1. El cofre
Al amanecer de un nuevo día, al salir por la lejana montaña el radiante sol mañanero,
Manuel se desperezaba en su hamaca, para iniciar un nuevo día de labores, ya se olía el
aroma del café que preparaba doña Matilde y el cantar del viejo gallo sé hacia más
estridente, en el patio de la humilde casa que habitaban en las nacientes del río Bobo
cercano al poblado de Potosí, donde se construía una represa y cientos de personas
trabajaban de día y noche en su construcción.
¿ Cuánto falta?, pregunto Doña Matilde
Por enensima vez mamá, ya pronto nos tendremos que ir de aquí, dijo Manuel,
mientras tomaba un sorbo de café y degustaba una arepa rellena con queso.
Mamá, los ingenieros dijeron que la inundación pronto llegara y esto, y Potosí estará
inundada bajo varios metros de agua.
Santo Dios, dijo doña Matilde
Eso ya lo sabes mamá y no te angusties que ya tengo un sitio para mudarnos, nos
vamos para San Joaquín de Navay, allá ya vi una tierrita y está barata.
Pero mijo yo no puedo dejar a tu papá a mis padres acá, pues nos lo llevamos pues dijo
Manuel parándose de comer y saliendo de la cocina, se alejo hacia la vaquera a ver los
animales.
Ya llegado el día de partir la madre continuaba en no dejar a nadie allí, bueno Manuel
tu dijiste que nos lo llevábamos así no me voy sin ellos.
Bueno mamá, déjame pensar como hago.
Esa noche cerca de media noche Manuel preparo tres mulas cogió una pala y un pico, y
salió con una lámpara de kerosene rumbo al cementerio de Potosí, pensando para sus
adentros bueno le di mi palabra a mamá ahora tengo que cumplir, mientras iba
pensando como hacer para cargar tres ataúdes y traérselos sin que nadie del pueblo se
diera cuenta, bueno son mis familiares muertos y me los llevo para otro lado con eso
tengo para decir y que no me paren.
Al llegar al cementerio la reja estaba abierta, las altas paredes perimetrales blancas del
cementerio daban la sensación en la oscuridad que entraba a un sitio fantasmal, solo se
oía los pasos de las mulas y la respiración entrecortada de Manuel.
Bueno ya es hora de prender la lámpara pensó, no verán la luz desde el pueblo cuando
encendió un fósforo para prender la lámpara, soplo una fuerte brisa y se lo apago, así
estuvo varias veces intentando y se decía que es lo que pasa cada vez que prendo un
2. fósforo llega el viento y lo apaga, bueno dejo la lámpara a un lado se llego a donde
estaban enterrado su padre y los abuelos comenzó cavar al metro el pico toco algo duro
y pensó bueno ya baje hasta donde esta la urna ahora me toca limpiar y sacar la tierra
para ampliar el hueco, cuando estaba en eso vio que lo que había encontrado no era una
urna de madera sino mas bien un cofre de regular tamaño y de metal, y se dijo me
equivoque de sitio y cave en otro lado, salió del hueco y se ubico de nuevo no estoy bien
en el sitio donde enterraron a mi padre hace 10 años atrás, ahí esta la cruz y al lado las
otras dos cruces de los abuelos se dijo y este cofre que hace aquí se pregunto y es grande
media casi un metro de largo por unos 40 centímetros de ancho por 60 centímetros de
alto, y esta bien pesado casi no podía sacarlo afuera, resolvió traer una mula para que
lo tirara luego de amarrar una cuerdas alrededor del cofre arrío la mula y esta saco el
cofre afuera.
Ya afuera se dio cuenta que ya pronto amanecería, bueno monto el cofre sobre la mula
lo amarro fuertemente recogió la pala, el pico y la lámpara y mejor me voy de aquí,
espero que nadie venga hoy al cementerio y sé de cuenta del hueco que cave, salió
presuroso del cementerio, monto una de las mulas y tomo hacia el camino de su finca.
Ya llegando pensó mejor voy hacia la quebradita allí abro este cofre a ver que es lo que
tiene y si es un muerto, bueno será un enano por ahí no cabe un hombre y si es un niño
tampoco creo pensó, yo no recuerdo a ningún niño de la familia muerto enterrado allá,
además este cofre estaba muy arriba de donde debería estar la urna de mi padre que
cosa guardara este cofre.
Al colocar el cofre en el suelo agarro el pico le dio un golpe a un candado que tenia y lo
rompió, cuando se disponía a abrirlo vino una ráfaga de viento muy fuerte, tan fuerte
que el viento silbaba y entre el ruido escucho que le decían Daniel apúrate que vas a
llegar tarde a clases, colorín colorado este cuento se a acabado por que me voy para
clases chao pescados.