1. KILIMA 118 - Junio 2018
Queridos amigos:
No lejos de la parroquia, a unos 6 Km, tenemos un pueblo en el que existe una
pequeña comunidad cristiana, que por mucho que intentamos, no consigue librarse
del peso de la tradición y sigue sumisa a las costumbrestradicionales, convencida
que los brujos y los adivinos son los mejores compañeros de viaje para luchar
contra los hechiceros y demás males que les atormentan de vez en cuando.
La verdad es que nosotros tenemos también nuestra parte de culpa de su situación,
porque por muchas disculpas que encontramos para no visitarles, como la falta de
agradecimiento por su parte, una carretera peligrosaen la que podemosquedar
atrapados en el barro, su tribu que es diferente a las muchas que cohabitan en la
parroquia, íntimos amigos de la cerveza casera, fervientes admiradores de la mujer
del vecino, grandes procreadoresy otras cuantas cualidades más, nos desaniman a
llegar hasta donde ellos, porque a pesarde los años que llevamos intentando
predicar el Evangelio, no se ven los frutos de tantas homilías que las lleva el viento
y los tenemos abandonados a su suerte.
La carretera que comunica con nuestra parroquia es una reliquia de la que les
había construido en su día, con la idea de que de esta forma podríanacarrear los
productos delcampo con mayor facilidad y mejorar así su nivel de vida. Ellos
mismos son los primeros depredadores.Como la hierba ha crecido mucho como
consecuenciade las lluvias, tienen que limpiar los alrededores de su casa para
evitar que las serpientes entren en ellas con facilidad y toda la porqueríaque
acumulan en ese trabajo de limpieza, hierbas, matorrales, broza, etc., lo tiran sobre
los bordes de la carretera y de esta forma cierran el paso al agua de la lluvia y en
estas circunstancias, el agua se ve obligada a circular tranquilamente por el centro
de la carretera abriendo unos surcos profundos y produciendo unos barrizales en
los que un vehículo puede quedar atrapado con facilidad, pero nunca piensan que
los causantes de estas calamidades son ellos mismos y echan la culpa al Gobierno
porque no arregla las carreteras.
Cuando hace unos años, tuve la feliz ocurrencia de abrirles esta carretera, sus
chozas carecían de WC y utilizaban la naturaleza como lugar para desocupar,
cuando sentían que el apretón arreciaba en sus estómagos.En aquel tiempo,
teníamos que caminar con cautela, mirando bien dónde se ponían los pies, para
que nuestros zapatos no se vieran impregnados de estos fertilizantes que
abundaban entre los matorrales. Ahora ya hemos conseguido que casi cada choza,
dispongade un lugar al que se puedenretirar para “desocupar” con normalidad.
Yo no me sentía a gusto dejándolos celebrarsolos la Semana Santa y como tanto
el párroco como el coadjutor se habían comprometido enotras parroquias, me
decidí a pasar con ellos estos días que son tan importantes para cualquiera que
desee revivir el misterio de la muerte y resurrecciónde Cristo.
2. Mi presenciano era muy bien aceptada por los laicos cristianos, responsables de la
comunidad, porque les encanta vestirse con albas blancas, llevar la voz cantante,
echar broncas a los pobres fieles porque no han cortado la hierba que rodea el
lugar que hace de capilla de la comunidad y animarles a que echen más dinero en
la cesta porque de lo contrario jamás podrán levantar la nueva capilla, que buena
falta les hace. En el caso de que se presentara el cura, éste llevaría la voz cantante
y ellos quedarían relegados a un segundo plano, sin posibilidad de mostrarse por
encima de los demás.
Teóricamente,el periodo de lluvias ha comenzado a ceder,aunque todavía caen
algunos chaparrones que nos despistany como llevábamos dos días de sequía, me
animé a visitarles y pasar con ellos el día del Domingo de Ramos.La carretera
estaba bastante seca, pero como la lluvia puede presentarse de forma inopinada,
en cuanto encontré una pequeña explanada paré allí el coche y me fui a pie. No
había que andar mucho, tal vez como kilómetro y medio.
La vísperahabía celebrado la Procesiónde Ramos en la parroquia de Panda con
los pequeños.Estaban también presentes un grupo de chavales del poblado que os
hablo, de Ditengwa, y les pregunté a qué hora habían programado su función. Me
dijeron que a las ocho, pero eso quería decir que a lo sumo comenzarían a las
nueve, porque ya me han hecho esa faena anteriormente, así es que iba con
tiempo para bendecirlos ramos y comenzar la procesión.
En el camino me encontré con uno de los cantores del coro y me indicó que
empezaríamos la procesióndesde elcentro del poblado y que por tanto no había
necesidad de ir hasta el lugar de la misa. Eran las nueve menos cuarto y allí no
había nadie. Yo era el primero y enseguidame buscaron una silla para que
esperara pacientemente la llegada de los demás.Ya estoy acostumbrado a estos
desencuentros y como no tenía otra cosa que hacer que celebrar la Eucaristía con
ellos, no me importó su retraso.
Fueron llegando poco a poco,los hombres,las mujeres, las chicas, las del coro con
sus uniformes, los niños, y todos esperábamos encorros el comienzo de la
Procesión.Yo estaba supeditado al jefe de los cristianos y me conformabaa lo que
dijera. Nadie parecía molesto portener que esperar. Como no tienen reloj, todas las
horas son buenas. Los críos habían empezado a jugar entre ellos,las chicas
hablaban de sus cosas,los hombres hablaban de lo mal que vienen las lluvias este
año, las mujeres preguntaban dónde podrían cogerlos ramos para la procesióny
yo contemplabaestas escenas admirando los juegos de unos y los dichos de otros.
Pero nadie estaba ni enfadado ni molesto.
Ya eran las nueve y media cuando el encargado de la comunidad me invitó a que
me vistiera y me preparara para la Procesión.Entramos a una choza cercana en la
que no había ni cama, ni mesa, ni sillas, solo las cuatro paredes de barro
desnudas. Allí habían depositado las túnicas de los monaguillos, las albas de los
lectores,el crucifijo de la Procesión,las velas y un saco con trozos de ramos que
tendrían que repartir entre los asistentes una vez bendecidos.
3. Empezamos la ceremonia.Eran casi las diez. Bendije los ramos y la gente se
agolpó para cogerlos mejores.Los monaguillos abrían la marcha y detrás venían
los críos.Se formaron dos filas, una a cada lado de la carretera. El centro quedaba
vacío para que las motos no tuvieran inconveniente en pasar. Únicamente el agua
descendíalentamente y en los lugares en los que paraba se habían formado
barrizales que tratábamos de evitar. Los críos llevaban un pequeño ramo y
cantaban a voz en grito: “Hosanna el hijo de David”, mientras agitaban el ramo.
Al grito de los cantos, se asomaban a la carreta todos los críos que no habían ido a
las oraciones de sus diferentes sectas y quedaban ociosos,vagando entre las
chozas. Muchos de ellos se apuntaron también a la comitiva y seguíamos cantando
todos.Los “nuestros” iban limpios, pero los “advenedizos” vestíanunas prendas
que se confundían con el color terroso de la carretera. Era bonito ver a crías de no
más de diez años, llevar a sus hermanitos atados a su espaldaal estilo de las
madres.
Y pensabaen mis años mozos, cuando iba vestido de Cruzado en la procesióndel
Borriquito. Había quienes vestían una especiede chancletas e incluso quienes
marchaban con los pies descalzos y no por promesasino porque no tenían qué
ponerse.
Y cantando, cantando, llegamos al lugar en el que tendría lugar la Eucaristía.
Habían hincado unas estacas en el suelo y cubierto todo con una especie de lona
que estaba bien cuando la compraron, pero ahora tenía rasgaduras por todas
partes y ni nos protegíadelsol, ni les protegeríade la lluvia cuando cayera algún
chaparrón. Tampoco había bancos. Tenían una especiede troncos tumbados sobre
los que se sentaban los mayores y los pequeños en el suelo.
Durante la ceremonia, una de las cantores de unos 16 años cayó desvanecida,
hambre?, malaria?, embarazo?, todo podría ser la causa, pero nadie preguntó por
la razón de su pérdidade conocimiento,tal vez porque ya lo sabían. La sacaron del
grupo y en cuanto recobró el conocimiento se marchó a su casa como si tal cosa. Al
término de la misa, el responsable me dio 1,50 € para que comprara gasoil por el
desplazamiento,es que la colecta del día no había dado para mucho más. He
prometido visitarles el Viernes Santo y el Domingo de Pascua. Se lo merecen.El
Viernes íbamos a celebrarlas confesionesy el Domingo,la misa.
Hay mucha diferenciaentre las tribus: unas son más dinámicas que otras y ésta de
la que me quiero hacer cargo, es de las que están más abajo en el conjunto de
todas ellas. Están muy enraizadas en las costumbres,no ha habido ningún
progreso desde que han nacido, siguen al pie de la letra las formas de ser de sus
antepasados,mezclados siempre en problemas de brujería, cargados de
talismanes que les protegende las fuerzas del mal, quejándose constantemente de
lo que les falta: una fuente, un dispensario,una escuela,una iglesia… pero
incapaces del menor esfuerzo,ni tan siquiera para buscar unas piedras que
pudieran servir para construir los cimientos de eso que les falta, la capilla, cortar
árboles o leña para quemar los ladrillos, traer agua para los trabajos, etc.
4. En los más de 50 años que llevo entre esta gente, no he conocido ningún avance y
si los ha habido es porque les han obligado y han tenido que aceptar, a
regañadientes, porque de lo contrario se exponían a recibir una multa de la
autoridad competente.Porejemplo,es gracias a esas amenazas de multa que
muchas casas cuentan ahora con un WC propio,en lugar de buscar un hueco entre
las hierbas, y eso que ahora no hay tanto problemaporque estamos en la épocade
lluvias y las hierbas crecencon facilidad por todas partes y adquieren buena altura,
con lo cual uno puede protegersede la mirada indiscreta de los vecinos sin tener
que alejarse demasiado.El WC consiste en un agujero más o menos profundo,
rodeado de palos o hierbas para protegerla intimidad del ocupante, con una
abertura que hace como de puerta, donde cuelga un saco o una tela vieja para
ocultar su interior y cuando alguien quiere hacer uso de él, se acerca y dice algo así
como : “¿Se puede?” Ysi no recibe respuestaalguna, quiere decirque no está
ocupado y puede cogerla plaza.
Ahora, que han proliferado las sectas y se encuentran capillas por todas partes,
para vergüenza nuestra, nuestros fieles cristianos no han sido capaces de construir
la suya. Lo que hace de capilla son unas estacas clavadas en la tierra y cubiertas
con un toldo, que cuando se compró estaba nuevo, pero después de unos años,
está totalmente agujereado y desgarrado,de tal forma, que cuando llueve van a
refugiarse en el pasillo cubierto de la escuela que está muy cerca. Además,el toldo
no cubre todo el recinto y tienen uno para cubrir la parte del altar y otro para
protegerla parte trasera, que es donde se colocan las personas mayores, pero el
centro está desprovistode todo.
Había quedado con ellos en que el Viernes Santo llegaría al pueblo para celebrar el
sacramento de la Penitencia. Antes, se les invitaba a que vinieran a nuestra
parroquia de Panda, pero hacía tiempo que no se presentaban, unas veces porque
la lluvia les tiraba para atrás, otras, porque se les hacía de noche y debido a la
situación políticalos desplazamientos nocturnos eran considerados como
peligrosos.Y así, poco a poco se fueron desanimando hasta no venir nunca más.
Quería recomenzar una costumbre que había quedado perdida.
Llevábamos unos días con un sol radiante. La épocade lluvias va disminuyendo
gradualmente para dar paso a la épocaseca, pero las lluvias no han cesado
totalmente. No había tenido en cuenta ese aspecto atmosférico y cuando iba a
salir de casa empezó a caer una fuerte tromba de agua. El pueblo no está lejos
pero con una carretera de una fiabilidad dudosa.
El firme es de tierra, todo el recorrido es una pequeña cuesta, el agua ha
erosionado profundamente las zanjas laterales. La gente que vive en los bordes de
la carretera acaba de limpiar los alrededores de sus chozas y la maleza que han
cortado, las hierbas y toda la porquería,la han arrojado sobre las zanjas por las que
deberíacorrerel agua, de forma que ahora no tiene paso y se desliza por el centro
de la carretera donde también ha abierto unas rodadas que se pueden evitar
cuando la tierra de su firme está seca, pero cuando llueve, las ruedas se deslizan y
van a caer en los surcos. Eso conlleva el peligro de quedarse atrapados en el barro
y no podersalir ni utilizando la doble tracción.
5. Empecé a subir la cuesta pero el coche se desplazaba a derecha e izquierda sin
atender demasiado a las maniobras del volante. Afortunadamente había un
ensanchamiento de la carreta y allí pude parar el coche y continuar el recorrido a
pie. No quedarían más de kilómetro y medio para llegar hasta el lugar donde se
reúnen los fieles pero en cuanto di los primeros pasos me preguntaba si sería
capaz de llegar hasta donde estaban ellos. Había una ligera capa de barro que se
iba pegando a mis zapatos, de formaque estos iban cogiendo cada vez más peso y
temía que el peso del barro me los iba a quitar de los pies.Afortunadamente, una
mujer me gritó: “Padre,no vaya por ahí, tome este sendero por entre las chozas y
podrá andar mejor”.
Efectivamente,era un paso bastante estrecho pero el suelo era más firme y aunque
el agua bajaba por él, sin embargo podíacaminar sin que el barro fuera un enemigo
que me atrapara impidiéndome avanzar. Iba mirando muy bien donde ponía los pies
con intención de evitar el riachuelo que descendíapor el sendero.Unas veces lo
conseguíapero otras, tenía que chapotear sobre el agua porque el paso era muy
estrecho y no quería hacer equilibrios para no resbalarme y caer patas arriba. Al
cabo de un rato comencé a oír los cantos de la gente que me esperabay eso me
infundió ánimos para seguir adelante.
Ya había parado de llover. Me preguntaba cómo podríaprotegerse la gente bajo
aquellos toldos agujereados.Sin embargo,cuando llegué comprobé que habían
optado por refugiarse bajo el pasillo cubierto de la escuela. Apenas tendría 2 metros
de ancho por 40 de largo, pero allí estaban todos,en casi fila india, esperando la
llegada del cura. No faltaba nadie, los cantores, los animadores que ya se habían
vestido las albas, los críos que no tenían nada que hacer en aquella función y las
personas mayores que se habían presentado para recibir el sacramento. Todo
transcurrió con normalidad. Les prometí visitarles de nuevo el domingo por ser el
Día de Pascua
La vuelta fue más fácil. Ya no había agua en el sendero.Monté en el coche y
comencé a bajar despacito asegurándome,con la doble tracción, para que no me
deslizara a izquierda o derecha hasta alcanzar el terreno seguro y a eso de las
ocho de la noche, aquí noche cerrada, llegué a casa.
El Domingo de Pascua, la misa transcurrió con normalidad, solo que al término de
la misma, me ofrecieron3 € para los gastos del viaje y un pollo para que lo
celebrara en casa. Dicen que van a cocerladrillos para construir la capilla. Ojalá
fuera verdad, pero estoy acostumbrado a las promesas que luego nunca se
cumplen. Toda la obra no les costará más de 20.000 $, pero de dónde los van a
sacar cuando apenas puedencomertodos los días.
Un abrazo.