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SEGURIDAD CONTRA INCENDIOS
NIVEL I
Química del fuego
• un combustible
• calor
• un comburente (oxígeno)
• una energía de activación
Cuando a una sustancia combustible se la calienta a cierta temperatura crítica
(llamada “temperatura de inflamación”), dicha sustancia se inflamará y continuará
quemándose mientras haya combustible, se mantenga la temperatura adecuada y
haya suficiente oxígeno, generando una cierta cantidad de “productos de combustión
y , normalmente, luz y calor.
Para que se de la combustión, se necesitan condiciones especiales, a saber:
a) que los elementos antes mencionados se combinen en proporciones
adecuadas
b) que la energía de activación (conocida como reacción en cadena)
sea suficiente
EL CONOCIMIENTO DE LA REACCION QUIMICA DE UN
FUEGO, ES LA BASE QUE NECESITAMOS PARA PODER
EXTINGUIRLO ADECUADAMENTE
temperatura enfriamiento
oxígeno sofocación
combustible eliminación
reacción en cadena inhibición
Extinción por enfriamiento
Para extinguir un fuego por enfriamiento, solo será necesario absorver parte
del calor total que se está produciendo, de modo tal que la temperatura resultante esté
por debajo de la temperatura de inflamación.
El agente de extinción por enfriamiento mas abundante, barato y práctico es
el agua. Su calor específico y latente es mas alto que el de otros tipos de extintores,
lo cual significa que se necesita mayor cantidad de calor para calentarla y evaporarla.
Como ejemplo, vale citar que para elevar en un grado centigrado (1º C) una cantidad
de un gramo (1 g) de agua, se necesita una caloría. Por lo tanto, para elevar la
temperatura de un litro de agua en solo un grado, se necesitarán 1.000 calorías.
Por otra parte, cuando se la transforma en vapor, el agua se expande 1.700
veces, reduciendo el volumen de aire (oxígeno) que se necesita para mantener la
combustión en la zona del fuego. El agua tiene además la propiedad de penetrar y
llegar a fuegos ubicados en sitios recónditos. Esto hace que sea un medio eficaz de
enfriamiento y un excelente agente de dilución.
Extinción por eliminación del combustible
El retirar un combustible de un fuego es, por lo general, difícil y peligroso.
Sin embargo, los tanque de almacenamiento de líquidos inflamables, se pueden
disponer de forma tal que, en caso de incendio, su contenido se pueda trasvasar hacia
un tanque vacio que esté alejado del foco ígneo. Además debe tenerse en cuenta que,
en cualquier mezcla de gases o vapores combustibles y aire, el agregar aire en exceso
produce el efecto de diluir la concentración de combustible por debajo del punto
mínimo necesario para que la combustión persista.
Extinción por sofocación
La extinción del fuego por separación del oxígeno, puede lograrse sofocando
la zona en llamas con un material incombustible, por ej. cubriéndolo con una manta
incombustible o húmeda, arrojando sobre el fuego tierra o arena, o cubriéndolo con
una espuma química o mecánica.
La extinción por difusión de los reactivos (oxígeno y vapores combustibles)
por debajo de la concentración necesaria para mantener la combustión, se logra
cubriendo el fuego con un manto de anhídrido carbónico o con otro tipo de gases de
extinción adecuados (Inergen, Argón, FM 200, CEA 400, etc.).
El fuego quedará apagado si el manto tiene el tiempo necesario para que el
material combustible se enfríe por debajo de su punto de inflamación y si ha no hay
fuente de ignición.
El anhídrido carbónico y otros gase de extinción, no ofrecen muchas garantías
en fuegos donde haya madera, trapos o papel, ya que generalmente no se puede
mantener el manto de gas inerte el tiempo suficiente como para apagar las brasas.
Además, no les es posible apagar el fuego en materiales que contienen el oxígeno en
su composición química, como el nitrato de amonio y la nitrocelulosa.
En el terreno de la prevención de incendios, el principio de la separación de
oxígeno se aplica cuando se usa un gas inerte (anhídrido carbónico, Inergen, FM 200,
CEA 400, etc.) para desalojar vapores, polvos y otras sustancias combustibles en
lugares cerrados, tal como en centros de cómputos, aeronaves, etc.
Extinción por inhibición de la reacción en cadena
Estudios recientes de la química del fuego, han dado por resultado algunas
revisiones de la teoría de extinción de incendios, dando origen a la teoría del
“Tetraedro del fuego”.
Al analizar la anatomía de un fuego, las moleculas originales de combustible
parecen combinarse con el oxígeno en una serie de etapas sucesivas, dando lugar a
una verdadera “reacción en cadena”, para llegar a los productos finales de
combustión. Son estas etapas las que provocan la evolución de las llamas. Existen
hoy en día agentes extintores capaces de inhibir esta reacción en cadena, logrando de
esta manera la extinción del fuego.
Clasificación de los fuegos
Los fuegos se han clasificado en cuatro clases, basándose en los materiales
combustibles que les dan origen.
Fuegos clase “A”
Son los que se dan sobre materiales sólidos, tales como la madera, el papel, la
viruta de madera, los trapos, desperdicios, etc. Un factor importante a considerar en
esta clase de fuegos, es el que hace al estado de subdivisión de la materia, ya que
cuanto mayor sea la superficie de exposición al fuego, tanto mayor será el grado de
combustión que alcance. Así por ejemplo, la viruta de madera o el aserrín, arden con
mayor virulencia que una tabla de madera; un libro, demandará mas tiempo de
exposición a la fuente de calor que si se hace una pila con sus hojas, etc.
La acción de sofocación y enfriamiento del agua –o de soluciones que la
contengan en porcentajes altos-, son de importancia fundamental para la extinción de
este tipo de fuegos.
Hay polvos químicos secos especiales (ABC), que extinguen rapidamente las
llamas y forman una capa que retrasa la combustión. No obstante, para una extinción
total se recomienda continuar el proceso de extinción utilizando agua.
Fuegos clase “B”
Son los que ocurren debido a la presencia de una mezcla de vapor y de aire
sobre la superficie de un líquido inflamable, tal como nafta, aceite, pintura, algunos
tipos de solvente, etc.
El limitar el aire (oxígeno) e inhibir los efectos de la combustión, son de
importancia fundamental en esta clase de fuegos. Los chorros de agua pueden
favorecer la propagación del fuego, ya que pueden producir derrames y/o
salpicaduras, aunque en ciertas condiciones, la utilización de agua en forma de
niebla es sumamente eficaz. Los medios extintores recomedados son el anhídrido
carbónico, los polvos químicos multiuso y la espuma.
Fuegos clase “C”
Son los que involucran equipos e instalaciones eléctricas bajo tensión, o que
ocurren tan cerca de ellos que deben ser considerados dentro de esta categoría, en los
cuales se deben usar agentes extintores no conductores. Los extintores ideales para
esta clase de fuegos, son los de anhídrido carbónico, y los polvos químicos BC
Monnex o Púrpura K. Si bien hay matafuegos a base de polvo químico triclase ABC
aptos para esta clase de fuegos, no son recomendables en instalaciones con tensiones
superiores a los 800V, por cuanto su principal componente (el fosfato monoamónico)
puede convertirse en conductor de la electricidad, con el consiguiente riesgo para el
operador. Tampoco deben utilizarse espumas ni agua, por ser buenos conductores de
la electricidad.
Fuegos clase “D”
Son los que ocurren en metales combustibles, tales como el magnesio, el
titanio, el litio, el sodio, etc. Para controlar y extinguir fuegos de esta clase, se han
desarrollado agentes extintores y técnicas de extinción específicas. En general, se
recomienda no utilizar agentes extintores comunes sobre fuegos metálicos, ya que
existe el peligro de aumentar la intensidad del fuego debido a una reacción química
entre algunos agentes extintores y el metal que se está quemando.
Formas de propagación del calor
Existen tres formas de propagación del calor, las cuales necesitan para poder
darse, de dos condiciones básicas:
a) existencia de un emisor y un receptor
b) diferencia de temperatura entre ellos
Las tres formas de propagación del calor son: conducción, convección y
radiación.
Conducción: es la transferencia del calor a través del contacto directo de un cuerpo
con otro o por la transferencia de una molécula a otra del mismo cuerpo. El ejemplo
mas claro, es el de la barra de hierro a la cual se la calienta en uno de sus extremos,
pudiendo comprobar al poco tiempo que el calor se ha transmitido hasta el otro
extremo.
Convección: es la transferencia del calor por circulación de un líquido o un gas.
Aquí pueden tomarse como ejemplo, la calefacción por inyección de aire caliente y
las agua termales.
Radiación: es la transferencia de calor de un área a otro sin tener contacto directo
con ella o sin circulación de gases calientes. El ejemplo típico es el del calor
producido por los rayos solares.
La radiación depende de:
• temperatura del emisor
• área del emisor
• distancia entre los cuerpos
• características del receptor
Incendio
En términos generales se denomina incendio a todo fuego incontrolado que
afecta la seguridad de persona y/o bienes susceptibles de valor económico.
Aquí cabe señalar que muchos incendios, son en su origen fuegos controlados
que, por una causa u otra, escapan al control de quienes los iniciaron: caso de los
incendios de bosques, incendios iniciados por chispas de soldadura, etc.
Sistemas de extinción
Los equipos utilizados para controlar y extinguir incendios, pueden
clasificarse de muchas maneras, pero esencialmente y teniendo en cuenta la
posibilidad o no de ser trasladados, se los clasifica en fijos y portátiles.
Estos equipos, a su vez, pueden subdividirse de acuerdo al tipo de sustancia
extintora que utilicen.
Los equipos fijos, deben ser complementados con equipos portátiles
(matafuegos), por cuanto muchas veces estos últimos hacen innecesario el uso de las
instalaciones fijas, ya que correctamente utilizados (en tiempo y forma), impiden que
un fuego incipiente se propague al lograr extinguirlo en su etapa inicial.
Para ser efectivos, estos equipos deben ser:
- confiables
- del tipo correcto para el tipo de incendio que puede ocurrir en ese lugar
- estar ubicados en lugares accesibles
- ser mantenidos en perfectas condiciones de funcionamiento, inspeccionados
frecuentemente y recargados oportunamente
- ser conocidos por el personal del lugar
Clasificación de los extinguidores
Clase A
Son apropiados para usarse en fuegos de materiales combustibles sólidos
corrientes, tales como madera, papel, textiles, etc., en los cuales es primordial una
extinción por enfriamiento. Su carga extintora puede ser de agua pura o espuma con
una capacidad de 10 litros, o de polvo químico triclase con una capacidad de 5 o 10
kg. Actualmente su presurización es directa en el recipiente y la misma se controla
con un manómetro incorporado en la parte superior del equipo, que marca
usualmente la carga óptima con una zona demarcada en color verde, otra en color
rojo que indica la necesidad de recarga y una intermedia amarilla.
Los extinguidores clase “A”, se identifican con un triángulo que contiene la
letra A.
Clase B
Este tipo de extinguidores, son aptos para fuegos de líquidos y gases
inflamables, tales como nafta, pintura, butano, propano, etc., en los que tal como ya
se expresó anteriormente, el efecto de exclusión de oxígeno es esencial. Su carga
exintora puede ser a base de espumas (química o mecánica), polvo, anhídrido
carbónico y gases halogenados (estos últimos solo para usos estratégicos o militares).
Los extinguidores de clase “B”, se identifican con un cuadrado que contiene
la letra B.
Clase C
Son apropiados para usarse en incendios de equipos e instalaciones eléctricas
bajo tensión (o como ya aclaramos anteriormente, en proximidad de estos), donde la
no conductividad eléctrica del agente extintor es de suma importancia, debido al
peligro de electrocución que entrañan los extintores a base de agua. El tipo mas
común es el de anhídrido carbónico.
Los extinguidores de la clase C, deben identificarse por un círculo que
contenga la letra C.
Letra D
Estos extinguidores son de utilización exclusiva sobre metales combustibles
(magnesio, potasio, polvo de aluminio, sodio, titanio, etc.).
Se identifican mediante una estrella de cinco puntas que contiene la letra C.
Medidas básicas a observar para la prevencion de incendios
A continuación se detallan algunas normas básicas de prevención de
incendios, de cuya observación depende que, la posibilidad de que se generen
siniestros, se vea disminuida.
1. No usar estufas, calefactores portátiles, ventiladores y en general ningún tipo de
artefactos eléctricos en mal estado.
2. No ubicar elementos de fácil combustión cerca de lámparas incandescentes. Debe
tenerse en cuenta que, una lámpara de 100 W, genera temperaturas que van desde
los 350º C hasta los 3.000º C, según sea la zona de la misma que se considere y su
posición relativa respecto de la vertical.
3. Controlar que las lámparas eléctricas y los tubos fluorescentes estén debidamente
instalados, ya que de lo contrario el riesgo de incendio por accidente eléctrico,
será elevado.
4. Para desconectar un conductor eléctrico, hacerlo tomándolo por su enchufe, sin
tironear, pues esto podría causar un daño en la cobertura aislante, con el
consiguiente riesgo de cortocircuito y/o electrocución.
5. Evitar el acercamiento de líquidos inflamables a objetos o elementos que irradian
calor.
6. Todo líquido inflamable que se derrame, debe ser rapidamente secado,
ventilándose adecuadamente el lugar. El elemento utilizado para el secado (trapos,
papel, vermiculita, aserrín, etc.), deberá ser dispuesto en recipientes
suficientemente seguros, hasta el momento de su disposición final.
7. Controlar que en los sectores donde esté permitido fumar, haya suficiente cantidad
de ceniceros, para evitar que las colillas de cigarrillo o fósforos sean arrojados en
lugares que puedan generar riesgos (cestos de papeles, etc.).
8. Evitar mantener líquidos inflamables en las oficinas.
9. En los sectores donde se utilicen implementos eléctricos (cafeteras, computadoras,
aire acondicionado,etc.) instruir debidamente al personal para que sean apagados
y/o desconectados antes de retirarse del lugar.
10. No colocar elementos que irradien temperatura sobre escritorios, sillas u otros
lugares donde por recalentamiento se puedan generar incendios.
El agua en la lucha contra el fuego
El agua es el agente extintor más abundante y barato que se puede encontrar en la
naturaleza y, por lo tanto, el más usado. A continuación, describiremos las características
físicas del agua y sus limitaciones, referidas a esta capacidad extintora, como así también su
forma de actuación por enfriamiento y sofocación.
Propiedades físicas
Las propiedades físicas más importantes son:
* A temperatura ordinaria, el agua es un líquido pesado y relativamente estable.
* Se necesita una caloría para elevar en 1º la temperatura de un gramo de agua (calor
específico del agua). Por lo tanto, para elevar la temperatura de un gramo de agua
entre 0º C y 100º C hacen falta 100 calorías.
* El calor de vaporización del agua (la conversión en vapor de un gramo de agua
temperatura constante) es de 540 calorías por gramo a presión atmosférica.
Otra propiedad digna de ser resaltada es que, al pasar de líquido a vapor, su volumen
aumenta aproximadamente 1.700 veces. Este gran volumen de vapor de agua, desplaza un
volumen igual de aire que rodea al fuego, reduciendo de este modo la cantidad de comburente
(oxígeno) disponible para que la combustión se mantenga.
Propiedades extintoras
Durante mucho tiempo, el método más eficaz para extinguir un incendio, consistió en
dirigir un chorro de agua contra la base del fuego. Este mismo procedimiento continúa
vigente aun hoy, aunque con algunas variantes que permiten un mejor aprovechamiento del
líquido, tal como el empleo del agua en forma pulverizada.
a) Extinción por enfriamiento.
En la mayor parte de los casos, si la superficie del material en combustión se enfría
por debajo de la temperatura necesaria para que emita suficiente vapor para continuar la
combustión, el fuego se extinguirá. Generalmente, el enfriamiento superficial no es eficaz
contra los fuegos de líquidos inflamables o productos gaseosos, cuyos puntos de inflamación
estén por debajo de la temperatura del agua (generalmente se tomo como referencia una
temperatura de 38º C).
La cantidad de agua necesaria para la extinción, depende obviamente de la cantidad de
calor que deba absorverse. La velocidad de extinción depende del caudal que se aplique con
relación al calor generado, de la zona que cubra el fuego y del modo de aplicación del agua.
Lo mejor es descargar el agua sobre el fuego de manera tal que pueda lograrse el
máximo efecto enfriador mediante la absorción de calor. Esto se logra haciendo que el agua
se caliente hasta su punto de ebullición y se convierta en vapor (proceso que se logra con
mayor facilidad cuando el agua se aplica en forma de pequeñas gotas en vez de hacerlo en
forma de chorro compacto).
Los principios en que se basa la acción enfriante del agua en forma pulverizada, son
principalmente:
* la cantidad de calor transferido es proporcional a la superficie del líquido expuesta
al calor. En un volumen dado de agua, la superficie expuesta es mayor cuando la masa
se convierte en gotas.
* la cantidad de calor transferido, depende de la diferencia de temperatura que exista
entre el agua y el material en combustión o el aire que lo rodea.
Ciertos materiales se descomponen químicamente cuando alcanzan una temperatura
elevada, por lo cual en estos casos el agua puede emplearse para enfriarlos por debajo de la
temperatura necesaria para su descomposición, a no ser que el material reaccione
químicamente con ella.
Muchas veces, siempre que esto no genere un daño mayor que el mismo fuego,
pueden humedecerse los materiales cercanos al proceso ígneo ya que la humedad que estos
retengan, deberá ser evaporada antes de que alcancen la temperatura de ignición.
b) Extinción por sofocación.
Si se logra generar vapor de agua en cantidad suficiente, se puede desplazar o
suprimir la presencia de aire. Ciertos tipos de productos de combustión pueden extinguirse
por esta acción sofocante.
Los fuegos de los materiales combustibles sólidos se extinguen normalmente por el
efecto enfriador del agua, no por el efecto de sofocación creado por la generación de vapor.
Aunque este último efecto tiende a suprimir las llamas, no suele extinguir totalmente los
incendios.
En algunos casos, puede usarse agua para sofocar incendios de líquidos inflamables, a
condición de que su punto de inflamación esté por encima de 38º C, su densidad relativa sea
superior a 1,1 y que no sean hidrosolubles.
En los casos en que la descomposición de un material ardiendo libere oxígeno, no se
puede lograr efecto sofocador por medio de ningún agente.
Conductividad eléctrica del agua
El agua en su estado natural contiene impurezas que la hacen conductora de la
electricidad. La aplicación de agua a aparatos eléctricos bajo tensión, implica el riesgo de que
se produzca una descarga eléctrica con el consiguiente riesgo para el operador del equipo de
extinción.
Los principales factores que determinan el efecto de una descarga eléctrica son:
1) el voltaje y amperaje de la corriente descargada
2) la fragmentación del chorro de agua, como resultado de la conformación de la
lanza, de la presión utilizada y de las condiciones del viento.
Esta fragmentación influye sobre la conductividad del chorro, puesto que los espacios
de aire que se forman entre las gotas interrumpen el recorrido de la electricidad hacia
tierra. Algunas lanzas de chorro y niebla modernas proporcionan una dispersión de las
gotas bastante eficaz, lo cual hace disminuir el riesgo de conductividad en
comparación con las de chorro pleno.
3) la pureza del agua y su resistividad relativa.
4) la resistencia a tierra del cuerpo del operador, influida por su situación (si está
sobre suelo mojado o seco), la humedad de su piel, la cantidad de corriente que puede
soportar su cuerpo, la duración de la exposición a la corriente, el tipo de ropa que
utilice (si le brinda protección eléctrica o no), etc.
5) la resistencia a tierra de la manguera.
Empleo del agua sobre equipos eléctricos
En la actualidad existen equipos que, como se señaló en el punto 2, logran una
dispersión del agua tal que hace que disminuya notablemente el riesgo de conductividad
eléctrica a través de ella, lo cual aunado a un entrenamiento especializado para el ataque al
fuego en equipos eléctricos, permiten a los cuerpos de bomberos atacar con eficacia y
seguridad los incendios que se generan en dichas instalaciones, pero es necesario destacar
que este tipo de extinción sólo debe ser practicada por personal especializado y con
entrenamiento adecuado.
No obstante esto, la técnica más segura sigue siendo, siempre que esto sea posible, la
de desenergizar los equipos o instalaciones afectadas, de modo tal de convertir el fuego tipo
“C” en un fuego del tipo “A””.
Reactividad del agua con ciertos materiales
Por regla general, no debe emplearse agua en combinación con carburos, peróxido,
sodio metálico, polvos de magnesio, etc., que emiten gases inflamables y/o producen calor en
contacto con el agua.
Los carburos de algunos metales, tal como el de sodio (Na) y de potasio (K), pueden
reaccionar explosivamente en contacto con el agua. Muchos de ellos, como los carburos de
calcio (Ca), litio (Li), potasio (K) y bario (Ba), se descomponen con el agua formando
acetileno. Además del riesgo de formar un gas inflamable, algunos carburos presentan otro
riesgo de incendio al generar calor en contacto con el agua. Al añadir un tercio de su peso en
agua a uno de estos carburos, la temperatura puede aumentar suficientemente para producir la
ignición del gas generado.
Algunos peróxidos inorgánicos, como el de sodio, potasio y de estroncio, no son
combustibles por si solos, pero reaccionan peligrosamente ante el agua, desprendiendo
oxígeno y gran cantidad de calor, lo que en determinadas condiciones puede producir
explosiones. El calor de la reacción con solo una pequeña cantidad de agua puede causar la
descomposición de todo el contenido del recipiente.
En el caso del sodio, éste se oxida rápidamente en aire húmedo, pero no se conocen
igniciones espontáneas, excepto la del sodio finamente pulverizado. Cuando se calienta en
aire seco, se incendia a temperaturas próximas a su punto de ebullición (890º C). El principal
riesgo de los incendios de sodio es la rápida reacción de este con el agua. El hidrógeno
liberado por esta reacción puede entrar en ignición por el propio calor de la reacción.
Red de hidrantes. Mangas. Lanzas
En algunos edificios, encontramos instalaciones fijas destinadas a proveer un
adecuado sistema de ataque contra incendios: red de hidrantes, instalación de rociadores
automáticos, instalaciones fijas de anhídrido carbónico, etc.
Una red de hidrantes está compuesta por una serie de elemento que describiremos a
continuación:
- un hidrante, montado sobre una cañería especial, la que a su vez se puede encontrar
alimentada por un tanque elevado, un equipo hidroneumático, un sistema de bombas o
directamente por la red de agua corriente. Básicamente, el hidrante no es más que una
válvula esclusa, cuya boca roscada (generalmente de 45mm ó 63,5mm de diámetro
interior) sirve para armar la manga de incendio.
- una manga de incendio, de diámetro adecuado al hidrante, generalmente de 25 ó 30
metros de longitud, provista de una unión hembra (que se arma al hidrante) y una
unión macho (que se conecta a la lanza).
- una lanza o pitón, que se coloca en el extremo de la manga, para dar velocidad y
dirección al chorro de agua.
Manga: el término “manga”, se utiliza para identificar un tipo de tubo cilíndrico
flexible, que lleva agua bajo presión desde el punto de aprovisionamiento hasta el lugar
donde se arroja para extinguir el fuego.
Como la extinción depende fundamentalmente del eficiente transporte del agua hasta
dicho lugar, las mangas son un elemento esencial. Por tal motivo, deben ser adecuadamente
conservadas y no ser usadas para otro propósito que el específico.
La manga más simple, es un tubo de tela o fibra sintética sin costura. Los hilos que
corren a lo largo de la manga constituyen la urdimbre y son los que le dan flexibilidad y
duración, en tanto que los transversales forman la trama, que le otorga resistencia a la
presión.
La longitud de la manga es de generalmente 25 a 30 metros, dado que esta la medida
más adecuada para facilitar la maniobra de tendido, reemplazo de tramos averiados o
aumento de tramos.
En sus extremos poseen uniones metálicas, cuya finalidad es permitir el conexionado
entre dos o más tramos de mangas entre si, o de estas con otros equipos y/o elementos de
lucha contra el fuego.
Si bien podemos encontrar uniones de muy diversas características, esencialmente los
tipos hoy en uso son:
Tipo a rosca: en este tipo hay dos piezas diferentes, una que presenta los hilos de su
rosca hacia afuera (macho) y otra que tiene una anilla giratoria, cuyos hilos están en la parte
interior (hembra). El armado se logra engarzando los hilos y haciendo rotar la anilla (cada
tramo de manga tiene una unión macho y otra hembra). En tal sentido, debe tenerse en cuenta
que, todo orificio por donde sale agua debe poseer unión con rosca macho y en cambio los
orificio por donde entra el líquido, poseerán uniones con rosca hembra, es decir que la unión
macho es la que se orienta hacia el incendio.
Para permitir una mayor hermeticidad en el armado de la unión macho con la hembra,
se utiliza una junta comúnmente llamada “rodete”, la que se ubica en la cavidad o rebaje que
presentan a tal efecto la unión hembra.
El perfecto ajuste entre las dos uniones, se logra mediante la utilización de un juego
de “llaves unión”.
Tipo Storz: también conocida como “unión rápida” o de ¼ de vuelta, las que
presentan más eficiencia que las aanteriores, ya que permiten mayor rapidez en el armado,
evitan confusiones ya que las uniones son todas similares (no hay macho y hembra) y
difícilmente puedan dañarse ya que carecen de rosca con hilos.
Constan de un cuerpo (fundido en aluminio) que en su frente presenta dos salientes y
otras tantas muescas y pestañas, y una anilla roscada posterior fabricada en bronce. El armado
se hace introduciendo las salientes de una pieza en las muescas de la otra y dando un cuarto
de vuelta a cualquiera de ellas, para que las salientes de cada unión engarcen en las
respectivas pestañas de la opuesta.
El ajuste se logra rotando hacia la derecha cualquiera de las dos anillas y no requiere
el empleo de una llave, que sin embargo puede ser necesaria para el desarme de la unión.
Lanza: en los servicios de bomberos, se denomina “lanza” o “pitón” a un tubo
generalmente metálico, que se acopla al extremo de la manga con el objeto de dar velocidad y
dirección al agua. Desde que el agua sale de la lanza hasta que llega al punto deseado (por lo
general al material en combustión) recibe el nombre de “chorro”. Como la efectividad del
chorro es esencial en la lucha contra el fuego, resulta imprescindible contar con lanzas de
buena calidad y perfectamente cuidadas.
La lanza tradicional es un tubo de cobre, que adopta la forma tronco-cónica, para dar
más velocidad al agua. En sus extremos posee sendas piezas bronce soldadas, que reciben el
nombre de “cajas”.
La caja grande es la que se arma en la manga y por tal motivo cuenta con una rosca
hembra, dotada de sus correspondientes proyecciones cilíndricas.
La caja chica sirve para el armado de la boquilla (que es la pieza que completa la
lanza) y posee para ello una rosca macho.
En este tipo de lanza, los diámetros más comunes son los que corresponden a las
líneas más difundidas, o sea 63,5mm y 45 mm.
El complemento de la lanza es la boquilla, una pieza adicional que permite obtener
chorros de distinto alcance, de acuerdo a la presión de trabajo, sin necesidad de cambiar la
lanza. Para eso, todas las boquillas que corresponden a una lanza determinada, cuentan con
igual paso de rosca y solo se diferencian en su abertura final, que suele variar desde los 8
hasta los 32 mm de diámetro.
Las lanzas modernas se apartan tanto de los diseños tradicionales que resulta
prácticamente imposible respetar la nomenclatura de cajas, tubo y boquillas, por la sencilla
razón de que tales elementos pueden no existir como tales o haberse fusionado entre si. Casi
todas ellas permiten la producción de distintas clases de chorros (niebla, lluvia, chorro pleno)
cuyas características también pueden variarse modificando la presión de trabajo.
Reglas generales de ataque al fuego
Las maniobras de ataque a un incendio, implican el emplazamiento y entrada en
acción de los elementos dispuestos a tal efecto. Se plasma en este cometido la conjunción de
todas las reglas que profesionalmente se establecen al respecto.
Un incendio estará bien atacado cuando, desde los primeros instantes, se han
preservado los lugares con peligro de propagación o cuando al menos, los esfuerzos y la
atención se han dirigido a lograr tal objetivo.
Si bien no es posible encasillar en normas fijas y exactas la acción a desarrollar por las
personas encargadas del ataque al fuego, se han establecido una serie de reglas que responden
a la generalidad de los casos posibles, conocidas como “Reglas generales de ataque al
fuego” y que son las siguientes:
1) Atacar al fuego sobre su plano
2) Aproximarse a él lo más que sea posible
3) Combatirlo desde el lado hacia el cual son impelidas las llamas, o sea contra el
viento y comenzar la extinción desde lo alto de cada pieza
4) Proteger las escaleras del local incendiado y los sitios o locales próximos con
peligro de propagación
5) Apagar rápidamente las partes de madera, principalmente marcos de puertas y
ventanas
6) No dirigir el chorro de agua sobre objetos y mercaderías no atacadas por el fuego,
ni sobre humo, vidrios, armaduras metálicas, etc.
Utilización de espuma.
La aplicación de espuma para el combate de incendios, desde su presentación en
Inglaterra en 1877, ha evolucionado para convertirse en nuestros días en el recurso más
importante de la protección contra incendio en el proceso, transporte y almacenamiento de
líquidos inflamables.
A través de los años, se ha demostrado plenamente que la espuma es el único agente
extintor de aplicación práctica para prevenir en forma efectiva y combatir exitosamente los
grandes incendios de líquidos inflamables.
La espuma contra incendios del tipo mecánica, es un agente extinguidor compuesto
por agua, espuma concentrada y aire. Una vez aplicada , forma una capa sobre la superficie
líquida que extingue al fuego por los siguientes mecanismos:
- sofoca las llamas y previene la mezcla del aire con el vapor emitido por el líquido
inflamable
- contiene y previene la fuga de los vapores emitidos por el líquido inflamable
- separa las llamas de la superficie del líquido inflamable
- enfría el liquido inflamable y las superficies metálicas adyacentes
La espuma contra incendios debe poseer las siguientes características fundamentales
para lograr su plena efectividad en la prevención y extinción de incendios:
* fluir libremente sobre la superficie del líquido inflamable para cubrirla plenamente
* mantener cohesividad suficiente para formar una capa resistente que evite la emisión
de vapores del líquido inflamable
* resistir el calor sin sufrir descomposición y/o destrucción
* resistir a la saturación con combustible para evitar su propia reiginición
Existen tres tipos principales de espumas concentradas para el uso contra incendio,
formuladas para distintos tipos de riesgos: hidrocarburos líquidos, alcoholes y de aplicación
universal.
Las espumas concentradas específicamente formuladas para aplicaciones en líquidos
inflamables pueden ser proteínicas, fluoroproteínicas y AFFF (de película acuosa).
Las espumas proteínicas fueron desarrolladas en los EE.UU durante la segunda
guerra mundial y se obtienen de la hidrólisis de proteínas animales o vegetales, con el
agregado de aditivos estabilizadores e inhibidores para protegerla de la baja temperatura,
prevenir la corrosión de equipos y contenedores, controlar sus viscosidad y resistir a la
descomposición bacterial.
Las espumas proteínicas presentan las siguientes limitaciones en cuanto a su
aplicación:
a) no son compatibles con los polvos químicos, ya que reaccionan con ellos y se
destruye la capa de espuma
b) no pueden utilizarse en inyección bajo la superficie de líquidos inflamables por su
baja resistencia a la saturación de hidrocarburos, lo que permite que la espuma se
destruya.
Las espumas fluoroproteínicas son el resultado del esfuerzo para tener una espuma
compatible con el bicarbonato de potasio. Su formulación es similar a la de las espumas
proteínicas, además de un aditivo fluorinado sintético que mejoró su capacidad para cubrir la
superficie del hidrocarburo.
La espuma AFFF es un compuesto especialmente desarrollado para lograr baja
viscosidad y baja tensión superficial, lo que le permite extenderse rápidamente sobre la
superficie del líquido.
Las espumas concentradas resistentes al alcohol, son formuladas con polímeros
naturales y materiales insolubles en alcohol, para ser aplicadas en incendios de materiales
solubles en agua y combustibles que destruyan a los otros tipos de espuma, tales como la
acetona y el alcohol etílico.
La espuma concentrada universal tiene propiedades extintoras similares a las
espumas de los tipos fluoroproteínicas. Su aplicación se justifica en instalaciones donde
existan riesgos en hidrocarburos líquidos y en solventes polares.
Instalaciones de espuma contra incendio
Los sistemas de espuma contra incendio están integrados por los siguientes
componentes básicos:
- una fuente adecuada para suministro de agua
- suministro de espuma concentrada
- un sistema de distribución
- equipo dosificador de la espuma concentrada
- generadores de espuma
- aplicadores de espuma
Los sistemas fijos para aplicación de espuma se caracterizan porque todos sus
componentes están permanentemente instalados y están compuestos por una estación central
que proporciona la espuma e impulsa la solución hacia las diferentes áreas dentro de la
instalación donde se encuentran los aplicadores o puntos de descarga.
Las ventajas de este tipo de sistemas fijos, está dada esencialmente en que evita una
exposición innecesaria del personal y que pueden ser operadas rápidamente y entre sus
desventajas pueden señalarse su falta de flexibilidad al ser una instalación permanente y el
alto costo de la instalación.
Sistemas automáticos de detección
Estos sistemas están diseñados para detectar incendios, sin necesidad de contar con la
presencia humana en tal proceso ni en el posterior de alarma.
Una instalación de este tipo consta normalmente de una cantidad de detectores de
humo y/o calor, pulsadores manuales, un componente sonoro para dar alarma de incendio y
una central de alarma.
Todo este sistema es alimentado por una fuente de energía principal, provista por el
sistema eléctrico normal y una fuente secundaria (una o más baterías según las características
del sistema). Este sistema secundario proporciona energía al sistema para la transmisión de
alarmas en caso de que fallase el sistema principal, o alimenta la señalización de averías u
otras funciones que no son esenciales para la transmisión de alarmas, pero que están
asociadas a la confiabilidad del sistema.
Estos sistemas cumplen diversos cometidos: avisar a los ocupantes de un inmueble
que se está produciendo un incendio, disparar un sistema de alarma a distancia para alertar
del inicio del siniestro (a la fuerza de bomberos del lugar y/o a las personas que se considere
necesario), supervisar los sistemas de extinción para garantizar que funcionen cuando sean
necesarios, poner en funcionamiento un determinado sistema de protección contra incendios,
o una combinación de estos factores.
En lo que hace al tipo de sensores que pueden ser utilizados para la detección de un
proceso ígneo, pueden mencionarse:
Detectores térmicos: sensibles a las temperaturas anormalmente altas o a la velocidad
de aumento de la temperatura.
Detectores de humo: sensibles a las partículas visibles o invisibles de los productos de
combustión.
Detectores de llama: sensibles a las radiaciones infrarrojas, ultravioletas o visibles
producidas por el fuego.
Los detectores térmicos pueden clasificarse de una manera general en dos tipos:
a) los que reaccionan cuando el elemento detector llega a una temperatura
predeterminada (termoestáticos). El tipo de detector termoestático mas empleado es el
bimetálico, que se vale de los diferentes coeficientes de dilatación al calor de dos
metales para producir un movimiento que cierra un contacto eléctrico.
Otros tipos de detectores térmicos utilizan una ampolleta de cuarzo, la cual estalla a
determinada temperatura, accionando el sistema.
b) los que reaccionan ante una velocidad excesiva de aumento de la temperatura
(termovelocimétricos). Los detectores de este tipo, combinan dos elementos de
funcionamiento: uno que da la alarma ante un aumento rápido de temperatura,
mientras que el otro impide que se de la alarma cuando el aumento de la temperatura
es lento.
Los detectores de humo pueden encontrarse en distintos tipos tales como el
“puntual” el que consiste en un rayo de luz que pasa de un emisor a un receptor y que, cuando
se alcanza un valor crítico de oscurecimiento por efecto del humo que se interpone entre el
elemento emisor y el receptor, da la alarma.
Los detectores “iónicos” consisten en una o dos cámaras de ionización con los
necesarios circuitos de amplificación, las cuales actúan como elementos sensibles. Al
aplicarse un pequeño voltaje a estas cámaras, se genera una corriente de iones desde un
electrodo al otro. Al ingresar partículas de productos de la combustión en la cámara, se
adhieren a los iones produciendo una reducción de su movilidad, la que se traduce en una
reducción del flujo de corriente. Esta reducción, aumenta el voltaje de los electrodos, los que
cuando llegan a un nivel predeterminado producen la alarma.
Los detectores de llama se encuentran en cuatro tipos básicos, a saber:
* infrarrojos: los cuales trabajan en base a un elemento sensor que reacciona a la
energía radiante que está fuera del campo de la visión humana (por encima de los
7.700 angstrons)
* ultravioletas: poseen un elemento sensible que reacciona a la energía radiante que
esta fuera del campo de la visión humana (por debajo de los 4.000 angstrons)
* fotoeléctricos: contienen una celda fotoeléctrica que cambia su conductividad
eléctrica o produce un potencial eléctrico cuando se expone a temperatura radiante.
* de oscilación de llama: es del tipo fotoeléctrico y contiene un dispositivo que impide
la reacción ante la luz visible, a no ser que la luz percibida esté modulada a una
frecuencia característica de la oscilación de una llama.
En lo que hace a las características de la “central de alarma”, pueden ser variables
según las necesidades de cada sistema. Normalmente poseen la capacidad de poder trabajar
con varias zonas o sectores de incendio, lo cual permite poder determinar con exactitud el
lugar donde se produce el siniestro.
Por lo general, poseen funciones para señalar anormalidades tales como “falta de
220V”, “avería del sistema”, “alarma silenciada”, “alarma de incendio”, etc.
Normalmente, para evitar la producción de falsos avisos de alarma, se programan las
centrales para que solo proporcionen la señal de incendio cuando se disparan dos detectores,
con lo cual en caso de producirse una falla en uno no se genera una falsa alarma de incendio.
El aviso de alarma puede ser dado en distintos lugares por medio de la instalación de
tableros repetidores. Asimismo, las centrales de última generación, permiten que el aviso de
incendio sea transmitido por vía telefónica a diversos números previamente determinados,
con lo cual se logra un sistema de alarma sumamente eficaz.
Asimismo y tal como ya se mencionó anteriormente, este sistema puede accionar uno
o más sistemas de extinción automática, con lo cual no solo se logra detectar la presencia de
un incendio, sino que también se da inicio al ataque por medio de la instalación adecuada ya
existente en el lugar.
En estos casos, la central antes de producir el accionamiento del sistema extintor,
puede producir un retardo para facilitar la evacuación del personal que trabaje en el sector
donde se hará la extinción. Este tiempo se gradúa según la necesidad de cada lugar, siempre
teniendo en cuenta que este retardo debe ser lo más pequeño posible, puesto que cada
segundo que pasa da la posibilidad de un mayor incremento del fuego.
Instalación fija de anhídrido carbónico (CO2)
Las características inocuas del anhídrido carbónico y sus propiedades dieléctricas, lo
hacen especialmente atractivo para la protección de locales donde se trabaja con equipos
eléctricos o donde existen instalaciones de gran importancia y valor.
El anhídrido carbónico causa muy pocos daños, o ninguno, a los equipos o a los
materiales sometidos a proceso y como no es necesario limpiar residuos líquidos o sólidos, se
reducen al mínimo tanto los daños como los períodos de paralización de las instalaciones y/o
procesos.
Otra ventaja del anhídrido carbónico, es que proporciona su propia presión para la
descarga a través de tuberías y boquillas y, como es un gas, puede penetrar y esparcirse por
todas las partes del recinto o instalación incendiada.
Existen dos métodos para aplicar el anhídrido carbónico en la extinción de un fuego.
Uno de ellos consiste en la creación de una atmósfera inerte en el recinto cerrado o local
donde se haya generado el fuego. En algunos casos, es necesario mantener durante algún
tiempo esta atmósfera en el interior del recinto para que la extinción sea completa. Este
método se conoce como de “inundación total”.
El otro método consiste en descargar el anhídrido carbónico sobre la superficie de los
líquidos combustibles inflamados. Este método se llama de “aplicación local”.
La descarga de grandes cantidades de CO2 para extinguir incendios, puede constituir
un peligro para las personas. En primer término, la nieve carbónica que forma parte de la
descarga puede interferir gravemente la visibilidad durante y después del período de
descarga. Además, el ruido de la descarga puede asustar a la gente que no tiene experiencia
previa o que no ha sido advertida.
Cuando el sistema sea de inundación total, se producirá una atmósfera pobre en
oxígeno. Los peligros de estas atmósferas pobres en oxígeno pueden evitarse mediante un
sistema de alarma que indique la evacuación y un retardo en la descarga como ya se expresó
anteriormente.
La principal característica del CO2 que limita su empleo, es su baja capacidad
refrigerante en comparación con el agua. Esta baja capacidad refrigerante puede permitir que,
en determinados tipos de combustibles, se produzcan reigniciones, lo cual aconseja que este
tipo de gas extintor sea usado solamente para determinados riesgos: inflamables e
instalaciones y equipos eléctricos.
Los componentes de una instalación fija de anhídrido carbónico son los que se
mencionan a continuación:
- batería de tubos de almacenamiento: compuesta por una determinada cantidad de
tubos, de acuerdo a la necesidad de gas prevista por cálculo. A efectos de evitar
riesgos, siempre existe una batería de reserva de iguales características que la
principal, de tal modo que aunque se produzca un disparo, siempre habrá otra batería
para el servicio.
- tuberías y acoples: de acuerdo a las normas que regulen su instalación.
- boquillas de descarga
El método de activación del sistema puede ser automático y/o manual. Normalmente
se combinan ambas formas, de modo que cuando el local protegido se encuentra ocupado por
personal, se utiliza la forma “manual” para evitar descargas accidentales y cuando se
encuentra desocupado se lo pasa a forma “automática”.
Instalaciones fijas que utilizan otro tipo de gases
En determinados casos es necesario la utilización de otros tipos de gases,
especialmente cuando se da alguna de las siguientes circunstancias:
* cuando se requiere un agente limpio
* cuando existen circuitos eléctricos o electrónicos con corriente
* para gases o líquidos inflamables
* para sólidos inflamables de combustión superficial (por ej. termoplásticos)
* cuando el riesgo se presenta en objetos o instalaciones para procesos industriales de
gran valor
* cuando el espacio protegido esta normal o frecuentemente ocupado por personas.
Hasta no hace mucho tiempo, en estos casos se utilizaban gases halogenados del tipo
del Halón 1301 ó 1211, pero los mismos fueron dejados de lado debido a que causaban
perjuicio sobre la capa de ozono que rodea la atmósfera terrestre.
En su reemplazo, están surgiendo una variada cantidad de gases, tales como el CEA-
410 (perfluorobutano), el FM-200 (heptafluoropropano), el INERGEN (mezcla de un 52% de
nitrógeno, 40% de argón y 8% de CO2), etc.
En relación al empleo del CO2, estos gases presentan la ventaja de no obstaculizar la
visión en caso de descarga en ambientes con ocupantes, ya que no generan el efecto de la
nieve carbónica. Por otra parte, tampoco generan atmósferas pobres en oxígeno, por lo cual
pueden ser usados aun en ambientes ocupados por personas.
El tipo de instalaciones requeridas para su descarga, posee características similares a
las utilizadas para el CO2, aunque con las particularidades propias que otorga la diferencia de
cálculo entre una instalación y otra.

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  • 1. SEGURIDAD CONTRA INCENDIOS NIVEL I Química del fuego • un combustible • calor • un comburente (oxígeno) • una energía de activación Cuando a una sustancia combustible se la calienta a cierta temperatura crítica (llamada “temperatura de inflamación”), dicha sustancia se inflamará y continuará quemándose mientras haya combustible, se mantenga la temperatura adecuada y haya suficiente oxígeno, generando una cierta cantidad de “productos de combustión y , normalmente, luz y calor. Para que se de la combustión, se necesitan condiciones especiales, a saber: a) que los elementos antes mencionados se combinen en proporciones adecuadas b) que la energía de activación (conocida como reacción en cadena) sea suficiente EL CONOCIMIENTO DE LA REACCION QUIMICA DE UN FUEGO, ES LA BASE QUE NECESITAMOS PARA PODER EXTINGUIRLO ADECUADAMENTE temperatura enfriamiento oxígeno sofocación combustible eliminación reacción en cadena inhibición Extinción por enfriamiento Para extinguir un fuego por enfriamiento, solo será necesario absorver parte del calor total que se está produciendo, de modo tal que la temperatura resultante esté por debajo de la temperatura de inflamación. El agente de extinción por enfriamiento mas abundante, barato y práctico es el agua. Su calor específico y latente es mas alto que el de otros tipos de extintores, lo cual significa que se necesita mayor cantidad de calor para calentarla y evaporarla. Como ejemplo, vale citar que para elevar en un grado centigrado (1º C) una cantidad
  • 2. de un gramo (1 g) de agua, se necesita una caloría. Por lo tanto, para elevar la temperatura de un litro de agua en solo un grado, se necesitarán 1.000 calorías. Por otra parte, cuando se la transforma en vapor, el agua se expande 1.700 veces, reduciendo el volumen de aire (oxígeno) que se necesita para mantener la combustión en la zona del fuego. El agua tiene además la propiedad de penetrar y llegar a fuegos ubicados en sitios recónditos. Esto hace que sea un medio eficaz de enfriamiento y un excelente agente de dilución. Extinción por eliminación del combustible El retirar un combustible de un fuego es, por lo general, difícil y peligroso. Sin embargo, los tanque de almacenamiento de líquidos inflamables, se pueden disponer de forma tal que, en caso de incendio, su contenido se pueda trasvasar hacia un tanque vacio que esté alejado del foco ígneo. Además debe tenerse en cuenta que, en cualquier mezcla de gases o vapores combustibles y aire, el agregar aire en exceso produce el efecto de diluir la concentración de combustible por debajo del punto mínimo necesario para que la combustión persista. Extinción por sofocación La extinción del fuego por separación del oxígeno, puede lograrse sofocando la zona en llamas con un material incombustible, por ej. cubriéndolo con una manta incombustible o húmeda, arrojando sobre el fuego tierra o arena, o cubriéndolo con una espuma química o mecánica. La extinción por difusión de los reactivos (oxígeno y vapores combustibles) por debajo de la concentración necesaria para mantener la combustión, se logra cubriendo el fuego con un manto de anhídrido carbónico o con otro tipo de gases de extinción adecuados (Inergen, Argón, FM 200, CEA 400, etc.). El fuego quedará apagado si el manto tiene el tiempo necesario para que el material combustible se enfríe por debajo de su punto de inflamación y si ha no hay fuente de ignición. El anhídrido carbónico y otros gase de extinción, no ofrecen muchas garantías en fuegos donde haya madera, trapos o papel, ya que generalmente no se puede mantener el manto de gas inerte el tiempo suficiente como para apagar las brasas. Además, no les es posible apagar el fuego en materiales que contienen el oxígeno en su composición química, como el nitrato de amonio y la nitrocelulosa. En el terreno de la prevención de incendios, el principio de la separación de oxígeno se aplica cuando se usa un gas inerte (anhídrido carbónico, Inergen, FM 200, CEA 400, etc.) para desalojar vapores, polvos y otras sustancias combustibles en lugares cerrados, tal como en centros de cómputos, aeronaves, etc.
  • 3. Extinción por inhibición de la reacción en cadena Estudios recientes de la química del fuego, han dado por resultado algunas revisiones de la teoría de extinción de incendios, dando origen a la teoría del “Tetraedro del fuego”. Al analizar la anatomía de un fuego, las moleculas originales de combustible parecen combinarse con el oxígeno en una serie de etapas sucesivas, dando lugar a una verdadera “reacción en cadena”, para llegar a los productos finales de combustión. Son estas etapas las que provocan la evolución de las llamas. Existen hoy en día agentes extintores capaces de inhibir esta reacción en cadena, logrando de esta manera la extinción del fuego. Clasificación de los fuegos Los fuegos se han clasificado en cuatro clases, basándose en los materiales combustibles que les dan origen. Fuegos clase “A” Son los que se dan sobre materiales sólidos, tales como la madera, el papel, la viruta de madera, los trapos, desperdicios, etc. Un factor importante a considerar en esta clase de fuegos, es el que hace al estado de subdivisión de la materia, ya que cuanto mayor sea la superficie de exposición al fuego, tanto mayor será el grado de combustión que alcance. Así por ejemplo, la viruta de madera o el aserrín, arden con mayor virulencia que una tabla de madera; un libro, demandará mas tiempo de exposición a la fuente de calor que si se hace una pila con sus hojas, etc. La acción de sofocación y enfriamiento del agua –o de soluciones que la contengan en porcentajes altos-, son de importancia fundamental para la extinción de este tipo de fuegos. Hay polvos químicos secos especiales (ABC), que extinguen rapidamente las llamas y forman una capa que retrasa la combustión. No obstante, para una extinción total se recomienda continuar el proceso de extinción utilizando agua. Fuegos clase “B” Son los que ocurren debido a la presencia de una mezcla de vapor y de aire sobre la superficie de un líquido inflamable, tal como nafta, aceite, pintura, algunos tipos de solvente, etc. El limitar el aire (oxígeno) e inhibir los efectos de la combustión, son de importancia fundamental en esta clase de fuegos. Los chorros de agua pueden favorecer la propagación del fuego, ya que pueden producir derrames y/o salpicaduras, aunque en ciertas condiciones, la utilización de agua en forma de niebla es sumamente eficaz. Los medios extintores recomedados son el anhídrido carbónico, los polvos químicos multiuso y la espuma.
  • 4. Fuegos clase “C” Son los que involucran equipos e instalaciones eléctricas bajo tensión, o que ocurren tan cerca de ellos que deben ser considerados dentro de esta categoría, en los cuales se deben usar agentes extintores no conductores. Los extintores ideales para esta clase de fuegos, son los de anhídrido carbónico, y los polvos químicos BC Monnex o Púrpura K. Si bien hay matafuegos a base de polvo químico triclase ABC aptos para esta clase de fuegos, no son recomendables en instalaciones con tensiones superiores a los 800V, por cuanto su principal componente (el fosfato monoamónico) puede convertirse en conductor de la electricidad, con el consiguiente riesgo para el operador. Tampoco deben utilizarse espumas ni agua, por ser buenos conductores de la electricidad. Fuegos clase “D” Son los que ocurren en metales combustibles, tales como el magnesio, el titanio, el litio, el sodio, etc. Para controlar y extinguir fuegos de esta clase, se han desarrollado agentes extintores y técnicas de extinción específicas. En general, se recomienda no utilizar agentes extintores comunes sobre fuegos metálicos, ya que existe el peligro de aumentar la intensidad del fuego debido a una reacción química entre algunos agentes extintores y el metal que se está quemando. Formas de propagación del calor Existen tres formas de propagación del calor, las cuales necesitan para poder darse, de dos condiciones básicas: a) existencia de un emisor y un receptor b) diferencia de temperatura entre ellos Las tres formas de propagación del calor son: conducción, convección y radiación. Conducción: es la transferencia del calor a través del contacto directo de un cuerpo con otro o por la transferencia de una molécula a otra del mismo cuerpo. El ejemplo mas claro, es el de la barra de hierro a la cual se la calienta en uno de sus extremos, pudiendo comprobar al poco tiempo que el calor se ha transmitido hasta el otro extremo. Convección: es la transferencia del calor por circulación de un líquido o un gas. Aquí pueden tomarse como ejemplo, la calefacción por inyección de aire caliente y las agua termales. Radiación: es la transferencia de calor de un área a otro sin tener contacto directo con ella o sin circulación de gases calientes. El ejemplo típico es el del calor producido por los rayos solares. La radiación depende de: • temperatura del emisor
  • 5. • área del emisor • distancia entre los cuerpos • características del receptor Incendio En términos generales se denomina incendio a todo fuego incontrolado que afecta la seguridad de persona y/o bienes susceptibles de valor económico. Aquí cabe señalar que muchos incendios, son en su origen fuegos controlados que, por una causa u otra, escapan al control de quienes los iniciaron: caso de los incendios de bosques, incendios iniciados por chispas de soldadura, etc. Sistemas de extinción Los equipos utilizados para controlar y extinguir incendios, pueden clasificarse de muchas maneras, pero esencialmente y teniendo en cuenta la posibilidad o no de ser trasladados, se los clasifica en fijos y portátiles. Estos equipos, a su vez, pueden subdividirse de acuerdo al tipo de sustancia extintora que utilicen. Los equipos fijos, deben ser complementados con equipos portátiles (matafuegos), por cuanto muchas veces estos últimos hacen innecesario el uso de las instalaciones fijas, ya que correctamente utilizados (en tiempo y forma), impiden que un fuego incipiente se propague al lograr extinguirlo en su etapa inicial. Para ser efectivos, estos equipos deben ser: - confiables - del tipo correcto para el tipo de incendio que puede ocurrir en ese lugar - estar ubicados en lugares accesibles - ser mantenidos en perfectas condiciones de funcionamiento, inspeccionados frecuentemente y recargados oportunamente - ser conocidos por el personal del lugar Clasificación de los extinguidores Clase A Son apropiados para usarse en fuegos de materiales combustibles sólidos corrientes, tales como madera, papel, textiles, etc., en los cuales es primordial una extinción por enfriamiento. Su carga extintora puede ser de agua pura o espuma con una capacidad de 10 litros, o de polvo químico triclase con una capacidad de 5 o 10 kg. Actualmente su presurización es directa en el recipiente y la misma se controla con un manómetro incorporado en la parte superior del equipo, que marca usualmente la carga óptima con una zona demarcada en color verde, otra en color rojo que indica la necesidad de recarga y una intermedia amarilla.
  • 6. Los extinguidores clase “A”, se identifican con un triángulo que contiene la letra A. Clase B Este tipo de extinguidores, son aptos para fuegos de líquidos y gases inflamables, tales como nafta, pintura, butano, propano, etc., en los que tal como ya se expresó anteriormente, el efecto de exclusión de oxígeno es esencial. Su carga exintora puede ser a base de espumas (química o mecánica), polvo, anhídrido carbónico y gases halogenados (estos últimos solo para usos estratégicos o militares). Los extinguidores de clase “B”, se identifican con un cuadrado que contiene la letra B. Clase C Son apropiados para usarse en incendios de equipos e instalaciones eléctricas bajo tensión (o como ya aclaramos anteriormente, en proximidad de estos), donde la no conductividad eléctrica del agente extintor es de suma importancia, debido al peligro de electrocución que entrañan los extintores a base de agua. El tipo mas común es el de anhídrido carbónico. Los extinguidores de la clase C, deben identificarse por un círculo que contenga la letra C. Letra D Estos extinguidores son de utilización exclusiva sobre metales combustibles (magnesio, potasio, polvo de aluminio, sodio, titanio, etc.). Se identifican mediante una estrella de cinco puntas que contiene la letra C. Medidas básicas a observar para la prevencion de incendios A continuación se detallan algunas normas básicas de prevención de incendios, de cuya observación depende que, la posibilidad de que se generen siniestros, se vea disminuida. 1. No usar estufas, calefactores portátiles, ventiladores y en general ningún tipo de artefactos eléctricos en mal estado. 2. No ubicar elementos de fácil combustión cerca de lámparas incandescentes. Debe tenerse en cuenta que, una lámpara de 100 W, genera temperaturas que van desde los 350º C hasta los 3.000º C, según sea la zona de la misma que se considere y su posición relativa respecto de la vertical. 3. Controlar que las lámparas eléctricas y los tubos fluorescentes estén debidamente instalados, ya que de lo contrario el riesgo de incendio por accidente eléctrico, será elevado. 4. Para desconectar un conductor eléctrico, hacerlo tomándolo por su enchufe, sin tironear, pues esto podría causar un daño en la cobertura aislante, con el consiguiente riesgo de cortocircuito y/o electrocución.
  • 7. 5. Evitar el acercamiento de líquidos inflamables a objetos o elementos que irradian calor. 6. Todo líquido inflamable que se derrame, debe ser rapidamente secado, ventilándose adecuadamente el lugar. El elemento utilizado para el secado (trapos, papel, vermiculita, aserrín, etc.), deberá ser dispuesto en recipientes suficientemente seguros, hasta el momento de su disposición final. 7. Controlar que en los sectores donde esté permitido fumar, haya suficiente cantidad de ceniceros, para evitar que las colillas de cigarrillo o fósforos sean arrojados en lugares que puedan generar riesgos (cestos de papeles, etc.). 8. Evitar mantener líquidos inflamables en las oficinas. 9. En los sectores donde se utilicen implementos eléctricos (cafeteras, computadoras, aire acondicionado,etc.) instruir debidamente al personal para que sean apagados y/o desconectados antes de retirarse del lugar. 10. No colocar elementos que irradien temperatura sobre escritorios, sillas u otros lugares donde por recalentamiento se puedan generar incendios. El agua en la lucha contra el fuego El agua es el agente extintor más abundante y barato que se puede encontrar en la naturaleza y, por lo tanto, el más usado. A continuación, describiremos las características físicas del agua y sus limitaciones, referidas a esta capacidad extintora, como así también su forma de actuación por enfriamiento y sofocación. Propiedades físicas Las propiedades físicas más importantes son: * A temperatura ordinaria, el agua es un líquido pesado y relativamente estable. * Se necesita una caloría para elevar en 1º la temperatura de un gramo de agua (calor específico del agua). Por lo tanto, para elevar la temperatura de un gramo de agua entre 0º C y 100º C hacen falta 100 calorías. * El calor de vaporización del agua (la conversión en vapor de un gramo de agua temperatura constante) es de 540 calorías por gramo a presión atmosférica. Otra propiedad digna de ser resaltada es que, al pasar de líquido a vapor, su volumen aumenta aproximadamente 1.700 veces. Este gran volumen de vapor de agua, desplaza un volumen igual de aire que rodea al fuego, reduciendo de este modo la cantidad de comburente (oxígeno) disponible para que la combustión se mantenga. Propiedades extintoras Durante mucho tiempo, el método más eficaz para extinguir un incendio, consistió en dirigir un chorro de agua contra la base del fuego. Este mismo procedimiento continúa vigente aun hoy, aunque con algunas variantes que permiten un mejor aprovechamiento del líquido, tal como el empleo del agua en forma pulverizada. a) Extinción por enfriamiento.
  • 8. En la mayor parte de los casos, si la superficie del material en combustión se enfría por debajo de la temperatura necesaria para que emita suficiente vapor para continuar la combustión, el fuego se extinguirá. Generalmente, el enfriamiento superficial no es eficaz contra los fuegos de líquidos inflamables o productos gaseosos, cuyos puntos de inflamación estén por debajo de la temperatura del agua (generalmente se tomo como referencia una temperatura de 38º C). La cantidad de agua necesaria para la extinción, depende obviamente de la cantidad de calor que deba absorverse. La velocidad de extinción depende del caudal que se aplique con relación al calor generado, de la zona que cubra el fuego y del modo de aplicación del agua. Lo mejor es descargar el agua sobre el fuego de manera tal que pueda lograrse el máximo efecto enfriador mediante la absorción de calor. Esto se logra haciendo que el agua se caliente hasta su punto de ebullición y se convierta en vapor (proceso que se logra con mayor facilidad cuando el agua se aplica en forma de pequeñas gotas en vez de hacerlo en forma de chorro compacto). Los principios en que se basa la acción enfriante del agua en forma pulverizada, son principalmente: * la cantidad de calor transferido es proporcional a la superficie del líquido expuesta al calor. En un volumen dado de agua, la superficie expuesta es mayor cuando la masa se convierte en gotas. * la cantidad de calor transferido, depende de la diferencia de temperatura que exista entre el agua y el material en combustión o el aire que lo rodea. Ciertos materiales se descomponen químicamente cuando alcanzan una temperatura elevada, por lo cual en estos casos el agua puede emplearse para enfriarlos por debajo de la temperatura necesaria para su descomposición, a no ser que el material reaccione químicamente con ella. Muchas veces, siempre que esto no genere un daño mayor que el mismo fuego, pueden humedecerse los materiales cercanos al proceso ígneo ya que la humedad que estos retengan, deberá ser evaporada antes de que alcancen la temperatura de ignición. b) Extinción por sofocación. Si se logra generar vapor de agua en cantidad suficiente, se puede desplazar o suprimir la presencia de aire. Ciertos tipos de productos de combustión pueden extinguirse por esta acción sofocante. Los fuegos de los materiales combustibles sólidos se extinguen normalmente por el efecto enfriador del agua, no por el efecto de sofocación creado por la generación de vapor. Aunque este último efecto tiende a suprimir las llamas, no suele extinguir totalmente los incendios.
  • 9. En algunos casos, puede usarse agua para sofocar incendios de líquidos inflamables, a condición de que su punto de inflamación esté por encima de 38º C, su densidad relativa sea superior a 1,1 y que no sean hidrosolubles. En los casos en que la descomposición de un material ardiendo libere oxígeno, no se puede lograr efecto sofocador por medio de ningún agente. Conductividad eléctrica del agua El agua en su estado natural contiene impurezas que la hacen conductora de la electricidad. La aplicación de agua a aparatos eléctricos bajo tensión, implica el riesgo de que se produzca una descarga eléctrica con el consiguiente riesgo para el operador del equipo de extinción. Los principales factores que determinan el efecto de una descarga eléctrica son: 1) el voltaje y amperaje de la corriente descargada 2) la fragmentación del chorro de agua, como resultado de la conformación de la lanza, de la presión utilizada y de las condiciones del viento. Esta fragmentación influye sobre la conductividad del chorro, puesto que los espacios de aire que se forman entre las gotas interrumpen el recorrido de la electricidad hacia tierra. Algunas lanzas de chorro y niebla modernas proporcionan una dispersión de las gotas bastante eficaz, lo cual hace disminuir el riesgo de conductividad en comparación con las de chorro pleno. 3) la pureza del agua y su resistividad relativa. 4) la resistencia a tierra del cuerpo del operador, influida por su situación (si está sobre suelo mojado o seco), la humedad de su piel, la cantidad de corriente que puede soportar su cuerpo, la duración de la exposición a la corriente, el tipo de ropa que utilice (si le brinda protección eléctrica o no), etc. 5) la resistencia a tierra de la manguera. Empleo del agua sobre equipos eléctricos En la actualidad existen equipos que, como se señaló en el punto 2, logran una dispersión del agua tal que hace que disminuya notablemente el riesgo de conductividad eléctrica a través de ella, lo cual aunado a un entrenamiento especializado para el ataque al fuego en equipos eléctricos, permiten a los cuerpos de bomberos atacar con eficacia y seguridad los incendios que se generan en dichas instalaciones, pero es necesario destacar que este tipo de extinción sólo debe ser practicada por personal especializado y con entrenamiento adecuado. No obstante esto, la técnica más segura sigue siendo, siempre que esto sea posible, la de desenergizar los equipos o instalaciones afectadas, de modo tal de convertir el fuego tipo “C” en un fuego del tipo “A””.
  • 10. Reactividad del agua con ciertos materiales Por regla general, no debe emplearse agua en combinación con carburos, peróxido, sodio metálico, polvos de magnesio, etc., que emiten gases inflamables y/o producen calor en contacto con el agua. Los carburos de algunos metales, tal como el de sodio (Na) y de potasio (K), pueden reaccionar explosivamente en contacto con el agua. Muchos de ellos, como los carburos de calcio (Ca), litio (Li), potasio (K) y bario (Ba), se descomponen con el agua formando acetileno. Además del riesgo de formar un gas inflamable, algunos carburos presentan otro riesgo de incendio al generar calor en contacto con el agua. Al añadir un tercio de su peso en agua a uno de estos carburos, la temperatura puede aumentar suficientemente para producir la ignición del gas generado. Algunos peróxidos inorgánicos, como el de sodio, potasio y de estroncio, no son combustibles por si solos, pero reaccionan peligrosamente ante el agua, desprendiendo oxígeno y gran cantidad de calor, lo que en determinadas condiciones puede producir explosiones. El calor de la reacción con solo una pequeña cantidad de agua puede causar la descomposición de todo el contenido del recipiente. En el caso del sodio, éste se oxida rápidamente en aire húmedo, pero no se conocen igniciones espontáneas, excepto la del sodio finamente pulverizado. Cuando se calienta en aire seco, se incendia a temperaturas próximas a su punto de ebullición (890º C). El principal riesgo de los incendios de sodio es la rápida reacción de este con el agua. El hidrógeno liberado por esta reacción puede entrar en ignición por el propio calor de la reacción. Red de hidrantes. Mangas. Lanzas En algunos edificios, encontramos instalaciones fijas destinadas a proveer un adecuado sistema de ataque contra incendios: red de hidrantes, instalación de rociadores automáticos, instalaciones fijas de anhídrido carbónico, etc. Una red de hidrantes está compuesta por una serie de elemento que describiremos a continuación: - un hidrante, montado sobre una cañería especial, la que a su vez se puede encontrar alimentada por un tanque elevado, un equipo hidroneumático, un sistema de bombas o directamente por la red de agua corriente. Básicamente, el hidrante no es más que una válvula esclusa, cuya boca roscada (generalmente de 45mm ó 63,5mm de diámetro interior) sirve para armar la manga de incendio. - una manga de incendio, de diámetro adecuado al hidrante, generalmente de 25 ó 30 metros de longitud, provista de una unión hembra (que se arma al hidrante) y una unión macho (que se conecta a la lanza). - una lanza o pitón, que se coloca en el extremo de la manga, para dar velocidad y dirección al chorro de agua.
  • 11. Manga: el término “manga”, se utiliza para identificar un tipo de tubo cilíndrico flexible, que lleva agua bajo presión desde el punto de aprovisionamiento hasta el lugar donde se arroja para extinguir el fuego. Como la extinción depende fundamentalmente del eficiente transporte del agua hasta dicho lugar, las mangas son un elemento esencial. Por tal motivo, deben ser adecuadamente conservadas y no ser usadas para otro propósito que el específico. La manga más simple, es un tubo de tela o fibra sintética sin costura. Los hilos que corren a lo largo de la manga constituyen la urdimbre y son los que le dan flexibilidad y duración, en tanto que los transversales forman la trama, que le otorga resistencia a la presión. La longitud de la manga es de generalmente 25 a 30 metros, dado que esta la medida más adecuada para facilitar la maniobra de tendido, reemplazo de tramos averiados o aumento de tramos. En sus extremos poseen uniones metálicas, cuya finalidad es permitir el conexionado entre dos o más tramos de mangas entre si, o de estas con otros equipos y/o elementos de lucha contra el fuego. Si bien podemos encontrar uniones de muy diversas características, esencialmente los tipos hoy en uso son: Tipo a rosca: en este tipo hay dos piezas diferentes, una que presenta los hilos de su rosca hacia afuera (macho) y otra que tiene una anilla giratoria, cuyos hilos están en la parte interior (hembra). El armado se logra engarzando los hilos y haciendo rotar la anilla (cada tramo de manga tiene una unión macho y otra hembra). En tal sentido, debe tenerse en cuenta que, todo orificio por donde sale agua debe poseer unión con rosca macho y en cambio los orificio por donde entra el líquido, poseerán uniones con rosca hembra, es decir que la unión macho es la que se orienta hacia el incendio. Para permitir una mayor hermeticidad en el armado de la unión macho con la hembra, se utiliza una junta comúnmente llamada “rodete”, la que se ubica en la cavidad o rebaje que presentan a tal efecto la unión hembra. El perfecto ajuste entre las dos uniones, se logra mediante la utilización de un juego de “llaves unión”. Tipo Storz: también conocida como “unión rápida” o de ¼ de vuelta, las que presentan más eficiencia que las aanteriores, ya que permiten mayor rapidez en el armado, evitan confusiones ya que las uniones son todas similares (no hay macho y hembra) y difícilmente puedan dañarse ya que carecen de rosca con hilos. Constan de un cuerpo (fundido en aluminio) que en su frente presenta dos salientes y otras tantas muescas y pestañas, y una anilla roscada posterior fabricada en bronce. El armado se hace introduciendo las salientes de una pieza en las muescas de la otra y dando un cuarto de vuelta a cualquiera de ellas, para que las salientes de cada unión engarcen en las respectivas pestañas de la opuesta.
  • 12. El ajuste se logra rotando hacia la derecha cualquiera de las dos anillas y no requiere el empleo de una llave, que sin embargo puede ser necesaria para el desarme de la unión. Lanza: en los servicios de bomberos, se denomina “lanza” o “pitón” a un tubo generalmente metálico, que se acopla al extremo de la manga con el objeto de dar velocidad y dirección al agua. Desde que el agua sale de la lanza hasta que llega al punto deseado (por lo general al material en combustión) recibe el nombre de “chorro”. Como la efectividad del chorro es esencial en la lucha contra el fuego, resulta imprescindible contar con lanzas de buena calidad y perfectamente cuidadas. La lanza tradicional es un tubo de cobre, que adopta la forma tronco-cónica, para dar más velocidad al agua. En sus extremos posee sendas piezas bronce soldadas, que reciben el nombre de “cajas”. La caja grande es la que se arma en la manga y por tal motivo cuenta con una rosca hembra, dotada de sus correspondientes proyecciones cilíndricas. La caja chica sirve para el armado de la boquilla (que es la pieza que completa la lanza) y posee para ello una rosca macho. En este tipo de lanza, los diámetros más comunes son los que corresponden a las líneas más difundidas, o sea 63,5mm y 45 mm. El complemento de la lanza es la boquilla, una pieza adicional que permite obtener chorros de distinto alcance, de acuerdo a la presión de trabajo, sin necesidad de cambiar la lanza. Para eso, todas las boquillas que corresponden a una lanza determinada, cuentan con igual paso de rosca y solo se diferencian en su abertura final, que suele variar desde los 8 hasta los 32 mm de diámetro. Las lanzas modernas se apartan tanto de los diseños tradicionales que resulta prácticamente imposible respetar la nomenclatura de cajas, tubo y boquillas, por la sencilla razón de que tales elementos pueden no existir como tales o haberse fusionado entre si. Casi todas ellas permiten la producción de distintas clases de chorros (niebla, lluvia, chorro pleno) cuyas características también pueden variarse modificando la presión de trabajo. Reglas generales de ataque al fuego Las maniobras de ataque a un incendio, implican el emplazamiento y entrada en acción de los elementos dispuestos a tal efecto. Se plasma en este cometido la conjunción de todas las reglas que profesionalmente se establecen al respecto. Un incendio estará bien atacado cuando, desde los primeros instantes, se han preservado los lugares con peligro de propagación o cuando al menos, los esfuerzos y la atención se han dirigido a lograr tal objetivo. Si bien no es posible encasillar en normas fijas y exactas la acción a desarrollar por las personas encargadas del ataque al fuego, se han establecido una serie de reglas que responden a la generalidad de los casos posibles, conocidas como “Reglas generales de ataque al fuego” y que son las siguientes:
  • 13. 1) Atacar al fuego sobre su plano 2) Aproximarse a él lo más que sea posible 3) Combatirlo desde el lado hacia el cual son impelidas las llamas, o sea contra el viento y comenzar la extinción desde lo alto de cada pieza 4) Proteger las escaleras del local incendiado y los sitios o locales próximos con peligro de propagación 5) Apagar rápidamente las partes de madera, principalmente marcos de puertas y ventanas 6) No dirigir el chorro de agua sobre objetos y mercaderías no atacadas por el fuego, ni sobre humo, vidrios, armaduras metálicas, etc. Utilización de espuma. La aplicación de espuma para el combate de incendios, desde su presentación en Inglaterra en 1877, ha evolucionado para convertirse en nuestros días en el recurso más importante de la protección contra incendio en el proceso, transporte y almacenamiento de líquidos inflamables. A través de los años, se ha demostrado plenamente que la espuma es el único agente extintor de aplicación práctica para prevenir en forma efectiva y combatir exitosamente los grandes incendios de líquidos inflamables. La espuma contra incendios del tipo mecánica, es un agente extinguidor compuesto por agua, espuma concentrada y aire. Una vez aplicada , forma una capa sobre la superficie líquida que extingue al fuego por los siguientes mecanismos: - sofoca las llamas y previene la mezcla del aire con el vapor emitido por el líquido inflamable - contiene y previene la fuga de los vapores emitidos por el líquido inflamable - separa las llamas de la superficie del líquido inflamable - enfría el liquido inflamable y las superficies metálicas adyacentes La espuma contra incendios debe poseer las siguientes características fundamentales para lograr su plena efectividad en la prevención y extinción de incendios: * fluir libremente sobre la superficie del líquido inflamable para cubrirla plenamente * mantener cohesividad suficiente para formar una capa resistente que evite la emisión de vapores del líquido inflamable * resistir el calor sin sufrir descomposición y/o destrucción
  • 14. * resistir a la saturación con combustible para evitar su propia reiginición Existen tres tipos principales de espumas concentradas para el uso contra incendio, formuladas para distintos tipos de riesgos: hidrocarburos líquidos, alcoholes y de aplicación universal. Las espumas concentradas específicamente formuladas para aplicaciones en líquidos inflamables pueden ser proteínicas, fluoroproteínicas y AFFF (de película acuosa). Las espumas proteínicas fueron desarrolladas en los EE.UU durante la segunda guerra mundial y se obtienen de la hidrólisis de proteínas animales o vegetales, con el agregado de aditivos estabilizadores e inhibidores para protegerla de la baja temperatura, prevenir la corrosión de equipos y contenedores, controlar sus viscosidad y resistir a la descomposición bacterial. Las espumas proteínicas presentan las siguientes limitaciones en cuanto a su aplicación: a) no son compatibles con los polvos químicos, ya que reaccionan con ellos y se destruye la capa de espuma b) no pueden utilizarse en inyección bajo la superficie de líquidos inflamables por su baja resistencia a la saturación de hidrocarburos, lo que permite que la espuma se destruya. Las espumas fluoroproteínicas son el resultado del esfuerzo para tener una espuma compatible con el bicarbonato de potasio. Su formulación es similar a la de las espumas proteínicas, además de un aditivo fluorinado sintético que mejoró su capacidad para cubrir la superficie del hidrocarburo. La espuma AFFF es un compuesto especialmente desarrollado para lograr baja viscosidad y baja tensión superficial, lo que le permite extenderse rápidamente sobre la superficie del líquido. Las espumas concentradas resistentes al alcohol, son formuladas con polímeros naturales y materiales insolubles en alcohol, para ser aplicadas en incendios de materiales solubles en agua y combustibles que destruyan a los otros tipos de espuma, tales como la acetona y el alcohol etílico. La espuma concentrada universal tiene propiedades extintoras similares a las espumas de los tipos fluoroproteínicas. Su aplicación se justifica en instalaciones donde existan riesgos en hidrocarburos líquidos y en solventes polares. Instalaciones de espuma contra incendio Los sistemas de espuma contra incendio están integrados por los siguientes componentes básicos:
  • 15. - una fuente adecuada para suministro de agua - suministro de espuma concentrada - un sistema de distribución - equipo dosificador de la espuma concentrada - generadores de espuma - aplicadores de espuma Los sistemas fijos para aplicación de espuma se caracterizan porque todos sus componentes están permanentemente instalados y están compuestos por una estación central que proporciona la espuma e impulsa la solución hacia las diferentes áreas dentro de la instalación donde se encuentran los aplicadores o puntos de descarga. Las ventajas de este tipo de sistemas fijos, está dada esencialmente en que evita una exposición innecesaria del personal y que pueden ser operadas rápidamente y entre sus desventajas pueden señalarse su falta de flexibilidad al ser una instalación permanente y el alto costo de la instalación. Sistemas automáticos de detección Estos sistemas están diseñados para detectar incendios, sin necesidad de contar con la presencia humana en tal proceso ni en el posterior de alarma. Una instalación de este tipo consta normalmente de una cantidad de detectores de humo y/o calor, pulsadores manuales, un componente sonoro para dar alarma de incendio y una central de alarma. Todo este sistema es alimentado por una fuente de energía principal, provista por el sistema eléctrico normal y una fuente secundaria (una o más baterías según las características del sistema). Este sistema secundario proporciona energía al sistema para la transmisión de alarmas en caso de que fallase el sistema principal, o alimenta la señalización de averías u otras funciones que no son esenciales para la transmisión de alarmas, pero que están asociadas a la confiabilidad del sistema. Estos sistemas cumplen diversos cometidos: avisar a los ocupantes de un inmueble que se está produciendo un incendio, disparar un sistema de alarma a distancia para alertar del inicio del siniestro (a la fuerza de bomberos del lugar y/o a las personas que se considere necesario), supervisar los sistemas de extinción para garantizar que funcionen cuando sean necesarios, poner en funcionamiento un determinado sistema de protección contra incendios, o una combinación de estos factores. En lo que hace al tipo de sensores que pueden ser utilizados para la detección de un proceso ígneo, pueden mencionarse: Detectores térmicos: sensibles a las temperaturas anormalmente altas o a la velocidad de aumento de la temperatura. Detectores de humo: sensibles a las partículas visibles o invisibles de los productos de combustión.
  • 16. Detectores de llama: sensibles a las radiaciones infrarrojas, ultravioletas o visibles producidas por el fuego. Los detectores térmicos pueden clasificarse de una manera general en dos tipos: a) los que reaccionan cuando el elemento detector llega a una temperatura predeterminada (termoestáticos). El tipo de detector termoestático mas empleado es el bimetálico, que se vale de los diferentes coeficientes de dilatación al calor de dos metales para producir un movimiento que cierra un contacto eléctrico. Otros tipos de detectores térmicos utilizan una ampolleta de cuarzo, la cual estalla a determinada temperatura, accionando el sistema. b) los que reaccionan ante una velocidad excesiva de aumento de la temperatura (termovelocimétricos). Los detectores de este tipo, combinan dos elementos de funcionamiento: uno que da la alarma ante un aumento rápido de temperatura, mientras que el otro impide que se de la alarma cuando el aumento de la temperatura es lento. Los detectores de humo pueden encontrarse en distintos tipos tales como el “puntual” el que consiste en un rayo de luz que pasa de un emisor a un receptor y que, cuando se alcanza un valor crítico de oscurecimiento por efecto del humo que se interpone entre el elemento emisor y el receptor, da la alarma. Los detectores “iónicos” consisten en una o dos cámaras de ionización con los necesarios circuitos de amplificación, las cuales actúan como elementos sensibles. Al aplicarse un pequeño voltaje a estas cámaras, se genera una corriente de iones desde un electrodo al otro. Al ingresar partículas de productos de la combustión en la cámara, se adhieren a los iones produciendo una reducción de su movilidad, la que se traduce en una reducción del flujo de corriente. Esta reducción, aumenta el voltaje de los electrodos, los que cuando llegan a un nivel predeterminado producen la alarma. Los detectores de llama se encuentran en cuatro tipos básicos, a saber: * infrarrojos: los cuales trabajan en base a un elemento sensor que reacciona a la energía radiante que está fuera del campo de la visión humana (por encima de los 7.700 angstrons) * ultravioletas: poseen un elemento sensible que reacciona a la energía radiante que esta fuera del campo de la visión humana (por debajo de los 4.000 angstrons) * fotoeléctricos: contienen una celda fotoeléctrica que cambia su conductividad eléctrica o produce un potencial eléctrico cuando se expone a temperatura radiante. * de oscilación de llama: es del tipo fotoeléctrico y contiene un dispositivo que impide la reacción ante la luz visible, a no ser que la luz percibida esté modulada a una frecuencia característica de la oscilación de una llama. En lo que hace a las características de la “central de alarma”, pueden ser variables según las necesidades de cada sistema. Normalmente poseen la capacidad de poder trabajar
  • 17. con varias zonas o sectores de incendio, lo cual permite poder determinar con exactitud el lugar donde se produce el siniestro. Por lo general, poseen funciones para señalar anormalidades tales como “falta de 220V”, “avería del sistema”, “alarma silenciada”, “alarma de incendio”, etc. Normalmente, para evitar la producción de falsos avisos de alarma, se programan las centrales para que solo proporcionen la señal de incendio cuando se disparan dos detectores, con lo cual en caso de producirse una falla en uno no se genera una falsa alarma de incendio. El aviso de alarma puede ser dado en distintos lugares por medio de la instalación de tableros repetidores. Asimismo, las centrales de última generación, permiten que el aviso de incendio sea transmitido por vía telefónica a diversos números previamente determinados, con lo cual se logra un sistema de alarma sumamente eficaz. Asimismo y tal como ya se mencionó anteriormente, este sistema puede accionar uno o más sistemas de extinción automática, con lo cual no solo se logra detectar la presencia de un incendio, sino que también se da inicio al ataque por medio de la instalación adecuada ya existente en el lugar. En estos casos, la central antes de producir el accionamiento del sistema extintor, puede producir un retardo para facilitar la evacuación del personal que trabaje en el sector donde se hará la extinción. Este tiempo se gradúa según la necesidad de cada lugar, siempre teniendo en cuenta que este retardo debe ser lo más pequeño posible, puesto que cada segundo que pasa da la posibilidad de un mayor incremento del fuego. Instalación fija de anhídrido carbónico (CO2) Las características inocuas del anhídrido carbónico y sus propiedades dieléctricas, lo hacen especialmente atractivo para la protección de locales donde se trabaja con equipos eléctricos o donde existen instalaciones de gran importancia y valor. El anhídrido carbónico causa muy pocos daños, o ninguno, a los equipos o a los materiales sometidos a proceso y como no es necesario limpiar residuos líquidos o sólidos, se reducen al mínimo tanto los daños como los períodos de paralización de las instalaciones y/o procesos. Otra ventaja del anhídrido carbónico, es que proporciona su propia presión para la descarga a través de tuberías y boquillas y, como es un gas, puede penetrar y esparcirse por todas las partes del recinto o instalación incendiada. Existen dos métodos para aplicar el anhídrido carbónico en la extinción de un fuego. Uno de ellos consiste en la creación de una atmósfera inerte en el recinto cerrado o local donde se haya generado el fuego. En algunos casos, es necesario mantener durante algún tiempo esta atmósfera en el interior del recinto para que la extinción sea completa. Este método se conoce como de “inundación total”. El otro método consiste en descargar el anhídrido carbónico sobre la superficie de los líquidos combustibles inflamados. Este método se llama de “aplicación local”.
  • 18. La descarga de grandes cantidades de CO2 para extinguir incendios, puede constituir un peligro para las personas. En primer término, la nieve carbónica que forma parte de la descarga puede interferir gravemente la visibilidad durante y después del período de descarga. Además, el ruido de la descarga puede asustar a la gente que no tiene experiencia previa o que no ha sido advertida. Cuando el sistema sea de inundación total, se producirá una atmósfera pobre en oxígeno. Los peligros de estas atmósferas pobres en oxígeno pueden evitarse mediante un sistema de alarma que indique la evacuación y un retardo en la descarga como ya se expresó anteriormente. La principal característica del CO2 que limita su empleo, es su baja capacidad refrigerante en comparación con el agua. Esta baja capacidad refrigerante puede permitir que, en determinados tipos de combustibles, se produzcan reigniciones, lo cual aconseja que este tipo de gas extintor sea usado solamente para determinados riesgos: inflamables e instalaciones y equipos eléctricos. Los componentes de una instalación fija de anhídrido carbónico son los que se mencionan a continuación: - batería de tubos de almacenamiento: compuesta por una determinada cantidad de tubos, de acuerdo a la necesidad de gas prevista por cálculo. A efectos de evitar riesgos, siempre existe una batería de reserva de iguales características que la principal, de tal modo que aunque se produzca un disparo, siempre habrá otra batería para el servicio. - tuberías y acoples: de acuerdo a las normas que regulen su instalación. - boquillas de descarga El método de activación del sistema puede ser automático y/o manual. Normalmente se combinan ambas formas, de modo que cuando el local protegido se encuentra ocupado por personal, se utiliza la forma “manual” para evitar descargas accidentales y cuando se encuentra desocupado se lo pasa a forma “automática”. Instalaciones fijas que utilizan otro tipo de gases En determinados casos es necesario la utilización de otros tipos de gases, especialmente cuando se da alguna de las siguientes circunstancias: * cuando se requiere un agente limpio * cuando existen circuitos eléctricos o electrónicos con corriente * para gases o líquidos inflamables * para sólidos inflamables de combustión superficial (por ej. termoplásticos) * cuando el riesgo se presenta en objetos o instalaciones para procesos industriales de gran valor * cuando el espacio protegido esta normal o frecuentemente ocupado por personas.
  • 19. Hasta no hace mucho tiempo, en estos casos se utilizaban gases halogenados del tipo del Halón 1301 ó 1211, pero los mismos fueron dejados de lado debido a que causaban perjuicio sobre la capa de ozono que rodea la atmósfera terrestre. En su reemplazo, están surgiendo una variada cantidad de gases, tales como el CEA- 410 (perfluorobutano), el FM-200 (heptafluoropropano), el INERGEN (mezcla de un 52% de nitrógeno, 40% de argón y 8% de CO2), etc. En relación al empleo del CO2, estos gases presentan la ventaja de no obstaculizar la visión en caso de descarga en ambientes con ocupantes, ya que no generan el efecto de la nieve carbónica. Por otra parte, tampoco generan atmósferas pobres en oxígeno, por lo cual pueden ser usados aun en ambientes ocupados por personas. El tipo de instalaciones requeridas para su descarga, posee características similares a las utilizadas para el CO2, aunque con las particularidades propias que otorga la diferencia de cálculo entre una instalación y otra.