El Papa Francisco destaca en varios discursos la importancia de prepararse espiritualmente para la Navidad a través de la oración, la caridad y la alabanza, con el corazón abierto para dejarse encontrar por Jesús y renovarse. La Navidad es un encuentro con Dios hecho hombre para salvarnos, traernos alegría y esperanza a pesar de los sufrimientos.
2. El 2 de diciembre dijo:
Prepararse para la Navidad con la oración, la
caridad y la alabanza: con un corazón abierto a
dejarse encontrar por el Señor que todo renueva:
es la invitación hecha por el Papa Francisco en la
Misa presidida en la Casa de Santa Marta en este
primer lunes del Tiempo de Adviento.
3. En estos días
"comenzamos un
camino nuevo",
un "camino de
Iglesia… hacia la
Navidad".
Vamos al encuentro
del Señor,
"porque la Navidad no
es sólo una
conmemoración
temporal o un
recuerdo de una cosa
bella":
4. "La Navidad es algo
más: nosotros vamos
por este camino para
encontrar al Señor.
¡La Navidad es un
encuentro!
Y caminamos para
encontrarlo:
encontrarlo con el
corazón, con la vida;
encontrarlo viviente,
como es Él;
encontrarlo con fe. Y
no es fácil vivir con la
fe.
5. Leemos en el Evangelio,
como Jesús se maravilló
con la fe del centurión:
se maravilló de la fe que
él tenía.
Había emprendido un
camino para encontrar al
Señor,
pero lo había hecho con
fe.
Por esto no solamente él
ha encontrado al Señor,
sino que ha sentido la
alegría de ser encontrado
por el Señor. Y este es
precisamente el encuentro
que queremos:
¡el encuentro de la fe!".
6. Y más que ser nosotros los que encontramos al
Señor,
es importante "dejarse encontrar por Él".
"Cuando solamente somos nosotros los que
encontramos al Señor, somos nosotros –entre
comillas,
digámoslo– los dueños de este encuentro;
pero cuando nos dejamos encontrar por Él,
es Él que entra dentro de nosotros, es Él que
7. Porque ésta es la venida, aquello que significa
cuando viene Cristo: renovar todo, renovar el
corazón, el alma, la vida, la esperanza, el camino.
¡Nosotros estamos en camino con fe, con la fe de
este centurión, para encontrar al Señor y
principalmente para dejarnos encontrar por Él!".
8. Para esto es necesario
un
"¡Corazón abierto,
para que Él me
encuentre!
Y me diga aquello que
Él quiera decirme,
que no siempre es
aquello que yo quiero
que me diga!
Él es el Señor y Él me
dirá lo que tiene para
mí.
9. Porque el Señor no nos mira a todos juntos,
como a una masa. ¡No, no! Nos mira a cada uno en
la cara,
a los ojos, porque el amor no es un amor así,
abstracto:
¡es amor concreto! De persona a persona:
El Señor, persona, me mira a mí, persona. Dejarse
encontrar por el Señor es justamente esto: ¡dejarse
10. En este camino hacia la Navidad,
nos ayudan algunas actitudes:
"la perseverancia en la oración, rezar más;
laboriosidad en la caridad fraterna, acercarse más
a aquellos que tienen necesidad; y la alegría en la
alabanza del Señor".
Por lo tanto: "la oración,
la caridad y la alabanza", con el corazón abierto
"para que el Señor nos encuentre".
11. El 13 de diciembre dijo al
recibir a delegación que
le obsequió el árbol de
Navidad para la Plaza de
San Pedro:
Éste simboliza la luz
divina que "disipa las
tinieblas del error y del
pecado".
"resuena en todos los
lugares el alegre anuncio
del ángel a los pastores de
Belén…
que fueron envueltos en
una gran luz".
12.
"hoy también Jesús sigue disipando las
tinieblas del error y el pecado para traer a
la humanidad la alegría de la
resplandeciente luz divina, de la que el
árbol navideño es signo y recuerdo.
Dejemos que nos envuelva la luz de la
verdad porque la alegría del Evangelio llena
el corazón
y la vida entera de los que se encuentran
13.
El 10 de diciembre dijo:
“La Navidad es el encuentro
con Jesús.
Dios siempre ha buscado a su
pueblo, lo ha guiado,
lo ha custodiado, ha
prometido que le estará
siempre cerca.
En el Libro del Deuteronomio
leemos que Dios camina con
nosotros, nos guía de la
mano como un papá con su
hijo.
Esto es hermoso.
La Navidad es el encuentro
de Dios con su pueblo.
Y también es una
consolación,
14.
"Muchas veces, después de
la misa de Nochebuena,
pasé algunas horas solo,
en la capilla, antes de
celebrar la misa de la
aurora,
con un sentimiento de
profunda consolación y
paz. Para mí la Navidad
siempre ha sido esto:
contemplar la visita de
Dios a su pueblo".
15. la ternura y de la
esperanza. Dios, al
encontrarse con nosotros,
nos dice dos cosas. La
primera: tengan
esperanza. Dios siempre
abre las puertas, no las
cierra nunca. Es el papá
que nos abre las puertas.
Segunda: no tengan
miedo de la ternura.
Cuando los cristianos se
olvidan de la esperanza y
de la ternura se vuelven
una Iglesia fría, que no
sabe dónde ir y se enreda
en las ideologías, en las
16. A la pregunta sobre la Navidad en medio del
sufrimiento y la miseria, el Santo Padre dijo:
"la Navidad no fue una denuncia de la injusticia
social,
de la pobreza, sino un anuncio de alegría.
Todo lo demás son conclusiones que sacamos
nosotros. Algunas correctas, otras menos y otras
más ideologizadas. La Navidad es alegría, alegría
religiosa, alegría de Dios, interior, de luz, de
17.
"Cuando no se tiene la capacidad o se está
en una situación humana que no te permite
comprender esta alegría, se vive la fiesta con
alegría mundana. Pero entre la alegría
profunda y la alegría mundana hay mucha
diferencia".
18. "Dios nunca da un don a quien no es capaz de
recibirlo.
Si nos ofrece el don de la Navidad es porque
todos tenemos la capacidad para comprenderlo y
recibirlo. Todos, desde el más santo hasta el más
pecador,
desde el más limpio hasta el más corrupto.
Incluso el corrupto tiene esta capacidad:
pobrecito, la tiene un poco oxidada, pero la
tiene".
19.
El 18 de diciembre del 2013 dijo en su catequesis de
la audiencia general:
La Navidad de Jesús, fiesta de la confianza y la
esperanza, que supera la incertidumbre y el
pesimismo.
Y la razón de nuestra esperanza es ésta:
¡Dios está con nosotros y confía en nosotros otra
vez!
20. ¡Dios está con nosotros y Dios se fía todavía
de nosotros! Es generoso este Padre Dios ¿eh?
Dios viene a morar con los hombres,
elige la Tierra como su casa para estar junto
al hombre y encontrarlo allí donde el hombre
pasa sus días en la alegría y en el dolor.
21. Por lo tanto, la tierra
ya no es sólo un ‘valle
de lágrimas’, sino es el
lugar donde Dios
mismo ha puesto su
tienda,
es el lugar de
encuentro entre Dios y
el hombre,
de la solidaridad de
Dios con los hombres.
22. Dios ha querido compartir
nuestra condición humana
hasta el punto de llegar a
ser uno con nosotros en la
persona de Jesús,
que es verdadero Dios y
verdadero hombre.
Pero hay algo aún más
sorprendente.
La presencia de Dios en
medio de la humanidad no
se ha realizado en un
mundo ideal, idílico, sino
en este mundo real,
marcado por tantas cosas,
buenas y malas, marcado
por divisiones, maldad,
pobreza, opresiones y
23. Él ha elegido habitar nuestra historia tal
como es, con todo el peso de sus
limitaciones y de sus dramas. Al hacerlo, ha
demostrado de manera insuperable su
inclinación misericordiosa
y llena de amor por las criaturas humanas.
24. Él es el Dios-con-nosotros; Jesús es Dios-connosotros, ¿creen ustedes esto? (responden sí)
¿pero hacemos juntos esta confesión? Jesús es Dios
con nosotros, ¡todos!:
¡Jesús es Dios con nosotros! Otra vez: ¡Jesús es
Dios con nosotros!, Muy bien, ¡Gracias! ¡Jesús es
Dios con nosotros!
25. Desde siempre y para siempre con nosotros en los
sufrimientos y en los dolores de la historia.
El nacimiento de Jesús es la manifestación de que
Dios "toma partido" una vez por todas por el
hombre,
para salvarnos, para levantarnos del polvo de
nuestras miserias, de nuestras dificultades, de
nuestros pecados.
26. De aquí viene el gran
"regalo" del Niño de Belén:
una energía espiritual Él nos
trae, una energía que nos
ayuda a no hundirnos en
nuestras fatigas,
en nuestra desesperación, en
nuestras tristezas,
porque es una energía que
enardece y transforma el
corazón. El nacimiento de
Jesús, de hecho, nos trae la
buena noticia de que somos
amados inmensamente e
individualmente por Dios, ¡y
este amor no sólo nos lo
hace conocer, sino que nos
lo da, lo comunica!
27. De la contemplación gozosa del misterio del Hijo
de Dios nacido para nosotros, podemos sacar dos
consideraciones:
La primera es que si en Navidad, Dios se revela no
como alguien que está en lo alto y domina el
universo,
sino como el que se abaja, ¡Dios se abaja!
Desciende a la tierra, pequeño y pobre,
28. significa que para ser como Él,
no debemos ponernos por encima de los otros,
sino más bien abajarnos, ponernos al servicio,
hacernos pequeños con los pequeños
y pobres con los pobres.
29. Pero es algo feo cuando se ve un cristiano que no
quiere abajarse, que no quiere servir.
Un cristiano que se pavonea por todos lados,
¿es feo eso, no? ¡Ese no es un cristiano! ¡Ese es un
pagano! ¡El cristiano sirve, se abaja! ¡Hagamos de
tal modo que estos nuestros hermanos y hermanas
nunca se sientan solos!
30. En segundo lugar: si Dios, por medio de Jesús,
se comprometió con el hombre para llegar a ser
como uno de nosotros, quiere decir que cualquier
cosa que hagamos a un hermano y una hermana lo
hacemos a Él.
Nos lo recordó el mismo Jesús: aquel que haya
alimentado, recibido, visitado, amado uno de los
pequeños y de los pobres entre los hombres, lo
habrá hecho al Hijo de Dios.
31. Confiémonos a la materna intercesión de María,
Madre de Jesús y nuestra, para que nos ayude en
esta Santa Navidad, ya cercana, a reconocer en el
rostro de nuestro prójimo, especialmente de las
personas más débiles y necesitadas, la imagen del
Hijo de Dios hecho hombre.
32. Que María nos sostenga
en nuestro propósito
de donar a todos
nuestro amor, nuestra
bondad y nuestra
generosidad.
De este modo seremos
un reflejo y una
prolongación de la luz
de Jesús, que desde la
gruta de Belén, sigue
irradiando en los
corazones de las
personas, ofreciendo la
alegría y la paz, a las
que aspiramos desde lo
profundo de nuestro
ser.
33. El 20 de diciembre dijo:
"la Navidad es la celebración de la presencia de
Dios que viene a estar entre nosotros para
salvarnos.
¡El nacimiento de Jesús no es un cuento!
Es una historia real, que sucedió en Belén hace
dos mil años. La fe nos hace reconocer en ese
Niño,
nacido de la Virgen María, al verdadero Hijo de
Dios,
34. "Y es en el rostro del pequeño Jesús que
contemplamos el rostro de Dios, que no se revela
en la fuerza o en el poder, sino en la debilidad y
fragilidad de un recién nacido.
Así es nuestro Dios; se acerca mucho, en un niño.
Este niño muestra la fidelidad y la ternura del
amor sin límites con el que Dios rodea cada uno
de nosotros".
35. Por esta razón,
hacemos una fiesta en
Navidad, reviviendo la
misma experiencia de
los pastores de Belén.
Junto a muchos papás
y mamás que trabajan
duro todos los días,
afrontando muchos
sacrificios, junto con
los niños, los enfermos
y los pobres, hacemos
esta fiesta, porque es
la fiesta del encuentro
con Dios en Jesús".
36. Realmente son conscientes de que Jesús los quiere
mucho
y quiere ser su amigo. "Si estáis convencidos de
ello, seguramente sabréis transmitir la alegría de
esta amistad
por todas partes: en casa,
en la iglesia, en la escuela, con los amigos …
Y por los enemigos, rezad para que se acerquen a
37. "Así sabréis dar testimonio con un
comportamiento de verdaderos cristianos,
dispuestos a echar una mano a los necesitados... y
también a aquel que no te quiere mucho... sin
juzgar a nadie y, sin hablar mal de nadie.
No son buena gente los que hablan mal de los
demás... porque las habladurías no son
cristianas...
38. El 22 de diciembre en el
ángelus, dijo:
“Con María y José
caminamos juntos hacia
Belén”,
“Nos disponemos entonces
a celebrar la Navidad
contemplando a María y a
José: María, la mujer llena
de gracia que ha tenido el
coraje de encomendarse
totalmente a la Palabra de
Dios; José, el hombre fiel y
justo que ha preferido creer
al Señor en lugar de
escuchar las voces de la
duda y del orgullo
humano”.
39. El Evangelio nos relata los
hechos que precedieron al
nacimiento de Jesús,
y el evangelista Mateo los
presenta desde el punto de
vista de San José, el esposo
prometido de la Virgen
María”.
“José y María vivían en
Nazaret; aún no habitaban
juntos, porque el matrimonio
todavía no se había
celebrado. Mientras tanto,
María, después de haber
acogido el anuncio del Ángel,
estaba encinta por obra del
Espíritu Santo.
Cuando José se da cuenta de
este hecho, permanece
40. “El Evangelio no explica sus
pensamientos,
pero nos dice lo esencial:
él trata de hacer la
voluntad de Dios y está
dispuesto a la renuncia más
radical”.
“en lugar de defenderse
y de hacer valer sus propios
derechos, José elige una
solución que para él
representa un enorme
sacrificio.
Y el Evangelio dice:
‘Como era justo y no quería
ponerla en evidencia,
resolvió repudiarla en
secreto’”.
41. “¡Esta breve frase resume
un verdadero y propio
drama interior, si pensamos
en el amor que José tenía
por María!
Pero también en semejante
circunstancia, José desea
hacer la voluntad de Dios y
decide, seguramente con
gran dolor, despedir a
María en secreto”.
42. “Es necesario meditar sobre
estas palabras, para
entender cuál fue la prueba
que José tuvo que sostener
en los días que precedieron
el nacimiento de Jesús.
Una prueba semejante a la
del sacrificio de Abraham,
cuando Dios le pidió a su
hijo Isaac: renunciar a lo
más precioso, a la persona
más amada”.
43. “Pero, como en el caso de Abraham, el Señor
interviene:
ha encontrado la fe que buscaba y abre un camino
diverso,
un camino de amor y de felicidad:
‘José – le dice – no temas tomar contigo a María
tu mujer porque lo engendrado en ella es del
Espíritu Santo’”.
“Este Evangelio nos muestra toda la grandeza de
espíritu de San José”.“José estaba siguiendo un
buen proyecto de vida, pero Dios reservaba para él
44. “José era un hombre que
escuchaba siempre la voz de
Dios, profundamente sensible
a su secreto deseo, un
hombre atento a los
mensajes que le llegaban de
lo profundo del corazón y de
lo alto. No se obstinó en
perseguir su proyecto de
vida, no permitió que el
rencor le envenenara el
ánimo, sino que estuvo listo
para ponerse a disposición de
la novedad que se le
presentaba de modo
desconcertante.
Y así, ¡era un hombre bueno!
No odiaba, y no permitió
que el rencor le envenenara
45. “¡Pero cuántas veces a
nosotros el odio,
también la antipatía, el
rencor nos envenenan el
alma!
¡Esto hace mal! No lo
permitan jamás, él es un
ejemplo de esto.
Y de este modo José se
volvió más libre y grande
aún”.
46. La actitud de humildad y
servicio. Van juntas: no se
puede ser humilde sin cambiar
el corazón al servicio, y
resulta inimaginable un
servicio carente de humildad.
Por ello la persona que es
realmente humilde está
“al servicio de”.
En cambio las personas
suficientes y creídas de sí
mismas tienen la tendencias a
“servirse de”… servirse de los
demás, servirse de la familia,
servirse de las instituciones,
para el propio provecho.
Deseo que,
en esta conmemoración de la
Navidad, el Señor nos unja a
todos con actitudes de
47. En la contemplación del pesebre se nos habla de
los pastores. Ellos están presentes con su sencillez
y su corazón obediente a la invitación del Ángel.
Queridos amigos, les deseo una feliz y santa
Navidad.
Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide,
Y, por favor les pido que no se olviden de rezar
por mí.
48.
El 23 diciembre dijo:
“María, siente en el
corazón que quiere mirar el
rostro de su Niño.
Nosotros como Iglesia,
“acompañamos a la Virgen
en este camino de espera”
y casi “queremos apresurar
este nacimiento" de Jesús.
49.
El Señor viene dos
veces,
"aquella que
conmemoramos ahora,
el nacimiento físico”
y aquella en que “
vendrá al final a
cerrar la historia”.
Pero, como afirma San
Bernardo, hay también
un tercer nacimiento.
50. “Hay una tercera venida del Señor:
aquella de cada día.
¡El Señor visita a su Iglesia cada día!
Visita a cada uno de nosotros y también
nuestra alma entra en esta semejanza:
nuestra alma asemeja a la Iglesia, nuestra
alma asemeja a María.
51. Los padres del desierto dicen que María,
la Iglesia y nuestra alma son femeninas y
aquello que se dice de una, análogamente
se puede decir de la otra. Nuestra alma
también está en espera,
en esta espera por la venida del Señor; un
alma abierta que llama: '¡Ven, Señor!'”. “El
Espíritu Santo nos mueve a hacer esta
52. Durante los días de Adviento, “hemos dicho en el
prefacio que nosotros, la Iglesia, como María,
estamos vigilantes en la espera”. Y la vigilancia,
“es la virtud” del peregrino. ¡Todos nosotros
“somos peregrinos!”.
“Y me pregunto: ¿estamos en espera o estamos
cerrados? ¿Somos vigilantes o nos quedamos
seguros en un albergue, a lo largo del camino y
no queremos ir más adelante? ¿Somos peregrinos
o somos errantes?
53. invita a rezar este '¡Ven!', a
abrir nuestra alma y que
nuestra alma sea,
en estos días, vigilante en
la espera. ¡Vigilar!
Qué cosa sucede en
nosotros si viene el Señor o
si no viene?
i hay lugar para el Señor o
hay lugar para fiestas, para
comprar cosas, hacer
barullo… ¿Nuestra alma
está abierta, como está
abierta la Santa Madre
Iglesia y como estuvo
abierta la Virgen? ¿O
nuestra alma está cerrada y
hemos puesto un letrerito
en la puerta, muy educado,
54. “El mundo no termina con nosotros, nosotros no
somos los más importantes en el mundo:
¡es el Señor, con la Virgen y con la Madre
Iglesia!”.
“Nos hará bien repetir” la invocación:
“¡Oh sabiduría, oh llave de David, oh Rey de los
55. veces '¡Ven!', e
intentar que nuestra
alma no sea un alma
que diga:
'Se ruega no
molestar'. ¡No!
Que sea un alma
abierta, que sea un
alma grande, para
recibir en estos días
al Señor
y que comience a
sentir aquello que
mañana nos dirá la
Iglesia en la antífona:
‘¡Sepan que hoy viene
el Señor!
¡Y mañana verán su
56.
El 25 de diciembre al presidir su primera Misa de
Nochebuena como Pontífice, dijo:
“La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús,
nacido de María Virgen, Dios y hombre
verdadero.
Ha venido a nuestra historia, ha compartido
nuestro camino. Ha venido para librarnos de las
tinieblas
57. ‘El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz
grande’.
Esta profecía de Isaías no deja de conmovernos,
especialmente cuando la escuchamos en la Liturgia
de la Noche de Navidad.
No se trata sólo de algo emotivo, sentimental;
nos conmueve porque dice la realidad de lo que
somos: somos un pueblo en camino, y a nuestro
alrededor
58. Y en esta noche, cuando el espíritu de las tinieblas
cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que
siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en
camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a
reflexionar en este misterio: misterio de caminar y
de ver.
59. Caminar. Este verbo nos hace pensar en el curso
de la historia, en el largo camino de la historia de
la salvación, comenzando por Abrahán, nuestro
padre en la fe,
a quien el Señor llamó un día a salir de su pueblo
para ir a la tierra que Él le indicaría.
60. Desde entonces, nuestra identidad como creyentes
es la de peregrinos hacia la tierra prometida.
El Señor acompaña siempre esta historia.
Él permanece siempre fiel a su alianza y a sus
promesas.
61. Porque es fiel, ‘Dios es luz sin tiniebla alguna’.
Por parte del pueblo, en cambio, se alternan
momentos de luz y de tiniebla, de fidelidad y de
infidelidad,
de obediencia y de rebelión, momentos de pueblo
peregrino y momentos de pueblo errante.
62. También en nuestra historia personal se alternan
momentos luminosos y oscuros, luces y sombras.
Si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en
la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si
prevalecen el orgullo,
la mentira, la búsqueda del propio interés,
entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por
fuera.
63. ’Quien aborrece a su hermano –escribe el apóstol
San Juan– está en las tinieblas, camina en las
tinieblas,
no sabe adónde va, porque las tinieblas han
cegado sus ojos’.
64.
2. En esta noche, como un
haz de luz clarísima,
resuena el anuncio del
Apóstol: ‘Ha aparecido la
gracia de Dios, que trae la
salvación para todos los
hombres’.
La gracia que ha aparecido
en el mundo es Jesús,
nacido de María Virgen,
Dios y hombre verdadero.
Ha venido a nuestra historia,
ha compartido nuestro
camino.
65.
Ha venido para librarnos de las tinieblas y darnos
la luz.
En Él ha aparecido la gracia, la misericordia,
la ternura del Padre: Jesús es el Amor hecho carne.
No es solamente un maestro de sabiduría, no es
un ideal al que tendemos y del que nos sabemos
por fuerza distantes, es el sentido de la vida y de
la historia que ha puesto su tienda entre nosotros.
66.
3. Los pastores fueron los primeros que vieron esta
‘tienda’, que recibieron el anuncio del nacimiento
de Jesús.
Fueron los primeros porque eran de los últimos,
de los marginados. Y fueron los primeros porque
estaban
en vela aquella noche, guardando su rebaño.
67.
Es condición del peregrino velar, y ellos estaban
en vela. Con ellos nos quedamos ante el Niño, nos
quedamos en silencio. Con ellos damos gracias al
Señor por habernos dado a Jesús, y con ellos,
desde dentro de nuestro corazón, alabamos su
fidelidad: Te bendecimos, Señor, Dios Altísimo,
que te has despojado de tu rango por nosotros.
Tú eres inmenso, y te has hecho pequeño; eres
rico, y te has hecho pobre; eres omnipotente, y te
68.
Que en esta Noche compartamos la alegría del
Evangelio: Dios nos ama, nos ama tanto que nos
ha dado a su Hijo como nuestro hermano, como
luz para nuestras tinieblas.
El Señor nos dice una vez más: ‘No teman’.
Como dijeron los ángeles a los pastores:
"No teman". Y también yo les repito a todos: ‘No
teman’.
69.
Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos
ama,
nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra
prometida.
Él es la luz que disipa las tinieblas.
Él es la misericordia. Nuestro Padre nos perdona
siempre.
Y Él es nuestra paz. Amén”.
70.
El 25 de diciembre el Papa Francisco dijo:
“En este día, iluminado por la esperanza
evangélica que proviene de la humilde gruta de
Belén, pido para todos ustedes el don navideño de
la alegría y de la paz:
para los niños y los ancianos, para los jóvenes y
las familias, para los pobres y marginados”.
71.
“que Jesús, que vino a este mundo por nosotros,
consuele a los que pasan por la prueba de la
enfermedad
y el sufrimiento y sostenga a los que se dedican al
servicio de los hermanos más necesitados.
¡Feliz Navidad!”.
72. En twitter dijo:
Intentemos vivir la Navidad en coherencia
con el Evangelio,
poniendo a Jesús en el centro de nuestra
vida.
73. El Adviento es un camino hacia Belén.
Dejémonos atraer por la luz de Dios hecho
hombre.
74. La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos
vendría bien estar un poco en silencio, para oír la
voz del Amor.
77. Ante el portal de Belén,
recemos de modo especial por los
que sufren persecución a causa de
su fe.
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