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Practicas mecanografia
1. LOS DE GALARZA
La casa de Capurro tenía asimismo claves y misterios. Por ejemplo, yo
advertía que a veces, por lo común a la hora de la siesta, cuando mi padre
se acercaba a mi madre y empezaba a cercarla con caricias, besos y abrazos
furtivos, en ciertas ocasiones mi madre sonreía, le devolvía algún beso y
luego ambos se encerraban por un rato largo en el dormitorio. Pero otras
veces, cuando mi padre empezaba con sus arrumacos, mi madre se ponía
seria y simplemente le decía: “Hoy no puedo, viejo. Vinieron los de
Galarza.” Para mí esa respuesta era un enigma, porque yo había estado toda
la mañana en casa y nadie había venido: ni los de Galarza ni los de ninguna
otra familia. Además, yo no conocía a nadie que se llamara así. Sólo varios
años después supe que Galarza eral nombre de un jefe colorado, durante los
años de guerra civil y, según la leyenda, cuando sus hombres pasaban por
algún poblado, los derramamientos de sangre eran inevitables. O sea que lo
que mi madre le avisaba a mi padre (en clave, claro, debido a mi indiscreta
presencia) era que estaba con la regla y en consecuencia no se hallaba en
disponibilidad erótica.
………..
Estas palabras no están demasiado alejadas de algo que le oí decir hace
poco a Rafael Azcona en una de sus raras apariciones en público. Al
preguntarle en Televisión Española cuáles eran las diferencias entre cine y
literatura, Azcona las resumió en un lúcido ejemplo muy breve: “Si en un
libro se dice que en una habitación hay una silla, esa silla será vista por los
diferentes lectores de muy diversas maneras. Un príncipe, por ejemplo,
imaginará que la silla es estilo Luis XIV, mientras que un mendigo pensará
que se trata de una silla rota y desvencijada. En cambio, si en una película
aparece una silla, ésta no puede ser más que lo que todo el mundo ve”.
2. La postura al escribir
Escribir a máquina es una tarea que se realiza sentado, y, en ocasiones,
durante muchas horas al día. No es preciso advertir que, por este
motivo, la salud de los mecanógrafos depende de la adquisición de
posturas adecuadas en el desarrollo de su trabajo, y del respeto de
algunas normas de seguridad que pueden evitar las lesiones de espalda,
lumbalgias u otras afecciones.
Cómo me siento a escribir
Las manos deben estar relajadas, para reducir los fallos y la fatiga, y no
deben apoyarse las muñecas al escribir, pues ello dificulta el
desplazamiento de las manos por el teclado. Antes de comenzar a
escribir, como los deportistas, podemos ejercitar las articulaciones de los
dedos para mejorar la prestación.
Los dedos se curvarán ligeramente hacia el teclado de tal modo que las
yemas reposen sobre las teclas, sin llegar a apoyarse completamente.
Mientras se producen las pulsaciones, las manos no se levantarán del
teclado. Las uñas largas pueden dificultar la tarea y provocar errores
innecesarios.
El cuerpo debe acomodarse sobre la silla con el tronco recto y
levemente apoyado sobre el respaldo. Si es preciso, debe graduarse la
zona lumbar del asiento para conseguir esta postura, de manera que el
teclado quede a ras de los codos. Las piernas quedarán sin cruzar,
flexionadas por las rodillas y apoyadas sobre el suelo o el reposapiés. La
pantalla debe quedar ligeramente por debajo de la línea de los ojos.
Salud laboral
Hasta hace poco tiempo, las empresas y los responsables públicos
prestaban poca atención a la salud en el trabajo, y existía poca
conciencia. El auge de la ergonomía debe entenderse en un contexto
social que, cada vez más, exige la seguridad y el bienestar laboral. El
desarrollo de esta conciencia ha mejorado las condiciones de muchos
trabajos.
Los avances de la ergonomía en muchas profesiones tardan a veces un
largo período en tener un reflejo real en las leyes, que suelen ir siempre
por detrás de las costumbres. De ahí que muchas de estas normas sean
interesantes consejos para la salud laboral, pero no necesariamente
exigencias legales que las empresas tengan que cumplir.
El asiento
La calidad del asiento es clave para la salud de un administrativo, dada
la cantidad de horas que pasará sentado en él. El asiento debe ser
cómodo y estable. Es conveniente también que tenga reposabrazos y
ruedas, para facilitar el desplazamiento, y que su altura y su inclinación
sean graduables.
3. Cómo decir “no” a tu jefe sin tener que lamentarlo
La figura del superior, en general, impone. El miedo a ser despedido hace que los empleados
acepten peticiones del jefe de forma instantánea. Algo que puede tener consecuencias negativas
tanto para el empresario como para el subordinado.
Cada vez son más las empresas que quieren que sus trabajadores hagan más cosas en menos tiempo.
Pero la solución no es dar siempre el visto bueno a todo. No se trata de contestar simplemente "no
quiero", hay formas de dar negativas a los jefes que, dichas en tono amable y respetuoso, pueden
favorecer incluso las condiciones del trabajador. Estos son algunos ejemplos:
Tomarse tiempo. Ante la nueva demanda de un superior, lo mejor es valorar las circunstancias. En
función del puesto que se tenga, y después de analizar que la petición sea razonable, lo adecuado es
meditar lo que podría suponer dar una negativa: ¿una oportunidad para centrar la carrera profesional
o, por el contrario, un empeoramiento de la situación en el puesto de trabajo?
Con fundamentos. No basta con decir "no quiero" o "no se puede". Se trata de justificar la
respuesta de forma coherente, con argumentos de peso. Un empleado, por ejemplo, debería saber
explicar el motivo por el que no se ve preparado para un proyecto, cuánto tiempo exige el mismo, la
calidad técnica que requiere el encargo para cumplirlo en tiempo y forma…
Dar alternativas. Antes de dar una rotunda negativa, pueden ofrecerse al jefe otras posibilidades
que no hayan contemplado. La posible incompatibilidad de funciones es independiente a mostrar
interés por el proyecto. Algo que se consigue ofreciendo ayuda para algunas tareas relacionadas con
el encargo o barajando una fecha posterior para su realización.
Analizar los pros y los contras. Los expertos recomiendan valorar estratégicamente las ventajas e
inconvenientes de las nuevas propuestas. Decir siempre "sí" no se traduce siempre en una
recompensa en forma de ascenso o de gratificación económica. La sobrecarga de tareas por parte
del empleado puede mermar la calidad de su trabajo, por no hablar de las consecuencias que puede
tener para su salud física y mental hacer frente a un mayor nivel de estrés y agotamiento.
No dar demasiadas explicaciones. Un error bastante habitual es dar razones de más. Sin embargo,
"al buen entendedor, pocas palabras bastan", dice el refrán. Una explicación corta y simple puede
convencer más al empresario. Dar muchos detalles a veces se interpreta como una excusa. Además,
se debe ser consciente de los asuntos personales que se indican al superior. Por ejemplo, anteponer
un partido de pádel a una reunión a última hora resta relevancia al puesto de trabajo.
Cara a cara. Lo mejor, si se quieren hacer bien las cosas, es hablar con el jefe de forma personal.
Un correo electrónico o una llamada telefónica pueden dar lugar a malentendidos por el tono o
alguna expresión usada. En ese sentido, resulta más fácil hacer cualquier rectificación o aclaración
en una conversación cara a cara.
Sinceridad. Decir la verdad contribuye a la buena relación laboral con el empresario. Es habitual,
por ejemplo, que un trabajador se plantee negarse a hacer horas extra por compromisos familiares.
En ese caso, debería explicárselo al encargado para que tuviera una mayor comprensión.
4. Qué no deberías poner en tu currículo
El currículum vítae es una forma de venderse: si se cometen fallos, la empresa suele descartar de
forma automática al aspirante. Por eso es importante aprender a sortear los 'errores' más habituales.
Todo es subjetivo, pero hay algunas referencias en los currículos que 'rechinan' a las empresas y
pueden alejar al candidato del puesto al que aspiran. Estas son las más significativas:
Detalles personales. No conviene indicar la religión, el estado civil o las simpatías políticas. Solo
de forma excepcional, cuando es importante para el desempeño del puesto, deberían mencionarse
vínculos con organizaciones de distinta índole.
¿Con o sin foto? Esta no es la cuestión. Lo importante es no pasar a formar parte del grupo de
aspirantes que sorprende a los seleccionares con fotos con muy poca ropa, haciendo posados o
realizadas en una noche de fiesta. A menos que el interesado sea modelo o intérprete, estas
instantáneas son una mala opción. La clásica foto de carné es la más apropiada para el currículo.
Hobbies y tiempo libre. Puede obviarse en el currículum vítae cualquier información que no esté
relacionada con los objetivos laborales. La empresa no suele tener en cuenta las actividades lúdicas
o los trofeos conseguidos por el candidato en su tiempo de ocio.
Expectativas salariales. ¿Cuánto se quiere ganar? Decir mucho o poco dinero puede perjudicar al
aspirante de especificarlo en el currículo. Lo mejor es tratar el asunto durante la entrevista personal,
no antes, a menos que lo exija la compañía.
'Maquillar' el documento. No es aconsejable abusar del término 'experto' en determinadas
materias o programas. El seleccionador podría sospechar que el candidato está exagerando con la
experiencia profesional o el nivel de idiomas que asegura tener.
Mentir. Una vez enviado, lo que diga el currículo va a misa. De ahí que no haya que dar nombres
falsos de empresas, crear jefes imaginarios o inventar cartas de recomendación. Las compañías
contrastan los datos: un estudio realizado por CareerBuilder señala que el 72% de las empresas
descubrieron mentiras en los currículos, lo que supone un desprestigio para el aspirante.
Despidos procedentes. En la carta de presentación o el currículo, el candidato debe ahorrarse los
detalles sobre cómo finalizó su última relación laboral. Mäs aún si el motivo fue un despido por su
bajo rendimiento, robó a la empresa o llegó tarde en reiteradas ocasiones. Eso sí, a pesar de no
reflejarlo por escrito, si el seleccionador pregunta al aspirante en la entrevista de trabajo sobre esta
cuestión, este debería afrontar los hechos y ofrecer una explicación.
No adjuntar referencias. Indicar que se tienen cartas de recomendación y no sumarlas al currículo
puede hacer dudar de la palabra del candidato. Cuando se disponen de referencias, lo mejor es
entregarlas a la empresa y adelantarse a que esta las solicite.
Información confidencial. Haber tenido acceso a datos relevantes de una organización, no supone
que deban revelarse en el currículo. Esto creará desconfianza en el seleccionar, que prescindiría del
candidato para determinadas funciones.
Exceso de información. Hay que evitar sobreactuar con frases sobrecargadas del tipo: "Supervisión
dando ejemplo a los demás" o "Me considero una persona proactiva y trabajadora que puedo aportar
mucho a su empresa". Conviene resumir los datos y que el currículo no exceda de uno o dos folios.
Faltas de ortografía. Las empresas tendrán en cuenta cualquier incorrección. Cometer erratas en el
currículo o usar expresiones coloquiales, pueden arruinar una buena candidatura. Hay que analizar
el currículo con el máximo detalle antes de presentarlo.