Este documento discute la creación del universo y de la humanidad por parte de Dios. Explica que Dios creó todo de la nada, incluyendo a los ángeles y al hombre y la mujer, dotándolos de dignidad. Si bien la Biblia ofrece una explicación religiosa más que científica de la creación en seis días, subraya que todo procede de Dios y tiene un propósito ordenado.
La creación: Dios creó el universo y al ser humano a su imagen
1.
2. Dios desde siempre es feliz y no necesita nada
más, porque es Trinidad. Pero Dios es tan bueno
que quiere que haya criaturas que sean felices
con Él. Por eso es “Creador de cielo y tierra”.
3. Crear es hacer
algo donde no
había nada, o
donde no había
algo. Eso sólo
lo puede hacer
Dios.
4. No hay algo que
pueda comenzar
a existir por sí
mismo. Debe
haber un ser
inteligente que
lo haya hecho.
Y esto que decimos ahora en el sentido material
será también realidad en el sentido espiritual.
6. El evolucionismo es verdad hasta cierto
sentido. No se puede dar una evolución
que venga desde lo infinito ni que tienda
hasta lo infinito.
7. La Sagrada Escritura
dice: «en el principio
creó Dios el cielo y la
tierra» (Gn 1, 1).
Quiere decir que Dios
es el creador de
todas las cosas
visibles e invisibles:
de todos los seres
espirituales y
materiales, esto es,
de los ángeles y del
mundo visible y, en
particular, del
hombre.
8. No entramos aquí en el cómo (luego
veremos un poco). Ahora interesa
recalcar que todo lo que no es Dios,
procede de Él.
9. Es importante afirmar que en el principio Dios
creó el cielo y la tierra porque la creación es el
fundamento de todos los designios salvíficos
de Dios. Es el comienzo de la historia de la
salvación, que culmina en Cristo.
Es la primera
respuesta a
los
interrogantes
fundamentales
sobre nuestro
origen y
nuestro fin.
10. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son el
principio único e indivisible del mundo,
aunque la obra de la Creación se atribuye
especialmente a Dios Padre.
11. “El cielo y la tierra” no es cualquier cosa. Dicen
que habrá más de dos mil millones de galacteas.
Cada galactea contiene miles o millones de
estrellas. Una de esas estrellas es el sol, a cuya
luz está nuestra casa, que es la tierra.
12. Porque Dios crea con sabiduría, la
creación está ordenada: "Tú todo lo
dispusiste con medida, número y
peso" (Sb 11,20).
Y todo está ordenado muy sabiamente.
13. Dios ha creado el universo libremente con
sabiduría y amor. El mundo no es el fruto de una
necesidad, de un destino ciego o del azar. Dios
crea «de la nada» un mundo ordenado y bueno.
14. El mundo ha sido creado
para gloria de Dios. El fin
último de la Creación es
que Dios, en Cristo,
pueda ser «todo en
todos» (1 Co 15, 28), para
gloria suya y para
nuestra felicidad.
Y como dice san
Buenaventura: "no para
aumentar su gloria, sino
para manifestarla y
comunicarla“. Porque
Dios no tiene otra razón
para crear que su amor y
su bondad.
15. La gloria de Dios consiste en que se
realice esta manifestación y esta
comunicación de su bondad para las
cuales el mundo ha sido creado,
especialmente en el ser humano.
«La gloria de Dios es el que el hombre viva, y la vida
del hombre es la visión de Dios» (San Ireneo de Lyon)
16. El hombre es la cumbre de la Creación visible,
pues ha sido creado a imagen y semejanza de
Dios. Este ser imagen y semejanza de Dios
quiere decir sobre todo que es capaz de conocer
y amar libremente a su propio Creador.
17. El hombre, en cuanto creado a imagen de Dios,
tiene la dignidad de persona: no es solamente
algo, sino alguien capaz de conocerse, de darse
libremente y de entrar en comunión con Dios y
las otras personas.
El hombre es la
única criatura
sobre la tierra a
la que Dios ama
por sí misma, y
a la que llama a
compartir su
vida divina, en
el conocimiento
y en el amor.
18. Dios ha creado todo para el hombre, pero el
hombre ha sido creado para conocer, servir y
amar a Dios, para ofrecer en este mundo toda la
Creación a Dios en acción de gracias, y para ser
elevado a la vida con Dios en el cielo.
Podemos decir como el salmo: "¿Cómo te
pagaré, oh Señor, todo el bien que me has
hecho?" (Sal 116,12)
26. Esta unidad es tan profunda que, gracias al
principio espiritual, que es el alma, el cuerpo, que
es material, se hace humano y viviente, y participa
de la dignidad de la imagen de Dios.
La persona humana es, al
mismo tiempo, un ser
corporal y espiritual. En
el hombre el espíritu y la
materia forman una única
naturaleza.
27. El alma espiritual no viene de los
progenitores, sino que es creada
directamente por Dios, y es inmortal.
Al separarse del
cuerpo en el
momento de la
muerte, no
perece; se unirá
de nuevo al
cuerpo en el
momento de la
resurrección
final.
28. La Biblia subraya la
cercanía de Dios y su
intervención directa: el
Creador aparece bajo la
imagen del alfarero; lo
mismo que este va
modelando sus vasijas,
con delicadeza, sin
prisas, una por una, Dios
forma a cada uno de los
hombres con una
intervención única y
especial.
29. El hombre y la mujer han
sido creados por Dios con
igual dignidad en cuanto
personas humanas y, al
mismo tiempo, con una
recíproca
complementariedad en
cuanto varón y mujer. Juntos
están llamados a transmitir
la vida humana, formando en
el matrimonio «una sola
carne» y a dominar la tierra
como «administradores» de
Dios.
30. En este proyecto de Dios, el hombre no habría
debido sufrir ni morir. Igualmente reinaba en el
hombre una armonía perfecta consigo mismo, con
el Creador, entre hombre y mujer, así como entre la
primera pareja humana y toda la Creación.
Al crear al
hombre y a la
mujer, Dios les
dio una especial
participación de
la vida divina, en
un estado de
santidad y
justicia.
31. “El cielo y la tierra”
creados por Dios,
aunque tienen
muchísimas cosas
buenas, son
imperfectos, porque
son de paso, una
prueba para
conseguir lo
perfecto.
Lo perfecto será
el cielo-paraíso,
donde será el
gozo con Dios.
32. Esta realidad se
esclarece plenamente
sólo a la luz de la divina
Revelación y, sobre
todo, a la luz de Cristo,
el Salvador de todos,
que ha hecho que la
gracia sobreabunde allí
donde había abundado
el pecado.
Muchas veces no se cumple la prueba. En la
historia de la humanidad está presente el
pecado.
33. Dios conserva en el ser el mundo que ha creado
y lo sostiene, dándole la capacidad de actuar y
llevándolo a su realización, por medio de su Hijo
y del Espíritu Santo.
Dios no
sólo nos
crea,
sino que
nos
sustenta.
34. La divina Providencia consiste en las disposiciones con
las que Dios conduce a sus criaturas a la perfección
última, a la que Él mismo las ha llamado. Dios es el autor
soberano de su designio. Pero para realizarlo se sirve
también de la cooperación de sus criaturas, otorgando al
mismo tiempo a éstas la dignidad de obrar por sí
mismas, de ser causa unas de otras.
35. Dios no es, en modo
alguno, ni directa ni
indirectamente, la causa
del mal. Él ilumina el
misterio del mal en su Hijo
Jesucristo, que ha muerto
y ha resucitado para vencer
el gran mal moral, que es el
pecado de los hombres y
que es la raíz de los
restantes males.
Al interrogante, tan doloroso como misterioso, sobre la
existencia del mal solamente se puede dar
respuesta desde el conjunto de la fe cristiana.
36. La fe nos da la certeza de
que Dios no permitiría el
mal si no hiciera salir el
bien del mal mismo. Esto
Dios lo ha realizado ya
admirablemente con
ocasión de la muerte y
resurrección de Cristo: en
efecto, del mayor mal
moral, la muerte de su
Hijo, Dios ha sacado el
mayor de los bienes, la
glorificación de Cristo y
nuestra redención.
37. Sólo al final,
cuando
tenga fin
nuestro
conocimiento
parcial, cuando
veamos a Dios
"cara a cara" (1
Co 13, 12),
nos serán
plenamente
conocidos.
Los caminos de su providencia nos son con frecuencia
desconocidos.
38. Hoy se habla mucho sobre la teoría del Big Bang. El Big
Bang, literalmente gran estallido, constituye el
momento en que de la "nada" emerge toda la materia,
es decir, el origen del Universo.
¿Cómo creó Dios el universo?
39. Los que no creen en Dios dicen que la materia, hasta
ese momento, era un punto de densidad infinita, que en
un momento dado "explota" generando la expansión de
la materia en todas las direcciones y creando lo que
conocemos como nuestro Universo.
40. Si es materia no puede ser infinita. Si es
explosión, muy difícilmente puede comprenderse
el orden que hay en el Universo.
¿Qué es ese
punto de
densidad
infinita?
41. Es posible que Dios creara toda la masa y, en un
momento determinado, diera el impulso
imponente para que todo se pusiera en
movimiento trepidante y ordenado.
42. A veces se quiere explicar que fueron días muy largos,
cada uno de los cuales duraría muchos siglos. Otros,
algo más acertados, dicen que es para ir viendo el valor
de todo lo creado y la finalidad de alabar a Dios.
La Biblia, en
el libro del
Genesis, nos
dice que Dios
creó todo “en
seis días”.
43. Lo cierto es que esta narración de la creación “en
seis días” parece que fue escrita varios siglos
después de comenzada la Biblia. Sería un escrito
de la “etapa sacerdotal” (siglo VI a.C.), cuando les
interesaba insistir en que un día a la semana se
debe descansar para estar más con el Señor.
44. La Biblia, especialmente aquí, no pretende
darnos una explicación científica del origen del
mundo y del hombre, sino una explicación
religiosa:
Todo lo que se ve
ha tenido un
comienzo
absoluto y ese
comienzo se debe
a la intervención
libre y gratuita de
Dios.
45. Dios por medio de la Escritura quiere decirnos que el
mundo no es, como creían los hombres de aquel tiempo,
un laberinto de fuerzas contrapuestas ni la morada de
poderes demoníacos, de los que el hombre debe
protegerse. El sol y la luna no son divinidades que lo
dominan, ni el cielo está habitado por misteriosas y
contrapuestas divinidades, sino que todo esto procede
únicamente de Dios.
46. Para hacer esto, el autor
sagrado no recurre a
afirmaciones religiosas
abstractas, que sus
destinatarios no habrían
entendido en absoluto;
sino que, como buen
catequista, transmite esas
verdades en un lenguaje
sencillo y popular, cargado
de imágenes, que resulta
enormemente gráfico y
expresivo.
47. Es como se lo
contaría a un niño.
Por ejemplo:
primero creó la luz y
luego las estrellas,
cuando en realidad
la luz viene de las
estrellas. O el decir
que creó la tierra
antes que el sol y las
estrellas, etc.
El orden de lo que dice creado en cada día
no es lógico.
48. Esta narración de la
creación subraya la
omnipotencia de
Dios, pues todo lo
crea con sola su
palabra, sin
esfuerzo. Y subraya
la bondad y
hermosura de todo
lo creado, porque
“todo era bueno”.
49. la creación del hombre y de la mujer viene en
último lugar, como culminando toda la obra
creadora; al ser humano se le encomienda
someter y dominar la creación porque toda ella
está a su servicio; si todo lo creado es bueno,
Dios se complace en el ser humano como «muy
bueno».
En esta narración
de la creación el
hombre ocupa un
lugar destacado:
50. La gran pregunta es: ¿Dónde están todas las
especies intermedias?. Un ala no surge en una
especie de la noche a la mañana, una cola no
desaparece de una generación para otra, un
reptil no se vuelve mamífero sin dejar rastro.
Hay mucho de fantasía.
Después de la creación ¿Hay una verdadera
evolución de las especies? No está claro.
51. Dios es creador
de lo “visible e
invisible”. Entre
lo invisible
están los
ángeles.
Los ángeles son criaturas puramente
espirituales, incorpóreas, invisibles e
inmortales. Para simbolizar que, por ser
espirituales, se pueden trasladar rápidamente se
les suele pintar con alas.
52. Los ángeles son seres personales dotados de
inteligencia y voluntad. Los ángeles, contemplan
cara a cara incesantemente a Dios, lo glorifican,
lo sirven y son sus mensajeros en el
cumplimiento de la misión de salvación para
todos los hombres.
53. Los ángeles son
servidores y mensajeros
de Dios.
Como tal aparecen en
múltiples pasajes de la
Sagrada Escritura.
Fueron creados para ser
felices con Dios. Y para
poder ser más felices,
Dios les puso alguna
prueba. Los que no la
cumplieron fueron
convertidos en demonios.
54. Los ángeles buenos
nos ayudan en el
camino hacia Dios.
Al que tenemos más
cerca le llamamos:
“El ángel de la
guarda”.
55. Por nosotros mismos no
somos nada; todo es recibido
como don gratuito. Esta
dependencia total del Creador
nos coloca en radical humildad
como criaturas frágiles e
inconsistentes que somos:
«¿Qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo has recibido
¿de qué te glorías como si no
lo hubieras recibido?»
De todo ello deducimos: nuestra dependencia
radical del Creador: todo lo que somos y
tenemos, lo recibimos continuamente de Dios.
56. En la creación encontramos la huella de Dios: lo mismo
que podemos conocer algo de un artista por las obras que
realiza, así la creación, al que sabe contemplarla con
mirada limpia, le está hablando de Dios, pues le remite al
poder, a la sabiduría, a la grandeza de Dios.