Feminismo y la filosofía política de judith butler
1. EL FEMINISMO Y LA
FILOSOFÍA POLÍTICA DE
JUDITH BUTLER
RAFAEL MORA
2.
3. DEFINICIÓN DE FEMINISMO
El feminismo como teoría explica la
situación de subordinación de las mujeres
dentro de los sistemas sociales e investiga
cómo se constituye el sujeto femenino a
través del género.
El feminismo como práctica es un
movimiento social y político iniciado a
finales del s. XVIII que supone la toma de
conciencia de las mujeres como grupo
colectivo humano, de la opresión,
dominación, y explotación de que ha sido y
son objeto por parte del colectivo de los
varones en el seno del patriarcado bajo sus
distintas fases históricas de modelo de
producción, lo cual las mueve a la acción
para la liberación de su sexo con todas las
transformaciones de la sociedad que
aquella requiera.
4. HISTORIA DEL FEMINISMO
La historia del feminismo ha sido desarrollada, de
acuerdo a Ortega Graciano (2002), en diferentes olas
tal y como lo podemos apreciar en la siguiente
estructura resumida:
1ra. Ola de Feminismos:
Christine de Pizan, Poullain de la Barre, Olimpia de
Gouges, Condorcet, Mary Wollstonecraft
2da. Ola de Feminismos:
Sojourner Truth, John Stuart Mill, Harriet Taylor,
Flora Tristán, Alejandra Kollontai, Emma Goldman,
Simone de Beauvoir
3ra. Ola de Feminismos
Bety Friedan, Kate Millet, Julia Kristeva, Donna
Haraway
5. INICIA LA MISOGINIA: ARISTÓTELES SOBRE LA MUJER
Por último, debemos decir algo sobre la opinión que tenía Aristóteles de la
mujer. Desgraciadamente no era tan positiva como la de Platón. Aristóteles
pensaba más bien que a la mujer le faltaba algo. Era un “hombre incompleto”.
En la procreación la mujer sería pasiva y receptora, mientras que el hombre
sería el activo y el que da. Aristóteles pensaba que un niño sólo hereda las
cualidades del hombre, y que las cualidades del propio niño estaban contenidas
en el esperma del hombre. La mujer era como la Tierra, que no hace más que
recibir y gestar la semilla, mientras que el hombre es el que siembra. 0, dicho
de una manera genuinamente aristotélica: el hombre da la «forma» y la mujer
contribuye con la «materia». Naturalmente, resulta sorprendente y también
lamentable que un hombre tan razonable en otros asuntos se pudiera equivocar
tanto en lo que se refería a la relación entre los sexos. No obstante, nos
muestra dos cosas: en primer lugar que Aristóteles seguramente no tuvo mucha
experiencia práctica con mujeres ni con niños. En segundo lugar, muestra lo
negativo que puede resultar que los hombres hayan imperado siempre en la
filosofía y las ciencias. Y particularmente negativo resulta el error de Aristóteles
en cuanto a su visión de la mujer, porque su visión, y no la de Platón, llegaría a
dominar durante la Edad Media. De esta manera, la Iglesia heredó una visión de
la mujer que en realidad no tenía ninguna base en la Biblia. ¡Pues Jesús no era
anti-mujer! ¡No digo más!
6. TOMÁS SOBRE LA MUJER
–Desgraciadamente Tomás de Aquino también se quedó
con la visión que de la mujer tenía Aristóteles. Te
acordarás de que Aristóteles pensaba que la mujer era
algo así como un hombre imperfecto. Opinaba además
que los hijos sólo heredaban las cualidades del padre.
Como la mujer era pasiva y receptiva, el hombre era el
activo y el que daba la forma. Estos pensamientos
armonizaban, según Tomás de Aquino, con las palabras
de la Biblia, donde se dice, entre otras cosas, que la
mujer fue creada de una costilla del hombre. –
¡Tonterías! –Conviene añadir que el que algún
mamífero pone huevos no se supo hasta 1827. Por lo
tanto quizás no fuera tan extraño que se pensara que
el hombre era el que daba la forma y la vida en la
procreación. Además debemos tener en cuenta que
según Tomás la mujer es inferior al hombre sólo física-
mente. El alma de la mujer tiene el mismo valor que la
del hombre. En el cielo hay igualdad entre hombres y
mujeres, simplemente porque dejan de existir todas
las diferencias físicas entre los sexos.
7. 1ra. Ola de Feminismos: Poullain de la Barre (1647-1725)
Siendo un joven cura de 26 años, publica en 1671 un libro polémico y
radicalmente moderno, titulado La igualdad de los sexos. Poullain de la
Barre es un filósofo cartesiano que por sus ideas merece ser considerado
un adelantado del discurso de la Ilustración. En sus obras, aplica los
criterios de racionalidad a las relaciones entre los sexos. Anticipándose a
las ideas principales de la Ilustración, critica especialmente el arraigo de
los prejuicios y propugna el acceso al saber de las mujeres como remedio
a la desigualdad y como parte del camino hacia el progreso y que
responde a los intereses de la verdad.
Poullain de la Barre publicó otros dos textos sobre el mismo tema en los
dos años siguientes: La educación de las damas para la conducta del
espíritu en las ciencias y Las costumbres y La excelencia de los hombres
contra la igualdad de los sexos. En el primero, su intención era mostrar
cómo se puede combatir la desigualdad sexual a través de la educación, y
en el segundo quiso desmontar racionalmente las argumentaciones de los
partidarios de la inferioridad de las mujeres. De la Barre hizo célebre la
frase “la mente no tiene sexo” e inauguró una de las principales
reivindicaciones del feminismo tanto en su primera ola como en la
segunda: el derecho a la educación.
8. Ilustración francesa
Aquellos grandes principios con los que la Ilustración y la Revolución
francesa cambiaron la historia –libertad, igualdad y fraternidad-, no
tuvieron nada que ver con las mujeres. Todo lo contrario, las francesas
y todas las europeas salieron de aquella gran revuelta peor de lo que
entraron.
Al mundo que anunciaban teóricamente los filósofos de la Ilustración se
llega gracias a dos procesos revolucionarios. Por un lado, la revoluciones
políticas que derribarán el absolutismo y caminarán por un primitivo
embrión de democracia y la revolución industrial que transformará los
métodos tradicionales de producción en formas de producción masiva.
Así, el 4 de julio de 1776 Thomas Jefferson redacta la Declaración de
Independencia de EE.UU., que en realidad consiste en la primera
formulación de los derechos del hombre: vida, libertad y búsqueda de
la felicidad. En Francia, en pleno proceso revolucionario, el 28 de
agosto de 1789 se proclama la Declaración de los Derechos del Hombre:
reconocimiento de la propiedad como inviolable y sagrada; derecho de
resistencia a la opresión; seguridad e igualdad jurídica y libertad
personal garantizada.
9. Jean Jacques Rousseau (1712-1778)
Ninguno de esos derechos fue reconocido para las mujeres. Las
revoluciones fueron posibles porque, además de una serie de razones
económicas objetivas -malas cosechas, hambrunas, fluctuaciones
demográficas y económicas, alza de los precios-, comenzaba una
nueva forma de pensar. Por primera vez en la historia se defiende el
principio de igualdad y ciudadanía.
Sin embargo, Rousseau, uno de los teóricos principales de la
Ilustración, un filósofo radical que pretende desenmascarar cualquier
poder ilegítimo, que ni siquiera admite la fuerza como criterio de
desigualdad, que apela a la libertad como un tipo de bien que nadie
está autorizado a enajenar y que defiende la idea de distribuir el
poder igualitariamente entre todos los individuos, afirma que, por el
contrario, la sujeción y exclusión de las mujeres es deseable. Es,
más, construye el nuevo modelo de familia moderna y el nuevo ideal
de feminidad.
“Toda educación de las mujeres debe de estar referida a los hombres.
Agradarles, serles útiles, hacerse amar y honrar por ellos, criarles de
pequeños y cuidarles cuando sean mayores, aconsejarles, consolarles,
hacerles la vida agradable y dulce: éstos son los deberes de las
mujeres de todos los tiempos y lo que ha de enseñárseles desde la
infancia”
10. Olimpia de Gouges (1748-1793)
Las mujeres de la Revolución Francesa observaron con estupor cómo el nuevo
Estado revolucionario no encontraba contradicción alguna en pregonar a los cuatro
vientos la igualdad universal y dejar sin derechos políticos a todas las mujeres.
Los Cuadernos de Quejas de las mujeres no fueron tenidos en cuenta. En agosto
de 1789, la Asamblea Nacional proclamaba la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano.
Frente a este texto, dos años más tarde, Olimpia de Gouges publicó la réplica
feminista: la “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”, que
constituyó una de las formulaciones políticas más claras en defensa de ese derecho
la ciudadanía femenina. Con su Declaración, Olimpia denunciaba que la Revolución
había denegado los derechos políticos a las mujeres y, por lo tanto, que los
revolucionarios mentían cuando se les llenaba la boca de principios “universales”,
como la igualdad y la libertad, pero no digerían mujeres libres e iguales.
Olimpia, sin duda, no encajaba en su época. Ella tenía todo a favor para
escandalizar a la opinión pública de su tiempo. Y fue castigada. A una mujer que
tiene más de cuatro mil páginas de escritos revolucionarios que abarcan obras de
teatro, panfletos, libelos, novelas autobiográficas, textos filosóficos, satíricos,
utópicos... se le acusó de que no sabia leer ni escribir. Olimpia enviudó siendo muy
joven, circunstancia que al parecer no sintió mucho ya que se refería al
matrimonio como “la tumba del amor y de la confianza”. Fue apasionada
defensora del divorcio.
11. Olimpia de Gouges (1748-1793)
Las mujeres participaron en el proceso revolucionario
de forma muy activa. La marcha sobre Versalles que
realizaron alrededor de 6,000 parisinas el 5 y el 6 de
octubre de 1789 en busca del rey y de la reina fue un
detonante revolucionario. Las mujeres consiguieron el
traslado de ambos a París. Poco después, se presentó
una petición de las damas dirigida a la Asamblea
Nacional que denunciaba la “aristocracia masculina”
y en ella se proponía la abolición de los privilegios del
sexo masculino, tal cual se estaba haciendo con los
privilegios de los nobles sobre el pueblo. Entre 1789 y
1793, quedaron censados 56 clubes republicanos
femeninos activos en la emisión de peticiones y con
expresión pública de una voz en femenino que
reclamaba la presencia de las mujeres en la vida
política.
12. Sin embargo, el poder masculino reaccionó con saña. En 1793, las mujeres
son excluidas de los derechos políticos recién estrenados. En octubre se
ordena que se disuelvan los clubes femeninos. No pueden reunirse en la
calle más de cinco mujeres. En noviembre es guillotinada Olimpia de
Gouges. Muchas mujeres son encarceladas. En 1795, se prohíbe a las
mujeres asistir a las asambleas políticas. Aquellas que se habían
significado políticamente, dio igual desde qué ideología, fueron llevadas a
la guillotina o al exilio. Quince años más tarde, el Código de Napoleón,
imitado después por toda Europa, convierte de nuevo el matrimonio en un
contrato desigual, exigiendo en su artículo 321 la obediencia de la mujer
al marido y concediéndole el divorcio sólo en el caso de que éste llevara a
su concubina al domicilio conyugal.
Con el Código de Napoleón la minoría de edad perpetua de las mujeres
quedaba consagrada: “Eran consideradas hijas o madres en poder de
sus padres, esposos e incluso hijos. No tenían derecho a administrar su
propiedad, fijar o abandonar su domicilio, ejercer la patria potestad,
mantener una profesión o emplearse sin permiso, rechazar a su padre o
marido violentos. La obediencia, el respeto, la abnegación y el
sacrificio quedaban fijados como sus virtudes obligatorias. El nuevo
derecho penal fijó para ellas delitos específicos que, como el adulterio
y el aborto, consagraban que sus cuerpos no les pertenecían. A todo
efecto, ninguna mujer era dueña de sí misma, todas carecían de lo que
la ciudadanía aseguraba, la libertad”
13. HEGEL SOBRE LA MUJER
-"La diferencia entre el hombre y la mujer es igual a la
que existe entre el animal y la planta", escribió Hegel."El
animal se asemeja al carácter del hombre, y la planta al
de la mujer, porque su evolución consiste más bien en
un tranquilo despliegue de energía, que tiene como
principio la unidad indeterminada del sentimiento. Si las
mujeres están al frente del gobierno, el Estado está en
peligro, porque no actúan conforme a las demandas del
público, sino que siguen inclinaciones y opiniones
casuales. También las mujeres se están, de alguna
manera, cultivando -no se sabe cómo- casi como si
absorbiesen las ideas más a través de la vida que
mediante la adquisición de conocimientos. El hombre,
por otra parte, tiene que alcanzar su posición luchando
por adquirir ideas y mediante enormes esfuerzos
técnicos".
14. La 2da Ola
Sojourner Truth es un gran ejemplo de las diversas voces de mujeres distintas
que se van uniendo al sufragismo. Sojourner hizo honor a su nombre -
literalmente, “Verdad Viajera”- y pregonó allí donde pudo, algunas
“verdades” que cuestionaban aún más los discursos que justificaban la
exclusión de las mujeres. Sojourner Truth era una esclava liberada del estado
de Nueva York. No sabía leer ni escribir, pues estaba prohibido y castigado
con la muerte para los esclavos, pero fue la única mujer negra que consiguió
asistir a la Primera Convención Nacional de Derechos de la Mujer, en
Worcester, en 1850. Al año siguiente, pronunció un discurso en la Convención
de Akron y con él enfocó, por primera vez, los problemas que tenían las
mujeres negras, asfixiadas entre la doble exclusión: la de la raza y la del
género.
“Creo que con esa unión de negros del Sur y de mujeres del Norte, todos
ellos hablando de derechos, los hombres blancos estarán en un aprieto
bastante pronto. Pero, ¿de qué están hablando todos aquí?
Ese hombre de allí dice que las mujeres necesitan ayuda al subirse a los
carruajes, al cruzar las zanjas y que deben tener el mejor sitio en todas
partes. ¡Pero a mí nadie me ayuda con los carruajes, ni a pasar sobre los
charcos, ni me dejan un sitio mejor! ¿Y acaso no soy yo una mujer?
¡Miradme! ¡Mirad mi brazo! He arado y plantado y cosechado, y ¡ningún
hombre podía superarme! ¿Y acaso no soy yo una mujer? […] He tenido
trece hijos, y los vi vender a casi todos como esclavos, y cuando lloraba con
el dolor de una madre, ¡nadie, sino Jesús me escuchaba! ¿Y acaso no soy yo
una mujer?”
15. John Stuart Mill (1806-1873) y Harriet Taylor (1807-1858)
El feminismo respeta a John Stuart Mill, especialmente por su libro
La sujeción de la mujer –publicado en 1869- y también por su
trabajo político como diputado en la Cámara de los Comunes (el
Parlamento inglés). Mill no consiguió ninguna de sus iniciativas, tuvo
que soportar la sorna de sus compañeros diputados e incluso en el
periódico Times se escribió con ironía que Mill intentaba realizar
“una gran reforma social”, mediante el cambio de una simple
palabra, cuando éste pretendió cambiar “hombre” por “persona”,
en la reforma electoral que se discutía en ese momento.
La trascendencia de La sujeción de la Mujer fue excepcional. Se
convirtió en el libro de referencia, algo así como la música de fondo
de todo el sufragismo. Su tesis principal es la afirmación nítida de
las mujeres como individuos libres.
Para los Mill, el matrimonio, tal como estaba regulado, era una
forma de prostitución -“acto de entregar su persona por pan”- y
defienden el cambio de la ley de matrimonio, el divorcio y la
necesidad de que las mujeres recibieran una educación que
permitiera su independencia económica y que sólo por amor
decidieran la relación con un hombre.
16. Frente al argumento que se esgrimía en aquella época, a saber, que con la
entrada de las mujeres en el mercado laboral bajarían los salarios, Harriet
defiende que aunque así fuera y la pareja ganará menos que lo que podría
ganar sólo el hombre, aun así, se produciría un cambio notable en el
matrimonio: la mujer pasaría de sirvienta a socia. Para Harriet Taylor, la
desigualdad de las mujeres es un prejuicio debido a la costumbre y mantenido
por la ley del más fuerte pero Harriet añadía que, además, el sexo y el
ámbito emocional hacen que la dominación del hombre sobre la mujer sea
distinta a todas las demás.
Quizá sea el desarrollo de esta idea en La Sujeción de la Mujer lo que
proporciona la novedad y el punto de vista original a esta obra, “los sutiles
matices” de los que le habla Elizabeth Cady Stanton a John Stuart Mill en su
carta. Así, además de subrayar la dificultad que tiene acabar con esta
relación íntima y sentimental que se da entre hombres y mujeres, Mill señala
que el caso de las mujeres es diferente al de cualquier otra clase sometida, lo
que hace muy difícil una relación colectiva de éstas contra los varones. La
peculiaridad según Mill, consiste en que sus amos no quieren sólo sus servicios
o su obediencia, quieren además sus sentimientos: “no una esclava forzada
sino voluntaria”. Para lograr este objetivo han encaminado toda la fuerza de
la educación a esclavizar su espíritu.
Así, todas las mujeres son educadas desde su niñez en la creencia de que el
ideal de su carácter es absolutamente opuesto al del hombre: se les enseña a
no tener iniciativa y a no conducirse según su voluntad consciente, sino a
someterse y a consentir en la voluntad de los demás. Todos los principios del
buen comportamiento les dicen que el deber de la mujer es vivir para los
demás; y el sentimentalismo corriente, que su naturaleza así lo requiere:
debe negarse completamente a sí misma y no vivir más que para sus afectos.
17. Alejandra Kollontai (1872-1952)
Kollontai abrió en 1907 el primer Círculo de Obreras y al
año siguiente tuvo que huir de Rusia. Hasta 1917 vive
exiliada en Europa y EE.UU., cuando regresa a Rusia, forma
parte del primer gobierno de Lenin como Comisario del
Pueblo para la Asistencia Pública. Tres años después, se une
a la Oposición Obrera, mostrando así sus discrepancias con
la Nueva Política Económica de Lenin. A partir de 1922 es
enviada a la delegación diplomática de Oslo. Desde
entonces, no deja de recorrer embajadas. La fuerza de
Kollontai era tal que, a pesar de sufrir una apoplejía en
1942, durante tres años dirigió la delegación diplomática de
Oslo en silla de ruedas. Kollontai murió en 1952 en Moscú,
pero unos años antes llegó a ser candidata al Premio Nobel
de la Paz por sus esfuerzos para poner fin a la guerra ruso-
finlandesa.
18. Lo más significativo de su discurso fue hacer suya la idea de Marx
de que para construir un mundo mejor, además de cambiar la
economía, tenía que surgir el hombre nuevo. Así, defendió el
amor libre, igual salario para las mujeres, la legalización del
aborto y la socialización del trabajo doméstico y del cuidado de
los niños, pero, sobre todo, señaló la necesidad de cambiar la
vida íntima y sexual de las mujeres. Era necesaria la mujer nueva
que, además de independiente económicamente, también tenía
que serlo psicológica y sentimentalmente.
Por estas razones Alejandra Kollontai fue quien articuló de forma
más racional y sistemática feminismo y marxismo. Porque no se
limitó a incluir a la mujer en la revolución socialista, sino que
definió qué tipo de revolución necesitaban las mujeres. Para ella,
abolir la propiedad privada y que las mujeres se incorporaran al
trabajo fuera de casa no era suficiente ni mucho menos. La
revolución que necesitaban las mujeres era la revolución de la
vida cotidiana, de las costumbres y, sobre todo, de las relaciones
entre los sexos. Rotunda, para ella no tiene sentido hablar de un
“aplazamiento” de la liberación de la mujer, en todo caso, habría
que hablar de un aplazamiento de la revolución. Con estas ideas,
claro está, tuvo muchos enfrentamientos con sus camaradas
varones que negaban la necesidad de una lucha específica de las
mujeres.
19. Simone de Beauvoir (1908-1986)
Las mujeres han logrado
una vida con libertad.
Pero se debe buscar
igualdad pues aún hay
diferencias de salario, de
puestos laborales, etc.
Las formas de educar a
un niño y a una niña son
distintas.
Al niño se le dan carros,
robots, grúas (labor
productiva y
constructiva) y a la niña
muñecas, micrófonos,
cocinitas (labor
reproductiva y
distractiva).
20. Simone de Beauvoir (1908-1986)
Tras el periodo de entreguerras, Simone relanzará el feminismo, en
la segunda mitad de siglo, marcando las cuestiones fundamentales
del feminismo moderno con una obra que será referente en
feminismos posteriores, principalmente del feminismo de la
igualdad. Su obra clave es El segundo sexo (1949) donde realiza
una reflexión sobre el hecho de ser mujer: “El feminismo no ha
llegado al fondo del problema: la opresión a la que el hombre ha
sometido a la mujer. Y debe ser liberada ya que no es considerada
como ser humano, sino que ha quedado relegada a un segundo
plano, ha sido reducida a objeto sexual para satisfacción del
hombre”.
Para Beauvoir, el problema de la mujer es el lugar al que había sido
relegada: con unas miras limitadas a la vida doméstica,
incapacitadas, limitadas, dependientes, siempre en un segundo
plano y todo ello resultado de una modernidad que determinó lo
masculino como lo público (la ciencia, el conocimiento, la
política…) y como lo privado (casa, esposo y familia). Su aportación
más reconocida es: “No se nace mujer: se llega a serlo […] no es la
inferioridad de las mujeres lo que ha determinado su
insignificancia histórica, sino su insignificancia histórica lo que las
ha condenado a la inferioridad”.
21. Simone de Beauvoir (1908-1986)
Ningún destino biológico define la figura de la mujer como tal;
es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto y
el que lo califica de femenino. Muestra, de ese modo, las
falacias del biologicismo determinista, que establece que todo
en la vida humana está determinado por la naturaleza, los
instintos y la anatomía. Diagnostica que las mujeres tienen una
existencia degradada porque las posibilidades de realizarse son
limitadas debido a una sociedad patriarcal que las condiciona
colectivamente y que les impide realizarse como seres
autónomos.. Pero, ¿Cómo se ha podido llegar a ese punto?
Beaviour reconoce las diferencias biológicas entre hombres y
mujeres pero no culpabiliza al hecho biológico sino al ámbito
histórico-cultural como responsable de la presencia de una
serie de valores que hacen que la mujer claudique en su
autonomía, que se convierta en el “segundo sexo”. En los años
50, las mujeres continuaban luchando por la igualdad de
derechos y en este contexto, Simone de Beauvior va más allá
desplazando los intereses femeninos a cuestiones como la
pareja, la familia o la sexualidad (siempre en relación con la
mujer).
22. Beauvoir recorre todas las etapas de la vida de las
mujeres y señala como las características de sumisión,
la dependencia y la pasividad son una construcción
cultural de los hombres (“El género es una construcción
cultural sobre el sexo”). Simone piensa que la lucha por
la igualdad es posible pero que para ello deben darse
una serie de condiciones y es que
1) las mujeres consigan la independencia económica y
2) que esa lucha se plantee colectivamente.
Simone de Beauvoir exige formación intelectual y
profesional, mismos derechos y mismas oportunidades.
Otro elemento a destacar en su obra es su “definición”
del “ser” de las mujeres: lo que las mujeres son
siempre lo son en relación con el hombre, por eso son
las otras. Para Beauvoir, el “sujeto” siempre es
masculino y siempre unido a la universalidad y se
distingue de un “otro” femenino que se encuentra fuera
de las clases universalizadoras de la calidad de persona.
Las Otras (las mujeres) fueron elevadas por Beauvoir a
categoría de análisis.
23. A las mujeres -decía- les pasaba como a los esclavos,
dependían de los deseos y de lo que querían los
hombres. Ellas eran las que confirmaban a los
varones su lugar de ser y estar en el mundo. El origen
de esa cualidad de alteridad y de marginalidad
encuentra el origen en la ancestral superioridad
económica, social y simbólica del mundo patriarcal.
Si se consiguiera la igualdad, se conseguiría a la vez
una mayor libertad tanto para mujeres como para los
hombres ya que estos dejarían de ser un referente
para el “ser” de las mujeres. “Las circunstancias
nunca conceden una superioridad. En ambos sexos se
vive el mismo drama de la carne y el espíritu, de la
finitud y la trascendencia; los dos están devorados
por el tiempo, los acecha la muerte, tienen una
misma necesidad del otro; y pueden encontrar la
misma gloria en su libertad; si supieran apreciarla,
no tratarían de disputarse falsos privilegios; y
entonces podría nacer la fraternidad entre ellos”. La
conclusión de la obra es que la igualdad destruirá la
diferencia entre sexos porque de esa manera las
diferencias individuales podrán revelarse en toda su
diversidad.
24. NANCY FRASER (1947)
Obra: Iustitia interrupta: reflexiones críticas desde la
posición post socialista.
La justicia social actual requiere de redistribución y
reconocimiento. Lo cultural y lo político están
fuertemente entrelazados. La injusticia económica
produce marginación, explotación y privación de los bienes
materiales básicos. La injusticia simbólica está arraigada
en los patrones sociales de representación, interpretación
y comunicación.
Para la injusticia económica la solución es una
reestructuración político-social (redistribución del ingreso,
reorganizar la división sexual del trabajo, oriental la
economía mediante decisiones democráticamente
aceptadas)
Para la injusticia cultural la solución está en
modificaciones valorativas, reevaluación de identidades
irrespetadas y de grupos menospreciados. (reconocimiento
de la diversidad cultural, creación de cambios en la
autoconciencia colectiva)
25. NANCY FRASER (1947)
Es decir, para abolir la desigualdad económica
hay que socavar la diferenciación social y para
solucionar la injusticia de reconocimiento hay
que respetar a los grupos y hacerlos visibles.
La estructura económica produce pobreza
siendo el género el principio básico que
fundamenta la división entre trabajo
remunerado «productivo» y trabajo doméstico
no remunerado «reproductivo» y también
fundamenta la diferenciación cultural-
valorativa de sexualidad. Así, se privilegian los
rasgos de masculinidad (sexismo cultural) y
desprecia lo femenino (expresándose esto en
feminicidios, violencia domestica y
estereotipos que trivializan y denigran a la
mujer, al gay, al transexual, etc.)
26.
27.
28.
29. FEMINISMO DE BUTLER
Judith Butler (EE. UU., 1956) es la filósofa
feminista más relevante de la actualidad. Ella
está fundamentalmente interesada en
reelaborar el concepto de sujeto, en especial
con vistas a la crítica feminista. Este interés la
ha llevado a defender una ampliación de los
alcances de la teoría feminista para abarcar la
defensa de todos los individuos con
sexualidades consideradas anormales.
Algunos han denominado “feminismo de
género” a este conjunto de nuevas
perspectivas, aunque la etiqueta de
“feminismo” ha sido abandonada por algunos
filósofos que prefieren hablar de teoría queer,
término que designa el estudio de todos los
modos de vida que no se ajustan al modelo de
la monogamia heterosexual.
30. TEORÍA QUEER
El término teoría queer se acuñó en la década
de 1990 en la academia estadounidense para
referirse a los nuevos modos de estudiar los
problemas de género. En su origen, el término
“queer” significaba “raro” o “desviado”. Hacia
el siglo XIX fue adoptando un matiz despectivo
para referirse a los hombres homosexuales, y
en 1990 una organización de defensa de los
derechos de los homosexuales adoptó el
nombre de Queer Nation, reapropiándose del
término.
Los filósofos que se identifican con la teoría
queer dicen que “queer” es un concepto
puramente relacional. No se es queer por
rasgos definitorios propios, como la orientación
sexual, sino por la relación que se tiene con las
normas vigentes. El término recupera así parte
de su sentido original, como aquello que se
considera “desviado”.
31. El género en disputa
El género en disputa, publicado por Butler en
1990, es considerado la contribución
individual más importante a la teoría queer.
Butler, sin embargo, prefiere la etiqueta de
“feminismo”, pues entiende su propia obra
como una ampliación de los horizontes de la
teoría feminista del siglo XX. Su objetivo al
conservar el término es vincular las luchas
actuales con las luchas del pasado, dado que
la teoría feminista es siempre una
herramienta política.
Butler considera que “las mujeres”,
consideradas como conjunto, son un invento
de un sistema que impone la
heterosexualidad obligatoria. La filosofía
feminista ha cometido el error de suponer
que las únicas posibilidades reales son ser
hombre o ser mujer. Es precisamente esa
dicotomía la que ella propone rechazar.
32. EL SUJETO
Tomando como punto de partida la opresión
de las minorías sexuales, Judith Butler ha
elaborado una nueva manera de pensar al
sujeto y en particular la relación entre un
sujeto y su cuerpo.
No sólo nuestras creencias están socialmente
determinadas, nuestros cuerpos también lo
están. Ser consciente de hasta qué punto las
normas sociales nos determinan implica
revisar qué entendemos por “sujeto”. Los
sujetos se definen por sus prácticas
corporales y por su relación con las normas
vigentes. La teoría feminista debe estudiar
qué prácticas se imitan y qué normas se
obedecen o son resistidas.
33. LA SEXUALIDAD
La idea fundamental detrás de la obra de Butler es que ni
los sujetos ni sus cuerpos tienen una esencia inmutable.
Filósofos como Martin Heidegger y Jacques Derrida han
caracterizado la historia de la filosofía occidental como
dominada por la llamada “metafísica de la sustancia”.
Según ellos, desde Platón en adelante los filósofos han
cometido el error de suponer que las cosas del mundo
tienen una sustancia o esencia invariable. Judith Butler ha
denunciado que esa ha sido la forma tradicional de pensar
la diferencia sexual.
Esta es la innovación más importante del feminismo
contemporáneo: no se trata ya de defender los intereses
de las mujeres, sino de investigar de qué modo categorías
como “mujer”, “homosexual”, “travesti” o “transexual”
están socialmente construidas. Butler defiende la idea de
que estas categorías nunca agotan las formas posibles de
experimentar la sexualidad por parte de cada uno.
34.
35. ¿QUÉ ES LA DECONSTRUCCIÓN?
Según la RAE, deconstruir es deshacer analíticamente algo para darle una nueva
estructura.
La deconstrucción es una estrategia sin un fin determinado elaborada para destruir el
presentismo (la idea según la cual, el orden presente de cosas, el capitalismo global,
representa la culminación del desarrollo histórico de la humanidad) y el logocentrismo
(es la tendencia filosófica que toma al ser como una identidad que puede reducirse a
su expresión lingüística), impuesto en las estructuras por la tradición metafísica
occidental. Esta estrategia consiste en liberar al propio lenguaje, tanto el escrito como
el oral, de los presupuestos de la metafísica (como el pensamiento binario).
Desmontando el edificio de la metafísica se intenta poner de manifiesto las estructuras
del texto analizado, para llevarlas a su límite, donde dichas estructuras muestren sus
“fisuras”. Una vez puestas de manifiesto, las estructuras se muestran como meras
estructuras formales que nada explican.
La deconstrucción no consiste ni una destrucción de las estructuras binarias,
dicotómicas de la metafísica ni en una inversión de dichas estructuras, sino más bien
en prestar atención a lo que la metafísica tradicional reprime al hacer prevalecer un
elemento de una dicotomía por sobre otro, recuperando ese sentido reprimido. Veamos
ejemplos:
El suplemento es considerado palabra de importancia secundaria en la relación
jerárquica de dos palabras. Por ejemplo: en la relación hombre/mujer se considera a la
mujer como suplemento del hombre. Hombre es la presencia, y en la ausencia de
hombre, hay mujer.
Pensemos en la canción “Mi niña bonita”, por ejemplo.
36. SEXO Y GÉNERO
Todos los estudios feministas y de teoría queer toman
como punto de partida la distinción entre sexo y
género, introducida por el psicólogo John Money en
1955 y popularizada en la década del ’70. Este par de
conceptos apunta a distinguir las características
biológicas de un individuo (su sexo) de su identidad
sexual y el rol que a partir de ella juega en la
sociedad (el género). Antes de que se inventara este
par de conceptos, Simone de Beauvoir (Francia, 1908-
1986) había defendido una idea similar: “No se nace
mujer se llega a serlo”. Esta una manera de decir que
la identidad de género no depende de la biología.
El sexo es un dato biológico, mientras que el género
designa los comportamientos y orientaciones sexuales
de los individuos, que están socialmente
determinados. En su momento esta distinción fue
revolucionaria, porque permitió a las feministas del
siglo XX sostener, contra el sentido común de su época
que “la biología no es destino”. En otras palabras,
que los caminos de la vida sexual de una persona son
independientes del sexo que se le asigne al nacer.
37. ESCALA DE KINSEY (1948-1953) : NO HAY SOLO TRES CONDUCTAS SEXUALES
38. BUTLER Y Žižek
Buena parte de la obra de Judith Butler está
destinada a la discusión con la tradición
psicoanalítica y sus herederos. Žižek , por ejemplo,
sostiene que el sexo debe entenderse según el
modelo de lo Real lacaniano: la diferencia sexual
nunca puede ser completamente simbolizada.
Eso significa que las relaciones amorosas y sexuales
siempre están condenadas a fallar en algún punto.
Es imposible que los sujetos satisfagan
completamente su deseo.
Para Butler, el problema con Žižek y la teoría
lacaniana es que convierten lo Real en un dato
ahistórico. Al sostener que lo que no puede ser
simbolizado es la diferencia entre los hombres y las
mujeres, convierten la heterosexualidad en una ley
natural. Esto pasa por alto el modo en que los
límites de la simbolización son el resultado de
normas sociales.
39. EL CASO
REIMER
David Reimer se suicidó en 2004, luego de haber atravesado dos
operaciones de cambio de sexo. Su caso ha dado muchísimo que
hablar a todos los filósofos preocupados por las cuestiones de
género. David nació en 1965, y sus genitales fueron mutilados
accidentalmente. Un psicólogo recomendó a los padres que le
realizaran una operación de cambio de sexo y lo criaran como
una niña. David vivió con el nombre de Brenda hasta los 15
años, aunque siempre se sintió un hombre en el cuerpo de
una mujer. Cuando sus padres le revelaron su historia, David
se reasignó el sexo a masculino. Para algunos psicólogos
contemporáneos, como Steven Pinker (Canadá, 1954), este
episodio refuta los postulados fundamentales del feminismo de
género.
Todos los involucrados consideraron que lo “normal” para David
era ser de uno u otro sexo. Los teóricos queer han dicho que
David fue una víctima de un sistema médico que impone el
binarismo sexual mediante la violencia quirúrgica.
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43. PERFORMATIVIDAD DEL GÉNERO
La gran novedad de la obra de Judith Butler es la
introducción del concepto de “performatividad del
género”, construido a partir del verbo inglés to perform,
que significa al mismo tiempo realizar una acción y
representar un rol (ya sea en una obra de teatro o en la
vida cotidiana). La idea es que todo género es siempre una
actuación.
Siempre se trata de comportarse de acuerdo con una
norma. Desde luego, esto no quiere decir que los
individuos pueden elegir libremente su propio género. Para
Butler, la performatividad del género es siempre un modo
de relacionarse con las normas vigentes. Estas normas no
necesariamente son las leyes dictadas por alguna
autoridad.
Si bien las declaraciones de la OMS, el Vaticano o la ONU
pueden tener enormes consecuencias sobre las vidas de los
individuos que no se ajustan a la sexualidad dominante, no
es esto lo que Butler tiene en mente. Las normas más
opresivas son las que los individuos incorporan y repiten en
su práctica cotidiana.
44. BUTLER Y DERRIDA
Butler explica la relación entre los individuos y
las normas apelando al concepto de
“citabilidad”, que toma de Jacques Derrida,
quien lo emplea para el análisis del lenguaje.
Según Derrida, todo el lenguaje está compuesto
por citas, porque siempre estamos repitiendo
las palabras de otro. Pero ninguna repetición es
idéntica a otra, siempre se introduce un
elemento singular, distintivo de cada individuo.
Las normas se repiten, como se repite una frase
hasta convertirse en un lugar común. Se
establecen así modos “correctos” de
comportarse, del mismo modo en que existen
modos correctos de hablar.
Estas repeticiones cristalizan relaciones de
poder. La norma se convierte en algo a lo que es
implícitamente obligatorio ajustarse, sin
necesidad de que exista ninguna autoridad
central. Por ejemplo, “Los hombres no lloran”,
“Calladita te ves más bonita”.
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46. PERFORMATIVIDAD DEL GÉNERO
Butler sostiene que la performatividad del género es
una cuestión corporal. Se trata de hábitos
corporales, como modos de caminar o inflexiones de
la voz, que se vuelven normativos a fuerza de
repetirse.
Los individuos no “expresan” un género que lleven
en su interior, sino que el género se produce de
afuera hacia adentro. Es la censura y la aprobación
de ciertas prácticas corporales (como cuando una
mujer aprende a sentarse “como las señoritas”) lo
que constituye al género.
Butler considera que la mejor forma de denunciar las
prácticas corporales opresivas es mediante
comportamientos que revelen su carácter artificial.
Por este motivo reivindica el rol del travestismo.
Adoptar vestimentas y hábitos corporales
considerados inadecuados para el propio género es
una manera de revelar lo arbitrario de las etiquetas.
47. BUTLER Y FOUCAULT
Al denunciar la idea de que hay un género
verdadero que se lleva en el interior, el travestismo
cuestiona el género en toda su dimensión.
Una travesti es un hombre según las categorías
heterosexistas, pero que se viste y se comporta
como una mujer. El género de la travesti, como
mujer atrapada en el cuerpo de un hombre, se
constituye a partir de sus conductas corporales.
Butler concuerda con Foucault en que el objetivo no
puede ser “liberarse” del género, porque eso
supondría la existencia de algo por debajo de la
identidad. Y tal cosa no existe. La estrategia
feminista, entonces, debe abandonar la defensa de
una identidad predeterminada y centrarse en
respaldar y fortalecer las prácticas que denuncian el
carácter arbitrario de las categorías de sexo y
género.
48. POLÍTICA Y GÉNERO
Butler se opone a la idea, según la cual la
representación es una parte fundamental de la
política. Para Butler, eso supone que los partidos
políticos, sindicatos u ONGs pueden hablar en
nombre de las minorías oprimidas. Eso sólo sería
posible si tales organizaciones pudieran conocer de
antemano los intereses que deben representar. Pero
algo así es imposible, porque no existen intereses
previos a la disputa política.
Las identidades de los grupos que militan por
cuestiones de género muchas veces están poco
definidas. Por ejemplo, los distintos movimientos
que militan por los derechos de las minorías
sexuales tienen posiciones encontradas sobre el
diagnóstico médico de “trastorno de identidad de
género”. Algunos sostienen que el diagnóstico atenta
contra la diversidad sexual, encasillando a los
individuos como mujeres atrapadas en el cuerpo de
un hombre, o viceversa. Otros, en cambio,
defienden un uso estratégico de los diagnósticos,
porque permiten que los seguros médicos cubran las
cirugías de cambio de sexo.
49. VIDA PRECARIA
Desde del atentado sobre el World Trade Center, Judith
Butler viene participando en numerosos debates
públicos y cuestiona fuertemente la política exterior
de Estados Unidos y del Estado de Israel. En esos
debates desarrolla el concepto de “vida precaria”, que
se resume en la idea de que el individuo humano es
siempre vulnerable. Butler combina sus elaboraciones
sobre la construcción social del cuerpo con una lectura
del filósofo Emmanuel Levinas (Lituania, 1906- Francia,
1995), cuya obra está centrada en una ética de raíz
bíblica.
La conciencia de la precariedad de la vida, del hecho
de que dependemos unos de otros, debería conducirnos
a un duelo compartido por las vidas perdidas y hacia un
nuevo pacifismo. Sin embargo, en la esfera pública no
se reconoce el mismo valor de todas las vidas. El duelo
de las mujeres árabes no vale lo mismo que el de las
mujeres norteamericanas, e incluso las parejas
homosexuales de los soldados norteamericanos ven
recortada su posibilidad de hacer un duelo público por
su pérdida.