2. Martin arrastra su caparazón por el cementerio de
Messkirch, como un alma en pena.
Siempre fue así desde que nació. Se pregunta qué
hace en el mundo y, sobre todo, por qué fue lanzado
en él, si en todo caso tendrá que morir algún día;
también se pregunta por qué hay cosas que van a
desaparecer. Incluso se pregunta por qué se hace
todas esas preguntas ...
Se dice que las cucarachas, como todos los otros
animales, no pueden pensar su propia muerte, que
les basta con morir, como a las flores les basta con
marchitarse.
INo es el caso de nuestro pobre Martin!
3. Cuando cae la noche y las cosas familiares quedan
rodeadas por la oscuridad, cuando todo se hunde en
el silencio, pesado, extraño, cuando ha desaparecido
la cómoda de su habitación, la cama, la mesa, se
siente solo, terriblemente solo. Entonces, se lamenta:
¡¡¿Qué hago aquí?".
Desde cuando era una pequeña cucaracha,
no lograba hacerse a la idea de la posibilidad de
la muerte. Imaginaba monstruos bajo su cama,
tempestades fabulosas, un montón de temores,
luego escondía su cabeza bajo la cobija y llamaba a
sus padres. El problema quedaba resuelto ... hasta la
noche siguiente. Pues los monstruos desaparecen,
pero no la posibilidad de la muerte ...
Ahora que ya no es un niño, ya no se esconde
bajo su cobija. Sufre de terribles insomnios: siente en
cada una de sus fibras que estar aquí, arrojado en el
mundo, es una aventura muy extraña. Entonces, ya
no tiene miedo, tiene angustia.
4.
5.
6. 12
Martin continúa su caminata siniestra con la
cabeza inclinada: "dpero qué tipo de ser soy?",
murmura. De repente, escucha una pequeña voz que
dice: "IAquí estoy!".
Sorprendido, observa a su alrededor. Cree
vislumbrar una niñita sentada sobre una tumba,
pero, al acercarse, distingue a una muñeca arrojada
allí, con sus pilas puestas. Alguna niña la habrá
olvidado. Lahumedad del aire debe haber creado un
cortocircuito, pues el juguete repite en círculo: "aquí
estoy... crrr... aquí estoy... crrr...".
A la cucaracha esta situación la divierte, pues los
aparatos, como ella, pueden decir "aquí estoy". Sin
embargo, no podríamos decir que la muñeca haya
sido puesta en el mundo ni que exista.
"¿Quién soyyo -piensa Martin-, comparado
con esta cosa? Yotambién puedo decir 'Iaquí estoy!',
como ella. Sin embargo, siento una gran diferencia.
Cuando la muñeca dice 'Iaquí estoy!', produce
ruidos, palabras, ipero no habla! Ellanosabe que
está allí y no sabe que va a desaparecer. Silo supiera,
no se quedaría así, como un pedazo de plomo en el
fondo de un río, esperando que el tiempo la destruya.
y no es consciente del hecho de que está tocando la
tumba.
7. La cucaracha, curiosa, se dice a sí misma:
"Mira ... ¿alguien grande? iVoya roer un pequeño
ataúd, eso me ventilará las ideas!".
La viuda se pone a leer un poema para honrar la
memoria de su marido:
-iOh, Grecia afortunada! Residencia otorgada a
los dioses ...
La cucaracha se frota las patas:
"i Debía ser un hombre cultivado! iLos sabios
siempre han tenido un saborcito dulce que no es
del todo desagradable, parecen bombones, además
de ser muy tiernos! Cadáver de primera clase. Voy
a llenarme el estómago, eso me vaciará un poco la
cabeza".
En cambio, yo sé que hay una tumba, también sé
para qué sirve, cuál es su utilidad y quién la hizo. Eso
es existir: no solo estar en el mundo, ahí enfrente,
como la tumba o como la muñeca, pero estar abierto
al mundo y a los otros, participar de un ambiente
común ... sin embargo, sigo sin saber qué hago aquí".
Siente que la angustia sube a borbotones. Incluso
llega a preguntarse lo que a su vez hace el mundo
allí. Todo lo que está presente se mezcla frente a sus
ojos y pierde su sentido: el cementerio, el cielo, los
árboles, él mismo, todo se hace inmundo. Se escapa
como un parásito desesperado, cuando al fondo del
cementerio, cerca de los rosales, se encuentra con
una viuda de rodillas frente a una estela:
-iÉl era tan grande!, itan grande! -repite.
8. 16 •
Martin se desliza en el ataúd que los movimientos
de la tierra ya han agrietado. iQué decepción! El
hombre no es muy grande, de hecho es bastante
pequeño. Pero es un poco barrigón. La carne parece
estar a punto. Al observar al muerto extendido en
su satín, la cucaracha emite de repente un pequeño
gemido:
u iYdecir que terminaré de esta manera!".
-Muy seguramente -dice una voz-, si me
hubieran advertido que los insectos hacen tanta bulla,
habría pedido que me incineraran. Normalmente, no
deberían hablar, no más que yo en todo caso...
Nadie ignora que los difuntos conservan, durante
un tiempo solamente, la costumbre de hablar.
-Siento mucho molestarlo, trataré de ser discreto
-responde Martin, con la voztodavía agrietada.
-No hay problema -refunfuña el cadáver-. ¿Pero
qué le ocurre? Loescucho resoplar, normalmente los
insectos y las larvas entran aquí cantando, como si
fueran cigarras que van a un banquete. ¿Acasono
soyde su gusto?
- Leagradezcopor su pregunta, pero no me
encuentro muy bien.
-Detesto las quejas, inada de eso en la mesa!
Dígame si puedo ayudarlo. Losmuertos no están
desprovistos de sabiduría, tienen tiempo para pensar.
- Me asombraría que encontrara una solución
a mi mal, pues estoy afectado por los peores
tormentos. Vaya morir. De golpe, no comprendo
por qué existo realmente.
-iNo habría podido encontrar un mejor lugar
para llegar! Tiene que saberlo: soyuna eminencia en
el tema, una montaña.
9. 1918>
La cucaracha observa el cuerpecito que se toma
por una montaña:
-¿Ya qué montaña tengo el honor de dirigirme?
-Soy Heidegger. Hei-de-gger. Seguramente ha
oído hablar de mí. El filósofo ... el profesor ... el autor
de Ser y Tiempo ...
-Ceritiempo, nunca he oído hablar de él... de
todas maneras, a todos lanzo el desafío de encontrar
un remedio para mi tormento.
-iUn remedio! ¿Por qué encontrar un remedio?
Morir es una excelente noticia. Cuando muera estará
perfectamente solo. Incluso aquel que sostendrá su
mano para consolarlo no compartirá con usted esta
experiencia tan personal. En el último momento, isu
soledad será inaudita! nogra sentirlo? Esasombroso,
¿no? Cuando pienso seriamente en mi muerte, no
en la de los otros sino en la mía, siento en lo más
profundo de mí que soyun ser único... nadie morirá' .-___
en MI lugar.
-No veo cuál es la buena noticia.
10. 20-
-¿Pero ser qué?
=Ser, eso es todo. Usted tiene que hacer una
existencia. No es la del vecino, la suya,y nadie le
dirá la manera en que debe proceder.
Lacucaracha siente escalofríos a lo largo de su
caparazón. De repente, siente todo el peso de su
minúscula persona. Por primera vez,en lugar de
pensa~en el día de su entierro, se pone a pensar
en todo lo que puede hacer mientras se dirige a la
muerte. Después de la náusea, siente un vértigo.
¡Entonces esta es la verdadera angustia! No es tanto
morir como pasar al lado de la propia vida.
21
-Observe mi ataúd -continúa Heidegger-, está
condenado a seguir siendo un ataúd, está bloqueado
en su utilización. Como no tiene conciencia de su
uso, está allí, y no quiere ser algo más que un ataúd
destinado a contener un cuerpo. Está terminado
desde el momento de su construcción. Pero usted,
mientras exista, nunca estará terminado. Solo la
muerte puede terminarlo. Es como una fruta que
está siempre a la espera de su maduración. Por eso
siempre está preocupado por algún proyecto, porque
la existencia no tiene otra finalidad que la muerte.
Pero entretanto ... es necesario vivir. Estamos hechos
para preocuparnos. No sé lo que tengo que hacer:
solamente sé que tengo algo que hacer. No sé quién
soy: pero sé qué debo ser.
11. 22 •
-Estoy bien decidido a vivir Mi Vida -dice
Martin-, pero eso no me dice lo que tengo que
hacer. ¿riene alguna pista?
Aquel que formula la pregunta se calla, ha creído
escuchar un llamado desde los pliegues del cadáver.
-iEs una llamada! ¿Pero quién habla?
- Pasétoda mi existencia intentando darle un
nombre, pero se me quedó en la punta de la lengua
-responde Heidegger.Martin pasa la cabezaentre
los dientes del difunto.
-iNo veo nada!
-Era una expresión.
-Tengo muchas ganas de ir a ver, lo que acabo de
escuchar es tan raro. ¿Adónde debo ir?
-A ninguna parte -responde Heidegger.
Pero Martin no escuchó la respuesta del difunto,
pasó la prisión de los dientes, devorado por la
curiosidad. ¿Pero era en realidad un llamado? No
sabría decirlo, pues al reflexionar no escuchó ningún
sonido, se trataba más de una impresión, de una
especiede convocatoria silenciosa.
12. 24 •
Mientras desciende por el esófago, se cruza con
una hormiga. Parece tranquila, lleva una brizna de
paja sobre los hombros.
-¿fuiste tú quien me llamó? -pregunta Martin.
-No, no dije nada. Pero ¿qué haces por aquí?
-No estoy muy seguro, busco a alguien o alguna
cosa, entonces me paseo por ahí. Comeré algo en el
camino, tal vez sobre el pulgar. Este es un lugar muy
hermoso -dice Martin observando a su alrededor-,
una garganta muy hermosa. UNO no se imaginaría
nada mejor. Me siento en mi lugar.
Martin está excitado. lSe siente en su lugar!
"¿Cómo lo hace?", se pregunta, él, que tiene la
impresión de no ser de ningún lugar.
- Parecesrealizada...
-Tanto como una hormiga puede estarlo. Soy
obrera: me despierto, amaso, cavo galerías, soy de
utilidad para el hormiguero. Mientras tanto, los
soldados guardan las reservas, la reina gobierna y
da a luz soldados/u obreras. Soyútil a las otras, y las
otras hormigas me son útiles, ¿Qué más quieres?
Estoda una cadena. ¿No ocurre lo mismo con las
cucarachas?
-iOh, no!, somos más bien solitarias. Hay una
colonia, pero cada una solo piensa en su caparazón
-Martin piensa que debe ser muy agradable ser una
hormiga.
-¿No sabes si hay trabajo para mí en tu
hormiguero? -pregunta.
-Tenemos que preguntarle a la reina. Pero
sígueme, nunca están de más unas cuantas patas.
13. _ iAquí está la reina! -se extasían todas las
hormigas-. iNuestra luz!
Todo el mundo se pone en filas, y, para no
tropezarse, Martin decide seguir el movimiento. Un
paso a la izquierda, otro a la derecha... Izquierda,
derecha, izquierda... de repente se encuentra alistado
en una fila. No se atreve a salir de ella por miedo de
hacerse notar, pero también porque se siente bien
rodeado de los otros. Todo este pequeño pueblo que
marcha y grita 11 iviva la reina!" al unísono hace que
se estremezca. Alegre,piensa que por fin encontró
una finalidad a su existencia: le gustaría ser una
hormiga negra para vibrar al mismo tiempo que todo
el mundo.
Martin sigue de cerca a la trabajadora: se cruza
con una, dos, tres hormigas, luego se sumerge
en una multitud. Debe encontrarse en una plaza
pública. lQué bullicio! UNO habla de una cosa
u otra, UNO se hace el curioso sin escuchar la
respuesta del vecino. UNO transmite noticias del
mundo, de aquí, de allá, de todos lados, de ningún
lugar. UNO habla de problemas de alimentación, de
extranjeros que vienen para robar las migajas de las
hormigas honestas, pero, sobre todo, UNO habla de
las hormigas rojas, y UNO murmura en cada arteria:
11 ilas detesto, están en todas partes!" .
y de repente UNO se calla.
-La reina va a dirigirse a nosotros -murmura el
guía de Martin. Una hormiga muy negra, con una
corona de paja, aparece en un balcón construido
sobre la brecha de una úlcera.
14.
15. 31
De repente, la reina calla y señala a Martin:
-Pero qué veo... iun visitante! ¿Qué haces aquí?
-Pues bien ... la escucho ... iY me gustaría tanto
trabajar para ustedes!
-Hmmm ... dime, ¿qué piensas de las hormigas
rojas?
- iLo que todo el mundo piensa!
iYtodas las hormigas aplauden!
- iIncluso las cucarachas, que son-muy sabias,
están de acuerdo con nosotros! iMuerte a las rojas!
-exclama la reina. Y Martin se siente llevado por la
muchedumbre. Se siente feliz de ser considerado un
sabio. y como ser sabio equivale a decir lo que los
otros quieren escuchar, se pone a gritar: -iAbajo las
hormigas rojas! iQue vivan los caparazones cafés!
Esto es recibido con gran alborozo.
Entonces, para seguir llamando la atención,
decide ir un poco más lejos. Dice que las hormigas
rojas no son generosas y que ese es el menor de sus
defectos. Lareina, felizde acogerun nuevo aliado,
ordena que le den un puesto.
iUn reconocimiento, un trabajo, un pueblo, una
patria! iMartin no cabe de la dicha! Por fin encontró
su lugar en el mundo. Ahora sabe lo que debe ser:
una hormiga, y sabe lo que debe hacer: servir al
hormiguero. y mientras Martin grita y extiende los
brazos hacia los otros, tal vezpor primera vezen su
existencia, se divierte. iQué bien se siente ser parte
de la masa, ser útil, olvidarse del resto y no sentir
los tormentos de la angustia!
16. Este es el Gran Dispositivo. Es frío, rectilíneo. La
fuerza de los borbotones estomacales impulsa una
inmensa rueda, a su vez conectada a una correa.
Las cubetas raspan la carne de Heidegger y traen
su contenido en grúas de mimbre. El cadáver es
almacenado en pequeños pedazos. Se oye el cortar,
el aplastar, el apilamiento, la distribución, y todo
vuelve a comenzar. Los engranajes giran en un
movimiento frenético. lQué escándalo!
Un contramaestre recibe a Martin. Grita sobre los
ruidos de los engranajes:
-La reina me hizo saber que trabajarías en el
Gran Dispositivo. Te mostraré tu lugar". Martin lo
sigue con una mezcla de entusiasmo y miedo.
Martin está dichoso. Es conducido hacia el Gran
Dispositivo. lCon cuánta impaciencia comienza
a trotar! ¿De qué podrá tratarse todo esto? Hacia
abajo, los jugos del estómago fluyen a borbotones.
En la superficie, nadan todavía algunos alimentos
que el muerto no tuvo tiempo de digerir. El lugar es
más bien agradable, hace buen clima. Pero a medida
que avanza, un ruido se hace más y más fuerte hasta
hacerse ensordecedor. Ruidos de patas, corazas que se
entrechocan, mandíbulas que se abren y se cierran.
i'Iodo un batallón de hormigas trabaja arduamente!
Una verdadera fábrica ha sido instalada, y ruge como
el vientre redondeado de un monstruo titánico.
17. 35
Losdos insectos ingresan al Gran Dispositivo. El
espectáculo es asombroso. Losindustriosos bichos
corren, intercambian órdenes, sacan planos, miden,
recorren y consideran el cuerpo del difunto. Algunos
se pliegan bajo el peso de inmensas palas, y sus seis
patas se aplastan contra el suelo.
Señalando a una hormiga que parece exhausta, el
contramaestre le dice a Martin:
-Tu misión es la de motivar a los trabajadores.
Hay que mantener la cadencia y sacrificarsepor el
hormiguero.
-¿Pero cómo lograrlo? ¿Qué debo decir?
-iNo sé! iUtilizatu imaginación! Diles que UNO
debe servir al hormiguero, pues el hormiguero sirve a
las hormigas.
34
18. Están tan delgadas que incluso su caparazón
parece muy grande para ellas. No parecen muertas,
pero tampoco parecen vivas.Martin entra en función con bastante habilidad,
hay que decirlo. Habla del destino del hormiguero,
intenta exaltar los sentimientos patrióticos para
darles a las hormigas ardor en el trabajo. Intenta
incluso hacerlas comprender que allí se encuentra el
sentido de su existencia, en la sumisión al pueblo y a
la reina.
Martin se siente útil. Cree que va a permitirles a
los otros encontrar el sentido de su existencia. Pero
un día, mientras visita los rincones de la fábrica,
descubre la suerte que les espera a las hormigas rojas.
19. 39
~8
A partir de ese día, Martin dejó de sentirse tan
comprometido con su trabajo. Termina por buscar al
contramaestre:
-Me gustaría renunciar -dice.
-Aquí nadie renuncia. ¿Qué te molesta de tu
trabajo?
-Nada, todo funciona a las mil maravillas. Pero
hay algo aterrador en este dispositivo.
-¿Qué es tan aterrador? -pregunta el
contramaestre a Martin-. El bueno de Heidegger
está aquí para que nos sirvamos de él. El flujo del
estómago nos es útil para hacer girar la central que
activa las excavadoras, las cuales activan la carne,
que es depositada en las grúas. El viento sirve para
llevar a las hormigas aladas, el suelo para proteger
nuestras larvas, el cadáver de Heidegger nos sirve
como suministro de alimento. Los trabajadores
hacen su trabajo y si ocurre que alguno de ellos no
es de utilidad, UNO lo bota en una esquina donde
será devorado más tarde. ¿Cuál es el problema? Este
dispositivo no tiene nada aterrador, al contrario, nos
asegura un porvenir radiante.
-iPero están las hormigas rojas! Está bien que se
considere que Heidegger es una reserva disponible,
¿pero tenemos derecho de explotar a los demás?
-Todo el mundo debe servir.
-iPero si se trata de un verdadero insecticidio! No
veo el sentido.
- Pues bien, ies útil para las hormigas!
-En ese caso, no veo muy bien la utilidad ...
- Pero la utilidad de la hormiga, es la hormiga,
punto final".
20. 41
-" iEl objetivo de la hormiga, es la hormiga!".
iQué bella respuesta! -exclama Martin-, me hace
pensar en esos perros que corren detrás de su propia
cola y dan vueltas sin sentido.
-iVeamos! -gruñe el contramaestre, quien no
sabe lo que UNO debe responder a este tipo de .
reclamos-, todo el mundo hace como nosotros, y
nosotros hacemos como todo el mundo.
-¿Pero quién le dice que todo el mundo hace
como ustedes?
-Todo el mundo.
':_¿Pero quién es todo el mundo?
-UNO lo dice. UNO lo escucha en todos lados.
-Veamos, son solo palabras en el aire. ¿y quién es
ese UNO que les da tantas certezas?
- Es un poco de cada hormiga y todas las
hormigas al mismo tiempo. Es lo que UNO dice.
-¿Pero quién vio lo que dijo ese UNO, quien
les trajo sus ideas? iNadie! Es lo que UNO dice,
es lo que hay que decir para ser bien visto por las
hormigas negras. "Y las hormigas rojas esto, y las
hormigas rojas aquello, y el Gran Dispositivo es
ingenioso, y es eficaz y esto y lo otro ...", en el fondo
esas palabras son huecas. iSi todo el mundo termina
por hacer como todo el mundo, UNO no sabe
realmente quién piensa qué! iLo siento mucho, pero
seguir las órdenes del pueblo, de la reina, y lo que
UNO dice, no es vivir SU vida!
21. 42
-Detesto tu manera de ver el mundo -dice el
contramaestre.
- Pero no es una visión del mundo: no pretendo
ser el dueño de la verdad. Digo solamente que las
hormigas negras hacen un recorrido muy extraño.
Cada una cree que las otras conocen el destino, pero
en el fondo todo el mundo se sigue y se tropieza sin
saber muy bien hacia dónde. Todo el hormiguero
sigue la dictadura de lo que UNO dice. y sigue
diciéndome que todas sus acciones son las más
útiles, ientonces dígame cuál es la utilidad de la
utilidad!
Lacucaracha no ha terminado su frase cuando el
contramaestre le escupe un chorro de ácido.
22. 44
Martin comienza a correr y salta en una ola de
bilis. Se agarra lo mejor que puede a una cereza en
conserva, probablemente recolectada en algún lugar
de la Selva Negra. Los soldados, alertados por los
gritos del contramaestre, van y vienen sobre la orilla.
La cucaracha se aleja de la agitación frenética de
las hormigas. Agarra un pequeño pedazo de rábano,
luego una semilla de manzana, y se aleja sobre una
vieja lechuga ...
Escapa en el silencio acolchonado del cuerpo de
Martin Heidegger, lejos de la pequeña sociedad de los
mirmidones y de su cantera ruidosa y rutilante de
modernidad, lejos del ácido y de las injurias, lejos del
rugido de lo que UNO dice.
23. 46
Martin se alza sobre la orilla. No puede creer
que se haya dejado engañar por las hormigas. Está
muy arrepentido de haber ayudado a esos fanáticos.
Extendido, espera que sus pequeñas alas se sequen
un poco.
Se encuentra bajo un cielo de costillas, en
las deliciosas pestilencias de la descomposición:
montones de carne, carne seca, células grasas y
bosques de vasos sanguíneos forman a su alrededor
arborescencias fantásticas.
"Definitivamente, ltodas mis empresas me
sumergen en una existencia inauténtica! Pero
entonces, ¿qué me queda por hacer para ser yo
mismo? ¿Es preciso deambular ahora y para siempre,
en busca de una respuesta?" .
y mientras explora su conciencia y sus errores, se
sumerge en una extraña selva; se enreda las patas en
las raíces, se golpea la cabeza contra las ramas bajas,
se pierde en zonas sombrías. Toda la naturaleza está
allí, secreta, inútil, monstruosa, casi asquerosa.
Finalmente, el mundo se abre de nuevo frente a él,
cuando llega a un claro bañado de luz.
24. 48 •
iQué alivio! En medio de esta claridad, un
pequeño grupo de gusanos perezosos se retuerce. Son
resplandecientes, magníficos, serenos; sus anillos se
frotan en silencio. De repente, uno de ellos levanta
la cabeza y pregunta:
-¿Quién viene? ¿Un amigo?
El gusano ciego no sabe hacia dónde dirigirse para
obtener una respuesta.
-Un amigo -responde Martin.
-Pareces agotado. ¿De dónde vienes?
-Estaba en el hormiguero, ituve una experiencia
terrible!
- "Donde está el peligro también crece lo que salva",
filosofa otro gusano alzando la cabeza.
Martin abre los ojos, aterrado.
-Muy bien, mi querido Friedrich. Pero tú
-pregunta a Martin-, ¿qué haces por aquí?
-Busco una respuesta a esa pregunta: ¿Por qué
estoy aquí? Pero dudo de que puedan ayudarme.
- La rosa no tiene un porqué; florece porque florece,
no tiene preocupación desi, no desea ser vista -canta
otro gusano, aclamado por el resto.
-iBien dicho, Silesius!
25. 50 •
-Me perdonarán -interpela la cucaracha,
agobiada por estos enigmas-, iustedes me enredan
las ideas! Si no tengo razones para estar aquí, ivale
más echarse al inodoro!
Otro gusano toma la palabra:
-La lucidez es la herida más cercana al sol.
Sus compañeros lanzan un grito de admiración:
-iMagnífico, René!
Martin, por su parte, lanza un suspiro.
- Éramos como tú antes de entrar en Heidegger
-dijo el gusano-. Uno se contentaba con retorcerse
y alimentarse, aprovechar al máximo las reservas, y
luego volvía a ciegas buscando otro banquete. Pero
aquí, aprendimos a ver...
-¿A ver qué? -pregunta la cucaracha rascándose
las antenas.
- La mayoría de las personas prefieren creer que el
fin de la existencia es servir a la patria, a la familia,
a la colonia, pero también de servirse a sí mismo, de
consumir. Sin embargo, sienten un vacío, se repiten
cada día: no, existir no puede ser solo eso... pero de
inmediato, intentan olvidar lo que acaban de decir.
26. 53
-¿De qué abrigo me hablas?
-Pues bien... idel mundo!
- Pero no puedo verlo ni decir lo que es
-murmura Martin-. ¿Cómo agradecerle?
- Estás en él -susurra el gusano con un tono
malicioso. Elmundo brilla por su ausencia; no lo
ves, no lo escuchas, no lo sientes, iy sin embargo
acoge todo lo que ves! Élte exigeque busques
palabras para decirlo. Esesto lo que debemos hacer:
habitar el mundo poéticamente.
52 •
-Entonces, en lugar de emplear palabras vacías
gastadas por todos aquellos que las pronuncian,
preferimos agradecer lo que está aquí, diciendo, por
ejemplo: "La flores aisladas florecen en la pradera".
y mientras escucha estas palabras, Martin ve
las pequeñas flores color sangre que se abrieron
por todos lados en el claro. No les había prestado
atención, y estaban ahí antes de que él llegara.
-¿Ves estas flores? No estarían aquí sin el claro.
Puedes agradecerle al cuerpo de Heideggerde estar
aquí, pues sin él no habrías visto el claro; también
al cementerio, pues sin él, el cuerpo no habría
encontrado abrigo, y, sobre todo, al otro abrigo, al
más vasto, pues sin él no habrías visto nada.
27. 54 55
Un mundo más rico se abre ante él. Percibe los
ornamentos de luz y sombra, también los orificios
y los montículos. Es hermoso un Heidegger cuando
uno se toma el tiempo de observarlo, no como
un festín, sino por lo que es en sí mismo ... un
verdadero paisaje montañoso, con sus puertos, sus
cimas y sus valles. Sus tendones, que cuelgan como
enredaderas. Es lo que habría tenido que mostrarles
a las hormigas, tan pobres de mundo. Habría sido
necesario arrancarlas de su fábrica para traerlas aquí,
a pasearse en barca, en esquí o simplemente a pie.
- iPero eso no tiene sentido! -se queja Martin con
voz inquieta-. Encontrar las palabras para nombrar
el mundo, si nadie puede verlo ni escucharlo ...
-Permanece en silencio, observa y escuchará tu
llamado.
-liLa cabeza surca la galaxia del absurdo" -canta
René antes de volver a sumergirse entre sus pares.
Martin observa las bóvedas heideggerianas. Solo
ve alimento, y se pregunta cuántos kilos hay, cuántas
colonias podrían alimentarse con esta reserva.
Entonces, de repente ... ive!
28. l·
/
/ / /
/
56 •
Sigue observando y se da cuenta de que las
costillas forman un armazón blanco: sirven de
soporte a una carne que parece un cielo naranja
con vetas luminosas. Martin nunca había prestado
atención a aquello. Sin embargo, es preciso verlo,
de verdad que es muy bello. Pues para quien sabe
observar las cosas, la carne es más que un alimento
procesado por el Gran Dispositivo, no es un
territorio que debe ser conquistado; tiene una forma,
un color, un gusto pero también un peso, una cierta
humedad. Hace ruido, sus gases suenan y huelen, su
olor está mezclado al de la tierra, en esta sutil mezcla
flota el perfume de los vestidos en descomposición:
en fin, el mundo entero se revela discretamente en
un cuerpo, por poco que se deje de utilizar.
- Las palabras me faltan para expresar lo que
siento -dice la cucaracha-, me siento excedida,
diseminada hacia algo que no logro comprender del
todo.
-Amigo mío, ieso es existir!
Martin se devana los sesos. Contempla todo lo
que ofrece el claro:
-liLa carne tiene matices violeta" -exclama después
de un largo recogimiento.
-iNada mal! -ríe el gusano.
- "Les raíces cosquillean el cofre de la tierra".
-iMucho mejor!
- (j ¡La cabeza de Heidegger, con sus savias pegajosas!
iQué estimulante es sobrepasarse a sí mismo!
-admite Martin-. Eso cambia la rutina de lo que
UNO afirma".
29. 58
Martin agradece a los brillantes mensajeros antes
de adentrarse en los pliegues del cadáver. Visita
todas las parcelas. Él, que creía que existir era errar,
comprende que en realidad se trata de un paseo.
Habiendo llegado a los confines del riñón, se pone
a contemplar los reflejos de la carne, aprecia el olor
acre, el color púrpura. Pero todas las cosas que ve,
huele y escucha son diferentes y, sin embargo, sabe
que tienen un punto en común, que están allí, en el
mismo mundo.
"Si debo encontrar una respuesta es necesario que
este punto en común sea diferente de todas las cosas,
si no, sería una cosa entre las otras cosas. ¿Cómo
nombrar esta diferencia que permite a las cosas
estar presentes, pero que ella misma no puede estar
presente? Esta dimensión que se me escapa, que no
veré jamás, que no escucharé jamás, que no tocaré
jamás y que no lograré jamás nombrar perfectamente
y que sin embargo se hace escuchar y me llama,
«iomo nombrarla?
Loque permite decir que las cosas son esto o
aquello, la fuente de todo lo que es, presente, y que
puedo sin lugar a dudas llamar el ser.
30. 61
Ese es el sentido de mi existencia: formular la
pregunta del ser y no salir nunca de ella, evitar
responder al sentido de la existencia como lo hacían
la reina o el- contramaestre. ¿Por qué las cosas están
aquí, cuál es el sentido de mi existencia? Son obras
que debemos comenzar antes de morir sin esperar
terminarlas nunca. lQué angustia, qué angustia!
Pero... la felicidad devivir me sacude como un trueno.
l'Iengo afán de llevarle mi respuesta a Epicuro!".
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En la superficie, la viuda de Heidegger no cree lo
que oye. nn el silencio de este jardín de muertos"
una pequeña voz habría cantado, asombrada de SI
misma, radiante?