Cuanto más investigo en relación a este tema, más tengo la sensación que en materia de agrotóxicos estamos inmersos en un proceso insensato y fuera de control. Veo también un paralelismo con lo que sucedió y viene aconteciendo en el mundo de las finanzas globales.
Allí el poder financiero, en aras de multiplicar sus ganancias, gestó un mecanismo de apertura de capitales, que terminó desquiciando a las monedas locales y destruyó la soberanía de los países emergentes. El origen de la trampa de la deuda externa fue poner a competir en un mismo campo a la moneda local (debíl) con una moneda como el dólar (fuerte). Luego usar como ”glifosato” a las “crisis” que recurrentemente azotan nuestras economías. Así se derrumbó nuestra moneda y se implantó el “monocultivo de dólares”. Todo ello avalado con teorías de economistas y organismos multilaterales. Cuando en realidad se trata de un letal mecanismo de dominación, al servicio de los países centrales y su banca.
A fuerza de “golpes financieros” el argentino se convenció que el que no apuesta al dólar pierde y lo mismo aconteció al hombre de campo, el que no apuesta a la soja pierde también. Cuando era diputado nacional, en el año 2004 mucho antes de la famosa resolución 125, tuve el atrevimiento de proponer una suba de las retenciones a soja para crear un fondo que financie otros cultivos. Cayeron rayos y centellas sobre mi persona. Los únicos que me apoyaron fue el Grupo de Reflexión Rural, con Jorge Rulli a la cabeza. También en ese año, tuve la oportunidad de visitar el barrio Ituzaingó en Córdoba y en la casa de Sofia Gatica, mapa en mano con los casos de cáncer, tomar conciencia del daño a la salud que provocaban las fumigaciones.
Un dilema Planetario: agrotóxicos o el derecho a la vida- Mario Cafiero
1. Un dilema Planetario:
agrotóxicos o el
derecho a la vida
Exposición del Ing. Mario Cafiero en la Jornada “Resistiendo a Monsanto”
Cuanto más investigo en relación a este tema, más tengo la sensación que en materia de
agrotóxicos estamos inmersos en un proceso insensato y fuera de control. Veo también un
paralelismo con lo que sucedió y viene aconteciendo en el mundo de las finanzas globales.
Allí el poder financiero, en aras de multiplicar sus ganancias, gestó un mecanismo de apertura de
capitales, que terminó desquiciando a las monedas locales y destruyó la soberanía de los países
emergentes. El origen de la trampa de la deuda externa fue poner a competir en un mismo campo
a la moneda local (debíl) con una moneda como el dólar (fuerte). Luego usar como ”glifosato” a las
“crisis” que recurrentemente azotan nuestras economías. Así se derrumbó nuestra moneda y se
implantó el “monocultivo de dólares”. Todo ello avalado con teorías de economistas y organismos
multilaterales. Cuando en realidad se trata de un letal mecanismo de dominación, al servicio de los
países centrales y su banca.
A fuerza de “golpes financieros” el argentino se convenció que el que no apuesta al dólar pierde y
lo mismo aconteció al hombre de campo, el que no apuesta a la soja pierde también. Cuando era
diputado nacional, en el año 2004 mucho antes de la famosa resolución 125, tuve el atrevimiento
de proponer una suba de las retenciones a soja para crear un fondo que financie otros cultivos.
2. Cayeron rayos y centellas sobre mi persona. Los únicos que me apoyaron fue el Grupo de
Reflexión Rural, con Jorge Rulli a la cabeza. También en ese año, tuve la oportunidad de visitar el
barrio Ituzaingó en Córdoba y en la casa de Sofia Gatica, mapa en mano con los casos de cáncer,
tomar conciencia del daño a la salud que provocaban las fumigaciones.
El hombre y la mujer de la ciudad puede pensar que este tema de los agrotoxicos es un problema
del campo, del interior. Que la contaminación acaba allí. Pero no es así. La contaminación queda
en la “comida” que servimos en la mesa y que luego ingerimos. Comida que pocas veces es un
alimento saludable. Porque además de transgénicos y restos de herbicidas, en el proceso industrial
se agregan conservantes, edulcorantes, saborizantes, etc. Cada vez que comemos ingerimos
entonces un coctel de productos químicos y transgénicos. Poco sabemos -y poco se nos informa-
de cómo esta ingesta daña nuestra salud. Las sospechas son crecientes en relación a vincularlo con
el constante crecimiento de diferentes enfermedades crónicas como el cáncer, enfermedades
neurodegenerativas, diabetes, obesidad, infertilidad, etc..
En esta charla convocada bajo el lema de “Resistiendo a Monsanto” la primera pregunta que
quiero hacerme es ¿Quién es Monsanto? O mejor dicho ¿Qué intereses económicos están detrás
de esta multinacional?. Como nos enseña Tzun Tsu es imposible ganar una batalla si no conoces a
tu enemigo. La respuesta la podemos encontrar en un artículo de Lazaro Llorens en la Revista
Umbrales que devela que dentro de los principales accionistas de Monsanto se encuentra
Blackrock, una empresa del grupo Rockefeller. El interés del grupo Rockefeller en las semillas, los
transgénicos y la llamada “revolución verde” viene de hace tiempo atrás. La Fundación
Rockefeller, junto con Bill Gates y Monsanto construyeron en Noruega (Isla Svalbard) un enorme
Banco, donde tiene no tienen guardado ni dólares ni oro, sino 3.000.000 de semillas!!.
No resulta extraño que los líderes de los agronegocios sean empresas que forman parte de un
selecto grupo de transnacionales que conforman una Red de Control Corporativo Mundial. Una
red que estudiara en detalle la Universidad de Zurich, demostrando que un pequeño grupo de 660
individuos y 147 corporaciones, estrechamente interconectados a través de las juntas directivas
corporativas, controlan la economía mundial.
En la Argentina si repasamos los grandes o meganegocios que se han venido instalando, nos
vamos a encontrar también con estrechas vinculaciones con esa Red global, donde aquí el grupo
Rockeller ha tenido enorme preponderancia desde que su abogado Jose A. Martinez de Hoz lo
prohijara en los tiempos de la dictadura. Vemos que los Rockefeller son accionistas de los que
manejan la megamineria (entre ellas Barrick Gold), el petróleo (ahora Chevron y Exxon
nuevamente invitados al saqueo con el fracking de Vaca Muerta), las petroleras de Malvinas y
también la megaagricultura con Monsanto & Cia.
Todos estos meganegocios suponen daños colaterales con consecuencias negativas para el medio
ambiente y la población. Las multinacionales creen que nosotros debemos resignarnos a ello a
cambio del “progreso y modernidad”. Que debemos aceptar que parte de nuestro territorio sea
degradado a una “zona de sacrificio” y que nuestros pobladores renuncien a vivir sanamente.
3. Mirándolo en perspectiva, parece que en la división internacional del trabajo que ha planificado
esa Red Global, a los argentinos nos toca poner la Cordillera para la megamineria del oro y plata,
poner nuestra llanura para la megaagricultura de monocultivo de soja, poner nuestro subsuelo
extraer petróleo y gas no convencional mediante la terrorífica técnica del fracking y nuestro
Atlántico Sur por su petróleo y pesca. Algunos creen que esto lo tenemos que aceptar porque es
imposible de cambiar, o sea nos proponen en definitiva que sigamos siendo una neocolonia.
Una neocolonia que podrá ir cambiando sus estados de ánimo. Y pasar de ser muy infelices en el
2001, a estar más contentos en el 2011. Sea por una mejor gestión asistencialista y/o por mejores
precios de sus materias primas. Pero colonia al fin. Sin capacidad de quedarse con la renta
financiera, minera, agraria, petrolera, etc; y por lo tanto imposibilitada de integrar
económicamente a su población, ni alcanzar la justicia social.
Es que a pesar del discurso, nuestro gobierno “nacional y popular”, es el garante de la continuidad
de este modelo neocolonial. Parece muy transgresor el símbolo de ver a Cristina Kirchner sacarse
una foto en la trinchera de Vietnam, donde hace 40 años se bombardeaba con napalm con
tecnología de Monsanto. Pero al mismo tiempo ella alienta sus negocios en la Argentina y celebra
que inviertan en más agrotoxicos.
En este punto quiero analizar cual ha sido la política de los Kirchner en materia de agrotóxicos. A
pesar del discurso contra la “plantita” de soja, contra la Sociedad Rural y la bajada de línea de 678;
son los Kirchner quienes más eventos transgénicos han autorizado para su siembra, consumo y
comercialización (Un evento es una recombinación de ADN en una célula vegetal a partir de la cual
se origina la planta transgénica). En efecto, antes del 2003 se habían autorizado 7 (siete) y después
del 2003 fueron 20 (veinte); casi el triple. Entre ellos en el 2011 Cristina aprobó la soja con
tolerancia al GLUFOSINATO, un compuesto que ahora debe añadirse con el glifosato para reforzar
sus efectos.
En su nota “Un nuevo veneno, el glufosinato” el reconocido investigador argentino Andrés
Carrasco señala que “BAYER, el segundo mayor productor de pesticidas del mundo, recientemente
anunció que retirará del mercado los pesticidas más peligrosos de la clase1. En ese marco, la
organización “Coordinacion contra los peligros de Bayer” pidió que se retirara de todo el mundo la
venta el herbicida a base de glufosinato (Liberty) que ya que ha sido clasificado como peligroso por
provocar malformaciones e incluido en la lista de 22 pesticidas que van a desaparecer del mercado
en base de la nuevas normas de la Unión Europea”.
De allí que cuando en junio del 2012 Cristina Kirchner se reúne en nueva York con
Monsanto declara que: “Hace unos instantes estuve con Monsanto que nos anunció una inversión
muy importante en materia de maíz y además estaban muy contentos porque la Argentina está a
la vanguardia en materia de eventos biotecnológicos”.
Que ingenuidad, estupidez o complicidad o todo ello junto. Decir que estamos a la vanguardia de
un sistema de producción, cuando los argentinos no controlamos absolutamente nada. Ni la
tecnología de las semillas, ni del herbicida, ni el comercio exterior (en manos de 7 cerealeras), ni
4. los silos, ni el transporte, ni los puertos, etc. Donde el 100% de la soja, el 90% del maíz y el 100%
del algodón es transgénico. Con crecientes costos de semillas, herbicidas y fertilizantes.
Pero este modelo se saqueo y dependencia, se completa con una actitud vergonzosamente
hipócrita del gobierno nacional. Voy a demostrarlo. Cuando se destapa el caso del barrio Ituzaingo
de Córdoba y usando esa bandera para su disputa con el campo, el gobierno nacional crea el
19/01/2009 la Comisión Nacional de investigación sobre Agroquímicos. Esa Comisión produjo su
último Informe en Setiembre… del 2009!!! O lleva cuatro años sin producir ningún informe!
Esta Comisión ha incumplido prácticamente todos sus objetivos y peor aún ha legitimado la
utilización del glifosato. En efecto, en julio del 2009 mediante un dictamen del Consejo Científico
Interdisciplinario creado ad hoc, concluye que: “En base a la información relevada a la fecha del
presente estudio, cabe concluir que bajo condiciones de uso responsable el glifosato y sus
formulados implicarían un bajo riesgo para la salud humana o el ambiente.”
Resalto que el verbo usado en potencial, “implicarían un bajo riesgo”, la ausencia del principio
precautorio y el desprecio total por las consecuencias en la salud. Resalto también que hay nueva
información y evidencia.
Concretamente propongo que presentemos a esta Comisión todos los Informes científicos
producidos con posterioridad a ese dictamen. Entre ellos, el producido por el Laboratorio de
Embriología Molecular de la UBA que dirige el Dr. Carrasco y el informe sobre maíz transgénico del
Dr. Gilles Eric Séralini, experto de la Comisión Europea en transgénicos, que demostró que la
toxicidad en las ratas de laboratorio ocurría luego del periodo de 90 dias que usan las
multinacionales para demostrar la inocuidad de sus productos.
Por último, debemos tomar conciencia que queda analizar todo el capítulo de la alimentación
contaminada por transgénicos y agrotóxicos. En ese sentido recomiendo la lectura del libro “El
veneno nuestro de cada dia”, de la excelente periodista francesa Marie Monique Robin. Autora
también del libro “El mundo según Monsanto”. Allí se analiza con detalle el tema que las industrias
alimentarias incorporan a los alimentos aditivos químicos: edulcorantes, conservantes,
acidulantes, colorantes; y que esa incorporación es autorizada en base a un límite denominado
Ingesta Diaria Admisible. Un límite cuya sustentabilidad científica es desconocida y que no
considera que los humanos no estamos sometidos a un solo tóxico, sino a coctel de ellos, por lo
tanto no puede aceptarse irresponsablemente la ingesta de aditivos. En base a ese libro
deberíamos analizar cómo se autorizan los aditivos de alimentos en la Argentina.
Actuando con responsabilidad tenemos que PENSAR que está en peligro la salud y la vida de
millones de personas. Que esta es una lucha entre los que queremos la vida; y los que no les
importa la misma en aras de un buen negocio. Un viejo dilema del hombre, que ahora toma
dimensiones planetarias.
Ing. Mario Cafiero
Buenos Aires, 29 de enero del 2013