El documento describe la formación del Canon Bíblico, incluyendo el Antiguo y Nuevo Testamento. Explica que el Antiguo Testamento ya estaba establecido en el tiempo de Jesús, mientras que el Nuevo Testamento se fijó en el siglo IV d.C. tras un proceso de aceptación de los libros por las iglesias cristianas basado en su autoría apostólica y doctrina. El documento también resalta la gran cantidad de manuscritos antiguos que respaldan la autenticidad de la Biblia.