Este documento describe cómo la profesión de un padre no es lo más importante para un hijo. Lo que realmente importa es el amor incondicional que el padre brinda, su figura como guía y apoyo, y los recuerdos que comparten juntos. Aunque la figura paterna puede cambiar a medida que un hijo crece, lo que queda es el profundo amor que sienten el uno por el otro.
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Papa por siempre
1.
2. ¿A qué hijo le importa qué profesión tiene
el padre? No le importa si su papá es
obrero, maestro o gerente de un banco.
No le interesa si tiene alguna jerarquía o
no, si es famoso o pasa inadvertido.
Realmente le importa cómo es su papá.
Un hijo rescata de un papá su figura
como hombre, su sostén, su guía y, por
sobre todas las cosas, el amor que le
brinda.
3. ¿Alguno de nosotros recuerda de qué
trabajaba su padre cuando tenía, por
ejemplo, cinco años? No creo que sean
muchos los que puedan contestar a esta
pregunta. Pero, sin dudas, recordaremos
si, a los cinco años, papá nos llevó a la
cancha por primera vez, o al cine, o nos
hizo un avión de papel que superó todos
los modelos antes vistos o que llegó a
tiempo para vernos actuar vestidos de
conejitos en el colegio.
4. La figura del hombre suele asociarse más
con la profesión y el desarrollo laboral, que
con la vida hogareña. Sin embargo, no
hay empresa más grande para un hombre –
estoy segura- que la de educar bien y hacer
feliz a sus hijos. El corazón no sabe de
rangos o puestos de trabajo, sabe de amor y
cuidados, de necesidades satisfechas, de
tiempo compartido. El niño necesita un papá
que lo sujete con su mano fuerte y segura,
pero a la vez amorosa; no interesa si en esa
mano han quedado las huellas de un trabajo
duro o si ostentan un oneroso anillo de sello.
5. ¿Qué recordaremos o recordamos de
nuestro papá? ¿Qué valoramos y
tenemos en cuenta los hijos? Lo que ese
hombre, exitoso o tal vez no, famoso o
anónimo, pobre o rico nos dio como
padre. Tampoco mediremos lo recibido
en términos materiales.
6. Un juguete -en su momento- se recibe
como el bien más preciado, pero, con el
tiempo, los hijos nos damos cuenta de
que el mayor regalo ha sido el amor con
que ese hombre compró el regalo o quizás
valoremos el esfuerzo que implicó
comprarlo o comprendamos el dolor que
ha sentido por no haber podido complacer
nuestro deseo.
7. Si nuestro padre es o fue un buen hombre,
orgullosos portaremos esa herencia. Por
el contrario, si nuestro padre no supo
cómo conducirse en la vida y cometió
errores, pero nos amó mucho, será este
amor el que más peso tenga para
nosotros. En este caso, ese amor servirá
para perdonar, comprender y aceptar que,
tal vez, papá no haya sido un ejemplo,
pero igual nos amó y mantendremos un
recuerdo piadoso hacia él.
8. Un papá, para un hijo, significa, por sobre
todo, amor, además, seguridad y
autoridad. A cierta edad, papá es como
un héroe, todo lo puede y lo resuelve, a
su lado, no hay temores, estamos
seguros. Con el tiempo, la figura del
héroe se va desdibujando y no
precisamente porque nuestro padre haya
cambiado, sino porque nosotros
crecemos.
9. En la adolescencia, no lo valoramos en su
justa medida, lo juzgamos y nos
enfrentamos. Sin embargo, a lo largo de
los años, y siendo ya adultos,
recuperaremos esa figura heroica de
papá. Ya no seguramente por la muñeca
que pudo arreglar o por la pelota que
recuperó de la terraza vecina, sino
porque entendemos cómo nos ha amado
y todo lo que ha hecho, o ha querido o ha
podido, hacer por nosotros.
10. Es por ello que, volviendo a la frase del
comienzo, ¿qué importa quién fue nuestro
papá para el resto del mundo? Importa
quién es o ha sido para nosotros, en
nuestro corazón, quedó lo mejor de ese
hombre, lo más noble, lo más puro, ni
más, ni menos que el amor más grande
que puede existir. A ese recuerdo
amoroso apelarán, al evocarlo, aquellos
que no lo tienen, y daremos gracias los
que gozamos de la inmensa dicha de
tenerlo a nuestro lado.
11. Un hijo siempre necesita al papá, no
importa si ya nos atamos los cordones
solitos o somos padres nosotros también,
el corazón no envejece, la necesidad de
amor tampoco. Papá será siempre papá,
aunque ya no recupere pelotas perdidas o
no se pueda agachar a jugar, haya sido
doctor, albañil o vendedor, y, como tal,
nos ha brindado todo su amor, ¿importa
algo más?
Fuente: Internet