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VÍDEO DE HOY:
ASC Zaragoza: 3 Marzo - Jeremías. El ser desgarrado
Traficadas. El negocio de la trata de
mujeres en México
México es el país americano con más mujeres
desaparecidas que son convertidas en esclavas
sexuales. El tráfico de mujeres es un negocio en alza
Nuria López Torres México Df 6 MAR 2015 - 12:14 CET
Diana Angélica era una niña alegre y optimista. De cuerpo menudo, ojos grandes almendrados, y cara
angelical. El 7 de septiembre de 2013 su madre se despidió de ella como cada mañana cuando se iba al
colegio… Y nunca más la volvió a ver.
Historias como esta engrosan cada día la enorme lista de niñas y mujeres desaparecidas en todo México.
Un drama silenciado que desgarra a la sociedad del país. Estas desapariciones forman parte de un
entramado de tráfico de personas con fines de explotación sexual. Los feminicidios de Ciudad Juárez son
solamente una parte de este gravísimo problema que golpea profundamente a millares de familias.
Según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, han desaparecido en sólo nueve estados del
país 9.200 mujeres y niñas. Entre junio de 2011 y junio de 2012 sólo en el estado de México fueron 955,
de las que el 60% eran menores de 17 años. María de la Luz Estrada Mendoza, presidenta de esta
organización, puntualiza, sin embargo, que no existe una cifra oficial fiable de desaparecidas, porque los
gobiernos, dice, maquillan los datos. El estado de Veracruz reconoció de forma extraoficial que en su
territorio hay 6.000 desaparecidas. El resto de estados, sin embargo, se niegan a dar información al
respecto y los pocos números que aportan a las estadísticas de las entidades son ridículos, muy inferiores
a las que estas mismas manejan. Es este un problema invisibilizado social y políticamente.
En los últimos años, el tráfico de mujeres con fines de explotación sexual ha pasado a ser el segundo
negocio más lucrativo en México, después de las drogas. Así lo indica un informe sobre las condiciones
de vulnerabilidad que propician la trata de personas en México, elaborado por la Comisión Nacional de
los Derechos Humanos y el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social. Pero lo
que más preocupa a los autores es que algunos militares han entrado a formar parte de la red de secuestros
y explotación sexual, así como los narcotraficantes, que ven en este rentable negocio una forma de
diversificar sus ingresos. Al sur del país, en el estado de Oaxaca, la persona que controla el negocio de la
trata y la explotación sexual es un “militar de alta graduación”, asegura Elvira Madrid, presidenta de la
Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, A.C, una ONG que trabaja en favor de los
derechos de las prostitutas y en contra del tráfico de mujeres.
Levantones sexuales
Existen diferentes formas de captar a las mujeres y niñas. Una de ellas es la conocida como levantón. El
crimen organizado tiene a hombres que controlan determinadas zonas o barrios, se fijan en una posible
víctima —casi siempre muy jóvenes y de complexión delgada—, la vigilan unos días para conocer su
rutina y, cuando pueden, la suben de forma violenta a una camioneta. Y desaparece. A veces, no hay ni
vigilancia previa. Simplemente ven una muchacha que les gusta, paran el vehículo y la suben en el acto.
Otro de los sistemas es a través de falsos anuncios de empleo. “Mi hija Fabiola vio un anuncio
enganchado a una farola en el que se buscaba a una mujer para cuidar a una persona mayor. Llamó por
teléfono y la citaron al día siguiente a las diez de la mañana, en el mismo lugar donde lo había
encontrado. Ella me pidió que la acompañara y así lo hice, pero no se presentó nadie. Fabiola volvió a
llamar y le dijeron que había surgido un problema con la persona que tenía que ir y la volvieron a citar al
día siguiente. En esta ocasión, no la pude acompañar porque tenía que ir al médico…y ya nunca más
volvió”, relata Rosa María, madre de una víctima. Fue el 10 de enero de 2012.
Fabiola es del municipio de Ecatepec, uno de los lugares de donde más mujeres desaparecen de todo el
Estado de México, como coinciden en afirmar la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desparecidos
A.C., la Coalición Contra El Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y El Caribe, y la Brigada
Callejera de Ayuda a la mujer Elisa Martínez A.C. Estas organizaciones que trabajan contra el tráfico de
personas y la explotación sexual tienen claras evidencias de que algunos policías locales del municipio
participan en estas redes. La familia de Fabiola sabe con certeza, por diferentes pistas y testigos, que ella
está siendo explotada como esclava sexual. Sin embargo, la negligencia, desidia y en algunos casos la
connivencia de la policía, hace que el caso de la joven se encuentre en una vía muerta.
“Vivos se los llevaron y vivos los queremos”, gritaba Rosa María durante la manifestación que tuvo lugar
en México DF el día de la madre, organizada por las diferentes asociaciones de familiares de
desaparecidos, y que convocó a personas llegadas desde todos los estados del país. A su lado estaba
Tadeo, hijo de Fabiola de siete años de edad, quien, con un gran cartel de su madre colgado en el pecho,
repartía incansablemente folletos en los que se ofrecía una recompensa de 300.000 pesos (unos 17.500
euros), a la persona que aportara información útil para encontrarla. Su expresión de esperanza mientras
corría como un loco de un lado a otro, dando impresos a todo el mundo, no dejaba indiferente a los
asistentes.
Semanas más tarde, en casa de su abuela, preguntado por qué diría a las personas que tienen retenida a su
mamá, el pequeño respondió así: “Me llamo Tadeo. A las personas que se la llevaron, devuélvanmelas.
Porque a mí me hace más falta que a ustedes, así que devuélvanmelas. Es lo que yo tengo dentro de mi
corazón, que nada más que tengo a mi papá. Que cuando veo a todas las familias juntas, me pongo triste
porque mi familia todavía no está junta. Y decirles que si me pueden dar su dirección para que vaya a por
ella”.
El tercer sistema de captación de mujeres es más sofisticado y retorcido. Es el de los llamados padrotes,
hombres quese dedican a enamorar a las menores de edad, hasta que consiguen alejarlas de sus familias
—tienen estipulado un tiempo de tres meses de media para conseguirlo—, para posteriormente llevárselas
a otro estado. Es allí cuando su novio cambia radicalmente y le muestra la cruda realidad.
Inmediatamente, la pone a trabajar. Algunos incluso las dejan embarazadas y, cuando nace el niño, se lo
quitan para chantajearlas con la vida de la criatura. Para los padrotes las mujeres son objetos de su
propiedad que deben proporcionarles beneficios. Así lo ha corroborado Elvira Madrid, socióloga con 27
años de experiencia en el trabajo de campo con víctimas. Muchos de estos hombres no consideran que
esto sea un delito, sino simplemente una forma de ganarse la vida. La cultura machista tiene aquí su
máximo exponente como se desprende de los testimonios de las mujeres explotadas entrevistadas.
Víctimas de explotación sexual
Alejandra fue vendida con 10 años a la dueña de uno de los muchos tables dance (locales de baile erótico)
que existen en México. Ella fue a parar a la ciudad de Toluca, Estado de México. Sus tías, que se
dedicaban al tráfico de drogas y otras actividades ilegales, llegaron un buen día y le dijeron: "Tú ya estás
buena para trabajar". A su madre le aseguraron que la llevaban a trabajar a una fábrica. Agobiada por las
deudas, no dio crédito a las quejas de su hija pensando que eran excusas para no ir a trabajar.
“Trabajaba de lunes a domingo, de nueve de la noche a siete de la mañana, todos los días, todos los días,
todos los días…”, relata, ahora ya liberada, Alejandra. Durante dos años la obligaron a bailar y
prostituirse. Hasta que fue violada por un tío abuelo y se quedó embarazada. Su madre la forzó a tener a
la criatura y, después de dar a luz, la niña huyó y nunca más volvería a ver al bebé. Con 12 años llegó a
Michoacán, donde conoció a un padrote que la enamoró y la dejó embarazada. Tuvo un niño que el padre
le arrebató para chantajearla (y al que nunca pudo criar). Tiempo después tendría una niña.
Cuando su hija tenía un año, Alejandra intentó escapar, pero su explotador la encontró y la amenazó a
punta de pistola con matar a la niña. Durante 18 años trabajó para el padre de sus hijos y la familia de este
como una esclava sexual. Finalmente, reunió las fuerzas necesarias para huir con su hija, aunque
lamentablemente tuvo que renunciar a su otro hijo. Alejandra continua ejerciendo la prostitución, ahora
de forma libre, en el barrio de la Merced de México DF, el barrio tradicional de prostitución de la ciudad.
Como ella, allí trabajan unas 1.500 prostitutas en la calle, pero la cantidad podría ser mayor porque no
están contabilizadas las que están en locales internos, subrayan desdela la ONG Brigada Callejera de
Ayuda a la Mujer Elisa Martínez, A.C.
El caso de Rebeca no es muy distinto. Ella fue explotada con 11 años por su padre y tres socios de este
que tenían una red de tráfico de mujeres en Estados Unidos (Miami y Tampa, Florida). Su abuela la envió
con su progenitor para que escapara de los abusos de los que era víctima por parte de su padrastro en
México. Pero no sabía que la estaba enviando al infierno. Con 17 años consiguió escapar y regresar a su
país. Llegó a la capital y, desesperada por encontrar un trabajo, pensó que la fortuna por fin se había
acordado de ella, al encontrar un anunció en la estación de autobuses, en el que solicitaban chicas jóvenes
como asistentes domésticas.
Rebeca acudió a la cita con el empleador. Se encontró montada en una camioneta con otras 17 chicas,
pero nunca sospechó que su destino final sería un edificio en el barrio de prostitución de la Merced, ni
que durante tres años y medio estaría encerrada sin ver la luz del día, siendo explotada sexualmente otra
vez. “Me tocó ver cómo mataban a golpes a una muchacha porque no dio todo el dinero que había ganado
un día. Me tocó ver que a otra la asesinaron porque no quiso salir a trabajar a la calle, a esa sí a sangre
fría. La mataron”, recuerda. “Si trabajabas más, te tocaban dos comidas; si no, no comías… Si no sacabas
suficiente [dinero] a veces te dejaban con la misma vestimenta y no te bañaban hasta que volvías a
trabajar bien; si estabas con la regla, te ponían un tapón y así tenías que seguir trabajando. Si un cliente se
quejaba de que no te habías dejado hacer algo, entraba la mujer o el hombre encargados y te daban de
golpes”, continúa ahondando en su memoria.
Rebeca fue rescatada por un policía federal que durante tres meses estuvo investigando qué pasaba en
aquel hotel. Cada ocho días, la visitaba haciéndose pasar por cliente fijo. Ella le facilitó toda la
información que pudo. El federal acogió a Rebeca y su compañera de cuarto en su casa los primeros días,
hasta que ellas hicieran sus declaraciones y reconocimiento de los detenidos. Su esposa les facilitó
comida y ropa. Pero el segundo día, a las siete de la tarde, llamaron a la casa del agente para notificarle a
su mujer que él había sido asesinado. Rebeca rememora aquel trágico momento que presenció.
Rebeca sigue ejerciendo la prostitución tras ser liberada Tiene a su cargo a su madre y dos sobrinos
pequeños, que abandonó uno de sus hermanos tras quedarse viudo. Rebeca es una luchadora nata: tiene
muchas ganas de dejar esta vida y, gracias a Brigada Callejera de Ayuda a la Mujer Elisa Martínez, y muy
especialmente a Elvira Madrid, está estudiando para enfermera. Es uno de sus sueños.
Mientras contaba su truculenta historia, su rostro redondo esbozaba en todo momento, una hermosa
sonrisa de serenidad. Relataba su historia como si fuera la de otra persona. Se esforzaba por mostrar
fortaleza, sus ojos negros se llenan de lágrimas y se le quiebra la voz al decir: “Es difícil cuando ves que
pudiste tener otro tipo de familia y no es así. Pero aprendes que cuando estás más abajo es cuando te
debes de sentir más arriba. Cuanto más te pisoteen, más debes de salir adelante. Y si sigo aquí es porque
tengo algo que hacer y tengo que superarme”.
Impunidad e indefensión
Es sabido por todas las organizaciones y activistas que trabajan en contra del tráfico de mujeres y niñas
con fines de explotación sexual, que algunos miembros de la policía municipal de Ecatepec —donde
desaparecen gran cantidad de mujeres— controlan este negocio. Son las prostitutas que ejercen de forma
libre las que denuncian extorsiones de los agentes que quieren deshacerse de ellas porque son testigos
incómodos de sus turbios negocios. Así lo cuenta Elvira Madrid, directora de la Brigada Callejera de
Apoyo a la Mujer Elisa Martínez A.C.
Según su relato, cada noche, la policía lleva en sus coches a niñas a los diferentes puntos de prostitución
de este municipio. Ellas deben conducir a los clientes a un lugar acordado con los policías, para que estos
puedan extorsionarles por estar con una menor de edad.
Rosa María Reyes, madre de la desaparecida Fabiola, tiene muy claro por qué no se resuelve el caso de su
hija: “Es por la incompetencia de la policía que hasta ahorita no ha hecho nada. Se le han entregado
infinidad de pruebas para que actúen y no han hecho nada. Incluso han llegado al sarcasmo. A veces les
he dicho pues que me maten ya para que me quiten este dolor”.
Muchas de las familias de las desaparecidas argumentan las mismas carencias en las actuaciones
policiales y órganos encargados de las investigaciones. Coinciden en señalar que se encuentran con unos
niveles altísimos de ineptitud. Las sensaciones de impotencia y desesperación son compartidas. En la
mayoría de los procesos, las familias van por delante en las investigaciones y aportan pistas que, en
muchos casos, son ignoradas. En el peor de los casos, incluso reciben amenazas para que cejen en sus
indagaciones, como les ha pasado a algunas madres.
María Soledad vive bajo amenaza de muerte porque salvó a su hija de 14 años de las redes de la
explotación sexual. Durante seis meses trabajó como prostituta para llegar hasta ella y al hombre que la
retenía, conocido como el Bombacho. Esta mujer pequeña, de expresión dura y con un valor infinito,
cuenta con serenidad su historia. “Mi orgullo es que se la quité con vida, porque él nunca las deja escapar
con vida. Ahora, mi cabeza tiene precio y yo sigo esperando a ver qué me va a hacer. Por lo que yo le
hago penalmente responsable de lo que me pase… Ahorita él está en la cárcel por cortesía mía… pero
saldrá en tres años. Leestán abriendo otros procesos y espero que no salga nunca porque sus crímenes son
muy grandes”, zanja.
La impunidad, sin embargo, viene cimentada por décadas de crímenes y delitos sin resolver en México.
Ésta dinámica es la generadora de sociedades endémicamente enfermas, que afecta a los cimientos y
pilares de la democracia, generando una sociedad incapaz de defender los derechos básicos de sus
ciudadanos. La trata de seres humanos con fines de explotación sexual es una de las mayores violaciones
de los Derechos Humanos, una forma de esclavitud moderna, y una de las caras más amargas de la
violencia de género.
#Avanzadoras: mujeres que avanzan y
hacen avanzar, luchando por sus
derechos
Creado el 6 marzo 2015 por CiJ
José María Vera. [Este artículo se publica simultáneamente en entreParéntesis] Nunca olvidaré una
jornada de sábado en Bogotá, en una visita a los programas y al equipo de Oxfam Intermón en Colombia.
Por la mañana nos encontramos con un grupo de mujeres víctimas de la violencia sexual en el conflicto
colombiano, protagonistas de la campaña “Saquen mi cuerpo de la guerra”. Compartieron su dura historia
personal y también la colectiva. Cómo el testimonio y la fuerza de unas fueron animando a otras a unirse.
Unirse para apoyarse, para vencer el trauma, para volver a la vida. Unirse para denunciar la impunidad y
lograr que se les considere víctimas del conflicto, como a los secuestrados, los muertos, los heridos o los
campesinos desplazados. ¡Y lo consiguieron!
La tarde la pasamos con las “Madres de Soacha”, cuyos hijos fueron secuestrados en barrios de Bogotá,
trasladados a la zona de conflicto, vestidos de guerrilleros y asesinados. De esta forma, los militares
criminales cobraban la prima en salario o vacaciones por sumar guerrilleros muertos a la lista de muescas
asesinas en su AK 47. Lo inconcebible, lo brutal, se volvió profundamente humano al hablar de la
solidaridad entre ellas y de la unión para denunciar estos crímenes y exigir justicia y reparación, en el
peor entorno judicial y político posible.
No sé qué me emocionó más, si las sobrecogedoras historias individuales o la inmensa capacidad de
lucha y superación de estas mujeres valientes, con un coraje sin límite. Nunca estarán solas.
Trabajamos junto con miles de mujeres así, en contextos muy diferentes aunque con la misma fuerza para
defender sus derechos y sumar a otras mujeres a la causa. Y las llamamos “Avanzadoras”, un concepto,
una lucha, que refleja mil historias y al que se sumarán estos días veinte cantantes y escritoras.
Más del 70 % de las personas que participan en nuestros programas son mujeres. Destaco dos motivos
para que esto sea así. Por un lado, las mujeres, en cualquier contexto y país, sufren más la pobreza y la
desigualdad extrema que los hombres. A las carencias de empleo y salario, de acceso a la educación o la
salud, de propiedad de la tierra y otros recursos, que sufre la población empobrecida, se suma la
desigualdad hombre-mujer. Lo habitual es que la vulneración de estos derechos básicos sea mayor
entre las mujeres y niñas por los valores patriarcales dominantes en la mayor parte de las
sociedades, que ponen techos y, sobre todo, bajan el suelo de las mujeres a situaciones extremas de
vulneración de sus derechos. Defender esta causa exige programas de trabajo directo y específico con las
mujeres en las situaciones que éstas enfrentan.
Por otro lado, cualquier programa tiene más éxito si promueve el liderazgo de las mujeres, si se apoya en
su rol y capacidad, si las fortalece. Así ocurre en los programas de medios de vida, sea en condiciones de
alta vulnerabilidad, donde canalizar la ayuda alimentaria o monetaria a través de las mujeres es la mejor
manera de lograr un impacto sostenible. También al trabajar con cooperativas y grupos productores en
situaciones estables que tienen una proyección mayor. Si el grupo no es de mujeres, es indispensable
asegurarse que éstas participan a todos los niveles, incluyendo los de decisión.
La presencia de mujeres en los puestos de dirección y gobierno de empresas, organizaciones y estados es
esencial. Nuestra experiencia es que también lo es liderando las organizaciones de base, en las
comunidades rurales, movimientos barriales y cooperativas. No solo es lo justo. Es que todo cambia
cuando ese liderazgo transformador de la mujer está presente.
Los “días de…” tienen el riesgo de quedarse eso, en un día. Que éste sirva para reforzar la lucha de las
mujeres por sus derechos en cualquier país. Empezando por el nuestro, donde también hay situaciones de
explotación y violencia, en la familia y en el empleo así como de discriminación en el salario y la
distribución del poder.
En otros lugares del mundo esta lucha se produce cada día, por el alimento, la vida, los derechos sexuales
y reproductivos, la justicia y reparación, la educación. A cada uno, a cada organización, nos toca
plantearnos qué más podemos hacer, qué estructura, estrategia o presupuesto debemos tocar, qué aspecto
de la cultura organizativa cambiar, para fortalecer la causa de las mujeres por sus derechos.
Por justicia y dignidad.
Imagen extraída de: Oxfam Intermón
Eritreos, crónica de una diáspora salvaje
Desde el endurecimiento de la dictadura de Eritrea en
2008, unos 50.000 jóvenes han huido del país rumbo a
Europa o a Israel. Alrededor de 10.000 han
desaparecido por el camino.
D. Deloget / C. Allegra 5 MAR 2015 - 00:00 CET
"Abrieron la puerta. Pude ver a 10 personas encadenadas, de pie, mirando a la pared. En el suelo había un
chico que apenas podía levantarse. Tenía la espalda en carne viva. Recuerdo aquel olor a sangre, a
excrementos… Aquel olor a muerte”. Fue en marzo de 2013 cuando encerraron a Germay Berhane en un
centro de torturas al norte del desierto del Sinaí. Durante tres meses estuvo en manos de Abu Omar, uno
de los tres verdugos más temidos de la península. Martirizado cada día, sin cesar.
Germay Berhane es un joven delgado y risueño. Ahora se oculta en El Cairo, en el barrio de Fesal. Hace
falta mucho valor para contar su historia. Muy pocos refugiados eritreos en la capital egipcia aceptan
hablar. Las heridas están demasiado recientes. El miedo pervive. “Nada ha cambiado desde que me fui”,
susurra. Se refiere al éxodo masivo de eritreos, a la angustiosa huida por el desierto, al secuestro, al
encierro en centros de tortura y al chantaje a los padres de las víctimas, a los que se exige rescates
exorbitantes.
Germay nació hace 23 años en un suburbio en la periferia de Asmara, la capital de Eritrea, uno de los
países más pobres y represivos del mundo. Desde su independencia en 1993, el presidente, Issayas
Afeworki, ha convertido el país en una cárcel a cielo abierto, sin otra obsesión que reclutar tropas para
iniciar una nueva guerra contra Etiopía. Ha impuesto el servicio militar indefinido, que en realidad es lo
más parecido a un campo de trabajos forzados. Así que, con su título de bachillerato a cuestas, Germay se
alistó en la Marina y aprendió a obedecer sin discutir. Un día de enero de 2013 desaparecieron unos
documentos administrativos en el cuartel. La sospecha recayó sobre su unidad. Y se temió lo peor. “Cogí
mi fusil AK y me dirigí directamente a la frontera”.
Recuerdo aquel olor a sangre, aquel olor a muerte”
Germay Berhane. Preso en un centro de torturas al norte del desierto del Sinaí.
Un auténtico éxodo. Al igual que Germay, entre 3.000 y 4.000 personas huyen cada mes de Eritrea en
dirección a Sudán. Jóvenes, en su mayoría. “Es un auténtico éxodo. El país se está quedando sin
población”, asegura Sheila B. Keetharuth, relatora especial de Naciones Unidas para Eritrea. Los eritreos
representan un tercio de los inmigrantes clandestinos que llegan a Italia. Sin embargo, entre el número de
los que salen de Eritrea y los que llegan a Europa, a Etiopía, a Sudán, a Yibuti, a Libia o a Egipto hay una
diferencia inexplicada durante mucho tiempo. Ahora se sabe que es el resultado de un monstruoso tráfico
de personas. Un estudio publicado en Bélgica (The Human Trafficking Cycle, Sinai and Beyond, de
Mirjam van Reisen, Meron Estefanos y Conny Rijken; editorial Wolf Publishers, 2013) revela que 50.000
eritreos han cruzado el Sinaí a lo largo de los últimos cinco años. De ellos, más de 10.000 permanecen
desaparecidos. Entre la frontera eritrea y la primera ciudad sudanesa, Kasala, un tercio de los refugiados
son secuestrados por traficantes que los trasladan, a cambio de dinero, al desierto del Sinaí, donde los
esperan los torturadores.
A principios de 2013, Germay se encuentra en el campo de refugiados de Kasala. Planea llegar hasta
Jartum, la capital, donde vive uno de sus primos. Pero los tratantes merodean a las afueras del campo.
Dos agentes de policía sudaneses, cómplices de la red, lo secuestran y lo venden a la tribu de beduinos
rashaida, nómadas del Nilo que viven desde siempre del contrabando. Lo que sigue es un sistema
perfectamente organizado. Traslado a un punto de encuentro en el desierto, donde esperan otros 10
cautivos, descalzos y encadenados. Entre ellos, Halefom, de 17 años, y su hermana Wahid, de 16. A
continuación, travesía del mar Rojo en la sentina de un barco, sin agua ni alimentos. El tratante que tira a
alguno por la borda, para divertirse. Y luego el Sinaí, el inicio del viaje a la barbarie.
En la cárcel de Abu Omar había sangre por todas partes, desde el suelo hasta el techo. Las paredes
estaban infestadas de moscas y cucarachas. Los gusanos se arrastraban por el suelo de tierra entre restos
de carne”. A Germay le encadenan de cara a la pared y le prohíben moverse y hablar. Abu Omar aparece
enseguida, acompañado de tres hombres. “Vuestras vidas valen 50.000 dólares a partir de este momento.
Y sé muy bien cómo cobrarlos”. Llueven los golpes con barras de hierro. La piel se desgarra. Algunos se
desmayan. “Nos despertaban dándonos patadas en la cabeza”. Quemaduras con hierro candente o fósforo
que extraen de las balas; plástico fundido vertido sobre la espalda o en el ano; golpes constantes en los
genitales. “Lo que más les gustaba era colgarnos por los brazos como a los corderos y quemarnos con un
soplete”. Un día, uno de los guardianes desata a Wahid y la arrastra hasta un rincón de la mazmorra donde
seis hombres la violan mientras su hermano Halefom solloza contra la pared. Un veterano cautivo les da a
entender que el silencio es la mejor defensa. Mirar al suelo. No gritar. No irritar a los verdugos.
Dos presos eritreos el día de su liberación. / D. Deloget / C. Allegra
“Papá, estoy en el Sinaí”. Las sesiones de tortura discurren con un teléfono móvil encendido. Al otro lado
de la línea, el padre, la madre o una hermana escuchan rotos de dolor. “Yo grité: ‘¡Papá, estoy en el
Sinaí!’. Mi padre se desmayó. Aún sigue hospitalizado. Su corazón no pudo resistirlo…”. Germay ya no
sonríe. Llora.
“Lo peor era lo que nos obligaban a hacer”. Cuando los verdugos se cansan de pegar a los prisioneros, les
ordenan que se torturen entre sí, que se maten unos a otros. “Un día me pidieron que degollara a Wahid.
Me negué. Entonces me rompieron los dedos de las dos manos, uno por uno”. Los rehenes que no pueden
pagar son rematados con barras de hierro y arrojados a fosas comunes atestadas de esqueletos. Germay
interrumpe un instante su relato y enciende un cigarrillo. “Rezaba a Dios para que me permitiera morir
cuanto antes”.
Devuelta por Israel a Egipto en 1975, después de la guerra de Yom Kipur, la península del Sinaí, una
zona tampón oficialmente desmilitarizada, nunca se ha desarrollado. Los beduinos, ciudadanos de
segunda clase, no tienen derecho a un carné de identidad. La mayoría nunca ha salido de este triángulo
ardiente, pero han hecho del desierto su reino. Un reino en guerra. Desde julio de 2013, el Ejército
egipcio intenta erradicar a los grupos yihadistas, sublevados después de la destitución del presidente
islamista Mohamed Morsi. Los militares egipcios aseguran haber “estabilizado la zona” a base de
bombardeos, pero los contraataques terroristas son mortíferos. Más de 500 soldados y policías han muerto
en el Sinaí desde que comenzaron las operaciones, que dificultan el trabajo de los traficantes de seres
humanos y los torturadores: algunos se encuentran en “paro técnico”.
Centros de tortura en Libia y Yemen
Uno de ellos accede a hablar. Vive en un modesto piso en el barrio de Al Arish, al norte del Sinaí. Se hace
llamar Abu Abdulá. “Perdí mi empleo en el turismo después de los atentados de 2005 y entonces me puse
a trabajar en esto”, se justifica el hombre, cuyo turbante blanco bien calado apenas deja ver sus ojos. “Al
principio, los africanos pagaban solo mil dólares y yo los trasladaba a Israel sin problemas”. A partir de
2008, con el endurecimiento de la represión en Eritrea, el número de refugiados se multiplica por diez.
Cerca de 80.000 se asientan en Israel, que acabó por construir en 2012 un muro a lo largo de toda su
frontera sur. A partir de ese momento, las redes de trata de personas conducen a los inmigrantes hasta
Libia o Yemen, donde se han descubierto recientemente centros de detención y tortura. “Los eritreos
empezaron a llegar en 2008. Sabíamos que estaban desesperados. Así empezó el trabajo”.
Una pequeña aclaración sobre el vocabulario. Aquí la tortura y el secuestro se llaman “trabajo”. La
prisión es mazkhan, una casita de campo. Los emigrantes son “los africanos”, pese a que son casi todos
eritreos. La abundancia de víctimas y el deterioro de las condiciones de vida en el Sinaí parecen haber
desencadenado el tráfico de seres humanos.
Se trata de un auténtico éxodo. El país se está quedando sin población”
Sheila B. Keetharuth. Informadora especial de la ONU para Eritrea.
Nadie reconoce, sin embargo, haber torturado personalmente. “Yo solo les decía a mis hombres que los
asustaran”, asegura el hombre del turbante blanco. ¿Cómo? “Les daban palizas, los quemaban y les
aplicaban descargas eléctricas”. Pero ¿por qué tanta brutalidad? ¿Porque son negros? ¿Porque son
cristianos? ¿O tal vez porque quieren pasar a Israel, el enemigo ancestral? “Si torturas a uno delante de
los demás, pagan antes. Yo lo único que quiero es recuperar mi dinero”.
–¿De cuánto estamos hablando?
–De 700.000 dólares en seis años de trabajo. Yo sacaba una media de 5.000 dólares por africano. Pero
como gané ese dinero haciendo maldades, se ha evaporado. Está escrito en el Corán. ¡Pero, sabe, aquí no
hay nada para nosotros, no hay trabajo, no hay infraestructuras, nada!
En la habitación de al lado, un primo suyo, con la pierna destrozada en un bombardeo egipcio, gime de
dolor. Se respira un ambiente extraño en Al Arish. Algunos dan las órdenes, otros las cumplen. Todos
saben lo que pasa. Suena el toque de queda. Hora de marcharse.
En Eritrea, los familiares de Germay se han movilizado. En el verano de 2013 envían 25.000 dólares, la
mitad del rescate exigido. Sus secuestradores se ponen nerviosos. “Es demasiado poco. El tiempo se ha
acabado”. Germay se desmaya. Al despertar, el milagro. “Cuando abrí los ojos estaba dentro de un
barracón, tumbado sobre una manta. En la pared había un letrero en lengua tigriña que decía: ‘Hermanos,
vuestro calvario ha terminado”. Germay acababa de ser liberado por el jeque Mohamed, uno de los pocos
beduinos del Sinaí que se oponen al tráfico de emigrantes.
Es casi medianoche en la pequeña localidad de Al Mahdia, al noreste del Sinaí. Bajo un cobertizo apenas
iluminado, 13 hombres armados con flamantes subfusiles Uzi beben té a sorbitos. Protegen a su jefe. El
jeque Mohamed Hassan Awwad, de unos 30 años, luce una barba copiosa, al estilo de los religiosos
islámicos, y ofrece té en una sala anexa, cubierta de alfombras. En el Sinaí, el jeque es toda una
celebridad. Cada viernes, durante la oración, agita el Corán y exclama: “¡El islam está en contra de la
tortura! ¡Dejad de secuestrar a los africanos!”.
Lo que más les gustaba era colgarnos del techo como a corderos y quemarnos con un soplete”
El jeque ha rescatado a más de 500 emigrantes. Muestra el barracón de hormigón donde cobija a los
liberados. Sobre el suelo pedregoso hay mantas y cajas de galletas vacías. “Soy religioso. Mi deber es
ayudarlos”, explica el jeque, mostrando cierto cansancio de su papel de salvador y de la crueldad de los
torturadores. Estos actúan en un perímetro de 12 kilómetros alrededor de la ciudad de Al Mahdia. ¿Los
conoce? El jeque sonríe y suspira. Un beduino nunca delata a sus vecinos. “Los que torturan han perdido
su fe en Dios”. A lo lejos se oye el estruendo de un bombardeo.
En ese preciso instante, Alganesh Fessaha aterriza en El Cairo. De voz grave y mirada severa, esta
italiana de origen eritreo preside la ONG Gandhi. Una furgoneta la espera en el aeropuerto. Suena su
móvil. “No, jeque, aún no me han llamado”, contesta en árabe.
El jeque beduino salafista y la activista obstinada. Desde hace seis años, este curioso dúo se reúne
regularmente para organizar la liberación de emigrantes secuestrados. Esta vez Alganesh está
especialmente preocupada. “Entre los rehenes hay un niño, Merih, de apenas 13 años. Su familia es muy
pobre y no tiene dinero para el rescate. Los torturadores le están dejando morir de hambre”. El chico,
poniendo en peligro su vida, ha conseguido un móvil y ha llamado a Alganesh. “En la prisión solo hay
dos vigilantes y al lado hay una mezquita. Tiene que estar necesariamente cerca de Al Mahdia”.
“Voy a buscarlos”
Tres de la madrugada. Alganesh cruza los retenes del Ejército egipcio entre el canal de Suez y Al Arish,
pero aún está lejos de Al Mahdia, feudo del jeque Mohamed, apenas a tres kilómetros de la frontera con
Gaza. Al otro lado del teléfono, el jeque se impacienta. “Mala suerte, Alga, pero yo ya me voy a
buscarlos”. Sus pick-ups se dirigen hacia las dunas. Tres mazkhan, tres prisiones, se perfilan en el
desierto, a la luz de la luna. El jeque y sus hombres se aproximan a una de ellas, derriban la puerta y salen
con 16 cautivos, esqueletos tambaleantes, aún encadenados unos a otros. Los conducen hasta un escondite
en medio de un olivar, a cien metros de la casa del jeque Mohamed. Están demacrados, con la mirada
pérdida, pálidos de horror. “Tranquilos, mis niños, todo ha terminado”, les susurra Alganesh, que acaba
de reunirse con ellos.
Germay Berhane (arriba, a la izquierda) ha sobrevivido al salvaje secuestro y a las torturas por una red de
extorsionadores que captura a los eritreos en la huida de su país. Hoy se oculta en un barrio de El Cairo. /
D. Deloget / C. Allegra
De repente, el jeque entra en el barracón llevando del brazo a los vigilantes y torturadores, dos beduinos
de 19 y 20 años. “Son todo vuestros, ¡castigadlos!”. Los 16 rescatados se esconden bajo las mantas. A
pesar de sus 28 kilos, solo Merih se levanta y replica: “Jeque, los hemos perdonado”. Después se vuelve
hacia Alganesh con una sonrisa. “¿Ves mis huesos? Un día los músculos los cubrirán y te defenderé toda
mi vida”. Alganesh, la activista curtida, se emociona.
Durante dos días presta auxilio a los jóvenes. No hay heridas leves. Hombros dislocados, manos
deshechas, heridas abiertas en el pecho; ni un centímetro de piel que no haya sido cortado, quemado,
arrancado. “¿Cómo puede permitirse esta salvajada en pleno siglo XXI?”, se pregunta. Alganesh
fotografía rostros y heridas. Ya ha informado a la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los
Refugiados (ACNUR) y ha pedido 16 salvoconductos, indispensables “sésamos” para franquear los
controles en la ruta hacia El Cairo. Sin ellos, podrían ser detenidos por entrada ilegal en Egipto. La
activista anota en un cuaderno cada nombre, cada historia. “Un día, exigiremos justicia por este crimen de
lesa humanidad”.
Alganesh Fessaha quiere demostrar al mundo que este tráfico deleznable existe y que se está extendiendo
por todo el Cuerno de África. Hasta ahora, ella y el jeque Mohamed han liberado a 750 emigrantes de los
centros de tortura. Y para otros 3.400, encerrados en las cárceles egipcias, Alganesh ha hecho una buena
jugada: les ha conseguido papeles en la Embajada de Etiopía en El Cairo. De ese modo, y con la ayuda
económica de varias instituciones italianas, los eritreos-etíopes han podido regresar a Adis Abeba y los
campos de acogida.
Un día me pidieron que degollara a Wahid. Me negué y me rompieron los huesos de la mano, uno a uno”
Germay Berhane. Preso en un centro de torturas al norte del desierto del Sinaí.
El mecanismo de la trata
“Nada hacía imaginar que el tráfico de seres humanos pudiera acabar en una matanza”, afirma Alganesh
mientras recoge sus trenzas en un pañuelo. Todo ha cambiado desde que empezó a recorrer, hace 10 años,
el delta del Nilo. Hasta 2008, el tráfico de personas hacia Israel era regular –500 inmigrantes al mes– y las
tarifas bajas, entre 600 y 1.000 dólares (unos 525 y 875 euros) por trayecto. Sin torturas. En esa época,
somalíes, afganos e incluso chinos seguían la misma ruta. Alganesh sitúa el origen de los secuestros en las
carreteras fronterizas entre Eritrea y Sudán, e incluso a las puertas de los grandes campos de refugiados
de ACNUR de Kasala y Al Shagarab, en Sudán. Con la complicidad de la policía sudanesa, los
refugiados son revendidos en cada etapa del viaje, como si fueran ganado, y su valor va aumentando en
función de los sobornos que se pagan. Un policía sudanés cobra 100 dólares y un guarda fronterizo
egipcio puede llegar a pedir hasta 300 dólares. “Cuando un refugiado eritreo llega al Sinaí, ya vale 10.000
dólares”, calcula Alganesh.
A finales de 2010 surgió una nueva red de trata de personas en Etiopía, el único país que acogía a los
eritreos hasta entonces. “En el mismo campo de refugiados de May Ayni, muy cerca de la frontera eritrea,
a los niños de 13 y 14 años les prometían un trabajo en Sudán. Los recogían en un autobús y veinticuatro
horas después ya estaban en manos de los traficantes sudaneses. ¡Pero eran eritreos los que organizaban el
traslado!”, se lamenta Alganesh.
En 2011 la sospecha se confirma. El cerebro del tráfico ilegal no es otro que el general Teklai Kifle
Manjus, jefe de la zona militar del oeste de Eritrea y hombre de confianza del dictador Issayas Afeworki.
En un duro informe, el Consejo de Seguridad de la ONU señala a Manjus como responsable y concluye
que “el éxodo masivo de solicitantes de asilo que cruzan la frontera oeste de Eritrea no se ha podido
realizar en ningún caso sin la ayuda de las autoridades gubernamentales”. Alganesh está convencida de
que “todas las redes clandestinas, desde el Sinaí hasta Libia, están dirigidas por eritreos”. Este tráfico de
personas financia una dictadura acorralada.
El jeque Mohamed Hassan Awad, uno de los pocos beduinos del Sinaí que se oponen al tráfico de
emigrantes y que lucha por liberarlos de las mafias. / D. Deloget / C. Allegra
Siguiendo la pista del rescate
Cada mañana, Meron Estefanos conecta el micrófono sobre la mesa de la cocina, en su pequeño
apartamento de Estocolmo. Esta eritrea nacionalizada sueca, madre de dos hijos, tiene desde hace seis
años un espacio en Radio Erena Libre. Un referente para la diáspora eritrea.
Un día de diciembre de 2009, recibe por primera vez una llamada de socorro de un deportado en el Sinaí.
“Sus captores habían dejado el teléfono conectado y le estaban torturando en directo”, recuerda Meron.
Desde entonces, las llamadas se suceden día y noche. Ella consuela a los rehenes e intenta en vano frenar
a los verdugos. “Pero es difícil negociar con un beduino torturador”, afirma Meron con una sonrisa
amarga.
“En Eritrea, ninguna familia puede pagar el rescate, que suele sobrepasar los 23.000 euros”, prosigue.
Tienen que vender la casa, el ganado, las joyas, si las hay. Se quedan en la calle. Pedir ayuda a los
exiliados es indispensable. “Cuando se reúne el dinero, la familia lo envía a través de Western Union a
Israel, donde los cómplices de los secuestradores lo recogen. Además han surgido intermediarios en
Europa que se quedan con una parte del importe que después envían al Sinaí”.
Sistema bien rodado
Meron se enfrenta a un dilema cruel: ¿el pago de rescates fomenta los secuestros? Muy a su pesar, Meron
ha optado por recolectar fondos para salvar a la mayor cantidad posible de rehenes. Durante dos años,
graba llamadas y testimonios. Junto a dos holandesas, expertas en Derecho Migratorio, confecciona una
lista con los nombres de antiguos rehenes y acude a varias instituciones internacionales. En 2011,
Frontex, la agencia encargada de vigilar las fronteras europeas, hace sonar la alarma: ese año la Unión
Europea ha recibido 64.291 inmigrantes, frente a los 4.406 de 2010. Entre ellos, un número creciente de
eritreos. Y eso a pesar de que la UE envía cada año a Eritrea entre 100 y 150 millones de euros para
ayuda al desarrollo, un gesto que los opositores al régimen de Issayas Afeworki califican de “cheque en
blanco” a la dictadura. A finales de 2011, la UE decreta el fin de las ayudas y pide un informe sobre ese
tráfico desconocido. Pero en los dos grandes campos de refugiados de Sudán, Al Shagarab y Kassala,
donde viven más de 80.000 eritreos, las desapariciones se multiplican.
Para las investigadoras de la UE, de las que Meron ya forma parte, la misión es tremendamente delicada.
Hay que reunir pruebas de la magnitud de este fenómeno sin que Sudán, Egipto o Israel se ofendan. El
año 2012 será clave. El tráfico de personas hacia el Sinaí está en pleno auge y las torturas alcanzan
niveles de barbarie. Los eritreos llegan en masa a Israel.
A Filmon se le necrosaron las manos después de ser torturado. / D. Deloget / C. Allegra
A veces, al cruzar la frontera, algunos de los supervivientes son arrestados y recluidos en centros de
detención. El mayor de ellos es Saharonim, el “Guantánamo israelí”. Situado a tres kilómetros de la
frontera egipcia, en el desierto del Néguev, acoge a inmigrantes eritreos que permanecen allí desde unos
pocos meses hasta tres años. Ninguno ha sido reconocido como refugiado.
Meron viaja seis veces al año a Tel Aviv, donde sobreviven los refugiados que habían conseguido evitar
al Tsahal, el Ejército de Israel. Allí busca a quienes solo ha conocido gritando de dolor al otro lado del
teléfono. Un día, después de una reunión en el barrio de Petektiva, un chico se le acerca. “¡Meron, soy yo,
Filmon!”. Al ver los manguitos que ocultan sus manos, Meron se acuerda. Los torturadores de Filmon le
colgaron durante tanto tiempo del techo que las manos se le necrosaron. Solo le quedan dos dedos en
forma de pinza, reconstruidos de la mejor manera posible por los cirujanos israelíes. Filmon se
desenvuelve con la ayuda de Daniel, un compañero de exilio que se ha convertido en su alma gemela.
De vuelta a Suecia, Meron consigue algo increíble. A finales de 2012, en la enésima llamada desde el
Sinaí, un torturador le da el nombre de un intermediario establecido en Estocolmo, encargado de recibir el
dinero. “Era la oportunidad que estaba esperando”, cuenta. Envía la información a dos diarios suecos y a
la policía, que pone a Meron bajo escucha. En la primera llamada que recibe, advierte a su interlocutor de
que el dinero que le va a entregar financia el tráfico de seres humanos. “Colgó enseguida”. El segundo
contacto reacciona de la misma forma. El tercero, un joven palestino, le suelta: “¡Me importan un rábano
esos miserables eritreos!”. Meses después, ese hombre y uno de sus cómplices son detenidos en Suecia
cuando recogen el dinero.
“Se creían por encima de la ley”
Durante el juicio, que se celebra en Estocolmo en junio de 2013, los dos acusados muestran la misma
arrogancia. “Me llamaron perra, zorra, de todo. Se creían por encima de la ley”. Los dos intermediarios se
declaran no culpables. “Dijeron que no sabían a qué se destinaba el dinero, y como no había pruebas
suficientes, solo los condenaron a cuatro meses de cárcel”, se lamenta Meron. Pero, por primera vez,
Europol pudo abrir una investigación sobre la financiación de las redes de tráfico de personas en el Sinaí.
Para entonces, los centros de tortura se habían extendido a Libia, Sudán y Yemen.
Cada vez más eritreos llegados a las costas italianas cuentan que han sobrevivido al Sinaí. El 3 de octubre
de 2013, 366 inmigrantes murieron en un naufragio en Lampedusa. Tras las autopsias y los
interrogatorios a los supervivientes, la policía de Palermo descubre que 130 eritreos que iban a bordo de
la barcaza habían sido secuestrados y torturados en Libia y Sudán. Lampedusa revela al mundo el horror
del “método Sinaí” y su expansión a otros países. Peor aún. Algunos torturadores consiguen colarse entre
los refugiados acogidos por las democracias occidentales. Con ayuda de los rescatados, Meron ha
decidido buscarlos por todos los rincones de Europa.
Un superviviente del cautiverio en la península del Sinaí muestra las secuelas en su cuerpo. / D. Deloget /
C. Allegra
Nuestra shoah
En su pequeña cocina, Meron recibe a Robel Kelete, que acaba de entrar clandestinamente en Suecia.
Robel tiene 24 años y lleva cinco en el exilio. Después de ocho meses de torturas en el Sinaí, sus captores
lo dejaron por muerto en una fosa repleta de cadáveres. Despertó en el hospital de la cárcel egipcia de Al
Arish y le deportaron a Etiopía. Entonces toma una decisión asombrosa: intentar de nuevo llegar a
Europa, con sus cicatrices como talismán. “Se las enseñaba al traficante y le decía: ‘Lo siento, tío, ya he
pagado”, cuenta con el aplomo de quien “ya murió una vez”. Robel atraviesa Sudán y Libia, se embarca
en una patera y sobrevive de milagro a un naufragio en la costa siciliana. Cruza Europa y llega a Suecia,
el único país de Europa que da prioridad a los refugiados eritreos. Y allí, en pleno Estocolmo, sucede algo
increíble. “Iba a visitar a una amiga. Y de pronto le vi. Caminaba tranquilamente por la calle. Era…, era
el hombre que me había vendido”. Meron está ahora recopilando todas las pruebas para acusarle. “El
tráfico de personas es la shoah de los eritreos”, dice Meron. “Un día los verdugos tendrán que responder
ante el Tribunal Penal de La Haya”.
Noviembre de 2013. Meron ha conseguido por fin una invitación para que Daniel y Filmon declaren en el
Parlamento Europeo. Ante un hemiciclo abarrotado, ella explica con detalle el tráfico de seres humanos
en el Cuerno de África. Expone los métodos de tortura. Y subraya que los traficantes han obtenido por lo
menos 600 millones de dólares en rescates. Los eurodiputados están horrorizados. A continuación, Daniel
sube al estrado e interviene a cara descubierta. Filmon escucha en silencio, oculto por una cortina de la
que solo asoman sus manos destrozadas. Al final, toma la palabra. “Nos han perseguido en nuestro propio
país. Nos han violado y torturado en el Sinaí. Nos han detenido en Israel. Algunos de nuestros
compatriotas han muerto en Lampedusa. ¿Qué pecado hemos cometido para merecer esto? ¡Miren mis
manos! Lo único que queremos es que se nos oiga para que el desierto y el mar dejen de ser nuestra
tumba”.
«No se entra en la Iglesia para “cubrir”
con oraciones comportamientos injustos»
Papa Francisco
Papa Francisco celebra en la parroquia de Todos los
Santos, a cincuenta años exactos de la primera misa de
Pablo VI según la reforma post-conciliar: «No
podemos sustituir con “homenajes religiosos” lo que
debemos al prójimo»
Andrea tornielli
roma
No nos ilusionemos. No se entra a la Iglesia para «“cubrir”, con oraciones y prácticas de devoción,
comportamientos en contra de las exigencias de la justicia, de la honestidad y de la caridad hacia el
prójimo». No podemos tampoco «sustituir con “homenajes religiosos” lo que debemos al prójimo». Lo
dijo Papa Francisco en la homilía de la Misa celebrada esta tarde en la parroquia romana de Todos los
Santos, en la Via Appia Nuova, en ocasión del cincuenta aniversario de la misa que celebró Pablo VI el 7
de marzo de 1965 en el mismo sitio y, por primera vez, según las nuevas normas litúrgicas post-
conciliares.
Papa Bergoglio comentó el Evangelio del día, con Jesús que expulsa a los mercaderes del Templo: «Él
tira los bancos y arroja al suelo el dinero, aleja a los mercaderes y les dice: “¡No hagan de la casa del mi
Padre un mercado!”. Esta expresión –explicó Francisco– no se refiere solo a los negocios que se
practicaban en los patios del templo. Tiene que ver principalmente con un cierto tipo de religiosidad. El
gesto de Jesús es un gesto de “limpieza”, de purificación, y la actitud que él denuncia se puede encontrar
en los textos proféticos, según los cuales a Dios no le gusta un culto exterior hecho de sacrificios
materiales y basado en el interés personal. Es la llamada al culto auténtico, a la correspondencia entre
liturgia y vida, una llamada que vale para cualquier época y también para nosotros hoy».
El Papa después recordó que la constitución conciliar “Sacrosanctum Concilium” definió la liturgia como
«la primera e indispensable fuente en la que los fieles pueden encontrar el verdadero espíritu cristiano».
Esto significa, subrayó, «reafirmar el vínculo esencial que une la vida del discípulo de Jesús y el culto
litúrgico. No es una doctrina que debe ser comprendida o un rito que se debe seguir (también es esto,
naturalmente), pero es esencialmente una fuente de vida y de luz para nuestro camino de fe».
Por ello, continuó Francisco, la Iglesia nos llama a tener y promover una vida litúrgica auténtica, para que
pueda haber sintonía entre lo que la liturgia celebra y lo que nosotros vivios en nuestra existencia»,
expresando «en la vida todo lo que hemos recibido mediante la fe». El discípulo de Jesús «no va a la
Iglesia para observar un precepto, para sentirse bien con un Dios que luego no tiene que “molestar”
demasiado; va a la Iglesia para encontrar al Señor y encontrar en su gracia, que opera en los sacramentos,
la fuerza de pensar y actuar según el Evangelio. Por eso no podemos pensar entrar a la casa del Señor y
“cubrir”, con oraciones y prácticas de devoción, comportamientos en contra de las exigencias de la
justicia, de la honestidad y de la caridad hacia el prójimo. No podemos sustituir com “homenajes
religiosos” lo que debemos al prójimo, postergando una verdadera conversión».
Por el contrario, explicó el Pontífice, hay que «cumplir un itinerario de conversión y de penitencia para
quitar de nuestra vida las escorias del pecado, como hizo Jesús al limpiar el teplo de los intereses
mezquinos. La Cuaresma es el tiempo favorable para todo esto, es el tiempo de la renovación interior, de
la remisión de los pecados, el tiempo en el que somos llamados a volver a descubrir el sacramento de la
penitencia».
Al final recordando que en la misma Iglesia «el beato Pablo VI inauguró, en cierto sentido, la reforma
litúrgica con la celebración de la misa en la lengua que habla la gente», Francisco expresó su deseo de
que esta circunstancia «vuelva a encender en todos ustedes el amor por la casa de Dios».
Al final de la misa, el Papa saldó a los sacerdotes de la parroquia, encomendada desde su fundación a los
seguidores de don Orione.
El Papa a CL: sean las manos, los pies y
el corazón de una Iglesia en salida
(©Reuters)
(©Reuters) Papa Francisco
Francisco se reunió con 80 mil miebros de Comunión y
Liberación de 47 diferentes países del mundo, en el
décimo aniversario de la muerte de don Giussani, de
quien recordó «el bien que me hizo». La invitación a no
«petrificar» el carisma y a no caer en la tentación de la
autoreferencialidad
andrea tornielli
Ciudad del vaticano
«Centrados en Cristo y en el Evangelio, ustedes pueden ser los brazos, las manos, los pies y el corazón de
una Iglesia “en salida”». Lo dijo Papa Francisco al recibir en la Plaza San Pedro el abrazo de 80 mil
personas de 47 países diferentes y que pertenecen al movimiento Comunión y Liberación. El encuentro se
llevó a cabo para recordar el décimo aniversario de la muerte de don Luigi Giussani y también para
rememorar el 60 aniversario del nacimiento del movimiento. Los presentes llenaron no solo la Plaza San
Pedro, sino también gran parte de Vía della Conciliazione. A su llegada en el jeep blanco descubierto, el
Papa saludó a los fieles.
En su saludo, el presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, Julián Carrón, sucesor de
Giussani, recordó que el fundador había insertado en el adn de CL la unidad con el sucesor de Pedro:
«Nosotros queremos vivir cada día más renovando aquel primer amor, para que se renueve en nosotros
esa disposición del corazón desde el principio», indicó.
Francisco agradeció a don Carrón por «esa bella carta que ha escrito» a los miembros de CL en la que los
invitaba a ir a Roma. Dijo que agradecía a don Giussani «por diferentes razones. La primera, la más
personal, es el bien que este hombre me hizo y a mi vida sacerdotal, a través de la lectura de sus libros y
de sus artículos. La otra razón es que su pensamiento es profundamente humano y llega hasta el anhelo
más íntimo del hombre». El Papa también recordó cuán importante era para “don Gius” «la experiencia
del encuentro: encuentro no con una idea, sino con una Persona, con Jesucristo. Así, él educó a la libertad,
guiando al encuentro con Cristo, porque Cristo nos da la verdadera libertad».
Papa Bergoglio después citó un cuadro que le gusta mucho. «Me viene a la mente “La vocación de
Mateo”, ese Caravaggio frente alque me denetía largo rato en San Luis de los Franciscanos cada vez que
venía a Roma. Ninguno de los que aparecen allí, incluido Mateo, ávido de dinero, podía creer el mensaje
de aquel dedo que lo indicaba, el mensaje de esos ojos que lo veían con misericordia y lo elegían para
seguirlo. Sentía ese estupor del encuentro... es así el encuentro con Cristo, que viene y nos invita. Todo,
en nuestra vida, ahora como en tiempos de Jesús, comienza con un encuentro con este hombre, el
carpintero de Nazaret».
El «Sí» de los primeros seguidores de Jesús «no era el resultado de una fuerza de voluntad, no venía solo
de la decisión del hombre», sino que provenía «antes de la gracia, era el “primerear”, la precedencia de la
gracia. Jesucristo siempre nos primerea, nos espera, nos precede siempre; cuando llegamos, Él ya estaba
esperando». «Y no se puede entender esta dinámica del encuentro que suscita el estupor y la adhesión –
continuó Bergoglio– sin la misericordia. Solamente quienes han sido acariciados por la ternura de la
misericordia conocen verdaderamente al Señor. El lugar privilegiado para el encuentro es la caricia de la
misericordia de Jesucristo hacia mi pecado. Y por este motivo, algunas veces ustedes me han escuchado
decir que el lugar privilegiado para el encuentro con Jesucritso es mi pecado».
«La moral cristiana –explicó Papa Francisco– no es el esfuerzo titánico de quienes deciden ser coherentes
y lo logran, una especie de desafío solitario frente al mundo. No, esta no es la moral cristiana, es otra
cosa. La moral cristiana es respuesta, es la respuesta conmovida frente a una misericordia sorprendente,
impredecible, incluso “injusta” según los criterios humanos, de Uno que me conoce, conoce mis
traiciones y, a pesar de ello, me quiere, me estima, me abraza, me llama de nuevo, confía en mí, espera de
mí».
Francisco entonces insistió sobre la naturaleza del camino de la Iglesia, repitiendo la invitación que había
hecho a los cardenales el pasado 15 de febrero: «Dejar que se manifieste la gran misericordia de Dios. La
vía de la Iglesia es la de no condenar eternamente a nadie; de difundir la misericordia de Dios a todas las
personas que la pidan con corazón sincero; la vía de la Iglesia es justamente la de salir del propio recinto
para ir a buscar a los que están lejos en las “periferias” de la existencia; la de adoptar íntegramente la
lógica de Dios».
El Papa reconoció que, después de 60 años, «el carisma original no ha perdido su frescura y vitalidad.
Pero, recuerden siempre que el centro es uno solo: ¡Jesucristo! Cuando pongo en el centro mi método
espiritual, mi camino espiritual, mi forma de ponerlo en práctica, yo me salgo del camino. Toda la
espiritualidad, todos los carismas en la Iglesia deben ser “descentrados”: ¡en el centro está el Señor!»
Y luego añadió: «¡El carisma no se conserva en una botellita de agua destilada! Fidelidad al carisma no
quiere decir “petrificarlo” (es el diablo el que “petrifica”), no quiere decir escribirlo en un pergamino y
ponerlo en un marco. La referencia a la herencia que les ha dejado don Giussani no puede reducirse a un
museo de recuerdos, de decisiones ya tomadas, de normas de conducta. Implica, por el contrario,
fidelidad a la tradición y fidelidad a la tradición (decía Maher), “significa mantener vivo el fuego, no
adorar las cenizas”. Don Giussani no les perdonaría nunca que perdieran la libertad y que se
transformaran en guías de museo o adoradores de cenizas. ¡Mantengan vivo el fuego de la memoria de
ese primer encuentro y sean libres!».
«Así, centrados en Cristo y en el Evangelio, ustedes pueden ser los brazos, las manos, los pies, la mente y
el corazón de una Iglesia “en salida”. La vía de la Iglesia es salir para ir a buscar a los que están lejos en
las periferias, salir para servir a Jesús en cada persona marginada, abandonada, sin fe, desilusionada de la
Iglesia, prisionera del propio egoísmo. “Salir” significa también rechazar la autoreferencialidad, en todas
sus formas, significa saber escuchar a los que no son como nosotros, aprendiendo de todos, con humildad
sincera». Porque de lo contrario se corre el peligro de una espiritualidad de etiqueta y «caemos en las mil
trampas de los que nos ofrecen la complacencia autoreferencial, ese vernos en el espejo que nos lleva a
desorientarnos y a transformarnos en meros representantes de una Ong».
El Papa concluyó con dos citas «muy significativas» de don Giussani. Una del comienzo y otra del fin de
su vida. La primera: «El cristianismo no se realiza nunca en la historia como fijeza de posturas que hay
que defender, que se relacionen con lo nuevo como mera antítesis; el cristianismo es principio de
redención, que asume lo nuevo y lo salva». Y la segunda: «No solo nunca pretendí “fundar” nada, sino
que considero que el genio del movimiento que vi nacer es haber sentido la urgencia de proclamar la
necesidad de volver a los aspectos elementales del cristianismo».
Vía Crucis; mons. Corti: la palabra clave
será «custodiar»
El Vía Crucis
El obispo emérito de Novara, elegido por el Pontífice
para escribir el librito de meditaciones del Viernes
Santo, explicó cuál será el sentido de los textos a la
Radio Vaticana
Redacción
Roma
Fue la primera homilía de Papa Francisco (con la referencia a la figura de San José, custodio de María y
Jesús) el tema que inspiró los textos para el Vía Crucis del Viernes Santo de este año en el Coliseo. El
Papa encomendó la redacción de las meditaciones a mons. Renato Corti, obispo emérito de Novara. A los
micrófonos de la Radio Vaticana, explicó: «La palabra clave que para por todas las meditaciones es
“custodiar”. Me acordé, en particular, de ese pasaje en el que el Papa apenas elegido decía que la cruz es
el eje luminoso del amor de Dios que nos custodia. Por ello me parece que también nosotros somos
llamados a ser custodios por amor hacia el hombre».
«Recurrí a lo que San Pablo dice con respecto al amor de Dios y de sus dimensiones», explicó mons.
Corti. «De ahí conjugué el término “custodia” para relacionarlo con diferentes realidades: la Palabra de
Dios, la Eucaristía, el perdón».
«Un pensamiento particular fue a la familia –añade Corti–, pues incluí una oración por los trabajos del
Sínodo, para que estén acompañados por la misericordia y la verdad. Traté de dar indicaciones útiles para
la vida eclesial y recuerdo también algunos hechos graves que suceden en nuestra sociedad
contemporánea y que van en dirección opuesta de la del “custodiar”: el mal cometido contra los jóvenes,
el abandono de los pobres, el olvido de los pilares de la paz recordados por Juan XXIII (la verdad, la
justicia, la libertad, el amor). Y después hablo explícitamente y a propósito sobre los temas candentes que
preocupan al mundo: la pena de muerte que debe ser abolida, la tortura que debe ser cancelada, la
inhumanidad con los inocentes y con la gente que es asesinada de forma bárbara, el tráfico de personas.
Pero también recuerdo, positivamente, muchas experiencias hermosas de los que llevan esperanza: por
ejemplo las misioneras que salvan a los niños soldado y les vuelven a dar su dignidad».
¿Cómo ha traducido la brutalidad y la violencia con la que son asesinados los seres humanos y se
alimenta el odio en nombre de una visión errónea de la religión? «Yo, en lo personal, siento esta
experiencia espiritual, es decir que esta situación internacional tan difícil y oscura para el futuro nos lleva
a comprender con mayor claridad, por parte de nosotros los cristianos, que el Evangelio, y haber
encontrado a Jesús, es una gran fortuna. Es, pues, un tiempo terrible, pero también luminoso. Debe ser
valorado en términos de impulso, de valentía, por parte de los cristianos que en diferentes partes del
mundo llegan a ofrecer ejemplos de testimonio de la fe, hasta el martirio. Es un tiempo, pues, que nos
permite a nosotros que vivimos en Europa despertar y decir: aquí desperdicioamos los domingos y en
África la gente camina muchísimos de kilómetros para ir a misa. Aprendamos de ellos».
LORENZ, Erika
Teresa de Ávila
Las tres vidas de una mujer
Teresa de Ávila (1515-1582) es una de las figuras más fascinantes de la historia de la Iglesia y de la
literatura. Desde muy joven sintió la llamada a la vida religiosa e ingresó en la orden carmelita. Llegada
su madurez espiritual, a los 47 años, fundó la orden de las carmelitas descalzas, inspirada por un nuevo
estilo de servir a Dios y vivir la fraternidad. Este libro nos ofrece un retrato de la mística cristiana y
escritora, una mujer moderna y reformista que logró encontrar su camino hacia la autorrealización y dejar
su impronta en el mundo. Erika Lorenz narra el proceso de exploración interna que llevó a Santa Teresa a
forjar su personalidad y pasar de la contemplación a una enérgica actuación en el mundo.
Este estudio destaca por la lograda confluencia del rigor científico –fruto de la notable erudición de la
autora–, y del estilo fluido y ameno que convierten la lectura de este libro en un auténtico placer.
ROHR, Richard
Compasión silenciosa
Buscar a Dios en la contemplación
En Compasión silenciosa, Richard Rohr nos propone un viaje para encontrar a Dios en las profundidades
del silencio. El silencio divino nos ofrece paz y nos invita a la compasión hacia los demás. La experiencia
del silencio es la experiencia del vacío y, a la vez, de la unidad del Ser. Según él, «el silencio no es solo lo
que rodea las palabras, sino aquello de lo que procede todo ser y a lo que retornan todas las cosas, el
fundamento mismo de la realidad».
La enseñanza de Rohr está basada en la contemplación y la kénosis (autovaciamiento), que se expresan
mediante una compasión radical, en especial respecto a personas socialmente marginadas. Su visión de la
mística cristiana se inscribe en el marco de la tradición perenne y un espíritu ecuménico que busca
puentes con las otras tradiciones religiosas.
El deterioro de la Universidad
El País | Adela Cortina
Que la universidad española necesita reformas es indiscutible, como también que es necesario analizar
cuidadosamente hacia dónde se debe reformar, no sea cosa que se deteriore en vez de mejorarla; por eso
es una buena noticia que se haya abierto un vivo debate sobre ella en el espacio público. De entre la gran
cantidad de temas que precisan reflexión, es urgente el que se refiere a la duración de las carreras, por
razones obvias.
El Real Decreto, aprobado el 2 de febrero pasado, propone flexibilizar la oferta universitaria, con carreras
más cortas y, por tanto, más baratas, para que los alumnos puedan entrar antes a ese mercado de trabajo
que les está esperando como al agua de mayo. Todo ello se resume en esa fórmula, difundida desde los
comienzos del Plan Bolonia, que no puede ser más falaz y que, sin embargo, la sociedad ha asumido sin
más.
Las fórmulas “3+2” y “4+1” inducen a pensar que las carreras siguen durando 5 años, como antes, pero
que desde el Plan Bolonia 4 de esos años se dedican al grado y 1 al postgrado, y que el decreto permite
dedicar 3 al grado y 2 al postgrado. Pero no es así. Ahora las carreras duran 4 años y con el decreto
podrán quedar en 3. Con esos tres años se obtendría el grado y, por tanto, la facultad de ejercer la
profesión. La facultad, que no el ejercicio, porque para ejercerla es preciso encontrar un puesto de trabajo.
Los másteres, sean de uno o dos años, no forman parte de la carrera ni son necesarios para ejercer la
profesión sino en muy pocos casos. Por ejemplo, en el caso del célebre “Máster de Secundaria”, que debe
cursar cualquier graduado que desee dedicarse a la docencia en ese nivel, sea de Humanidades, de
Sociales o de “Naturalidades”, por decirlo con Ortega. Se trata del antiguo Curso de Aptitud Pedagógica
(CAP), que no complementa los contenidos de ninguna de las carreras, sino que tiene naturaleza
pedagógica.
¿Ventajas de la nueva propuesta? Se dice que la nueva modalidad del grado resultaría más barata, lo cual
es obvio, siempre que no suban las tasas, y todavía sería más económica si se redujera a dos años, a uno o
a ninguno. Sólo que semejantes ahorros no redundan nunca en la calidad en un asunto tan serio como
éste, que no puede quedar al cálculo monetario, porque no necesitamos mano de obra barata, sino
profesionales bien formados, que se sepan a la vez ciudadanos de una sociedad de la que viven y para la
que han de adquirir su saber.
Desde que en los siglos XII y XIII naciera la institución universitaria en ciudades como Salerno, Bolonia,
París, Oxford o Salamanca ha ido proponiéndose unas metas que necesitan tiempo, estudio y debate
sereno. La primera fue la formación de los profesionales indispensables para las necesidades de la época.
Éste era el sentido de obtener una licenciatura, una licentia para ejercer la profesión, habiendo adquirido
la facultas exigida para hacerlo. Ni la Academia de Platón ni el Liceo aristotélico, ni siquiera las Escuelas
Palatinas creadas por Carlomagno, tuvieron el poder de decidir quién estaba facultado para ejercer la
profesión. Un poder que ni puede ni debe ser político, ni puede ni debe ser económico. Las universidades
son de la sociedad y están a su servicio, por eso necesitan ser autónomas y ejercer esta autonomía con
responsabilidad y rendición de cuentas.
Con el tiempo a esta meta se sumaron otras. Las universidades han de transmitir conocimientos, espolear
el afán investigador, cultivar la preocupación por descubrir qué es lo verdadero y lo justo a través del
debate abierto, intentando con ello superar el fundamentalismo de quien se niega a argumentar. Han de
esforzarse por formar ciudadanos responsables de su sociedad.
Ciertamente, desde fines del siglo pasado se ha producido una revolución en las universidades que, junto
con otras variables, introduce la necesaria atención al mercado productivo. Pero “junto con” no significa
“reducirse a”. La universidad no puede ser una expendeduría de títulos orquestada desde el mercado,
porque lleva en su ADN esas otras metas que está obligada a perseguir. Para hacerlo necesita tiempo y
sosiego.
No es casualidad que carreras como la de Medicina no se vean afectadas por el decreto, además de
prolongarse en ese excelente programa MIR, que todas la profesiones deberían imitar. Afortunadamente,
aquellos a los que corresponde se percatan de que poner la salud en manos de graduados de tres años es
suicida para una sociedad, y ojalá no se les ocurra cambiar de idea. Pero tan suicida es reducir a tres años
la preparación de otros profesionales.
Se dirá que al fin y al cabo el decreto no hace sino una propuesta, pero lo cierto es que el final es fácil de
adivinar. Las universidades con posibilidades acortarán el grado a tres años y propondrán másteres
costosos y competitivos, financiados privadamente o por medio de su comunidad autónoma; las que no
tengan esa posibilidad habrán de reducir el grado a tres años y apenas ofertarán másteres. Crecerá la
desigualdad y el deterioro de la universidad será inevitable.
Adela Cortina es Catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, miembro de la
Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y directora de la Fundación ÉTNOR.
En los márgenes de la República
El País | Juan Goytisolo
Los bárbaros atentados del pasado mes de enero perpetrados supuestamente en nombre de la fe
musulmana por terroristas nacidos y criados en Francia han disparado todas las alarmas sobre el fracaso
de la integración republicana en los barrios conflictivos enclavados en las afueras de las grandes ciudades
francesas. Como es ya habitual, el perfil de sus autores contiene unos elementos comunes –abandono
escolar, pequeña delincuencia, cárceles, precariedad laboral- que han sido objeto de análisis exhaustivos
en los medios informativos y redes sociales: el descubrimiento tardío de ese apartheid territorial, social y
étnico al que se refería el primer ministro Manuel Valls en sus controvertidas declaraciones sobre el tema.
El viejo debate sobre las ventajas e inconvenientes del modelo comunitario anglosajón respecto al francés
–que excluye las manifestaciones confesionales del espacio público- ha adquirido nueva actualidad ante la
evidencia de que los principios fundamentales del último no han calado suficientemente en los
inmigrantes magrebíes y africanos de segunda o tercera generación. Los episodios divulgados por la
prensa de algunos escolares que se negaban a condenar en las aulas los atentados exponen a la luz del día
una desafección que no se resuelve con enviar a la comisaría a un niño de ocho años culpable de afirmar
en clase “yo no soy Charlie, soy Ahmed” y de ensalzar a continuación a los terroristas.
Las reacciones de los medios políticos a dicha desafección reproducen la polarización de los mismos
entre una izquierda timorata a la defensiva y un Frente Nacional en auge para el que el terrorismo
yihadista es un eficaz argumento al servicio de unas tesis xenófobas y racistas que encierran a los
franceses de origen musulmán en un acuciante dilema: por un lado se sostiene que son inasimilables en
razón de sus tradiciones, religión y costumbres; por otro se obstaculiza en la práctica su integración
descuidando la enseñanza en las zonas pobres de mayoría inmigrante y arrinconándolos en guetos. Marine
Le Pen no incurre en los groseros exabruptos antisemitas de su padre y ha centrado hábilmente el mensaje
de la extrema derecha en los barrios “colonizados por el Islam” Impulsando así un espectacular
crecimiento de su partido en las encuestas. Un alto porcentaje de votantes del Frente Nacional se declaran
contrarios a considerar conciudadano suyo a alguien que se llame Mohamed. ¿Cómo extrañarse entonces
de que ante la imposibilidad de ser “verdadero” francés el rechazado por su cultura y orígenes se aferre a
la ilusión de ser un auténtico musulmán? Las prédicas yihadistas encuentran en esa identidad fragmentada
un terreno propicio a sus delirios suicidas.
La rebelión hace diez años del cinturón urbano que rodea París debería haber puesto sobre la mesa la
necesaria y urgente recuperación del mismo en el ámbito de los valores republicanos tanto en el plano
educativo como en el social. El alto índice de paro juvenil y la perspectiva de un futuro sin horizontes
constituyen un excelente caldo de cultivo para los yihadistas que desde Irak y Siria divulgan sus soflamas
a través de internet pero las élites políticas francesas n supieron aprovechar la lección y los extremistas
primero de Al Qaeda y luego del Estado Islámico reclutan y mucho me temo seguirán reclutando a sus
combatientes en los territorios descuidados por la República.
El reciente proyecto de la alcaldesa Anne Hidalgo de englobar en el área urbana de la capital a los barrios
que la circundan –con lo que la población de la metrópoli del Gran París triplicaría hasta alcanzar la cifra
de siete millones de habitantes- constituye en teoría un primer paso en el difícil y largo camino de reducir
las diferencias brutales entre los distintos acomodados del centro y el archipiélago de exclusión de los
arrabales. Hace ya varias décadas fui testigo de la limpieza étnica de varias zonas de Barbès de sus
inmigrantes de origen musulmán. Numerosos magrebíes y subsaharianos fueron desplazados a las
ciudades dormitorio del norte, este y sur de la capital con la consiguiente ruptura del tejido social creado
por la incipiente integración de los jóvenes. Como era de prever, los sombríos bloques de viviendas-
colmena de la banlieu, mal comunicados con el perímetro urbano y carentes de servicios adecuados y de
espacios de convivencia, se convirtieron pronto en guetos que prolongan la discriminación colonial del
pasado no ya entre la metrópoli y África sino entre el centro y la periferia. La pobreza, el paro y la
exclusión unidos a la mencionada crisis identitaria producto del choque de valores del entorno familiar y
social con los de la escuela (“la historia de Napoleón no es la mía”, dijo un alumno que reclamaba la
enseñanza de la de Argelia) plantean un reto que el sistema laico y republicano debe afrontar sobre bases
más inclusivas y amplias.
El esfuerzo de reconquista de los territorios semiabandonados de la República debería ir acompañado de
una reflexión abierta sobre la dimensión jurídica y espiritual del Islam más allá de la denuncia de la
manipulación política e ideológica de la que es objeto por los yihadistas. Entre las numerosas obras
publicadas en los últimos años sobre las derivas del fundamentalismo islámico propagado y financiado
por el petróleo saudí he leído con vivo interés las de mi amigo tristemente desaparecido Abdelwaheb
Meddeb, que supo anticipar con lucidez los estragos del fanatismo extremista, y Les banlieues de l’Islam
de Gilles Kepel que evita la amalgama y prejuicios que de ordinario oscurecen la percepción de un credo
religioso liberado de los que Meddeb denominaba sus demonios radicales. La tarea es ingente, pero las
sociedades europeas –como prueba el contagio mediático de los atentados de París en los de Copenhague-
tienen que acometerla aún a sabiendas de que la hidra de infinitas cabezas de los siniestros vídeos
colgados en las cuenta de twitter o de Facebook resulta difícil de erradicar en el mundo globalizado de
hoy.
Juan Goytisolo es escritor.
Libros
Luis Racionero: "El arte contemporáneo
es una enorme maniobra de
propaganda"
El intelectual publica Los tiburones del arte, un ensayo
en el que critica duramente su mercantilización
FERNANDO DÍAZ DE QUIJANO | 04/03/2015
Luis
Racionero
Luis Racionero (Seo de Urgel, 1940) tiró la toalla del arte contemporáneo en 1968. Iba caminando por
Nueva York y vio un cartel que anunciaba la última película de Andy Warhol, Empire State. Entró en la
sala y se topó con un plano fijo de ocho horas del emblemático edificio. Aguantó seis y media -“la
resistencia de un progre es realmente notable”, dice- pero acabó claudicando. Aquello supuso para él una
ruptura y un despertar, una liberación. “Hasta entonces me había tragado todas las obras de Brecht, todos
los conciertos de música dodecafónica, todas las tonterías de Antonioni y Godard y muchas novelas
ilegibles”, reconoce el escritor. Pero a partir de ese momento se refugió en Sorolla, en Bach, en Tolstoi,
en Velázquez, y desde ese lugar publica ahora Los tiburones del arte (editorial Stella Maris), un
furibundo ensayo contra la manipulación del arte por parte del mercado que llegó a las librerías hace
unos días, mientras un vaso medio lleno de agua salía a la venta por 20.000 euros en la última edición de
ARCO.
Según Racionero, “una de las columnas fundamentales de esta enorme maniobra de propaganda que es el
arte contemporáneo consiste en hacer creer a quienes no lo entienden o no se emocionan con él que
son una panda de ignorantes. Se les culpabiliza y así se callan”, denuncia el intelectual. “Muchos
comparten esta opinión, pero pocos se atreven a expresarla”.
En su libro, Racionero se apoya en visiones similares a las suyas, como las del polémico crítico de arte
Robert Hughes y las de Mario Vargas Llosa, que el Nobel peruano vertió en La civilización del
espectáculo (2012). “Las protestas inteligentes de ambos se estrellan, sin embargo, como ellos mismos
lamentan, contra el muro del “todo vale”, la ausencia de criterios para evaluar las obras de arte”, escribe
el autor.
Ese muro, “tras el que puede refugiarse la incompetencia”, lo empezaron a construir el marchante de arte
Daniel-Henry Kahnweiler “secundado por un tonto útil como Marcel Duchamp, el típico intelectualoide
listillo”, ataca Racionero. Desde entonces, asegura, “son los marchands y los propios artistas quienes
confieren valor a las obras por medio de campañas publicitarias o técnicas de relaciones públicas: si se
exponen en la galería X, el crítico Y dice que aquello es arte, y el millonario Z lo compra a un alto
precio, lo presentado es arte, aunque sea un urinario vuelto del revés”.
Ya no se puede saber si algo es bueno, malo o mediocre; ni siquiera si es arte o no, lamenta Racionero.
Ante esta ausencia de criterios, él propone recurrir a la subjetividad: “Si la obra te emociona, te
conmueve, te vitaliza o te sobrecoge, es arte; si no, no lo es”. Esta ambigüedad reinante, opina, ha
disuelto el papel de los críticos, que se limitan “a emitir inseguros comentarios elogiosos, a publicar
artículos de compromiso, o a enzarzarse en abstrusas disquisiciones semiológicas que, en vez de aclarar la
obra y sus intenciones, las confunden. Casi siempre escriben cosas con las que estamos de acuerdo pero
que no tienen nada que ver con la obra de que hablan. Se pueden aplicar a muchas otras”.
Damien 666
Para el autor, quien mejor encarna la mercantilización y la banalidad en el mundo del arte es Damien
Hirst, a quien llega a apodar Damien 666: “La intromisión del mecado en el arte ha abocado a la subasta
de tiburones en formol -y otros animalitos- por un cínico codicioso que ha logrado hacerse pasar por
artista gracias a los capitales invertidos en él por un publicista llamado Saatchi”, escribe Racionero,
incisivo desde la primera página.
En 2008, Hirst organizó una subasta en Sotheby's para ahorrarse las comisiones de los galeristas y en ella
pujaron él mismo y sus amigos para subir los precios. “Si después de aquello la gente no quiere ver
que todo es un montaje comercial, es que la gente es idiota”.
¿A quién salva Racionero de todos los artistas que vinieron después de Duchamp? No a Pollock, “un
farsante”; ni a Francis Bacon, cuya “sordidez” rechaza; sí, en cambio, a Rothko, que, “aunque tampoco
sea para tirar cohetes, al menos es digno”; y -se lo piensa un buen rato- a Victor Pasmore, que también le
gustaba al historiador del arte Kenneth Clark. Y, por supuesto, a Dalí: “Era un genio absoluto que fue
desprestigiado por sus colegas porque pintaba mejor que ellos. Le llamaban Avida Dollars, pero el
verdadero ávido de dólares era Picasso, y ya no digamos Tàpies. Más pesetero que Tàpies no ha habido
nadie. Y mala persona, porque dedicó gran parte de su tiempo a impedir que las galerías que vendían sus
obras expusieran a artistas jóvenes. Barcelona, que ha sido una ciudad que ha dado pintores
continuamente desde el siglo XIX, como Fortuny, Nonell, Mir, Casas o Anglada Camarasa, se quedó sin
pintores mientras vivió él. Sólo se le escapó Miquel Barceló porque era mallorquín”, sentencia el autor de
El mapa secreto.
El futuro del arte: la ciencia
Racionero no se limita a criticar el estado de las cosas, sino que también lanza hipótesis sobre lo que cabe
esperar del arte en el futuro: “El arte consiste en usar un medio sensual para plasmar las emociones y los
temas que preocupan profundamente a la sociedad en cada época, y creo que el arte de nuestro siglo
debe intentar representar o sugerir todas esas partes de la realidad que ha revelado la ciencia desde
el descubrimiento de la mecánica cuántica y el mundo subatómico, así como el mundo supergaláctico que
están revelando los telescopios. Es decir, ese mundo infinitamente pequeño y ese mundo infinitamente
grande que no vemos porque está a una escala distinta de la humana”. El autor considera que este nuevo
lenguaje estará, por fuerza, estrechamente ligado a la ciencia y a la tecnología, y entre sus posibles vías
de desarrollo señala la robótica o incluso la genética, a pesar de los problemas éticos que generaría
“esculpir en carne y hueso”.
V CENTENARIO STJ
Teresa de Jesús en perspectiva nueva
desde el cine documental
SalamancaRTV al Día
ALBA DE TORMES | El carmelita albense, Manuel Diego, es el asesor histórico del largometraje
dirigido por Francisco Rodríguez
Junto a Manuel Diego, el retrato de santa Teresa, obra del pintor real Alonso Sánchez
Coello
Ya se sabía que, como ocurrió en el anterior centenario de 1982, TVE preparaba una nueva serie sobre
santa Teresa. Encargada del trabajo la productora SATECO DOCUMENTALIA, estamos ya en el
momento final, pues por distintas ciudades (fundaciones teresianas) se comienza a exhibir en las salas un
largometraje documental de promoción de la serie (110 minutos de duración) y que lleva por título:
Teresa de Jesús: una vida de experiencia mística. Aunque tiene la finalidad de dar a conocer la serie
original en 3 capítulos, sin embargo en buena parte aquí se trata de un material inédito y nuevo, pero
demostrativo del espíritu y de la filosofía con que ha sido rodada aquella.
Para no llevarse a equívocos conviene recordar desde el principio que estamos ahora ante una serie
documental histórica, no ante una serie narrativa de recreación histórica o de ficción literaria (como la
reciente de Isabel la Católica, o aquella de Josefina Molina y Concha Velasco de santa Teresa), en la que
mediante una doble vía, la del apoyo en las tomas de lugares históricos y clausuras conventuales, y la
entrevista a especialistas, se hace un acercamiento al mundo y a la personalidad de Teresa, haciendo
hincapié en aquellos aspectos más inéditos y actuales. No sólo el dato religioso, los fenómenos místicos,
la escritura, sino además el contexto histórico, el ascendiente judeocristiano, el feminismo, la enfermedad,
el estilo fundacional, la economía, etc. Se puede decir que es una visión interdisciplinar y conjunta del
fenómeno “Teresa de Jesús”. El director de la serie y guionista es Francisco Rodríguez Hernández,
conocido por otras series documentales como la de los Caminos del Cid, o la del Canal de Castilla. La
música original es de Francisco José Cuenca. Entre los entrevistados se hallan los mejores teresianistas
del momento: Tomás Álvarez, Secundino Castro, Teófanes Egido, Daniel de Pablo Maroto, Víctor García
de la Concha, María Jesús Mancho Duque… Pero también figuran médicos, entendidos de arte,
hispanistas y hasta un personaje de todos muy conocido: Rafael Álvarez el Brujo, el cual concede una
entrevista muy certera y original sobre el papel del místico.
Estamos ante un
producto
cinematográfico de
carácter documental
que no se confunde ni
mezcla con anteriores
proyectos que desde
el séptimo arte se
acercaron a Teresa de
Jesús
La figura de Teresa queda muy bien contextualizada, sobre todo mediante ese acceso a las clausuras de
sus fundaciones, algo que nunca se había hecho anteriormente en forma tan sistemática y detallada, pero
también por ese cruce de información continua que se recibe y en donde no se evitan las cuestiones más
arduas y espinosas. Pero siempre respetando el hecho y el dato (y en este caso tratando sobre todo con
mucho respeto el dato místico) para que la figura aparezca en toda su complejidad y hasta en su
modernidad. Es una Teresa que provoca y sigue hablando hoy. No cabe duda de que esta filmación
constituye una buena ocasión para ponerse al día en el tema y acceder en forma asequible a lo mejor de
los estudios e investigación en torno a esta mujer. No dejará indiferentes a cuantos la vean en TVE
(incluso en el canal internacional), pero también será posible visionarla en un DVD editado por la casa
DIVISA HOME en donde entrará la versión oficial de los 3 capítulos emitida por la cadena nacional, y el
largometraje de propaganda que está comenzando a circular estos días por las ciudades que son
fundaciones teresianas, todo bajo el título: Teresa de Jesús: Los documentales. Dos visiones inéditas de la
figura y de la obra de la Santa.
Estamos ante un producto cinematográfico de carácter documental que no se confunde ni mezcla con
anteriores proyectos que desde el séptimo arte se acercaron a esta mujer, sobre todo en España: los
Hermanos Beringola (1927); el NODO (1956); Juan de Orduña (1962); Josefina Molina (1982); Ray
Loriga (2007)… Esto es otra cosa. Y tiene la ventaja de ser una visión nueva de uno de los personajes de
la cultura española que más ha influido (y no sólo a nivel literario) fuera de nuestras fronteras.
Me parece, por eso, que esta serie tendrá su influjo incluso para una difusión más correcta de esta figura,
sin que sea absorbida sólo por la hagiografía, y que dará motivos para discusión y debate. Es más,
consideramos este producto como un instrumento muy adecuado para ser usado en cursos especializados,
universidades y otros centros de cultura. O sea que tendrá una trascendencia pedagógica y comunicativa
que irá mucho más allá de la emisión televisiva.
Manuel Diego
Una excepcional pensadora de la
intimidad
MJ /
Santa Teresa de Avila -Darien, National Shrine of St Therese. USA
Pedro Paricio Aucejo
Publicado el 1 de marzo de 2015 en el diario Las Provincias de Valencia
Si determinados dulces van indisolublemente asociados con una localidad, a Ávila se la vincula por
tradición con las yemas de Santa Teresa. Pero ni la repostería de la histórica ciudad se reduce a estas
azucaradas delicias, ni la Santa debe a ellas su fama. Sin embargo, es un hecho que aquellas exquisiteces
es lo único con lo que –hoy en día– algunos relacionarían a la monja abulense, lo cual tampoco es
despreciable si se tiene en cuenta (¡a nadie le amarga un dulce!) que más vale algo que nada. De cara al
próximo 28 de marzo –en que se cumplen 500 años de su nacimiento–, cabe fijar la atención, no obstante,
en otros aspectos más relevantes de esta Doctora de la Iglesia.
Conscientes de la trascendencia nacional e internacional de esa efeméride, multitud de instituciones
públicas, privadas, civiles y religiosas están realizando numerosas actividades para celebrar este V
centenario. Se trata de difundir la vida y la obra de esta mujer universal y su repercusión en las distintas
dimensiones de la historia a través de congresos, jornadas, conferencias, exposiciones, representaciones
teatrales, festivales de música, concursos literarios, medios audiovisuales y un sinfín de actuaciones de
todo tipo.
La genial personalidad humana de la mística carmelita, la densidad de sus relaciones sociales, la
relevancia temporal de sus actos, la trascendencia de su espiritualidad, la grandeza de su obra fundadora,
la universal influencia de sus escritos, su presencia constante en todas las culturas… la han convertido en
egregio ejemplar de la civilización. Más aún, por la capacidad expansiva que su figura está adquiriendo
en la celebración de este Centenario, bien puede decirse de ella que es un auténtico fenómeno ´viral´, de
modo que su espíritu no solo sigue presente en nuestros días sino que está muchísimo más extendido
todavía de lo que estuvo cuando ella vivía en este mundo y en todas las épocas anteriores a la actual
conjuntamente sumadas.
Solo me referiré ahora a su conocimiento del psiquismo humano. Con naturalidad y simpatía en el decir,
la reformadora descalza compara el alma de la persona con un castillo de muy claro cristal, con
innumerables fosos, murallas, pasadizos… Todos estos elementos están agrupados en círculos
concéntricos alrededor del torreón central o morada más íntima, donde el hombre se encuentra lo más
cerca posible de sí mismo y de Dios, que habita en su interior, grabado en sus entrañas (“no ha menester
alas para ir a buscar a Dios, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí”; “no andes de aquí para allí,
sino, si hallarme quisieres, a Mí buscarme has en ti”). Sin embargo, Teresa de Jesús no ignora la torpeza
del hombre para estimar semejante grandeza: “pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco
procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de
este castillo [que es el cuerpo]”.
Pero solo el ser humano se sentirá plenamente gozoso cuando, al llegar a lo más profundo de su
personalidad espiritual, se produzca en grado eminente el encuentro personal con el Dios vivo. Esta
confluencia exige un clima de silencioso crecimiento interior (“encerrarse en este cielo pequeño de
nuestra alma”), en cuyos comienzos –y con el fin de que se ascienda más fácilmente a la perfecta unión–
el alma debe pensar muchas veces como si nada hubiese en el mundo excepto Dios y ella. Se trata de que,
al ahondar en sus entresijos, no se pierda el ser en una encrucijada, sino halle la cercanía de un camino
que le lleva a la gran revelación de lo Absoluto. En este itinerario la Santa otorgaba especial relevancia a
la oración (“tratar de amistad con quien sabemos nos ama”), cuyo ejercicio no se circunscribe a unos
momentos concretos de la vida sino que la abarca en su integridad, inervando toda actividad cotidiana
(“entre los pucheros anda el Señor”). Con ella se consigue el ordenamiento del alma a Dios y la actitud
vital de contemplar con su mirada todo cuanto existe, debiendo acabar siempre en conocimiento de uno
mismo y del Ser Supremo.
Si a esto se añade la aguda percepción psicológica de su narración acerca de las etapas del progreso del
alma en su unión con el Creador, se obtiene la profundidad humanística de una psicología que, al explicar
lo más oscuro de la mente y mostrar a la vez lo eterno, se transforma en teología. Pero esta no se establece
como especulación fría, sino que –pensada desde el centro de un alma abrazada a lo Infinito y por Él
alentada– arde en amor y servicio al prójimo. Al captar con su experiencia personal las potencialidades
encerradas en la interioridad anímica, Teresa de Jesús encuentra el auténtico sentido de la vida y la
dignidad humana. En coherencia con lo expuesto, la conmemoración de este V centenario debería
contribuir al desarrollo de nuestra espiritualidad hasta convertir la existencia de cada individuo en oficio
de intimidad con Dios. ¡Al menos para que, al igual que sucede con las yemas de Santa Teresa, …a nadie
le amargue un dulce!
ACTUALIZAR EL LENGUAJE CRISTIANO
MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, pazsantos@pazsantos.com
MADRID.
ECLESALIA, 06/03/15.- Hay una petición en la oración de la Iglesia que, aún por conocida y reiterada,
no me permito acostumbrarme a ella. En mi oración personal, leída; o bien cuando la escucho en la
oración comunitaria agrego mentalmente y desde el corazón a quienes están ausentes y deberían estar
muy presentes.
El lector pide a Dios: “Sé ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su
raza, color, condición social, lengua o religión”. Y se contesta: “Y haz que todos reconozcan su
dignidad y respeten sus derechos”. La petición está en el Diurnal – Liturgia de las Horas, I Vísperas
domingo IV.
¿Te diste cuenta ya, lector o lectora, de que faltan unas víctimas que, por alguna razón no se mencionan
en esta oración de petición? Seguramente ya lo habrás percibido. No se dice nada de quienes sufren
segregación por causa de su sexo. Así que, inevitablemente, hablaremos de las mujeres.
Hay amplia literatura sobre la discriminación o segregación que sufren las mujeres en muy diversos
ámbitos, incluido el religioso. No pretendo hace una proclama pero si una demanda: actualizar el lenguaje
cristiano. Quiero animar a poner los ojos en estos “pequeños” detalles lingüísticos que siguen haciendo
invisible a la mujer hasta en la oración.
Sabemos que hombres y mujeres sufren discriminación por razón de su raza, color, condición social,
lengua o religión, pero no podemos dejar a un lado la discriminación específica por razón del hecho de ser
mujer. En la mayoría de los casos se suma a las demás causas de segregación.
La oración sube como incienso y en el momento de esta prez muchos corazones incluirán desde el
silencio a quienes son víctimas de segregación por razón de su sexo, aunque la palabra no se cite. Pero
eso no quita que nos paremos, reflexionemos y alcemos la voz para que se vayan subsanando estos
espacios de invisibilidad femenina.
Aquí traigo unas palabras del Papa Francisco: “Las mujeres deben tener mayor espacio y una presencia
más incisiva en la Iglesia católica”. El lenguaje ha de modificarse para dejar espacio y presencia a la
realidad femenina y muy especialmente en la oración, como es este caso.
Confieso que cada vez que surge la oración de petición que he tratado, pido por las mujeres discriminadas
en el seno de la propia Iglesia católica, así como en cada espacio social, profesional, cultural, familiar,
religioso, etc. en donde no se considere en igualdad a una mujer por el sólo hecho de serlo.
Jesús fue un Maestro sincero y raro para su tiempo en el trato con el sexo femenino, y de ello nos dan
cuenta las bellas escenas del Evangelio. Jesús hablaba con las mujeres y de las mujeres. Respetaba su
dignidad en una sociedad que no las consideraba; en cuanto a los derechos, que no tenían, salía en su
defensa o ayuda. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su
procedencia).
Por amor de ellas
Editado por
Gema Juan
Ocho de marzo, de un año cualquiera. Se repite incansable, desde 1977, el «Día Internacional
por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional». Igual que se repiten historias que podrían
llamar a la desesperanza, por su persistencia. Como si dijeran: no se puede hacer nada.
Pero no es cierto. Siempre se puede hacer algo. Y lo dice la historia creciente de mujeres libres, que
responde al dolor de otras tantas sin liberar. Es posible seguir avanzando, hay que alimentar la
conciencia y seguir con el trabajo que puede producir el cambio necesario.
En el siglo XVI, el siglo en que vivió Teresa de Jesús, se podía leer cosas como esta: «La mujer cuando
dice una palabra descomedida paga con la bofetada, pero cuanto toca en lo vivo la honra (al
marido) a las veces paga con la cabeza».
Por descontado, el problema estaba –según fray Antonio de Guevara, autor de esas palabras– en si las
mujeres «ponen lengua a sus maridos». Es decir, el problema era que una mujer osase contestar a su
marido. Por eso, se preocupaba por ayudarlas, recomendándoles «prudencia, cordura, honestidad y
habilidad». Para ser tan poca cosa la mujer… se le pedía mucho.
¿Parece una locura que en el siglo XVI se viera como una reacción normal que un varón agrediera a una
mujer, por cualquier motivo? ¿Es más cuerdo el siglo XXI?
Teresa tenía plena conciencia de esta situación. A sus hermanas les decía: «Acordaos también de muchas
casadas… que no se osan quejar… y sin descansar con nadie». Y les advertía para que tuvieran
conciencia de su libertad porque muchas mujeres pasaban por «estar sujetas a un hombre, que muchas
veces les acaba la vida».
En el siglo actual, muchas mujeres viven lejos de estos temores y de situaciones tan degradantes. Aunque
las sesgadas estadísticas de los países desarrollados, siguen avisando de que la mano oscura de la
violencia contra las mujeres, persiste. Porque persiste una imagen de ellas.
Esto, sin contar con la situación de las mujeres que el azar hizo nacer en geografías menos
favorecidas, donde lo menos que puede sucederles es lo que Teresa relataba del nacimiento de una niña:
«Dio mucha pena a sus padres de ver que también era hija… como cosa que les importaba poco la vida de
la niña, a tercer día de su nacimiento se la dejaron sola y sin acordarse nadie de ella desde la mañana
hasta la noche».
Apenas se recuerda que el primer «8 de marzo» fue un 19 de marzo en el lejano 1911. Y que uno de
los países pioneros fue Alemania, la casa de tantos grandes pensadores. Y quizás no se recuerda porque
hoy es uno de los países donde la prostitución está legalizada y se ha convertido en el paraíso de los
proxenetas.
Algo chirría y parece decir que sin un cambio profundo mental, que afecte también a las estructuras
que sostienen los estados, no habrá una transformación real. Resulta evidente que el cambio no se ha
dado, por más que nadie –o casi nadie– se atreva a hablar de forma parecida a la de Guevara. La mujer
sigue siendo un objeto: un cuerpo que se puede usar, con el que se puede comerciar. Hueca. Cuando
no un arma de guerra.
La hipocresía se eleva a la categoría de cinismo cuando se legaliza el crimen, bajo una capa de mejorar la
situación de las mujeres. Y, cuando las personas que defienden y se benefician del negocio de usar
mujeres, dicen que se trata de un simple trabajo, felizmente regulado… pero les horroriza pensar que sus
hijas pudieran trabajar en ello.
Más allá de las disputas ideológicas o morales que puede traer la cuestión de la legalización de la
prostitución, a nadie se le oculta que mueve cantidades ingentes de dinero y que promueve el tráfico
humano que, en nuestros días, sigue al alza. Suben los ingresos de unos pocos, pero las condiciones de
vida de esas mujeres no mejoran, siguen sin ser consideradas como seres humanos plenos.
¿Qué paz se celebra en este día? ¿Se tratará del «beso de tan falsa paz que da el mundo», del que hablaba
Teresa? Porque quedan muchas, demasiadas mujeres cuyos derechos parecen no existir.
Decía ella: «Creed que es menester aquí estar con la espada en la mano de la consideración». Es necesario
seguir creando pensamiento, con la radicalidad de la espada que pide Teresa, que no permite que la
hipocresía siga generando falsa paz. Y recordar sus palabras: «Hay otra cosa más preciosa, sin ninguna
comparación, dentro de nosotras que lo que vemos por de fuera. No nos imaginemos huecas en lo
interior».
Nadie queda fuera esta llamada: «Aunque sean cosas muy pequeñas, no dejéis de hacer por su amor
lo que pudiereis». Por amor de Dios, por amor de ellas.
Todos los días son 8 de Marzo
Ilka Oliva Corado
Adital
¿Y sabe por qué? Porque todos los días a las mujeres se nos niegan nuestros Derechos Humanos.
Porque aún existe la desigualdad entre hombres y mujeres. Abismales diferencias en los derechos
laborales. Porque en la mayoría de países se nos sigue negando el derecho al aborto, y nos acusan de
asesinas y nos encarcelan si detenemos un embarazo. Porque la iglesia aún nos sigue sometiendo y si
nos atrevemos a pensar por sí mismas nos expone ante el escarnio público como las poseídas por las
ánimas del purgatorio. ¡La sangre de Cristo! Y se nos viene encima un exorcismo dirigido por un
cura misógino y avalado por un esposo (amante o compañero) machista y de doble moral.
El sistema patriarcal pretende que las mujeres sigamos en silencio, en la sumisión que maquilla
de obediencia y quién se atreva a salir del redil merece ser castigada con todo el peso de la
imposición. Una mujer independiente, emprendedora y pensante no es bien vista por el sistema y la
iglesia, por esa razón han sido tantas mujeres que a través de los años las desaparecidas, torturadas y
asesinadas, temen que de la semilla de la flor brote un jardín.
La posada del silencio nº 65, curso vi
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  • 1. VÍDEO DE HOY: ASC Zaragoza: 3 Marzo - Jeremías. El ser desgarrado Traficadas. El negocio de la trata de mujeres en México México es el país americano con más mujeres desaparecidas que son convertidas en esclavas sexuales. El tráfico de mujeres es un negocio en alza Nuria López Torres México Df 6 MAR 2015 - 12:14 CET Diana Angélica era una niña alegre y optimista. De cuerpo menudo, ojos grandes almendrados, y cara angelical. El 7 de septiembre de 2013 su madre se despidió de ella como cada mañana cuando se iba al colegio… Y nunca más la volvió a ver. Historias como esta engrosan cada día la enorme lista de niñas y mujeres desaparecidas en todo México. Un drama silenciado que desgarra a la sociedad del país. Estas desapariciones forman parte de un entramado de tráfico de personas con fines de explotación sexual. Los feminicidios de Ciudad Juárez son solamente una parte de este gravísimo problema que golpea profundamente a millares de familias. Según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, han desaparecido en sólo nueve estados del país 9.200 mujeres y niñas. Entre junio de 2011 y junio de 2012 sólo en el estado de México fueron 955, de las que el 60% eran menores de 17 años. María de la Luz Estrada Mendoza, presidenta de esta organización, puntualiza, sin embargo, que no existe una cifra oficial fiable de desaparecidas, porque los gobiernos, dice, maquillan los datos. El estado de Veracruz reconoció de forma extraoficial que en su territorio hay 6.000 desaparecidas. El resto de estados, sin embargo, se niegan a dar información al respecto y los pocos números que aportan a las estadísticas de las entidades son ridículos, muy inferiores a las que estas mismas manejan. Es este un problema invisibilizado social y políticamente. En los últimos años, el tráfico de mujeres con fines de explotación sexual ha pasado a ser el segundo negocio más lucrativo en México, después de las drogas. Así lo indica un informe sobre las condiciones de vulnerabilidad que propician la trata de personas en México, elaborado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social. Pero lo que más preocupa a los autores es que algunos militares han entrado a formar parte de la red de secuestros
  • 2. y explotación sexual, así como los narcotraficantes, que ven en este rentable negocio una forma de diversificar sus ingresos. Al sur del país, en el estado de Oaxaca, la persona que controla el negocio de la trata y la explotación sexual es un “militar de alta graduación”, asegura Elvira Madrid, presidenta de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, A.C, una ONG que trabaja en favor de los derechos de las prostitutas y en contra del tráfico de mujeres. Levantones sexuales Existen diferentes formas de captar a las mujeres y niñas. Una de ellas es la conocida como levantón. El crimen organizado tiene a hombres que controlan determinadas zonas o barrios, se fijan en una posible víctima —casi siempre muy jóvenes y de complexión delgada—, la vigilan unos días para conocer su rutina y, cuando pueden, la suben de forma violenta a una camioneta. Y desaparece. A veces, no hay ni vigilancia previa. Simplemente ven una muchacha que les gusta, paran el vehículo y la suben en el acto. Otro de los sistemas es a través de falsos anuncios de empleo. “Mi hija Fabiola vio un anuncio enganchado a una farola en el que se buscaba a una mujer para cuidar a una persona mayor. Llamó por teléfono y la citaron al día siguiente a las diez de la mañana, en el mismo lugar donde lo había encontrado. Ella me pidió que la acompañara y así lo hice, pero no se presentó nadie. Fabiola volvió a llamar y le dijeron que había surgido un problema con la persona que tenía que ir y la volvieron a citar al día siguiente. En esta ocasión, no la pude acompañar porque tenía que ir al médico…y ya nunca más volvió”, relata Rosa María, madre de una víctima. Fue el 10 de enero de 2012. Fabiola es del municipio de Ecatepec, uno de los lugares de donde más mujeres desaparecen de todo el Estado de México, como coinciden en afirmar la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desparecidos A.C., la Coalición Contra El Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y El Caribe, y la Brigada Callejera de Ayuda a la mujer Elisa Martínez A.C. Estas organizaciones que trabajan contra el tráfico de personas y la explotación sexual tienen claras evidencias de que algunos policías locales del municipio participan en estas redes. La familia de Fabiola sabe con certeza, por diferentes pistas y testigos, que ella está siendo explotada como esclava sexual. Sin embargo, la negligencia, desidia y en algunos casos la connivencia de la policía, hace que el caso de la joven se encuentre en una vía muerta. “Vivos se los llevaron y vivos los queremos”, gritaba Rosa María durante la manifestación que tuvo lugar en México DF el día de la madre, organizada por las diferentes asociaciones de familiares de desaparecidos, y que convocó a personas llegadas desde todos los estados del país. A su lado estaba Tadeo, hijo de Fabiola de siete años de edad, quien, con un gran cartel de su madre colgado en el pecho, repartía incansablemente folletos en los que se ofrecía una recompensa de 300.000 pesos (unos 17.500 euros), a la persona que aportara información útil para encontrarla. Su expresión de esperanza mientras corría como un loco de un lado a otro, dando impresos a todo el mundo, no dejaba indiferente a los asistentes. Semanas más tarde, en casa de su abuela, preguntado por qué diría a las personas que tienen retenida a su mamá, el pequeño respondió así: “Me llamo Tadeo. A las personas que se la llevaron, devuélvanmelas. Porque a mí me hace más falta que a ustedes, así que devuélvanmelas. Es lo que yo tengo dentro de mi corazón, que nada más que tengo a mi papá. Que cuando veo a todas las familias juntas, me pongo triste porque mi familia todavía no está junta. Y decirles que si me pueden dar su dirección para que vaya a por ella”. El tercer sistema de captación de mujeres es más sofisticado y retorcido. Es el de los llamados padrotes, hombres quese dedican a enamorar a las menores de edad, hasta que consiguen alejarlas de sus familias —tienen estipulado un tiempo de tres meses de media para conseguirlo—, para posteriormente llevárselas a otro estado. Es allí cuando su novio cambia radicalmente y le muestra la cruda realidad. Inmediatamente, la pone a trabajar. Algunos incluso las dejan embarazadas y, cuando nace el niño, se lo quitan para chantajearlas con la vida de la criatura. Para los padrotes las mujeres son objetos de su propiedad que deben proporcionarles beneficios. Así lo ha corroborado Elvira Madrid, socióloga con 27 años de experiencia en el trabajo de campo con víctimas. Muchos de estos hombres no consideran que esto sea un delito, sino simplemente una forma de ganarse la vida. La cultura machista tiene aquí su máximo exponente como se desprende de los testimonios de las mujeres explotadas entrevistadas. Víctimas de explotación sexual Alejandra fue vendida con 10 años a la dueña de uno de los muchos tables dance (locales de baile erótico) que existen en México. Ella fue a parar a la ciudad de Toluca, Estado de México. Sus tías, que se dedicaban al tráfico de drogas y otras actividades ilegales, llegaron un buen día y le dijeron: "Tú ya estás buena para trabajar". A su madre le aseguraron que la llevaban a trabajar a una fábrica. Agobiada por las
  • 3. deudas, no dio crédito a las quejas de su hija pensando que eran excusas para no ir a trabajar. “Trabajaba de lunes a domingo, de nueve de la noche a siete de la mañana, todos los días, todos los días, todos los días…”, relata, ahora ya liberada, Alejandra. Durante dos años la obligaron a bailar y prostituirse. Hasta que fue violada por un tío abuelo y se quedó embarazada. Su madre la forzó a tener a la criatura y, después de dar a luz, la niña huyó y nunca más volvería a ver al bebé. Con 12 años llegó a Michoacán, donde conoció a un padrote que la enamoró y la dejó embarazada. Tuvo un niño que el padre le arrebató para chantajearla (y al que nunca pudo criar). Tiempo después tendría una niña. Cuando su hija tenía un año, Alejandra intentó escapar, pero su explotador la encontró y la amenazó a punta de pistola con matar a la niña. Durante 18 años trabajó para el padre de sus hijos y la familia de este como una esclava sexual. Finalmente, reunió las fuerzas necesarias para huir con su hija, aunque lamentablemente tuvo que renunciar a su otro hijo. Alejandra continua ejerciendo la prostitución, ahora de forma libre, en el barrio de la Merced de México DF, el barrio tradicional de prostitución de la ciudad. Como ella, allí trabajan unas 1.500 prostitutas en la calle, pero la cantidad podría ser mayor porque no están contabilizadas las que están en locales internos, subrayan desdela la ONG Brigada Callejera de Ayuda a la Mujer Elisa Martínez, A.C. El caso de Rebeca no es muy distinto. Ella fue explotada con 11 años por su padre y tres socios de este que tenían una red de tráfico de mujeres en Estados Unidos (Miami y Tampa, Florida). Su abuela la envió con su progenitor para que escapara de los abusos de los que era víctima por parte de su padrastro en México. Pero no sabía que la estaba enviando al infierno. Con 17 años consiguió escapar y regresar a su país. Llegó a la capital y, desesperada por encontrar un trabajo, pensó que la fortuna por fin se había acordado de ella, al encontrar un anunció en la estación de autobuses, en el que solicitaban chicas jóvenes como asistentes domésticas. Rebeca acudió a la cita con el empleador. Se encontró montada en una camioneta con otras 17 chicas, pero nunca sospechó que su destino final sería un edificio en el barrio de prostitución de la Merced, ni que durante tres años y medio estaría encerrada sin ver la luz del día, siendo explotada sexualmente otra vez. “Me tocó ver cómo mataban a golpes a una muchacha porque no dio todo el dinero que había ganado un día. Me tocó ver que a otra la asesinaron porque no quiso salir a trabajar a la calle, a esa sí a sangre fría. La mataron”, recuerda. “Si trabajabas más, te tocaban dos comidas; si no, no comías… Si no sacabas suficiente [dinero] a veces te dejaban con la misma vestimenta y no te bañaban hasta que volvías a trabajar bien; si estabas con la regla, te ponían un tapón y así tenías que seguir trabajando. Si un cliente se quejaba de que no te habías dejado hacer algo, entraba la mujer o el hombre encargados y te daban de golpes”, continúa ahondando en su memoria. Rebeca fue rescatada por un policía federal que durante tres meses estuvo investigando qué pasaba en aquel hotel. Cada ocho días, la visitaba haciéndose pasar por cliente fijo. Ella le facilitó toda la información que pudo. El federal acogió a Rebeca y su compañera de cuarto en su casa los primeros días, hasta que ellas hicieran sus declaraciones y reconocimiento de los detenidos. Su esposa les facilitó comida y ropa. Pero el segundo día, a las siete de la tarde, llamaron a la casa del agente para notificarle a su mujer que él había sido asesinado. Rebeca rememora aquel trágico momento que presenció. Rebeca sigue ejerciendo la prostitución tras ser liberada Tiene a su cargo a su madre y dos sobrinos pequeños, que abandonó uno de sus hermanos tras quedarse viudo. Rebeca es una luchadora nata: tiene muchas ganas de dejar esta vida y, gracias a Brigada Callejera de Ayuda a la Mujer Elisa Martínez, y muy especialmente a Elvira Madrid, está estudiando para enfermera. Es uno de sus sueños. Mientras contaba su truculenta historia, su rostro redondo esbozaba en todo momento, una hermosa sonrisa de serenidad. Relataba su historia como si fuera la de otra persona. Se esforzaba por mostrar fortaleza, sus ojos negros se llenan de lágrimas y se le quiebra la voz al decir: “Es difícil cuando ves que pudiste tener otro tipo de familia y no es así. Pero aprendes que cuando estás más abajo es cuando te debes de sentir más arriba. Cuanto más te pisoteen, más debes de salir adelante. Y si sigo aquí es porque tengo algo que hacer y tengo que superarme”. Impunidad e indefensión Es sabido por todas las organizaciones y activistas que trabajan en contra del tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, que algunos miembros de la policía municipal de Ecatepec —donde desaparecen gran cantidad de mujeres— controlan este negocio. Son las prostitutas que ejercen de forma libre las que denuncian extorsiones de los agentes que quieren deshacerse de ellas porque son testigos incómodos de sus turbios negocios. Así lo cuenta Elvira Madrid, directora de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez A.C. Según su relato, cada noche, la policía lleva en sus coches a niñas a los diferentes puntos de prostitución de este municipio. Ellas deben conducir a los clientes a un lugar acordado con los policías, para que estos
  • 4. puedan extorsionarles por estar con una menor de edad. Rosa María Reyes, madre de la desaparecida Fabiola, tiene muy claro por qué no se resuelve el caso de su hija: “Es por la incompetencia de la policía que hasta ahorita no ha hecho nada. Se le han entregado infinidad de pruebas para que actúen y no han hecho nada. Incluso han llegado al sarcasmo. A veces les he dicho pues que me maten ya para que me quiten este dolor”. Muchas de las familias de las desaparecidas argumentan las mismas carencias en las actuaciones policiales y órganos encargados de las investigaciones. Coinciden en señalar que se encuentran con unos niveles altísimos de ineptitud. Las sensaciones de impotencia y desesperación son compartidas. En la mayoría de los procesos, las familias van por delante en las investigaciones y aportan pistas que, en muchos casos, son ignoradas. En el peor de los casos, incluso reciben amenazas para que cejen en sus indagaciones, como les ha pasado a algunas madres. María Soledad vive bajo amenaza de muerte porque salvó a su hija de 14 años de las redes de la explotación sexual. Durante seis meses trabajó como prostituta para llegar hasta ella y al hombre que la retenía, conocido como el Bombacho. Esta mujer pequeña, de expresión dura y con un valor infinito, cuenta con serenidad su historia. “Mi orgullo es que se la quité con vida, porque él nunca las deja escapar con vida. Ahora, mi cabeza tiene precio y yo sigo esperando a ver qué me va a hacer. Por lo que yo le hago penalmente responsable de lo que me pase… Ahorita él está en la cárcel por cortesía mía… pero saldrá en tres años. Leestán abriendo otros procesos y espero que no salga nunca porque sus crímenes son muy grandes”, zanja. La impunidad, sin embargo, viene cimentada por décadas de crímenes y delitos sin resolver en México. Ésta dinámica es la generadora de sociedades endémicamente enfermas, que afecta a los cimientos y pilares de la democracia, generando una sociedad incapaz de defender los derechos básicos de sus ciudadanos. La trata de seres humanos con fines de explotación sexual es una de las mayores violaciones de los Derechos Humanos, una forma de esclavitud moderna, y una de las caras más amargas de la violencia de género. #Avanzadoras: mujeres que avanzan y hacen avanzar, luchando por sus derechos Creado el 6 marzo 2015 por CiJ José María Vera. [Este artículo se publica simultáneamente en entreParéntesis] Nunca olvidaré una jornada de sábado en Bogotá, en una visita a los programas y al equipo de Oxfam Intermón en Colombia. Por la mañana nos encontramos con un grupo de mujeres víctimas de la violencia sexual en el conflicto colombiano, protagonistas de la campaña “Saquen mi cuerpo de la guerra”. Compartieron su dura historia personal y también la colectiva. Cómo el testimonio y la fuerza de unas fueron animando a otras a unirse. Unirse para apoyarse, para vencer el trauma, para volver a la vida. Unirse para denunciar la impunidad y lograr que se les considere víctimas del conflicto, como a los secuestrados, los muertos, los heridos o los campesinos desplazados. ¡Y lo consiguieron! La tarde la pasamos con las “Madres de Soacha”, cuyos hijos fueron secuestrados en barrios de Bogotá, trasladados a la zona de conflicto, vestidos de guerrilleros y asesinados. De esta forma, los militares criminales cobraban la prima en salario o vacaciones por sumar guerrilleros muertos a la lista de muescas asesinas en su AK 47. Lo inconcebible, lo brutal, se volvió profundamente humano al hablar de la solidaridad entre ellas y de la unión para denunciar estos crímenes y exigir justicia y reparación, en el peor entorno judicial y político posible. No sé qué me emocionó más, si las sobrecogedoras historias individuales o la inmensa capacidad de lucha y superación de estas mujeres valientes, con un coraje sin límite. Nunca estarán solas. Trabajamos junto con miles de mujeres así, en contextos muy diferentes aunque con la misma fuerza para defender sus derechos y sumar a otras mujeres a la causa. Y las llamamos “Avanzadoras”, un concepto, una lucha, que refleja mil historias y al que se sumarán estos días veinte cantantes y escritoras. Más del 70 % de las personas que participan en nuestros programas son mujeres. Destaco dos motivos para que esto sea así. Por un lado, las mujeres, en cualquier contexto y país, sufren más la pobreza y la desigualdad extrema que los hombres. A las carencias de empleo y salario, de acceso a la educación o la salud, de propiedad de la tierra y otros recursos, que sufre la población empobrecida, se suma la desigualdad hombre-mujer. Lo habitual es que la vulneración de estos derechos básicos sea mayor entre las mujeres y niñas por los valores patriarcales dominantes en la mayor parte de las
  • 5. sociedades, que ponen techos y, sobre todo, bajan el suelo de las mujeres a situaciones extremas de vulneración de sus derechos. Defender esta causa exige programas de trabajo directo y específico con las mujeres en las situaciones que éstas enfrentan. Por otro lado, cualquier programa tiene más éxito si promueve el liderazgo de las mujeres, si se apoya en su rol y capacidad, si las fortalece. Así ocurre en los programas de medios de vida, sea en condiciones de alta vulnerabilidad, donde canalizar la ayuda alimentaria o monetaria a través de las mujeres es la mejor manera de lograr un impacto sostenible. También al trabajar con cooperativas y grupos productores en situaciones estables que tienen una proyección mayor. Si el grupo no es de mujeres, es indispensable asegurarse que éstas participan a todos los niveles, incluyendo los de decisión. La presencia de mujeres en los puestos de dirección y gobierno de empresas, organizaciones y estados es esencial. Nuestra experiencia es que también lo es liderando las organizaciones de base, en las comunidades rurales, movimientos barriales y cooperativas. No solo es lo justo. Es que todo cambia cuando ese liderazgo transformador de la mujer está presente. Los “días de…” tienen el riesgo de quedarse eso, en un día. Que éste sirva para reforzar la lucha de las mujeres por sus derechos en cualquier país. Empezando por el nuestro, donde también hay situaciones de explotación y violencia, en la familia y en el empleo así como de discriminación en el salario y la distribución del poder. En otros lugares del mundo esta lucha se produce cada día, por el alimento, la vida, los derechos sexuales y reproductivos, la justicia y reparación, la educación. A cada uno, a cada organización, nos toca plantearnos qué más podemos hacer, qué estructura, estrategia o presupuesto debemos tocar, qué aspecto de la cultura organizativa cambiar, para fortalecer la causa de las mujeres por sus derechos. Por justicia y dignidad. Imagen extraída de: Oxfam Intermón Eritreos, crónica de una diáspora salvaje Desde el endurecimiento de la dictadura de Eritrea en 2008, unos 50.000 jóvenes han huido del país rumbo a Europa o a Israel. Alrededor de 10.000 han desaparecido por el camino. D. Deloget / C. Allegra 5 MAR 2015 - 00:00 CET "Abrieron la puerta. Pude ver a 10 personas encadenadas, de pie, mirando a la pared. En el suelo había un chico que apenas podía levantarse. Tenía la espalda en carne viva. Recuerdo aquel olor a sangre, a excrementos… Aquel olor a muerte”. Fue en marzo de 2013 cuando encerraron a Germay Berhane en un centro de torturas al norte del desierto del Sinaí. Durante tres meses estuvo en manos de Abu Omar, uno de los tres verdugos más temidos de la península. Martirizado cada día, sin cesar. Germay Berhane es un joven delgado y risueño. Ahora se oculta en El Cairo, en el barrio de Fesal. Hace falta mucho valor para contar su historia. Muy pocos refugiados eritreos en la capital egipcia aceptan hablar. Las heridas están demasiado recientes. El miedo pervive. “Nada ha cambiado desde que me fui”, susurra. Se refiere al éxodo masivo de eritreos, a la angustiosa huida por el desierto, al secuestro, al encierro en centros de tortura y al chantaje a los padres de las víctimas, a los que se exige rescates exorbitantes. Germay nació hace 23 años en un suburbio en la periferia de Asmara, la capital de Eritrea, uno de los países más pobres y represivos del mundo. Desde su independencia en 1993, el presidente, Issayas Afeworki, ha convertido el país en una cárcel a cielo abierto, sin otra obsesión que reclutar tropas para iniciar una nueva guerra contra Etiopía. Ha impuesto el servicio militar indefinido, que en realidad es lo más parecido a un campo de trabajos forzados. Así que, con su título de bachillerato a cuestas, Germay se alistó en la Marina y aprendió a obedecer sin discutir. Un día de enero de 2013 desaparecieron unos documentos administrativos en el cuartel. La sospecha recayó sobre su unidad. Y se temió lo peor. “Cogí mi fusil AK y me dirigí directamente a la frontera”.
  • 6. Recuerdo aquel olor a sangre, aquel olor a muerte” Germay Berhane. Preso en un centro de torturas al norte del desierto del Sinaí. Un auténtico éxodo. Al igual que Germay, entre 3.000 y 4.000 personas huyen cada mes de Eritrea en dirección a Sudán. Jóvenes, en su mayoría. “Es un auténtico éxodo. El país se está quedando sin población”, asegura Sheila B. Keetharuth, relatora especial de Naciones Unidas para Eritrea. Los eritreos representan un tercio de los inmigrantes clandestinos que llegan a Italia. Sin embargo, entre el número de los que salen de Eritrea y los que llegan a Europa, a Etiopía, a Sudán, a Yibuti, a Libia o a Egipto hay una diferencia inexplicada durante mucho tiempo. Ahora se sabe que es el resultado de un monstruoso tráfico de personas. Un estudio publicado en Bélgica (The Human Trafficking Cycle, Sinai and Beyond, de Mirjam van Reisen, Meron Estefanos y Conny Rijken; editorial Wolf Publishers, 2013) revela que 50.000 eritreos han cruzado el Sinaí a lo largo de los últimos cinco años. De ellos, más de 10.000 permanecen desaparecidos. Entre la frontera eritrea y la primera ciudad sudanesa, Kasala, un tercio de los refugiados son secuestrados por traficantes que los trasladan, a cambio de dinero, al desierto del Sinaí, donde los esperan los torturadores. A principios de 2013, Germay se encuentra en el campo de refugiados de Kasala. Planea llegar hasta Jartum, la capital, donde vive uno de sus primos. Pero los tratantes merodean a las afueras del campo. Dos agentes de policía sudaneses, cómplices de la red, lo secuestran y lo venden a la tribu de beduinos rashaida, nómadas del Nilo que viven desde siempre del contrabando. Lo que sigue es un sistema perfectamente organizado. Traslado a un punto de encuentro en el desierto, donde esperan otros 10 cautivos, descalzos y encadenados. Entre ellos, Halefom, de 17 años, y su hermana Wahid, de 16. A continuación, travesía del mar Rojo en la sentina de un barco, sin agua ni alimentos. El tratante que tira a alguno por la borda, para divertirse. Y luego el Sinaí, el inicio del viaje a la barbarie. En la cárcel de Abu Omar había sangre por todas partes, desde el suelo hasta el techo. Las paredes estaban infestadas de moscas y cucarachas. Los gusanos se arrastraban por el suelo de tierra entre restos de carne”. A Germay le encadenan de cara a la pared y le prohíben moverse y hablar. Abu Omar aparece enseguida, acompañado de tres hombres. “Vuestras vidas valen 50.000 dólares a partir de este momento. Y sé muy bien cómo cobrarlos”. Llueven los golpes con barras de hierro. La piel se desgarra. Algunos se desmayan. “Nos despertaban dándonos patadas en la cabeza”. Quemaduras con hierro candente o fósforo que extraen de las balas; plástico fundido vertido sobre la espalda o en el ano; golpes constantes en los genitales. “Lo que más les gustaba era colgarnos por los brazos como a los corderos y quemarnos con un soplete”. Un día, uno de los guardianes desata a Wahid y la arrastra hasta un rincón de la mazmorra donde seis hombres la violan mientras su hermano Halefom solloza contra la pared. Un veterano cautivo les da a entender que el silencio es la mejor defensa. Mirar al suelo. No gritar. No irritar a los verdugos. Dos presos eritreos el día de su liberación. / D. Deloget / C. Allegra “Papá, estoy en el Sinaí”. Las sesiones de tortura discurren con un teléfono móvil encendido. Al otro lado de la línea, el padre, la madre o una hermana escuchan rotos de dolor. “Yo grité: ‘¡Papá, estoy en el Sinaí!’. Mi padre se desmayó. Aún sigue hospitalizado. Su corazón no pudo resistirlo…”. Germay ya no sonríe. Llora. “Lo peor era lo que nos obligaban a hacer”. Cuando los verdugos se cansan de pegar a los prisioneros, les ordenan que se torturen entre sí, que se maten unos a otros. “Un día me pidieron que degollara a Wahid. Me negué. Entonces me rompieron los dedos de las dos manos, uno por uno”. Los rehenes que no pueden pagar son rematados con barras de hierro y arrojados a fosas comunes atestadas de esqueletos. Germay interrumpe un instante su relato y enciende un cigarrillo. “Rezaba a Dios para que me permitiera morir cuanto antes”. Devuelta por Israel a Egipto en 1975, después de la guerra de Yom Kipur, la península del Sinaí, una zona tampón oficialmente desmilitarizada, nunca se ha desarrollado. Los beduinos, ciudadanos de segunda clase, no tienen derecho a un carné de identidad. La mayoría nunca ha salido de este triángulo ardiente, pero han hecho del desierto su reino. Un reino en guerra. Desde julio de 2013, el Ejército egipcio intenta erradicar a los grupos yihadistas, sublevados después de la destitución del presidente islamista Mohamed Morsi. Los militares egipcios aseguran haber “estabilizado la zona” a base de bombardeos, pero los contraataques terroristas son mortíferos. Más de 500 soldados y policías han muerto en el Sinaí desde que comenzaron las operaciones, que dificultan el trabajo de los traficantes de seres humanos y los torturadores: algunos se encuentran en “paro técnico”. Centros de tortura en Libia y Yemen
  • 7. Uno de ellos accede a hablar. Vive en un modesto piso en el barrio de Al Arish, al norte del Sinaí. Se hace llamar Abu Abdulá. “Perdí mi empleo en el turismo después de los atentados de 2005 y entonces me puse a trabajar en esto”, se justifica el hombre, cuyo turbante blanco bien calado apenas deja ver sus ojos. “Al principio, los africanos pagaban solo mil dólares y yo los trasladaba a Israel sin problemas”. A partir de 2008, con el endurecimiento de la represión en Eritrea, el número de refugiados se multiplica por diez. Cerca de 80.000 se asientan en Israel, que acabó por construir en 2012 un muro a lo largo de toda su frontera sur. A partir de ese momento, las redes de trata de personas conducen a los inmigrantes hasta Libia o Yemen, donde se han descubierto recientemente centros de detención y tortura. “Los eritreos empezaron a llegar en 2008. Sabíamos que estaban desesperados. Así empezó el trabajo”. Una pequeña aclaración sobre el vocabulario. Aquí la tortura y el secuestro se llaman “trabajo”. La prisión es mazkhan, una casita de campo. Los emigrantes son “los africanos”, pese a que son casi todos eritreos. La abundancia de víctimas y el deterioro de las condiciones de vida en el Sinaí parecen haber desencadenado el tráfico de seres humanos. Se trata de un auténtico éxodo. El país se está quedando sin población” Sheila B. Keetharuth. Informadora especial de la ONU para Eritrea. Nadie reconoce, sin embargo, haber torturado personalmente. “Yo solo les decía a mis hombres que los asustaran”, asegura el hombre del turbante blanco. ¿Cómo? “Les daban palizas, los quemaban y les aplicaban descargas eléctricas”. Pero ¿por qué tanta brutalidad? ¿Porque son negros? ¿Porque son cristianos? ¿O tal vez porque quieren pasar a Israel, el enemigo ancestral? “Si torturas a uno delante de los demás, pagan antes. Yo lo único que quiero es recuperar mi dinero”. –¿De cuánto estamos hablando? –De 700.000 dólares en seis años de trabajo. Yo sacaba una media de 5.000 dólares por africano. Pero como gané ese dinero haciendo maldades, se ha evaporado. Está escrito en el Corán. ¡Pero, sabe, aquí no hay nada para nosotros, no hay trabajo, no hay infraestructuras, nada! En la habitación de al lado, un primo suyo, con la pierna destrozada en un bombardeo egipcio, gime de dolor. Se respira un ambiente extraño en Al Arish. Algunos dan las órdenes, otros las cumplen. Todos saben lo que pasa. Suena el toque de queda. Hora de marcharse. En Eritrea, los familiares de Germay se han movilizado. En el verano de 2013 envían 25.000 dólares, la mitad del rescate exigido. Sus secuestradores se ponen nerviosos. “Es demasiado poco. El tiempo se ha acabado”. Germay se desmaya. Al despertar, el milagro. “Cuando abrí los ojos estaba dentro de un barracón, tumbado sobre una manta. En la pared había un letrero en lengua tigriña que decía: ‘Hermanos, vuestro calvario ha terminado”. Germay acababa de ser liberado por el jeque Mohamed, uno de los pocos beduinos del Sinaí que se oponen al tráfico de emigrantes. Es casi medianoche en la pequeña localidad de Al Mahdia, al noreste del Sinaí. Bajo un cobertizo apenas iluminado, 13 hombres armados con flamantes subfusiles Uzi beben té a sorbitos. Protegen a su jefe. El jeque Mohamed Hassan Awwad, de unos 30 años, luce una barba copiosa, al estilo de los religiosos islámicos, y ofrece té en una sala anexa, cubierta de alfombras. En el Sinaí, el jeque es toda una celebridad. Cada viernes, durante la oración, agita el Corán y exclama: “¡El islam está en contra de la tortura! ¡Dejad de secuestrar a los africanos!”. Lo que más les gustaba era colgarnos del techo como a corderos y quemarnos con un soplete” El jeque ha rescatado a más de 500 emigrantes. Muestra el barracón de hormigón donde cobija a los liberados. Sobre el suelo pedregoso hay mantas y cajas de galletas vacías. “Soy religioso. Mi deber es ayudarlos”, explica el jeque, mostrando cierto cansancio de su papel de salvador y de la crueldad de los torturadores. Estos actúan en un perímetro de 12 kilómetros alrededor de la ciudad de Al Mahdia. ¿Los conoce? El jeque sonríe y suspira. Un beduino nunca delata a sus vecinos. “Los que torturan han perdido su fe en Dios”. A lo lejos se oye el estruendo de un bombardeo. En ese preciso instante, Alganesh Fessaha aterriza en El Cairo. De voz grave y mirada severa, esta italiana de origen eritreo preside la ONG Gandhi. Una furgoneta la espera en el aeropuerto. Suena su móvil. “No, jeque, aún no me han llamado”, contesta en árabe. El jeque beduino salafista y la activista obstinada. Desde hace seis años, este curioso dúo se reúne regularmente para organizar la liberación de emigrantes secuestrados. Esta vez Alganesh está especialmente preocupada. “Entre los rehenes hay un niño, Merih, de apenas 13 años. Su familia es muy pobre y no tiene dinero para el rescate. Los torturadores le están dejando morir de hambre”. El chico, poniendo en peligro su vida, ha conseguido un móvil y ha llamado a Alganesh. “En la prisión solo hay dos vigilantes y al lado hay una mezquita. Tiene que estar necesariamente cerca de Al Mahdia”. “Voy a buscarlos”
  • 8. Tres de la madrugada. Alganesh cruza los retenes del Ejército egipcio entre el canal de Suez y Al Arish, pero aún está lejos de Al Mahdia, feudo del jeque Mohamed, apenas a tres kilómetros de la frontera con Gaza. Al otro lado del teléfono, el jeque se impacienta. “Mala suerte, Alga, pero yo ya me voy a buscarlos”. Sus pick-ups se dirigen hacia las dunas. Tres mazkhan, tres prisiones, se perfilan en el desierto, a la luz de la luna. El jeque y sus hombres se aproximan a una de ellas, derriban la puerta y salen con 16 cautivos, esqueletos tambaleantes, aún encadenados unos a otros. Los conducen hasta un escondite en medio de un olivar, a cien metros de la casa del jeque Mohamed. Están demacrados, con la mirada pérdida, pálidos de horror. “Tranquilos, mis niños, todo ha terminado”, les susurra Alganesh, que acaba de reunirse con ellos. Germay Berhane (arriba, a la izquierda) ha sobrevivido al salvaje secuestro y a las torturas por una red de extorsionadores que captura a los eritreos en la huida de su país. Hoy se oculta en un barrio de El Cairo. / D. Deloget / C. Allegra De repente, el jeque entra en el barracón llevando del brazo a los vigilantes y torturadores, dos beduinos de 19 y 20 años. “Son todo vuestros, ¡castigadlos!”. Los 16 rescatados se esconden bajo las mantas. A pesar de sus 28 kilos, solo Merih se levanta y replica: “Jeque, los hemos perdonado”. Después se vuelve hacia Alganesh con una sonrisa. “¿Ves mis huesos? Un día los músculos los cubrirán y te defenderé toda mi vida”. Alganesh, la activista curtida, se emociona. Durante dos días presta auxilio a los jóvenes. No hay heridas leves. Hombros dislocados, manos deshechas, heridas abiertas en el pecho; ni un centímetro de piel que no haya sido cortado, quemado, arrancado. “¿Cómo puede permitirse esta salvajada en pleno siglo XXI?”, se pregunta. Alganesh fotografía rostros y heridas. Ya ha informado a la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y ha pedido 16 salvoconductos, indispensables “sésamos” para franquear los controles en la ruta hacia El Cairo. Sin ellos, podrían ser detenidos por entrada ilegal en Egipto. La activista anota en un cuaderno cada nombre, cada historia. “Un día, exigiremos justicia por este crimen de lesa humanidad”. Alganesh Fessaha quiere demostrar al mundo que este tráfico deleznable existe y que se está extendiendo por todo el Cuerno de África. Hasta ahora, ella y el jeque Mohamed han liberado a 750 emigrantes de los centros de tortura. Y para otros 3.400, encerrados en las cárceles egipcias, Alganesh ha hecho una buena jugada: les ha conseguido papeles en la Embajada de Etiopía en El Cairo. De ese modo, y con la ayuda económica de varias instituciones italianas, los eritreos-etíopes han podido regresar a Adis Abeba y los campos de acogida. Un día me pidieron que degollara a Wahid. Me negué y me rompieron los huesos de la mano, uno a uno” Germay Berhane. Preso en un centro de torturas al norte del desierto del Sinaí. El mecanismo de la trata “Nada hacía imaginar que el tráfico de seres humanos pudiera acabar en una matanza”, afirma Alganesh mientras recoge sus trenzas en un pañuelo. Todo ha cambiado desde que empezó a recorrer, hace 10 años, el delta del Nilo. Hasta 2008, el tráfico de personas hacia Israel era regular –500 inmigrantes al mes– y las tarifas bajas, entre 600 y 1.000 dólares (unos 525 y 875 euros) por trayecto. Sin torturas. En esa época, somalíes, afganos e incluso chinos seguían la misma ruta. Alganesh sitúa el origen de los secuestros en las carreteras fronterizas entre Eritrea y Sudán, e incluso a las puertas de los grandes campos de refugiados de ACNUR de Kasala y Al Shagarab, en Sudán. Con la complicidad de la policía sudanesa, los refugiados son revendidos en cada etapa del viaje, como si fueran ganado, y su valor va aumentando en función de los sobornos que se pagan. Un policía sudanés cobra 100 dólares y un guarda fronterizo egipcio puede llegar a pedir hasta 300 dólares. “Cuando un refugiado eritreo llega al Sinaí, ya vale 10.000 dólares”, calcula Alganesh. A finales de 2010 surgió una nueva red de trata de personas en Etiopía, el único país que acogía a los eritreos hasta entonces. “En el mismo campo de refugiados de May Ayni, muy cerca de la frontera eritrea, a los niños de 13 y 14 años les prometían un trabajo en Sudán. Los recogían en un autobús y veinticuatro horas después ya estaban en manos de los traficantes sudaneses. ¡Pero eran eritreos los que organizaban el traslado!”, se lamenta Alganesh. En 2011 la sospecha se confirma. El cerebro del tráfico ilegal no es otro que el general Teklai Kifle Manjus, jefe de la zona militar del oeste de Eritrea y hombre de confianza del dictador Issayas Afeworki. En un duro informe, el Consejo de Seguridad de la ONU señala a Manjus como responsable y concluye que “el éxodo masivo de solicitantes de asilo que cruzan la frontera oeste de Eritrea no se ha podido
  • 9. realizar en ningún caso sin la ayuda de las autoridades gubernamentales”. Alganesh está convencida de que “todas las redes clandestinas, desde el Sinaí hasta Libia, están dirigidas por eritreos”. Este tráfico de personas financia una dictadura acorralada. El jeque Mohamed Hassan Awad, uno de los pocos beduinos del Sinaí que se oponen al tráfico de emigrantes y que lucha por liberarlos de las mafias. / D. Deloget / C. Allegra Siguiendo la pista del rescate Cada mañana, Meron Estefanos conecta el micrófono sobre la mesa de la cocina, en su pequeño apartamento de Estocolmo. Esta eritrea nacionalizada sueca, madre de dos hijos, tiene desde hace seis años un espacio en Radio Erena Libre. Un referente para la diáspora eritrea. Un día de diciembre de 2009, recibe por primera vez una llamada de socorro de un deportado en el Sinaí. “Sus captores habían dejado el teléfono conectado y le estaban torturando en directo”, recuerda Meron. Desde entonces, las llamadas se suceden día y noche. Ella consuela a los rehenes e intenta en vano frenar a los verdugos. “Pero es difícil negociar con un beduino torturador”, afirma Meron con una sonrisa amarga. “En Eritrea, ninguna familia puede pagar el rescate, que suele sobrepasar los 23.000 euros”, prosigue. Tienen que vender la casa, el ganado, las joyas, si las hay. Se quedan en la calle. Pedir ayuda a los exiliados es indispensable. “Cuando se reúne el dinero, la familia lo envía a través de Western Union a Israel, donde los cómplices de los secuestradores lo recogen. Además han surgido intermediarios en Europa que se quedan con una parte del importe que después envían al Sinaí”. Sistema bien rodado Meron se enfrenta a un dilema cruel: ¿el pago de rescates fomenta los secuestros? Muy a su pesar, Meron ha optado por recolectar fondos para salvar a la mayor cantidad posible de rehenes. Durante dos años, graba llamadas y testimonios. Junto a dos holandesas, expertas en Derecho Migratorio, confecciona una lista con los nombres de antiguos rehenes y acude a varias instituciones internacionales. En 2011, Frontex, la agencia encargada de vigilar las fronteras europeas, hace sonar la alarma: ese año la Unión Europea ha recibido 64.291 inmigrantes, frente a los 4.406 de 2010. Entre ellos, un número creciente de eritreos. Y eso a pesar de que la UE envía cada año a Eritrea entre 100 y 150 millones de euros para ayuda al desarrollo, un gesto que los opositores al régimen de Issayas Afeworki califican de “cheque en blanco” a la dictadura. A finales de 2011, la UE decreta el fin de las ayudas y pide un informe sobre ese tráfico desconocido. Pero en los dos grandes campos de refugiados de Sudán, Al Shagarab y Kassala, donde viven más de 80.000 eritreos, las desapariciones se multiplican. Para las investigadoras de la UE, de las que Meron ya forma parte, la misión es tremendamente delicada. Hay que reunir pruebas de la magnitud de este fenómeno sin que Sudán, Egipto o Israel se ofendan. El año 2012 será clave. El tráfico de personas hacia el Sinaí está en pleno auge y las torturas alcanzan niveles de barbarie. Los eritreos llegan en masa a Israel. A Filmon se le necrosaron las manos después de ser torturado. / D. Deloget / C. Allegra A veces, al cruzar la frontera, algunos de los supervivientes son arrestados y recluidos en centros de detención. El mayor de ellos es Saharonim, el “Guantánamo israelí”. Situado a tres kilómetros de la frontera egipcia, en el desierto del Néguev, acoge a inmigrantes eritreos que permanecen allí desde unos pocos meses hasta tres años. Ninguno ha sido reconocido como refugiado. Meron viaja seis veces al año a Tel Aviv, donde sobreviven los refugiados que habían conseguido evitar al Tsahal, el Ejército de Israel. Allí busca a quienes solo ha conocido gritando de dolor al otro lado del teléfono. Un día, después de una reunión en el barrio de Petektiva, un chico se le acerca. “¡Meron, soy yo, Filmon!”. Al ver los manguitos que ocultan sus manos, Meron se acuerda. Los torturadores de Filmon le colgaron durante tanto tiempo del techo que las manos se le necrosaron. Solo le quedan dos dedos en forma de pinza, reconstruidos de la mejor manera posible por los cirujanos israelíes. Filmon se desenvuelve con la ayuda de Daniel, un compañero de exilio que se ha convertido en su alma gemela. De vuelta a Suecia, Meron consigue algo increíble. A finales de 2012, en la enésima llamada desde el Sinaí, un torturador le da el nombre de un intermediario establecido en Estocolmo, encargado de recibir el dinero. “Era la oportunidad que estaba esperando”, cuenta. Envía la información a dos diarios suecos y a la policía, que pone a Meron bajo escucha. En la primera llamada que recibe, advierte a su interlocutor de
  • 10. que el dinero que le va a entregar financia el tráfico de seres humanos. “Colgó enseguida”. El segundo contacto reacciona de la misma forma. El tercero, un joven palestino, le suelta: “¡Me importan un rábano esos miserables eritreos!”. Meses después, ese hombre y uno de sus cómplices son detenidos en Suecia cuando recogen el dinero. “Se creían por encima de la ley” Durante el juicio, que se celebra en Estocolmo en junio de 2013, los dos acusados muestran la misma arrogancia. “Me llamaron perra, zorra, de todo. Se creían por encima de la ley”. Los dos intermediarios se declaran no culpables. “Dijeron que no sabían a qué se destinaba el dinero, y como no había pruebas suficientes, solo los condenaron a cuatro meses de cárcel”, se lamenta Meron. Pero, por primera vez, Europol pudo abrir una investigación sobre la financiación de las redes de tráfico de personas en el Sinaí. Para entonces, los centros de tortura se habían extendido a Libia, Sudán y Yemen. Cada vez más eritreos llegados a las costas italianas cuentan que han sobrevivido al Sinaí. El 3 de octubre de 2013, 366 inmigrantes murieron en un naufragio en Lampedusa. Tras las autopsias y los interrogatorios a los supervivientes, la policía de Palermo descubre que 130 eritreos que iban a bordo de la barcaza habían sido secuestrados y torturados en Libia y Sudán. Lampedusa revela al mundo el horror del “método Sinaí” y su expansión a otros países. Peor aún. Algunos torturadores consiguen colarse entre los refugiados acogidos por las democracias occidentales. Con ayuda de los rescatados, Meron ha decidido buscarlos por todos los rincones de Europa. Un superviviente del cautiverio en la península del Sinaí muestra las secuelas en su cuerpo. / D. Deloget / C. Allegra Nuestra shoah En su pequeña cocina, Meron recibe a Robel Kelete, que acaba de entrar clandestinamente en Suecia. Robel tiene 24 años y lleva cinco en el exilio. Después de ocho meses de torturas en el Sinaí, sus captores lo dejaron por muerto en una fosa repleta de cadáveres. Despertó en el hospital de la cárcel egipcia de Al Arish y le deportaron a Etiopía. Entonces toma una decisión asombrosa: intentar de nuevo llegar a Europa, con sus cicatrices como talismán. “Se las enseñaba al traficante y le decía: ‘Lo siento, tío, ya he pagado”, cuenta con el aplomo de quien “ya murió una vez”. Robel atraviesa Sudán y Libia, se embarca en una patera y sobrevive de milagro a un naufragio en la costa siciliana. Cruza Europa y llega a Suecia, el único país de Europa que da prioridad a los refugiados eritreos. Y allí, en pleno Estocolmo, sucede algo increíble. “Iba a visitar a una amiga. Y de pronto le vi. Caminaba tranquilamente por la calle. Era…, era el hombre que me había vendido”. Meron está ahora recopilando todas las pruebas para acusarle. “El tráfico de personas es la shoah de los eritreos”, dice Meron. “Un día los verdugos tendrán que responder ante el Tribunal Penal de La Haya”. Noviembre de 2013. Meron ha conseguido por fin una invitación para que Daniel y Filmon declaren en el Parlamento Europeo. Ante un hemiciclo abarrotado, ella explica con detalle el tráfico de seres humanos en el Cuerno de África. Expone los métodos de tortura. Y subraya que los traficantes han obtenido por lo menos 600 millones de dólares en rescates. Los eurodiputados están horrorizados. A continuación, Daniel sube al estrado e interviene a cara descubierta. Filmon escucha en silencio, oculto por una cortina de la que solo asoman sus manos destrozadas. Al final, toma la palabra. “Nos han perseguido en nuestro propio país. Nos han violado y torturado en el Sinaí. Nos han detenido en Israel. Algunos de nuestros compatriotas han muerto en Lampedusa. ¿Qué pecado hemos cometido para merecer esto? ¡Miren mis manos! Lo único que queremos es que se nos oiga para que el desierto y el mar dejen de ser nuestra tumba”. «No se entra en la Iglesia para “cubrir” con oraciones comportamientos injustos»
  • 11. Papa Francisco Papa Francisco celebra en la parroquia de Todos los Santos, a cincuenta años exactos de la primera misa de Pablo VI según la reforma post-conciliar: «No podemos sustituir con “homenajes religiosos” lo que debemos al prójimo» Andrea tornielli roma No nos ilusionemos. No se entra a la Iglesia para «“cubrir”, con oraciones y prácticas de devoción, comportamientos en contra de las exigencias de la justicia, de la honestidad y de la caridad hacia el prójimo». No podemos tampoco «sustituir con “homenajes religiosos” lo que debemos al prójimo». Lo dijo Papa Francisco en la homilía de la Misa celebrada esta tarde en la parroquia romana de Todos los Santos, en la Via Appia Nuova, en ocasión del cincuenta aniversario de la misa que celebró Pablo VI el 7 de marzo de 1965 en el mismo sitio y, por primera vez, según las nuevas normas litúrgicas post- conciliares. Papa Bergoglio comentó el Evangelio del día, con Jesús que expulsa a los mercaderes del Templo: «Él tira los bancos y arroja al suelo el dinero, aleja a los mercaderes y les dice: “¡No hagan de la casa del mi Padre un mercado!”. Esta expresión –explicó Francisco– no se refiere solo a los negocios que se practicaban en los patios del templo. Tiene que ver principalmente con un cierto tipo de religiosidad. El gesto de Jesús es un gesto de “limpieza”, de purificación, y la actitud que él denuncia se puede encontrar en los textos proféticos, según los cuales a Dios no le gusta un culto exterior hecho de sacrificios materiales y basado en el interés personal. Es la llamada al culto auténtico, a la correspondencia entre liturgia y vida, una llamada que vale para cualquier época y también para nosotros hoy». El Papa después recordó que la constitución conciliar “Sacrosanctum Concilium” definió la liturgia como «la primera e indispensable fuente en la que los fieles pueden encontrar el verdadero espíritu cristiano». Esto significa, subrayó, «reafirmar el vínculo esencial que une la vida del discípulo de Jesús y el culto litúrgico. No es una doctrina que debe ser comprendida o un rito que se debe seguir (también es esto, naturalmente), pero es esencialmente una fuente de vida y de luz para nuestro camino de fe». Por ello, continuó Francisco, la Iglesia nos llama a tener y promover una vida litúrgica auténtica, para que pueda haber sintonía entre lo que la liturgia celebra y lo que nosotros vivios en nuestra existencia», expresando «en la vida todo lo que hemos recibido mediante la fe». El discípulo de Jesús «no va a la Iglesia para observar un precepto, para sentirse bien con un Dios que luego no tiene que “molestar” demasiado; va a la Iglesia para encontrar al Señor y encontrar en su gracia, que opera en los sacramentos,
  • 12. la fuerza de pensar y actuar según el Evangelio. Por eso no podemos pensar entrar a la casa del Señor y “cubrir”, con oraciones y prácticas de devoción, comportamientos en contra de las exigencias de la justicia, de la honestidad y de la caridad hacia el prójimo. No podemos sustituir com “homenajes religiosos” lo que debemos al prójimo, postergando una verdadera conversión». Por el contrario, explicó el Pontífice, hay que «cumplir un itinerario de conversión y de penitencia para quitar de nuestra vida las escorias del pecado, como hizo Jesús al limpiar el teplo de los intereses mezquinos. La Cuaresma es el tiempo favorable para todo esto, es el tiempo de la renovación interior, de la remisión de los pecados, el tiempo en el que somos llamados a volver a descubrir el sacramento de la penitencia». Al final recordando que en la misma Iglesia «el beato Pablo VI inauguró, en cierto sentido, la reforma litúrgica con la celebración de la misa en la lengua que habla la gente», Francisco expresó su deseo de que esta circunstancia «vuelva a encender en todos ustedes el amor por la casa de Dios». Al final de la misa, el Papa saldó a los sacerdotes de la parroquia, encomendada desde su fundación a los seguidores de don Orione. El Papa a CL: sean las manos, los pies y el corazón de una Iglesia en salida (©Reuters) (©Reuters) Papa Francisco Francisco se reunió con 80 mil miebros de Comunión y Liberación de 47 diferentes países del mundo, en el décimo aniversario de la muerte de don Giussani, de quien recordó «el bien que me hizo». La invitación a no «petrificar» el carisma y a no caer en la tentación de la autoreferencialidad andrea tornielli Ciudad del vaticano
  • 13. «Centrados en Cristo y en el Evangelio, ustedes pueden ser los brazos, las manos, los pies y el corazón de una Iglesia “en salida”». Lo dijo Papa Francisco al recibir en la Plaza San Pedro el abrazo de 80 mil personas de 47 países diferentes y que pertenecen al movimiento Comunión y Liberación. El encuentro se llevó a cabo para recordar el décimo aniversario de la muerte de don Luigi Giussani y también para rememorar el 60 aniversario del nacimiento del movimiento. Los presentes llenaron no solo la Plaza San Pedro, sino también gran parte de Vía della Conciliazione. A su llegada en el jeep blanco descubierto, el Papa saludó a los fieles. En su saludo, el presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, Julián Carrón, sucesor de Giussani, recordó que el fundador había insertado en el adn de CL la unidad con el sucesor de Pedro: «Nosotros queremos vivir cada día más renovando aquel primer amor, para que se renueve en nosotros esa disposición del corazón desde el principio», indicó. Francisco agradeció a don Carrón por «esa bella carta que ha escrito» a los miembros de CL en la que los invitaba a ir a Roma. Dijo que agradecía a don Giussani «por diferentes razones. La primera, la más personal, es el bien que este hombre me hizo y a mi vida sacerdotal, a través de la lectura de sus libros y de sus artículos. La otra razón es que su pensamiento es profundamente humano y llega hasta el anhelo más íntimo del hombre». El Papa también recordó cuán importante era para “don Gius” «la experiencia del encuentro: encuentro no con una idea, sino con una Persona, con Jesucristo. Así, él educó a la libertad, guiando al encuentro con Cristo, porque Cristo nos da la verdadera libertad». Papa Bergoglio después citó un cuadro que le gusta mucho. «Me viene a la mente “La vocación de Mateo”, ese Caravaggio frente alque me denetía largo rato en San Luis de los Franciscanos cada vez que venía a Roma. Ninguno de los que aparecen allí, incluido Mateo, ávido de dinero, podía creer el mensaje de aquel dedo que lo indicaba, el mensaje de esos ojos que lo veían con misericordia y lo elegían para seguirlo. Sentía ese estupor del encuentro... es así el encuentro con Cristo, que viene y nos invita. Todo, en nuestra vida, ahora como en tiempos de Jesús, comienza con un encuentro con este hombre, el carpintero de Nazaret». El «Sí» de los primeros seguidores de Jesús «no era el resultado de una fuerza de voluntad, no venía solo de la decisión del hombre», sino que provenía «antes de la gracia, era el “primerear”, la precedencia de la gracia. Jesucristo siempre nos primerea, nos espera, nos precede siempre; cuando llegamos, Él ya estaba esperando». «Y no se puede entender esta dinámica del encuentro que suscita el estupor y la adhesión – continuó Bergoglio– sin la misericordia. Solamente quienes han sido acariciados por la ternura de la misericordia conocen verdaderamente al Señor. El lugar privilegiado para el encuentro es la caricia de la misericordia de Jesucristo hacia mi pecado. Y por este motivo, algunas veces ustedes me han escuchado decir que el lugar privilegiado para el encuentro con Jesucritso es mi pecado». «La moral cristiana –explicó Papa Francisco– no es el esfuerzo titánico de quienes deciden ser coherentes y lo logran, una especie de desafío solitario frente al mundo. No, esta no es la moral cristiana, es otra cosa. La moral cristiana es respuesta, es la respuesta conmovida frente a una misericordia sorprendente, impredecible, incluso “injusta” según los criterios humanos, de Uno que me conoce, conoce mis traiciones y, a pesar de ello, me quiere, me estima, me abraza, me llama de nuevo, confía en mí, espera de mí». Francisco entonces insistió sobre la naturaleza del camino de la Iglesia, repitiendo la invitación que había hecho a los cardenales el pasado 15 de febrero: «Dejar que se manifieste la gran misericordia de Dios. La vía de la Iglesia es la de no condenar eternamente a nadie; de difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la pidan con corazón sincero; la vía de la Iglesia es justamente la de salir del propio recinto para ir a buscar a los que están lejos en las “periferias” de la existencia; la de adoptar íntegramente la lógica de Dios». El Papa reconoció que, después de 60 años, «el carisma original no ha perdido su frescura y vitalidad. Pero, recuerden siempre que el centro es uno solo: ¡Jesucristo! Cuando pongo en el centro mi método espiritual, mi camino espiritual, mi forma de ponerlo en práctica, yo me salgo del camino. Toda la espiritualidad, todos los carismas en la Iglesia deben ser “descentrados”: ¡en el centro está el Señor!» Y luego añadió: «¡El carisma no se conserva en una botellita de agua destilada! Fidelidad al carisma no quiere decir “petrificarlo” (es el diablo el que “petrifica”), no quiere decir escribirlo en un pergamino y ponerlo en un marco. La referencia a la herencia que les ha dejado don Giussani no puede reducirse a un
  • 14. museo de recuerdos, de decisiones ya tomadas, de normas de conducta. Implica, por el contrario, fidelidad a la tradición y fidelidad a la tradición (decía Maher), “significa mantener vivo el fuego, no adorar las cenizas”. Don Giussani no les perdonaría nunca que perdieran la libertad y que se transformaran en guías de museo o adoradores de cenizas. ¡Mantengan vivo el fuego de la memoria de ese primer encuentro y sean libres!». «Así, centrados en Cristo y en el Evangelio, ustedes pueden ser los brazos, las manos, los pies, la mente y el corazón de una Iglesia “en salida”. La vía de la Iglesia es salir para ir a buscar a los que están lejos en las periferias, salir para servir a Jesús en cada persona marginada, abandonada, sin fe, desilusionada de la Iglesia, prisionera del propio egoísmo. “Salir” significa también rechazar la autoreferencialidad, en todas sus formas, significa saber escuchar a los que no son como nosotros, aprendiendo de todos, con humildad sincera». Porque de lo contrario se corre el peligro de una espiritualidad de etiqueta y «caemos en las mil trampas de los que nos ofrecen la complacencia autoreferencial, ese vernos en el espejo que nos lleva a desorientarnos y a transformarnos en meros representantes de una Ong». El Papa concluyó con dos citas «muy significativas» de don Giussani. Una del comienzo y otra del fin de su vida. La primera: «El cristianismo no se realiza nunca en la historia como fijeza de posturas que hay que defender, que se relacionen con lo nuevo como mera antítesis; el cristianismo es principio de redención, que asume lo nuevo y lo salva». Y la segunda: «No solo nunca pretendí “fundar” nada, sino que considero que el genio del movimiento que vi nacer es haber sentido la urgencia de proclamar la necesidad de volver a los aspectos elementales del cristianismo». Vía Crucis; mons. Corti: la palabra clave será «custodiar» El Vía Crucis El obispo emérito de Novara, elegido por el Pontífice para escribir el librito de meditaciones del Viernes Santo, explicó cuál será el sentido de los textos a la Radio Vaticana Redacción Roma
  • 15. Fue la primera homilía de Papa Francisco (con la referencia a la figura de San José, custodio de María y Jesús) el tema que inspiró los textos para el Vía Crucis del Viernes Santo de este año en el Coliseo. El Papa encomendó la redacción de las meditaciones a mons. Renato Corti, obispo emérito de Novara. A los micrófonos de la Radio Vaticana, explicó: «La palabra clave que para por todas las meditaciones es “custodiar”. Me acordé, en particular, de ese pasaje en el que el Papa apenas elegido decía que la cruz es el eje luminoso del amor de Dios que nos custodia. Por ello me parece que también nosotros somos llamados a ser custodios por amor hacia el hombre». «Recurrí a lo que San Pablo dice con respecto al amor de Dios y de sus dimensiones», explicó mons. Corti. «De ahí conjugué el término “custodia” para relacionarlo con diferentes realidades: la Palabra de Dios, la Eucaristía, el perdón». «Un pensamiento particular fue a la familia –añade Corti–, pues incluí una oración por los trabajos del Sínodo, para que estén acompañados por la misericordia y la verdad. Traté de dar indicaciones útiles para la vida eclesial y recuerdo también algunos hechos graves que suceden en nuestra sociedad contemporánea y que van en dirección opuesta de la del “custodiar”: el mal cometido contra los jóvenes, el abandono de los pobres, el olvido de los pilares de la paz recordados por Juan XXIII (la verdad, la justicia, la libertad, el amor). Y después hablo explícitamente y a propósito sobre los temas candentes que preocupan al mundo: la pena de muerte que debe ser abolida, la tortura que debe ser cancelada, la inhumanidad con los inocentes y con la gente que es asesinada de forma bárbara, el tráfico de personas. Pero también recuerdo, positivamente, muchas experiencias hermosas de los que llevan esperanza: por ejemplo las misioneras que salvan a los niños soldado y les vuelven a dar su dignidad». ¿Cómo ha traducido la brutalidad y la violencia con la que son asesinados los seres humanos y se alimenta el odio en nombre de una visión errónea de la religión? «Yo, en lo personal, siento esta experiencia espiritual, es decir que esta situación internacional tan difícil y oscura para el futuro nos lleva a comprender con mayor claridad, por parte de nosotros los cristianos, que el Evangelio, y haber encontrado a Jesús, es una gran fortuna. Es, pues, un tiempo terrible, pero también luminoso. Debe ser valorado en términos de impulso, de valentía, por parte de los cristianos que en diferentes partes del mundo llegan a ofrecer ejemplos de testimonio de la fe, hasta el martirio. Es un tiempo, pues, que nos permite a nosotros que vivimos en Europa despertar y decir: aquí desperdicioamos los domingos y en África la gente camina muchísimos de kilómetros para ir a misa. Aprendamos de ellos». LORENZ, Erika Teresa de Ávila Las tres vidas de una mujer
  • 16. Teresa de Ávila (1515-1582) es una de las figuras más fascinantes de la historia de la Iglesia y de la literatura. Desde muy joven sintió la llamada a la vida religiosa e ingresó en la orden carmelita. Llegada su madurez espiritual, a los 47 años, fundó la orden de las carmelitas descalzas, inspirada por un nuevo estilo de servir a Dios y vivir la fraternidad. Este libro nos ofrece un retrato de la mística cristiana y escritora, una mujer moderna y reformista que logró encontrar su camino hacia la autorrealización y dejar su impronta en el mundo. Erika Lorenz narra el proceso de exploración interna que llevó a Santa Teresa a forjar su personalidad y pasar de la contemplación a una enérgica actuación en el mundo. Este estudio destaca por la lograda confluencia del rigor científico –fruto de la notable erudición de la autora–, y del estilo fluido y ameno que convierten la lectura de este libro en un auténtico placer. ROHR, Richard Compasión silenciosa Buscar a Dios en la contemplación
  • 17. En Compasión silenciosa, Richard Rohr nos propone un viaje para encontrar a Dios en las profundidades del silencio. El silencio divino nos ofrece paz y nos invita a la compasión hacia los demás. La experiencia del silencio es la experiencia del vacío y, a la vez, de la unidad del Ser. Según él, «el silencio no es solo lo que rodea las palabras, sino aquello de lo que procede todo ser y a lo que retornan todas las cosas, el fundamento mismo de la realidad». La enseñanza de Rohr está basada en la contemplación y la kénosis (autovaciamiento), que se expresan mediante una compasión radical, en especial respecto a personas socialmente marginadas. Su visión de la mística cristiana se inscribe en el marco de la tradición perenne y un espíritu ecuménico que busca puentes con las otras tradiciones religiosas. El deterioro de la Universidad El País | Adela Cortina Que la universidad española necesita reformas es indiscutible, como también que es necesario analizar cuidadosamente hacia dónde se debe reformar, no sea cosa que se deteriore en vez de mejorarla; por eso es una buena noticia que se haya abierto un vivo debate sobre ella en el espacio público. De entre la gran cantidad de temas que precisan reflexión, es urgente el que se refiere a la duración de las carreras, por razones obvias. El Real Decreto, aprobado el 2 de febrero pasado, propone flexibilizar la oferta universitaria, con carreras más cortas y, por tanto, más baratas, para que los alumnos puedan entrar antes a ese mercado de trabajo que les está esperando como al agua de mayo. Todo ello se resume en esa fórmula, difundida desde los comienzos del Plan Bolonia, que no puede ser más falaz y que, sin embargo, la sociedad ha asumido sin más. Las fórmulas “3+2” y “4+1” inducen a pensar que las carreras siguen durando 5 años, como antes, pero que desde el Plan Bolonia 4 de esos años se dedican al grado y 1 al postgrado, y que el decreto permite dedicar 3 al grado y 2 al postgrado. Pero no es así. Ahora las carreras duran 4 años y con el decreto podrán quedar en 3. Con esos tres años se obtendría el grado y, por tanto, la facultad de ejercer la
  • 18. profesión. La facultad, que no el ejercicio, porque para ejercerla es preciso encontrar un puesto de trabajo. Los másteres, sean de uno o dos años, no forman parte de la carrera ni son necesarios para ejercer la profesión sino en muy pocos casos. Por ejemplo, en el caso del célebre “Máster de Secundaria”, que debe cursar cualquier graduado que desee dedicarse a la docencia en ese nivel, sea de Humanidades, de Sociales o de “Naturalidades”, por decirlo con Ortega. Se trata del antiguo Curso de Aptitud Pedagógica (CAP), que no complementa los contenidos de ninguna de las carreras, sino que tiene naturaleza pedagógica. ¿Ventajas de la nueva propuesta? Se dice que la nueva modalidad del grado resultaría más barata, lo cual es obvio, siempre que no suban las tasas, y todavía sería más económica si se redujera a dos años, a uno o a ninguno. Sólo que semejantes ahorros no redundan nunca en la calidad en un asunto tan serio como éste, que no puede quedar al cálculo monetario, porque no necesitamos mano de obra barata, sino profesionales bien formados, que se sepan a la vez ciudadanos de una sociedad de la que viven y para la que han de adquirir su saber. Desde que en los siglos XII y XIII naciera la institución universitaria en ciudades como Salerno, Bolonia, París, Oxford o Salamanca ha ido proponiéndose unas metas que necesitan tiempo, estudio y debate sereno. La primera fue la formación de los profesionales indispensables para las necesidades de la época. Éste era el sentido de obtener una licenciatura, una licentia para ejercer la profesión, habiendo adquirido la facultas exigida para hacerlo. Ni la Academia de Platón ni el Liceo aristotélico, ni siquiera las Escuelas Palatinas creadas por Carlomagno, tuvieron el poder de decidir quién estaba facultado para ejercer la profesión. Un poder que ni puede ni debe ser político, ni puede ni debe ser económico. Las universidades son de la sociedad y están a su servicio, por eso necesitan ser autónomas y ejercer esta autonomía con responsabilidad y rendición de cuentas. Con el tiempo a esta meta se sumaron otras. Las universidades han de transmitir conocimientos, espolear el afán investigador, cultivar la preocupación por descubrir qué es lo verdadero y lo justo a través del debate abierto, intentando con ello superar el fundamentalismo de quien se niega a argumentar. Han de esforzarse por formar ciudadanos responsables de su sociedad. Ciertamente, desde fines del siglo pasado se ha producido una revolución en las universidades que, junto con otras variables, introduce la necesaria atención al mercado productivo. Pero “junto con” no significa “reducirse a”. La universidad no puede ser una expendeduría de títulos orquestada desde el mercado, porque lleva en su ADN esas otras metas que está obligada a perseguir. Para hacerlo necesita tiempo y sosiego. No es casualidad que carreras como la de Medicina no se vean afectadas por el decreto, además de prolongarse en ese excelente programa MIR, que todas la profesiones deberían imitar. Afortunadamente, aquellos a los que corresponde se percatan de que poner la salud en manos de graduados de tres años es suicida para una sociedad, y ojalá no se les ocurra cambiar de idea. Pero tan suicida es reducir a tres años la preparación de otros profesionales. Se dirá que al fin y al cabo el decreto no hace sino una propuesta, pero lo cierto es que el final es fácil de adivinar. Las universidades con posibilidades acortarán el grado a tres años y propondrán másteres costosos y competitivos, financiados privadamente o por medio de su comunidad autónoma; las que no tengan esa posibilidad habrán de reducir el grado a tres años y apenas ofertarán másteres. Crecerá la desigualdad y el deterioro de la universidad será inevitable. Adela Cortina es Catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y directora de la Fundación ÉTNOR. En los márgenes de la República El País | Juan Goytisolo Los bárbaros atentados del pasado mes de enero perpetrados supuestamente en nombre de la fe musulmana por terroristas nacidos y criados en Francia han disparado todas las alarmas sobre el fracaso de la integración republicana en los barrios conflictivos enclavados en las afueras de las grandes ciudades francesas. Como es ya habitual, el perfil de sus autores contiene unos elementos comunes –abandono escolar, pequeña delincuencia, cárceles, precariedad laboral- que han sido objeto de análisis exhaustivos
  • 19. en los medios informativos y redes sociales: el descubrimiento tardío de ese apartheid territorial, social y étnico al que se refería el primer ministro Manuel Valls en sus controvertidas declaraciones sobre el tema. El viejo debate sobre las ventajas e inconvenientes del modelo comunitario anglosajón respecto al francés –que excluye las manifestaciones confesionales del espacio público- ha adquirido nueva actualidad ante la evidencia de que los principios fundamentales del último no han calado suficientemente en los inmigrantes magrebíes y africanos de segunda o tercera generación. Los episodios divulgados por la prensa de algunos escolares que se negaban a condenar en las aulas los atentados exponen a la luz del día una desafección que no se resuelve con enviar a la comisaría a un niño de ocho años culpable de afirmar en clase “yo no soy Charlie, soy Ahmed” y de ensalzar a continuación a los terroristas. Las reacciones de los medios políticos a dicha desafección reproducen la polarización de los mismos entre una izquierda timorata a la defensiva y un Frente Nacional en auge para el que el terrorismo yihadista es un eficaz argumento al servicio de unas tesis xenófobas y racistas que encierran a los franceses de origen musulmán en un acuciante dilema: por un lado se sostiene que son inasimilables en razón de sus tradiciones, religión y costumbres; por otro se obstaculiza en la práctica su integración descuidando la enseñanza en las zonas pobres de mayoría inmigrante y arrinconándolos en guetos. Marine Le Pen no incurre en los groseros exabruptos antisemitas de su padre y ha centrado hábilmente el mensaje de la extrema derecha en los barrios “colonizados por el Islam” Impulsando así un espectacular crecimiento de su partido en las encuestas. Un alto porcentaje de votantes del Frente Nacional se declaran contrarios a considerar conciudadano suyo a alguien que se llame Mohamed. ¿Cómo extrañarse entonces de que ante la imposibilidad de ser “verdadero” francés el rechazado por su cultura y orígenes se aferre a la ilusión de ser un auténtico musulmán? Las prédicas yihadistas encuentran en esa identidad fragmentada un terreno propicio a sus delirios suicidas. La rebelión hace diez años del cinturón urbano que rodea París debería haber puesto sobre la mesa la necesaria y urgente recuperación del mismo en el ámbito de los valores republicanos tanto en el plano educativo como en el social. El alto índice de paro juvenil y la perspectiva de un futuro sin horizontes constituyen un excelente caldo de cultivo para los yihadistas que desde Irak y Siria divulgan sus soflamas a través de internet pero las élites políticas francesas n supieron aprovechar la lección y los extremistas primero de Al Qaeda y luego del Estado Islámico reclutan y mucho me temo seguirán reclutando a sus combatientes en los territorios descuidados por la República. El reciente proyecto de la alcaldesa Anne Hidalgo de englobar en el área urbana de la capital a los barrios que la circundan –con lo que la población de la metrópoli del Gran París triplicaría hasta alcanzar la cifra de siete millones de habitantes- constituye en teoría un primer paso en el difícil y largo camino de reducir las diferencias brutales entre los distintos acomodados del centro y el archipiélago de exclusión de los arrabales. Hace ya varias décadas fui testigo de la limpieza étnica de varias zonas de Barbès de sus inmigrantes de origen musulmán. Numerosos magrebíes y subsaharianos fueron desplazados a las ciudades dormitorio del norte, este y sur de la capital con la consiguiente ruptura del tejido social creado por la incipiente integración de los jóvenes. Como era de prever, los sombríos bloques de viviendas- colmena de la banlieu, mal comunicados con el perímetro urbano y carentes de servicios adecuados y de espacios de convivencia, se convirtieron pronto en guetos que prolongan la discriminación colonial del pasado no ya entre la metrópoli y África sino entre el centro y la periferia. La pobreza, el paro y la exclusión unidos a la mencionada crisis identitaria producto del choque de valores del entorno familiar y social con los de la escuela (“la historia de Napoleón no es la mía”, dijo un alumno que reclamaba la enseñanza de la de Argelia) plantean un reto que el sistema laico y republicano debe afrontar sobre bases más inclusivas y amplias. El esfuerzo de reconquista de los territorios semiabandonados de la República debería ir acompañado de una reflexión abierta sobre la dimensión jurídica y espiritual del Islam más allá de la denuncia de la manipulación política e ideológica de la que es objeto por los yihadistas. Entre las numerosas obras publicadas en los últimos años sobre las derivas del fundamentalismo islámico propagado y financiado por el petróleo saudí he leído con vivo interés las de mi amigo tristemente desaparecido Abdelwaheb Meddeb, que supo anticipar con lucidez los estragos del fanatismo extremista, y Les banlieues de l’Islam de Gilles Kepel que evita la amalgama y prejuicios que de ordinario oscurecen la percepción de un credo religioso liberado de los que Meddeb denominaba sus demonios radicales. La tarea es ingente, pero las sociedades europeas –como prueba el contagio mediático de los atentados de París en los de Copenhague- tienen que acometerla aún a sabiendas de que la hidra de infinitas cabezas de los siniestros vídeos colgados en las cuenta de twitter o de Facebook resulta difícil de erradicar en el mundo globalizado de hoy. Juan Goytisolo es escritor.
  • 20. Libros Luis Racionero: "El arte contemporáneo es una enorme maniobra de propaganda" El intelectual publica Los tiburones del arte, un ensayo en el que critica duramente su mercantilización FERNANDO DÍAZ DE QUIJANO | 04/03/2015 Luis Racionero Luis Racionero (Seo de Urgel, 1940) tiró la toalla del arte contemporáneo en 1968. Iba caminando por Nueva York y vio un cartel que anunciaba la última película de Andy Warhol, Empire State. Entró en la sala y se topó con un plano fijo de ocho horas del emblemático edificio. Aguantó seis y media -“la resistencia de un progre es realmente notable”, dice- pero acabó claudicando. Aquello supuso para él una ruptura y un despertar, una liberación. “Hasta entonces me había tragado todas las obras de Brecht, todos los conciertos de música dodecafónica, todas las tonterías de Antonioni y Godard y muchas novelas ilegibles”, reconoce el escritor. Pero a partir de ese momento se refugió en Sorolla, en Bach, en Tolstoi, en Velázquez, y desde ese lugar publica ahora Los tiburones del arte (editorial Stella Maris), un furibundo ensayo contra la manipulación del arte por parte del mercado que llegó a las librerías hace unos días, mientras un vaso medio lleno de agua salía a la venta por 20.000 euros en la última edición de ARCO. Según Racionero, “una de las columnas fundamentales de esta enorme maniobra de propaganda que es el arte contemporáneo consiste en hacer creer a quienes no lo entienden o no se emocionan con él que son una panda de ignorantes. Se les culpabiliza y así se callan”, denuncia el intelectual. “Muchos comparten esta opinión, pero pocos se atreven a expresarla”. En su libro, Racionero se apoya en visiones similares a las suyas, como las del polémico crítico de arte Robert Hughes y las de Mario Vargas Llosa, que el Nobel peruano vertió en La civilización del espectáculo (2012). “Las protestas inteligentes de ambos se estrellan, sin embargo, como ellos mismos lamentan, contra el muro del “todo vale”, la ausencia de criterios para evaluar las obras de arte”, escribe
  • 21. el autor. Ese muro, “tras el que puede refugiarse la incompetencia”, lo empezaron a construir el marchante de arte Daniel-Henry Kahnweiler “secundado por un tonto útil como Marcel Duchamp, el típico intelectualoide listillo”, ataca Racionero. Desde entonces, asegura, “son los marchands y los propios artistas quienes confieren valor a las obras por medio de campañas publicitarias o técnicas de relaciones públicas: si se exponen en la galería X, el crítico Y dice que aquello es arte, y el millonario Z lo compra a un alto precio, lo presentado es arte, aunque sea un urinario vuelto del revés”. Ya no se puede saber si algo es bueno, malo o mediocre; ni siquiera si es arte o no, lamenta Racionero. Ante esta ausencia de criterios, él propone recurrir a la subjetividad: “Si la obra te emociona, te conmueve, te vitaliza o te sobrecoge, es arte; si no, no lo es”. Esta ambigüedad reinante, opina, ha disuelto el papel de los críticos, que se limitan “a emitir inseguros comentarios elogiosos, a publicar artículos de compromiso, o a enzarzarse en abstrusas disquisiciones semiológicas que, en vez de aclarar la obra y sus intenciones, las confunden. Casi siempre escriben cosas con las que estamos de acuerdo pero que no tienen nada que ver con la obra de que hablan. Se pueden aplicar a muchas otras”. Damien 666 Para el autor, quien mejor encarna la mercantilización y la banalidad en el mundo del arte es Damien Hirst, a quien llega a apodar Damien 666: “La intromisión del mecado en el arte ha abocado a la subasta de tiburones en formol -y otros animalitos- por un cínico codicioso que ha logrado hacerse pasar por artista gracias a los capitales invertidos en él por un publicista llamado Saatchi”, escribe Racionero, incisivo desde la primera página. En 2008, Hirst organizó una subasta en Sotheby's para ahorrarse las comisiones de los galeristas y en ella pujaron él mismo y sus amigos para subir los precios. “Si después de aquello la gente no quiere ver que todo es un montaje comercial, es que la gente es idiota”. ¿A quién salva Racionero de todos los artistas que vinieron después de Duchamp? No a Pollock, “un farsante”; ni a Francis Bacon, cuya “sordidez” rechaza; sí, en cambio, a Rothko, que, “aunque tampoco sea para tirar cohetes, al menos es digno”; y -se lo piensa un buen rato- a Victor Pasmore, que también le gustaba al historiador del arte Kenneth Clark. Y, por supuesto, a Dalí: “Era un genio absoluto que fue desprestigiado por sus colegas porque pintaba mejor que ellos. Le llamaban Avida Dollars, pero el verdadero ávido de dólares era Picasso, y ya no digamos Tàpies. Más pesetero que Tàpies no ha habido nadie. Y mala persona, porque dedicó gran parte de su tiempo a impedir que las galerías que vendían sus obras expusieran a artistas jóvenes. Barcelona, que ha sido una ciudad que ha dado pintores continuamente desde el siglo XIX, como Fortuny, Nonell, Mir, Casas o Anglada Camarasa, se quedó sin pintores mientras vivió él. Sólo se le escapó Miquel Barceló porque era mallorquín”, sentencia el autor de El mapa secreto. El futuro del arte: la ciencia Racionero no se limita a criticar el estado de las cosas, sino que también lanza hipótesis sobre lo que cabe esperar del arte en el futuro: “El arte consiste en usar un medio sensual para plasmar las emociones y los temas que preocupan profundamente a la sociedad en cada época, y creo que el arte de nuestro siglo debe intentar representar o sugerir todas esas partes de la realidad que ha revelado la ciencia desde el descubrimiento de la mecánica cuántica y el mundo subatómico, así como el mundo supergaláctico que están revelando los telescopios. Es decir, ese mundo infinitamente pequeño y ese mundo infinitamente grande que no vemos porque está a una escala distinta de la humana”. El autor considera que este nuevo lenguaje estará, por fuerza, estrechamente ligado a la ciencia y a la tecnología, y entre sus posibles vías de desarrollo señala la robótica o incluso la genética, a pesar de los problemas éticos que generaría “esculpir en carne y hueso”. V CENTENARIO STJ
  • 22. Teresa de Jesús en perspectiva nueva desde el cine documental SalamancaRTV al Día ALBA DE TORMES | El carmelita albense, Manuel Diego, es el asesor histórico del largometraje dirigido por Francisco Rodríguez Junto a Manuel Diego, el retrato de santa Teresa, obra del pintor real Alonso Sánchez Coello Ya se sabía que, como ocurrió en el anterior centenario de 1982, TVE preparaba una nueva serie sobre santa Teresa. Encargada del trabajo la productora SATECO DOCUMENTALIA, estamos ya en el momento final, pues por distintas ciudades (fundaciones teresianas) se comienza a exhibir en las salas un largometraje documental de promoción de la serie (110 minutos de duración) y que lleva por título: Teresa de Jesús: una vida de experiencia mística. Aunque tiene la finalidad de dar a conocer la serie original en 3 capítulos, sin embargo en buena parte aquí se trata de un material inédito y nuevo, pero demostrativo del espíritu y de la filosofía con que ha sido rodada aquella. Para no llevarse a equívocos conviene recordar desde el principio que estamos ahora ante una serie documental histórica, no ante una serie narrativa de recreación histórica o de ficción literaria (como la reciente de Isabel la Católica, o aquella de Josefina Molina y Concha Velasco de santa Teresa), en la que mediante una doble vía, la del apoyo en las tomas de lugares históricos y clausuras conventuales, y la entrevista a especialistas, se hace un acercamiento al mundo y a la personalidad de Teresa, haciendo hincapié en aquellos aspectos más inéditos y actuales. No sólo el dato religioso, los fenómenos místicos, la escritura, sino además el contexto histórico, el ascendiente judeocristiano, el feminismo, la enfermedad, el estilo fundacional, la economía, etc. Se puede decir que es una visión interdisciplinar y conjunta del fenómeno “Teresa de Jesús”. El director de la serie y guionista es Francisco Rodríguez Hernández, conocido por otras series documentales como la de los Caminos del Cid, o la del Canal de Castilla. La música original es de Francisco José Cuenca. Entre los entrevistados se hallan los mejores teresianistas del momento: Tomás Álvarez, Secundino Castro, Teófanes Egido, Daniel de Pablo Maroto, Víctor García
  • 23. de la Concha, María Jesús Mancho Duque… Pero también figuran médicos, entendidos de arte, hispanistas y hasta un personaje de todos muy conocido: Rafael Álvarez el Brujo, el cual concede una entrevista muy certera y original sobre el papel del místico. Estamos ante un producto cinematográfico de carácter documental que no se confunde ni mezcla con anteriores proyectos que desde el séptimo arte se acercaron a Teresa de Jesús La figura de Teresa queda muy bien contextualizada, sobre todo mediante ese acceso a las clausuras de sus fundaciones, algo que nunca se había hecho anteriormente en forma tan sistemática y detallada, pero también por ese cruce de información continua que se recibe y en donde no se evitan las cuestiones más arduas y espinosas. Pero siempre respetando el hecho y el dato (y en este caso tratando sobre todo con mucho respeto el dato místico) para que la figura aparezca en toda su complejidad y hasta en su modernidad. Es una Teresa que provoca y sigue hablando hoy. No cabe duda de que esta filmación constituye una buena ocasión para ponerse al día en el tema y acceder en forma asequible a lo mejor de los estudios e investigación en torno a esta mujer. No dejará indiferentes a cuantos la vean en TVE (incluso en el canal internacional), pero también será posible visionarla en un DVD editado por la casa DIVISA HOME en donde entrará la versión oficial de los 3 capítulos emitida por la cadena nacional, y el largometraje de propaganda que está comenzando a circular estos días por las ciudades que son fundaciones teresianas, todo bajo el título: Teresa de Jesús: Los documentales. Dos visiones inéditas de la figura y de la obra de la Santa. Estamos ante un producto cinematográfico de carácter documental que no se confunde ni mezcla con anteriores proyectos que desde el séptimo arte se acercaron a esta mujer, sobre todo en España: los Hermanos Beringola (1927); el NODO (1956); Juan de Orduña (1962); Josefina Molina (1982); Ray Loriga (2007)… Esto es otra cosa. Y tiene la ventaja de ser una visión nueva de uno de los personajes de la cultura española que más ha influido (y no sólo a nivel literario) fuera de nuestras fronteras. Me parece, por eso, que esta serie tendrá su influjo incluso para una difusión más correcta de esta figura, sin que sea absorbida sólo por la hagiografía, y que dará motivos para discusión y debate. Es más, consideramos este producto como un instrumento muy adecuado para ser usado en cursos especializados, universidades y otros centros de cultura. O sea que tendrá una trascendencia pedagógica y comunicativa que irá mucho más allá de la emisión televisiva. Manuel Diego Una excepcional pensadora de la intimidad MJ / Santa Teresa de Avila -Darien, National Shrine of St Therese. USA Pedro Paricio Aucejo Publicado el 1 de marzo de 2015 en el diario Las Provincias de Valencia
  • 24. Si determinados dulces van indisolublemente asociados con una localidad, a Ávila se la vincula por tradición con las yemas de Santa Teresa. Pero ni la repostería de la histórica ciudad se reduce a estas azucaradas delicias, ni la Santa debe a ellas su fama. Sin embargo, es un hecho que aquellas exquisiteces es lo único con lo que –hoy en día– algunos relacionarían a la monja abulense, lo cual tampoco es despreciable si se tiene en cuenta (¡a nadie le amarga un dulce!) que más vale algo que nada. De cara al próximo 28 de marzo –en que se cumplen 500 años de su nacimiento–, cabe fijar la atención, no obstante, en otros aspectos más relevantes de esta Doctora de la Iglesia. Conscientes de la trascendencia nacional e internacional de esa efeméride, multitud de instituciones públicas, privadas, civiles y religiosas están realizando numerosas actividades para celebrar este V centenario. Se trata de difundir la vida y la obra de esta mujer universal y su repercusión en las distintas dimensiones de la historia a través de congresos, jornadas, conferencias, exposiciones, representaciones teatrales, festivales de música, concursos literarios, medios audiovisuales y un sinfín de actuaciones de todo tipo. La genial personalidad humana de la mística carmelita, la densidad de sus relaciones sociales, la relevancia temporal de sus actos, la trascendencia de su espiritualidad, la grandeza de su obra fundadora, la universal influencia de sus escritos, su presencia constante en todas las culturas… la han convertido en egregio ejemplar de la civilización. Más aún, por la capacidad expansiva que su figura está adquiriendo en la celebración de este Centenario, bien puede decirse de ella que es un auténtico fenómeno ´viral´, de modo que su espíritu no solo sigue presente en nuestros días sino que está muchísimo más extendido todavía de lo que estuvo cuando ella vivía en este mundo y en todas las épocas anteriores a la actual conjuntamente sumadas. Solo me referiré ahora a su conocimiento del psiquismo humano. Con naturalidad y simpatía en el decir, la reformadora descalza compara el alma de la persona con un castillo de muy claro cristal, con innumerables fosos, murallas, pasadizos… Todos estos elementos están agrupados en círculos concéntricos alrededor del torreón central o morada más íntima, donde el hombre se encuentra lo más cerca posible de sí mismo y de Dios, que habita en su interior, grabado en sus entrañas (“no ha menester alas para ir a buscar a Dios, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí”; “no andes de aquí para allí, sino, si hallarme quisieres, a Mí buscarme has en ti”). Sin embargo, Teresa de Jesús no ignora la torpeza del hombre para estimar semejante grandeza: “pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de este castillo [que es el cuerpo]”. Pero solo el ser humano se sentirá plenamente gozoso cuando, al llegar a lo más profundo de su personalidad espiritual, se produzca en grado eminente el encuentro personal con el Dios vivo. Esta confluencia exige un clima de silencioso crecimiento interior (“encerrarse en este cielo pequeño de nuestra alma”), en cuyos comienzos –y con el fin de que se ascienda más fácilmente a la perfecta unión– el alma debe pensar muchas veces como si nada hubiese en el mundo excepto Dios y ella. Se trata de que, al ahondar en sus entresijos, no se pierda el ser en una encrucijada, sino halle la cercanía de un camino que le lleva a la gran revelación de lo Absoluto. En este itinerario la Santa otorgaba especial relevancia a la oración (“tratar de amistad con quien sabemos nos ama”), cuyo ejercicio no se circunscribe a unos momentos concretos de la vida sino que la abarca en su integridad, inervando toda actividad cotidiana (“entre los pucheros anda el Señor”). Con ella se consigue el ordenamiento del alma a Dios y la actitud vital de contemplar con su mirada todo cuanto existe, debiendo acabar siempre en conocimiento de uno mismo y del Ser Supremo. Si a esto se añade la aguda percepción psicológica de su narración acerca de las etapas del progreso del alma en su unión con el Creador, se obtiene la profundidad humanística de una psicología que, al explicar lo más oscuro de la mente y mostrar a la vez lo eterno, se transforma en teología. Pero esta no se establece como especulación fría, sino que –pensada desde el centro de un alma abrazada a lo Infinito y por Él alentada– arde en amor y servicio al prójimo. Al captar con su experiencia personal las potencialidades encerradas en la interioridad anímica, Teresa de Jesús encuentra el auténtico sentido de la vida y la dignidad humana. En coherencia con lo expuesto, la conmemoración de este V centenario debería contribuir al desarrollo de nuestra espiritualidad hasta convertir la existencia de cada individuo en oficio de intimidad con Dios. ¡Al menos para que, al igual que sucede con las yemas de Santa Teresa, …a nadie le amargue un dulce!
  • 25. ACTUALIZAR EL LENGUAJE CRISTIANO MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, pazsantos@pazsantos.com MADRID. ECLESALIA, 06/03/15.- Hay una petición en la oración de la Iglesia que, aún por conocida y reiterada, no me permito acostumbrarme a ella. En mi oración personal, leída; o bien cuando la escucho en la oración comunitaria agrego mentalmente y desde el corazón a quienes están ausentes y deberían estar muy presentes. El lector pide a Dios: “Sé ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su raza, color, condición social, lengua o religión”. Y se contesta: “Y haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos”. La petición está en el Diurnal – Liturgia de las Horas, I Vísperas domingo IV. ¿Te diste cuenta ya, lector o lectora, de que faltan unas víctimas que, por alguna razón no se mencionan en esta oración de petición? Seguramente ya lo habrás percibido. No se dice nada de quienes sufren segregación por causa de su sexo. Así que, inevitablemente, hablaremos de las mujeres. Hay amplia literatura sobre la discriminación o segregación que sufren las mujeres en muy diversos ámbitos, incluido el religioso. No pretendo hace una proclama pero si una demanda: actualizar el lenguaje cristiano. Quiero animar a poner los ojos en estos “pequeños” detalles lingüísticos que siguen haciendo invisible a la mujer hasta en la oración.
  • 26. Sabemos que hombres y mujeres sufren discriminación por razón de su raza, color, condición social, lengua o religión, pero no podemos dejar a un lado la discriminación específica por razón del hecho de ser mujer. En la mayoría de los casos se suma a las demás causas de segregación. La oración sube como incienso y en el momento de esta prez muchos corazones incluirán desde el silencio a quienes son víctimas de segregación por razón de su sexo, aunque la palabra no se cite. Pero eso no quita que nos paremos, reflexionemos y alcemos la voz para que se vayan subsanando estos espacios de invisibilidad femenina. Aquí traigo unas palabras del Papa Francisco: “Las mujeres deben tener mayor espacio y una presencia más incisiva en la Iglesia católica”. El lenguaje ha de modificarse para dejar espacio y presencia a la realidad femenina y muy especialmente en la oración, como es este caso. Confieso que cada vez que surge la oración de petición que he tratado, pido por las mujeres discriminadas en el seno de la propia Iglesia católica, así como en cada espacio social, profesional, cultural, familiar, religioso, etc. en donde no se considere en igualdad a una mujer por el sólo hecho de serlo. Jesús fue un Maestro sincero y raro para su tiempo en el trato con el sexo femenino, y de ello nos dan cuenta las bellas escenas del Evangelio. Jesús hablaba con las mujeres y de las mujeres. Respetaba su dignidad en una sociedad que no las consideraba; en cuanto a los derechos, que no tenían, salía en su defensa o ayuda. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia). Por amor de ellas Editado por Gema Juan Ocho de marzo, de un año cualquiera. Se repite incansable, desde 1977, el «Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional». Igual que se repiten historias que podrían llamar a la desesperanza, por su persistencia. Como si dijeran: no se puede hacer nada. Pero no es cierto. Siempre se puede hacer algo. Y lo dice la historia creciente de mujeres libres, que responde al dolor de otras tantas sin liberar. Es posible seguir avanzando, hay que alimentar la conciencia y seguir con el trabajo que puede producir el cambio necesario. En el siglo XVI, el siglo en que vivió Teresa de Jesús, se podía leer cosas como esta: «La mujer cuando dice una palabra descomedida paga con la bofetada, pero cuanto toca en lo vivo la honra (al marido) a las veces paga con la cabeza». Por descontado, el problema estaba –según fray Antonio de Guevara, autor de esas palabras– en si las mujeres «ponen lengua a sus maridos». Es decir, el problema era que una mujer osase contestar a su marido. Por eso, se preocupaba por ayudarlas, recomendándoles «prudencia, cordura, honestidad y habilidad». Para ser tan poca cosa la mujer… se le pedía mucho. ¿Parece una locura que en el siglo XVI se viera como una reacción normal que un varón agrediera a una mujer, por cualquier motivo? ¿Es más cuerdo el siglo XXI? Teresa tenía plena conciencia de esta situación. A sus hermanas les decía: «Acordaos también de muchas casadas… que no se osan quejar… y sin descansar con nadie». Y les advertía para que tuvieran conciencia de su libertad porque muchas mujeres pasaban por «estar sujetas a un hombre, que muchas veces les acaba la vida». En el siglo actual, muchas mujeres viven lejos de estos temores y de situaciones tan degradantes. Aunque las sesgadas estadísticas de los países desarrollados, siguen avisando de que la mano oscura de la violencia contra las mujeres, persiste. Porque persiste una imagen de ellas. Esto, sin contar con la situación de las mujeres que el azar hizo nacer en geografías menos favorecidas, donde lo menos que puede sucederles es lo que Teresa relataba del nacimiento de una niña: «Dio mucha pena a sus padres de ver que también era hija… como cosa que les importaba poco la vida de la niña, a tercer día de su nacimiento se la dejaron sola y sin acordarse nadie de ella desde la mañana
  • 27. hasta la noche». Apenas se recuerda que el primer «8 de marzo» fue un 19 de marzo en el lejano 1911. Y que uno de los países pioneros fue Alemania, la casa de tantos grandes pensadores. Y quizás no se recuerda porque hoy es uno de los países donde la prostitución está legalizada y se ha convertido en el paraíso de los proxenetas. Algo chirría y parece decir que sin un cambio profundo mental, que afecte también a las estructuras que sostienen los estados, no habrá una transformación real. Resulta evidente que el cambio no se ha dado, por más que nadie –o casi nadie– se atreva a hablar de forma parecida a la de Guevara. La mujer sigue siendo un objeto: un cuerpo que se puede usar, con el que se puede comerciar. Hueca. Cuando no un arma de guerra. La hipocresía se eleva a la categoría de cinismo cuando se legaliza el crimen, bajo una capa de mejorar la situación de las mujeres. Y, cuando las personas que defienden y se benefician del negocio de usar mujeres, dicen que se trata de un simple trabajo, felizmente regulado… pero les horroriza pensar que sus hijas pudieran trabajar en ello. Más allá de las disputas ideológicas o morales que puede traer la cuestión de la legalización de la prostitución, a nadie se le oculta que mueve cantidades ingentes de dinero y que promueve el tráfico humano que, en nuestros días, sigue al alza. Suben los ingresos de unos pocos, pero las condiciones de vida de esas mujeres no mejoran, siguen sin ser consideradas como seres humanos plenos. ¿Qué paz se celebra en este día? ¿Se tratará del «beso de tan falsa paz que da el mundo», del que hablaba Teresa? Porque quedan muchas, demasiadas mujeres cuyos derechos parecen no existir. Decía ella: «Creed que es menester aquí estar con la espada en la mano de la consideración». Es necesario seguir creando pensamiento, con la radicalidad de la espada que pide Teresa, que no permite que la hipocresía siga generando falsa paz. Y recordar sus palabras: «Hay otra cosa más preciosa, sin ninguna comparación, dentro de nosotras que lo que vemos por de fuera. No nos imaginemos huecas en lo interior». Nadie queda fuera esta llamada: «Aunque sean cosas muy pequeñas, no dejéis de hacer por su amor lo que pudiereis». Por amor de Dios, por amor de ellas. Todos los días son 8 de Marzo Ilka Oliva Corado Adital ¿Y sabe por qué? Porque todos los días a las mujeres se nos niegan nuestros Derechos Humanos. Porque aún existe la desigualdad entre hombres y mujeres. Abismales diferencias en los derechos laborales. Porque en la mayoría de países se nos sigue negando el derecho al aborto, y nos acusan de asesinas y nos encarcelan si detenemos un embarazo. Porque la iglesia aún nos sigue sometiendo y si nos atrevemos a pensar por sí mismas nos expone ante el escarnio público como las poseídas por las ánimas del purgatorio. ¡La sangre de Cristo! Y se nos viene encima un exorcismo dirigido por un cura misógino y avalado por un esposo (amante o compañero) machista y de doble moral. El sistema patriarcal pretende que las mujeres sigamos en silencio, en la sumisión que maquilla de obediencia y quién se atreva a salir del redil merece ser castigada con todo el peso de la imposición. Una mujer independiente, emprendedora y pensante no es bien vista por el sistema y la iglesia, por esa razón han sido tantas mujeres que a través de los años las desaparecidas, torturadas y asesinadas, temen que de la semilla de la flor brote un jardín.