1. LA PALABRA ES VIDA
Para ti… La vida que nace del Evangelio
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
+DOMINGO DE RESURRECCIÓN
31 de marzo 2013.
Es más fácil, ciertamente celebrar la Pasión y la Muerte de Jesús que su
resurrección. Para lo primero no hace falta mucha fe; sobre todo, si nos quedamos
en la superficie. Jesús fue un hombre que se había ganado el corazón de la gente
sencilla, que había tratado con cariño a los que nadie quiere, había despertado
esperanzas de un mundo diferente. Es fácil impresionarse viendo cómo lo derriban,
lo torturan, lo crucifican. A unos, los atrae porque se ven un poco retratados en Él:
al pasar Jesús están viendo el paso de su propio dolor. A otros, porque les hace
descubrir que no había muerto de todo en ellos la ternura. Otros se acercan por
compasión, o por pura curiosidad… Por eso había estos días tanta gente asistiendo,
en nuestras procesiones, al recuerdo –hecho imagen y arte- de la Pasión y Muerte
de Jesús.
Y no es que este mal. Algo es algo.
Sin embargo, en la noche de la Vigilia Pascual había menos gente –con ser
mucha- en nuestras iglesias celebrando la Pascua: el Paso de Jesús de la muerte a
la vida.
No era mucha gente, no. Es natural. Era bien entrada la noche. Además,
todavía no hay mucha costumbre de asistir a un acto así. Y sobre todo, es que la
Resurrección es un hecho que, por muy real que sea, rebosa nuestros pobres
conceptos de tiempo, de espacio, de historia, y se abre a otras realidades que sólo
podemos otear desde la altura de la fe.
Desde esa fe proclamamos hoy la noticia que ha de cambiar al mundo: ¡Cristo
resucitó y está vivo! Del grano muerto de trigo, brotó el milagro de la espiga nueva.
Una vida diferente –sin sombra alguna de muerte- se hizo dueña de la situación
dentro de aquel sepulcro vigilado. Y desde aquel punto, lenta pero imparable, esa
vida comenzó a sanar desde dentro toda la podredumbre del mundo.
¡Cristo vive! Es una noticia que da fuerza y sentido a todo cuanto había dicho,
y hecho, Jesús de Nazaret. Que abre una brecha de esperanza en el cerco de miedo
y desesperación que nos estaba oprimiendo. Que hace posible que, en adelante, se
den la mano conceptos que parecían destinados a no encontrarse nunca: sonrisa y
dolor; abrazo y enemigo; bienaventuranza y pobreza; ofensa y perdón; morir para
vivir… Es una maravillosa noticia, que nos da una clave nueva para entender las
cosas de siempre: el tiempo, el amor, la cruz, la vida, el otro…
¡Cristo vive! Hay que gritarlo a los cuatro vientos. ¡Hay tanta gente que
necesita saberlo!
¡Cristo vive! Ya todo es diferente.
Todo ocurrió en el silencio: es así como suele Dios realizar sus mejores
maravillas. Nadie supo la hora ni la manera; pero los cristianos sabemos muy bien
que, tal noche como hoy, en el interior de un sepulcro de Palestina excavado en la
roca, la Vida acorraló definitivamente a la muerte y le ganó la partida. Jesús, vivo
ya para siempre, es reconocido como Cristo y Señor; mientras que la muerte,
destronada, perdió desde entonces su tremendo y universal poderío.
2. Por eso en la noche Santa de la Vigilia Pascual todas la iglesias del mundo se
iluminaron por dentro: es que los cristianos teníamos que encontrarnos, y
abrazarnos, y dar juntos gracias al Señor por el triunfo de la Vida; ¿cómo íbamos a
guardar, para disfrutarla a solas, una noticia de tal envergadura? Volví a casa feliz,
era agradable paladear esa sensación que se nos queda en el alma cuando hemos
compartido y celebrado con otros nuestra fe. Y pensé: es que la fe es así, es para
vivirla en familia; está tan hecha para vivirla comunitariamente, que, vivirla en
solitario, pienso que se nos acabaría asfixiando.
Pero Jesús quería que, al mismo tiempo, entre los llamados y escogidos se
fuera formando una conciencia de grupo, una amistad, una creciente familiaridad
entre ellos con Él; algo más, mucho más, que el conocimiento mutuo y el afecto
producido por el roce, por las largas horas de camino y escucha. Con ello, Jesús
estaba poniendo las bases para lo que después sería –cuando Él no estuviese entre
ellos de esa manera palpable-, el modo normal de vivir la fe: en la Iglesia.
Pedro la ha llegado a tener muy claro. Parece que ha olvidado el “yo” que lo
caracterizó en su primera etapa de relación con Jesús; ahora es siempre el
“nosotros” el que manda: “Nosotros somos testigos de todo los que hizo…”; “Nos
encargó de predicar al pueblo, dando solemne testimonio…”. Y en el caso de Pablo
no cabe la más mínima duda.: él, creador por donde pasa de comunidades
cristianas, a ellas se dirige en sus cartas para alentar su fe y ayudarles a dar, con
sus obras, público y comunitario testimonio de ella.
No hay, pues, otra manera, hermanos. ¡A vivir en Comunidad la alegría del
Señor resucitado! ¡A buscar juntos en adelante, las cosas de arriba”! ¡A pedir,
reunidos en Iglesia, al Espíritu que nos llene, y nos transforme, y nos envíe!
¡Feliz Pascua de resurrección!
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.