El resumen describe una entrevista con el escritor uruguayo Eduardo Galeano en un hotel en Buenos Aires. Galeano discutió temas como la historia del saqueo capitalista de América Latina, la oposición de la gente a las arbitrariedades del sistema, y la unidad lenta pero importante del continente como centro del crecimiento social. Después de casi una hora de charla crítica pero esperanzadora, los periodistas agradecieron a Galeano y se retiraron, dejándolo leyendo en el sillón donde lo habían encontrado.
1. La siesta del lunes se iluminó con los hilos de sol que se filtraban entre
las nubes. La calle Florida al 1700 combinaba una brisa que apenas
alcanzaba para mover las hojas de los árboles. El equipo de
periodistas llegó unos minutos antes de lo pautado. Eran las 2 de la
tarde. Los reporteros ingresaron al Hotel Andino. En la sala de espera
aguardaba el escritor. Eduardo Galeano estaba solo, sentado en un
sillón individual, con sus pies cruzados y un libro entre sus manos. El
uruguayo soltó el libro y se paró de inmediato. La charla comenzó
entre cafés y masas finas.
El uruguayo colmó el silencio de reflexión con un decir pausado. La
sala de espera del hotel se transformó en un pequeño auditorio. El
improvisado público lo observaba sin parpadear.
La primera pregunta fue poco novedosa. Galeano afirmó que la historia
de América Latina era la historia del saqueo del Capitalismo. Su rostro
se transformaba en sintonía con la pasión de sus palabras. Hizo una
pausa, bebió un sorbo de café y continuó con el relato.
El escritor sostuvo que la gente se oponía con fuerza a las
arbitrariedades del sistema. Admitió que la tecnología había significado
un gran avance para democratizar la palabra pública. El autor de Las
venas abiertas de América Latina aseguró que la unidad del continente
era un proceso lento y difícil, pero aseveró que significaba el centro del
crecimiento social.
El discurso de Galeano fue crítico. Sus palabras reflejaban la
esperanza de un mañana mejor. Después de casi una hora de charla,
los periodistas agradecieron al escritor y le entregaron un presente. A
las tres y media el equipo de prensa se retiró del lugar. El entrevistado
quedó sentado en el mismo sillón. Galeano asumió la pose del inicio,
contempló por un instante el silencio y retomó la lectura de su libro.