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Reconquista
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Este artículo trata sobre al proceso desarrollado en la península Ibérica entre los siglos VIII y XV.
Para otros significados de la palabra, véase Reconquista (desambiguación).




Entrega de las llaves de la ciudad de Granada por el rey musulmán Boabdil a la reina Isabel I de
Castilla.

Se denomina Reconquista o Conquista cristiana al proceso histórico en que los reinos
cristianos de la Península Ibérica buscaron el control peninsular en poder del dominio
musulmán. Este proceso tuvo lugar entre los años 722 (fecha probable de la rebelión de
Pelayo) y 1492 (final del Reino nazarí de Granada).

Contenido
[ocultar]

        1 El término «Reconquista»: historiografía y tradición
        2 Consolidación de los núcleos cristianos
             o 2.1 El foco asturiano
             o 2.2 El foco pirenaico: formación de los reinos
                     2.2.1 Navarra
                     2.2.2 Marca Hispánica
                     2.2.3 Aragón
        3 El avance cristiano
        4 La repoblación
5 Religión y cultura
       6 Fin de la Reconquista
       7 Liébana (Cantabria) y la Reconquista
       8 Bibliografía
       9 Véase también
       10 Notas
       11 Enlaces externos



[editar] El término «Reconquista»: historiografía y
tradición




Evolución de la reconquista entre 790-1300.

Según algunos académicos1 el término es históricamente inexacto, pues los reinos cristianos
que «reconquistaron» el territorio peninsular se constituyeron con posterioridad a la
invasión islámica, a pesar de los intentos de algunas de estas monarquías por presentarse
como herederas directas del antiguo reino visigodo. Se trataría más bien de un afán de
legitimación política de estos reinos, que de hecho se consideraban reales herederos y
descendientes de los visigodos, y también el intento de los reinos cristianos (especialmente
Castilla) de justificar sus conquistas, al considerarse herederos de sangre de los godos.

El término parecería asimismo confuso, más aún considerando el hecho de que tras el
derrumbe del Califato (a comienzos del siglo XI), los reinos cristianos optaron por una
política de dominio tributario -parias- sobre las Taifas en lugar de por una clara expansión
hacia el sur; o las pugnas entre las diferentes coronas –y sus luchas dinásticas-, que solo
alcanzaron acuerdos de colaboración contra los musulmanes en momentos puntuales.

Sin embargo, la temprana reacción en la cornisa cantábrica en contra del Islam (recordemos
que Don Pelayo rechazó a los sarracenos en Covadonga apenas siete años después de que
atravesaran el estrecho de Gibraltar), e incluso su rechazo del territorio actualmente francés
después de la Batalla de Poitiers del año 732, pueden sustentar la idea de que la
Reconquista sigue casi inmediatamente a la conquista árabe. Más aún, «gran parte de dicha
cornisa cantábrica jamás llegó a ser conquistada»,[cita requerida] lo cual viene a justificar la
idea de que la conquista árabe y la reconquista cristiana, de muy diferente duración (muy
corta la primera y sumamente larga la segunda), se superponen, por lo que podría
considerarse como una sola etapa histórica, sobre todo si tenemos en cuenta que la batalla
de Guadalete, la primera batalla por defender el reino visigodo en el año 711, marca el
inicio de la invasión musulmana.

En el Siglo de Oro hubo poetas que definían y denominaban a los españoles como «godos»
(como dijo Lope de Vega: «eah, sangre de los godos»[cita requerida]) y durante las guerras de
independencia en América, eran también así llamados por los patriotas americanos (de allí
procede el uso que se le da en Canarias para referirse al español peninsular). Es por ello,
según los críticos del término, un concepto parcial, pues sólo transmite la visión cristiana y
europea de este complejo proceso histórico, soslayando el punto de vista de los
musulmanes andalusíes; por otro lado, en el lado cristiano puede decirse que existía
conciencia de «reconquista».

Otros historiadores, como Ignacio Olagüe Videla en La Revolución islámica en Occidente
(1974), consideran que la invasión militar árabe es un mito y sostienen que la creación de
Al-Ándalus fue el resultado de la conversión de gran parte de la población hispana al Islam.
Estas tesis han sido estudiadas por González Ferrín en su obra Historia General de Al-
Andalus, en la que hablando de la Reconquista dice «que en verdad nunca existió»;
igualmente plantea que Al-Andalus «constituye un eslabón insustituible de la historia
europea». La arqueología y los textos antiguos desmienten esta teoría[cita requerida], ya que si
fue tan rápida la conquista de Al-Andalus, es imposible que los ciudadanos dominasen el
idioma, la ciencia, el modo de vida y hasta los materiales propios de la cultura islámica.

En su España invertebrada, José Ortega y Gasset afirmaba que «Una reconquista de seis
siglos no es una reconquista». Curiosamente, se usa normalmente el término «conquista de
Granada» en lugar del de «reconquista de Granada». Aunque esto es referido a la conquista
de la ciudad como un hecho aislado, pues en la historia de España se habla de la
«Reconquista de Granada».

Algunos autores[cita requerida] han propuesto con poco éxito el término alternativo de
«conquista cristiana», sin las implicaciones ideológicas del término «reconquista».
La Hispania visigoda en el momento de la invasión musulmana, durante la guerra civil




Hispania 721 d.C. una vez finalizada la conquista musulmana de los últimos reyes Visigodos
Cristianos de Narbona.


[editar] Consolidación de los núcleos cristianos
En 711 se produjo en la península Ibérica la primera invasión de los musulmanes
procedentes de África del Norte. Entraron por Gibraltar (que precisamente debe su nombre
actual a Tarik, general que desembarcó allí) y que el propio Roderic o Roderico (Don
Rodrigo), uno de los últimos de los reyes visigodos, fue a rechazar, perdiendo la vida en la
Batalla de Guadalete. Tarik fue llamado a Damasco, entonces capital del califato, para
informar y nunca más volvió. Su lugar lo ocupó el gobernador Abd al-Aziz, comenzando el
emirato independiente.

A partir de este momento empezaron una política de tratados con los nobles visigodos que
les permitió controlar el resto de la península. En 716 Abd al-Aziz fue asesinado en Sevilla
y se inició una crisis tal que en los siguientes cuarenta años se sucedieron veinte
gobernadores. En este año, 716, los árabes comenzaron a dirigir sus fuerzas hacia los
Pirineos para tratar de entrar en el Reino Carolingio.

La veloz y contundente invasión norteafricana, además de por los factores que propiciaron
la expansión mundial del Islam, se explica por las debilidades que afectaban al reino
visigodo:

       El frágil e incompleto dominio que ejercía sobre el territorio peninsular –en 711 el rey
       Rodrigo se hallaba dirigiendo una campaña militar en el norte-.
       La división de sus élites, con enfrentamientos vinculados a la elección de los sucesores al
       trono de una Monarquía (electiva) no hereditaria.
       Una aristocracia terrateniente –de tardía conversión al catolicismo- superpuesta a una
       población, libre o servil, con condiciones vitales muy duras, entre la que latía un fuerte
       descontento. Muchos de ellos recibieron la conquista como una mejora de su situación.
La decadencia de la actividad mercantil derivó en una minusvaloración de la población
        judía, que en gran medida la protagonizaba. También ellos pudieron ver una ventaja en la
        situación de las minorías hebreas amparada por la jurisdicción islámica.

Tras la invasión, la resistencia cristiana cristaliza en dos focos.

[editar] El foco asturiano

Artículo principal: Reino de Asturias

Véase también: Ducado de Cantabria




Estatua de Don Pelayo en Covadonga.

En el año 718 se sublevó un noble llamado Pelayo. Fracasó, fue hecho prisionero y enviado
a Córdoba (los escritos usan la palabra «Córdoba», pero esto no implica que fuera la
capital, ya que los árabes llamaban Córdoba a todo el califato).

Sin embargo, consiguió escapar y organizó una segunda revuelta en los montes de Asturias,
que empezó con la batalla de Covadonga de 722. Esta batalla se considera el comienzo de
la Reconquista. La interpretación es discutida: mientras que en las crónicas cristianas
aparece como «una gran victoria frente a los infieles, gracias a la ayuda de Dios», los
cronistas árabes describen un enfrentamiento con un reducido grupo de cristianos, a los que
tras vencer se desiste de perseguir al considerarlos inofensivos. Probablemente fuera una
victoria cristiana sobre un pequeño contingente de exploración. La realidad es que esta
victoria de Covadonga, por pequeñas que fueran las fuerzas contendientes, tuvo una
importancia tal que polarizó en torno a Don Pelayo un foco de independencia del poder
musulmán, lo cual le permitió mantenerse independiente e ir incorporando nuevas tierras a
sus dominios.
En cualquier caso, los árabes desistieron de controlar la zona más septentrional de la
península, dado que en su opinión, dominar una región montañosa de limitados recursos e
inviernos extremos no valía la pena el esfuerzo. Los cristianos de la zona no representaban
un peligro, y controlar el extremo más alejado supondría más costes que beneficios. De
todas formas, la sorprendente expansión del minúsculo Estado pronto preocupó a las
autoridades califales. Hubo sucesivas incursiones (en tiempos de Alfonso II, se hizo una
cada año en territorio asturiano), pero el reino sobrevivió y se siguió expandiendo, con
sonoras victorias, como la batalla de Lutos, Polvoraria y la toma de Lisboa en 798.

El reino de Asturias era inicialmente de carácter astur y fue sometido en sus últimas
décadas a una sucesiva gotificación debida a los inmigrantes de cultura hispanogoda huidos
al reino cristiano del norte. Asimismo, fue un referente para parte del espacio cultural
europeo con la batalla contra el adopcionismo. El reino estuvo por épocas muy vinculado al
de los francos, sobre todo a raíz del «descubrimiento» del supuesto sepulcro del apóstol
Santiago. Esta idea «propagandista» consiguió vincular a la Europa cristiana con el
pequeño reino del norte, frente a un sur islamizado.

El Reino de Asturias tuvo varias escisiones. La primera a la muerte del rey Alfonso III el
Magno, que repartió sus dominios entre tres de sus cinco hijos: García, Ordoño y Fruela.
Estos dominios incluían, además de Asturias, el condado de León, el de Castilla, el de
Galicia, la marca de Álava y la de Portugal (que entonces era sólo la frontera sur de
Galicia). García se quedó León, Álava y Castilla, fundando el Reino de León. Ordoño se
quedó Galicia y Portugal, y Fruela se quedó Asturias.

[editar] El foco pirenaico: formación de los reinos




Dibujo de la batalla del libro de Cantigas de Alfonso X el Sabio.

Se originó a partir de la resistencia carolingia (el caudillo franco Carlos Martel había
rechazado la invasión musulmana de Aquitania en la Batalla de Poitiers en 732).
Posteriormente su sucesor, Carlomagno, creó la Marca Hispánica (frontera militar del sur),
que dio origen a otros focos cristianos en la península: el reino de Pamplona, los
actualmente llamados condados catalanes, y los de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.
[editar] Navarra
Artículo principal: Reino de Navarra

El Reino de Pamplona, posteriormente llamado Reino de Navarra, tuvo como origen la
propia familia gobernante, que había pactado con los muladíes de Tudela, la familia Banu
Qasi. Su primer rey fue Íñigo Arista. A principios del siglo X, la familia Jimena sustituye a
la Arista y el primer rey es Sancho Garcés I, que tiene un gran éxito militar. Pamplona llegó
a controlar lo que actualmente es Navarra (su origen), La Rioja (llamado entonces «Reino
de Nájera») y lo que en la actualidad es el País Vasco, y a unir dinásticamente los condados
de Castilla, dependiente de León pero muy autónomo, y Aragón (tras haberse constituido
como dinastía hereditaria con el conde Aznar Galíndez), Sobrarbe y Ribagorza en los
Pirineos en tiempos de Sancho el Mayor. A su muerte legó su reino patrimonial (el Reino
de Pamplona) a García Sánchez III de Pamplona, a quien de jure deberían estar
subordinados los tenentes de las otras zonas de su reino: Fernando, que recibió el condado
de Castilla; y Ramiro, que recibió el condado de Aragón para después hacerse
independiente tras anexionarse Sobrarbe y Ribagorza en 1045, condados que habían sido
heredados por el menor de los hermanos, Gonzalo.

[editar] Marca Hispánica




Guerreros cristianos y musulmanes

Artículo principal: Marca Hispánica

El territorio situado entre el oriente de Navarra y el mar se dividió en condados sometidos a
los francos. Los condados catalanes fueron divisiones de la zona occidental Marca
Hispánica y los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza ocupaban la zona intermedia.
Fue una zona de contención militar que tomaron los francos para frenar las incursiones
sarracenas. Si bien la intención inicial de éstos era llevar las fronteras hasta el Ebro, la
Marca quedó delimitada por los Pirineos en el norte y por el Llobregat en el Sur. Con el
tiempo se independizó del dominio franco con condes como Wifredo el Velloso y Aznar
Galíndez.
En la zona de los posteriormente denominados condados catalanes, el Condado de
Barcelona se convirtió muy pronto en el condado dominante de la zona. Con el tiempo, tras
la unión dinástica entre el el Reino de Aragón y el conjunto de condados vinculados al de
Barcelona, daría origen a la Corona de Aragón. Posteriormente, los dominios de esta corona
se extendieron hacia el sur y el Mediterráneo.

[editar] Aragón




Representación de Jaime I de Aragón de la época. Pertenece a los Fueros de Aragón compilados en
el Vidal Mayor (1247-1252).

Artículo principal: Reino de Aragón

El Reino de Aragón tiene su origen en un condado procedente de la Marca Hispánica. Se
uniría debido al enlace dinástico de Andregoto Galíndez con García Sánchez I en el año
943 al Pamplona. Tras la muerte de Sancho III de Navarra en 1035, legó a a su hijo Ramiro
el dominio del condado de Aragón, que se emanciparía y, tras anexionarse los condados de
Sobrarbe y Ribagorza, cuyo gobierno había correspondido a un adolescente Gonzalo a su
muerte en 1045, Ramiro I establecería un reino de facto que comprendía los tres antiguos
condados y ocupaba los Pirineos centrales. Poco después, en 1076 a la muerte de Sancho el
de Peñalén, llegó a anexionarse Navarra, aunque tras la muerte de Alfonso I el Batallador
la unión se deshizo. Por esa época, tras una dura lucha con las taifas de Zaragoza, el reino
aragonés llegó al Ebro, conquistando la capital en 1118.

Más tarde se produciría la unión dinástica, con el matrimonio de Petronila (hija única del
rey de Aragón) y Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, lo que conformó la Corona de
Aragón, que agrupaba al Reino y a los Condados, si bien cada territorio mantuvo sus usos y
costumbres consuetudinarios.

La Corona acabaría por unificar con el tiempo lo que hoy es Cataluña, arrebatando a los
árabes el resto de Cataluña, la Cataluña Nueva, y anexionándose los restantes territorios,
aunque hay que destacar que los diversos condados siguieron disfrutando de cierta
autonomía.

[editar] El avance cristiano




Reconquista de las principales ciudades por año.




Los reinos de taifas en 1031.
Los reinos peninsulares en 1360.

El avance de los reinos cristianos en la Península Ibérica fue un proceso lento, discontinuo
y complejo en el que se alternaron períodos de expansión con otros de estabilización de
fronteras y en el que muchas veces diferentes reinos o núcleos cristianos siguieron también
ritmos de expansión distintos, a la vez que se remodelaban internamente a lo largo del
tiempo (con uniones, divisiones y reagrupaciones territoriales de signo dinástico); y a la vez
que, también, cambiaba internamente la forma y fuerza del poder musulmán peninsular al
que se enfrentaban (que experimentó diversas fases de poder centralizado y períodos de
disgregación).

Asimismo la expansión conquistadora estuvo salpicada de continuos conflictos y
cambiantes pactos entre reinos cristianos, negociaciones y acuerdos con poderes regionales
musulmanes y, puntualmente, alianzas cristianas más amplias contra aquellos como la que
se dio en la Batalla de Simancas (939), que aseguró el control cristiano del Valle del Duero
y del Tormes; o la más sonada (por su excepcionalidad) y de más amplios vuelos en la
Batalla de las Navas de Tolosa en 1212, que supuso el principio del fin de la presencia
almohade en la Península Ibérica. El estudio de tan dilatado y complejo proceso pasa por el
establecimiento de diferentes fases en las que los historiadores han establecido perfiles
diferenciados en los ritmos y características de conquista, ocupación y repoblación.

       Siglos VIII-X. Completada la conquista en apenas un lustro (711-716), al margen sólo
       queda una estrecha franja montañosa en el Norte. Su principal esfuerzo hasta el siglo X irá
       dirigido a consolidar nuevas estructuras político-institucionales sobre unas realidades
       socio-económicas en transformación (el asentamiento masivo de población huida del
       avance musulmán), configurando las bases del feudalismo en la Península. Al Oeste se
       afianzó el reino asturiano, extendiéndose entre Galicia, el Duero y el Nervión. Al Este la
       Marca defensiva carolingia germinará en diferentes núcleos cristianos pirenaicos. Su
       precaria situación quedará demostrada durante el reinado de Abd al-Rahman III (912-961),
       cuando reconozcan la soberanía del Califato, convirtiéndose en Estados tributarios.
Siglos XI-XII. La disgregación del Califato (Taifas) facilitará un lento avance cristiano por la
    Meseta norte y el valle del Ebro, consolidándose institucionalmente los reinos. Ello será
    financiado con las imposiciones tributarias (Parias) a que sometieron a los reinos
    musulmanes, convirtiéndolos virtualmente en protectorados. Es un período de
    europeización, con la apertura a las corrientes culturales continentales (Cluny, Cister) y la
    aceptación de la supremacía religiosa de Roma. El avance castellano-leonés (Toledo, 1085)
    provocó sucesivas invasiones norteafricanas –Almorávides y Almohades- que evitaron el
    colapso de la España musulmana. La repoblación entre el Duero y el Tajo se sustenta en
    colonos libres y concejos con amplia autonomía (fueros), mientras que en el Ebro los
    señoríos cristianos explotarán a la población agrícola musulmana.

    Siglos XIII-XIV. La alianza entre los reinos cristianos (Navas de Tolosa, 1212) logra el
    definitivo derrumbe del Al-Andalus, conquistando con gran celeridad el sur peninsular
    (salvo Granada). Una expansión protagonizada por las coronas de Castilla y Aragón
    generará determinados problemas: la absorción de un enorme volumen territorial y
    poblacional. En Andalucía y Murcia, la imposición de grandes señoríos –nobles guerreros y
    órdenes militares- y la expulsión de las poblaciones autóctonas –agrícolas y artesanas-
    derivará en la decadencia económica del territorio. En Valencia y Alicante, los señoríos
    cristianos, de menor extensión, se superpondrán a una población musulmana que
    mantendrá la prosperidad económica. Problemas solapados con la crisis económica del
    siglo XIV y las guerras civiles que desangraron a los reinos de la España bajomedieval. De
    esta forma se consolida España como la nación que por excelencia resistió y contuvo los
    ataques musulmanes en Occidente, siendo el Reino de Hungría el guardián de Europa en el
    Este ante la llegada de los turcos.

    Siglo XV. La supervivencia del reino nazarí de Granada responde a varias razones: su
    condición de vasallo del rey castellano, su conveniencia para éste como refugio de
    población musulmana, el carácter montañoso del reino (complementado con una
    consistente red de fortalezas fronterizas), el apoyo norteafricano, la crisis castellana
    bajomedieval y la indiferencia aragonesa (ocupada en su expansión mediterránea).
    Además, la homogeneidad cultural y religiosa (sin población mozárabe) proporcionó al
    Estado granadino una fuerte cohesión. Su desaparición a finales del siglo XV –además de
    por sus interminables luchas dinásticas- se ensarta en el contexto de la construcción de un
    Estado moderno llevado a cabo por los Reyes Católicos a través de la unificación territorial
    y el reforzamiento de la soberanía de la Corona.


[editar] La repoblación
San Miguel de Escalada, levantado en la repoblación de tierras leonesas.

En paralelo al avance militar se produjo un proceso de colonización, con el asentamiento de
población cristiana. Repoblación que varió en sus características según el ritmo y modelo
de la conquista y el volumen de la población musulmana preexistente.

        Entre el Duero y el Sistema Central. El rey atribuye durante los siglos VIII y XI tierras
        deshabitadas a colonos, poblándose con hombres libres (cultura de frontera). Entre los
        siglos XI y XII se realizó a través de concejos municipales –mediante cartas aforadas-, caso
        de Salamanca, Ávila, Cuéllar, Arévalo, Soria y Sepúlveda.

        El valle del Tajo y la Taifa de Toledo. Ante la escasez de colonos se mantendrá la
        población autóctona (no eran tierras yermas), repartiéndose el territorio entre extensas
        alfoces dotadas de amplios privilegios: Talavera, Madrid, Guadalajara, Talamanca y Alcalá
        de Henares. En Toledo cada comunidad (judíos, musulmanes, mozárabes y castellanos)
        contará con estatuto jurídico particular; pero tras la invasión almorávide se expulsó a los
        musulmanes, castellanizándose el reino. Se restablece la sede arzobispal toledana,
        enriqueciéndose con las propiedades de las mezquitas.

        El valle del Ebro. Durante la primera mitad del siglo XII, los grandes núcleos urbanos como
        Tudela, Zaragoza y Tortosa mantienen la población musulmana, al tiempo que entran en el
        territorio oleadas de mozárabes, francos y catalanes que se establecen siguiendo el
        sistema del repartimiento, ocupando las casas abandonadas.

        Las Órdenes Militares. Entre finales del siglo XII y principios del XIII, en las cuencas del
        Guadiana medio y del Turia, el rey concede a las Órdenes grandes señoríos,
        principalmente en Extremadura y La Mancha. Alrededor de sus castillos se asientan
        poblaciones campesinas con libertades muy recortadas, no configurándose concejos de
        relevancia.

        Andalucía. Durante el siglo XIII se realiza mediante donadíos (grandes extensiones
        concedidas a los nobles) y heredamientos (medianas y pequeñas parcelas entregadas a los
        colonos). La población musulmana permaneció hasta la revuelta mudéjar de 1264 y su
        posterior expulsión. El despoblamiento posibilitó el aumento de los grandes señoríos.


[editar] Religión y cultura
Representación de la derrota de las tropas musulmanas en un capitel del monasterio de Sta. Mª la
Real de Nieva.

En los territorios dominados por los musulmanes continuaban existiendo, separadas pero
pacíficamente, comunidades cristianas (con religión, idioma y leyes propias). Eran los
llamados mozárabes. Estos eran respetados al principio, pero poseían menos derechos y
más desventajas frente a los musulmanes (no podían construir nuevas iglesias, pagaban
impuestos especiales...). La tolerancia se perdió a medida que avanzaba la conquista de la
península (de los territorios que antes pertenecían al dominio de los visigodos por los
Estados cristianos del norte, en buena parte herederos de los visigodos) y con la llegada de
los almorávides y almohades del Norte de África.

También en los territorios que habían vuelto a pasar bajo el dominio de los reyes cristianos
seguían viviendo musulmanes. Así se producía un intercambio cultural importante entre
musulmanes y cristianos. Junto con estas dos culturas coexistía la judía. Sabían, además del
hebreo, el árabe y el castellano, por lo que tenían un papel importante en la traducción de
textos a diversos idiomas (junto con traductores cristianos en la Escuela de Traductores de
Toledo). La figura cultural judía más importante es el filósofo Moisés Maimónides. Gracias
a la traducción al latín, los textos árabes tendrían difusión en otros países europeos, y no fue
menos importante el hecho de que los árabes habían conservado y traducido una inmensa
cantidad de textos griegos y latinos, que por esta vía volvieron a ser parte de la cultura
europea.

Todavía hoy en día quedan en España influencias muy importantes de aquella época: unas
4.000 palabras de origen árabe (muchos nombres y sustantivos aunque muy pocos verbos),
empleadas lógicamente con mayor profusión cuanto más al sur, monumentos de la época
(fortalezas como La Alhambra, mezquitas como la de Córdoba), iglesias y palacios de
estilo cristiano-musulmán (mudéjar), pueblos blancos, gastronomía (el empleo generalizado
de especias y verduras en los distintos platos, la introducción de la pasta en Europa,
infinidad de platos de nuestra comida actual, dulces de origen musulmán, el empleo de
vajilla de cristal, o el orden de las comidas -1er plato, sopa, 2º plato, carne o pescado y
postre), diversas costumbres, como el hecho de llevar ropas claras en verano o llenar de
flores y plantas los patios de las viviendas en el sur, así como la gran influencia que
tuvieron la ciencia, la tecnología, la literatura y la filosofía no sólo en España, sino en
Europa.
[editar] Fin de la Reconquista
Artículo principal: Guerra de Granada

Los Reyes Católicos acabaron la reconquista de España el 2 de enero de 1492, tomando
Granada, donde se realiza una festividad el 2 de enero de todos los años. Ese mismo año, el
1492, expulsaron al rey Boabdil, de la dinastía Nazarí, con la toma de Granada. La
tolerancia religiosa que había hasta entonces dejó de serlo con la expulsión de los judíos en
1492. Acabó del todo un siglo después, con la expulsión de los moriscos, homogeneizando
así toda la península.

[editar] Liébana (Cantabria) y la Reconquista
Véase también: Edad Media en Cantabria

La Reconquista iniciada en la montaña de Covadonga tiene en Liébana su parte importante
y en Cosgaya un nuevo punto de referencia. Como narran importantes historiadores,
«amedrantados y en desorden, huyendo de Covadonga, por senderos de cabras,
inverosímiles o dificilísimos, llegan a las altas praderas de Naranco y Áliva; los fugitivos
árabes descienden precipitadamente a la cañada por donde corre el río, juzgando libertarse
de sus perseguidores, y llenos de invencible pánico, intentaron subir por la montaña
denominada Subiedes» ; ni aun así pudieron evadir la venganza del Señor: pues desde la
cima del monte, frente al predio de Casegadio (Cosgaya), como señal evidente de la
voluntad divina, «por efecto de las grandes lluvias», ó «por otras causas que anteriormente
tuviera conmovida la montaña, prodúcese colosal "argayo", ó magno desprendimiento de
peñas, árboles y tierra, que sepulta en el lecho del río y entre sus aguas turbulentas a los
árabes».

La cita, entre la historia y la leyenda dice:

"Subiedes peña fragosa,
que sobre los moros cayó,
y a los cristianos salvó,
ved cosa maravillosa".

El pequeño dominio de Pelayo durante el reinado de su yerno Alfonso I (739-757), hijo del
duque Pedro de Cantabria, se consolidó como Reino de Asturias, extendiéndose por la
Cornisa Cantábrica al Oeste del Nervión, en paralelo a una reorganización del poblamiento.
El asentamiento de población hispano-romana y visigoda sobre valles implanta la
agricultura (cereal, vid, frutas), sustituyendo la estructura tribal por familias nucleares
cristianas. Cambios que introducen la sociedad feudal: apropiación de tierras productivas
por monasterios y nobles y sometimiento de la población mediante lazos de vasallaje -causa
de las rebeliones de siervos estalladas durante los reinados de Aurelio (768-764) y Alfonso
II el Casto (791-842)-.
Asimismo, la triunfante presencia cultural del cristianismo enraizó tanto en la asimilación
de los cultos naturalistas, situando iglesias sobre antiguos lugares sagrados, como en la
violenta represión del paganismo.

En ese proceso Liébana descolló beneficiada por su proximidad a los centros de poder
(Cangas de Onís, Oviedo, León) y a su aptitud climática favorable a cereales y viñedos,
instituyéndose en refugio de la cultura latina e hispanogoda conservada en sus numerosos
monasterios, pilares de la nueva sociedad feudal. A uno de ellos, San Martín de Turieno
(actual Santo Toribio), llegó desde Astorga para resguardarlo de la ofensiva islámica el
Lignum Crucis. En este crítico período destaca el monje Beato, autor de los Comentarios al
Apocalipsis, adalid de la ortodoxia católica frente a la herejía adopcionista (la del
cristianismo mozárabe) e impulsor del mito de la presencia de Santiago en Hispania,
germen del milagroso descubrimiento de su sepulcro en tierras gallegas (814) –uno de los
fundamentos simbólicos de la Reconquista




Renacimiento
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Para otros usos de este término, véase Renacimiento (desambiguación).




Hombre de Vitruvio, dibujo de Leonardo da Vinci, expresión del canon renacentista.
Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en
Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el
campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto
naturales como humanas. Italia fue el lugar de proclamación y desarrollo de este
movimiento.

El Renacimiento es fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una
nueva concepción del hombre y del mundo.

El nombre «renacimiento» se utilizó porque éste retomaba los elementos de la cultura
clásica. El término simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos de
predominio de un tipo de mentalidad dogmática establecida en la Europa de la Edad Media.
Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el interés por
las artes, la política y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por cierto
antropocentrismo.

El historiador y artista Giorgio Vasari había formulado una idea determinante, el nuevo
nacimiento del arte antiguo, que presuponía una marcada conciencia histórica individual,
fenómeno completamente nuevo en la actitud espiritual del artista.

De hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición artística de la Edad
Media, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de
gótico. Con la misma conciencia, el movimiento renacentista se opuso al arte
contemporáneo del norte de Europa.

Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento
significó una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido
«supranacional».

Sobre el significado del concepto de Renacimiento y sobre su cronología se ha discutido
muchísimo; generalmente, con el término «humanismo» se indica el proceso innovador,
inspirado en la Antigüedad clásica y en la consolidación de la importancia del hombre en la
organización de las realidades histórica y natural que se aplicó en los siglos XV y XVI.

El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y
geográfico. Su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos recién
descubiertos, a los que las novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo
coincidió con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los Estados
europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la
descomposición del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo.
Sin embargo, muchos de estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el
tiempo el ámbito renacentista.

Contenido
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1 Etapas del arte renacentista
       2 Desarrollo
       3 Características
       4 Artes plásticas en Italia
           o 4.1 Arquitectura
           o 4.2 Pintura
           o 4.3 Escultura
       5 Renacimiento español
       6 Renacimiento alemán
       7 Renacimiento en Flandes y los Países Bajos
       8 Renacimiento en Francia
       9 Literatura renacentista
       10 Música renacentista
       11 Véase también
       12 Bibliografía
       13 Enlaces externos



Etapas del arte renacentista
Diferentes etapas históricas marcan el desarrollo del Renacimiento:




David de Miguel Ángel. Diseñada y ejecutada para presidir la plaza principal de Florencia,
se trata de una estudiada alegoría política bajo la apariencia del tema cristiano. La visión
resulta amplificada por las dimensiones colosales de la estatua, pensada para no perderse en
el espacio de la plaza. Hoy en día la sustituye una copia, estando el original en la Academia
florentina.

La primera tiene como espacio cronológico todo el siglo XV, es el denominado
Quattrocento, y comprende el Renacimiento temprano que se desarrolla en Italia.
La segunda, surge en el siglo XVI, se denomina Cinquecento, y su dominio artístico queda
referido al Clasicismo o Renacimiento pleno, que se centra en el primer cuarto del siglo. En
esta etapa surgen las grandes figuras del Renacimento en las artes: Leonardo, Miguel
Ángel, Rafael. Es el apogeo del arte renacentista. Este periodo desemboca hacia 1520-1530
en una reacción anticlásica que conforma el Manierismo, que dura hasta el final del siglo
XVI.

Mientras que en Italia se estaba desarrollando el Renacimiento, en el resto de Europa se
mantiene el Gótico en sus formas tardías, situación que se va a mantener, exceptuando
casos concretos, hasta comienzos del siglo XVI.




La Mujer vestida de Sol, finales del siglo XV, de autor desconocido. Galería Nacional
Húngara, Budapest. Bajo convenciones todavía medievales, la pintura húngara avanza
hacia el naturalismo renacentista.

En Italia el enfrentamiento y convivencia con la Antigüedad Clásica, considerada como un
legado nacional, proporcionó una amplia base para una evolución estilística homogénea y
de validez general. Por ello, allí, es posible su surgimiento y precede a todas las demás
naciones.

Fuera de Italia, el desarrollo del Renacimiento dependerá constantemente de los impulsos
marcados por Italia. Artistas importados desde Italia o formados allí, hacen el papel de
verdaderos transmisores. Monarcas como Francisco I en Francia o Carlos V y Felipe II en
España imponen el nuevo estilo en las construcciones que patrocinan, influyendo en los
gustos artísticos predominantes y convirtiendo el Renacimiento en una moda.

En el caso de Hungría, el trono se hallaba ocupado por el rey Matías Corvino (1443–1490),
quien copió los patrones italianos renacentistas y los extendió por dicho reino. Fundó la
Bibliotheca Corvinniana, luego en 1472 creó la primera imprenta húngara, e igualmente
llenó la corte húngara de astrólogos, artistas y escritores italianos en general. Igualmente el
rey Matías hizo reconstruir al estilo renacentista el Palacio de Buda, ubicado en la actual
Budapest.
En esta época igualmente afloró la literatura en el reino húngaro y pronto surgieron
conocidas figuras de la literatura y poesía como Janus Pannonius, Antonio Bonfini, Juan
Megyericsei, Galeotto Marzio, Pietro Ronsano y juristas como Esteban Werbőczy, quienes
generaron un enorme impulso humanista en el reino.

Por otra parte, los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo estilo
Renacentista se remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal
individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica, que acabaría
dirigiendo, forzosamente, la atención sobre los restos monumentales clásicos.

Italia en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan
Venecia, Florencia, Milán y los Estados Pontificios. La presión que se ejerce desde el
exterior, sobre todo por parte de Francia y España, impidió que, como en otras naciones, se
desarrollara la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento
de la conciencia cultural de los italianos. Desde estos supuestos fueron las ciudades,
concebidas como ciudades-estado, las que se convierten en centros de renovación artística.

En Florencia el desarrollo de una rica burguesía ayuda al despliegue de las fuerzas del
Renacimiento, la ciudad se convierte en punto de partida del nuevo estilo, y surgen, bajo la
protección de los Médicis, las primeras obras que desde aquí se van a extender al resto de
Italia.

Desarrollo
Históricamente, el Renacimiento es contemporáneo de la era de los Descubrimientos y las
conquistas ultramarinas. Esta «era» marca el comienzo de la expansión mundial de la
cultura europea, con los viajes portugueses y el descubrimiento de América por parte de los
españoles, lo cual rompe la concepción medieval del mundo, fundamentalmente
teocéntrica. El fenómeno renacentista comienza en el siglo XIV y no antes, aunque al
tratarse de un proceso histórico, se elige un momento arbitrariamente para determinar
cronológicamente su comienzo, pero lo cierto es que se trata de un proceso que hunde sus
raíces en la Baja Edad Media y va tomando forma gradualmente.

El desmembramiento de la cristiandad con el surgimiento de la Reforma protestante, la
introducción de la imprenta, entre 1460 y 1480, y la consiguiente difusión de la cultura
fueron uno de los motores del cambio. El determinante, sin embargo, de este cambio social
y cultural fue el desarrollo económico europeo, con los primeros atisbos del capitalismo
mercantil. En este clima cultural de renovación, que paradójicamente buscaba sus modelos
en la Antigüedad Clásica, surgió a principios del siglo XV un renacimiento artístico en
Italia, de empuje extraordinario, que se extendería de inmediato por Hungría y a otras
naciones de Europa.
La Fornarina, pintura de Rafael, expuesta en el Palacio Barberini de Roma. En el
Renacimiento se afianza el retrato como género autónomo. Aquí se aprecia además el
interés por el desnudo, procedente del arte clásico, dando como resultado una imagen
heroica de la dama representada.

El artista tomó conciencia de individuo con valor y personalidad propios, se vio atraído por
el saber y comenzó a estudiar los modelos de la antigüedad clásica a la vez que investigaba
nuevas técnicas (claroscuro en pintura, por ejemplo). Se desarrollan enormemente las
formas de representar la perspectiva y el mundo natural con fidelidad; interesan
especialmente en la anatomía humana y las técnicas de construcción arquitectónica. El
paradigma de esta nueva actitud es Leonardo da Vinci, personalidad eminentemente
renacentista, quien dominó distintas ramas del saber, pero del mismo modo Miguel Ángel
Buonarroti, Rafael Sanzio, Sandro Botticelli y Bramante fueron artistas conmovidos por la
imagen de la Antigüedad y preocupados por desarrollar nuevas técnicas escultóricas,
pictóricas y arquitectónicas, así como por la música, la poesía y la nueva sensibilidad
humanística. Todo esto formó parte del renacimiento en las artes en Italia.

Mientras surgía en Florencia el arte del Quattrocento o primer Renacimiento italiano, así
llamado por desarrollarse durante los años de 1400 (siglo XV), gracias a la búsqueda de los
cánones de belleza de la antigüedad y de las bases científicas del arte, se produjo un
fenómeno parecido y simultáneo en Flandes (especialmente en pintura), basado
principalmente en la observación de la vida y la naturaleza y muy ligado a la figura de
Tomás de Kempis y la «devotio moderna», la búsqueda de la humanidad de Cristo. Este
Renacimiento nórdico, conjugado con el italiano, tuvo gran repercusión en la Europa
Oriental (la fortaleza moscovita del Kremlin, por ejemplo, fue obra de artistas italianos).

La segunda fase del Renacimiento, o Cinquecento (siglo XVI), se caracterizó por la
hegemonía artística de Roma, cuyos Papas (Julio II, León X, Clemente VII y Pablo III)
(algunos de ellos pertenecientes a la familia florentina de los Médici) apoyaron
fervorosamente el desarrollo de las artes, así como la investigación de la Antigüedad
Clásica. Sin embargo, con las guerras de Italia muchos de estos artistas, o sus seguidores,
emigraron y profundizaron la propagación de los principios renacentistas por toda Europa
Occidental.

Durante la segunda mitad del siglo XVI empezó la decadencia del Renacimiento, que cayó
en un rígido formalismo, y tras el Manierismo dejó paso al Barroco.

Características
De forma genérica se pueden establecer las características del Renacimiento en:

1º. La vuelta a la Antigüedad. Resurgirán tanto las antiguas formas arquitectónicas, como el
orden clásico, la utilización de motivos formales y plásticos antiguos, la incorporación de
antiguas creencias, los temas de mitología, de historia, así como la adopción de antiguos
elementos simbólicos. Con ello el objetivo no va a ser una copia servil, sino la penetración
y el conocimiento de las leyes que sustentan el arte clásico. 2º. Surgimiento de una nueva
relación con la Naturaleza, que va unida a una concepción ideal y realista de la ciencia. La
matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte que se preocupa
incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder
a la verdad de la Naturaleza, como en la Antigüedad, no se orienta hacía el conocimiento de
fenómeno casual, sino hacía la penetración de la idea. 3º. El Renacimiento hace al hombre
medida de todas las cosas. Como arte esencialmente cultural presupone en el artista una
formación científica, que le hace liberarse de actitudes medievales y elevarse al más alto
rango social. Los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo estilo se
remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal individualista de la
cultura y un profundo interés por la literatura clásica, que acabaría dirigiendo,
forzosamente, la atención sobre los restos monumentales clásicos.

Italia en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan
Venecia, Florencia, Milán, el Estado Pontificio y Nápoles.

La presión que se ejerce desde el exterior impidió que, como en otras naciones, se
desarrollara la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento
de la conciencia cultural de los italianos.

Desde estos supuestos fueron las ciudades las que se convierten en centros de renovación
artística.

En Florencia el desarrollo de una rica burguesía ayudará al despliegue de las fuerzas del
Renacimiento, la ciudad se convierte en punto de partida del nuevo estilo, y surgen, bajo la
protección de los Médicis, las primeras obras que desde aquí se van a extender al resto de
Italia.

Había dos tipos de edificios: religiosos (iglesias) y civiles (urbanos y laicos). Entre los
principales elementos constructivos tenemos:
Sustentantes: Arco de medio punto y columnas. Sustentados: Cúpula, bóveda de cañón y
cubiertas planas con casetones. Elementos decorativos: Pilastras, frontones, pórticos,
decoración heráldica, almohadillado, voluta, grutescos, guirnaldas y medallones. Desde un
principio la arquitectura renacentista tuvo un carácter profano, y, lógicamente, surgió en
una ciudad en donde el Gótico apenas había penetrado, Florencia; en la Europa de las
grandes catedrales, se implantó con dificultades.

Se caracterizó por el empleo de proporciones modulares, superposición de órdenes, empleo
de cúpulas e introducción del orden colosal. En el Quattrocento fue frecuente recurrir a
columnas y pilastras adosadas, a los capiteles clásicos (con preferencia el corintio, aunque
sustituyendo los caulículos por figuras fantásticas o de animales), los fustes lisos y el arco
de medio punto, a la bóveda de cañón y de arista, así como a cubiertas de madera con
casetones. Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del Quattrocento de la del
Alto Renacimiento (o Cinquecento) es la decoración menuda (putti, guirnaldas de flores o
frutos, grutescos, etc.), el alargamiento de la cúpula (catedral de Florencia, de Filippo
Brunelleschi) y las fachadas de piedra tosca (Palacio Medici−Ricardi, de Michelozzo di
Bartolommeo) o con los sillares en realce (Palacio Rucellai, de Bernardo Rosellino,
proyecto de Alberti). La arquitectura del Cinquecento tuvo como centro Roma: En 1506
Bramante terminaba su célebre proyecto para la basílica de San Pedro en el Vaticano. Los
palacios se adornaron de valiosos bajorrelieves (Palacio Grimani de Venecia, 1549, obra de
Michele Sanmicheli) o de esculturas exentas (biblioteca de San Marcos, 1537−50, Venecia,
obra de Jacopo Sansovino).

Artes plásticas en Italia
Arquitectura

Artículo principal: Arquitectura del Renacimiento




La Iglesia de Santa Maria Novella, en Florencia, con fachada diseñada por Leon Battista
Alberti. La rígida ordenación geométrica que propone Aberti en el diseño de la fachada
queda mitigada por el empleo de mármoles polícromos, conforme a la tradición local.
La arquitectura renacentista tuvo un carácter marcadamente profano en comparación con la
época anterior y, lógicamente, surgirá en una ciudad en donde el Gótico apenas había
penetrado, Florencia. A pesar de ello, muchas de las obras más destacadas eran edificios.

Con el nuevo gusto, se busca ordenar y renovar los viejos burgos medievales e incluso se
proyectan ciudades de nueva planta. La búsqueda de la ciudad ideal, opuesta al modelo
caótico y desordenado del medievo, será una constante preocupación de artistas y mecenas.
Así, el papa Pío II reordena su ciudad natal, Pienza, convirtiéndola en un auténtico
muestrario del nuevo urbanismo renacentista. En sí, las ciudades se convertirán en el
escenario ideal de la renovación artística, oponiéndose al concepto medieval en el que lo
rural tenía un papel preferente gracias al monacato.

Al tomar elementos de la arquitectura clásica, los arquitectos renacentistas lo hacen de
forma selectiva, así por ejemplo en lugar de utilizar la columna dórica clásica se preferirá el
orden toscano. Igualmente se crean formas nuevas, como la columna abalaustrada, nuevos
órdenes de capiteles o decoraciones que si bien se inspiran en la Antigüedad han de
adaptarse al uso religioso de las iglesias. Así, los amorcillos clásicos que acompañaban a
Venus en las representaciones griegas o romanas pasan a ser angelotes (putti). Los
arquitectos emplean las proporciones modulares y la superposición de órdenes que aparecía
en los edificios romanos; las cúpulas se utilizarán mucho como elemento monumental en
iglesias y edificios públicos. A partir de este momento, el arquitecto abandona el cárácter
gremial y anónimo que había tenido durante la Edad Media, y se convierte en un
intelectual, un investigador. Muchos de ellos escribieron tratados y obras especulativas de
gran trascendencia, como el caso de Leon Battista Alberti o Sebastiano Serlio.

Los elementos constructivos más característicos del estilo renacentista serán:

Estructurales: Arco de medio punto, columnas, cúpula semiesférica, bóveda de cañón y
cubierta plana con casetones. Todos ellos habían sido usados en la Antigüedad,
especialmente por el arte romano, y se recuperan ahora, modificándolos. Decae
paulatinamente el tradicional método de construcción del Gótico, abandonándose en gran
medida las bóvedas de crucería, el arco apuntado, las naves escalonadas, y sobre todo la
impresión de colosalismo y multiplicidad de los edificios medievales. Predominarán ahora
valores como la simetría, la claridad estructural, la sencillez, y sobre todo, la adaptación del
espacio a la medida del hombre.

Decorativos: Pilastras, frontones, pórticos, motivos heráldicos, almohadillados, volutas,
grutescos, guirnaldas, motivos de candelieri (candelabros o pebeteros) y tondos o
medallones. Algunos de éstos ya se habían utilizado en el Gótico, otros son creaciones
originales y la mayoría se inspiran en modelos romanos y griegos. En cuanto a la
decoración el Renacimiento preconiza el despojamiento, la austeridad, el orden. Sólo a
finales del siglo XVI esta tendencia se romperá en favor de la fantasía y la riqueza
decorativa con el Manierismo.

Por etapas, se pueden distinguir dos grandes momentos:
Basílica de San Pedro, obra de Bramante y Miguel Ángel en su mayor parte; la cúpula fue
terminada por Giacomo della Porta, y la fachada es obra de Carlo Maderno, de época
barroca. Concebida inicialmente según un diseño centralizado, las variaciones en la
dirección de la obra dieron como resultado un nuevo prototipo de iglesia, llamado a
extenderse con la Contrarreforma.

       En el Quattrocento fue frecuente recurrir a columnas y pilastras adosadas, a los
       capiteles clásicos (con preferencia el corintio, aunque sustituyendo los caulículos
       por figuras fantásticas o de animales), fustes lisos y casi omnipresencia del arco de
       medio punto. Se usa también la bóveda de cañón y de arista, y cubiertas de madera
       con casetones. Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del
       Quattrocento de la del Alto Renacimiento es la decoración menuda (putti,
       guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), las cúpulas con nervios, con ciertos
       resabios góticos (catedral de Florencia, de Filippo Brunelleschi) y las fachadas
       simétricas de pisos superpuestos (Palacio Medici−Riccardi, de Michelozzo di
       Bartolommeo) o con sillares almohadillados (Palacio Rucellai, de Bernardo
       Rossellino, proyecto de Alberti, Palacio Pitti). En general, la arquitectura
       cuatrocentista da la impresión de orden, sencillez, ligereza y simetría,
       predominando en el interior de los edificios la luminosidad y la desnudez. Los
       arquitectos más destacados de este período son Brunelleschi, Michelozzo, Leon
       Battista Alberti, y la principal obra será la Catedral de Santa María de la Flor, de
       Florencia, y su famosa cúpula.

       El Cinquecento, Renacimiento pleno o Alto Renacimiento tuvo como centro Roma:
       En 1506 Donato d'Angelo Bramante terminaba su célebre proyecto para la basílica
       de San Pedro en el Vaticano, que será el edificio que marque la pauta en lo restante
       del siglo XVI. En esta etapa, los edificios tienden más a la monumentalidad y la
       grandiosidad. Miguel Ángel introduce el orden gigante en su proyecto para la
       basílica, lo que rompe con el concepto de arquitectura hecha a la medida del
       hombre. Los palacios se adornan con elaborados bajorrelieves (Palacio Grimani de
       Venecia, 1549, obra de Michele Sanmicheli) o de esculturas exentas (Biblioteca de
       San Marcos,1537–50, Venecia, obra de Jacopo Sansovino). Predominará de este
       modo la idea de riqueza, monumentalidad y lujo en las construcciones. A medida
       que avanza el siglo el Manierismo se introduce en la arquitectura, con edificios cada
       vez más suntuosos, rebuscadas decoraciones y elementos que pretenden captar la
atención del espectador por su originalidad o extravagancia (Palazzo del Tè, en
       Mantua, por Giulio Romano). Podemos distinguir, de este modo, como en las demás
       disciplinas artísticas, dos periodos: el Clasicismo de principios de siglo, con autores
       como Bramante, Miguel Ángel, Antonio da Sangallo el Viejo, Jacopo Sansovino, y
       el manierismo que se da a partir de 1530, siendo sus principales autores Andrea
       Palladio, Giorgio Vasari, Giulio Romano, Jacopo Vignola, Vincenzo Scamozzi.
       Hay que apuntar que la ruptura del Manierismo no fue radical puesto que ya en la
       obra de Miguel Ángel aparecen elementos que la preludian.

Pintura

Artículo principal: Pintura renacentista




El Nacimiento de Venus, obra de Botticelli, conservada en la Galleria degli Uffizi,
Florencia. El paganismo se introduce en el arte renacentista como contrapunto al mundo
hermético y cerrado del medievo en el que Dios era el fin de todo. El ser humano en su
individualidad y diversidad será a partir de ahora el objeto máximo del interés de los
artistas.

En pintura, las novedades del Renacimiento se introducirán de forma paulatina pero
irreversible a partir del siglo XV. Un antecedente de las mismas fue Giotto (1267-1337),
pintor aún dentro de la órbita del Gótico, pero que desarrolló en sus pinturas conceptos
como volumen tridimensional, perspectiva, naturalismo, que alejan su obra de los rígidos
modos de la tradición bizantina y gótica y preludian el Renacimiento pictórico.

En el Quattrocento (siglo XV), se recogen todas estas novedades y se adaptan a la nueva
mentalidad humanista y burguesa que se expandía por las ciudades-estado italianas. Los
pintores, aun tratando temas religiosos la mayoría de ellos, introducen también en sus obras
la mitología, la alegoría y el retrato, que se desarrollará a partir de ahora enormemente. Una
búsqueda constante de los pintores de esta época será la perspectiva, objeto de estudio y
reflexión para muchos artistas: se trató de llegar a la ilusión de espacio tridimensional de
una forma científica y reglada. La pintura cuatrocentista es una época de experimentación;
las pinturas abandonan lenta y progresivamente la rigidez gótica y se aproximan cada vez
más a la realidad. Aparece la naturaleza retratada en los fondos de las composiciones, y se
introducen los desnudos en las figuras. Los pintores más destacados de esta época serán: en
Florencia, Fra Angélico, Masaccio, Benozzo Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi,
Paolo Uccello. En Umbría, Perugino. En Padua, Mantegna, y en Venecia Giovanni Bellini.
Por encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de alegorías, delicadas Maddonas
y asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy atento a la belleza y sensibilidad femeninas, y
predominantemente dibujístico, caracterizan la escuela florentina de pintura y toda esta
época. Otros autores del Quattrocento italiano son Andrea del Castagno, Antonio
Pollaiuolo, il Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cima da Conegliano, Luca Signorelli,
Cosme Tura, Vincenzo Foppa, Alessio Baldovinetti, Vittore Carpaccio, y en el sur de la
península, Antonello da Messina.

El Cinquecento (siglo XVI) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y
denominada por ello a veces como Clasicismo. Los pintores asimilan las novedades y la
experimentación cuatrocentistas y las llevan a nuevas cimas creativas. En este momento
aparecen grandes maestros, cuyo trabajo servirá de modelo a los artistas durante siglos.

El primero de ellos fue Leonardo da Vinci (1452-1519), uno de los grandes genios de todos
los tiempos. Fue el ejemplo más acabado de artista multidisciplinar, intelectual y
obsesionado con la perfección, que le llevó a dejar muchas obras inconclusas o en proyecto.
Poco prolífico en su faceta pictórica, aportó sin embargo muchas innovaciones que
condujeron a la historia de la pintura hacia nuevos rumbos. Quizá su principal aportación
fue el sfumato o claroscuro, delicada gradación de la luz que otorga a sus pinturas una gran
naturalidad, a la vez que ayuda a crear espacio. Estudiaba cuidadosamente la composición
de sus obras, como en la muy difundida Última Cena, donde las figuras se ajustan a un
esquema geométrico. Supo unir en sus trabajos la perfección formal a ciertas dosis de
misterio, presente, por ejemplo, en la celebérrima Gioconda, La Virgen de las Rocas o el
San Juan Bautista.


La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana, por Leonardo da Vinci, Museo del Louvre, París.
"Verdaderamente celestial y admirable fue Leonardo [...]. Hizo un cartón de Nuestra
Señora y una Santa Ana, con un Cristo, que también les pareció maravilloso a todos los
autores; una vez terminado, estuvo expuesto dos días para que lo vieran los hombres y las
mujeres, los jóvenes y los viejos, como se va a las fiestas solemnes, para ver las maravillas
de Leonardo, que hicieron asombrar a todo este pueblo".Giorgio Vasari, Las Vidas.

Miguel Ángel (1475-1564) es la segunda, cronológicamente, gran figura.
Fundamentalmente escultor, se dedicó a la pintura de forma esporádica, a petición de
algunos admiradores de su obra, sobre todo el papa Julio II. Los frescos de la Capilla
Sixtina muestran el atormentado mundo interior de este artista, poblado de figuras
monumentales, sólidas y tridimensionales como si fueran esculturas, y de llamativa
presencia física. En su obra cobra mucha importancia el desnudo, aun cuando la casi
totalidad de la misma fue hecha para decorar iglesias.

Rafael Sanzio (1483-1520) completa la tríada de genios del Clasicismo. Su estilo tuvo un
enorme éxito y se puso de moda entre los poderosos. La pintura de Rafael busca ante todo
la grazia, o belleza equilibrada y serena. Sus Madonnas recogen las novedades de
Leonardo en lo que se refiere a composición y claroscuro, añadiendo una característica
dulzura. Anticipa claramente la pintura manierista en sus últimas obras, cuyo estilo agitado
y dramático copiarán y difundirán sus discípulos.
Retrato de Eleonora Gonzaga, por Tiziano. La dama se muestra en la lejanía aristocrática de
su opulento atuendo, pero con ciertas alusiones a la vida cotidiana (reloj, ventana abierta al
paisaje, perrito dormido) que la acercan al espectador. Galleria degli Uffizi, Florencia.

Con la aparición de estos tres grandes maestros, los artistas contemporáneos asumen que el
arte ha llegado a su culmen (concepto recogido en la obra de Giorgio Vasari, Las Vidas) y
se afanarán por tanto en incorporar estos logros, por un lado, y en la búsqueda de un estilo
propio y original como forma de superarlos. Ambas cosas, junto con el ambiente pesimista
que se respiraba en la Cristiandad en la década de 1520 (Saco de Roma, Reforma
protestante, guerras), hizo surgir con fuerza a partir de los años 30 del siglo XVI una nueva
corriente, el Manierismo. Se buscará a partir de entonces lo extravagante, lo extraño, lo
exagerado y lo irreal. Pertenecen a la corriente pictórica Pontormo, Bronzino,
Parmigianino, Rosso Fiorentino o Francesco Salviati. Otros autores tomarán algunas
novedades manieristas pero siguiendo una línea más personal y clasicista. Entre ellos
podemos citar a Sebastiano del Piombo, Correggio, Andrea del Sarto o Federico Barocci.

Dentro de las diferentes escuelas que surgen en Italia en el Cinquecento, la de Venecia
presenta especiales características. Si los florentinos ponían el acento en el disegno, es
decir, en la composición y la línea, los pintores venecianos se centrarán en el color. Las
especiales características del estado veneciano pueden explicar algo de esta particularidad,
puesto que se trataba de una sociedad elitista, amante del lujo y muy relacionada con
Oriente. La escuela veneciana reflejará esto mediante una pintura refinada, hedonista,
menos intelectual y más vital, muy decorativa y colorista. Precursores de la escuela
veneciana del Cinquecento fueron Giovanni Bellini y, sobre todo, Giorgione, pintor
alegorías, paisajes y asuntos religiosos melancólicos y misteriosos. Deudor de su estilo fue
Tiziano (1476?-1576), el mayor pintor de esta escuela, excelente retratista, quizá el más
demandado de su tiempo; autor de complejas y realistas composiciones religiosas, llenas de
vida y colorido. En la última etapa de su vida deshace los contornos de las figuras,
convirtiendo sus cuadros en puras sensaciones de luz y color, anticipo del Impresionismo.
Tintoretto, Paolo Veronese y Palma el Viejo continuarán esta escuela llevándola hacia el
Manierismo y anticipando en cierta manera la pintura Barroca.

Escultura
Artículo principal: Escultura del Renacimiento

Como en las demás manifestaciones artísticas, los ideales de vuelta a la Antigüedad,
inspiración en la naturaleza, humanismo antropocéntrico e idealismo fueron los que
caracterizaron la escultura de este período. Ya el Gótico había preludiado en cierta manera
algunos de estos aspectos, pero algunos hallazgos arqueológicos (el Laocoonte, hallado en
1506, o el Torso Belvedere) que se dieron en la época supusieron una auténtica conmoción
para los escultores y sirvieron de modelo e inspiración para las nuevas realizaciones.




El condotiero Gattamelata, en Padua, por Donatello. El monumento ecuestre
conmemorativo apenas sobrevivió a la Antigüedad. La plástica renacentista recupera esta
tipología típicamente romana y la aplica, en este caso, al héroe característico de la época: el
condotiero o capitán mercenario.




Detalle de la Puerta del Paraíso, en el Baptisterio de Florencia, obra de Lorenzo Ghiberti.
Fue Miguel Ángel quien, admirado por la perfección de los relieves de esta puerta, dijo que
merecería ser la del propio Paraíso. La yuxtaposición de diversos episodios en una misma
escena es un rasgo arcaico, superado no obstante por el mesurado naturalismo y la
novedosa sugerencia del paisaje.

Aunque se seguirán haciendo obras religiosas, en las mismas se advierte un claro aire
profano; se reintroduce el desnudo y el interés por la anatomía con fuerza, y aparecen
nuevas tipologías técnicas y formales, como el relieve en stiacciato (altorrelieve con muy
poco resalte, casi plano) y el tondo, o composición en forma de disco; también la
iconografía se renueva con temas mitológicos, alegóricos y heroicos. Aparece un inusitado
interés por la perspectiva, derivado de las investigaciones arquitectónicas coetáneas, y el
mismo se plasma en relieves, retablos, sepulcros y grupos escultóricos. Durante el
Renacimiento decae en cierta manera la tradicional talla en madera policromada en favor de
la escultura en piedra (mármol preferentemente) y se recupera la escultura monumental en
bronce, caída en desuso durante la Edad Media. Los talleres de Florencia serán los más
reputados de Europa en esta técnica, y surtirán a toda Europa de estatuas de este material.

Los dos siglos que dura el Renacimiento en Italia darán lugar, igual que en las demás artes,
a dos etapas:

       Quattrocento (siglo XV): El centro escultórico principal será Florencia, donde la
       familia Médicis y con posterioridad la República ejercerán de mecenas de
       numerosas obras. Lorenzo el Magnífico era aficionado a las esculturas griegas y
       romanas y había formado una interesante colección de las mismas, poniendo de
       moda el gusto clásico. Los autores más destacados de la época serán Lorenzo
       Ghiberti (Puerta del Paraíso del Baptisterio de Florencia), Andrea Verrocchio
       (Monumento al condotiero Colleoni), Donatello, el taller de los hermanos Della
       Robbia, que introducen la cerámica vidriada y policromada como novedad,
       utilizándola en decoraciones de edificios; Jacopo della Quercia, Desiderio da
       Settignano y Bernardo Rossellino.

El más importante de ellos es Donatello (1386-1466), gran creador que partiendo de los
supuestos del Gótico establece un nuevo ideal inspirado en la grandeza clásica. Suyo es el
mérito de rescatar el monumento conmemorativo público (su Condotiero Gattamelata, es
una de las primeras estatuas ecuestres de bronce desde la Antigüedad), la utilización
heroica del desnudo (David) y la intensa humanización de las figuras, llegando al retrato en
ocasiones, pero sin abandonar nunca una orientación claramente idealista.




La Piedad del Vaticano, de Miguel Ángel, encargada por el cardenal francés Jean Bilhéres
de Lagraulas para su sepultura, hoy en la Basílica de San Pedro. El idealismo e
impasibilidad de los dioses clásicos se traslada aquí a un tema cristiano; la serena belleza de
María y de Cristo apenas se ve alterada por el dolor o la misma muerte.

       Cinquecento (siglo XVI). Esta época está marcada por la aparición estelar de uno de
       los escultores más geniales de todos los tiempos, Miguel Ángel Buonarrotti (1475-
       1564). Hasta tal punto marcó la escultura de todo el siglo, que muchos de sus
       continuadores no fueron capaces de recoger todas sus novedades y éstas no se
       desarrollarán hasta varios siglos después.

Miguel Ángel fue, como tantos otros en esta época, un artista multidisciplinar. Sin
embargo, él se consideraba preferentemente escultor. En sus primeras obras recoge el
interés arqueológico surgido en Florencia: así, su Baco ebrio fue realizado con intención de
que aparentara ser una escultura clásica. Igual espíritu se aprecia en la Piedad, realizada
entre 1498-1499 para la Basílica Vaticana. Protegido primero por los Médicis, para los que
crea las Tumbas Mediceas, soberbio ejemplo de expresividad, marchará luego a Roma
donde colaborará en los trabajos de construcción de la nueva Basílica. El pontífice Julio II
lo toma bajo su protección y le encomienda la creación de su Mausoleo, denominado por el
artista como «la tragedia de la sepultura» por los cambios y demoras que sufrió el proyecto.
En las esculturas hechas para este sepulcro, como el célebre Moisés, aparece lo que se ha
venido denominando terribilitá miguelangelesca: una intensa a la vez que contenida
emoción que se manifiesta en anatomías sufrientes, exageradas y nerviosas (músculos en
tensión), posturas contorsionadas y escorzos muy rebuscados. Los rostros, sin embargo,
suelen mostrarse contenidos. En sus obras finales el artista desdeña de la belleza formal de
las esculturas y las deja inacabadas, adelantando un concepto que no volvería al arte hasta
el siglo XX. Miguel Ángel continúa con la tradición de monumentos públicos heroicos y
profanos que inició Donatello y la lleva a una nueva dimensión con su conocido David,
esculpido para la Piazza della Signoria de Florencia.

En los años finales de la centuria, la huella de Miguel Ángel tiene sus réplicas en
Benvenuto Cellini (Perseo de la Loggia dei Lanzi de Florencia, espacio concebido como
museo de escultura al aire libre), Bartolomeo Ammannati, Giambologna y Baccio
Bandinelli, que exagerarán los elementos más superficiales de la obra del maestro,
situándose plenamente todos ellos en la corriente manierista. Destaca en esta época también
la saga familiar de los Leoni, broncistas milaneses al servicio de los Habsburgo españoles,
auténticos creadores de la imagen áulica, un tanto estereotipada, de estos monarcas. Su
presencia en España llevará allí de primera mano las novedades renacentistas, extendiendo
su influjo hasta la escultura barroca.

Renacimiento español
Artículo principal: Renacimiento español
El Greco, La Resurrección de Cristo, pintado para Santo Domingo el Antiguo de Toledo.
El Greco rebasa el concepto de artista renacentista por su constante búsqueda de un
universo propio y original. Influido por Tintoretto y Miguel Ángel, su arte va a conocer su
mayor desarrollo en Toledo.




Palacio de Grajal de Campos, León.

En España el cambio ideológico no es tan extremo como en otros países; no se rompe
abruptamente con la tradición medieval, por ello se habla de un Renacimiento español más
original y variado que en el resto de Europa. Así, la literatura acepta las innovaciones
italianas (Dante y Petrarca), pero no olvida la poesía del Cancionero y la tradición anterior.
Como síntesis del Renacimiento y preludio del Barroco, la literatura contará con la figura
capital de Miguel de Cervantes (siglos XVI–XVII).

En cuanto a las artes plásticas, el Renacimiento hispano mezcló elementos importados de
Italia (de donde llegaron algunos artistas, como Paolo de San Leocadio, Pietro Torrigiano o
Domenico Fancelli) con la tradición local, y con algunos otros influjos (lo flamenco, por
ejemplo, estaba muy de moda en la época por las intensas relaciones comerciales y
dinásticas que unían estos territorios a España). Las innovaciones renacentistas llegaron a
España de forma muy tardía; hasta la década de 1620 no se encuentran ejemplos acabados
de las mismas en las manifestaciones artísticas, y tales ejemplos son dispersos y
minoritarios. No llegan a España plenamente, pues, los ecos del Quattrocento italiano (sólo
por obra de la familia Borgia aparecen artistas y obras de esa época en el área levantina), lo
que determina que el arte renacentista español pase casi abruptamente del Gótico al
Manierismo.

En el campo de la arquitectura, tradicionalmente se distinguen tres periodos: Plateresco
(siglo XV-primer cuarto del siglo XVI), Purismo o estilo italianizante (primera mitad del
XVI) y estilo Herreriano (a partir de 1559-mediados del siglo siguiente). En el primero de
ellos, lo renaciente aparece de forma superficial, en la decoración de las fachadas, mientras
que la estructura de los edificios sigue siendo gotizante en la mayoría de los casos. Lo más
característico del Plateresco es un tipo de decoración menuda, detallista y abundante,
semejante a la labor de los plateros (de donde deriva el nombre). El núcleo fundamental de
esta corriente fue la ciudad de Salamanca, cuya Universidad y su fachada son el paradigma
del estilo; arquitectos destacados del mismo fueron Rodrigo Gil de Hontañón y Juan de
Álava. El Purismo representa una fase más avanzada de la italianización de la arquitectura.
El palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada, obra de Pedro de Machuca, es ejemplo
de ello. El foco principal de este estilo se situó en Andalucía, donde además del citado
palacio destacaron los núcleos de Úbeda y Baeza y arquitectos como Andrés de Vandelvira
y Diego de Siloé. Finalmente, aparece el estilo Escurialense o Herreriano, original
adaptación del Manierismo romano caracterizada por la desnudez y el gigantismo
arquitectónico. La obra fundamental será el palacio-monasterio de El Escorial, trazado por
Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, sin duda la obra más ambiciosa del
Renacimiento hispano. Lo escurialense traspasó el umbral cronológico del siglo XVI
llegando con gran vigencia a la época barroca.

En escultura, la tradición gótica mantuvo su hegemonía durante buena parte del siglo XVI.
Los primeros ecos del nuevo estilo corresponden por lo general a artistas venidos de fuera,
como Felipe Vigarny o Domenico Fancelli, que trabajará al servicio de los Reyes Católicos,
esculpiendo su sepulcro (1517). No obstante, pronto surgirán artistas locales que asimilan
las novedades italianas, adaptándolas al gusto hispano, como Bartolomé Ordóñez y Damián
Forment. En una fase más madura del estilo surgen grandes figuras, creadoras de un
peculiar Manierismo que sentará las bases de la posterior escultura barroca: Juan de Juni y
Alonso Berruguete son los más destacados.

La pintura renacentista española está determinada igualmente por el pulso que mantiene la
herencia del Gótico con los nuevos modos venidos de Italia. Esta dicotomía se aprecia en la
obra de Pedro Berruguete, que trabajó en Urbino al servicio de Federico de Montefeltro, y
Alejo Fernández. Posteriormente aparecen artistas conocedores de las novedades italianas
coetáneas, como Vicente Macip o su hijo Juan de Juanes, influidos por Rafael; Luis de
Morales, Juan Fernández de Navarrete o los leonardescos Fernando Yáñez y Hernando de
los Llanos. Pero la gran figura del Renacimento español, y uno de los pintores más
originales de la Historia, se inscribe ya en el Manierismo, aunque rebasando sus límites al
crear un universo estilístico propio: El Greco (1541-1614).
Renacimiento alemán




La liebre, obra de Durero. El interés por los fenómenos y los elementos de la Naturaleza
fue uno de los pilares del Humanismo. Durero analiza el mundo vegetal y animal en
multitud de dibujos, bocetos y acuarelas caracterizados por su precisión de científico.
Albertina, Viena.
Artículo principal: Renacimiento alemán

El Renacimiento artístico no fue en Alemania una tentativa de resurrección del arte clásico,
sino una renovación intensa del espíritu germánico, motivado por la Reforma protestante.

Alberto Durero (1471-1528), fue la figura dominante del Renacimiento alemán. Su obra
universal, que ya en vida fue reconocida y admirada en toda Europa, impuso la impronta
del artista moderno, uniendo la reflexión teórica con la transición decisiva entre la práctica
medieval y el idealismo renacentista. Sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos
sobre arte ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo XVI de su propio país
y de los Países Bajos. Durero comprendió la imperiosidad de adquirir un conocimiento
racional de la producción artística, e introdujo el idealismo de raigambre italiana en el arte
alemán.

La pintura germánica conoció en este época uno de sus mayores momentos de esplendor.
Junto a la figura fundamental de Durero surgieron otros grandes autores, como Lucas
Cranach el Viejo, pintor por antonomasia de la Reforma protestante; Hans Baldung Grien,
introductor de temáticas siniestras y novedosas, deudoras en cierto modo del arte medieval;
Matthias Grünewald, uno de los precursores del expresionismo; Albrecht Altdorfer,
excelente paisajista, o Hans Holbein el Joven, que desarrolló casi toda su producción,
centrada en el retrato, en Inglaterra.

Tras la Reforma, el mecenazgo de la nobleza alemana se centró en primer lugar en la
arquitectura, por la capacidad de ésta para mostrar el poder y prestigio de los gobernantes.
Así, a mediados del siglo XVI se amplia el castillo de Heidelberg, siguiendo las directrices
clásicas. Sin embargo, la mayoría de los príncipes alemanes prefirieron conservar las obras
góticas, limitándose a decorarlas con ornamentación renacentista.

Los emperadores Habsburgo y la familia Fugger fueron los más importantes mecenas,
destacándose por su protección a grandes figuras como Johannes Kepler y Tycho Brahe.

Renacimiento en Flandes y los Países Bajos




Pieter Brueghel el Viejo: El regreso de los rebaños. El paisaje se ha convertido en el tema
principal del cuadro. Brueghel introduce casi siempre la figura (en este caso, los pastores)
como anécdota o contrapunto a un universo del que el ser humano sólo es una parte,
mínima y frágil. Obsérvese el interés por la plasmación de los efectos atmosféricos en los
nubarrones que oscurecen el cielo. Museo de Historia del Arte, Viena.

Véase también: Primitivos flamencos

A la par que se desarrollaba en Italia el Cinquecento Italiano, la Escuela Flamenca de
pintura alcanzó un desarrollo notable, como heredera y continuadora de la tradición
tardogótica anterior representada por Jan van Eyck, Roger van der Weyden y otros grandes
maestros. Se caracterizó por su naturalismo, rasgo que comparte con los maestros italianos.
Los modos del Gótico pervivieron con mayor fuerza, aunque matizados con características
singulares, como cierta vena caricaturesca y fantástica y una mayor sensibilidad a la
realidad del pueblo llano y sus costumbres. Se recoge ese interés en obras de carácter
menos idealizado que las italianas, con una marcada tendencia por el detallismo casi
microscópico que aplican a las representaciones (influjo de los maestros tardogóticos ya
mencionados y la Miniatura), y tendencia hacia lo decorativo, sin demasiado interés por
disquisiciones teóricas. A mediados del siglo XVI el Clasicismo italiano entra con fuerza en
la pintura flamenca, manifestándose en la llamada «Escuela de Amberes» y en pintores
como Jan van Scorel o Mabuse, algunos de los cuales permanecieron en Italia estudiando a
los grandes maestros. A la difusión de los nuevos modelos contribuyó sobremanera el
grabado, que puso al alcance de prácticamene cualquier artista las obras producidas en otras
escuelas y lugares, poniendo muy de moda en toda Europa el estilo italianizante. Algunos
grandes nombres de la época fueron Joachim Patinir, uno de los creadores del paisaje como
género autónomo de la pintura, aunque apegado todavía al Gótico; Quintín Metsys, que se
inspiró en los dibujos caricaturescos de Leonardo y en las clases populares para retratar
vicios y costumbres; el retratista Antonio Moro; el Bosco, uno de los pintores más
originales de la historia, apegado formalmente a la tradición de la vieja escuela flamenca;
pero a la vez innovador, creador de un universo fantástico, casi onírico que lo sitúan como
uno de los precedentes del Surrealismo; y Pieter Brueghel el Viejo, uno de los grandes
maestros del paisaje y las costumbres populares, quizá el más moderno de todos ellos, aun
cuando en su pintura glose sentencias morales y de crítica social que tienen algo de
medieval.

En el campo de la escultura, destacó Adriaen de Vries, autor de expresivas obras
(generalmente de bronce) en las que el movimiento, la línea ondulada o serpentinata y el
desnudo heroico las caracterizan como excelentes ejemplos de manierismo escultórico
fuera de Italia.

Renacimiento en Francia




Vista del Patio del Caballo Blanco del Palacio de Fontainebleau, con la famosa escalera,
preludio de las formas barrocas. Fontainebleau fue la auténtica capital artística de Francia
durante el Renacimiento. En el conjunto palaciego intervinieron algunos de los mejores
artistas del momento.

En Francia, la influencia italiana se dejó sentir desde muy temprano, favorecida por la
cercanía geográfica, los vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba anexionar
los territorios limítrofes de la península italiana, y lo consiguió en algunos momentos. Sin
embargo, el impulso definitivo a la adopción de las formas renacentistas se dio bajo el
reinado (1515-1547) de Francisco I. Este monarca, gran mecenas de las artes y aficionado a
todo lo que procediera de Italia, protegió a importantes maestros, solicitando sus servicios
para la Corte francesa (entre ellos el mismo Leonardo da Vinci, que murió en el Castillo de
Cloux), a la vez que emprendió un ambicioso programa de revitalización cultural que
revolucionó el desarrollo de las artes en el país. Conviene tener presente que Francia fue la
cuna del Gótico y que por tanto este estilo estaba fuertemente arraigado y podía ser visto
como un estilo nacional. De ahí que las formas góticas continuaran presentes durante un
tiempo, a pesar del nuevo estilo impuesto por la Corte.

En cuanto a la arquitectura, la monarquía, fortalecida y en período de expansión territorial,
había patrocinado ya desde el siglo XV la remodelación de los viejos chateaux medievales
y la creación de nuevas residencias más acordes con los tiempos. Pero fue precisamente
Francisco I el que dio un impulso definitivo a esta operación renovadora, que tuvo varios
focos. El primer edificio renacentista en Francia fue el Castillo de Saint-Germain-en-Laye,
imponente fortaleza de ladrillo y piedra en la que aparecen pequeños detalles renacientes,
dentro de una general sobriedad de aire militar. De estilo más avanzado serán los Castillos
del Valle del Loira, conjunto de mansiones para la realeza y la nobleza que muestran los
rasgos más característicos del Renacimiento francés: decorativismo de raigambre
manierista, recuerdos goticistas en las estructuras, y quizá lo más novedoso: una perfecta
integración de los edificios en la naturaleza circundante, como se ve en el grácil puente del
Castillo de Chenonceau. El más célebre dentro de este conjunto es el Castillo de Chambord,
que presenta grandes audacias estilísticas, como una escalera interna helicoidal. Otros
ejemplos de estas residencias suburbanas son los castillos de Amboise, Blois y Azay-le-
Rideau.

Además de todas estas realizaciones, Francisco I se embarcó en la que quizá fue la obra
fundamental de este período: el Palacio de Fontainebleau, vieja mansión de los reyes
franceses que se renovará totalmente. En el edificio en sí, se aprecia ya el triunfo de las
formas italianas, aunque adaptadas al gusto francés con sus típicas chimeneas y mansardas.
Incluye fragmentos de desbordante creatividad, como la célebre escalera imperial, anticipo
de soluciones barrocas. No obstante, quizá lo más destacado del proyecto fue que involucró
a creadores de prácticamente todas las disciplinas artísticas, algunos venidos expresamente
de Italia como los pintores Francesco Primaticcio o Rosso Fiorentino, el famoso escultor
Benvenuto Cellini, o el arquitecto Sebastiano Serlio, importante autor de tratados de
arquitectura del que apenas se conocen obras salvo este palacio. Las novedades que se
fraguaron aquí trapasarían el ámbito local y darían origen a todo un estilo, el estilo de
Fontainebleau, un manierismo refinado al servicio de los gustos aristocráticos.

Tras Francisco I, las formas a la italiana acabaron imponiéndose definitivamente en la
arquitectura bajo Enrique II, cuya esposa pertenecía a la familia florentina más poderosa
(Catalina de Médicis). Bajo su mandato (1547-1559) se reformó la antigua sede de la Corte
en París, el Palacio del Louvre, convirtiéndolo en un moderno edificio de estética
plenamente manierista. La reforma fue dirigida por uno de los arquitectos franceses más
destacados del momento, Pierre Lescot, que diseñó el gran patio central (Cour Carrée), con
características fachadas en las que utiliza el módulo de arco de triunfo clásico. Asimismo,
estos monarcas iniciaron la construcción de un nuevo palacio, enfrente del Louvre, el
Palacio de las Tullerías, en el que intervino el otro gran arquitecto francés del
Renacimiento, Philibert Delorme.




La Resurrección, obra de Germain Pilon. Todo procede aquí de Miguel Ángel: la anatomía
hercúlea de Cristo, los escorzos, el efecto no acabado. Hasta el diseño general del grupo
remite a las Sepulturas Mediceas del florentino. Museo del Louvre, París.
La escultura del Renacimiento en Francia fue también al compás de lo dictado por Italia.
Francia dejó de ser ya a finales del siglo XIV el gran centro escultórico de Europa que fue
gracias a los talleres catedralicios, situación que continuaría durante el siglo XV, y aún más
en el XVI. Es paradójico y a la vez revelador que esta situación coincida con la
consolidación progresiva de la institución monárquica, evidentemente deseosa de renovar
su imagen y dispuesta a usar el arte como instrumento propagandístico de primer orden. No
obstante de la pérdida de hegemonía en este campo, que de todas formas nunca había sido
definitiva, surgieron grandes figuras al calor de los proyectos reales; es de destacar el
carácter ornamental y decorativo que tuvieron las esculturas, subordinándose al proyeto
general de los edificios e integrándose en éstos. Dos fueron los autores más sobresalientes:
Germain Pilon y Jean Goujon.

La pintura también experimentó el progresivo declive de las formas góticas tradicionales y
la llegada del nuevo estilo. Como se ha señalado, se conocieron en Francia de primera
mano las formas pictóricas italianas en el siglo XVI gracias a la llegada de autores muy
innovadores, como Leonardo o Rosso Fiorentino. Francisco I impulsó la formación de
artistas franceses bajo la dirección de maestros italianos, como Niccolò dell'Abbate o
Primaticcio, siendo este último el responsable de la decoración del palacio de
Fontainebleau y la organización de las fiestas de la Corte, y teniendo por tanto a sus
órdenes a muchos artesanos y artistas. Esta convivencia de talentos, escuelas, disciplinas y
géneros dio origen a la llamada escuela pictórica de Fontainebleau, una derivación del
manierismo pictórico italiano que incide en el erotismo, el lujo, los temas profanos y las
alegorías, todo ello muy del gusto de su clientela principal, la aristocracia. La mayor parte
de los artistas de Fontainebleau fueron anónimos, precisamente por esa integración de las
artes que se propugnaba y por el magisterio de los artistas consagrados. No obstante,
conocemos los nombres de algunos pintores, figurando Jean Cousin el Viejo o Antoine
Caron entre los más destacados. Sin embargo, el pintor francés más importante de la época,
a a vez que uno de los grandes retratistas de todos los tiempos, aunque gran parte de su obra
se haya perdido, fue François Clouet, que superó a su padre, el también apreciable Jean
Clouet, en la fiel plasmación de la vida de los poderosos de la época, con una profundidad
psicológica y brillantez formal cuyo precedente hay que buscarlo en Jean Fouquet, gran
pintor del siglo XV aún en la órbita del Gótico.

Literatura renacentista
Artículo principal: Literatura renacentista

La renovación general en el conocimiento que comenzó en Europa tras el descubrimiento
del «mundo nuevo» en 1492 trajo consigo una nueva concepción de la ciencia y la
investigación y formas distintas de hacer arte.

Surgió por entonces una forma literaria que luego desembocaría en la novela, que cobró
renombre en los siglos posteriores. Una de las más conocidas de esta primera época es la
Utopía de Tomás Moro.
Las obras dramáticas de entretenimiento (opuestas al propósito moralizante) volvieron al
escenario. William Shakespeare es el dramaturgo más notable, pero hubo muchos más,
como Christopher Marlowe, Molière, y Ben Jonson.

Del siglo XVI al XVIII los ejecutantes de la Commedia dell'arte improvisaban en las calles
de Italia y de Francia, pero algunas de las obras fueron escritas. Tanto las obras
improvisadas como las escritas con base en un esquema tuvieron influencia sobre la
literatura de la época, particularmente sobre el trabajo de Molière. Shakespeare y Robert
Armin, que retomaron los bufones y jugadores para crear nuevas comedias. Todos los
papeles, incluso los femeninos, eran representados por hombres, eso cambiaría primero en
Francia y luego en Inglaterra también, hacia fines del siglo XVII.

Música renacentista
Artículo principal: Música del Renacimiento

Al no conocerse la música griega o romana con tanta precisión como la arquitectura y la
escultura, la música renacentista no se produce como una restauración de lo antiguo. La
música de esta época fue una culminación de los estilos anteriores (Ars nova), buscando
naturalidad, proporción y armonía entre texto y melodía.

Características principales:

       Unión entre música profana y religiosa.
       Equilibrio entre las voces.
       Mayor sentido imitativo en el contrapunto.
       Progresiva sustitución de voces por instrumentos (se favorece así a la música
       instrumental, que también acompaña a la danza).
       Se amplía el campo de acción de la interpretación musical (templos, universidades
       pero también salones, cortes, etc).
       El músico adquiere mayor importancia social.

Música vocal religiosa:

   1. Motete: Es una composición de 2, 3 o más voces sobre textos latinos y de extensión
      breve. El motete se cantaba en Adviento, Cuaresma y en Semana Santa. Su época de
      mayor importancia fue durante los siglos XII y XIII. En el motete destacan las
      figuras de Giovanni Pierluigi da Palestrina y de Orlando di Lasso, que serán los
      músicos más destacados de la época.
   2. Misa: Se desarrolla sobre los textos litúrgicos de esta celebración: kyrie; gloria;
      credo; sanctus y Agnus Dei. La misa estaba inspirada en temas del canto llano y
      profano, excepto en el caso de la Missae sine nomine (misa sin nombre) que no
      estaba inspirada en ningún tema preexistente.


Era de los descubrimientos
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El mapa de Fra Mauro (Venecia, 1459) muestra Europa, África y Asia.

La llamada era de los descubrimientos o era de las exploraciones fue un periodo
histórico que dio comienzo a principios del siglo XV extendiéndose hasta comienzos del
siglo XVII. Durante esta época los navíos de Europa surcaron los mares del mundo en
busca de nuevos socios y rutas comerciales con los que contribuir al incipiente capitalismo
europeo. Durante estas exploraciones, los europeos descubrieron naciones y cartografiaron
territorios que anteriormente no conocían. Entre los exploradores más famosos de la Era de
los Descubrimientos se encuentran Cristóbal Colón, Vasco de Gama, Pedro Álvares Cabral,
Juan de la Cosa, Bartolomé Díaz, Juan Caboto, Juan Ponce de León, Fernando de
Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Afrontaron la navegación oceánica con unos medios
precarios: no podían determinar con precisión la longitud,1 los cascos de madera de las
naves eran atacados por teredos,2 la alimentación resultaba inadecuada para largas
travesías,3 y la higiene y las condiciones de vida a bordo eran malas. Sin embargo,
impulsados por la economía, y para acrecentar territorios de imperios y naciones, aquellos
hombres realizaron expediciones que ensancharon el mundo conocido por los europeos.
La carabela, embarcación a vela que durante el siglo XV se utilizó ampliamente sobre todo
en las expediciones que propiciaron la Era de los Descubrimientos.
Contenido
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       1 Sociedad de la época
       2 Antecedentes
       3 Exploraciones por tierra
       4 Las exploraciones de Zheng He
       5 Las exploraciones portuguesas
       6 Descubrimiento e inicio de la conquista de América
       7 Los recursos de América
       8 La vuelta al mundo
           o 8.1 Magallanes y el «Paso»
           o 8.2 «La Armada de Magallanes»
           o 8.3 Primera parte del viaje. El motín
           o 8.4 El Paso: «Canal de Todos los Santos»
       9 El declive del monopolio portugués
       10 Competencia de las naciones noreuropeas
           o 10.1 Exploraciones británicas
           o 10.2 Exploraciones francesas
           o 10.3 Exploraciones neerlandesas
       11 Efecto sobre Europa
       12 El final de las exploraciones
       13 Véase también
14 Notas y referencias
       15 Bibliografía
       16 Enlaces externos



[editar] Sociedad de la época




Imprenta del siglo XV.




Leonardo Da Vinci.

A comienzos de la era de los descubrimientos, en el siglo XV, Johannes Gutenberg inventó
uno de los objetos que más ha cambiado el curso de la historia: la imprenta de caracteres
móviles.4 Desde finales de dicho siglo hasta la segunda mitad del siglo XVI tuvieron lugar
las llamadas Guerras Italianas, que son un conjunto de conflictos europeos que tuvieron
lugar entre Francia, España, Sacro Imperio Romano Germánico, Inglaterra, Escocia, la
República de Venecia, los Estados Pontificios y otras ciudades estado italianas.

A lo largo del siglo XVI, varios religiosos, filósofos y políticos intentaron provocar un
cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia Católica en la
Europa Occidental. Así empezó la Reforma Protestante, mediante la predicación del
sacerdote católico agustino Martín Lutero. Como respuesta a ésta surgió la Contrarreforma
cuyos objetivos fueron renovar la Iglesia y evitar el avance de las doctrinas protestantes.
Durante la segunda mitad de dicho siglo se desencadenaron una serie de ocho conflictos
que fueron bautizados bajo el nombre de Guerras de religión de Francia. En estos sucesos
se enfrentaron los hugonotes y los católicos. Hasta finales de este siglo se mantuvo de
forma hegemónica en Europa una corriente filosófica, filológica, intelectual, artística y
educativa denominada Humanismo, el cual estaba estrechamente ligado al Renacimiento.
Precisamente sería esta era la que marcaría el comienzo de la expansión mundial de la
cultura europea, lo cual rompe la concepción medieval del mundo, fundamentalmente
geocéntrica. Algunos de los personajes más importantes del Renacimiento fueron Leonardo
Da Vinci, Miguel Ángel, Miguel de Cervantes, el ya nombrado Martín Lutero, Alberto
Durero, Johannes Kepler, Tycho Brahe, Joachim Patinir, Quintín Metsys, Antonio Moro, el
Bosco, Erasmo de Rotterdam y Bruegel el viejo.

Durante el siglo XVI tuvieron lugar la expulsión de los moriscos de España y la Guerra de
los Treinta Años. El Renacimiento del siglo XVI es la puerta de entrada para que en los 100
años que corrieron de 1600 a 1700, la sociedad pudiera zafarse del viejo molde que
implantaba métodos rígidos de comportamiento y actuación, especialmente de impuestos,
por la Iglesia.

Ya en el siglo XVIII se produjeron importantes avances tecnológicos como la máquina de
vapor, culturales como la aparición de la enciclopedia y el desarrollo de la astronomía, y
bélicos como la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, la Revolución francesa,
las guerras de sucesión española, austríaca y polaca, y la Guerra de los Siete Años.

Por otra parte, uno de los grandes desastres que ocurrieron en el siglo XVIII tuvo lugar en
Lisboa, que fue asolada por un terremoto que destruyo prácticamente la ciudad. La
corriente cultural que predominó en este siglo fue la Ilustración.

[editar] Antecedentes
El comercio tuvo mucho que ver con los orígenes de la Era de las Exploraciones. Se trataba
de encontrar una ruta marítima hacia Asia para traer a Europa occidental las especias de
Oriente,5 que hasta ese momento llegaban por tierra, en caravanas que tenían que cruzar los
territorios de los países asiáticos, y cuyo comercio en Europa era prácticamente un
monopolio de los mercaderes italianos, fundamentalmente venecianos y genoveses.6
En la esquina superior izquierda, el Mediterráneo oriental. Entre Irán y África, la península
de Arabia, flanqueada por dos corredores marítimos naturales: el mar Rojo, al oeste, y el
golfo Pérsico al este. Por ellos salían las naves al mar de Arabia, en el océano Índico,
rumbo a Oriente.

Desde la Antigüedad se habían establecido dos rutas comerciales hacia el Oriente, el Este:
una, marítima, que partía de Egipto e Irak, y otra terrestre, la Ruta de la Seda.7 La primera,
estacional, aprovechaba los vientos monzónicos: entre abril y junio partían las naves hacia
Asia oriental, desde Suez o Basora navegando por el mar Rojo o el golfo Pérsico,
respectivamente,8 hasta el mar de Arabia, donde el monzón del sudoeste –que sopla hacia
tierra- las impulsaba hacia el océano Índico y el mar de China.9 Unos seis meses después,
entre octubre y diciembre, el monzón del nordeste –que sopla hacia el mar- facilitaba el
retorno a los puertos de origen.10 11

La Ruta de la seda, vía terrestre, hundía sus raíces occidentales en las costas del
Mediterráneo oriental principalmente -Alejandría, Damasco y Alepo-,12 13 y del mar Negro,
desde donde se internaba en Asia pasando por Bagdad y el sur del mar Caspio, recibiendo
ramales de territorios interiores de hasta las proximidades del mar de Aral. De Bujará, en el
centro de Asia, partía una derivación hacia Delhi y Agra en la India. Más allá de Bujara, en
Samarcanda,14 al norte del Pamir, la ruta de la seda se bifurcaba de nuevo: por el norte,
hacia Almaty; por el Este, recorriendo toda el Asia central, y bordeando el Himalaya,
alcanzaba la ciudad china de Xian.15 Finalmente, desde aquí sendas vías terminaban en
Pekín y Shanghái.
Desde las costas del Mediterráneo oriental la Ruta de la seda cruzaba toda Asia hasta Xian
en China, y aún más allá, llegando al Océano Pacífico.

El acceso a esa inmensa vía de comunicación con Oriente solía estar cerrado en manos
musulmanas. Alejandría, Alepo y Damasco eran un telón de acero16 infranqueable. Sólo
entre mediados del siglo XIII y del XIV los europeos tuvieron libre acceso a Catay17
durante el apogeo del imperio tártaro de Kublai Khan,18 anfitrión de Marco Polo.

Las vías comerciales existentes traían las codiciadas especias, pero también las encarecían
extraordinariamente por los innumerables tributos que se pagaban al cruzar tan vastos
territorios. Y esto sin contar con avatares políticos, o incluso el bandidaje. Urgía resolver el
problema: encontrar una ruta hacia el Poniente. Además hubo una serie de mejoras de las
técnicas de navegación así como los avances en cartografía, navegación y construcción
naval. El logro técnico que posibilitó la aventura fue la invención de la carraca y
posteriormente de la carabela en la península Ibérica. Estos barcos eran una combinación de
modelos tradicionales de navíos árabes y europeos y fueron los primeros capaces de salir
del apacible mar Mediterráneo para hacerlo con cierta seguridad en aguas abiertas del
océano Atlántico.

La organización social de los reinos de la península ibérica determinaba una empresa así.
Las grandes familias tenían la institución del mayorazgo, por la que el primogénito
heredaba las posesiones familiares. Los segundones podían dedicarse a la Iglesia o probar
fortuna en la guerra contra los moros, en la que podían ganar honores y tierras con su
esfuerzo. Al acabar la conquista se acabaron las tierras por conquistar, aunque se podía
seguir la reconquista por el norte de África, la Mauritania Tingitana de los romanos.
Portugal terminó su reconquista antes que Castilla y se lanzó a establecer colonias en el
norte de África como paso previo a seguir la ruta por el sur del continente. Aragón, también
terminó antes que Castilla y se lanzó a buscar la ruta directamente por el Mediterráneo.
La reina Isabel la Católica en su testamento encargó que la reconquista siguiera por tierras
de África,19 pero el descubrimiento de la ruta a las Indias por Occidente (en realidad el
continente americano) cambió los planes de estos segundones y abrió posibilidades
inesperadas para continuar el ímpetu conquistador de los ocho siglos anteriores.

[editar] Exploraciones por tierra




Marco Polo (1253 - 1324).

Una serie de expediciones europeas que cruzaron Eurasia por tierra a finales de la Edad
Media fueron las antecesoras de la Era de las Exploraciones. Aunque los mongoles
amenazaban saquear Europa también unificaron gran parte de Eurasia estableciendo vías de
comunicación y rutas comerciales entre China y Oriente Medio. Algunos europeos las
aprovecharon para explorar las regiones orientales. La gran mayoría de estos fueron
italianos ya que el comercio entre Europa y Oriente Medio prácticamente estaba bajo el
control de los comerciantes de las ciudades estado italianas.6 Sus estrechas relaciones con el
Oriente Próximo mediterráneo suscitaron un gran interés comercial por las regiones que se
encontraban más hacia el Este. El Papa también envió expediciones con la esperanza de
encontrar conversos al cristianismo o el mítico reino del Preste Juan.
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  • 1. Reconquista De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a: navegación, búsqueda Este artículo trata sobre al proceso desarrollado en la península Ibérica entre los siglos VIII y XV. Para otros significados de la palabra, véase Reconquista (desambiguación). Entrega de las llaves de la ciudad de Granada por el rey musulmán Boabdil a la reina Isabel I de Castilla. Se denomina Reconquista o Conquista cristiana al proceso histórico en que los reinos cristianos de la Península Ibérica buscaron el control peninsular en poder del dominio musulmán. Este proceso tuvo lugar entre los años 722 (fecha probable de la rebelión de Pelayo) y 1492 (final del Reino nazarí de Granada). Contenido [ocultar] 1 El término «Reconquista»: historiografía y tradición 2 Consolidación de los núcleos cristianos o 2.1 El foco asturiano o 2.2 El foco pirenaico: formación de los reinos  2.2.1 Navarra  2.2.2 Marca Hispánica  2.2.3 Aragón 3 El avance cristiano 4 La repoblación
  • 2. 5 Religión y cultura 6 Fin de la Reconquista 7 Liébana (Cantabria) y la Reconquista 8 Bibliografía 9 Véase también 10 Notas 11 Enlaces externos [editar] El término «Reconquista»: historiografía y tradición Evolución de la reconquista entre 790-1300. Según algunos académicos1 el término es históricamente inexacto, pues los reinos cristianos que «reconquistaron» el territorio peninsular se constituyeron con posterioridad a la invasión islámica, a pesar de los intentos de algunas de estas monarquías por presentarse como herederas directas del antiguo reino visigodo. Se trataría más bien de un afán de legitimación política de estos reinos, que de hecho se consideraban reales herederos y descendientes de los visigodos, y también el intento de los reinos cristianos (especialmente Castilla) de justificar sus conquistas, al considerarse herederos de sangre de los godos. El término parecería asimismo confuso, más aún considerando el hecho de que tras el derrumbe del Califato (a comienzos del siglo XI), los reinos cristianos optaron por una política de dominio tributario -parias- sobre las Taifas en lugar de por una clara expansión hacia el sur; o las pugnas entre las diferentes coronas –y sus luchas dinásticas-, que solo alcanzaron acuerdos de colaboración contra los musulmanes en momentos puntuales. Sin embargo, la temprana reacción en la cornisa cantábrica en contra del Islam (recordemos que Don Pelayo rechazó a los sarracenos en Covadonga apenas siete años después de que atravesaran el estrecho de Gibraltar), e incluso su rechazo del territorio actualmente francés
  • 3. después de la Batalla de Poitiers del año 732, pueden sustentar la idea de que la Reconquista sigue casi inmediatamente a la conquista árabe. Más aún, «gran parte de dicha cornisa cantábrica jamás llegó a ser conquistada»,[cita requerida] lo cual viene a justificar la idea de que la conquista árabe y la reconquista cristiana, de muy diferente duración (muy corta la primera y sumamente larga la segunda), se superponen, por lo que podría considerarse como una sola etapa histórica, sobre todo si tenemos en cuenta que la batalla de Guadalete, la primera batalla por defender el reino visigodo en el año 711, marca el inicio de la invasión musulmana. En el Siglo de Oro hubo poetas que definían y denominaban a los españoles como «godos» (como dijo Lope de Vega: «eah, sangre de los godos»[cita requerida]) y durante las guerras de independencia en América, eran también así llamados por los patriotas americanos (de allí procede el uso que se le da en Canarias para referirse al español peninsular). Es por ello, según los críticos del término, un concepto parcial, pues sólo transmite la visión cristiana y europea de este complejo proceso histórico, soslayando el punto de vista de los musulmanes andalusíes; por otro lado, en el lado cristiano puede decirse que existía conciencia de «reconquista». Otros historiadores, como Ignacio Olagüe Videla en La Revolución islámica en Occidente (1974), consideran que la invasión militar árabe es un mito y sostienen que la creación de Al-Ándalus fue el resultado de la conversión de gran parte de la población hispana al Islam. Estas tesis han sido estudiadas por González Ferrín en su obra Historia General de Al- Andalus, en la que hablando de la Reconquista dice «que en verdad nunca existió»; igualmente plantea que Al-Andalus «constituye un eslabón insustituible de la historia europea». La arqueología y los textos antiguos desmienten esta teoría[cita requerida], ya que si fue tan rápida la conquista de Al-Andalus, es imposible que los ciudadanos dominasen el idioma, la ciencia, el modo de vida y hasta los materiales propios de la cultura islámica. En su España invertebrada, José Ortega y Gasset afirmaba que «Una reconquista de seis siglos no es una reconquista». Curiosamente, se usa normalmente el término «conquista de Granada» en lugar del de «reconquista de Granada». Aunque esto es referido a la conquista de la ciudad como un hecho aislado, pues en la historia de España se habla de la «Reconquista de Granada». Algunos autores[cita requerida] han propuesto con poco éxito el término alternativo de «conquista cristiana», sin las implicaciones ideológicas del término «reconquista».
  • 4. La Hispania visigoda en el momento de la invasión musulmana, durante la guerra civil Hispania 721 d.C. una vez finalizada la conquista musulmana de los últimos reyes Visigodos Cristianos de Narbona. [editar] Consolidación de los núcleos cristianos En 711 se produjo en la península Ibérica la primera invasión de los musulmanes procedentes de África del Norte. Entraron por Gibraltar (que precisamente debe su nombre actual a Tarik, general que desembarcó allí) y que el propio Roderic o Roderico (Don Rodrigo), uno de los últimos de los reyes visigodos, fue a rechazar, perdiendo la vida en la Batalla de Guadalete. Tarik fue llamado a Damasco, entonces capital del califato, para informar y nunca más volvió. Su lugar lo ocupó el gobernador Abd al-Aziz, comenzando el emirato independiente. A partir de este momento empezaron una política de tratados con los nobles visigodos que les permitió controlar el resto de la península. En 716 Abd al-Aziz fue asesinado en Sevilla y se inició una crisis tal que en los siguientes cuarenta años se sucedieron veinte gobernadores. En este año, 716, los árabes comenzaron a dirigir sus fuerzas hacia los Pirineos para tratar de entrar en el Reino Carolingio. La veloz y contundente invasión norteafricana, además de por los factores que propiciaron la expansión mundial del Islam, se explica por las debilidades que afectaban al reino visigodo: El frágil e incompleto dominio que ejercía sobre el territorio peninsular –en 711 el rey Rodrigo se hallaba dirigiendo una campaña militar en el norte-. La división de sus élites, con enfrentamientos vinculados a la elección de los sucesores al trono de una Monarquía (electiva) no hereditaria. Una aristocracia terrateniente –de tardía conversión al catolicismo- superpuesta a una población, libre o servil, con condiciones vitales muy duras, entre la que latía un fuerte descontento. Muchos de ellos recibieron la conquista como una mejora de su situación.
  • 5. La decadencia de la actividad mercantil derivó en una minusvaloración de la población judía, que en gran medida la protagonizaba. También ellos pudieron ver una ventaja en la situación de las minorías hebreas amparada por la jurisdicción islámica. Tras la invasión, la resistencia cristiana cristaliza en dos focos. [editar] El foco asturiano Artículo principal: Reino de Asturias Véase también: Ducado de Cantabria Estatua de Don Pelayo en Covadonga. En el año 718 se sublevó un noble llamado Pelayo. Fracasó, fue hecho prisionero y enviado a Córdoba (los escritos usan la palabra «Córdoba», pero esto no implica que fuera la capital, ya que los árabes llamaban Córdoba a todo el califato). Sin embargo, consiguió escapar y organizó una segunda revuelta en los montes de Asturias, que empezó con la batalla de Covadonga de 722. Esta batalla se considera el comienzo de la Reconquista. La interpretación es discutida: mientras que en las crónicas cristianas aparece como «una gran victoria frente a los infieles, gracias a la ayuda de Dios», los cronistas árabes describen un enfrentamiento con un reducido grupo de cristianos, a los que tras vencer se desiste de perseguir al considerarlos inofensivos. Probablemente fuera una victoria cristiana sobre un pequeño contingente de exploración. La realidad es que esta victoria de Covadonga, por pequeñas que fueran las fuerzas contendientes, tuvo una importancia tal que polarizó en torno a Don Pelayo un foco de independencia del poder musulmán, lo cual le permitió mantenerse independiente e ir incorporando nuevas tierras a sus dominios.
  • 6. En cualquier caso, los árabes desistieron de controlar la zona más septentrional de la península, dado que en su opinión, dominar una región montañosa de limitados recursos e inviernos extremos no valía la pena el esfuerzo. Los cristianos de la zona no representaban un peligro, y controlar el extremo más alejado supondría más costes que beneficios. De todas formas, la sorprendente expansión del minúsculo Estado pronto preocupó a las autoridades califales. Hubo sucesivas incursiones (en tiempos de Alfonso II, se hizo una cada año en territorio asturiano), pero el reino sobrevivió y se siguió expandiendo, con sonoras victorias, como la batalla de Lutos, Polvoraria y la toma de Lisboa en 798. El reino de Asturias era inicialmente de carácter astur y fue sometido en sus últimas décadas a una sucesiva gotificación debida a los inmigrantes de cultura hispanogoda huidos al reino cristiano del norte. Asimismo, fue un referente para parte del espacio cultural europeo con la batalla contra el adopcionismo. El reino estuvo por épocas muy vinculado al de los francos, sobre todo a raíz del «descubrimiento» del supuesto sepulcro del apóstol Santiago. Esta idea «propagandista» consiguió vincular a la Europa cristiana con el pequeño reino del norte, frente a un sur islamizado. El Reino de Asturias tuvo varias escisiones. La primera a la muerte del rey Alfonso III el Magno, que repartió sus dominios entre tres de sus cinco hijos: García, Ordoño y Fruela. Estos dominios incluían, además de Asturias, el condado de León, el de Castilla, el de Galicia, la marca de Álava y la de Portugal (que entonces era sólo la frontera sur de Galicia). García se quedó León, Álava y Castilla, fundando el Reino de León. Ordoño se quedó Galicia y Portugal, y Fruela se quedó Asturias. [editar] El foco pirenaico: formación de los reinos Dibujo de la batalla del libro de Cantigas de Alfonso X el Sabio. Se originó a partir de la resistencia carolingia (el caudillo franco Carlos Martel había rechazado la invasión musulmana de Aquitania en la Batalla de Poitiers en 732). Posteriormente su sucesor, Carlomagno, creó la Marca Hispánica (frontera militar del sur), que dio origen a otros focos cristianos en la península: el reino de Pamplona, los actualmente llamados condados catalanes, y los de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.
  • 7. [editar] Navarra Artículo principal: Reino de Navarra El Reino de Pamplona, posteriormente llamado Reino de Navarra, tuvo como origen la propia familia gobernante, que había pactado con los muladíes de Tudela, la familia Banu Qasi. Su primer rey fue Íñigo Arista. A principios del siglo X, la familia Jimena sustituye a la Arista y el primer rey es Sancho Garcés I, que tiene un gran éxito militar. Pamplona llegó a controlar lo que actualmente es Navarra (su origen), La Rioja (llamado entonces «Reino de Nájera») y lo que en la actualidad es el País Vasco, y a unir dinásticamente los condados de Castilla, dependiente de León pero muy autónomo, y Aragón (tras haberse constituido como dinastía hereditaria con el conde Aznar Galíndez), Sobrarbe y Ribagorza en los Pirineos en tiempos de Sancho el Mayor. A su muerte legó su reino patrimonial (el Reino de Pamplona) a García Sánchez III de Pamplona, a quien de jure deberían estar subordinados los tenentes de las otras zonas de su reino: Fernando, que recibió el condado de Castilla; y Ramiro, que recibió el condado de Aragón para después hacerse independiente tras anexionarse Sobrarbe y Ribagorza en 1045, condados que habían sido heredados por el menor de los hermanos, Gonzalo. [editar] Marca Hispánica Guerreros cristianos y musulmanes Artículo principal: Marca Hispánica El territorio situado entre el oriente de Navarra y el mar se dividió en condados sometidos a los francos. Los condados catalanes fueron divisiones de la zona occidental Marca Hispánica y los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza ocupaban la zona intermedia. Fue una zona de contención militar que tomaron los francos para frenar las incursiones sarracenas. Si bien la intención inicial de éstos era llevar las fronteras hasta el Ebro, la Marca quedó delimitada por los Pirineos en el norte y por el Llobregat en el Sur. Con el tiempo se independizó del dominio franco con condes como Wifredo el Velloso y Aznar Galíndez.
  • 8. En la zona de los posteriormente denominados condados catalanes, el Condado de Barcelona se convirtió muy pronto en el condado dominante de la zona. Con el tiempo, tras la unión dinástica entre el el Reino de Aragón y el conjunto de condados vinculados al de Barcelona, daría origen a la Corona de Aragón. Posteriormente, los dominios de esta corona se extendieron hacia el sur y el Mediterráneo. [editar] Aragón Representación de Jaime I de Aragón de la época. Pertenece a los Fueros de Aragón compilados en el Vidal Mayor (1247-1252). Artículo principal: Reino de Aragón El Reino de Aragón tiene su origen en un condado procedente de la Marca Hispánica. Se uniría debido al enlace dinástico de Andregoto Galíndez con García Sánchez I en el año 943 al Pamplona. Tras la muerte de Sancho III de Navarra en 1035, legó a a su hijo Ramiro el dominio del condado de Aragón, que se emanciparía y, tras anexionarse los condados de Sobrarbe y Ribagorza, cuyo gobierno había correspondido a un adolescente Gonzalo a su muerte en 1045, Ramiro I establecería un reino de facto que comprendía los tres antiguos condados y ocupaba los Pirineos centrales. Poco después, en 1076 a la muerte de Sancho el de Peñalén, llegó a anexionarse Navarra, aunque tras la muerte de Alfonso I el Batallador la unión se deshizo. Por esa época, tras una dura lucha con las taifas de Zaragoza, el reino aragonés llegó al Ebro, conquistando la capital en 1118. Más tarde se produciría la unión dinástica, con el matrimonio de Petronila (hija única del rey de Aragón) y Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, lo que conformó la Corona de
  • 9. Aragón, que agrupaba al Reino y a los Condados, si bien cada territorio mantuvo sus usos y costumbres consuetudinarios. La Corona acabaría por unificar con el tiempo lo que hoy es Cataluña, arrebatando a los árabes el resto de Cataluña, la Cataluña Nueva, y anexionándose los restantes territorios, aunque hay que destacar que los diversos condados siguieron disfrutando de cierta autonomía. [editar] El avance cristiano Reconquista de las principales ciudades por año. Los reinos de taifas en 1031.
  • 10. Los reinos peninsulares en 1360. El avance de los reinos cristianos en la Península Ibérica fue un proceso lento, discontinuo y complejo en el que se alternaron períodos de expansión con otros de estabilización de fronteras y en el que muchas veces diferentes reinos o núcleos cristianos siguieron también ritmos de expansión distintos, a la vez que se remodelaban internamente a lo largo del tiempo (con uniones, divisiones y reagrupaciones territoriales de signo dinástico); y a la vez que, también, cambiaba internamente la forma y fuerza del poder musulmán peninsular al que se enfrentaban (que experimentó diversas fases de poder centralizado y períodos de disgregación). Asimismo la expansión conquistadora estuvo salpicada de continuos conflictos y cambiantes pactos entre reinos cristianos, negociaciones y acuerdos con poderes regionales musulmanes y, puntualmente, alianzas cristianas más amplias contra aquellos como la que se dio en la Batalla de Simancas (939), que aseguró el control cristiano del Valle del Duero y del Tormes; o la más sonada (por su excepcionalidad) y de más amplios vuelos en la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212, que supuso el principio del fin de la presencia almohade en la Península Ibérica. El estudio de tan dilatado y complejo proceso pasa por el establecimiento de diferentes fases en las que los historiadores han establecido perfiles diferenciados en los ritmos y características de conquista, ocupación y repoblación. Siglos VIII-X. Completada la conquista en apenas un lustro (711-716), al margen sólo queda una estrecha franja montañosa en el Norte. Su principal esfuerzo hasta el siglo X irá dirigido a consolidar nuevas estructuras político-institucionales sobre unas realidades socio-económicas en transformación (el asentamiento masivo de población huida del avance musulmán), configurando las bases del feudalismo en la Península. Al Oeste se afianzó el reino asturiano, extendiéndose entre Galicia, el Duero y el Nervión. Al Este la Marca defensiva carolingia germinará en diferentes núcleos cristianos pirenaicos. Su precaria situación quedará demostrada durante el reinado de Abd al-Rahman III (912-961), cuando reconozcan la soberanía del Califato, convirtiéndose en Estados tributarios.
  • 11. Siglos XI-XII. La disgregación del Califato (Taifas) facilitará un lento avance cristiano por la Meseta norte y el valle del Ebro, consolidándose institucionalmente los reinos. Ello será financiado con las imposiciones tributarias (Parias) a que sometieron a los reinos musulmanes, convirtiéndolos virtualmente en protectorados. Es un período de europeización, con la apertura a las corrientes culturales continentales (Cluny, Cister) y la aceptación de la supremacía religiosa de Roma. El avance castellano-leonés (Toledo, 1085) provocó sucesivas invasiones norteafricanas –Almorávides y Almohades- que evitaron el colapso de la España musulmana. La repoblación entre el Duero y el Tajo se sustenta en colonos libres y concejos con amplia autonomía (fueros), mientras que en el Ebro los señoríos cristianos explotarán a la población agrícola musulmana. Siglos XIII-XIV. La alianza entre los reinos cristianos (Navas de Tolosa, 1212) logra el definitivo derrumbe del Al-Andalus, conquistando con gran celeridad el sur peninsular (salvo Granada). Una expansión protagonizada por las coronas de Castilla y Aragón generará determinados problemas: la absorción de un enorme volumen territorial y poblacional. En Andalucía y Murcia, la imposición de grandes señoríos –nobles guerreros y órdenes militares- y la expulsión de las poblaciones autóctonas –agrícolas y artesanas- derivará en la decadencia económica del territorio. En Valencia y Alicante, los señoríos cristianos, de menor extensión, se superpondrán a una población musulmana que mantendrá la prosperidad económica. Problemas solapados con la crisis económica del siglo XIV y las guerras civiles que desangraron a los reinos de la España bajomedieval. De esta forma se consolida España como la nación que por excelencia resistió y contuvo los ataques musulmanes en Occidente, siendo el Reino de Hungría el guardián de Europa en el Este ante la llegada de los turcos. Siglo XV. La supervivencia del reino nazarí de Granada responde a varias razones: su condición de vasallo del rey castellano, su conveniencia para éste como refugio de población musulmana, el carácter montañoso del reino (complementado con una consistente red de fortalezas fronterizas), el apoyo norteafricano, la crisis castellana bajomedieval y la indiferencia aragonesa (ocupada en su expansión mediterránea). Además, la homogeneidad cultural y religiosa (sin población mozárabe) proporcionó al Estado granadino una fuerte cohesión. Su desaparición a finales del siglo XV –además de por sus interminables luchas dinásticas- se ensarta en el contexto de la construcción de un Estado moderno llevado a cabo por los Reyes Católicos a través de la unificación territorial y el reforzamiento de la soberanía de la Corona. [editar] La repoblación
  • 12. San Miguel de Escalada, levantado en la repoblación de tierras leonesas. En paralelo al avance militar se produjo un proceso de colonización, con el asentamiento de población cristiana. Repoblación que varió en sus características según el ritmo y modelo de la conquista y el volumen de la población musulmana preexistente. Entre el Duero y el Sistema Central. El rey atribuye durante los siglos VIII y XI tierras deshabitadas a colonos, poblándose con hombres libres (cultura de frontera). Entre los siglos XI y XII se realizó a través de concejos municipales –mediante cartas aforadas-, caso de Salamanca, Ávila, Cuéllar, Arévalo, Soria y Sepúlveda. El valle del Tajo y la Taifa de Toledo. Ante la escasez de colonos se mantendrá la población autóctona (no eran tierras yermas), repartiéndose el territorio entre extensas alfoces dotadas de amplios privilegios: Talavera, Madrid, Guadalajara, Talamanca y Alcalá de Henares. En Toledo cada comunidad (judíos, musulmanes, mozárabes y castellanos) contará con estatuto jurídico particular; pero tras la invasión almorávide se expulsó a los musulmanes, castellanizándose el reino. Se restablece la sede arzobispal toledana, enriqueciéndose con las propiedades de las mezquitas. El valle del Ebro. Durante la primera mitad del siglo XII, los grandes núcleos urbanos como Tudela, Zaragoza y Tortosa mantienen la población musulmana, al tiempo que entran en el territorio oleadas de mozárabes, francos y catalanes que se establecen siguiendo el sistema del repartimiento, ocupando las casas abandonadas. Las Órdenes Militares. Entre finales del siglo XII y principios del XIII, en las cuencas del Guadiana medio y del Turia, el rey concede a las Órdenes grandes señoríos, principalmente en Extremadura y La Mancha. Alrededor de sus castillos se asientan poblaciones campesinas con libertades muy recortadas, no configurándose concejos de relevancia. Andalucía. Durante el siglo XIII se realiza mediante donadíos (grandes extensiones concedidas a los nobles) y heredamientos (medianas y pequeñas parcelas entregadas a los colonos). La población musulmana permaneció hasta la revuelta mudéjar de 1264 y su posterior expulsión. El despoblamiento posibilitó el aumento de los grandes señoríos. [editar] Religión y cultura
  • 13. Representación de la derrota de las tropas musulmanas en un capitel del monasterio de Sta. Mª la Real de Nieva. En los territorios dominados por los musulmanes continuaban existiendo, separadas pero pacíficamente, comunidades cristianas (con religión, idioma y leyes propias). Eran los llamados mozárabes. Estos eran respetados al principio, pero poseían menos derechos y más desventajas frente a los musulmanes (no podían construir nuevas iglesias, pagaban impuestos especiales...). La tolerancia se perdió a medida que avanzaba la conquista de la península (de los territorios que antes pertenecían al dominio de los visigodos por los Estados cristianos del norte, en buena parte herederos de los visigodos) y con la llegada de los almorávides y almohades del Norte de África. También en los territorios que habían vuelto a pasar bajo el dominio de los reyes cristianos seguían viviendo musulmanes. Así se producía un intercambio cultural importante entre musulmanes y cristianos. Junto con estas dos culturas coexistía la judía. Sabían, además del hebreo, el árabe y el castellano, por lo que tenían un papel importante en la traducción de textos a diversos idiomas (junto con traductores cristianos en la Escuela de Traductores de Toledo). La figura cultural judía más importante es el filósofo Moisés Maimónides. Gracias a la traducción al latín, los textos árabes tendrían difusión en otros países europeos, y no fue menos importante el hecho de que los árabes habían conservado y traducido una inmensa cantidad de textos griegos y latinos, que por esta vía volvieron a ser parte de la cultura europea. Todavía hoy en día quedan en España influencias muy importantes de aquella época: unas 4.000 palabras de origen árabe (muchos nombres y sustantivos aunque muy pocos verbos), empleadas lógicamente con mayor profusión cuanto más al sur, monumentos de la época (fortalezas como La Alhambra, mezquitas como la de Córdoba), iglesias y palacios de estilo cristiano-musulmán (mudéjar), pueblos blancos, gastronomía (el empleo generalizado de especias y verduras en los distintos platos, la introducción de la pasta en Europa, infinidad de platos de nuestra comida actual, dulces de origen musulmán, el empleo de vajilla de cristal, o el orden de las comidas -1er plato, sopa, 2º plato, carne o pescado y postre), diversas costumbres, como el hecho de llevar ropas claras en verano o llenar de flores y plantas los patios de las viviendas en el sur, así como la gran influencia que tuvieron la ciencia, la tecnología, la literatura y la filosofía no sólo en España, sino en Europa.
  • 14. [editar] Fin de la Reconquista Artículo principal: Guerra de Granada Los Reyes Católicos acabaron la reconquista de España el 2 de enero de 1492, tomando Granada, donde se realiza una festividad el 2 de enero de todos los años. Ese mismo año, el 1492, expulsaron al rey Boabdil, de la dinastía Nazarí, con la toma de Granada. La tolerancia religiosa que había hasta entonces dejó de serlo con la expulsión de los judíos en 1492. Acabó del todo un siglo después, con la expulsión de los moriscos, homogeneizando así toda la península. [editar] Liébana (Cantabria) y la Reconquista Véase también: Edad Media en Cantabria La Reconquista iniciada en la montaña de Covadonga tiene en Liébana su parte importante y en Cosgaya un nuevo punto de referencia. Como narran importantes historiadores, «amedrantados y en desorden, huyendo de Covadonga, por senderos de cabras, inverosímiles o dificilísimos, llegan a las altas praderas de Naranco y Áliva; los fugitivos árabes descienden precipitadamente a la cañada por donde corre el río, juzgando libertarse de sus perseguidores, y llenos de invencible pánico, intentaron subir por la montaña denominada Subiedes» ; ni aun así pudieron evadir la venganza del Señor: pues desde la cima del monte, frente al predio de Casegadio (Cosgaya), como señal evidente de la voluntad divina, «por efecto de las grandes lluvias», ó «por otras causas que anteriormente tuviera conmovida la montaña, prodúcese colosal "argayo", ó magno desprendimiento de peñas, árboles y tierra, que sepulta en el lecho del río y entre sus aguas turbulentas a los árabes». La cita, entre la historia y la leyenda dice: "Subiedes peña fragosa, que sobre los moros cayó, y a los cristianos salvó, ved cosa maravillosa". El pequeño dominio de Pelayo durante el reinado de su yerno Alfonso I (739-757), hijo del duque Pedro de Cantabria, se consolidó como Reino de Asturias, extendiéndose por la Cornisa Cantábrica al Oeste del Nervión, en paralelo a una reorganización del poblamiento. El asentamiento de población hispano-romana y visigoda sobre valles implanta la agricultura (cereal, vid, frutas), sustituyendo la estructura tribal por familias nucleares cristianas. Cambios que introducen la sociedad feudal: apropiación de tierras productivas por monasterios y nobles y sometimiento de la población mediante lazos de vasallaje -causa de las rebeliones de siervos estalladas durante los reinados de Aurelio (768-764) y Alfonso II el Casto (791-842)-.
  • 15. Asimismo, la triunfante presencia cultural del cristianismo enraizó tanto en la asimilación de los cultos naturalistas, situando iglesias sobre antiguos lugares sagrados, como en la violenta represión del paganismo. En ese proceso Liébana descolló beneficiada por su proximidad a los centros de poder (Cangas de Onís, Oviedo, León) y a su aptitud climática favorable a cereales y viñedos, instituyéndose en refugio de la cultura latina e hispanogoda conservada en sus numerosos monasterios, pilares de la nueva sociedad feudal. A uno de ellos, San Martín de Turieno (actual Santo Toribio), llegó desde Astorga para resguardarlo de la ofensiva islámica el Lignum Crucis. En este crítico período destaca el monje Beato, autor de los Comentarios al Apocalipsis, adalid de la ortodoxia católica frente a la herejía adopcionista (la del cristianismo mozárabe) e impulsor del mito de la presencia de Santiago en Hispania, germen del milagroso descubrimiento de su sepulcro en tierras gallegas (814) –uno de los fundamentos simbólicos de la Reconquista Renacimiento De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a: navegación, búsqueda Para otros usos de este término, véase Renacimiento (desambiguación). Hombre de Vitruvio, dibujo de Leonardo da Vinci, expresión del canon renacentista.
  • 16. Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. Italia fue el lugar de proclamación y desarrollo de este movimiento. El Renacimiento es fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. El nombre «renacimiento» se utilizó porque éste retomaba los elementos de la cultura clásica. El término simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad dogmática establecida en la Europa de la Edad Media. Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el interés por las artes, la política y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por cierto antropocentrismo. El historiador y artista Giorgio Vasari había formulado una idea determinante, el nuevo nacimiento del arte antiguo, que presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo en la actitud espiritual del artista. De hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición artística de la Edad Media, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de gótico. Con la misma conciencia, el movimiento renacentista se opuso al arte contemporáneo del norte de Europa. Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significó una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional». Sobre el significado del concepto de Renacimiento y sobre su cronología se ha discutido muchísimo; generalmente, con el término «humanismo» se indica el proceso innovador, inspirado en la Antigüedad clásica y en la consolidación de la importancia del hombre en la organización de las realidades histórica y natural que se aplicó en los siglos XV y XVI. El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico. Su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos recién descubiertos, a los que las novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo coincidió con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los Estados europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la descomposición del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo, muchos de estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito renacentista. Contenido [ocultar]
  • 17. 1 Etapas del arte renacentista 2 Desarrollo 3 Características 4 Artes plásticas en Italia o 4.1 Arquitectura o 4.2 Pintura o 4.3 Escultura 5 Renacimiento español 6 Renacimiento alemán 7 Renacimiento en Flandes y los Países Bajos 8 Renacimiento en Francia 9 Literatura renacentista 10 Música renacentista 11 Véase también 12 Bibliografía 13 Enlaces externos Etapas del arte renacentista Diferentes etapas históricas marcan el desarrollo del Renacimiento: David de Miguel Ángel. Diseñada y ejecutada para presidir la plaza principal de Florencia, se trata de una estudiada alegoría política bajo la apariencia del tema cristiano. La visión resulta amplificada por las dimensiones colosales de la estatua, pensada para no perderse en el espacio de la plaza. Hoy en día la sustituye una copia, estando el original en la Academia florentina. La primera tiene como espacio cronológico todo el siglo XV, es el denominado Quattrocento, y comprende el Renacimiento temprano que se desarrolla en Italia.
  • 18. La segunda, surge en el siglo XVI, se denomina Cinquecento, y su dominio artístico queda referido al Clasicismo o Renacimiento pleno, que se centra en el primer cuarto del siglo. En esta etapa surgen las grandes figuras del Renacimento en las artes: Leonardo, Miguel Ángel, Rafael. Es el apogeo del arte renacentista. Este periodo desemboca hacia 1520-1530 en una reacción anticlásica que conforma el Manierismo, que dura hasta el final del siglo XVI. Mientras que en Italia se estaba desarrollando el Renacimiento, en el resto de Europa se mantiene el Gótico en sus formas tardías, situación que se va a mantener, exceptuando casos concretos, hasta comienzos del siglo XVI. La Mujer vestida de Sol, finales del siglo XV, de autor desconocido. Galería Nacional Húngara, Budapest. Bajo convenciones todavía medievales, la pintura húngara avanza hacia el naturalismo renacentista. En Italia el enfrentamiento y convivencia con la Antigüedad Clásica, considerada como un legado nacional, proporcionó una amplia base para una evolución estilística homogénea y de validez general. Por ello, allí, es posible su surgimiento y precede a todas las demás naciones. Fuera de Italia, el desarrollo del Renacimiento dependerá constantemente de los impulsos marcados por Italia. Artistas importados desde Italia o formados allí, hacen el papel de verdaderos transmisores. Monarcas como Francisco I en Francia o Carlos V y Felipe II en España imponen el nuevo estilo en las construcciones que patrocinan, influyendo en los gustos artísticos predominantes y convirtiendo el Renacimiento en una moda. En el caso de Hungría, el trono se hallaba ocupado por el rey Matías Corvino (1443–1490), quien copió los patrones italianos renacentistas y los extendió por dicho reino. Fundó la Bibliotheca Corvinniana, luego en 1472 creó la primera imprenta húngara, e igualmente llenó la corte húngara de astrólogos, artistas y escritores italianos en general. Igualmente el rey Matías hizo reconstruir al estilo renacentista el Palacio de Buda, ubicado en la actual Budapest.
  • 19. En esta época igualmente afloró la literatura en el reino húngaro y pronto surgieron conocidas figuras de la literatura y poesía como Janus Pannonius, Antonio Bonfini, Juan Megyericsei, Galeotto Marzio, Pietro Ronsano y juristas como Esteban Werbőczy, quienes generaron un enorme impulso humanista en el reino. Por otra parte, los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo estilo Renacentista se remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica, que acabaría dirigiendo, forzosamente, la atención sobre los restos monumentales clásicos. Italia en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan Venecia, Florencia, Milán y los Estados Pontificios. La presión que se ejerce desde el exterior, sobre todo por parte de Francia y España, impidió que, como en otras naciones, se desarrollara la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento de la conciencia cultural de los italianos. Desde estos supuestos fueron las ciudades, concebidas como ciudades-estado, las que se convierten en centros de renovación artística. En Florencia el desarrollo de una rica burguesía ayuda al despliegue de las fuerzas del Renacimiento, la ciudad se convierte en punto de partida del nuevo estilo, y surgen, bajo la protección de los Médicis, las primeras obras que desde aquí se van a extender al resto de Italia. Desarrollo Históricamente, el Renacimiento es contemporáneo de la era de los Descubrimientos y las conquistas ultramarinas. Esta «era» marca el comienzo de la expansión mundial de la cultura europea, con los viajes portugueses y el descubrimiento de América por parte de los españoles, lo cual rompe la concepción medieval del mundo, fundamentalmente teocéntrica. El fenómeno renacentista comienza en el siglo XIV y no antes, aunque al tratarse de un proceso histórico, se elige un momento arbitrariamente para determinar cronológicamente su comienzo, pero lo cierto es que se trata de un proceso que hunde sus raíces en la Baja Edad Media y va tomando forma gradualmente. El desmembramiento de la cristiandad con el surgimiento de la Reforma protestante, la introducción de la imprenta, entre 1460 y 1480, y la consiguiente difusión de la cultura fueron uno de los motores del cambio. El determinante, sin embargo, de este cambio social y cultural fue el desarrollo económico europeo, con los primeros atisbos del capitalismo mercantil. En este clima cultural de renovación, que paradójicamente buscaba sus modelos en la Antigüedad Clásica, surgió a principios del siglo XV un renacimiento artístico en Italia, de empuje extraordinario, que se extendería de inmediato por Hungría y a otras naciones de Europa.
  • 20. La Fornarina, pintura de Rafael, expuesta en el Palacio Barberini de Roma. En el Renacimiento se afianza el retrato como género autónomo. Aquí se aprecia además el interés por el desnudo, procedente del arte clásico, dando como resultado una imagen heroica de la dama representada. El artista tomó conciencia de individuo con valor y personalidad propios, se vio atraído por el saber y comenzó a estudiar los modelos de la antigüedad clásica a la vez que investigaba nuevas técnicas (claroscuro en pintura, por ejemplo). Se desarrollan enormemente las formas de representar la perspectiva y el mundo natural con fidelidad; interesan especialmente en la anatomía humana y las técnicas de construcción arquitectónica. El paradigma de esta nueva actitud es Leonardo da Vinci, personalidad eminentemente renacentista, quien dominó distintas ramas del saber, pero del mismo modo Miguel Ángel Buonarroti, Rafael Sanzio, Sandro Botticelli y Bramante fueron artistas conmovidos por la imagen de la Antigüedad y preocupados por desarrollar nuevas técnicas escultóricas, pictóricas y arquitectónicas, así como por la música, la poesía y la nueva sensibilidad humanística. Todo esto formó parte del renacimiento en las artes en Italia. Mientras surgía en Florencia el arte del Quattrocento o primer Renacimiento italiano, así llamado por desarrollarse durante los años de 1400 (siglo XV), gracias a la búsqueda de los cánones de belleza de la antigüedad y de las bases científicas del arte, se produjo un fenómeno parecido y simultáneo en Flandes (especialmente en pintura), basado principalmente en la observación de la vida y la naturaleza y muy ligado a la figura de Tomás de Kempis y la «devotio moderna», la búsqueda de la humanidad de Cristo. Este Renacimiento nórdico, conjugado con el italiano, tuvo gran repercusión en la Europa Oriental (la fortaleza moscovita del Kremlin, por ejemplo, fue obra de artistas italianos). La segunda fase del Renacimiento, o Cinquecento (siglo XVI), se caracterizó por la hegemonía artística de Roma, cuyos Papas (Julio II, León X, Clemente VII y Pablo III) (algunos de ellos pertenecientes a la familia florentina de los Médici) apoyaron fervorosamente el desarrollo de las artes, así como la investigación de la Antigüedad Clásica. Sin embargo, con las guerras de Italia muchos de estos artistas, o sus seguidores,
  • 21. emigraron y profundizaron la propagación de los principios renacentistas por toda Europa Occidental. Durante la segunda mitad del siglo XVI empezó la decadencia del Renacimiento, que cayó en un rígido formalismo, y tras el Manierismo dejó paso al Barroco. Características De forma genérica se pueden establecer las características del Renacimiento en: 1º. La vuelta a la Antigüedad. Resurgirán tanto las antiguas formas arquitectónicas, como el orden clásico, la utilización de motivos formales y plásticos antiguos, la incorporación de antiguas creencias, los temas de mitología, de historia, así como la adopción de antiguos elementos simbólicos. Con ello el objetivo no va a ser una copia servil, sino la penetración y el conocimiento de las leyes que sustentan el arte clásico. 2º. Surgimiento de una nueva relación con la Naturaleza, que va unida a una concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la Naturaleza, como en la Antigüedad, no se orienta hacía el conocimiento de fenómeno casual, sino hacía la penetración de la idea. 3º. El Renacimiento hace al hombre medida de todas las cosas. Como arte esencialmente cultural presupone en el artista una formación científica, que le hace liberarse de actitudes medievales y elevarse al más alto rango social. Los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo estilo se remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica, que acabaría dirigiendo, forzosamente, la atención sobre los restos monumentales clásicos. Italia en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan Venecia, Florencia, Milán, el Estado Pontificio y Nápoles. La presión que se ejerce desde el exterior impidió que, como en otras naciones, se desarrollara la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento de la conciencia cultural de los italianos. Desde estos supuestos fueron las ciudades las que se convierten en centros de renovación artística. En Florencia el desarrollo de una rica burguesía ayudará al despliegue de las fuerzas del Renacimiento, la ciudad se convierte en punto de partida del nuevo estilo, y surgen, bajo la protección de los Médicis, las primeras obras que desde aquí se van a extender al resto de Italia. Había dos tipos de edificios: religiosos (iglesias) y civiles (urbanos y laicos). Entre los principales elementos constructivos tenemos:
  • 22. Sustentantes: Arco de medio punto y columnas. Sustentados: Cúpula, bóveda de cañón y cubiertas planas con casetones. Elementos decorativos: Pilastras, frontones, pórticos, decoración heráldica, almohadillado, voluta, grutescos, guirnaldas y medallones. Desde un principio la arquitectura renacentista tuvo un carácter profano, y, lógicamente, surgió en una ciudad en donde el Gótico apenas había penetrado, Florencia; en la Europa de las grandes catedrales, se implantó con dificultades. Se caracterizó por el empleo de proporciones modulares, superposición de órdenes, empleo de cúpulas e introducción del orden colosal. En el Quattrocento fue frecuente recurrir a columnas y pilastras adosadas, a los capiteles clásicos (con preferencia el corintio, aunque sustituyendo los caulículos por figuras fantásticas o de animales), los fustes lisos y el arco de medio punto, a la bóveda de cañón y de arista, así como a cubiertas de madera con casetones. Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del Quattrocento de la del Alto Renacimiento (o Cinquecento) es la decoración menuda (putti, guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), el alargamiento de la cúpula (catedral de Florencia, de Filippo Brunelleschi) y las fachadas de piedra tosca (Palacio Medici−Ricardi, de Michelozzo di Bartolommeo) o con los sillares en realce (Palacio Rucellai, de Bernardo Rosellino, proyecto de Alberti). La arquitectura del Cinquecento tuvo como centro Roma: En 1506 Bramante terminaba su célebre proyecto para la basílica de San Pedro en el Vaticano. Los palacios se adornaron de valiosos bajorrelieves (Palacio Grimani de Venecia, 1549, obra de Michele Sanmicheli) o de esculturas exentas (biblioteca de San Marcos, 1537−50, Venecia, obra de Jacopo Sansovino). Artes plásticas en Italia Arquitectura Artículo principal: Arquitectura del Renacimiento La Iglesia de Santa Maria Novella, en Florencia, con fachada diseñada por Leon Battista Alberti. La rígida ordenación geométrica que propone Aberti en el diseño de la fachada queda mitigada por el empleo de mármoles polícromos, conforme a la tradición local.
  • 23. La arquitectura renacentista tuvo un carácter marcadamente profano en comparación con la época anterior y, lógicamente, surgirá en una ciudad en donde el Gótico apenas había penetrado, Florencia. A pesar de ello, muchas de las obras más destacadas eran edificios. Con el nuevo gusto, se busca ordenar y renovar los viejos burgos medievales e incluso se proyectan ciudades de nueva planta. La búsqueda de la ciudad ideal, opuesta al modelo caótico y desordenado del medievo, será una constante preocupación de artistas y mecenas. Así, el papa Pío II reordena su ciudad natal, Pienza, convirtiéndola en un auténtico muestrario del nuevo urbanismo renacentista. En sí, las ciudades se convertirán en el escenario ideal de la renovación artística, oponiéndose al concepto medieval en el que lo rural tenía un papel preferente gracias al monacato. Al tomar elementos de la arquitectura clásica, los arquitectos renacentistas lo hacen de forma selectiva, así por ejemplo en lugar de utilizar la columna dórica clásica se preferirá el orden toscano. Igualmente se crean formas nuevas, como la columna abalaustrada, nuevos órdenes de capiteles o decoraciones que si bien se inspiran en la Antigüedad han de adaptarse al uso religioso de las iglesias. Así, los amorcillos clásicos que acompañaban a Venus en las representaciones griegas o romanas pasan a ser angelotes (putti). Los arquitectos emplean las proporciones modulares y la superposición de órdenes que aparecía en los edificios romanos; las cúpulas se utilizarán mucho como elemento monumental en iglesias y edificios públicos. A partir de este momento, el arquitecto abandona el cárácter gremial y anónimo que había tenido durante la Edad Media, y se convierte en un intelectual, un investigador. Muchos de ellos escribieron tratados y obras especulativas de gran trascendencia, como el caso de Leon Battista Alberti o Sebastiano Serlio. Los elementos constructivos más característicos del estilo renacentista serán: Estructurales: Arco de medio punto, columnas, cúpula semiesférica, bóveda de cañón y cubierta plana con casetones. Todos ellos habían sido usados en la Antigüedad, especialmente por el arte romano, y se recuperan ahora, modificándolos. Decae paulatinamente el tradicional método de construcción del Gótico, abandonándose en gran medida las bóvedas de crucería, el arco apuntado, las naves escalonadas, y sobre todo la impresión de colosalismo y multiplicidad de los edificios medievales. Predominarán ahora valores como la simetría, la claridad estructural, la sencillez, y sobre todo, la adaptación del espacio a la medida del hombre. Decorativos: Pilastras, frontones, pórticos, motivos heráldicos, almohadillados, volutas, grutescos, guirnaldas, motivos de candelieri (candelabros o pebeteros) y tondos o medallones. Algunos de éstos ya se habían utilizado en el Gótico, otros son creaciones originales y la mayoría se inspiran en modelos romanos y griegos. En cuanto a la decoración el Renacimiento preconiza el despojamiento, la austeridad, el orden. Sólo a finales del siglo XVI esta tendencia se romperá en favor de la fantasía y la riqueza decorativa con el Manierismo. Por etapas, se pueden distinguir dos grandes momentos:
  • 24. Basílica de San Pedro, obra de Bramante y Miguel Ángel en su mayor parte; la cúpula fue terminada por Giacomo della Porta, y la fachada es obra de Carlo Maderno, de época barroca. Concebida inicialmente según un diseño centralizado, las variaciones en la dirección de la obra dieron como resultado un nuevo prototipo de iglesia, llamado a extenderse con la Contrarreforma. En el Quattrocento fue frecuente recurrir a columnas y pilastras adosadas, a los capiteles clásicos (con preferencia el corintio, aunque sustituyendo los caulículos por figuras fantásticas o de animales), fustes lisos y casi omnipresencia del arco de medio punto. Se usa también la bóveda de cañón y de arista, y cubiertas de madera con casetones. Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del Quattrocento de la del Alto Renacimiento es la decoración menuda (putti, guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), las cúpulas con nervios, con ciertos resabios góticos (catedral de Florencia, de Filippo Brunelleschi) y las fachadas simétricas de pisos superpuestos (Palacio Medici−Riccardi, de Michelozzo di Bartolommeo) o con sillares almohadillados (Palacio Rucellai, de Bernardo Rossellino, proyecto de Alberti, Palacio Pitti). En general, la arquitectura cuatrocentista da la impresión de orden, sencillez, ligereza y simetría, predominando en el interior de los edificios la luminosidad y la desnudez. Los arquitectos más destacados de este período son Brunelleschi, Michelozzo, Leon Battista Alberti, y la principal obra será la Catedral de Santa María de la Flor, de Florencia, y su famosa cúpula. El Cinquecento, Renacimiento pleno o Alto Renacimiento tuvo como centro Roma: En 1506 Donato d'Angelo Bramante terminaba su célebre proyecto para la basílica de San Pedro en el Vaticano, que será el edificio que marque la pauta en lo restante del siglo XVI. En esta etapa, los edificios tienden más a la monumentalidad y la grandiosidad. Miguel Ángel introduce el orden gigante en su proyecto para la basílica, lo que rompe con el concepto de arquitectura hecha a la medida del hombre. Los palacios se adornan con elaborados bajorrelieves (Palacio Grimani de Venecia, 1549, obra de Michele Sanmicheli) o de esculturas exentas (Biblioteca de San Marcos,1537–50, Venecia, obra de Jacopo Sansovino). Predominará de este modo la idea de riqueza, monumentalidad y lujo en las construcciones. A medida que avanza el siglo el Manierismo se introduce en la arquitectura, con edificios cada vez más suntuosos, rebuscadas decoraciones y elementos que pretenden captar la
  • 25. atención del espectador por su originalidad o extravagancia (Palazzo del Tè, en Mantua, por Giulio Romano). Podemos distinguir, de este modo, como en las demás disciplinas artísticas, dos periodos: el Clasicismo de principios de siglo, con autores como Bramante, Miguel Ángel, Antonio da Sangallo el Viejo, Jacopo Sansovino, y el manierismo que se da a partir de 1530, siendo sus principales autores Andrea Palladio, Giorgio Vasari, Giulio Romano, Jacopo Vignola, Vincenzo Scamozzi. Hay que apuntar que la ruptura del Manierismo no fue radical puesto que ya en la obra de Miguel Ángel aparecen elementos que la preludian. Pintura Artículo principal: Pintura renacentista El Nacimiento de Venus, obra de Botticelli, conservada en la Galleria degli Uffizi, Florencia. El paganismo se introduce en el arte renacentista como contrapunto al mundo hermético y cerrado del medievo en el que Dios era el fin de todo. El ser humano en su individualidad y diversidad será a partir de ahora el objeto máximo del interés de los artistas. En pintura, las novedades del Renacimiento se introducirán de forma paulatina pero irreversible a partir del siglo XV. Un antecedente de las mismas fue Giotto (1267-1337), pintor aún dentro de la órbita del Gótico, pero que desarrolló en sus pinturas conceptos como volumen tridimensional, perspectiva, naturalismo, que alejan su obra de los rígidos modos de la tradición bizantina y gótica y preludian el Renacimiento pictórico. En el Quattrocento (siglo XV), se recogen todas estas novedades y se adaptan a la nueva mentalidad humanista y burguesa que se expandía por las ciudades-estado italianas. Los pintores, aun tratando temas religiosos la mayoría de ellos, introducen también en sus obras la mitología, la alegoría y el retrato, que se desarrollará a partir de ahora enormemente. Una búsqueda constante de los pintores de esta época será la perspectiva, objeto de estudio y reflexión para muchos artistas: se trató de llegar a la ilusión de espacio tridimensional de una forma científica y reglada. La pintura cuatrocentista es una época de experimentación; las pinturas abandonan lenta y progresivamente la rigidez gótica y se aproximan cada vez más a la realidad. Aparece la naturaleza retratada en los fondos de las composiciones, y se introducen los desnudos en las figuras. Los pintores más destacados de esta época serán: en Florencia, Fra Angélico, Masaccio, Benozzo Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi, Paolo Uccello. En Umbría, Perugino. En Padua, Mantegna, y en Venecia Giovanni Bellini.
  • 26. Por encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de alegorías, delicadas Maddonas y asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy atento a la belleza y sensibilidad femeninas, y predominantemente dibujístico, caracterizan la escuela florentina de pintura y toda esta época. Otros autores del Quattrocento italiano son Andrea del Castagno, Antonio Pollaiuolo, il Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cima da Conegliano, Luca Signorelli, Cosme Tura, Vincenzo Foppa, Alessio Baldovinetti, Vittore Carpaccio, y en el sur de la península, Antonello da Messina. El Cinquecento (siglo XVI) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y denominada por ello a veces como Clasicismo. Los pintores asimilan las novedades y la experimentación cuatrocentistas y las llevan a nuevas cimas creativas. En este momento aparecen grandes maestros, cuyo trabajo servirá de modelo a los artistas durante siglos. El primero de ellos fue Leonardo da Vinci (1452-1519), uno de los grandes genios de todos los tiempos. Fue el ejemplo más acabado de artista multidisciplinar, intelectual y obsesionado con la perfección, que le llevó a dejar muchas obras inconclusas o en proyecto. Poco prolífico en su faceta pictórica, aportó sin embargo muchas innovaciones que condujeron a la historia de la pintura hacia nuevos rumbos. Quizá su principal aportación fue el sfumato o claroscuro, delicada gradación de la luz que otorga a sus pinturas una gran naturalidad, a la vez que ayuda a crear espacio. Estudiaba cuidadosamente la composición de sus obras, como en la muy difundida Última Cena, donde las figuras se ajustan a un esquema geométrico. Supo unir en sus trabajos la perfección formal a ciertas dosis de misterio, presente, por ejemplo, en la celebérrima Gioconda, La Virgen de las Rocas o el San Juan Bautista. La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana, por Leonardo da Vinci, Museo del Louvre, París. "Verdaderamente celestial y admirable fue Leonardo [...]. Hizo un cartón de Nuestra Señora y una Santa Ana, con un Cristo, que también les pareció maravilloso a todos los autores; una vez terminado, estuvo expuesto dos días para que lo vieran los hombres y las mujeres, los jóvenes y los viejos, como se va a las fiestas solemnes, para ver las maravillas de Leonardo, que hicieron asombrar a todo este pueblo".Giorgio Vasari, Las Vidas. Miguel Ángel (1475-1564) es la segunda, cronológicamente, gran figura. Fundamentalmente escultor, se dedicó a la pintura de forma esporádica, a petición de algunos admiradores de su obra, sobre todo el papa Julio II. Los frescos de la Capilla Sixtina muestran el atormentado mundo interior de este artista, poblado de figuras monumentales, sólidas y tridimensionales como si fueran esculturas, y de llamativa presencia física. En su obra cobra mucha importancia el desnudo, aun cuando la casi totalidad de la misma fue hecha para decorar iglesias. Rafael Sanzio (1483-1520) completa la tríada de genios del Clasicismo. Su estilo tuvo un enorme éxito y se puso de moda entre los poderosos. La pintura de Rafael busca ante todo la grazia, o belleza equilibrada y serena. Sus Madonnas recogen las novedades de Leonardo en lo que se refiere a composición y claroscuro, añadiendo una característica dulzura. Anticipa claramente la pintura manierista en sus últimas obras, cuyo estilo agitado y dramático copiarán y difundirán sus discípulos.
  • 27. Retrato de Eleonora Gonzaga, por Tiziano. La dama se muestra en la lejanía aristocrática de su opulento atuendo, pero con ciertas alusiones a la vida cotidiana (reloj, ventana abierta al paisaje, perrito dormido) que la acercan al espectador. Galleria degli Uffizi, Florencia. Con la aparición de estos tres grandes maestros, los artistas contemporáneos asumen que el arte ha llegado a su culmen (concepto recogido en la obra de Giorgio Vasari, Las Vidas) y se afanarán por tanto en incorporar estos logros, por un lado, y en la búsqueda de un estilo propio y original como forma de superarlos. Ambas cosas, junto con el ambiente pesimista que se respiraba en la Cristiandad en la década de 1520 (Saco de Roma, Reforma protestante, guerras), hizo surgir con fuerza a partir de los años 30 del siglo XVI una nueva corriente, el Manierismo. Se buscará a partir de entonces lo extravagante, lo extraño, lo exagerado y lo irreal. Pertenecen a la corriente pictórica Pontormo, Bronzino, Parmigianino, Rosso Fiorentino o Francesco Salviati. Otros autores tomarán algunas novedades manieristas pero siguiendo una línea más personal y clasicista. Entre ellos podemos citar a Sebastiano del Piombo, Correggio, Andrea del Sarto o Federico Barocci. Dentro de las diferentes escuelas que surgen en Italia en el Cinquecento, la de Venecia presenta especiales características. Si los florentinos ponían el acento en el disegno, es decir, en la composición y la línea, los pintores venecianos se centrarán en el color. Las especiales características del estado veneciano pueden explicar algo de esta particularidad, puesto que se trataba de una sociedad elitista, amante del lujo y muy relacionada con Oriente. La escuela veneciana reflejará esto mediante una pintura refinada, hedonista, menos intelectual y más vital, muy decorativa y colorista. Precursores de la escuela veneciana del Cinquecento fueron Giovanni Bellini y, sobre todo, Giorgione, pintor alegorías, paisajes y asuntos religiosos melancólicos y misteriosos. Deudor de su estilo fue Tiziano (1476?-1576), el mayor pintor de esta escuela, excelente retratista, quizá el más demandado de su tiempo; autor de complejas y realistas composiciones religiosas, llenas de vida y colorido. En la última etapa de su vida deshace los contornos de las figuras, convirtiendo sus cuadros en puras sensaciones de luz y color, anticipo del Impresionismo. Tintoretto, Paolo Veronese y Palma el Viejo continuarán esta escuela llevándola hacia el Manierismo y anticipando en cierta manera la pintura Barroca. Escultura
  • 28. Artículo principal: Escultura del Renacimiento Como en las demás manifestaciones artísticas, los ideales de vuelta a la Antigüedad, inspiración en la naturaleza, humanismo antropocéntrico e idealismo fueron los que caracterizaron la escultura de este período. Ya el Gótico había preludiado en cierta manera algunos de estos aspectos, pero algunos hallazgos arqueológicos (el Laocoonte, hallado en 1506, o el Torso Belvedere) que se dieron en la época supusieron una auténtica conmoción para los escultores y sirvieron de modelo e inspiración para las nuevas realizaciones. El condotiero Gattamelata, en Padua, por Donatello. El monumento ecuestre conmemorativo apenas sobrevivió a la Antigüedad. La plástica renacentista recupera esta tipología típicamente romana y la aplica, en este caso, al héroe característico de la época: el condotiero o capitán mercenario. Detalle de la Puerta del Paraíso, en el Baptisterio de Florencia, obra de Lorenzo Ghiberti. Fue Miguel Ángel quien, admirado por la perfección de los relieves de esta puerta, dijo que merecería ser la del propio Paraíso. La yuxtaposición de diversos episodios en una misma escena es un rasgo arcaico, superado no obstante por el mesurado naturalismo y la novedosa sugerencia del paisaje. Aunque se seguirán haciendo obras religiosas, en las mismas se advierte un claro aire profano; se reintroduce el desnudo y el interés por la anatomía con fuerza, y aparecen nuevas tipologías técnicas y formales, como el relieve en stiacciato (altorrelieve con muy poco resalte, casi plano) y el tondo, o composición en forma de disco; también la
  • 29. iconografía se renueva con temas mitológicos, alegóricos y heroicos. Aparece un inusitado interés por la perspectiva, derivado de las investigaciones arquitectónicas coetáneas, y el mismo se plasma en relieves, retablos, sepulcros y grupos escultóricos. Durante el Renacimiento decae en cierta manera la tradicional talla en madera policromada en favor de la escultura en piedra (mármol preferentemente) y se recupera la escultura monumental en bronce, caída en desuso durante la Edad Media. Los talleres de Florencia serán los más reputados de Europa en esta técnica, y surtirán a toda Europa de estatuas de este material. Los dos siglos que dura el Renacimiento en Italia darán lugar, igual que en las demás artes, a dos etapas: Quattrocento (siglo XV): El centro escultórico principal será Florencia, donde la familia Médicis y con posterioridad la República ejercerán de mecenas de numerosas obras. Lorenzo el Magnífico era aficionado a las esculturas griegas y romanas y había formado una interesante colección de las mismas, poniendo de moda el gusto clásico. Los autores más destacados de la época serán Lorenzo Ghiberti (Puerta del Paraíso del Baptisterio de Florencia), Andrea Verrocchio (Monumento al condotiero Colleoni), Donatello, el taller de los hermanos Della Robbia, que introducen la cerámica vidriada y policromada como novedad, utilizándola en decoraciones de edificios; Jacopo della Quercia, Desiderio da Settignano y Bernardo Rossellino. El más importante de ellos es Donatello (1386-1466), gran creador que partiendo de los supuestos del Gótico establece un nuevo ideal inspirado en la grandeza clásica. Suyo es el mérito de rescatar el monumento conmemorativo público (su Condotiero Gattamelata, es una de las primeras estatuas ecuestres de bronce desde la Antigüedad), la utilización heroica del desnudo (David) y la intensa humanización de las figuras, llegando al retrato en ocasiones, pero sin abandonar nunca una orientación claramente idealista. La Piedad del Vaticano, de Miguel Ángel, encargada por el cardenal francés Jean Bilhéres de Lagraulas para su sepultura, hoy en la Basílica de San Pedro. El idealismo e
  • 30. impasibilidad de los dioses clásicos se traslada aquí a un tema cristiano; la serena belleza de María y de Cristo apenas se ve alterada por el dolor o la misma muerte. Cinquecento (siglo XVI). Esta época está marcada por la aparición estelar de uno de los escultores más geniales de todos los tiempos, Miguel Ángel Buonarrotti (1475- 1564). Hasta tal punto marcó la escultura de todo el siglo, que muchos de sus continuadores no fueron capaces de recoger todas sus novedades y éstas no se desarrollarán hasta varios siglos después. Miguel Ángel fue, como tantos otros en esta época, un artista multidisciplinar. Sin embargo, él se consideraba preferentemente escultor. En sus primeras obras recoge el interés arqueológico surgido en Florencia: así, su Baco ebrio fue realizado con intención de que aparentara ser una escultura clásica. Igual espíritu se aprecia en la Piedad, realizada entre 1498-1499 para la Basílica Vaticana. Protegido primero por los Médicis, para los que crea las Tumbas Mediceas, soberbio ejemplo de expresividad, marchará luego a Roma donde colaborará en los trabajos de construcción de la nueva Basílica. El pontífice Julio II lo toma bajo su protección y le encomienda la creación de su Mausoleo, denominado por el artista como «la tragedia de la sepultura» por los cambios y demoras que sufrió el proyecto. En las esculturas hechas para este sepulcro, como el célebre Moisés, aparece lo que se ha venido denominando terribilitá miguelangelesca: una intensa a la vez que contenida emoción que se manifiesta en anatomías sufrientes, exageradas y nerviosas (músculos en tensión), posturas contorsionadas y escorzos muy rebuscados. Los rostros, sin embargo, suelen mostrarse contenidos. En sus obras finales el artista desdeña de la belleza formal de las esculturas y las deja inacabadas, adelantando un concepto que no volvería al arte hasta el siglo XX. Miguel Ángel continúa con la tradición de monumentos públicos heroicos y profanos que inició Donatello y la lleva a una nueva dimensión con su conocido David, esculpido para la Piazza della Signoria de Florencia. En los años finales de la centuria, la huella de Miguel Ángel tiene sus réplicas en Benvenuto Cellini (Perseo de la Loggia dei Lanzi de Florencia, espacio concebido como museo de escultura al aire libre), Bartolomeo Ammannati, Giambologna y Baccio Bandinelli, que exagerarán los elementos más superficiales de la obra del maestro, situándose plenamente todos ellos en la corriente manierista. Destaca en esta época también la saga familiar de los Leoni, broncistas milaneses al servicio de los Habsburgo españoles, auténticos creadores de la imagen áulica, un tanto estereotipada, de estos monarcas. Su presencia en España llevará allí de primera mano las novedades renacentistas, extendiendo su influjo hasta la escultura barroca. Renacimiento español Artículo principal: Renacimiento español
  • 31. El Greco, La Resurrección de Cristo, pintado para Santo Domingo el Antiguo de Toledo. El Greco rebasa el concepto de artista renacentista por su constante búsqueda de un universo propio y original. Influido por Tintoretto y Miguel Ángel, su arte va a conocer su mayor desarrollo en Toledo. Palacio de Grajal de Campos, León. En España el cambio ideológico no es tan extremo como en otros países; no se rompe abruptamente con la tradición medieval, por ello se habla de un Renacimiento español más original y variado que en el resto de Europa. Así, la literatura acepta las innovaciones italianas (Dante y Petrarca), pero no olvida la poesía del Cancionero y la tradición anterior. Como síntesis del Renacimiento y preludio del Barroco, la literatura contará con la figura capital de Miguel de Cervantes (siglos XVI–XVII). En cuanto a las artes plásticas, el Renacimiento hispano mezcló elementos importados de Italia (de donde llegaron algunos artistas, como Paolo de San Leocadio, Pietro Torrigiano o Domenico Fancelli) con la tradición local, y con algunos otros influjos (lo flamenco, por ejemplo, estaba muy de moda en la época por las intensas relaciones comerciales y dinásticas que unían estos territorios a España). Las innovaciones renacentistas llegaron a
  • 32. España de forma muy tardía; hasta la década de 1620 no se encuentran ejemplos acabados de las mismas en las manifestaciones artísticas, y tales ejemplos son dispersos y minoritarios. No llegan a España plenamente, pues, los ecos del Quattrocento italiano (sólo por obra de la familia Borgia aparecen artistas y obras de esa época en el área levantina), lo que determina que el arte renacentista español pase casi abruptamente del Gótico al Manierismo. En el campo de la arquitectura, tradicionalmente se distinguen tres periodos: Plateresco (siglo XV-primer cuarto del siglo XVI), Purismo o estilo italianizante (primera mitad del XVI) y estilo Herreriano (a partir de 1559-mediados del siglo siguiente). En el primero de ellos, lo renaciente aparece de forma superficial, en la decoración de las fachadas, mientras que la estructura de los edificios sigue siendo gotizante en la mayoría de los casos. Lo más característico del Plateresco es un tipo de decoración menuda, detallista y abundante, semejante a la labor de los plateros (de donde deriva el nombre). El núcleo fundamental de esta corriente fue la ciudad de Salamanca, cuya Universidad y su fachada son el paradigma del estilo; arquitectos destacados del mismo fueron Rodrigo Gil de Hontañón y Juan de Álava. El Purismo representa una fase más avanzada de la italianización de la arquitectura. El palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada, obra de Pedro de Machuca, es ejemplo de ello. El foco principal de este estilo se situó en Andalucía, donde además del citado palacio destacaron los núcleos de Úbeda y Baeza y arquitectos como Andrés de Vandelvira y Diego de Siloé. Finalmente, aparece el estilo Escurialense o Herreriano, original adaptación del Manierismo romano caracterizada por la desnudez y el gigantismo arquitectónico. La obra fundamental será el palacio-monasterio de El Escorial, trazado por Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, sin duda la obra más ambiciosa del Renacimiento hispano. Lo escurialense traspasó el umbral cronológico del siglo XVI llegando con gran vigencia a la época barroca. En escultura, la tradición gótica mantuvo su hegemonía durante buena parte del siglo XVI. Los primeros ecos del nuevo estilo corresponden por lo general a artistas venidos de fuera, como Felipe Vigarny o Domenico Fancelli, que trabajará al servicio de los Reyes Católicos, esculpiendo su sepulcro (1517). No obstante, pronto surgirán artistas locales que asimilan las novedades italianas, adaptándolas al gusto hispano, como Bartolomé Ordóñez y Damián Forment. En una fase más madura del estilo surgen grandes figuras, creadoras de un peculiar Manierismo que sentará las bases de la posterior escultura barroca: Juan de Juni y Alonso Berruguete son los más destacados. La pintura renacentista española está determinada igualmente por el pulso que mantiene la herencia del Gótico con los nuevos modos venidos de Italia. Esta dicotomía se aprecia en la obra de Pedro Berruguete, que trabajó en Urbino al servicio de Federico de Montefeltro, y Alejo Fernández. Posteriormente aparecen artistas conocedores de las novedades italianas coetáneas, como Vicente Macip o su hijo Juan de Juanes, influidos por Rafael; Luis de Morales, Juan Fernández de Navarrete o los leonardescos Fernando Yáñez y Hernando de los Llanos. Pero la gran figura del Renacimento español, y uno de los pintores más originales de la Historia, se inscribe ya en el Manierismo, aunque rebasando sus límites al crear un universo estilístico propio: El Greco (1541-1614).
  • 33. Renacimiento alemán La liebre, obra de Durero. El interés por los fenómenos y los elementos de la Naturaleza fue uno de los pilares del Humanismo. Durero analiza el mundo vegetal y animal en multitud de dibujos, bocetos y acuarelas caracterizados por su precisión de científico. Albertina, Viena. Artículo principal: Renacimiento alemán El Renacimiento artístico no fue en Alemania una tentativa de resurrección del arte clásico, sino una renovación intensa del espíritu germánico, motivado por la Reforma protestante. Alberto Durero (1471-1528), fue la figura dominante del Renacimiento alemán. Su obra universal, que ya en vida fue reconocida y admirada en toda Europa, impuso la impronta del artista moderno, uniendo la reflexión teórica con la transición decisiva entre la práctica medieval y el idealismo renacentista. Sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo XVI de su propio país y de los Países Bajos. Durero comprendió la imperiosidad de adquirir un conocimiento racional de la producción artística, e introdujo el idealismo de raigambre italiana en el arte alemán. La pintura germánica conoció en este época uno de sus mayores momentos de esplendor. Junto a la figura fundamental de Durero surgieron otros grandes autores, como Lucas Cranach el Viejo, pintor por antonomasia de la Reforma protestante; Hans Baldung Grien, introductor de temáticas siniestras y novedosas, deudoras en cierto modo del arte medieval; Matthias Grünewald, uno de los precursores del expresionismo; Albrecht Altdorfer, excelente paisajista, o Hans Holbein el Joven, que desarrolló casi toda su producción, centrada en el retrato, en Inglaterra. Tras la Reforma, el mecenazgo de la nobleza alemana se centró en primer lugar en la arquitectura, por la capacidad de ésta para mostrar el poder y prestigio de los gobernantes. Así, a mediados del siglo XVI se amplia el castillo de Heidelberg, siguiendo las directrices
  • 34. clásicas. Sin embargo, la mayoría de los príncipes alemanes prefirieron conservar las obras góticas, limitándose a decorarlas con ornamentación renacentista. Los emperadores Habsburgo y la familia Fugger fueron los más importantes mecenas, destacándose por su protección a grandes figuras como Johannes Kepler y Tycho Brahe. Renacimiento en Flandes y los Países Bajos Pieter Brueghel el Viejo: El regreso de los rebaños. El paisaje se ha convertido en el tema principal del cuadro. Brueghel introduce casi siempre la figura (en este caso, los pastores) como anécdota o contrapunto a un universo del que el ser humano sólo es una parte, mínima y frágil. Obsérvese el interés por la plasmación de los efectos atmosféricos en los nubarrones que oscurecen el cielo. Museo de Historia del Arte, Viena. Véase también: Primitivos flamencos A la par que se desarrollaba en Italia el Cinquecento Italiano, la Escuela Flamenca de pintura alcanzó un desarrollo notable, como heredera y continuadora de la tradición tardogótica anterior representada por Jan van Eyck, Roger van der Weyden y otros grandes maestros. Se caracterizó por su naturalismo, rasgo que comparte con los maestros italianos. Los modos del Gótico pervivieron con mayor fuerza, aunque matizados con características singulares, como cierta vena caricaturesca y fantástica y una mayor sensibilidad a la realidad del pueblo llano y sus costumbres. Se recoge ese interés en obras de carácter menos idealizado que las italianas, con una marcada tendencia por el detallismo casi microscópico que aplican a las representaciones (influjo de los maestros tardogóticos ya mencionados y la Miniatura), y tendencia hacia lo decorativo, sin demasiado interés por disquisiciones teóricas. A mediados del siglo XVI el Clasicismo italiano entra con fuerza en la pintura flamenca, manifestándose en la llamada «Escuela de Amberes» y en pintores como Jan van Scorel o Mabuse, algunos de los cuales permanecieron en Italia estudiando a los grandes maestros. A la difusión de los nuevos modelos contribuyó sobremanera el grabado, que puso al alcance de prácticamene cualquier artista las obras producidas en otras escuelas y lugares, poniendo muy de moda en toda Europa el estilo italianizante. Algunos grandes nombres de la época fueron Joachim Patinir, uno de los creadores del paisaje como género autónomo de la pintura, aunque apegado todavía al Gótico; Quintín Metsys, que se inspiró en los dibujos caricaturescos de Leonardo y en las clases populares para retratar vicios y costumbres; el retratista Antonio Moro; el Bosco, uno de los pintores más originales de la historia, apegado formalmente a la tradición de la vieja escuela flamenca;
  • 35. pero a la vez innovador, creador de un universo fantástico, casi onírico que lo sitúan como uno de los precedentes del Surrealismo; y Pieter Brueghel el Viejo, uno de los grandes maestros del paisaje y las costumbres populares, quizá el más moderno de todos ellos, aun cuando en su pintura glose sentencias morales y de crítica social que tienen algo de medieval. En el campo de la escultura, destacó Adriaen de Vries, autor de expresivas obras (generalmente de bronce) en las que el movimiento, la línea ondulada o serpentinata y el desnudo heroico las caracterizan como excelentes ejemplos de manierismo escultórico fuera de Italia. Renacimiento en Francia Vista del Patio del Caballo Blanco del Palacio de Fontainebleau, con la famosa escalera, preludio de las formas barrocas. Fontainebleau fue la auténtica capital artística de Francia durante el Renacimiento. En el conjunto palaciego intervinieron algunos de los mejores artistas del momento. En Francia, la influencia italiana se dejó sentir desde muy temprano, favorecida por la cercanía geográfica, los vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba anexionar los territorios limítrofes de la península italiana, y lo consiguió en algunos momentos. Sin embargo, el impulso definitivo a la adopción de las formas renacentistas se dio bajo el reinado (1515-1547) de Francisco I. Este monarca, gran mecenas de las artes y aficionado a todo lo que procediera de Italia, protegió a importantes maestros, solicitando sus servicios para la Corte francesa (entre ellos el mismo Leonardo da Vinci, que murió en el Castillo de Cloux), a la vez que emprendió un ambicioso programa de revitalización cultural que revolucionó el desarrollo de las artes en el país. Conviene tener presente que Francia fue la cuna del Gótico y que por tanto este estilo estaba fuertemente arraigado y podía ser visto como un estilo nacional. De ahí que las formas góticas continuaran presentes durante un tiempo, a pesar del nuevo estilo impuesto por la Corte. En cuanto a la arquitectura, la monarquía, fortalecida y en período de expansión territorial, había patrocinado ya desde el siglo XV la remodelación de los viejos chateaux medievales y la creación de nuevas residencias más acordes con los tiempos. Pero fue precisamente Francisco I el que dio un impulso definitivo a esta operación renovadora, que tuvo varios focos. El primer edificio renacentista en Francia fue el Castillo de Saint-Germain-en-Laye, imponente fortaleza de ladrillo y piedra en la que aparecen pequeños detalles renacientes,
  • 36. dentro de una general sobriedad de aire militar. De estilo más avanzado serán los Castillos del Valle del Loira, conjunto de mansiones para la realeza y la nobleza que muestran los rasgos más característicos del Renacimiento francés: decorativismo de raigambre manierista, recuerdos goticistas en las estructuras, y quizá lo más novedoso: una perfecta integración de los edificios en la naturaleza circundante, como se ve en el grácil puente del Castillo de Chenonceau. El más célebre dentro de este conjunto es el Castillo de Chambord, que presenta grandes audacias estilísticas, como una escalera interna helicoidal. Otros ejemplos de estas residencias suburbanas son los castillos de Amboise, Blois y Azay-le- Rideau. Además de todas estas realizaciones, Francisco I se embarcó en la que quizá fue la obra fundamental de este período: el Palacio de Fontainebleau, vieja mansión de los reyes franceses que se renovará totalmente. En el edificio en sí, se aprecia ya el triunfo de las formas italianas, aunque adaptadas al gusto francés con sus típicas chimeneas y mansardas. Incluye fragmentos de desbordante creatividad, como la célebre escalera imperial, anticipo de soluciones barrocas. No obstante, quizá lo más destacado del proyecto fue que involucró a creadores de prácticamente todas las disciplinas artísticas, algunos venidos expresamente de Italia como los pintores Francesco Primaticcio o Rosso Fiorentino, el famoso escultor Benvenuto Cellini, o el arquitecto Sebastiano Serlio, importante autor de tratados de arquitectura del que apenas se conocen obras salvo este palacio. Las novedades que se fraguaron aquí trapasarían el ámbito local y darían origen a todo un estilo, el estilo de Fontainebleau, un manierismo refinado al servicio de los gustos aristocráticos. Tras Francisco I, las formas a la italiana acabaron imponiéndose definitivamente en la arquitectura bajo Enrique II, cuya esposa pertenecía a la familia florentina más poderosa (Catalina de Médicis). Bajo su mandato (1547-1559) se reformó la antigua sede de la Corte en París, el Palacio del Louvre, convirtiéndolo en un moderno edificio de estética plenamente manierista. La reforma fue dirigida por uno de los arquitectos franceses más destacados del momento, Pierre Lescot, que diseñó el gran patio central (Cour Carrée), con características fachadas en las que utiliza el módulo de arco de triunfo clásico. Asimismo, estos monarcas iniciaron la construcción de un nuevo palacio, enfrente del Louvre, el Palacio de las Tullerías, en el que intervino el otro gran arquitecto francés del Renacimiento, Philibert Delorme. La Resurrección, obra de Germain Pilon. Todo procede aquí de Miguel Ángel: la anatomía hercúlea de Cristo, los escorzos, el efecto no acabado. Hasta el diseño general del grupo remite a las Sepulturas Mediceas del florentino. Museo del Louvre, París.
  • 37. La escultura del Renacimiento en Francia fue también al compás de lo dictado por Italia. Francia dejó de ser ya a finales del siglo XIV el gran centro escultórico de Europa que fue gracias a los talleres catedralicios, situación que continuaría durante el siglo XV, y aún más en el XVI. Es paradójico y a la vez revelador que esta situación coincida con la consolidación progresiva de la institución monárquica, evidentemente deseosa de renovar su imagen y dispuesta a usar el arte como instrumento propagandístico de primer orden. No obstante de la pérdida de hegemonía en este campo, que de todas formas nunca había sido definitiva, surgieron grandes figuras al calor de los proyectos reales; es de destacar el carácter ornamental y decorativo que tuvieron las esculturas, subordinándose al proyeto general de los edificios e integrándose en éstos. Dos fueron los autores más sobresalientes: Germain Pilon y Jean Goujon. La pintura también experimentó el progresivo declive de las formas góticas tradicionales y la llegada del nuevo estilo. Como se ha señalado, se conocieron en Francia de primera mano las formas pictóricas italianas en el siglo XVI gracias a la llegada de autores muy innovadores, como Leonardo o Rosso Fiorentino. Francisco I impulsó la formación de artistas franceses bajo la dirección de maestros italianos, como Niccolò dell'Abbate o Primaticcio, siendo este último el responsable de la decoración del palacio de Fontainebleau y la organización de las fiestas de la Corte, y teniendo por tanto a sus órdenes a muchos artesanos y artistas. Esta convivencia de talentos, escuelas, disciplinas y géneros dio origen a la llamada escuela pictórica de Fontainebleau, una derivación del manierismo pictórico italiano que incide en el erotismo, el lujo, los temas profanos y las alegorías, todo ello muy del gusto de su clientela principal, la aristocracia. La mayor parte de los artistas de Fontainebleau fueron anónimos, precisamente por esa integración de las artes que se propugnaba y por el magisterio de los artistas consagrados. No obstante, conocemos los nombres de algunos pintores, figurando Jean Cousin el Viejo o Antoine Caron entre los más destacados. Sin embargo, el pintor francés más importante de la época, a a vez que uno de los grandes retratistas de todos los tiempos, aunque gran parte de su obra se haya perdido, fue François Clouet, que superó a su padre, el también apreciable Jean Clouet, en la fiel plasmación de la vida de los poderosos de la época, con una profundidad psicológica y brillantez formal cuyo precedente hay que buscarlo en Jean Fouquet, gran pintor del siglo XV aún en la órbita del Gótico. Literatura renacentista Artículo principal: Literatura renacentista La renovación general en el conocimiento que comenzó en Europa tras el descubrimiento del «mundo nuevo» en 1492 trajo consigo una nueva concepción de la ciencia y la investigación y formas distintas de hacer arte. Surgió por entonces una forma literaria que luego desembocaría en la novela, que cobró renombre en los siglos posteriores. Una de las más conocidas de esta primera época es la Utopía de Tomás Moro.
  • 38. Las obras dramáticas de entretenimiento (opuestas al propósito moralizante) volvieron al escenario. William Shakespeare es el dramaturgo más notable, pero hubo muchos más, como Christopher Marlowe, Molière, y Ben Jonson. Del siglo XVI al XVIII los ejecutantes de la Commedia dell'arte improvisaban en las calles de Italia y de Francia, pero algunas de las obras fueron escritas. Tanto las obras improvisadas como las escritas con base en un esquema tuvieron influencia sobre la literatura de la época, particularmente sobre el trabajo de Molière. Shakespeare y Robert Armin, que retomaron los bufones y jugadores para crear nuevas comedias. Todos los papeles, incluso los femeninos, eran representados por hombres, eso cambiaría primero en Francia y luego en Inglaterra también, hacia fines del siglo XVII. Música renacentista Artículo principal: Música del Renacimiento Al no conocerse la música griega o romana con tanta precisión como la arquitectura y la escultura, la música renacentista no se produce como una restauración de lo antiguo. La música de esta época fue una culminación de los estilos anteriores (Ars nova), buscando naturalidad, proporción y armonía entre texto y melodía. Características principales: Unión entre música profana y religiosa. Equilibrio entre las voces. Mayor sentido imitativo en el contrapunto. Progresiva sustitución de voces por instrumentos (se favorece así a la música instrumental, que también acompaña a la danza). Se amplía el campo de acción de la interpretación musical (templos, universidades pero también salones, cortes, etc). El músico adquiere mayor importancia social. Música vocal religiosa: 1. Motete: Es una composición de 2, 3 o más voces sobre textos latinos y de extensión breve. El motete se cantaba en Adviento, Cuaresma y en Semana Santa. Su época de mayor importancia fue durante los siglos XII y XIII. En el motete destacan las figuras de Giovanni Pierluigi da Palestrina y de Orlando di Lasso, que serán los músicos más destacados de la época. 2. Misa: Se desarrolla sobre los textos litúrgicos de esta celebración: kyrie; gloria; credo; sanctus y Agnus Dei. La misa estaba inspirada en temas del canto llano y profano, excepto en el caso de la Missae sine nomine (misa sin nombre) que no estaba inspirada en ningún tema preexistente. Era de los descubrimientos
  • 39. De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a: navegación, búsqueda El mapa de Fra Mauro (Venecia, 1459) muestra Europa, África y Asia. La llamada era de los descubrimientos o era de las exploraciones fue un periodo histórico que dio comienzo a principios del siglo XV extendiéndose hasta comienzos del siglo XVII. Durante esta época los navíos de Europa surcaron los mares del mundo en busca de nuevos socios y rutas comerciales con los que contribuir al incipiente capitalismo europeo. Durante estas exploraciones, los europeos descubrieron naciones y cartografiaron territorios que anteriormente no conocían. Entre los exploradores más famosos de la Era de los Descubrimientos se encuentran Cristóbal Colón, Vasco de Gama, Pedro Álvares Cabral, Juan de la Cosa, Bartolomé Díaz, Juan Caboto, Juan Ponce de León, Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Afrontaron la navegación oceánica con unos medios precarios: no podían determinar con precisión la longitud,1 los cascos de madera de las naves eran atacados por teredos,2 la alimentación resultaba inadecuada para largas travesías,3 y la higiene y las condiciones de vida a bordo eran malas. Sin embargo, impulsados por la economía, y para acrecentar territorios de imperios y naciones, aquellos hombres realizaron expediciones que ensancharon el mundo conocido por los europeos.
  • 40. La carabela, embarcación a vela que durante el siglo XV se utilizó ampliamente sobre todo en las expediciones que propiciaron la Era de los Descubrimientos. Contenido [ocultar] 1 Sociedad de la época 2 Antecedentes 3 Exploraciones por tierra 4 Las exploraciones de Zheng He 5 Las exploraciones portuguesas 6 Descubrimiento e inicio de la conquista de América 7 Los recursos de América 8 La vuelta al mundo o 8.1 Magallanes y el «Paso» o 8.2 «La Armada de Magallanes» o 8.3 Primera parte del viaje. El motín o 8.4 El Paso: «Canal de Todos los Santos» 9 El declive del monopolio portugués 10 Competencia de las naciones noreuropeas o 10.1 Exploraciones británicas o 10.2 Exploraciones francesas o 10.3 Exploraciones neerlandesas 11 Efecto sobre Europa 12 El final de las exploraciones 13 Véase también
  • 41. 14 Notas y referencias 15 Bibliografía 16 Enlaces externos [editar] Sociedad de la época Imprenta del siglo XV. Leonardo Da Vinci. A comienzos de la era de los descubrimientos, en el siglo XV, Johannes Gutenberg inventó uno de los objetos que más ha cambiado el curso de la historia: la imprenta de caracteres móviles.4 Desde finales de dicho siglo hasta la segunda mitad del siglo XVI tuvieron lugar
  • 42. las llamadas Guerras Italianas, que son un conjunto de conflictos europeos que tuvieron lugar entre Francia, España, Sacro Imperio Romano Germánico, Inglaterra, Escocia, la República de Venecia, los Estados Pontificios y otras ciudades estado italianas. A lo largo del siglo XVI, varios religiosos, filósofos y políticos intentaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia Católica en la Europa Occidental. Así empezó la Reforma Protestante, mediante la predicación del sacerdote católico agustino Martín Lutero. Como respuesta a ésta surgió la Contrarreforma cuyos objetivos fueron renovar la Iglesia y evitar el avance de las doctrinas protestantes. Durante la segunda mitad de dicho siglo se desencadenaron una serie de ocho conflictos que fueron bautizados bajo el nombre de Guerras de religión de Francia. En estos sucesos se enfrentaron los hugonotes y los católicos. Hasta finales de este siglo se mantuvo de forma hegemónica en Europa una corriente filosófica, filológica, intelectual, artística y educativa denominada Humanismo, el cual estaba estrechamente ligado al Renacimiento. Precisamente sería esta era la que marcaría el comienzo de la expansión mundial de la cultura europea, lo cual rompe la concepción medieval del mundo, fundamentalmente geocéntrica. Algunos de los personajes más importantes del Renacimiento fueron Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Miguel de Cervantes, el ya nombrado Martín Lutero, Alberto Durero, Johannes Kepler, Tycho Brahe, Joachim Patinir, Quintín Metsys, Antonio Moro, el Bosco, Erasmo de Rotterdam y Bruegel el viejo. Durante el siglo XVI tuvieron lugar la expulsión de los moriscos de España y la Guerra de los Treinta Años. El Renacimiento del siglo XVI es la puerta de entrada para que en los 100 años que corrieron de 1600 a 1700, la sociedad pudiera zafarse del viejo molde que implantaba métodos rígidos de comportamiento y actuación, especialmente de impuestos, por la Iglesia. Ya en el siglo XVIII se produjeron importantes avances tecnológicos como la máquina de vapor, culturales como la aparición de la enciclopedia y el desarrollo de la astronomía, y bélicos como la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, la Revolución francesa, las guerras de sucesión española, austríaca y polaca, y la Guerra de los Siete Años. Por otra parte, uno de los grandes desastres que ocurrieron en el siglo XVIII tuvo lugar en Lisboa, que fue asolada por un terremoto que destruyo prácticamente la ciudad. La corriente cultural que predominó en este siglo fue la Ilustración. [editar] Antecedentes El comercio tuvo mucho que ver con los orígenes de la Era de las Exploraciones. Se trataba de encontrar una ruta marítima hacia Asia para traer a Europa occidental las especias de Oriente,5 que hasta ese momento llegaban por tierra, en caravanas que tenían que cruzar los territorios de los países asiáticos, y cuyo comercio en Europa era prácticamente un monopolio de los mercaderes italianos, fundamentalmente venecianos y genoveses.6
  • 43. En la esquina superior izquierda, el Mediterráneo oriental. Entre Irán y África, la península de Arabia, flanqueada por dos corredores marítimos naturales: el mar Rojo, al oeste, y el golfo Pérsico al este. Por ellos salían las naves al mar de Arabia, en el océano Índico, rumbo a Oriente. Desde la Antigüedad se habían establecido dos rutas comerciales hacia el Oriente, el Este: una, marítima, que partía de Egipto e Irak, y otra terrestre, la Ruta de la Seda.7 La primera, estacional, aprovechaba los vientos monzónicos: entre abril y junio partían las naves hacia Asia oriental, desde Suez o Basora navegando por el mar Rojo o el golfo Pérsico, respectivamente,8 hasta el mar de Arabia, donde el monzón del sudoeste –que sopla hacia tierra- las impulsaba hacia el océano Índico y el mar de China.9 Unos seis meses después, entre octubre y diciembre, el monzón del nordeste –que sopla hacia el mar- facilitaba el retorno a los puertos de origen.10 11 La Ruta de la seda, vía terrestre, hundía sus raíces occidentales en las costas del Mediterráneo oriental principalmente -Alejandría, Damasco y Alepo-,12 13 y del mar Negro, desde donde se internaba en Asia pasando por Bagdad y el sur del mar Caspio, recibiendo ramales de territorios interiores de hasta las proximidades del mar de Aral. De Bujará, en el centro de Asia, partía una derivación hacia Delhi y Agra en la India. Más allá de Bujara, en Samarcanda,14 al norte del Pamir, la ruta de la seda se bifurcaba de nuevo: por el norte, hacia Almaty; por el Este, recorriendo toda el Asia central, y bordeando el Himalaya, alcanzaba la ciudad china de Xian.15 Finalmente, desde aquí sendas vías terminaban en Pekín y Shanghái.
  • 44. Desde las costas del Mediterráneo oriental la Ruta de la seda cruzaba toda Asia hasta Xian en China, y aún más allá, llegando al Océano Pacífico. El acceso a esa inmensa vía de comunicación con Oriente solía estar cerrado en manos musulmanas. Alejandría, Alepo y Damasco eran un telón de acero16 infranqueable. Sólo entre mediados del siglo XIII y del XIV los europeos tuvieron libre acceso a Catay17 durante el apogeo del imperio tártaro de Kublai Khan,18 anfitrión de Marco Polo. Las vías comerciales existentes traían las codiciadas especias, pero también las encarecían extraordinariamente por los innumerables tributos que se pagaban al cruzar tan vastos territorios. Y esto sin contar con avatares políticos, o incluso el bandidaje. Urgía resolver el problema: encontrar una ruta hacia el Poniente. Además hubo una serie de mejoras de las técnicas de navegación así como los avances en cartografía, navegación y construcción naval. El logro técnico que posibilitó la aventura fue la invención de la carraca y posteriormente de la carabela en la península Ibérica. Estos barcos eran una combinación de modelos tradicionales de navíos árabes y europeos y fueron los primeros capaces de salir del apacible mar Mediterráneo para hacerlo con cierta seguridad en aguas abiertas del océano Atlántico. La organización social de los reinos de la península ibérica determinaba una empresa así. Las grandes familias tenían la institución del mayorazgo, por la que el primogénito heredaba las posesiones familiares. Los segundones podían dedicarse a la Iglesia o probar fortuna en la guerra contra los moros, en la que podían ganar honores y tierras con su esfuerzo. Al acabar la conquista se acabaron las tierras por conquistar, aunque se podía seguir la reconquista por el norte de África, la Mauritania Tingitana de los romanos. Portugal terminó su reconquista antes que Castilla y se lanzó a establecer colonias en el norte de África como paso previo a seguir la ruta por el sur del continente. Aragón, también terminó antes que Castilla y se lanzó a buscar la ruta directamente por el Mediterráneo.
  • 45. La reina Isabel la Católica en su testamento encargó que la reconquista siguiera por tierras de África,19 pero el descubrimiento de la ruta a las Indias por Occidente (en realidad el continente americano) cambió los planes de estos segundones y abrió posibilidades inesperadas para continuar el ímpetu conquistador de los ocho siglos anteriores. [editar] Exploraciones por tierra Marco Polo (1253 - 1324). Una serie de expediciones europeas que cruzaron Eurasia por tierra a finales de la Edad Media fueron las antecesoras de la Era de las Exploraciones. Aunque los mongoles amenazaban saquear Europa también unificaron gran parte de Eurasia estableciendo vías de comunicación y rutas comerciales entre China y Oriente Medio. Algunos europeos las aprovecharon para explorar las regiones orientales. La gran mayoría de estos fueron italianos ya que el comercio entre Europa y Oriente Medio prácticamente estaba bajo el control de los comerciantes de las ciudades estado italianas.6 Sus estrechas relaciones con el Oriente Próximo mediterráneo suscitaron un gran interés comercial por las regiones que se encontraban más hacia el Este. El Papa también envió expediciones con la esperanza de encontrar conversos al cristianismo o el mítico reino del Preste Juan.