Reflexión de quién es Dios (su verdadera esencia) y cómo es Dios (sus cualidades) y de cómo su Amado Hijo, Jesús, nos lo dio a conocer, reflejando su imagen de manera perfecta, como El mismo nos enseñó: Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto (Mateo 5:48).
2. D I O S E S A M O R
Nos lo dice el Apóstol Juan, a quien llaman el apóstol del amor
porque en su evangelio nos muestra a un Dios amoroso.
De esta manera, San Juan nos responde a la pregunta de ¿Quién
es Dios? Y su respuesta es Dios es Amor (Cf.1 Juan 4:8).
Habrá quienes respondan a esta pregunta diciendo que Dios es
nuestro Padre, que es nuestro Creador, que es Luz, etc., etc.
Pero todas estas respuestas no son más que manifestaciones del
Amor: Dios nos creó por amor (CIC 1604) (1), es nuestro
Padre por amor, ese amor se manifiesta dando luz a
nuestras vidas… Porque si el amor no se manifiesta, no es,
no existe.
San Pablo nos dice en Romanos 5:8: Mas Dios muestra su amor
para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros. (La más grande manifestación del amor de Dios).
3. Dios es amor, ésa es su verdadera y única esencia,
su carta de identidad.
Dios es amor y no sabe hacer otra cosa más que
amar. Nos ama a todos por igual: a malos y
buenos. En Mateo 5:45, Jesús nos dice:
“…porque Él hace salir su sol sobre malos y buenos,
y llover sobre justos e injustos”.
4. Y si San Juan nos responde a la pregunta de ¿Quién es
Dios?, San Pablo, entonces, nos responde a la
pregunta de ¿Cómo es Dios? en su himno al Amor:
El amor (2) es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el
amor no es jactancioso, no se envanece;
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no
guarda rencor;
no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser… Y ahora permanecen la fe, la
esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el
amor. 1 Corintios 13: 4-8, 13
5. Quien nos da a conocer al Padre es su Hijo único,
Jesús, que nos revela perfectamente el quién y el
cómo es Dios; tal como dice el refrán: “De tal palo,
tal astilla” o como lo expresa el mismo Jesús en
Juan 14:9: El que me ha visto a mí ha visto al Padre, y
en Juan 8-19 nos dice: Si me conocierais a mí,
conoceríais también a mi Padre.
Analicemos, entonces, cada una de estas cualidades
de Dios Padre, tomando como ejemplo a su
amado Hijo Jesús, que nos dice que si lo
conocemos a Él conocemos al Padre.
6. Así nos dice San Pablo que es nuestro
Dios, a quien conocemos a través de su
Hijo:
7. Sufrido significa paciente, tolerante, sacrificado. Dios
es paciente y tolerante con todos nosotros, porque
aun siendo pecadores nos ama, se sacrifica por
nosotros, nos cuida, nos protege, nos provee todo
lo que necesitamos, ya sea física o espiritualmente.
Pero sufrir significa también sentir dolor, y a Dios le
duelen nuestros sufrimientos por nuestra
condición de pecadores. Y nos demuestra su amor
enviando a su Hijo único, como sacrificio
expiatorio, para sacarnos de esa condición
pecaminosa y mostrarnos el camino hacia Él.
Jesús se ofrece voluntariamente a este sacrificio de
amor: Él da su vida como rescate por muchos (Cf.
Marcos 10:45) ¿Existe mayor sacrificio?
8. Y sufre y llora por todos nosotros, viéndonos como ovejas sin pastor.
En la Biblia encontramos a Jesús llorando en tres ocasiones:
Llora por Jerusalén antes de entrar a ella por última vez. "Al acercarse y ver
la ciudad, lloró sobre ella y dijo: ¡Si al menos en este día comprendieras lo que
lleva a la paz!..." (Lucas 19:41-44). Jesús llora por la Jerusalén que no
quiso escuchar sus palabras. Llora por la Jerusalén que mata a los
profetas y apedrea a los que les son enviados. (Cf. Mateo 23).
Llora ante la tumba de Lázaro conmovido por el dolor de familiares y
amigos ante su muerte. Y Jesús lloró (Juan 11:35).
Y llora en Getsemaní su agonía, cercana su pasión y muerte. (Cf. Mateo
26:39).
Jesús se conmueve ante nuestro dolor: se conmueve y resucita a Lázaro en
Juan 11:33; se conmueve ante el dolor de la viuda y resucita a su hijo
en Lucas 7:13; se conmueve y cura al leproso en Marcos 1:41. Jesús se
conmueve y nos ayuda a todos en nuestras necesidades. El
conmoverse es el detonante para la manifestación divina.
Jesús lloró, se conmovió y sufrió y aún continúa llorando, conmoviéndose
y sufriendo por todos nosotros.
9. Bondadoso, bueno.
Dios es la fuente de toda bondad.
Jesús reflejó la imagen benigna del Padre haciendo
el bien en el mundo. Lo atestiguan sus apóstoles
cuando dicen que Jesús se pasó haciendo el bien
(Cf. Hechos 10:38).
Pero sus obras quedan como mejor evidencia en
todo el evangelio: … los ciegos ven, los cojos andan,
los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los
muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena
Nueva (Cf. Lucas 7:22).
10. Pidámosle a Él que nos libre de este horrible mal.
¿Qué envidiamos nosotros los seres humanos? El
poder, la riqueza, la buenaventura de los demás.
Jesús fue tentado por el demonio en sus cuarenta
días y cuarenta noches en el desierto. La última
tentación del demonio fue el ofrecimiento de
todos los reinos del mundo y su gloria, con tal
que lo adorara a él. Jesús rechaza todo poder y
riqueza del mundo y responde de la siguiente
manera: Escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás, y
a él sólo servirás. (Lucas 4:8).
11. Es decir, no es orgulloso.
Nuestro Dios es humilde. Él es el limosnero, el
mendigo, el pobre de la calle; en los necesitados
de amor, en los enfermos, en ellos está Dios.
El padre Pío de Pietrelcina nos dice que en cada
enfermo pobre está Jesús dos veces.
Jesús nos muestra esta imagen de humildad del
Padre de diferentes formas:
1. Desde su nacimiento, viniendo al mundo en un
ambiente sencillo, humilde, pobre, sin ninguna
ostentación de riquezas y poder.
12. 2. En su ejemplo de servicio a los demás. En el
lavatorio de los pies, Jesús da a sus apóstoles este
ejemplo de servicio (Jn 13:1:17).
Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser
servido, sino para servir y para dar su vida en rescate
por muchos. Marcos 10:45.
13. 3. En su obediencia, hasta la muerte, a la voluntad del
Padre:
Cercana su muerte, sintiendo ya la agonía de ésta en
el huerto de Getsemaní, ora al Padre, y aunque le
suplica que aparte de Él ese dolor, se somete a Su
Voluntad:
En el evangelio de Mateo 26:39 se relata este
momento: Y adelantándose un poco, cayó rostro en
tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que
pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino
como quieras tú.
14. 4. En la forma de morir: Filipenses 2:8 dice: … y se
humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte ¡y
muerte de Cruz!
¡Muerte de cruz! Muerte reservada para
delincuentes.
Llevaban también con él a otros dos, que eran
malhechores, para ser muertos. Y cuando llegaron al
lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los
malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Lucas 23:32-33.
Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se
humille, será ensalzado. Lucas 14:11.
15. 5. Dándole la gloria al Padre: No hizo alarde por
todos los milagros y todo el bien que hizo en la
Tierra, reconociendo que era Dios Padre que obraba
en Él, así lo declara en Juan 5:19: Respondió entonces
Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el
Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al
Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace
el Hijo igualmente.
16. Por lo tanto, no debemos esperar de Dios nada más que
lo que nos conviene, lo que es bueno para nosotros,
para nuestra salvación. No actúa para su propio
provecho e interés, sino que busca nuestro bien,
nuestra felicidad.
Siguiendo esta cualidad del Amor, San Pablo nos hace la
siguiente exhortación en 1 Corintios 10:24: Ninguno
busque su propio bien, sino el del otro.
¿Acaso no fue esto lo que hizo Jesús?
Vino para nuestro bien, no para el suyo propio, vino
para salvarnos de la muerte del pecado, para
redimirnos, para recuperar nuestra amistad con Dios
Padre… y todo lo hizo bien… según la voluntad del
Padre hacia nosotros los hombres.
En Marcos 7:37, la gente comentaba: Y se maravillaban
sobremanera y decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los
sordos y hablar a los mudos.»
17. Esta cualidad de Dios Padre está plasmada en el
Salmo 144:8-9
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
Y en Levítico 19:18, el Señor nos da este mandato: No
te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu
pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo,
Yahveh.
18. Si Él nos exhorta a no guardar rencor es porque Él mismo nos
da el ejemplo: en todo, Dios y su hijo nos dan el ejemplo. Y
nos manda a amar al prójimo: el Dios que es todo Amor
no puede dar otro mandamiento.
Jesús se identifica como un hombre manso y humilde de
corazón (Cf. Mateo 11:29) y nos lleva más allá en la
práctica del amor, pidiéndonos que amemos a nuestros
enemigos, como lo vemos en Mateo 5:43-45: Ustedes han
oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero
yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los
persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo; y
pidiéndonos dar la vida por nuestros hermanos al darnos
un mandamiento nuevo: Os doy un mandamiento nuevo: que
os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os
améis también vosotros los unos a los otros. Juan 13:34.
19. ¡Cuánta coherencia hay en esta cualidad del Amor con lo que
Jesús nos dice, identificándose como la Verdad!: Yo soy la
Verdad (Cf. Juan 14:6) y nos dice, además, que esta verdad nos
hará libres.
Jesús hizo lo justo: lo justo era darnos ejemplo en todo, lo justo era
no discriminar a nadie, lo justo era amar a todos por igual, lo
justo era hacer el bien sin mirar a quién, lo justo era entregarse
por los demás; lo justo era enseñarnos, no dejarnos en la
ignorancia: enseñarnos el amor del Padre, enseñarnos los
tesoros del cielo, enseñarnos a amarnos los unos a los otros
como Él nos amó, enseñarnos humildad, obediencia al Padre,
enseñarnos a orar, enseñarnos el camino hacia nuestra
salvación.
Jesús le respondió: Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda
justicia. Entonces le dejó. Mateo 3:13-17 (Bautismo de Jesús).
Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros
también hagáis. Juan 13:15. (Lavatorio de los pies)
20. Creer significa confiar en la persona amada. Dios
confía en nosotros, de esa confianza se
desprende la paciencia y la tolerancia que tiene
para con nosotros… y la espera.
Pero ¿cómo es el hombre en quien Dios confía?
21. El hombre en quien Dios confía
Es el hombre que está disponible a cumplir la voluntad de
Dios.
Si bien es cierto que Dios elige a quien quiere, como lo
vemos en Marcos 3:13 cuando Jesús subió al monte y llamó
a los que él quiso y los eligió para enviarlos a predicar (Cf.
Marcos 3:14), también es cierto que debemos mostrarnos
disponibles a su llamado, como lo vemos en Isaías 6:8:
Después oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y
quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí,
envíame a mí.
Este es el ejemplo que nos da Jesús, quien se ofreció
voluntariamente a cumplir la voluntad de Dios,
sacrificando su vida por nosotros.
22. El hombre en quien Dios confía
Es el hombre que deja todo para seguir a Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo: Nosotros lo hemos
dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos espera?
Jesús les contestó: Os aseguro que vosotros, los que me habéis
seguido, cuando todo se haga nuevo y el Hijo del hombre
se siente en su trono de gloria, os sentaréis también en
doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo
el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre,
madre, hijos o tierras por mi causa, recibirá cien veces más
y heredará la vida eterna.
23. El hombre en quien Dios confía
Es el hombre imperfecto, sencillo, humilde.
En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te
bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las
has revelado a pequeños. Mateo 11:25
24. El hombre en quien Dios confía
Es el hombre que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta.
Quien nos puede dar ejemplo de estas cualidades
del amor de Dios es, sin dudas, Job, como él no
hay otro sobre la Tierra: ¿No has considerado a mi
siervo Job que no hay otro como él en la Tierra? Job
2:3
25. (“Job, en la Biblia, es un formidable espécimen de ese
hombre en quien Dios confía plenamente.
Quisiéramos hacernos de una cierta confianza en
Dios que nos capacite para enfrentarnos a todas las
circunstancias de la vida, cualesquiera que éstas
sean. Pero, ¿qué hacemos para afianzar la confianza
de Dios en nosotros?
En nuestro mundo de relaciones hay personas en quien
sabemos que se pueda confiar en el momento dado.
Podemos contar con ellas suceda lo que suceda.
¿Puede Dios, igualmente, contar con nosotros”? https://
www.facebook.com/notes/capellanía-cert-summit-hills/el-hombre-en-quien-dios-
confía/249929001791656)
26. (“Aquel en quien Dios confía es un cristiano dotado
de carisma.
Por lo mismo de que Dios confía en él se ha hecho
acreedor de ese carisma, de esa gracia divina que
le granjea no sólo el reconocimiento y el afecto de
sus semejantes sino la confianza de todos. El
verdadero líder cristiano es un
hombre carismático”. https:// www.facebook.com/notes/capellanía-
cert-summit-hills/el-hombre-en-quien-dios-confía/249929001791656)
27. El hombre en quien Dios confía
Es el hombre que cree, que confía en Dios.
(”Se dice, con sobradísima razón, que el mundo todavía no ha probado lo
que Dios puede hacer con un cristiano que ha rendido su vida totalmente y
para quien no hay condiciones de ninguna especie. Sí, lo que Dios puede
realizar por ese hombre que confía en Dios tanto como Dios confía en él.
Santa Teresa de Jesús hablaba un día de sus grandes proyectos. Necesitaba
una inmensidad de recursos para llevarlos a cabo.
Alguien le preguntó:
--- ¿Y con qué cuenta usted para hacer tantas cosas? Su respuesta fue:
---Cuento solamente con tres pesetas.
Frente a la risa de los que escuchaban, ella añadió:
---Teresa y tres pesetas no pueden hacer nada, pero Dios junto a Teresa lo pueden
hacer y todo.
Dios anda en busca de cristianos en quien pueda confiar. El tiene una obra
que realizar en este mundo. La hará únicamente con aquéllos que Él sabe
no le van a fallar. Aquéllos en quienes él confía plenamente. Sea usted uno
de ellos”. https:// www.facebook.com/notes/capellanía-cert-summit-hills/el-hombre-en-
quien-dios-confía/249929001791656”)
28. Existen muchos otros ejemplos en la Biblia de
hombres en quienes Dios confió, tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento:
Abraham, Moisés, David, y demás profetas;
la Virgen María, los apóstoles, Natanael, etc.,
cada uno de ellos con diferentes llamados,
diferentes comisiones, pero teniendo todos
algo en común: el amor a Dios, obediencia,
espíritu de sacrificio, fe ciega.
29. Pero encontramos en la Biblia, también, aquéllos en
quienes Dios no confía:
Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos,
y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del
hombre, pues él sabía lo que había en el hombre. (Juan
2:24-25)
No debemos interpretar estos versículos como que Dios
no cree en ningún hombre, sino más bien, debemos
interpretarlos en el sentido de que Dios sabe en quién
confiar.
Él conoce lo que hay en el hombre, como se afirma en los
versículos citados anteriormente, Él escudriña nuestros
corazones (Cf. Romanos 8:27) y juzga los deseos e
intenciones del corazón (Cf. Hebreos 4) por eso sabe en
quién confiar y en quién no confiar.
30. No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de
los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está
en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos
fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros?” Y entonces les declararé: “Jamás os
conocí; apartaos de mi, los que practicáis la iniquidad.”
Mateo 7:21-23
Está claro en quién pone Dios su confianza, Jesús nos lo
enseña en estos versículos: son aquéllos que cumplen la
voluntad del Padre y por ello entrarán en el Reino de
los Cielos.
Y para nosotros, que no somos capaces de escudriñar los
corazones, Jesús nos dice: Por sus frutos los conoceréis.
Mateo 7:20, para, de esta manera, saber en quién
podemos poner nuestra confianza.
31. ¿Qué espera Dios de nosotros? Espera que le abramos nuestro
corazón, abrir nuestro corazón a Dios significa buscar de Él,
gustar de sus cosas, espera que cumplamos sus
mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos (Cf.1 Juan
5:3.).
Dios espera por su pueblo, espera que reconozcan, que crean,
confiesen y proclamen que Jesús es su Hijo; ésa es la fe que nos
salva. Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y
tu casa. Hechos 16:31
Dios espera todo de nosotros, el todo significa entrega total, sin
importar sufrimientos ni escatimar en sacrificios, como lo hizo
su amado Hijo Jesús.
Dios espera…
Dios espera por nosotros…
Dios nos espera hasta el último aliento de nuestras vidas…
Dios no se cansa de esperar…
Pero… la espera… no es eterna.
32. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el
mayor de ellos es el amor:
Con esto nos dice San Pablo que el Amor de Dios es infinito, sin límites,
nunca dejará de ser y es lo único que permanecerá por los siglos de los
siglos.
En ocasión del día de la Solemnidad de Todos los Santos, Fernando
Casanova (Doctor en Teología) escribió lo siguiente:
Hoy celebramos la realidad de un misterio salvador expresado en el “Credo” y
que resulta muy consolador: «Creo en la comunión de los santos». Todos los
santos, desde la Virgen María, que han pasado ya a la vida eterna, forman una
unidad: son la Iglesia de los bienaventurados, a quienes Jesús felicita:
«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8).
Al mismo tiempo, también están en comunión con nosotros. La fe y la
esperanza no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la eterna visión
de Dios; pero nos une, en cambio el amor «que no pasa nunca» (1Cor
13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo
Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y
solícitos para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los santos solamente
por su ejemplaridad, sino sobre todo por la unidad en el Espíritu de toda la
Iglesia, que se fortalece con la práctica del amor fraterno.
33. Todas estas reflexiones ayudan a nuestro intelecto a saber un poco más
sobre Dios, pero lo que realmente importa es que lo busquemos y
cuando lo encontremos, cuando tengamos ese encuentro con Él,
entonces Él mismo se encargará de enseñarnos, se revelará ante
nosotros y nos descubrirá sus misterios.
Ésa es la promesa de Jesús: enviarnos su Espíritu Santo para recordarnos
sus enseñanzas y enseñarnos todas las cosas, todas aquéllas que
quedaron por decir:
“Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden soportar. Pero
cuando Él, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad..." Juan
16:12-13. En Juan 14:26 Jesús dice: "Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a
quien el Padre enviará en Mi nombre, Él les enseñará todas las cosas, y les
recordará todo lo que les he dicho".
Busquemos de Dios, invoquemos su Espíritu Santo, que llenará nuestros
corazones de su amor: es la única forma de conocer a Dios realmente.
Bien nos lo dice San Juan: Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios
es Amor. 1 Juan 4:8.
Ésa es nuestra esperanza.
…y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. Romanos 5:5.
A Dios la Gloria.
Todo Dios, Sólo Dios. Amén
34. (1) CIC 1604: Dios que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado
también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser
humano. Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de
Dios (Gn 1,2), que es Amor (cf 1 Jn 4,8.16).
(2) En otras versiones de la Biblia, como la de Jerusalén, se emplea el
término Caridad: la caridad es el amor que va dirigido tanto a Dios
como a nuestros hermanos.
El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) nos define lo que es Caridad
de la siguiente manera:
1822 La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre
todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros
mismos por amor de Dios.
Es decir, todo amor está orientado hacia Dios y sólo de Dios viene, lo
amamos a Él por ser nuestro Dios y Padre, así como amamos a
nuestros padres por el simple hecho de que lo son; y amamos al
prójimo porque amamos a Dios. Las obras de caridad, es decir las
obras de amor que el mismo amor nos inspire realizar, son la
expresión o manifestación del amor de Dios, orientado hacia
nuestros hermanos.