123ª edición de la Revistilla Kilima

1. KILIMA 123 - Agosto 2019
Queridos amigos:
Dos de nuestros “sobrinos”nos han hecho una buena faena. Les llamo
“sobrinos”o “sobrinas” a un grupo de niños que viven en casa porque son
huérfanos, o están consideradoscomo hechiceros,o nadie les quiere tener en sus
casas porque se han divorciado y luego vuelto a casar pero la nueva esposano
quiere saber nada con los hijos de la anterior, o porque les achacan todas las
desgracias que les ocurren en la familia, y prefierenvivir en la calle donde se
sienten más seguros,al menos allí no les pegan.
La mujer que les atiende y ejerce las funciones de “madre”,estaba
preparando unas alubias para comercon todos los demás y tuvo que ir a por agua
porque aquí no la tenemos en casa. Mientras iba a la fuente con los bidones,dos
chavales que se habían quedado haciendo los deberes,sintieron que sus tripas
reclamaban una mejor atención, les entró un apetito intempestivo y entre los dos se
vaciaron el puchero,y salieron de casa de forma que cuando llegó la “madre” se
encontró que no tenía nada para comeral mediodíay tuvo que empezar a cocinar
de nuevo.
Cuando me enteré de la faena les mandé a los dos a casa y si querían
volver tenían que traer cada uno un vaso lleno de alubias frescas.Uno, que
normalmente es muy formal, me vino a pedir perdóny ahí terminó el problema,pero
el otro, que me quita el sueño con sus numerosas picias, no quería marcharse de
casa porque decíaque no conoce su residencia actual porque su madre murió al
poco de nacer él a causa del SIDA,y la nueva “madre” no podíasoportarsu
presencia.El mismo está contagiado y hay que llevarle mensualmente al médico
para que le haga un seguimiento.Se escondió en el internado del Centro de
Minusválidos con los demás alumnos y allí permaneció durante casi un mes hasta
que sus compañeros minusválidos pensaronque deberían hacer algo para que la
situación se normalizara y decidieronhacer una colectade alubias para conseguir
llenar un vaso y que su compañero volviera a la casa de donde había salido.
Los discapacitadospidieronayuda a sus familias y pronto se pudo llenar el
vaso, que era lo estipulado. Desde entonces,ya ha pasado más de un mes,el
travieso de casa está como una malva y por el momento no ha vuelto a ocasionar
más problemas.
**************Aquí siempre hay algo raro que ocurre. Ahora resulta que el ejército ha
llamado a los jóvenes para ingresar en el cuerpo,pero no se han apuntado los
suficientes y en revancha, están secuestrando a jóvenes, incluso a plena luz del
día, especialmente a aquellos que van vestidos de forma de llamar la atención, con
pantalones colgando,melenas sin peinarse, con barba de varios días, y lo mismo lo
hacen con las chicas, especialmente si van vestidas con pantaloncitos o con
pantalones largos pero muy ajustados. Si la familia se entera y consiguen 200 $
rápidamente, los jóvenes serán liberados,de lo contrario los llevan en avión a otra
provincia para formarles e ingresar por le fuerza en el ejército. Pero esto mismo
pasa en Lubumbashi que en Kinshasa. Ya han comenzado a aparecer algunos
artículos en los periódicospidiendo explicacionessobre estas acciones,pero
todavía se siguen dando casos.
**************Su padre me dijo que su hijo se llamaba Silba y me encareció para que
fuera a visitarle porque estaba atravesando un mal momento.Es el pequeño de una

2. familia de nueve hermanos. Tiene 33 años y desde hace cuatro es licenciado en
economía.Por muchos intentos que ha hecho, no consigue encontrar un trabajo
acorde con sus estudios y de momento da clase de matemáticas en una escuela.
Tiene un hermano sacerdote y gracias a su colaboraciónen los gastos
familiares, consiguió inscribirse en la universidad y terminar sus estudios.Pero su
hermano se encuentra en Méjico y no cuenta con un protectoren las cercanías.
Por eso acudieron a mí, ya que les conozco desde hace muchos años y guardo
relación con el hermano sacerdote.
Un día, en el que fue a visitar a una hermana mayor cuyo marido había
fallecido,ésta le dijo que él se creía que era alguien porque había estudiado en la
Universidad, pero que no le iba a valer de nada porque aunque se manifestaba
como superior a ellos, no encontraría trabajo en su vida.
Pasado cierto tiempo, abrieron un Banco en la ciudad y trataban de contratar
gente para que trabajaran en él. Había muchos concursantes y entre ellos se
encontraba Silba. Hicieron el examen y resultó ser el primero con muy buena
puntuación. El encargado de analizar los concursantes le felicitó por el resultado
obtenido y le pidió que volviera al día siguiente para tener una interviú.
Los días anteriores a la prueba había estado en Lubumbashi en casa de un
hermano y había dejado allá sus ropas. Ahora necesitaba el traje que había dejado
en casa de este hermano para presentarse decentemente a la entrevista de trabajo
y dar buena impresión.Llevaba el teléfono en el bolsillo,pero sin saber por qué no
le funcionó durante el viaje de ida y vuelta y solo cuando llegaba a casa se enteró
de que el jefe del Banco le había estado buscando.
Fue al día siguiente a entrevistarse con el jefe y éste le despachó de malas
maneras porque le había estado buscando la vísperay el teléfono que le había
proporcionado erafalso porque nunca lo cogió y en vista de lo cual había decidido
llamar al que había quedado segundo en las oposiciones yya no quería saber nada
de él. La plaza que había quedado vacante había sido ocupada.
Intentó también sin éxito, presentarse en otras empresas en busca de una
oportunidad, pero no le admitieron en ninguna y entonces pensó en la maldición
que le había echado su hermana y sabía que ya no podríaencontrar nada por
mucho que lo intentara. Afortunadamente, un amigo suyo había comenzado una
escuela y le admitió en ella como profesorde matemáticas.
Para colmo de males, una noche, su padre soñó que Silba había tenido un
accidente con el coche que su hermano el cura que guardaba en casa para cuando
viniera de vacaciones y había fallecido en el accidente.Se lo comunicaron a él y
desde entonces ya no puede descansarporque está convencido que la desgracia
se puede presentar en cualquier momento.Esa fue la razón por la que me llamaran
y tuviera que presentarme en su casa para tranquilizarle asegurarle de que nada
malo le sucederíaen los pocos días que quedaban para que llegara su hermano de
vacaciones.
El cura solía mandar un dinero para ayudar a la familia y él era quien estaba
encargado de administrarlo. Sus hermanos pensaban que se trataba de una gran
cantidad y que lo aprovechaba para él mismo,razón por la cual, envidiosos de su
situación le echaron la maldición que le impedíaprogresaren la vida. Solo mi
bendiciónpodríaretrasar o anular el maleficio.Recé por él, le impuse las manos y
quedó tranquilizado, aunque el problemade su trabajo aún no se ha arreglado.

3. *********** Le conocí un día en el hospital. Estaba visitando los enfermos y al pasar
de una cama a otra, me encontré con un hombre, al que le conocíade cara
porque nos habíamos cruzado varias veces en el pueblo pero con el que no tenía
ninguna relación especialya que pertenecíaa una tribu que siempre me había
llevado la contraria y me había causado más que un disgusto.Me habló de que se
sentía débil y que apenas podíacaminar. Después de intercambiaralgunas
palabras y consolarle en sus debilidades,pasé a saludar al siguiente.
Pasó un tiempo y un día, una mujer vino a saludarme y a echarme en cara
que no visitaba a su marido aunque pasaba frecuentemente a visitar a uno que
vivía en la casa contigua. No conocíaquién era su marido y le prometí que pasaría
a verles en la primera ocasiónque se me presentara.
Como mi memoria me causa bastantes disgustos,no quise que pasara más
el tiempo y olvidara su dirección,así es que al poco tiempo me presenté en la
direcciónque me había dado. Mi sorpresafue grande cuando descubrí que su
marido era la persona a la que había saludado en el hospital pero que no me
infundía demasiadaconfianza.
Su estado general no había mejorado nada a pesar de su estancia en el
hospital. Sentía sobretodoque las piernas no le sosteníany lo que más le
atormentaba es que no podíair a cultivar y como había dejado el trabajo no contaba
con un medio que le permitiera ganar un poco de dinero para asegurar su
existencia diaria. Su mujer debíapermanecerjunto a él para ayudarle en sus
escasos movimientos y los hijos varones se habían despreocupado totalmente de
los padres y eran los únicos que podrían ayudarles. Tenían cuatro hijos, dos
varones y dos mujeres, todos casados,pero cada cual buscando la vida como
podíanya que no tenían un empleo fijo,pero eso no obstaculizaba para que los
bebés nacieran periódicamente aumentando así el censo familiar.
Vi que el hombre se alegraba de mi presencia,le encontré con ganas de
hablar, de explayarse sobre las calamidades que le atormentaban, y procuré
enterarme de las causas que según él le habían causado la enfermedad.
A las afueras del pueblo tenía una gran extensión de terreno en el que
cultivaba el maíz y la mandioca para el sustento familiar, pero a pesar de todo
dejaba sin cultivar una gran extensión de tierras y le importaba poco el que no se
cultivara. Sus hijos no querían arrimar el hombro, sus nietos tenían alergia a la
azada, así es que cada año iba a cultivar su maíz acompañado de su esposay
entre los dos obtenían lo suficiente para su alimento y el de una partida de nietos
que se presentaban justo a la hora de la cosechay volvían contentos a sus casas
con lo que habían conseguidode los abuelos.
Las tierras no le pertenecían.Eran de una empresaminera cuya finalidad no
era precisamente la de cultivar y le había dejado que las utilizara porque era una
forma de mantener limpios los alrededores.Durante muchos años habían vivido del
fruto de su trabajo y se encontraban felices dentro de su pobreza. Pero un día se
presentó un hombre quien le suplicó que le dejara utilizar una parte del terreno que
no utilizaba porque no encontraba un lugar cercano en el que cultivar. No puso
ningún obstáculo, incluso le pareció bien, porque aunque no había sufrido robos
durante los años que había trabajado, la presenciade otro hombre podríaaportar
un poco más de seguridad a la zona.

4. Sin embargo,el nuevo vecino le vino a poner mala cara y se disgustaba si se
acercaba a sus campos,lo cual no le dejaba tranquilo. Algunas personas llegaron a
decirle que era un hechicero y que tuviera mucho cuidado, no fuera a sufrir alguna
desgracia.Todo eso le inquietaba y le hacía pensar que no solo se dedicabaal
cultivo del maíz sino que en el interior del campo,ocultado por la altura de los tallos
de dicha planta, presentíaque podría estar cultivando alguna otra cosa.
Un día que llovía con fuerza, decidió inspeccionarpor su cuenta, seguro de
que su vecino no se acercaría a los campos debido a la mala situación atmosférica.
Efectivamente no había nadie por los alrededores,pero una vez llegado al lugar,
cuando intentó poner el pié en el terreno del vecino, se dio cuenta de que no podía,
había una fuerza que le impedíaacercarse.Lo volvió a intentar por varios lugares,
más arriba, más abajo, pero inútilmente.
Luego era cierto que su vecino era un hechicero y había que guardar
distancias si se quería estar a salvo de cualquier tipo de desgracias.Estaba seguro
que además del maíz ocultaba alguna fuerza secretaen el campo,pero él no podía
saber de qué se trataba porque cada vez que intentaba penetrar en sus tierras se
encontraba como con una barrera que se lo impedía.
Ellos seguíancultivando, pero ahora tenían miedo, podíanpegarse un tajo
con la azada o ser mordidos poruna serpiente, cosaque antes no les asustaba.
Afortunadamente, desapareció.Pasaron varios días sin que se mostrara y trataron
de enterarse sobre su paradero. Las dijeron que se había ido a Lubumbashi, pero al
cabo de dos meses se enteraron de su defunción.
Normalmente, ese hecho debierade haber supuesto una alegría porque se
habían desembarazado de un enemigo,pero no tuvieron tiempo de alegrarse por la
noticia porque el marido comenzó a sentirse enfermo,se sentía peorque antes, sin
tener el mal localizado en un punto concreto del cuerpo,sino que más bien era algo
así como un cansancio generalizado, una debilidad que se iba haciendo cada vez
más intensa, hasta el punto de no poderandar y necesitar de alguien para los más
mínimos desplazamientos.
Por el momento se contentaba con mi bendición.Tal vez eso le iba a librar
del mal que llevaba encima. No se lo negué, pero le aconsejé que volviera al
hospital y le explicara al médico el origen de su enfermedad.Mis consejos sirvieron
de poco porque a pesarde parecer que estaba de acuerdo con lo que le decía,no
se movió de casa, hasta que un día me vino una de sus hijas para decirme que su
padre me reclamaba y fuera urgentemente a visitarle.
Menos mal que tengo un todo-terreno para desplazarme,de lo contrario no
hubiera podido acercarme por el mal estado de la calzada. Me di cuenta que más
que de mi presencia, lo que necesitabaera de un vehículo que le sacara de casa
para conducirle al hospital. Ningún coche ni ambulancia quería llegar hasta aquel
lugar. El no se podíamover, le dolía todo el cuerpo, incluso le era imposible
ponerse de pie. Con la ayuda de sus dos hijas y de un vecino, conseguimosmeterle
en el coche y llevarle al hospital.
Permaneció unos días en el hospital, pero cansado de soportar un cuerpo
que no respondíaa sus necesidades,entristecido por el olvido en el que le tenían
sus amistades, aburrido de aguantar unos males cuyos orígenes desconocía,
asistido por una mujer terriblemente sorda fruto de uno de sus numerosos
enfrentamientos para conservar su autoridad, viendo que la medicaciónno le surtía

5. el menor efecto,decidióemprenderel gran viaje en busca de un lugar más
agradable en el que seguir viviendo. Creo que ya lo ha encontrado.
Hicimos los funerales según las normas de la Iglesiay siguiendo las
costumbres de los antepasados y cuando ya se terminó todo apareció el hijo mayor
que vino desde el Kasai, una provincia que está a casi 2.000 Km de distancia, para
tomar posesiónde la casa, venderla y volver de nuevo a su pueblo, sin pensar en
los demás hermanos ni interesarse demasiado en conocerlos últimos
pensamientos de su padre antes de su fallecimiento.El adivino le había señalado
que su padre era un hechicero y prefirió no saber nada de él mientras estuviera en
vida. Afortunadamente no todos los hijos actúan de la misma forma.
Un abrazo.
Xabier