El documento describe las creencias y prácticas supersticiosas que se han extendido en la sociedad, creando desconfianza y aislamiento. Ahora la gente teme que los vecinos, la comida ajena o las personas mayores estén "embrujadas". Esto ha llevado al aumento de las sectas religiosas que explotan estas creencias y al declive de la solidaridad comunitaria. Se cuenta la historia de un hombre que ignora las advertencias sobre una maldición y cae enfermo después de casarse, mostrando cómo estas creencias afectan las
Informe Estudio de Opinión en Zapopan Jalisco - ABRIL
Creencias tradicionales y hechicería en África
1. KILIMA 81 Junio 2009
Queridos amigos:
Pensábamos que las elecciones libres y democráticas que habíamos tenido hacía dos años
iban a redundar en beneficio del país y que íbamos a disfrutar de un poco más de justicia y libertad,
pero la gente se dejó engañar una vez más y vendieron sus votos a cambio de una botella de cerveza
o un par de chicharrillos que les ofrecían los candidatos. Ahora estamos pagando las consecuencias y
todo marcha de tal manera que la gente empieza a añorar tiempos pasados y habla abiertamente de lo
bien que estábamos en tiempos de Mobutu.
Parece que vivimos en una sociedad corrompida en la que abunda más el olor nauseabundo
de la podredumbre y de la anarquía, en lugar de disfrutar de la fragancia y del aire fresco del
desarrollo y del progreso paulatino del país. Ya sé que mis escritos no os empujan a caminar hacia la
esperanza pero es que todo el entorno nos obliga a adaptarnos a la situación presente porque todo
cambio hacia la superación y a la conquista de los derechos individuales y colectivos es una mera
utopía.
Todo el mundo se da cuenta del desastre en el que estamos enfangados pero nadie tiene valor
para obrar en contra del común hacer de los demás. Todo quieren un mundo distinto pero nadie se
atreve a obrar de modo diferente a lo que está marcado por el “todos actúan de esa manera”. Hay una
destrucción paulatina de las normas de convivencia, la desconfianza entre ellos va en aumento, el
tribalismo sigue dominando el ambiente aunque no aparezca claramente al exterior, las sectas se
siguen multiplicando sin que haya una normativa a respectar, y quien tiene un poco de poder lo
muestra sobradamente haciendo la vida difícil a los demás: multas, prohibiciones, nuevos
formularios, permisos, etc.
Os voy a contar algunos ejemplos para que comprendáis lo que quiero explicar.
Normalmente, las madres se ocupan de los trabajos domésticos, porque bastante trabajan para
“dominar” toda la recua de hijos que corretean por la casa y los alrededores. Los mayores habrán ido
a la escuela, pero siempre quedan en casa los más pequeños y alguno de ellos o alguno de los
mayores se pone enfermo y hay que llevarle al hospital. No puede ir con todos a la consulta del
médico y anteriormente la vecina los atendía durante su ausencia. Todo el mundo actuaba de esta
manera, era una forma de ayudarse mutuamente.
Ahora es distinto. Ya la madre no deja a sus hijos en casa de la vecina sino que los encierra
bajo llave en su propia casa y se marcha con el enfermo al hospital, no sea que la vecina les dé de
comer alguna cosa embrujada y los transforme en hechiceros cuya potencia hacia el mal no se
descubrirá en aquél mismo momento sino al cabo de unas semanas o unos meses. Es entonces
cuando uno de esos niños que ha estado en casa de la vecina va a comenzar a tener pesadillas y a
contarles a sus padres que por las noches le vienen a buscar para llevarle a los “akelarres”,
ceremonias de brujas en las que se meriendan a algún familiar de alguno de los miembros
participantes.
No es que se lo coman materialmente, pero si ese familiar en concreto enferma o tiene un
accidente o le ocurre cualquier desgracia y el niño lo ve en sueños, relacionan lo que ocurre en los
sueños con lo que acontece en la realidad y eso es suficiente para que le cuelguen al crío el
sobrenombre de “hechicero” y toda la familia se pone nerviosa porque no se encuentra segura en la
cercanía del pequeño, que puede ejercer su fuerza maléfica en cualquier otro momento y ocasionar
2. un desastre en el entorno familiar.
Depende de cual sea el nivel religioso o cultural de la familia para que se le “purifique” al
hechicero por mediación de unos rezos, penitencias o por el cumplimiento estricto de unos tabús, o
de lo contrario puede ser víctima incluso de la exclusión familiar y verse obligado a vagabundear por
las calles procurándose él mismo su alimento o su vestido.
Hasta todavía no hace muchos años, cuando una mujer daba a luz, todas las vecinas acudían a
la maternidad para felicitar a la nueva madre y cada una la llevaba la comida del día, o pan, té,
galletas, etc., para que repusiera sus fuerzas cuanto antes. “La madre” se sentía obligada a comer un
poco de todo lo que la presentaban para que nadie se sintiera como despreciada, y todas las mujeres,
después de una larga tertulia junto a la parturienta, volvían a sus casas con sus pucheros y cazuelas
vacías, satisfechas del deber cumplido. Entonces, no había problemas de tribalismo, el
acontecimiento ayudaba a superar las diferencias Lo que les unía era la proximidad de sus viviendas
y todas se sentían en la obligación de echarse una mano cuando se presentaba la ocasión.
Ahora no ocurre lo mismo. Las mujeres sí que acuden a la maternidad igual que antes, pero
la nueva mamá se conforma con picotear ligeramente lo que se le presenta, no fuera que alguna de
aquellas comidas estuviera infectada del “mal de ojo” y se le secara la leche de su pecho y no
pudiera amamantar a su criatura, o que no cicatrizara el cordón umbilical o que ocurriera cualquier
otro percance.
El respeto que se les tenía a las persona mayores ha bajado también de calidad. También
ahora se las respeta pero al mismo tiempo se las teme y es que algunos se preguntan. ¿Cómo es que
ha podido llegar a esa edad? ¿ No será que es también un hechicero y se ha comido a otras personas
para robustecer su vida amparándose de la de ellos?. Por esa razón, los viejos no salen mucho de sus
casas y a lo sumo se visitan entre ellos, porque temen que si van a saludar a otras personas y más
adelante ocurre alguna desgracia allá donde han ido, los de esa casa van a pensar inmediatamente en
aquél visitante que pasó por casa hacía unos días y que probablemente dejaría caer algún mal espíritu
con intención de apoderarse de la vida de algún otro y de esa manera prolongar la suya.
En los hogares, se les enseña insistentemente a los niños de que no coman nada fuera de casa,
aunque tengan hambre, aunque sea sólo un cacho de mandioca que está comiendo en aquel momento
un amigo y quisiera compartirlo con él, aunque sea una galleta, ya que puede ser la forma en la que,
quien lo está comiendo esté ya infectado de hechicería, y quiera propagarlo a otras personas a través
de esa comida.
Estas creencias han hecho multiplicar las sectas, que se encuentran en todas las calles,
gritando a quien más, mejor, como si en la potencia de sus altavoces residiera la veracidad de la
palabra que predican. Cada pastor se dice “vidente” y por medio de danzas y gritos estridentes
consigue que el paciente caiga en trance y denuncie a la persona que le ha embrujado y se ha
apoderado de ella. Todos los procedimientos son válidos para que el poseído se libere de quien le
oprime, desde las pócimas preparadas por ellos, hasta aceite de maíz o de soja que hacen beber al
paciente, la botella entera, para que en la diarrea consecuente se vayan los males que estaban
encerrados en su vientre. A veces se pasan de raya y la víctima deja de respirar para siempre. Pero el
pastor siempre tratará de mostrar que él tenía razón porque quien la ha matado era la madre o la
abuela del poseído, que como no quería que fuera descubierta ha sido la causante de esa muerte. La
venganza de la familia caerá sobre ella.
No hay una educación de la ciudadanía, ni unas normas que regulen las acciones de los
responsables de las diferentes iglesias que van naciendo cada día. El hijo de nuestro cocinero, lo
3. llamo así por darle un título, un chico de 25 años, se enamoró de una divorciada cuyo antiguo marido
le echó la maldición cuando se separaron. “Nadie se casará contigo, y si alguno lo intenta lo pagará
con su vida”.
El chico estaba enamorado y a pesar de que los amigos y la familia le pusieron en guardia
sobre lo que iba a hacer, estaba tan enamoradamente perdido que no hizo caso a nadie. Era pescador
y tenía una piragua que la utilizaba para adentrarse en el lago y echar sus redes. La vida parecía
hermosa porque llevaba varios meses gozando del séptimo cielo junto a su queridísima mujer. Todo
marchaba sobre ruedas y las capturas de pescado ayudaban a la buena marcha de la familia.
Un día salió como de costumbre pero no llegó por la noche. Su mujer se alarmó, avisó a sus
compañeros de lo que pasaba y un grupo de pescadores enfilaron sus canoas y se adentraron en el
lago. Mientras cataban, gritaban y llamaban al desaparecido, iban deslizándose por la superficie del
lago, enfocando con sus linternas de vez en cuando para ver si descubrían algo resto que pudiera
mostrar el paso o la presencia de la canoa que buscaban. A eso de las tres de la madrugada
descubrieron una piragua que se balanceaba suavemente sin que nadie se ocupara de ella. Gritaban y
gritaban el nombre del pescador y únicamente escuchaban el silencio como respuesta. Se acercaron
con mucho miedo y vieron que el joven se encontraba tumbado, inmóvil, en el fondo de la piragua.
Le veían respirar pero no contestaba a sus llamadas. Volvieron con él al pueblo lo más rápidamente
que pudieron y avisaron a la familia.
La familia decidió que aquella forma de “dormirse” sin escuchar las voces de los que le
llamaban era signo clarísimo de que estaba siendo objeto de una maléfica acción humana. Aquella
enfermedad no provenía de Dios, luego no se debía de llevar al enfermo al hospital, sino que era
causada por el mal querer de algún viviente y para curarle le tenían que llevar a la capilla de la secta
en la que se reunían, porque el pastor iba a desvelar quién era la persona que le torturaba y podrían
conseguir hacer las paces con él para que le soltara a su pariente y recobrara la salud.
Allí se pasaron una semana y por muchos ta mtanes que sonaban en el recinto y a pesar de
las plegarias de las plañideras y de los familiares que acompañaban también con sus lloros
implorando la misericordia del Altísimo para que le devolviera a la vida, se dieron cuenta que el
joven no sentía mejoría alguna, mas bien todo lo contrario y decidieron entonces llevarle al hospital.
Demasiado tarde. El joven expiraba unas horas más tarde.
La certitud de que estamos rodeados por las fuerzas del mal es de tal calibre, que son muy
pocos los que pueden superar esa situación, incluso entre el mundo religioso, y constantemente
tienen que recurrir al sacerdote para que sus bendiciones ahuyenten los espíritus que están siempre
prestos a molestarles durante un viaje o en el período de los exámenes, o a la hora de dormir.
Por ejemplo, los recién casados no abrirán los regalos hasta que el sacerdote no los haya
bendecido porque bien pudiera ser que alguno de los convidados estuviera animado de mala fe e
intentara perturbar la armonía conyugal y para ello se sirviera de alguno de los presentes para que al
abrirlo, el contacto con el objeto “contaminado” creara en el hogar un ambiente de celos que
destruyera el amor de los esposos.
Y para abundar más en lo mismo, os voy a contar una anécdota que parece sacada de los
anales de los primeros misioneros, pero ocurrió apenas hace una semana. Hace unos años, moría en
la parroquia un anciano señor después de haber procreado una numerosísima prole. Entre los
consejos que les dejó a sus hijos, les dijo que ninguno de ellos podría acercarse a celebrar las honras
fúnebres de quien muriera antes si es que no fuera acompañado por su legitima mujer.
4. Todos habían visto con buenos ojos el consejo de su padre y así lo iban cumpliendo hasta que
llegó el caso de uno de los hijos, hoy en día cargado de años y de hijos, todos ellos ya mayores, que
no quiso oír el consejo de su padre y después de tener 10 vástagos con su sufrida esposa, se
encaprichó de una jovencita y se fue a vivir con ella abandonando a la familia. Los hijos ya no tenían
necesidad de él porque cada uno se ganaba su sustento por su cuenta, pero no les gustó lo que había
hecho su padre y en más de una ocasión le habían mostrado su disgusto. Él seguía encaprichado de
la chavala y no quiso tener en cuenta las críticas de sus parientes, hermanos e hijos.
Pero ocurrió lo que tenía que ocurrir. Hace unos días murió uno de los hermanos, y a pesar de
la prohibición de su padre, se presentó en la familia des desaparecido acompañado de su segunda
esposa, ante la indignación de toda la familia.
Nadie quiso tomar cartas en el asunto y a pesar de su disgusto le dejaron que actuara como le
viniese en gana. Llegó la hora del entierro, se formó la comitiva y el féretro era llevado por los
nietos del fallecido, pero cuando estaban entrando en el recinto del cementerio, les salió al encuentro
una gran serpiente, tipo cobra, de las que se ponen en pie y escupen veneno a los ojos de sus
víctimas. Todos quedaron horrorizados, sobretodo porque la serpiente se plantó enfrente del
testarudo familiar y se puso en pie de manera amenazante. Su cabeza apuntaba hacia el infractor y
después de un momento la giró hacia donde se encontraba la segunda esposa y se mantuvo siempre
en pie, oscilando la cabeza y moviendo insistentemente su lengua como si fuera a expulsar el veneno
en cualquier momento.
Todos estaban paralizados con lo que veían y le rogaron al hijo menor del difunto que
impetrara a los espíritus para que el entierro se llevase a cabo sin dificultad. Todo el mundo comenzó
a cantar cánticos religiosos mientras el joven rogaba s los espíritus para que todo pasar sin
incidentes. Ya llevaban así un rato y la serpiente decidió agacharse y serpenteando despacio, de
forma arrogante, se introdujo en un agujero cercado y desapareció de su vista. El entierro siguió su
curso y pudieron enterrarle al difunto sin mayores problemas. Todos los presentes fijaron sus ojos en
la pareja que se había permitido burlarse de un tabú de la familia y ante el mal ambiente que se creó
en su entorno, el infractor no aguantó por mucho tiempo el ser objeto de las miradas de todos y
abandonó a la familia enlutada mucho antes de lo normalmente suelen hacer.
Una semana más tarde se puso enfermo, al principio parecía como que las piernas le fallaban,
pero la enfermedad se fue agravando poco a poco hasta el punto que lleva cuatro días en agonía sin
decidirse a dar el gran salto. A la hora de su muerte, recibirá el homenaje de todos sus nietos, ya que
al tener diez hijos casados, el número de nietos rondará en estos momentos la cincuentena pero no le
llorarán por mucho tiempo porque no quiso respetar la última voluntad de su padre.
Que disfrutéis de un buen verano.
Xabier