1. Datos bibliográficos de la obra reseñada
López Morales, Humberto, La andadura del español en el mundo, Buenos Aires,
Taurus, 2010, 464 pp., ISBN 978-987-04-1655-5
Dra. Patricia Nigro
Facultad de Comunicación, Universidad Austral
En la “Introducción”, López Morales explica, en primer lugar, la elección del sustantivo
“andadura”, de uso poco frecuente, para referirse a la marcha o al camino que nuestro
idioma recorrió desde sus inicios. El libro ganó el Premio de Ensayo Isabel Polanco en
el año 2010. Dice el doctor Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de
Letras, que la palabra “andadura” evoca la caballería andante, es decir que el título
podría interpretarse como “la aventura andante del español por los campos del mundo”.
Entendido así, el título no podía estar mejor elegido, porque nos remite a la lengua de
Cervantes y a Don Quijote.
El objetivo del libro es, según el autor: “señalar los momentos cumbres de este devenir
histórico (del español), indicar lo más relevante de ese proceso, con énfasis especial en
el español americano, y mostrar el posible camino…que parece aguardar a la lengua
española.” (pág. 17)
López Morales afirma que la obra no está pensada sólo para especialistas. Tal vez, los
“especialistas” que disfrutamos con su lectura y comprendemos mucho mejor la
importancia de nuestra lengua, deberíamos hacer llegar a más público este texto, en el
que se ilumina cuestiones casi no tratadas antes, como el español en Filipinas y en
Guinea Ecuatorial, el problema del español en Puerto Rico, un detallado estado de la
influencia de nuestra lengua en Estados Unidos y de las políticas dispares que se
tomaron o que se toman allí para detener o para promover su impulso creciente, lengua
que pertenece ya a la primera minoría poblacional.
2. Sumamente interesante es la descripción de las muchas y variadas lenguas aborígenes,
anteriores a la llegada de los españoles, cómo la política lingüística de la Corona que
difirió de la de los evangelizadores, las causas de la mortandad de muchas de estas
lenguas y la real incidencia que tienen hoy en el español de América.
Este libro, ineludible para los que estudiamos o amamos la lengua española, está
formado por dos partes. En la primera, titulada “Una mirada al pasado” se explica la
historia del español pero de una manera muy novedosa. A diferencia de otras historias
de nuestra lengua, el autor relata y explica los hechos, desde el punto de vista americano
y desde los tiempos anteriores a la conquista.
La segunda parte se titula “La situación actual” y ofrece, con bibliografía y estadísticas
actualizadas, una descripción completa y accesible sobre el estado del español en el
mundo de hoy y un pronóstico auspicioso sobre su crecimiento en el futuro.
La obra es un innovador y valioso aporte a otros textos que tratan de la historia del
español por el modo original en que lo narra y, además, aporta no sólo una visión
completa del tema que aborda y de fácil lectura sino también estadísticas actualizadas
con cuadros y gráficos que subrayan la información brindada.
Con respecto a la primera parte, “Una mirada al pasado”, se trata de una mirada
diacrónica de la historia del español pero contada desde una óptica específicamente
americana. El libro se abre, pues, con una síntesis del origen del español y la
importancia que tuvo la Gramática de Nebrija. Inmediatamente, pasa de la Península
Ibérica a América y se introduce en el vocabulario de las lenguas caribeñas que influyó
de inmediato en los conquistadores. Ya aquí hace una diferencia en el modo de
comunicarse de militares y funcionarios con los predicadores quienes aprendían las
lenguas indígenas para poder catequizarlos. E incluso traducían a sus lenguas el Nuevo
Testamento.
3. Con respecto a estos primeros colonizadores, Lopez Morales cuenta que los españoles
que llegaron eran en un 60% andaluces y canarios y que impusieron su variante
lingüística. Sin embargo, por influencia de los funcionarios de la Corona española que
arribaron más tarde, en las primeras ciudades importantes, la lengua de Madrid se
consideró más prestigiosa. La castellanización de América se realizó por expresa
decisión de la Corona. Los evangelizadores no sólo aprendían las lenguas nativas sino
que también contribuyeron a la expansión del nahua y del quechua. Una de las primeras
diferencias entre la colonización española e inglesa. De los primeros colonizadores, sí
quedaron en la América hispanohablante el seseo y, en buena parte del territorio, el
yeísmo.
200 años antes de que llegaran los ingleses, los españoles, con sus misiones y pueblos,
ya ocupaban amplios territorios de EEUU. Este tópico volverá a aparecer a lo largo del
libro y se relaciona directamente con la influencia que hoy tienen los hispanohablantes
en ese país.
Frente a la notoria ausencia de la mujer española en la conquista se produjo, desde el
comienzo, fomentado por las Leyes de Indias y la falta de prejuicios raciales de los
españoles un fuerte mestizaje. Esta es otra de las muchas diferencias entre España e
Inglaterra.
Con la independencia de los países hispanoamericanos, se propaga el vaticinio de que el
español se fragmentará como el latín vulgar. Esto no sólo no ocurrió sino que López
Morales al relatar la historia de la Real Academia Española, enfatiza que, ni bien
establecidas y organizados los nuevos territorios, comenzaron a nombrarse miembros
correspondientes de la RAE en Hispanoamérica. Un hecho significativo por demás es
que, en 1871, se crea la primera academia en estas tierras, la Academia Colombiana de
la Lengua Española. Buenos Aires se resistirá por la influencia de la generación
romántica a mantener la uniformidad lingüística, la Academia Argentina de Letras se
funda recién en 1931. En esos primeros tiempos de la independencia, la idea de la
“pureza idiomática” como la de la norma peninsular, que hoy ya no existe
afortunadamente, sirvió para mantener unidos a los hispanohablantes. En 1951, se crea
en México, la Asociación de las Academias de la Lengua Española, que preside el
propio Humberto López Morales.
4. Con respecto a las lenguas indígenas, de las que trata recurrentemente en el libro, López
Morales enumera como principales a: el nahua, el maya, el quechua, el aimara, el
chibcha, el guaraní y el mapuche. Entiende, entonces, que la gran diversidad lingüística
precolombina favoreció así la castellanización de Hispanoamérica. Luego analiza el
estado actual de esas lenguas cada país, las situaciones existentes de bilingüismo y las
lenguas que continúan vivas. Actualmente, hay 271 lenguas indígenas vivas en
Hispanoamérica. Las florecientes se caracterizan porque poseen más de un millón de
hablantes, tienen escritura y medios de difusión propios. En esta categoría se encuentran
el quechua, el guaraní, el zapoteco y el aimara. Estadísticamente, todos los hablantes de
estas lenguas suman el 1, 5 % de la población de Hispanoamérica.
Un aspecto para destacar es la distinción que efectúa López Morales entre política y
planificación lingüística. La primera se refiere a las decisiones de un organismo de
gobierno con respecto a una lengua dada. Por ejemplo, si una lengua será considerada
oficial o no en las leyes de ese país. En cambio, cualquier decisión política requiere de
una planificación con el apoyo de lingüistas y especialistas, que incluye la difusión y la
enseñanza de la lengua oficializada. Esto vale, tanto para los esfuerzos de
castellanización de la población como para el esfuerzo de conservación de las lenguas
autóctonas.
Otro hito muy interesante y poco tratado en la bibliografía que circula es de las lenguas
africanas. Estas llegaron muy temprano a América y la población negra es la tercera raíz
del continente. Alrededor de 9 millones de negros arribaron a estas tierras en la época de
la colonización y de la independencia. La zona más influida fue el Caribe. Los que
arribaban traían consigo sus distintas lenguas y, por este motivo, adoptaron rápidamente
el castellano.
En 1565, las Islas Filipinas (nombradas en honor de Felipe II pasan a la Corona
española), fueron colonizadas por España. Aunque económicamente no eran rentables,
para el Rey contribuían a la obra difusora del catolicismo. En 1898, después de la
derrota española, EEUU se quedó con las islas. Actualmente, hay unos 2500 españoles
en las islas y más de 20 000 aprenden español como segunda lengua.
5. En otro continente, en 1778, Guinea Ecuatorial pasó oficialmente a la Corona y formó
parte del Virreinato del Río de la Plata hasta 1810. Sólo en 1968 el país obtuvo su
independencia. El español es hoy lengua oficial se avanza en la alfabetización en
español ya que muchos lo hablan pero no lo escriben y existe en proyecto la creación de
una Academia Guineana de la Lengua Española.
En la segunda parte, “La situación actual”, el panorama que describe el autor es
sincrónico. El primer problema que se plantea es el nombre que nos damos y nos dan a
los hispanohablantes. Se discuten, pues, los nombres de Hispanoamérica, Iberoamérica
y Latinoamérica (galicismo impuesto por EEUU, de origen confuso y significado mal
aplicado). Sin embargo, las estadísticas que ofrece López Morales demuestran que más
de un 50 % de la población hispanoamericana prefiere el gentilicio latinoamericano para
nombrarse a sí misma.
La otra discusión que atañe a los nombres es la del uso de castellano y español.
Constitucionalmente, para España, el nombre de la lengua es española. El autor afirma
que el 82 % de los habitantes de España habla únicamente de español. En
Hispanoamérica, sin embargo, algunos países usan el término castellano y otros,
español.
Nada que tenga que ver con nuestra lengua queda fuera de este libro, incluso la
discusión sobre los dialectos españoles: el catalán y sus variantes (valenciano y
mallorquí), el gallego, el vasco (batúa). Hay un apartado en el que se discute acerca de
las posibilidades del bable asturiano, discusión que se apoya siempre en estadísticas
actualizadas.
En una etapa del mundo de mortandad lingüística alta, el español se expande
demográficamente. Es una de las llamadas “lenguas de primer rango” (entre cien y mil
millones de hablantes): inglés, chino mandarín, el ruso, el español, el indi, el árabe, el
bengalí y el portugués.
El hablante de español es hablante nativo y posee un buen dominio de su lengua.
¿Cómo se distribuyen en Hispanoamérica? En Cuba, son el 99, 9% de la población, en
El Salvador, el 99, 7% y en la Argentina, el 99, 4%. Los porcentajes más bajos se dan
en Paraguay (63%) y Bolivia (73%), por la vigencia de las lenguas indígenas.
6. De los países no hablantes de español, EEUU tiene el 15, 18% de su población y por la
cantidad de personas es el país que usa otra lengua, en que viven más hispanohablantes.
Otro punto que López Morales considera son los movimientos migratorios entre la
Península y América y dentro de la propia Hispanoamérica. Ecuatorianos, peruanos y
colombianos son los que en mayor medida emigraron a España en los últimos 20 años.
En la Argentina, actualmente, hay un millón doscientos mil inmigrantes de habla
española.
Un tema muy profundizado y de lectura obligada es el que se refiere a la inmigración
hispana en EEUU. Esta se compone de mexicanos (casi un 60%), portorriqueños,
cubanos, centroamericanos y de otras zonas de América del Sur. La mayoría vive
California, Texas, Florida y Nueva York.
EEUU tiene más de 35 millones de hablantes de español pero, de todos ellos, un 23 %
(la tercera generación) ha perdido su lengua materna. El autor distingue entre
inmigrantes económicos e inmigrantes que escapan de situaciones políticas y religiosas
intolerables. En 1980, se fundó la Academia Norteamericana de la Lengua Española: el
objetivo es mantener el índice de lealtad lingüística para que el español siga vivo.
Llegan al país 3700 hispanohablantes por día.
El español es la segunda lengua de comunicación internacional. En Hispanoamérica,
sólo en Puerto Rico (nativos de español que aprenden inglés) y en Paraguay (país
bilingüe) hay otras lenguas cooficiales.
Una distinción clarificadora es la que realiza Lopez Morales cuando explica:
…un dialecto es un sistema comunicativo virtual, pero realizable, circunstancia que lo aparta del concepto
lengua. Los dialectos son “sistemas” y no conjuntos de fenómenos particulares, y se oponen a la lengua
en varios puntos: en primer lugar, tienen hablantes, de ahí que sean realizables. Luego, todo hablante es
un hablante dialectal; la lengua no la habla nadie. “Hablar una lengua” hacer uso de uno de sus geolectos
o variedades geográficas: el español de México, de Buenos Aires, de Granada, que, por supuesto, poseen
elementos particulares, pero también una cantidad enorme de elementos comunes, que permiten una
comunicación sin problemas. “Lengua” es, sin embargo, una etiqueta útil para entendernos en nuestras
conversaciones cotidianas, pero un concepto teórico muy elusivo. (pág. 281)
7. Teniendo en cuenta estas variedades del español, se podrían señalar dos zonas: las
“tierras bajas” con la aspiración y la pérdida de la S final, la confusión de l y r, la
aspiración de la j y la velarización de n final. Las “tierras altas” conservan un
consonantismo final muy fuerte.
Señala el autor que el voseo es el único fenómeno lingüístico distinto del habla
peninsular. Es un fenómeno minoritario en el continente con cuatro variantes: vos
teméis; vos temís; vos temés y vos temes.
En otro momento, López Morales marca el error de considerar americanismos sólo a los
términos que han nacido en el suelo americano porque así se los confunde con los
indigenismos. Según su posición, es más claro considerarlos como vocablos que se usan
en América con acepción nueva o diferente de la de su origen. Un ejemplo son las
palabras malsonantes y sus sustitutos. Asimismo, es necesario distinguir entre
americanismos y regionalismos.
Con gran acierto, López Morales observa que la norma lingüística de las capitales
hispanoamericanas es la considerada de prestigio para todo el país. La ciudad discrimina
a quienes no integran sus normas y sólo la escuela puede terminar con la discriminación
lingüística.
Estudio, más adelante, el caso de Puerto Rico. Los habitantes de la isla son ciudadanos
norteamericanos y constituyen un “estado libre asociado”. De siete millones de
portorriqueños, la mitad vive en la isla y habla español y la otra mitad, en Nueva York,
en la que predomina el inglés. El inglés se enseña en la isla como segunda lengua y lo
habla el 25% de la población. El 98% de los portorriqueños habla español.
Un capítulo aparte de este exhaustivo libro lo forman los vocabularios o dialectos
“marginales”. Entre ellos, López Morales incluye las lenguas artificiales como el
lunfardo (incorporado en gran medida al habla popular de Buenos Aires) y el parlache
(usado en Colombia por grupos ligados al narcotráfico); las lenguas en contacto
(fronterizas) como el portuñol (empleado en la zona limítrofe entre Uruguay y Brasil),
el cocoliche (ya desaparecido) y el espanglish (híbrido léxico que se usa únicamente en
situaciones particulares). Y el caso del llanito o yanito, español muy transferido por el
inglés que se habla en Gibraltar.
8. Los últimos dos capítulos de esta obra están dedicados a delinear un panorama del
español hoy y a hipotetizar sobre el futuro de nuestra lengua.
9. Como primera nota importante, el autor muestra que los estudiantes de español como
segunda lengua se han quintuplicado desde 1994. Hay alrededor de 14 millones de
estudiantes de español en el mundo hoy. En EEUU, se enseña asimismo español para
hispanohablantes o español para bilingües. Desde 1960, la población que habla español
en ese país aumentó un 500%. Los alumnos que lo aprenden como segunda lengua
superan los 5 millones y se transformó así en idioma extranjero más estudiado en
escuelas secundarias y en universidades.
Por la influencia del Mercosur, la enseñanza del español floreció en Brasil. Se enseña en
primaria y en secundaria como segunda lengua. Se calcula que, en diez años, habrá 30
millones de hablantes de español en Brasil.
Internet y la televisión, en especial, las telenovelas hispanoamericanas, son las grandes
difusoras de español en todo el planeta. Como en muchos países las telenovelas se dan
subtituladas, esto contribuye a desarrollar una competencia pasiva del idioma. Se ve en
esto en el auge de la enseñanza del español en Israel.
Con certeza, entiende López Morales que la lengua es un vehículo para que los grupos
humanos defiendan sus derechos, su bienestar y sus intereses. El español es la cuarta
lengua hablada del planeta y la utiliza el 5, 7% de la población mundial. Si se mantiene
su crecimiento como hasta ahora, será la tercera para el año 2030.
Reseña publicada en la Revista Páginas de Guarda. Revista de lenguaje, edición y
cultura escrita, Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Nº 12 (2011): pp. 137-137.