el tema de la cultura estuvo presen-
te desde el principio, y que solo ha-
bía habido un cambio de acento.
Esta fue la respuesta mayoritaria
de los participantes en el encuen-
tro de Lovaina. La ineludible pre-
ocupación social y económica por
la liberación se acentuaba, amplia-
ba y profundizaba con la impor-
tancia dada a la cultura.
El punto de vista pastoral del
Papa Francisco y la Teología
del pueblo
Desde su aparición en la logia
de San Pedro, el Papa Francisco ha
tenido gestos simbólicos, ha con-
cedido entrevistas, ha hablado co-
mo cabeza de la Iglesia y ha publi-
cado una especie de vademécum
en la Exhortación postsinodal
Evangelii gaudium (EG), que re-
cuerda la argentina Teología del
pueblo.
Tomaremos en consideración,
44  Juan Carlos Scannone
en primer lugar, su comprensión
del pueblo de Dios. Después, su
consideración de los pueblos de la
tierra en relación con el pueblo de
Dios y en su constitución históri-
co-cultural como pueblos. En un
tercer paso, afrontaremos la valo-
ración pastoral y teológica de la
piedad popular y su relación con
los pobres.
El pueblo fiel
Ha llamado la atención el ges-
to del Papa de hacerse bendecir por
el pueblo al ser presentado en pú-
blico. Nosotros que conocíamos su
aprecio por el “pueblo fiel” de Dios
-que comporta un modo de conce-
bir la Iglesia, el reconocimiento del
“sentido de la fe” del pueblo- no
nos hemos maravillado. De ahí su
predilección por la expresión “pue-
blo fiel” que se repite también en
EG (cf., nn. 95 y 96), que recono-
ce como “misterio que hunde sus
raíces en la Trinidad, pero que tie-
ne su concreción histórica en un
pueblo peregrino y evangelizador,
que trasciende toda necesaria ex-
presión institucional” (EG 111; cfr.
95). Es este pueblo quien anuncia
el Evangelio. Dios “ha escogido
convocarlo como pueblo y no co-
mo seres aislados […]; nos atrae
teniendo en cuenta la compleja tra-
ma de relaciones interpersonales
que comporta la vida en una co-
munidad humana” (EG 113).“Este
Pueblo de Dios se encarna en los
pueblos de la Tierra, cada uno tie-
ne su propia cultura […]. Se trata
del estilo de vida de una determi-
nada sociedad, del modo peculiar
que tienen sus miembros de rela-
cionarse entre ellos, con las otras
criaturas y con Dios […]. La gra-
cia supone la cultura y el don de
Dios se encarna en la cultura del
que lo recibe” (EG 115)
Hay que notar que Francisco
adopta la relectura del Documen-
to de Puebla, siguiendo la Teolo-
gía del pueblo, de los dos primeros
párrafos de la Gaudium et spes 53.
Cuando Bergoglio era rector de la
Facultad de San Miguel, organizó
el primer Congreso sobre la evan-
gelización de la cultura y la incul-
turación del Evangelio en América
latina (1985), y lo programó invi-
tando a teólogos de todas partes, y
en la conferencia inaugural habló
de inculturación, citando al padre
Arrupe, pionero en el uso de este
neologismo.
Cuando el Papa Francisco ha-
bla del pueblo de Dios, se refiere a
su rostro multiforme (EG 116) y a
su “multiforme harmonía” (EG
117), gracias a la diversidad de cul-
turas que lo enriquecen. Cuando
habla del pueblo, usa la imagen del
poliedro para subrayar la unidad
plural de la irreductible diferencia
en su interior.
Además subraya una doctrina
tradicional, cuando reconoce que
“Dios da a la totalidad de los fie-
les un instinto de la fe –el sensus
fidei- que le ayuda a discernir lo
que viene realmente de Dios. La
presencia del Espíritu da a los cris-
tianos una cierta connaturalidad
El Papa Francisco y la teología del pueblo   45
con la realidad divina y una sabi-
duría que les permite captarlas in-
tuitivamente, aunque no disponga
de los instrumentos adecuados pa-
ra expresarla con precisión” (EG
119). “El rebaño tiene un olfato pa-
ra encontrar nuevos caminos”
(EG31) de evangelización.
Las cuatro prioridades en la
construcción y en la guía del
pueblo
El episcopado argentino adop-
tó la argumentación de la Comi-
sión Justicia y Paz argentina sobre
el paso de “habitantes a ciudada-
nos”. Es lo que el Papa Francisco
escribe en EG 220 respecto al pue-
blo-nación: “En toda nación, los
habitantes desarrollan la dimen-
sión social de su vida configurán-
dose como ciudadanos responsa-
bles en el seno de un pueblo, no
como una masa arrastrada por las
fuerzas dominantes […]. Pero con-
vertirse en un pueblo es algo más,
y requiere un constante proceso en
el cual está involucrada cada nue-
va generación. Es un trabajo lento
y arduo que exige quererse integrar
y aprender a hacerlo hasta desarro-
llar una cultura del encuentro en
una multiforme harmonía”. Note-
mos aquí la expresión típica de
Bergoglio: “cultura del encuentro”.
Como provincial de los jesui-
tas ya enunció, y como arzobispo
de Buenos Aires desarrolló, las
prioridades del gobierno que con-
ducen al bien común, a saber: 1) la
superioridad del todo sobre la par-
te; 2) de la realidad sobre la idea;
3) de la unidad sobre el conflicto;
4) del tiempo sobre el espacio.
Estas prioridades parece que
proceden de la carta de Juan Ma-
nuel de Rosas (Gobernador de
Buenos Aires) a Facundo Quiroga
(Gobernador de la Rioja, Argenti-
na) sobre la organización nacional
argentina. En esta carta, Rosas tie-
ne en cuenta implícitamente estas
prioridades y el Papa Francisco in-
troduce las dos últimas en la encí-
clica Lumen fidei (nn. 55 y 57). Fi-
nalmente, las desarrolla y articula
en EG 217-237, presentándolas co-
mo una contribución del pensa-
miento social cristiano “para la
construcción de un pueblo” (tam-
bién del pueblo de Dios).
Sentido teológico-pastoral
del tiempo
Prioridad del tiempo sobre el
espacio. Se trata de empezar “pro-
cesos que construyan un pueblo en
la historia” (EG 224; 223), más que
de ocupar espacio de poder y/o po-
sesión (de territorio o riqueza).El
sentimiento espiritual del tiempo
propicio para una recta decisión
forma parte del carisma ignaciano.
Bergoglio, como jesuita, participa
del carisma del discernimiento y,
probablemente, conocía también
las aportaciones teóricas de Gera
y Methol Ferré. Con todo, no deja
fuera el espacio sino que lo consi-
dera a partir del tiempo. Concluye
sus consideraciones diciendo: “El
tiempo ordena los espacios, los ilu-
46  Juan Carlos Scannone
mina y los transforma en anillos
de una cadena en constante creci-
miento sin marcha atrás” (EG 223).
Unidad plural y conflicto
La Teología del pueblo refleja
el mérito a partir de la unidad, pe-
ro reconoce la realidad del antipue-
blo, del conflicto, y de la lucha por
la justicia. También en este punto
el pensamiento del Papa tiene un
profundo sentido evangélico y teo-
lógico. Sostiene que los conflictos
no se pueden ignorar, pero que
tampoco hay que permanecer en-
cerrados en ellos o transformarlos
en la clave del progreso. Se trata
de “aceptar, de soportar el conflic-
to, resolverlo y transformarlo en el
anillo de un nuevo proceso. ‘Bien-
aventurados los que trabajan por la
paz’ (Mt 5, 9)” (EG 227).
Es la paz de la “comunión en
la diferencia”, “un ámbito vital
donde los conflictos, las tensiones
y los opuestos pueden unir una
multiforme unidad que genera nue-
va vida” (EG 228). Bergoglio de-
seaba hacer su tesis de doctorado
sobre Romano Guardini: consultó
sus archivos y se dedicó a la com-
prensión del dinamismo dialéctico
de los contrarios, para aplicarla a
la praxis y a la historia, porque
Cristo lo ha unificado todo en Él
(EG 229). El último fundamento
de la “cultura del encuentro”, está
en la no negación de la realidad del
conflicto.
La realidad superior a la idea
También entre realidad e idea
hay una tensión bipolar (cfr.EG
231), pues la segunda está en fun-
ción de la primera. De lo contrario,
existe el peligro de manipularla.
“Conviene pasar del nominalismo
formal a la objetivación harmonio-
sa” (EG 232), afirma el Papa. Se-
gún él, este “criterio está unido a
la encarnación de la palabra y a su
puesta en práctica”. “No ponerla
en práctica, no llevar la palabra a
la realidad, significa construir so-
bre la arena, permanecer en la pu-
ra idea y degenerar en intimismo
y gnosticismo que no dan fruto,
que hacen estéril su dinamismo”
(EG 233).
No se ve una conexión inme-
diata entre esta prioridad y la Teo-
logía del pueblo, sino en la crítica
que ésta hace de toda ideología, y
en la búsqueda de categorías her-
menéuticas a partir de la realidad
histórica latinoamericana, sobre
todo de los pobres.
La superioridad del todo
sobre las partes y la suma de
las partes
El Papa relaciona este princi-
pio con la tensión entre globaliza-
ción y localización (cfr. EG 234).
Respecto a esta última, converge
con el arraigo histórico-cultural de
la Teología del pueblo, situada en
América Latina y en Argentina, y
puesta en evidencia en la encarna-
El Papa Francisco y la teología del pueblo   47
ción del Evangelio en el catolicis-
mo popular.
La COEPAL no se hizo cargo
de la globalización, cuando solo
era emergente. Lo hicieron sus
continuadores Methol Ferré, Ge-
rardo Farrell y el trabajo interdis-
ciplinar del grupo de pensamiento
social de la Iglesia que tomó el
nombre de este último después de
su muerte.
También en este punto Bergo-
glio procede hacia una síntesis su-
perior que no elimina la tensión,
sino que la comprende, la vivifica,
la hace fecunda y la abre al futuro.
“El modelo no es la esfera, donde
todos los puntos equidistan del
centro y no hay diferencia de un
punto a otro. El modelo es el po-
liedro, que refleja la confluencia de
todas las parcialidades que man-
tienen su originalidad”. Y añade:
“Es la unión de los pueblos que, en
el orden universal, mantienen su
originalidad; es la totalidad de las
personas en una sociedad que bus-
ca un bien común que verdadera-
mente lo incorpora todo” (EG
236). Sin usar la palabra, el Papa
tiene en mente la relación intercul-
tural.
Anteriormente había ofrecido
el fundamento trinitario de cuanto
ha dicho: “El mismo Espíritu San-
to es la harmonía, así como el vín-
culo del amor entre el Padre y el
Hijo. Suscita una múltiple y varia-
da riqueza de dones y al mismo
tiempo construye la unidad que
nunca es uniformidad, sino multi-
forme harmonía que atrae” (EG
117). Atracción de la belleza: es
otra característica que converge
con Methol Ferré.
La piedad popular
Una característica de la Teolo-
gía del pueblo es la revaloración
teológica y pastoral de la religión
del pueblo, hasta reconocer una
“mística popular”, como hizo el
Documento de Aparecida (n. 262).
En dos ocasiones EG se refiere a
ella. Cuando ejemplifica la supe-
rioridad del todo sobre la parte
afirma: “La ‘mística popular’ aco-
ge el Evangelio entero y lo encar-
na en manifestaciones de oración,
fraternidad, justicia, lucha y fies-
ta” (EG 237; cfr. 124).
EG también converge con la
Teología del pueblo al poner el te-
ma de la piedad popular en rela-
ción con la inculturación del Evan-
gelio (EG 68-70), con los “más
necesitados” y con su “promoción
social” (EG 70). Ambos se distin-
guen del “cristianismo hecho de
devociones, propio de un modo in-
dividual y sentimental de vivir la
fe” (ibid.), sin negar la necesidad
de una “purificación y madura-
ción” de esta religiosidad.“La mis-
ma piedad popular es el mejor pun-
to de partida” (EG 69).
Cuando la Exhortación se re-
fiere a las “nuevas relaciones en-
gendradas por Jesucristo” las rela-
ciona con la religiosidad popular
reconociendo que sus “formas pro-
pias […] están encarnadas porque
48  Juan Carlos Scannone
han brotado de la encarnación de
la fe cristiana en una cultura popu-
lar. Por esto incluyen una relación
personal […] con Dios, con Jesu-
cristo, con María, con un santo.
Tienen carne, tienen rostro” (EG
90).
Una de las aproximaciones más
ricas del Papa sobre la religión del
pueblo la pronunció en Río de Ja-
neiro ante el CELAM, cuando la
presentó como “creatividad, sana
autonomía y libertad laical” en el
contexto de su crítica a la tentación
de clericalismo en la Iglesia. La re-
conoce como una manifestación
del “católico como pueblo”, en su
carácter comunitario y adulto en
la fe, y recomendaba al mismo
tiempo organismos característicos
de América Latina, como los gru-
pos bíblicos y las comunidades
eclesiales de base.
Un ejemplo de convergencia
con la Teología del pueblo lo ofre-
ce la EG cuando, citando el Docu-
mento de Puebla (n. 450) y el Do-
cumento de Aparecida (n. 264),
concluye que “el pueblo se evan-
geliza continuamente a sí mismo”,
si se trata de pueblos “en los que
se ha inculturado el Evangelio”
(EG 122; cfr 68). Ninguno “es el
creador de la propia cultura y el
protagonista de la propia historia.
La cultura es algo dinámico, que
un pueblo recrea constantemente,
y cada generación transmite a la
siguiente actitudes […] que debe
reelaborar frente a sus propios de-
safíos” (EG 122).
En su proceso de transmisión
cultural transmite también la fe de
un modo siempre nuevo; de ahí la
importancia de la evangelización
entendida como inculturación. Ca-
da porción del Pueblo de Dios tra-
duciendo en la propia vida el don
de Dios, según su propio genio,
ofrece un testimonio de la fe reci-
bida y la enriquece con nuevas ex-
presiones que son elocuentes” (EG
122). El Papa no habla de una
transmisión cultural externa, sino
de un vivo testimonio colectivo.
“Se trata de una realidad en per-
manente evolución, en la que el Es-
píritu Santo es el protagonista”
(EG 122).
El Papa habla por segunda vez
de “mística popular” como de “es-
piritualidad encarnada en la cultu-
ra de los sencillos” y que aunque
acentúa más el “credere in Deum”
(creer en Dios, entregándose a Él)
que el “credere Deum” (creer, sim-
plemente, que Dios existe), sin em-
bargo “no está vacía de contenidos,
sino que los descubre y expresa
más por la vía simbólica que con
la razón” y “lleva la gracia misio-
nera, de salir de sí mismo y de ser
peregrinos” (EG 124).
Más adelante, casi calcando a
Lucio Gera y el Documento de
Puebla, el Papa enseña que “solo
a partir de la connaturalidad afec-
tiva que da el amor podemos apre-
ciar la vida teologal presente en la
piedad del pueblo cristiano, espe-
cialmente de los pobres” (EG 125).
La Exhortación corona el tema
de la religiosidad popular aceptan-
do su relevancia teológica: “Las
El Papa Francisco y la teología del pueblo   49
expresiones de la piedad popular,
para quien es capaz de leerlas, son
un lugar teológico al que debemos
prestar atención, cuando pensamos
en la nueva evangelización” (EG
126). El Espíritu sopla cuando y
donde quiere. Hoy en los países se-
cularizados, en los que “Dios bri-
lla por su ausencia”, el Sur ofrece
el testimonio de la piedad sentida
“por los pobres y los sencillos” y
de su “mística popular” como
aportación a la nueva evangeliza-
ción (cfr. EG 126).
Pero el Papa no es un ingenuo
y no ignora que “en las últimas dé-
cadas se ha dado una ruptura en la
transmisión generacional de la fe
cristiana en el pueblo católico” a
la que se refiere en EG 122. Exa-
mina las causas (EG 70) y apuesta
por la pastoral urbana (EG 71-75),
“porque Dios vive en la ciudad”
(Documento de Aparecida, n 514),
aunque su presencia se ha de “des-
cubrir, desvelar” (EG 71) “a los
ciudadanos”, a los “ciudadanos a
medias” y a los “sobrantes urba-
nos” (EG 74), los pobres y los ex-
cluidos, que “luchan por sobrevi-
vir, y en esta lucha se esconde un
profundo sentido de la existencia
que implica también un sentido re-
ligioso” (EG 72).
La opción preferencial por
los pobres
La Iglesia ha hecho una opción
preferencial por los pobres, íntima-
mente relacionada con la piedad
popular como se vive en América
Latina y con la Teología de la Li-
beración que pone en ella su pun-
to de partida y el propio lugar her-
menéutico. Ahora, el nuevo Papa,
ha puesto el acento en el amor pre-
ferencial por los pobres, los mar-
ginados, los sin trabajo, los enfer-
mos, los discapacitados, el
“descartado”, el “superfluo”.
El Papa Francisco declara que
“la solidaridad es una reacción es-
pontánea de quien reconoce la fun-
ción social de la propiedad y el
destino universal de los bienes co-
mo realidad anterior a la propie-
dad privada” (EG 189), de acuerdo
con la doctrina católica, y un poco
antes afirma: “Para la Iglesia la op-
ción por los pobres es una catego-
ría teológica anterior a la cultural,
sociológica, política o filosófica”
(EG 198). “Por esto deseo una Igle-
sia pobre para los pobres. Ellos tie-
nen mucho que enseñarnos. Ade-
más de participar del sensus fidei,
con el propio sufrimiento conocen
el Cristo sufriente. Es necesario
que todos nos dejemos evangelizar
por ellos (ibid.).
Francisco critica “una econo-
mía que mata” (EG 53), el feti-
chismo del dinero (EG 55), y un
sistema social y económico […]
radicalmente injusto (EG 59), de-
bido a “ideologías que defienden
la autonomía absoluta del mercado
y la especulación financiera” (EG
56, 202). Afirma que “Dios, en
Cristo, no redime solo las perso-
nas, sino también las relaciones en-
tre los hombres” (EG 178), así que
los cristianos debemos luchar, sin
violencia pero con eficacia, por la
50  Juan Carlos Scannone
“inclusión social de los pobres”
(EG 185) y contra “una economía
de la exclusión y de la iniquidad”
(EG 53) y contra “el mal cristali-
zado en las estructuras sociales in-
justas” (EG 59).
El tema de los pobres es un
punto de convergencia entre el ma-
gisterio del Papa Francisco, la doc-
trina social de la Iglesia y la Teo-
logía del pueblo. No se trata de
pura teoría sino de su encarnación
en prácticas existenciales y socia-
les que hacen realidad “la encar-
nación del Evangelio” y la “revo-
lución de la ternura” (EG 88).
Conclusión
Karl Rahner ya señaló, como
contribución importante de la Igle-
sia y de la teología latinoamerica-
na a la Iglesia y a la teología uni-
versal, dos puntos importantes: la
teología liberadora y la religión del
pueblo; y publicó sendos libros so-
bre ellos. Ambos puntos caracte-
rizan la Teología del pueblo y son
parte del aire fresco del Sur, que
ha irrumpido en la Iglesia gracias
al Papa venido “del fin del mundo”.
La realidad es superior a la idea.
Francisco ha traído algo más im-
portante que nuevas ideas en el le-
gado de su persona y su carisma.
Con Ricoeur reconozcamos
que la historia se puede interpretar
como un testimonio. Forma parte
del significado de un testimonio no
solo lo que se dice, sino también
cómo se dice, con qué actitud exis-
tencial y temple espiritual y qué
tono afectivo y vivido lo acompa-
ñan.
El año del pontificado y la Ex-
hortación Evangelii gaudium re-
presentan una etapa importante en
la vida de la Iglesia, especialmen-
te notable en expresiones como
“gozo del Evangelio”, “revolución
de la ternura”, “cultura del encuen-
tro”, etc. Se oponen a la actitud de
acidia, desencanto y aislamiento
individualista; y manifiestan el go-
zo de evangelizar y ser discípulos-
misioneros, el despojo gozoso, el
amor preferencial por los pobres,
la misericordia de Jesús, la espe-
ranza del Reino y de “otro mundo
posible”. Configuran un “complejo
de actitudes” (EG 122) que refle-
jan y contagian el gozo del Evan-
gelio.
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La Teología del pueblo argentina: nacimiento y características

  • 1.   39 Juan CArlos Scannone El Papa Francisco y la teología del pueblo En Rimini, en 2013, el padre José di Paola (“Pepe”) sacerdote argen- tino de una favela, se refiere a la pastoral del Papa Francisco como arzobispo del mundo de las barracas argentinas y se reconoce a sí mismo y a sus compañeros como “hijos de la Teología del pueblo”, y afirma que “en Argentina tenemos dos personas con las que nos for- mamos en la Teología del pueblo: el padre Lucio Gera y Rafael Tello”. Así mostró la relación del entonces cardenal Bergoglio y la menciona- da teología. En el 2012, cuando murió el padre Gera, el cardenal Ber- goglio lo hizo enterrar en la catedral de Buenos Aires en calidad de experto en el Concilio Vaticano II y de la Conferencia del episcopado latinoamericano en Medellín (1968) y Puebla (1979), y cuando Enri- que Bianchi, discípulo de Tello, publicó un libro, el mismo Bergoglio lo presentó al público. De aquí el interés por relacionar la línea pas- toral del actual Papa con la Teología del pueblo. En este artículo nos ocuparemos de esta teología y de su inserción en la Teología de la li- beración latinoamericana. Finalmente analizaremos los puntos de con- vergencia de la pastoral del Papa Francisco, en su Exhortación Evan- gelii gaudium, con algunos elementos de la Teología del pueblo. Papa Francesco e la teología del popolo, La Civiltà Cattolica 165 (2014) 571-590 La Teología argentina del pueblo: nacimiento y características A su vuelta del Concilio Vati- cano II, el episcopado argentino creó, en 1966, la COEPAL (Comi- sión episcopal de pastoral) con el fin de impulsar un plan nacional de pastoral. Estaba formada por obispos, teólogos, expertos en pas- toral, religiosos y religiosas, entre ellos los mencionados Gera y Te- llo, sacerdotes diocesanos profeso- res en la Facultad de Teología de Buenos Aires. Había también otros diocesanos, como Justino O’Farrell y Gerardo Farrell, el jesuita Fer- nando Boasso y otros. Esta comi- sión fue el terreno en el que nació la Teología del pueblo, cuya im- pronta se notó ya en la Declaración del episcopado argentino de San Miguel (1969), especialmente el documento VI sobre la pastoral po- pular. Aunque la COEPAL dejó de existir en 1973, algunos de sus miembros siguieron como grupo de reflexión teológica bajo la di-
  • 2. 40  Juan Carlos Scannone rección del padre Gera, experto de Medellín y de Puebla. Su teología fue más de palabra que escrita. Yo mismo participé a estas reuniones junto con Gera, Farrell, Boasso, el actual vicario general de Buenos Aires, monseñor Joaquín Sucunza, Alberto Methol Ferré, que venía de Uruguay, y otros. El contexto político argentino del tiempo de la COEPAL incluía la dictadura militar de Onganía, la represión del movimiento obrero peronista, el nacimiento de la fu- tura guerrilla y no pocos intelec- tuales apoyaban ahora el peronis- mo como resistencia popular frente a los militares y como mo- vimiento de protesta social. Nació entonces en la Universidad de Bue- nos Aires la “Cátedra nacional de Sociología” con figuras como O’Farrell, que constituía la unión entre la Cátedra nacional y la COEPAL. Ambos grupos encon- traron la conceptualización en la historia latinoamericana y argen- tina con categorías como “pueblo” y “antipueblo”, “pueblos” en con- traposición a “imperios”, “cultura popular”, “religiosidad popular”, y así sucesivamente. En el caso de Gera y la COEPAL, se trató principalmente del “pueblo de Dios” -categoría bí- blica privilegiada del Concilio- y de sus interacciones con los pue- blos. Una de las expresiones carac- terísticas de Bergoglio es la de “pueblo fiel”, cuya fe y piedad po- pular le son muy queridas. Para la COEPAL no estaba en juego solo “la emergencia del lai- cado en la Iglesia, sino también la inserción de la Iglesia en el decur- so histórico del pueblo”, en cuanto sujeto de la historia y de la cultu- ra, y como destinatario y agente de evangelización. No dejó de in- fluenciarle la teoría de la depen- dencia, sobre todo de la domina- ción política (imperialista), que comprende también la económica, integrándolas ambas en la libera- ción integral del pecado y de sus consecuencias estructurales. El pueblo y la opción por los pobres La categoría “pueblo” puede in- dicar la nación, como en la expre- sión “pueblo argentino”, y también la clase y el sector social popular. La COEPAL la entiende ante todo en su primera acepción, a partir de la unidad plural de una cultura co- mún, enraizada en una historia co- mún y proyectada hacia un bien común compartido. En América Latina son los po- bres los que mantienen, como ele- mento estructural de la propia vi- da y convivencia, la cultura propia del pueblo al que pertenecen (Do- cumento de Puebla n. 414). Sus in- tereses coinciden con un progreso histórico común de justicia y de paz, porque viven oprimidos por una situación de injusticia estruc- tural y de violencia institucionali- zada. Por esto, al menos de facto, coinciden la opción por los pobres y por la cultura. Y también de iu-
  • 3. El Papa Francisco y la teología del pueblo   41 re, porque son ellos, privados del privilegio del poder, del tener o del saber, quienes manifiestan la cul- tura común del pueblo. Pregunté a Boasso porqué la COEPAL había privilegiado el te- ma de la cultura y me respondió que lo había tomado del número 53 de la Gaudium et spes. En todo caso la redacción del n. 386 del Documento de Puebla muestra có- mo la Gaudium et spes está leída en clave latinoamericana, ya que se han añadido las palabras “en un pueblo” en la cita del párrafo 53a y 53b de la Constitución. En los dos primeros párrafos, por una parte, se desplaza el significado conciliar más humanista de cultu- ra en la dirección de lo que el Con- cilio presenta seguidamente en su “aspecto histórico y social”; y, por otra, se define el “sentido socioló- gico y etnológico”, que la Gaudium et Spes plantea en el tercer párrafo. Por consiguiente, Puebla relee Gaudium et spes 53a y 53b a par- tir de la óptica de 53c. Se trata de un acto espontáneo de los redacto- res, debido al nuevo lugar herme- néutico a partir del cual se inter- pretaba el texto (América Latina): un cambio que los obispos no per- cibieron y que se mantiene en la exhortación Evangelii gaudium. La Teología del pueblo no des- atiende los conflictos sociales que vive América Latina, aunque pri- vilegia la unidad sobre el conflicto (prioridad que Bergoglio afirma repetidas veces). No asumiendo la lucha de clases como “principio hermenéutico determinante” de la sociedad y de la historia, confiere todavía un puesto al conflicto -in- cluso de clase-, entendiéndolo a partir de la unidad previa del pue- blo. Así, la injusticia institucional se entiende como traición al pue- blo de una parte del mismo pueblo, que se transforma en anti-pueblo. La religión del pueblo Cuanto hemos dicho incide so- bre la valoración de la religiosidad popular. Por una parte, se conside- ra la religión o la actitud negativa frente a lo religioso (según Paul Ti- llich) como el núcleo de la cultura de un pueblo y, por otra, se hace referencia a la piedad “de los po- bres y sencillos” (Evangelii nun- tiandi, n. 48). La contraposición es solo aparente, si consideramos que en América Latina estos últimos son los que mejor salvaguardan la cultura común, sus valores y sus símbolos, que en nuestro país pue- den ser el germen de una conver- sión al pobre, para obtener la libe- ración de éste y la de todos. Por esto la religión del pueblo, lejos de ser un opio, posee un potencial de liberación humana, como se ha de- mostrado en la lectura popular de la Biblia. De ahí que Puebla se conside- re como continuación de Medellín, aunque haya sacado de la Exhor- tación Evangelii nuntiandi (1975) nuevas contribuciones sobre la evangelización de la cultura y de la piedad popular. El Sínodo de 1974 la ha considerado bajo el in-
  • 4. 42  Juan Carlos Scannone flujo de la Teología del pueblo, ya sea gracias a los obispos latinoa- mericanos, ya sea por medio de quien enseguida sería nombrado cardenal Eduardo Pironio. Y así Pablo VI recoge esta contribución en su Exhortación postsinodal, que a su vez Puebla aplicó a América Latina, enriquecida con nuevas aportaciones. Es una novedad importante la relevancia dada por Puebla a la “sa- biduría popular” (Documento de Puebla, nn. 413 y 448), relacionan- do la religión del pueblo con el co- nocimiento sapiencial. La Teología del pueblo la considera clave de mediación entre la fe del pueblo y una teología inculturada. El Papa Francisco (como también el Do- cumento de Puebla y Gera) le re- conoce la importancia debida al hablar del conocimiento por con- naturalidad, siguiendo a Tomás de Aquino. Aparecida supo discernir en la piedad popular latinoamericana momentos de auténtica espiritua- lidad y mística popular (nn. 258- 265, especialmente 262). Ya lo ha- bía subrayado Jorge Seibold, teólogo pastoralista de la Teología del pueblo, introduciendo la cate- goría de “mística popular” a la que el Papa se refiere dos veces en Evangelii gaudium. ¿Una corriente dentro de la Teología de la liberación? En 1982 se distinguen cuatro corrientes en la Teología de la li- beración latinoamericana. Des- pués de éstas se coloca la Teología del pueblo, nombre introducido por Juan Luis Segundo al criticarla, pero aceptado por Sebastián Politi al defenderla. Gutiérrez la indivi- dualiza como “una corriente con características propias dentro de la Teología de la liberación”, y Ro- berto Oliveros la define como “teo- logía populista”. Después fue acep- tada por teólogos de la liberación como Juan Bautista Libânio, y por sus críticos como Methol Ferré y monseñor Antonio Quarracino, en la presentación de la Instrucción Libertatis nuntius. Entre las características men- cionadas por Gutiérrez, además de las de tipo temático hay otras me- todológicas relacionadas con las primeras, es decir, el uso del aná- lisis histórico-cultural más que el análisis socio-estructural; el uso de ciencias más sintéticas y her- menéuticas, como la historia, la cultura y la religión, completando las más analíticas y estructurales; la mencionada raíz de esta media- ción científica en un conocimiento y un discernimiento sapiencial me- diante “la connaturalidad afectiva que da el amor” (Evangelii gau- dium n. 125); y la toma de distan- cia crítica frente al método mar- xista. Las instrucciones de la Congre- gación para la Doctrina de la fe de 1984 y 1986 sirvieron para preve- nir posiciones extremas. Por su parte, Juan Pablo II, en su mensa- je de 9 de abril de 1986 a los obis-
  • 5. El Papa Francisco y la teología del pueblo   43 pos del Brasil, reconoció a la Teo- logía de la liberación, no solo como “oportuna, sino útil y necesaria” y como “una nueva etapa” en la re- flexión teológica-social de la Igle- sia. El segundo encuentro de El Es- corial (1992, veinte años después del primero) fue una prueba de la recíproca fecundación entre la ver- tiente principal de la Teología de la liberación y la teología preferen- temente argentina. Se dio un espa- cio importante a la problemática de la cultura, de la sabiduría popu- lar, etc., en comunicaciones como las de Pedro Trigo, Diego Irarrá- zabal, Antonio González, Víctor Codina y otros. En setiembre de 1996, la direc- tiva del CELAM, con la participa- ción de la Congregación para la Doctrinadelafe,reunióenSchöns- tatt (Alemania) un grupo de teólo- gos y expertos latinoamericanos para reflexionar sobre el “futuro de la teología en América Latina”, planteando el desarrollo de cuatro temas: la Teología de la liberación; la doctrina social de la Iglesia; el comunitarismo; y la teología de la cultura. Se consideraban los temas más relevantes para la teología la- tinoamericana del tercer milenio. El primer tema se confió a Gus- tavo Gutiérrez, y el cuarto a Car- los Galli, discípulo de Gera, con el encargo de presentar la teología de su maestro. Se les atribuía un rol decisivo, para el futuro teológico de América Latina, en el tronco principal de la Teología de la libe- ración o en la corriente argentina. Aquel mismo año la Facultad de Teología de la Universidad Ca- tólica de Lovaina organizó otro en- cuentro de cara a un cambio para- digmático en la Teología de la liberación, “de un paradigma so- cio-económico a un paradigma cultural”. Se confirmaba una alte- ración en el eje después de los va- rios enfoques de esta teología Aproveché la ocasión del en- cuentro con Gutiérrez en Schöns- tatt para preguntarle qué pensaba a este propósito. Me contestó que el tema de la cultura estuvo presen- te desde el principio, y que solo ha- bía habido un cambio de acento. Esta fue la respuesta mayoritaria de los participantes en el encuen- tro de Lovaina. La ineludible pre- ocupación social y económica por la liberación se acentuaba, amplia- ba y profundizaba con la impor- tancia dada a la cultura. El punto de vista pastoral del Papa Francisco y la Teología del pueblo Desde su aparición en la logia de San Pedro, el Papa Francisco ha tenido gestos simbólicos, ha con- cedido entrevistas, ha hablado co- mo cabeza de la Iglesia y ha publi- cado una especie de vademécum en la Exhortación postsinodal Evangelii gaudium (EG), que re- cuerda la argentina Teología del pueblo. Tomaremos en consideración,
  • 6. 44  Juan Carlos Scannone en primer lugar, su comprensión del pueblo de Dios. Después, su consideración de los pueblos de la tierra en relación con el pueblo de Dios y en su constitución históri- co-cultural como pueblos. En un tercer paso, afrontaremos la valo- ración pastoral y teológica de la piedad popular y su relación con los pobres. El pueblo fiel Ha llamado la atención el ges- to del Papa de hacerse bendecir por el pueblo al ser presentado en pú- blico. Nosotros que conocíamos su aprecio por el “pueblo fiel” de Dios -que comporta un modo de conce- bir la Iglesia, el reconocimiento del “sentido de la fe” del pueblo- no nos hemos maravillado. De ahí su predilección por la expresión “pue- blo fiel” que se repite también en EG (cf., nn. 95 y 96), que recono- ce como “misterio que hunde sus raíces en la Trinidad, pero que tie- ne su concreción histórica en un pueblo peregrino y evangelizador, que trasciende toda necesaria ex- presión institucional” (EG 111; cfr. 95). Es este pueblo quien anuncia el Evangelio. Dios “ha escogido convocarlo como pueblo y no co- mo seres aislados […]; nos atrae teniendo en cuenta la compleja tra- ma de relaciones interpersonales que comporta la vida en una co- munidad humana” (EG 113).“Este Pueblo de Dios se encarna en los pueblos de la Tierra, cada uno tie- ne su propia cultura […]. Se trata del estilo de vida de una determi- nada sociedad, del modo peculiar que tienen sus miembros de rela- cionarse entre ellos, con las otras criaturas y con Dios […]. La gra- cia supone la cultura y el don de Dios se encarna en la cultura del que lo recibe” (EG 115) Hay que notar que Francisco adopta la relectura del Documen- to de Puebla, siguiendo la Teolo- gía del pueblo, de los dos primeros párrafos de la Gaudium et spes 53. Cuando Bergoglio era rector de la Facultad de San Miguel, organizó el primer Congreso sobre la evan- gelización de la cultura y la incul- turación del Evangelio en América latina (1985), y lo programó invi- tando a teólogos de todas partes, y en la conferencia inaugural habló de inculturación, citando al padre Arrupe, pionero en el uso de este neologismo. Cuando el Papa Francisco ha- bla del pueblo de Dios, se refiere a su rostro multiforme (EG 116) y a su “multiforme harmonía” (EG 117), gracias a la diversidad de cul- turas que lo enriquecen. Cuando habla del pueblo, usa la imagen del poliedro para subrayar la unidad plural de la irreductible diferencia en su interior. Además subraya una doctrina tradicional, cuando reconoce que “Dios da a la totalidad de los fie- les un instinto de la fe –el sensus fidei- que le ayuda a discernir lo que viene realmente de Dios. La presencia del Espíritu da a los cris- tianos una cierta connaturalidad
  • 7. El Papa Francisco y la teología del pueblo   45 con la realidad divina y una sabi- duría que les permite captarlas in- tuitivamente, aunque no disponga de los instrumentos adecuados pa- ra expresarla con precisión” (EG 119). “El rebaño tiene un olfato pa- ra encontrar nuevos caminos” (EG31) de evangelización. Las cuatro prioridades en la construcción y en la guía del pueblo El episcopado argentino adop- tó la argumentación de la Comi- sión Justicia y Paz argentina sobre el paso de “habitantes a ciudada- nos”. Es lo que el Papa Francisco escribe en EG 220 respecto al pue- blo-nación: “En toda nación, los habitantes desarrollan la dimen- sión social de su vida configurán- dose como ciudadanos responsa- bles en el seno de un pueblo, no como una masa arrastrada por las fuerzas dominantes […]. Pero con- vertirse en un pueblo es algo más, y requiere un constante proceso en el cual está involucrada cada nue- va generación. Es un trabajo lento y arduo que exige quererse integrar y aprender a hacerlo hasta desarro- llar una cultura del encuentro en una multiforme harmonía”. Note- mos aquí la expresión típica de Bergoglio: “cultura del encuentro”. Como provincial de los jesui- tas ya enunció, y como arzobispo de Buenos Aires desarrolló, las prioridades del gobierno que con- ducen al bien común, a saber: 1) la superioridad del todo sobre la par- te; 2) de la realidad sobre la idea; 3) de la unidad sobre el conflicto; 4) del tiempo sobre el espacio. Estas prioridades parece que proceden de la carta de Juan Ma- nuel de Rosas (Gobernador de Buenos Aires) a Facundo Quiroga (Gobernador de la Rioja, Argenti- na) sobre la organización nacional argentina. En esta carta, Rosas tie- ne en cuenta implícitamente estas prioridades y el Papa Francisco in- troduce las dos últimas en la encí- clica Lumen fidei (nn. 55 y 57). Fi- nalmente, las desarrolla y articula en EG 217-237, presentándolas co- mo una contribución del pensa- miento social cristiano “para la construcción de un pueblo” (tam- bién del pueblo de Dios). Sentido teológico-pastoral del tiempo Prioridad del tiempo sobre el espacio. Se trata de empezar “pro- cesos que construyan un pueblo en la historia” (EG 224; 223), más que de ocupar espacio de poder y/o po- sesión (de territorio o riqueza).El sentimiento espiritual del tiempo propicio para una recta decisión forma parte del carisma ignaciano. Bergoglio, como jesuita, participa del carisma del discernimiento y, probablemente, conocía también las aportaciones teóricas de Gera y Methol Ferré. Con todo, no deja fuera el espacio sino que lo consi- dera a partir del tiempo. Concluye sus consideraciones diciendo: “El tiempo ordena los espacios, los ilu-
  • 8. 46  Juan Carlos Scannone mina y los transforma en anillos de una cadena en constante creci- miento sin marcha atrás” (EG 223). Unidad plural y conflicto La Teología del pueblo refleja el mérito a partir de la unidad, pe- ro reconoce la realidad del antipue- blo, del conflicto, y de la lucha por la justicia. También en este punto el pensamiento del Papa tiene un profundo sentido evangélico y teo- lógico. Sostiene que los conflictos no se pueden ignorar, pero que tampoco hay que permanecer en- cerrados en ellos o transformarlos en la clave del progreso. Se trata de “aceptar, de soportar el conflic- to, resolverlo y transformarlo en el anillo de un nuevo proceso. ‘Bien- aventurados los que trabajan por la paz’ (Mt 5, 9)” (EG 227). Es la paz de la “comunión en la diferencia”, “un ámbito vital donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden unir una multiforme unidad que genera nue- va vida” (EG 228). Bergoglio de- seaba hacer su tesis de doctorado sobre Romano Guardini: consultó sus archivos y se dedicó a la com- prensión del dinamismo dialéctico de los contrarios, para aplicarla a la praxis y a la historia, porque Cristo lo ha unificado todo en Él (EG 229). El último fundamento de la “cultura del encuentro”, está en la no negación de la realidad del conflicto. La realidad superior a la idea También entre realidad e idea hay una tensión bipolar (cfr.EG 231), pues la segunda está en fun- ción de la primera. De lo contrario, existe el peligro de manipularla. “Conviene pasar del nominalismo formal a la objetivación harmonio- sa” (EG 232), afirma el Papa. Se- gún él, este “criterio está unido a la encarnación de la palabra y a su puesta en práctica”. “No ponerla en práctica, no llevar la palabra a la realidad, significa construir so- bre la arena, permanecer en la pu- ra idea y degenerar en intimismo y gnosticismo que no dan fruto, que hacen estéril su dinamismo” (EG 233). No se ve una conexión inme- diata entre esta prioridad y la Teo- logía del pueblo, sino en la crítica que ésta hace de toda ideología, y en la búsqueda de categorías her- menéuticas a partir de la realidad histórica latinoamericana, sobre todo de los pobres. La superioridad del todo sobre las partes y la suma de las partes El Papa relaciona este princi- pio con la tensión entre globaliza- ción y localización (cfr. EG 234). Respecto a esta última, converge con el arraigo histórico-cultural de la Teología del pueblo, situada en América Latina y en Argentina, y puesta en evidencia en la encarna-
  • 9. El Papa Francisco y la teología del pueblo   47 ción del Evangelio en el catolicis- mo popular. La COEPAL no se hizo cargo de la globalización, cuando solo era emergente. Lo hicieron sus continuadores Methol Ferré, Ge- rardo Farrell y el trabajo interdis- ciplinar del grupo de pensamiento social de la Iglesia que tomó el nombre de este último después de su muerte. También en este punto Bergo- glio procede hacia una síntesis su- perior que no elimina la tensión, sino que la comprende, la vivifica, la hace fecunda y la abre al futuro. “El modelo no es la esfera, donde todos los puntos equidistan del centro y no hay diferencia de un punto a otro. El modelo es el po- liedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que man- tienen su originalidad”. Y añade: “Es la unión de los pueblos que, en el orden universal, mantienen su originalidad; es la totalidad de las personas en una sociedad que bus- ca un bien común que verdadera- mente lo incorpora todo” (EG 236). Sin usar la palabra, el Papa tiene en mente la relación intercul- tural. Anteriormente había ofrecido el fundamento trinitario de cuanto ha dicho: “El mismo Espíritu San- to es la harmonía, así como el vín- culo del amor entre el Padre y el Hijo. Suscita una múltiple y varia- da riqueza de dones y al mismo tiempo construye la unidad que nunca es uniformidad, sino multi- forme harmonía que atrae” (EG 117). Atracción de la belleza: es otra característica que converge con Methol Ferré. La piedad popular Una característica de la Teolo- gía del pueblo es la revaloración teológica y pastoral de la religión del pueblo, hasta reconocer una “mística popular”, como hizo el Documento de Aparecida (n. 262). En dos ocasiones EG se refiere a ella. Cuando ejemplifica la supe- rioridad del todo sobre la parte afirma: “La ‘mística popular’ aco- ge el Evangelio entero y lo encar- na en manifestaciones de oración, fraternidad, justicia, lucha y fies- ta” (EG 237; cfr. 124). EG también converge con la Teología del pueblo al poner el te- ma de la piedad popular en rela- ción con la inculturación del Evan- gelio (EG 68-70), con los “más necesitados” y con su “promoción social” (EG 70). Ambos se distin- guen del “cristianismo hecho de devociones, propio de un modo in- dividual y sentimental de vivir la fe” (ibid.), sin negar la necesidad de una “purificación y madura- ción” de esta religiosidad.“La mis- ma piedad popular es el mejor pun- to de partida” (EG 69). Cuando la Exhortación se re- fiere a las “nuevas relaciones en- gendradas por Jesucristo” las rela- ciona con la religiosidad popular reconociendo que sus “formas pro- pias […] están encarnadas porque
  • 10. 48  Juan Carlos Scannone han brotado de la encarnación de la fe cristiana en una cultura popu- lar. Por esto incluyen una relación personal […] con Dios, con Jesu- cristo, con María, con un santo. Tienen carne, tienen rostro” (EG 90). Una de las aproximaciones más ricas del Papa sobre la religión del pueblo la pronunció en Río de Ja- neiro ante el CELAM, cuando la presentó como “creatividad, sana autonomía y libertad laical” en el contexto de su crítica a la tentación de clericalismo en la Iglesia. La re- conoce como una manifestación del “católico como pueblo”, en su carácter comunitario y adulto en la fe, y recomendaba al mismo tiempo organismos característicos de América Latina, como los gru- pos bíblicos y las comunidades eclesiales de base. Un ejemplo de convergencia con la Teología del pueblo lo ofre- ce la EG cuando, citando el Docu- mento de Puebla (n. 450) y el Do- cumento de Aparecida (n. 264), concluye que “el pueblo se evan- geliza continuamente a sí mismo”, si se trata de pueblos “en los que se ha inculturado el Evangelio” (EG 122; cfr 68). Ninguno “es el creador de la propia cultura y el protagonista de la propia historia. La cultura es algo dinámico, que un pueblo recrea constantemente, y cada generación transmite a la siguiente actitudes […] que debe reelaborar frente a sus propios de- safíos” (EG 122). En su proceso de transmisión cultural transmite también la fe de un modo siempre nuevo; de ahí la importancia de la evangelización entendida como inculturación. Ca- da porción del Pueblo de Dios tra- duciendo en la propia vida el don de Dios, según su propio genio, ofrece un testimonio de la fe reci- bida y la enriquece con nuevas ex- presiones que son elocuentes” (EG 122). El Papa no habla de una transmisión cultural externa, sino de un vivo testimonio colectivo. “Se trata de una realidad en per- manente evolución, en la que el Es- píritu Santo es el protagonista” (EG 122). El Papa habla por segunda vez de “mística popular” como de “es- piritualidad encarnada en la cultu- ra de los sencillos” y que aunque acentúa más el “credere in Deum” (creer en Dios, entregándose a Él) que el “credere Deum” (creer, sim- plemente, que Dios existe), sin em- bargo “no está vacía de contenidos, sino que los descubre y expresa más por la vía simbólica que con la razón” y “lleva la gracia misio- nera, de salir de sí mismo y de ser peregrinos” (EG 124). Más adelante, casi calcando a Lucio Gera y el Documento de Puebla, el Papa enseña que “solo a partir de la connaturalidad afec- tiva que da el amor podemos apre- ciar la vida teologal presente en la piedad del pueblo cristiano, espe- cialmente de los pobres” (EG 125). La Exhortación corona el tema de la religiosidad popular aceptan- do su relevancia teológica: “Las
  • 11. El Papa Francisco y la teología del pueblo   49 expresiones de la piedad popular, para quien es capaz de leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención, cuando pensamos en la nueva evangelización” (EG 126). El Espíritu sopla cuando y donde quiere. Hoy en los países se- cularizados, en los que “Dios bri- lla por su ausencia”, el Sur ofrece el testimonio de la piedad sentida “por los pobres y los sencillos” y de su “mística popular” como aportación a la nueva evangeliza- ción (cfr. EG 126). Pero el Papa no es un ingenuo y no ignora que “en las últimas dé- cadas se ha dado una ruptura en la transmisión generacional de la fe cristiana en el pueblo católico” a la que se refiere en EG 122. Exa- mina las causas (EG 70) y apuesta por la pastoral urbana (EG 71-75), “porque Dios vive en la ciudad” (Documento de Aparecida, n 514), aunque su presencia se ha de “des- cubrir, desvelar” (EG 71) “a los ciudadanos”, a los “ciudadanos a medias” y a los “sobrantes urba- nos” (EG 74), los pobres y los ex- cluidos, que “luchan por sobrevi- vir, y en esta lucha se esconde un profundo sentido de la existencia que implica también un sentido re- ligioso” (EG 72). La opción preferencial por los pobres La Iglesia ha hecho una opción preferencial por los pobres, íntima- mente relacionada con la piedad popular como se vive en América Latina y con la Teología de la Li- beración que pone en ella su pun- to de partida y el propio lugar her- menéutico. Ahora, el nuevo Papa, ha puesto el acento en el amor pre- ferencial por los pobres, los mar- ginados, los sin trabajo, los enfer- mos, los discapacitados, el “descartado”, el “superfluo”. El Papa Francisco declara que “la solidaridad es una reacción es- pontánea de quien reconoce la fun- ción social de la propiedad y el destino universal de los bienes co- mo realidad anterior a la propie- dad privada” (EG 189), de acuerdo con la doctrina católica, y un poco antes afirma: “Para la Iglesia la op- ción por los pobres es una catego- ría teológica anterior a la cultural, sociológica, política o filosófica” (EG 198). “Por esto deseo una Igle- sia pobre para los pobres. Ellos tie- nen mucho que enseñarnos. Ade- más de participar del sensus fidei, con el propio sufrimiento conocen el Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos (ibid.). Francisco critica “una econo- mía que mata” (EG 53), el feti- chismo del dinero (EG 55), y un sistema social y económico […] radicalmente injusto (EG 59), de- bido a “ideologías que defienden la autonomía absoluta del mercado y la especulación financiera” (EG 56, 202). Afirma que “Dios, en Cristo, no redime solo las perso- nas, sino también las relaciones en- tre los hombres” (EG 178), así que los cristianos debemos luchar, sin violencia pero con eficacia, por la
  • 12. 50  Juan Carlos Scannone “inclusión social de los pobres” (EG 185) y contra “una economía de la exclusión y de la iniquidad” (EG 53) y contra “el mal cristali- zado en las estructuras sociales in- justas” (EG 59). El tema de los pobres es un punto de convergencia entre el ma- gisterio del Papa Francisco, la doc- trina social de la Iglesia y la Teo- logía del pueblo. No se trata de pura teoría sino de su encarnación en prácticas existenciales y socia- les que hacen realidad “la encar- nación del Evangelio” y la “revo- lución de la ternura” (EG 88). Conclusión Karl Rahner ya señaló, como contribución importante de la Igle- sia y de la teología latinoamerica- na a la Iglesia y a la teología uni- versal, dos puntos importantes: la teología liberadora y la religión del pueblo; y publicó sendos libros so- bre ellos. Ambos puntos caracte- rizan la Teología del pueblo y son parte del aire fresco del Sur, que ha irrumpido en la Iglesia gracias al Papa venido “del fin del mundo”. La realidad es superior a la idea. Francisco ha traído algo más im- portante que nuevas ideas en el le- gado de su persona y su carisma. Con Ricoeur reconozcamos que la historia se puede interpretar como un testimonio. Forma parte del significado de un testimonio no solo lo que se dice, sino también cómo se dice, con qué actitud exis- tencial y temple espiritual y qué tono afectivo y vivido lo acompa- ñan. El año del pontificado y la Ex- hortación Evangelii gaudium re- presentan una etapa importante en la vida de la Iglesia, especialmen- te notable en expresiones como “gozo del Evangelio”, “revolución de la ternura”, “cultura del encuen- tro”, etc. Se oponen a la actitud de acidia, desencanto y aislamiento individualista; y manifiestan el go- zo de evangelizar y ser discípulos- misioneros, el despojo gozoso, el amor preferencial por los pobres, la misericordia de Jesús, la espe- ranza del Reino y de “otro mundo posible”. Configuran un “complejo de actitudes” (EG 122) que refle- jan y contagian el gozo del Evan- gelio. Tradujo y condensó: CARLES PORTABELLA,S.J.