20. Revolución Industrial y Arquitectura.
“Desde mediados del siglo XVIII, la sustitución del carbón vegetal por el
mineral permitió la obtención de hierro fundido o colado en grandes
cantidades. Es éste un material duro, inflexible y resistente a la compresión,
lo que le hacía muy apropiado para la construcción de máquinas, de raíles
–cuando surgió el ferrocarril- y en seguida para la aplicación en la
arquitectura. A lo largo de todo el siglo XIX la tecnología del hierro no dejó
de evolucionar. /.../ Más adelante, el acero –combinación de hierro y una
mínima parte de carbono- sustituiría al hierro fundido y forjado, al unir a una
gran resistencia una enorme elasticidad /.../ [de todas formas estos
materiales en el uso no se generalizará de inmediato] En efecto, si ya
ciertas manifestaciones del clasicismo romántico y del neogótico atentaban
contra la concepción académica de la arquitectura, el empleo masivo del
hierro supondría, según sus detractores, la desaparición misma de esta
práctica milenaria. Los proyectos concebidos exclusivamente con hierro
producían una impresión de artefacto extraño sin ligazón aparente con la
arquitectura. Ante tal resultado, los arquitectos optaron en su mayor parte
por considerar estas construcciones como obras de ingeniería puramente
tecnológicas desposeídas de carácter artístico, es decir, desprovistas de
belleza. /.../ A pesar de su rechazo conceptual, los arquitectos no tuvieron
más remedio que asumir el hierro, dados los beneficios que reportaba.”
Javier Hernando Carrasco. En RAMIREZ, Juan A. Historia del Arte 4