Una ecuación diferencial ordinaria de primer orden es homogénea si la función que define la ecuación es homogénea de orden cero. Para que una ecuación sea homogénea, los coeficientes deben ser funciones homogéneas del mismo grado. Como ejemplo, se presenta una ecuación diferencial homogénea de grado cero cuya solución general se obtiene mediante sustitución y posterior integración.