El documento describe varias experiencias con servicios médicos y dentales deficientes en la República Democrática del Congo debido a la falta de infraestructura y capacitación adecuada. También detalla un encuentro corrupto con un oficial de tráfico que exigió un soborno para completar un informe de accidente.
1. KILIMA 86 Septiembre 2010
Queridos amigos:
Siguiendo con el tema de los números anteriores, tengo que decir que la
multiplicidad de las diferentes iglesias y sectas que se multiplican casi diariamente,
ponen en peligro la paz y el progreso de la gente, porque se dejan influenciar por su
engañosa propaganda, pero es tal la angustia que les aprieta sus vísceras por la falta de
lo mínimo necesario para poder vivir, que se arrojan en brazos de cualquiera que se
presente ante ellos anunciando la salvación económica y espiritual, que alcanzarán con
seguridad recurriendo a ellos puesto que tienen la solución a todos los problemas. Los
pastores de las diferentes sectas juegan con la psicología de la gente y se ofrecen a
descubrir a través de la oración y de la imposición de manos, a aquellas personas que
están interviniendo negativamente en sus vidas. Antes se iba al adivino, pero eso no está
bien visto y se prefiere recurrir a la “oración” porque está más de moda.
Normalmente, los jóvenes son los que más necesidad sienten de satisfacer su
curiosidad y en un principio son fieles a la Iglesia que les vio nacer a la fe, pero luego se
sienten atraídos por las nuevas sectas que predican “la verdad” y conocen el por qué de
todos los fracasos. Por eso acuden a la “consulta” de dichos pastores, especialmente si
no marchan bien en los estudios, han sufrido desilusiones amorosas, o llevan una
temporada que no se entienden bien con los padres. Necesitan saber el por qué de esa
situación y con frecuencia la respuesta de estos pastores es que es la madre o una
persona muy cercana, la que les está obstaculizando el avance de sus vidas y para
suprimir todas las barreras que frenan su progreso les invitan a que acudan a sus
reuniones con las personas indicadas para purificarlas de las fuerzas del mal que anidan
en ellas.
Con frecuencia, esto suele originar enfrentamientos entre padres e hijos porque
estos encuentros suelen ser humillantes para las personas acusadas, que de la noche a la
mañana aparecen como hechiceros, agentes del mal, cuando en realidad no han hecho
sino sacrificarse para sacar adelante la vida de toda su descendencia. Una madre me
contaba su propia experiencia.
La sentaron en el suelo en medio de un corro de gente y no hubo invocación del
Espíritu ni rezo del rosario, sino que la rociaron con agua caliente en varios momentos
de la ceremonia, mientras el pastor le gritaba para que saliera de ella el espíritu que
estaba escondido en su interior y la había convertido en hechicera. Como seguía
impasible, la hicieron beber un botellón de agua caliente y al cabo de un tiempo no pudo
aguantar lo que había tragado y terminó vomitando todo lo que tenía en su interior.
Entre los restos esparcidos por la habitación, el pastor vio algo que podía ser
cualquier cosa pero él lo interpretó como que era un cacho de carne, lo cual demostraba
que efectivamente había sido contaminada con la hechicería y ahora había sido librada
del maleficio. Tuvo que pagar una fuerte multa por haber actuado como hechicera y por
el trabajo de purificación que había llevado a cabo el pastor, después de lo cual pudieron
volver a casa. (Normalmente se piensa que la hechicería se puede pasar de uno a otro
2. haciendo comer a alguien un cacho de carne o aunque se coma otra cosa, eso se puede
transformar en carne).
-- Es tal desastrosa la situación en la que se encuentran las infraestructuras, tanto la red
de carreteras, el equipamiento de la universidad, el escasísimo material de los
hospitales… que el único sueño que albergan los universitarios es poder encontrar una
forma para terminar sus estudios en el extranjero. Incluso los que han terminado sus
carreras buscan por todos los consulados y embajadas la forma de meterse en un país
extranjero para mejorar sus conocimientos o quedarse a trabajar definitivamente en
ellos, si fuera posible. Los médicos y los ingenieros desaparecen del mapa local en
cuanto pueden, dejando luego en manos de las ONGs el trabajo que deberían hacer ellos
mismos.. Dicen que en África hay 15 médicos por 100.000 habitantes y en Francia 380.
La mortalidad infantil es de 86 por mil y en Europa es de 5 por mil. Causas: falta de
material por robo, impago de salarios, tribalismo, indiferencia administrativa…
Cerca de la parroquia tenemos un gran hospital, pero el mal es tan general, que
también ha contagiado al personal sanitario de la misma y a pesar de ser un hospital de
empresa, sujeto a la disciplina de la misma, ya no se conoce la forma de estimular al
personal sanitario, de hacer que sean responsables, que atiendan prioritariamente a los
enfermos y no al dinero que de ellos piensan percibir, de no marcharse a sus casas
llevando el poco material existente, de cumplir con las horas reglamentadas en el
contrato en lugar de ausentarse del hospital o no trabajar mas que algunas horas para
dedicar el resto del día a su dispensario privado, de responder a las llamadas que se
hagan a sus teléfonos móviles… Los médicos no tienen ganas de trabajar porque dicen
que no les pagan y dejan operar a los enfermeros o a los estudiantes de medicina. Pero
cambiemos de tema.
-- Afortunadamente, hasta ahora he disfrutado de una buena salud y no habrán
pasado de diez días el tiempo que haya estado en cama como consecuencia de alguna
malaria. Sin embargo, de vez en cuando tengo algún problema con la dentadura y ante
este tema no me queda otra alternativa que recurrir al dentista. Son gente de buena
voluntad pero que han aprendido sus conocimientos no en los bancos de una
universidad sino permaneciendo como ayudantes de dentista durante una temporada,
cuando aún había dentistas europeos.
Un día sentí una sensación extraña en la boca que no me gustó nada. Me miré en
el espejo y vi que faltaba un cacho en una muela pero en ese momento no podía saber si
se trataba de un empaste que se había desprendido, de una corona que me la había
tragado o que se había partido la muela y quedaba el resto a la intemperie. No me
parecía prudente acercarme al dentista del hospital porque conocía su trayectoria como
“doctor” (es como le gusta que le llamen), porque había estado de enfermero con los
dentistas que habían pasado por el hospital y cuando éstos se marcharon se quedó él al
frente de la dentistería.
Este de Likasi no me ofrecía mucha confianza y me puse en contacto con uno
de Lubumbashi, es decir, uno que se encuentra a 125 Km. de casa. Fui el día señalado y
se dio cuenta de que se trataba de una corona que había desaparecido en la cavidad
bucal y tenía que hacer otra para tapar la cavidad. Me sacó el molde, estiró de los labios
como si fueran elásticos, para manejar el molde en la boca, y lo hacía con tanta energía
3. que temía sufrir algún desgarro.
Por si esto fuera poco, no tenía ni agua ni vaso, de forma que cada vez que tenía
que enjuagarme, me decía: “Abre la boca”. Así lo hacía y con una jeringa sacaba agua
de una cápsula o inyección y me la proyectaba en la boca. A la hora de echar el líquido
por esa especie de lavabo junto a la silla del dentista, me tenía que inclinar un poco pero
me di cuenta que toda la silla se inclinaba con mi movimiento y temía el que también yo
fuera a para al suelo, de ahí que cada vez que tenía que torcerme para escupir en el
lavabo me agarraba a la columna del sillón del dentista donde están enganchados el
torno, el aire a presión, etc., y de esa forma mantenía el equilibrio.
A pesar de todos los “estiramientos” de los labios pude guardar intacta mi
integridad física y quedamos para que a la semana siguiente pasara de nuevo por la
consulta para que me lo colocara.
Yo fui fiel a lo acordado y cuando me presenté de nuevo en la consulta, a él se le
había olvidado advertirme que iba a pintarla y me encontré con que lo tenía todo patas
arriba y no me podía atender. Me dijo que volviera la semana siguiente. Volví, pero se
había marchado a una reunión a Kinshasa y esperaba regresar al cabo de una semana,
por tanto, podría recibirme el lunes siguiente. Volví el lunes, pero no había conseguido
una plaza en el avión que aterriza en Lubumbashi, con lo cual se atrasaba todavía de
otra semana más. Hasta ese momento me fiaba de su palabra pero tuve que comenzar a
utilizar el teléfono antes de ponerme en camino para conocer algo sobre su paradero y la
disponibilidad con la que contaba para atenderme. Yo pienso que la muela estaba
insensibilizada y pude aguantar todo este tiempo con tranquilidad sin sentir en mi carne
los ramalazos de dolor.
Por fin, pude estar con el dentista después de haber recorrido 1.250 Km. por los
cinco viajes que tuve que hacer para que me arreglara un diente roto Pero esta vez iba
prevenido y llevaba una botella de agua y un vaso, para las veces que tuviera que
enjuagarme.
El arreglo de la muela no resultó demasiado caro, si no contamos los gastos de
desplazamiento. Me llevó 50 $, pero un poco de “extranjis”, porque en sí tenía que
haberlos entregado en la ventanilla de pagos del hospital en el que trabaja, pero me dijo
que se los podía pagar a él directamente.
Había fabricado la funda en casa y a la hora de ajustarla al lugar donde tenía
que colocarla, fue toda una operación digna de una película de Charlot. Primero, tenía
unos guantes de goma que le sobraban medio dedo y difícilmente podía trabajar con
ellos. De vez en cuando, el torno con el que tenía que efectuar algunos desgastes en la
corona para que se adaptara mejor a mi muela, se le enganchaba en lo sobrante del
guante y dejaba olor a goma quemada en la estancia.
Como tampoco disponía de una mesita para poder trabajar, lo tenía que hacer
todo a pulso y los desgastes de la corona con el torno hacía que de vez en cuando la
corona se le escapara de entre los dedos, saliera por los aires y cayera al suelo. Lo
limpiaba con un líquido que supongo sería muy bueno aunque no tenía etiqueta alguna.
Una de las veces le costó encontrar la pieza y anduvo un rato agachado tratando de dar
4. con ella.
Al final, colocó la corona en la muela y aquí estamos la mar de contentos.
Esperemos que pase mucho tiempo antes de que tenga que acudir de nuevo a sus
servicios. No sé qué material emplearía para hacer su trabajo porque siento una especie
de aspereza en la boca, pero funciona de maravilla y eso es lo que se pretende.
-- Un compañero misionero tuvo un accidente de circulación. Los pasajeros
resultaron ilesos pero el coche quedó un tanto “arrugado” y no estaba como para seguir
su camino. En aquel momento se presentó un policía de tráfico en moto y se interesó
por saber qué es lo que había ocurrido. Después de escuchar la narración de los hechos,
les pidió toda la documentación, la personal y la del coche, y les dio cita para encontrase
al día siguiente en un hotel de la ciudad donde tendrían que hacer la declaración y les
devolvería la documentación.
El misionero, que habita a unos 100 Km. de casa, pasó la noche conmigo y al
día siguiente le acompañé para entrevistarse con el policía. El lugar convenido no
parecía el más indicado, ya que en Likasi hay una comisaría de tráfico pero como tenía
que encontrarse en ese hotel, fui también a ver cómo terminaba el asunto.
El hotel era antiguo, del tiempo de la colonia, de planta baja y con unos pasillos
un tanto tenebrosos donde me esperaba el que en cualquier momento apareciera
“alguna” invitándome a pasar a su “suite”. Cosa que no ocurrió. Le preguntamos al
dueño del hotel si conocía al inspector de la policía de tráfico y nos condujo al lugar en
el que se encontraba esperándonos, sentado tranquilamente, bebiendo una Coca-Cola
mientras hacía que tomaba notas en una agenda que tenía abierta sobre la mesa.
Era una especie de salita “muy íntima”, adornada con largas cortinas que
impedían ser vistos del exterior, con una bombilla encendida que producía una tenue
luz, apta para encuentros amorosos. Las otras tres bombillas que colgaban de la misma
lámpara estaban fundidas.
Después de los saludos de rigor, todo con mucha amabilidad, extrajo de una
carpeta el impreso de la declaración que teníamos que rellenar. Venía ya firmada y con
los sellos de la policía estampados sobre el formulario. Nos dijo que deberíamos rellenar
pero que, por favor, no nos confundiéramos al hacerlo porque no tenía otro formulario
que pudiéramos emplear en caso de equivocación.
Tanto insistió en hacerlo bien, que le pregunté si no querría hacernos él mismo
ese servicio ya que conocía como rellenarlo mientras que notros, al no estar muy duchos
en ese oficio, podríamos cometer alguna torpeza y echar por tierra su “buena voluntad”.
Como no avanzábamos en la discusión le pregunté si no podríamos ofrecerle 20 $ por
ese servicio y nos lo hiciera él de nuestra parte, pero entre sonrisas y gestos de
extrañeza me dijo que eso era forzarle la mano, algo así como tratar de corromperle y
que no lo podría admitir.
Le dijimos que no se trataba de eso sino que era tan solo una especie de
gratificación, que le dábamos gustosamente por sacarnos de aquel apuro. “Bueno, en ese
caso lo podría aceptar, pero 20 $ es muy poco”. “Díganos Vd. qué cantidad razonable se
le podría ofrecer en lugar de la primera cantidad fijada”, a lo que nos contestó que no
5. podría hacer ese trabajo por menos de 100 $, pero siempre como si se tratara no de un
acto de corrupción sino de agradecimiento por nuestra parte.
Aceptamos su propuesta, pero poniéndole al corriente de que en aquel momento
no disponíamos de esa cantidad pero que le podríamos conceder 50 €. No le pareció mal
el ofrecimiento y nos pusimos manos a la obra. El rellenar el impreso no nos llevaría
más de un cuarto de hora. Luego había que sacar unas fotocopias y llevarlo a la
comisaría de tráfico.
¿Cómo había “chorizado” ese documento oficializado con los sellos de la
comisaría de tráfico? Tendría también otros para otras ocasiones? ¿Por qué nos metió en
un hotel en lugar de hacer ese mismo trabajo en la comisaría?. Nos dijo que utilizaba
una moto para sus desplazamientos, pero que no era suya sino de otra persona que había
sufrido también un accidente y como no había obtenido, por el momento, el dinero
suficiente para pagar la multa, la usaba para su provecho propio.
Nos devolvió la documentación que tenía confiscada, le entregó una copia de la
declaración al misionero y se marchó en moto e entregar las demás copias a la compañía
de seguros y a la policía de tráfico. De esos 50 € que se llevó, ¿qué parte le
correspondería a él y cuánto cobraría su superior? Para qué molestarse en hacer
preguntas que no iban a tener respuesta. Cogimos los papeles y nos volvimos a casa
Llamamos a una grúa y fueron a retirar el coche de la carretera.
Las personas más temidas en la carretera son los policías de tráfico, que son
legión y se les ve en casi todos los cruces de calles, cuya misión no es la de facilitar la
circulación sino la de parar a todos los coches susceptibles de no tener el vehículo en
condiciones o faltarles algún documento, para cebarse con ellos y clavarles las multas
que les parezcan porque están obligados a entregar cada día una cantidad a sus jefes, de
lo contrario caerán en desgracia y serán enviados a los puntos más alejados de la
geografía de la ciudad con poco movimiento de vehículos con los que sacarse un
sobresueldo.
Un abrazo.
Xabier