1. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué somos así,
por qué somos tan dejaos?
Resumen de una conferencia del escritor David Sánchez Juliao
Mario Paternina Payares
Músico y Filosofo
mariopaternina@gmail.com
2. ¿A qué se debe que atendamos tan mal a la gente, a la
clientela? ¿Qué hace que no entendamos que “gente
satisfecha trae más gente” a nuestro negocio, a nuestro
propósito? ¿Será que... somos así, y eso es todo? ¿Qué
fuerza opera en nosotros para que no nos propongamos
cambiar? ¿Hay, acaso, razones históricas, que han operado
desde el principio de nuestro tiempo, desde cuando esta
tierra y este país empezaron a ser lo que es? ¿Por qué en
otras remotas latitudes la gente logra cambiar –y por tanto
prosperar– y nosotros no?
3. ¿Es posible que lo logremos?
Singapur, por ejemplo, uno de los
“tigrillos del Asia”, era en 1962 un país
casi tan subdesarrollado como
Colombia y hoy ocupa un destacado
lugar entre los países más
desarrollados del mundo. Es un
territorio (una ciudad-estado) de solo
682 kilómetros cuadrados, que
exporta cerca de 320 mil millones de
dólares al año, y compra 270 mil
millones. ¿Saben cuál es la entrada per
capita en Singapur? 48.000 dólares al
año. Y, ¿saben cuál es la de Colombia?
3.500 dólares.
4. Entonces, ¿qué pasó allí que aquí no pasó?
¿Poseen ellos, quizá, una vocación comercial
e industrial de la que nosotros carecemos?
¿Por qué, de niño, me impresionó tanto que
don Salvador González, el español dueño de
una tienda en Lorica, mi pueblo natal, me
diera las gracias cuando iba a su tienda a
comprar dulces y trompos? ¿Qué significa
que en Europa el vendedor dé las gracias,
cuando aquí es el comprador quien la da?
¿Qué quiere decir eso de que el cliente
sienta que el vendedor “le hace el favor” de
venderle? ¿No debería ser al revés: que el
vendedor haga, como el español don
Salvador, sentir al comprador que este le
hace el favor de comprarle? ¿Qué hace que
no hagamos sentir al comprador que el
importante es él o ella?
5. Hay muchas, muchas razones históricas –de
orden sociológico y antropológico– detrás de
este problema. De este grave problema que, de
no ser resuelto, no podremos construir el país
que todos soñamos: un país digno, amable,
pacífico, productivo y eficiente. Un país mejor
para todos nosotros, para comerciantes y
compradores… y para este escritor.
Son muchas las anécdotas que ilustran este
problema. Y habremos de apoyarnos en ellas
para burlarnos de nosotros mismos y para
aprender de nuestros errores.
6. Será muy grato verlos en este encuentro. Pero, se preguntarán: ¿Qué
puede saber un escritor sobre comercio? Y respondo: crecí viendo a
Rafael Sánchez, mi padre, ejercer exitosamente ese oficio en Lorica, y
quiero contarles todo cuanto de él aprendí, cuando yo era apenas un
niño observador, un entonces agudo pichón de escritor. Y, ¿qué otra
cosa hace un escritor, ya grande y en su oficio, sino „vender‟ su imagen
y sus obras? Pero eso sí, dándole las gracias a cada lector, a cada
asistente a sus conferencias; es decir, haciendo lo que aprendió cuando
niño de don Salvador González en su tienda de Lorica, quien siempre
me decía: “¡Gracias, gracias, pequeño David, por preferirnos, y por
comprar siempre tus dulces, tus golosinas y tus trompos en este
almacén. ¿Cómo están tus papás? No dejes de darles mis saludos”.
¡Como habrá sido de buen comerciante don Salvador González, que aún
me hace falta, cuando, ya crecido, voy a comprar algo –lo que sea– en
cualquier almacén de Lorica, de la Costa Caribe o de Colombia!