1. KILIMA 120 Diciembre 2018
Queridos amigos:
Os contaba en el último número que estamos en manos de los chinos. Pues
bien, no son siempre ellos los que se aprovechan de la protecciónque reciben.
Como el país está en manos de los que tienen medios,sin importarles que haya
una justicia que trate de defenderlos derechos de todos, aquel que tiene algo de
poder,trata de aprovecharse de él apropiándose de cuanto le interesa. Algo de
esto les ocurrió a nuestras monjas. Esta vez no se trataba de chinos sino de la
madre del Presidente del país,que se dedicaa toda clase de negocios,mineros,
agrícolas,etc., apoyada siempre en que como madre del Presidente,se considera
como intocable y puede actuar con toda impunidad.
Gracias a los teléfonos portátiles o móviles, un día las monjas recibieronel
aviso de que unas personas que decíantrabajar para la madre del Presidente,les
había mandado medir aquellos terrenos en los que ellos trabajaban, porque
pensaba explotarlos ya que le habían dicho que había mucho cobalto.
Entraron en los maizales. Las mazorcas comenzaban a madurarse, pero los
intrusos, seguros de que nadie les iba a molestar, pisaron el campo como les dio la
gana y fueron tomando medidas para su próxima explotación. Las monjas se
pusieron en movimiento, le llamaron al alcalde, al coronel del ejército,les
amenazaron que si no paraban ese atropello ya que tenían todos los documentos
que acreditaban la propiedad,irían hasta donde fuera necesario,incluso recurrirían
a Kinshasa si hiciera falta y ante la seriedad de las monjas dieron orden de parar y
salieron los que estaban metidos en los maizales, pero siempre sin ninguna
indemnización por los desperfectos ocasionados.
La inseguridad está creciendo a pasos agigantados. En Lubumbashi hay
muertos casi cada día y ya empieza a haberlos también en Likasi, y no por su
pertenencia política,ya que los asesinados son personas normales, que no
pertenecena ningún partido. Yo no sé si se trata de crear un clima de inseguridad
general para tener un motivo por el que retrasar todavía más las elecciones,en el
caso de que no se presentaran favorables al Presidente.El sábado por la noche y
no a una hora avanzada ya que serían como las nueve de la noche, en Panda,
unos bandidos dispararon e hirieron a varias personas que les habían sorprendido
robando.
El domingo último, toda la Cité Kikula, en Likasi, con más de 150.000
habitantes, estuvo tomada militarmente, porque “unos desconocidos”habían
matado, a un conocido comerciante y los jóvenes se rebelaron, quisieron incendiar
el tribunal de justicia y atacar a la policía, a la que acusan de ser los responsables
de la inseguridad porque aparentemente no hacen nada para protegerles.Los
militares se paseaban por las calles con las armas en plan de ataque y unas cintas
de balas cruzadas sobre el pecho, para impresionar.
2. Mucha gente pensó en lo peor y se creó una especie de pánico generalizado,las
madres corrían con los hijos pequeños,los padres permanecíanen sus hogares sin
dar señales de vida y los jóvenes habían almacenado un montón de piedras en la
parcela de su casa para defenderseconellas o atacar a los militares si hiciera falta.
Todos ellos guardaban los machetes cerca, escondidos,para que no los vieran los
militares que pasaban por la calle, pero dispuestos asalir al ataque al oír los
silbatos de los que se encontraran en peligro.Afortunadamente no ocurrió nada. Al
anochecer, todo volvió a la normalidad
El abandono en el que estamos es de tal envergadura que de vez en
cuando se oyen sucesos que causan terror y que tal vez ocurren en circunstancias
de guerra, cuando la gente ha perdido toda idea de honorabilidad y respeto,en el
que se realizan actos de una bestialidad increíble,y donde el respeto de las
Convenciones de Ginebra, etc., no pasan de ser papel mojado.Al principio pensaba
que se trataba de un bulo de los muchos que corren de boca en boca, pero cuando
tres o cuatro personas diferentes me volvieron a repetir la misma historia no tuve
más remedio que admitir que igual podíaser verdad. Os la cuento tal como llegó a
mis oídos.
Un día, estaban los fieles de una secta enfrascados en sus oraciones,
cuando de pronto entraron en su iglesia tres militares armados que hicieron
desnudarse completamente alpastor que dirigía la oración y obligaron a los allí
presentes,grandes y menores a besar el sexo del pastor bajo la amenaza de sus
metralletas. Aquellos que se resistían, fueran niños o mujeres, eran maltratados por
los militares y en caso de oponerse formalmente a cometertal acto, eran
asesinados allí mismo.Cuatro mujeres se opusieroncon todas sus fuerzas y los
militares las dispararon hasta darles muerte.
Satisfechos de su hazaña, salieron a dar una vuelta por las calles del barrio,
orgullosos de sí mismos,atemorizando a cuantos encontraban en la calle. El ruido
de los disparos alertó a algunos vecinos y cuando vieron salir a los militares,
entraron para saber lo que había pasado y se encontraron con el espectáculo de un
grupo de críos aterrados que apenas acertaban a hablar y cuatro cuerpos
desangrándose.
La noticia corrió por el barrio y al momento, la mayor parte de sus habitantes
estaban al corriente de lo sucedido.El hecho indignó a todo el mundo pero se
sentían incapaces de hacer frente a las armas con las que se paseaban los
militares. Sin embargo,los jóvenes se pusieron de acuerdo para dar un escarmiento
a los autores de tal salvajada y cada cual se armó con lo que pudo: piedras,palos,
una azada, machetes,y les esperarona los militares en una encrucijada para
atacarles repentinamente en el momento que en el que se acercaran.
Los militares no tuvieron tiempo de hacer uso de sus armas. El ataque fue
brutal. La rabia que sentían era indescriptible,porque llevaban padeciendo sus
abusos durante varios meses ante la inoperancia de las autoridades quienes
estaban advertidos de lo que ocurría, y siempre se disculpabandiciendo que
seguramente serían bandidos normales vestidos con uniformes militares
3. Los tres militares murieron en el enfrentamiento. A dos les quemaron y al
tercero lo dejaron tendido en la calle con su uniforme y la metralleta que le
acompañaba y telefonearona sus superiores para que vinieran a recogerlo y vieran
si era un militar o no, ya que siempre niegan que sean ellos quienes cometenesas
fechorías.Los jóvenes desaparecieronpara evitar represalias por parte de los
militares. La calle quedó desierta,las puertas y ventanas cerradas, solo el muerto
yacía junto a los restos calcinados de sus compañeros.
A la mañana siguiente, viendo que el pastor no acudía a la iglesia a la hora
de comenzar los rezos, fueron a su casa para ver lo que le pasaba y le encontraron
frío.Se había ahorcado, no podíasoportarla vergüenza de lo que había pasado.
Desgraciadamente,la violación, se ha convertido en algo habitual para los
ladrones o los militares que actúan libremente,no solo roban sino que luego obligan
al padre a acostarse con sus hijas o unos abusan mientras los otros les protegen.
Los militares se creen con una impunidad total. Actúan como les da la gana
y nadie se mete con ellos porque temen sus represalias.Es lo que ocurrió con el
cadáver que abandonaron en la calle. Primero apareció una jeep y cuando
reconocieronque el muerto era uno de ellos, lo subieronal coche y desaparecieron,
pero a las dos horas apareció al menos un regimiento, rodearon el barrio y fueron
revisando casa por casa en busca de jóvenes que pudieran denunciar a los
“asesinos”.Los pocos jóvenes que no habían huido fueron obligados a montar en
sus camiones y desaparecieroncon ellos. ¿Dónde?.Nadie sabe.
Afortunadamente, estos hechos no ocurren en nuestro barrio, pero la gente
está harta de la inoperancia de las autoridades y al final decidentomar la justica por
su mano porque nadie hace caso de sus reivindicaciones.
En Lubumbashi, los enfrentamientos entre militares y civiles son algo que
ocurre con mucha frecuencia.También en Likasi se van dando estos
enfrentamientos.Los militares se pasean en grupo y van muy armados. Si
descubrenalgún civil que se desplaza en solitario, caen sobre él, le dan una
soberana paliza, le despojande cuanto puede tener de valor: dinero, móvil, el reloj,
y si tiene suerte, le dejan que se vaya lleno de moratones y heridas. Las
autoridades están al corriente de lo que ocurre pero no hacen nada para evitarlo, se
contentan con decirque la gente no se desplace porla noche para evitar
encuentros desagradables.
En nuestro barrio ocurrió otra cosa y si no terminó también en muerte, fue
porque el cobradorde la luz corrió más que los que le perseguían.Los cortes de luz
son casi diarios pero las facturas son cada vez más elevadas. La gente está
cansada porque las protestas no sirven de nada. Aquí, son muy pocos los que
tienen cuenta bancaria y los cobros se efectúan a domicilio.Cuando el cobradorde
la luz pasó un mes para cobrar los recibos,se encontró con que los clientes se
negaban a pagar, y los gritos, insultos y amenazas que se repartieron entre ellos,
alertó a los jóvenes de los alrededores que se acercaron del cobradorcon actitud
amenazante y viendo que aquello estaba tomando un mal aspecto,el cobrador
4. pensó que en aquellas circunstancias lo mejor era poner tierra por medio y
emprendió un retroceso táctico que al poco tiempo se convirtió en una
desenfrenadacarrera porque se veía perseguidoporunos cuantos que querían
arreglar las cuentas a su estilo, pero gracias a su juventud y a su forma físicapudo
librarse de caer en sus manos.
Estamos atravesando una epidemiade cólera. Parece que disminuye su
virulencia, aunque todavía está en activo y seguimos lavándonos frecuentemente
con una soluciónde cloro para evitar el caer bajo sus garras. Hemos bajado la
guardia y se vive con bastante normalidad, la gente no tiene reparos en estrecharse
las manos cuando se encuentran y en la misa hemos vuelto a instaurar el rito de la
paz, que se había suprimido al principio por miedo al contagio, ya que llaman a esta
enfermedad,“la enfermedad de la manos sucias”. Está prohibido citar la
enfermedad y en su lugar solo se puede hablar de enfermedad de diarreas y
vómitos.
Todo se lleva con mucho secretismo yno sabemos el número de muertos
que ha causado ya la enfermedad.Lo único que sabemos es que una personade
casa la ha contraído, aunque afortunadamente no ha sido grave ya que ha salido
del hospital al cabo de cuatro días, pero ya en nuestro entorno, que es un barrio
alejado de la ciudad, llevamos contabilizados cinco muertos. ¿Cuántos más no
habrá habido en toda la ciudad?
Pero el miedo no ha conseguidoamilanarnos y los preparativos de la
Navidad enciendenel ardor de los parroquianos. Ayer tenía que ir un momento a la
iglesia para hablar con el que hace de sacristán. No había forma de entenderse.
Los monaguillos intentaban preparar el Nacimiento repintando algunas figuras que
han quedado descascarillas con el correr de los años, la coral ensayaba los cantos,
como las puertas estaban abiertas de par en par, muchos curiosos entraban para
ver qué es lo que ocurría con tanto alboroto y yo tenía que forzar la voz para
entenderme con el sacristán porque entre unos y otros metían un ruido que nos
imposibilitabacomunicarnos. El sacristán y yo tuvimos que entrar en la sacristía,
cerrar la puerta y de esa manera conseguimosentendernos.
Pero no todo cuanto ocurre son factores negativos. También se dan
algunos hechos que nos descubrenla fe de esta humilde gente que nos da
lecciones desdesu sencillez.
Había llegado de Kilela, un poblado que se encuentra a 80 Kms a donde se
llega por una carretera que más parece un camino de cabras, una niña enferma
con fiebres tifoideas en un estado muy avanzado. Venía acompañada de su madre
y de su abuela. Su padre se había quedado en el poblado atendiendo los otros hijos
de la familia. Ellas traían una cabra como todo capital, para hacer frente a los
gastos que pudiera suponer la enfermedad de la pequeña, pero pronto se volatilizó
el valor de lo que habían conseguidopara poderentrar en el hospital, pagar la ficha
de entrada, los análisis, y algunos analgésicos que compraronpara mitigar los
dolores de la pequeña. Ellas pensaban que traían una fortuna con la cabra, pero en
dos días se gastaron sus ahorros.
5. En cuanto la vio el médico decidió operarla, pero ni la madre ni la abuela
tenían medios para comprar las medicinas que les prescribieron.Algunos feligreses
de la parroquia se enteraron de la situación y acudían a visitarla. Pronto corrió la
voz entre los feligresesy cada cual hacía lo que podíapara suavizar los dolores de
la enferma. Unos la traían un bollo de pan, otros unas galletas y le decían a la
madre qué es lo que le gustaría comer.
La pequeña sacaba un hilo de voz entre las sábanas y pedíalo que para
ella suponía un manjar: “patatas”, “arroz”, ”macarrones”,y las mujeres lo
preparaban con esmero para darle gusto y pudiera comeralgo, porque su
estómago se resistía a todo.
Tanto el médico como las enfermeras pasaban delante de su cama sin
pararse un momento para interesarse de su estado. La madre y la abuela, que
venían de un lejano poblado se encontraban desprovistas de toda iniciativa para
llamar la atención del personalsanitario. ¡Qué iban a reclamar si no tenían dinero!.
Pero las mujeres de la parroquia se enfrentaron varias veces con ellos por el
abandono en el que les tenían. Al final, con la ayuda de la parroquia, recogieronla
cantidad que se necesitaba para pagar los cuidados sanitarios y reclamaron ante la
direccióndel hospital por los hechos de los que eran testigos.
A partir de ese momento las cosas fueron diferentes.El médico se
interesaba por el caso, las enfermeras la atendían, pero ya era demasiado tarde. La
pobre chavala, que no tendría más de diez años moría a los pocos días.
Las mujeres de la parroquia decidieronarroparlas a la madre y a la abuela,
que se sentían totalmente extranjeras en la ciudad. Ellas se encargaron de todo. Le
pidieron un local al párroco y se reunieron todas como en los duelos normales.
Pusieron unos toldos sobre el suelo de cemento y pasaron la noche, rezando,
cantando, acompañando a las dos mujeres, de forma que no se sintieran solas.
También algunos hombres se habían añadido al grupo de las mujeres y
entre todos prepararon lo necesario para el entierro. Unos se encargaron de la
parte administrativa, otros de recorrer las serrerías de los alrededorespara comprar
un ataúd, otro grupo se encargó de discutir con los taxistas para encontrar un
vehículo que pudiera llevarles hasta el cementerio que se encuentra a unos tres
kilómetros,los últimos, conectaron con un grupo de jóvenes que se encargaron de
cavar la tumba, mientras las mujeres lavaban el cuerpo de la pequeña, la vestían
con lo que había aportado alguna de ellas, la untaban de colonia, la envolvían en
una sábana y la preparaban así hasta que llegara el ataúd.
Y entre cantos y más cantos, la llevaron al cementerio para darle tierra. De
vuelta a “casa”,las prepararon algo de comery cotizaron entre ellas para que
pudieran volver hasta Kilela donde tal vez no se habían enterado todavía de la
muerte de “Joly” como la lloraba su madre. Les pagaron a dos motoristas para que
las devolvieran a su poblado.
6. Un ejemplo muy bonito, porque ellas son “bakaonde” una etnia no muy bien
consideradaentre nosotros y además, pertenecientes ala iglesia metodista.Por
esta vez, la gente fue capaz de descubriren la enferma a la persona necesitada y
no limitarse en la etnia a la que pertenecíao la religión que profesaba.Evangelio
puro.
Os deseo unas FELICES NAVIDADES,ZORIONAK
Un abrazo.