Estrategia de prompts, primeras ideas para su construcción
Historia de una maestra
1. Historia de una maestra
Josefina Aldecoa
En 1923, Gabriela recibe su título de maestra. Es el comienzo de un sueño y de una
progresiva toma de conciencia, un trayecto vital que nos descubre una época de
pobreza, ignorancia y opresión -desde los 1923 al comienzo de la Guerra Civil- en la
que el idealismo y la esperanza trataban de abrirse camino. Una narración hecha desde
el recuerdo, llena de verdad y de sentimientos auténticos.
2. 1. Las experiencias comunicativas de la maestra con
sus alumnos, es decir, de qué manera se produce la
relación entre ambos a través de la palabra
Gabriela, la protagonista de la novela, dice que fracasó en su primera
experiencia en la que estuvo de interina: “Yo creo que no me acuerdo nunca de la
primera escuela que tuve como interina porque fracasé en ella. Fue un fracaso mío
porque no supe entrar de verdad en el pueblo”.
En este pueblo, del que no cita el nombre, preguntó: “¿Quién sabe leer?” Y sólo
un niño respondió afirmativamente”. También afirma de su primera experiencia que
“nadie se me acercaba. Nadie se interesaba por lo que hacía. Sólo los niños acudían a su
cita diaria. Yo trataba de entenderlos a todos. Hacía y deshacía grupos. Por edades, por
tamaños, por inteligencias. Explicaba y repetía una y otra vez: “¿Entendéis?”. Y tan sólo
asentían y escuchaban”. Además, cuando empezó a ver progresos en los niños, el
Alcalde le conminó a irse del pueblo, ya que se quedaba sin sitio en la casa en donde
estaba viviendo porque iba a regresar su propietaria.
En la segunda experiencia como maestra, de las cinco que cita el libro, la acción
pedagógica se establece en un pueblo de las montañas, del que tampoco cita su nombre.
La narradora da a entender que todos los años como maestra los pasó en el norte de
España, en Galicia, Asturias y León.
En este segundo acercamiento a la enseñanza, la profesora se encontró con un
pueblo rígidamente influenciado por los dos poderes tradicionales, el político y el
religioso. Si no estaba de acuerdo con el Cura y el Alcalde se metía en problemas.
En esta segunda escuela, Gabriela dividió a los niños en tres grupos: “Los que no
saben ni las letras, los que están torpes de lectura y escritura pero van sabiendo dominar
estos mecanismos y por último, los que leen y escriben con cierta soltura. Mientras unos
trabajan en cálculo y los otros hacen ejercicios de lenguaje, los más atrasados trabajan
directamente conmigo. Estoy empleando el método de la lectura por la escritura y me da
buenos resultados. Luego voy cambiando de actividad: enseño a contar a los últimos,
hago leer en voz alta al grupo intermedio y los más adelantados escriben una redacción.
Después del recreo, la última hora de la mañana, hago una explicación de todos los
temas elementales, un día de ciencias, otro de geografía y otro de historia”. “El estado
de ignorancia es tan general que empleo el mismo vocabulario y los mismos recursos
para los tres grupos”. También afirma la maestra que sus alumnos no sabían ni el lugar
que ocupaba la Tierra en el Universo, Europa en la Tierra o España en Europa. Por ello
encarga un globo terráqueo.
Por otra parte, en este pueblo empieza a encontrar la satisfacción del trabajo bien
hecho: “Me sumergía en mi trabajo y éste me estimulaba para emprender nuevos
caminos. Cada día surgía un nuevo obstáculo y, a la vez, el reto de resolverlo. Los niños
avanzaban, vibraban, aprendían”.
Aquí, la maestra empezó a sentir la gratitud por la enseñanza recíproca, de ella
hacia los alumnos y de los alumnos hacia ella. “Leíamos, contábamos, jugábamos,
pintábamos, nos asomábamos a mundos lejanos en el tiempo y el espacio”. La maestra
comienza la primera parte de su sueño: “No puede existir dedicación más hermosa que
3. ésta. Compartir con los niños lo que yo sabía, despertar en ellos el deseo de averiguar
por su cuenta las causas de los fenómenos, las razones de los hechos históricos. Éste es
el milagro de una profesión que estaba empezando a vivir y que me mantenía contenta a
pesar de la nieve y la cocina oscura”.
Una de las acciones que no gustó a los habitantes del pueblo fue que Gabriela
empezara a enseñar labores tradicionalmente de chicas a los niños, como coser. Ella se
escudaba en decir que las letras y los números eran muy importantes, pero que también
tenían que aprender a hacer labores manuales.
Y ya en este pueblo comenzó con las clases de adultos, que no debemos dejar
pasar por alto en esta reflexión sobre la novela. Muchos de los adultos de aquella época,
de principios del siglo XX eran tan incultos y analfabetos como sus hijos. Por ello
cobraba tanta importancia la enseñanza de asuntos básicos como la higiene o la lectura.
La maestra hizo pequeñas grandes reformas en la escuela, que nadie antes había
iniciado, como pintarla, recogerla e incluso crear un germen de una biblioteca.
Una fiebre que le dejó muy debilitada fue la causa para abandonar el pueblo de
las montañas y volver junto a su padre por unos meses, antes de la experiencia de
Guinea Ecuatorial.
La experiencia de Guinea fue para ella dura pero muy enriquecedora al mismo
tiempo. “Ningún niño sabía español lo suficiente para seguir una explicación. Yo
dibujaba en la pizarra las cosas con sus nombres e intentaba que ellos reconocieran las
palabras cuando borraba los dibujos”. “Más adelante, de mi baúl salieron libros,
cuadernos, lapiceros y mapas. Retrocedían. Era su manera de mostrar extrañeza y
precaución. Luego se iban acercando y comprobaban su inocuidad”. En esta experiencia
en África, la profesora se concentró en las experiencias comunicativas más básicas:
pintar, cantar, leer en voz alta y tratar de mejorar su vida enseñándoles los conceptos
más básicos.
En Guinea topó con la incomprensión de los terratenientes blancos, que no
entendían cómo una mujer blanca podía congeniar con un negro, el caso de Émile, que
fue realmente la persona que más le ayudó en esa etapa. Con la vuelta a España de
Gabriela se cierra la primera parte del libro: El comienzo del Sueño.
Plenitud como profesora
La segunda parte representa la plenitud de la profesora y sus años más ricos en lo que se
refiere a su labor como docente. En esta etapa, Gabriela es destinada a otro pueblo, en el
que encuentra al que llegará a ser su marido, Ezequiel.
En las primeras líneas en las que habla de enseñanza en este segundo gran
capítulo, otorga muchísima importancia a la enseñanza de adultos, que comparte con su
marido. “Había un espacio de tiempo dedicado a las clases propiamente dichas, clases
de alfabetización, de cálculo, de nociones científicas o históricas y había otro espacio
dedicado a la charla y discusión sobre temas cercanos, sociales o sanitarios o sobre
acontecimientos de actualidad”. Casi tan importante era educar a los niños como a sus
padres.
4. La escuela era la punta de lanza de la II República: “La República se salvará por
fin por la escuela. Tenemos ante nosotros una obra espléndida, magnífica. Manos pues a
la obra”; “tenemos el deber de llevar a las escuelas las ideas esenciales en que se apoya
la República: libertad, autonomía, solidaridad, civilidad”.
Un día, Ezequiel, más comprometido políticamente que Gabriela, le mostró una
circular de Inspección: “Se acabó la religión en las escuelas. La escuela ha de ser laica.
La escuela sobre todo ha de respetar la conciencia del niño. La escuela no puede ser
dogmática ni puede ser sectaria”. Estas órdenes chocaban de frente con la situación de
España en aquellos años. Una frase que deja a las claras la dificultad de Gabriela por
ejercer su labor es ésta “Cualquier intento de hacer de la escuela un lugar atractivo era
rechazado por los padres influyentes del lugar”.
Una de las iniciativas de la maestra, de hacer un mapa de España con plantas de
verdad, montañas y ríos, fue boicoteado con una cruz de cal que cubría toda la extensión
de la obra.
Una de las mayores revoluciones educativas que ha habido en la historia de
España lo protagonizaron las Misiones Pedagógicas, que “centraron su interés en la
educación de los adultos más marginados y en el fomento y apoyo de la labor educativa
de las escuelas rurales españolas, suministrándoles los medios necesarios para su
reincorporación y mejora educativa”1
.
En el libro se revela como una auténtica fiesta de la cultura, que destacaré más
adelante en la tercera pregunta de este ensayo. Con un nuevo traslado de la maestra y su
marido a un pueblo minero de León, se cierra la segunda parte del libro y la autora se
adentra en “El final del sueño”.
El final del sueño
En estas escuelas, que se encuentran en la parte baja de un valle minero, la maestra se
encuentra con mejoras en sus condiciones de trabajo. Así, cambia el candil por la luz
eléctrica y el pozo por el agua corriente. Además, encuentra algo muy importante en
este último pueblo, la comprensión por parte de la autoridad, ya que Don Germán, el
alcalde, comulga con las ideas republicanas y con el cambio en la mentalidad de la
gente y en la importancia de los cambios y el desarrollo del país: de pasar de ser un país
rural a un país avanzado y civilizado.
Don Germán ofrece un panorama esperanzador: “Veo que ustedes son las
personas que necesitamos. Inteligentes, abiertos de mente. Lo que necesitamos porque
en este pueblo no es nada fácil. Son dos mundos en uno, mina y agricultura, carbón y
cultivo, progreso y atraso, todo en uno, ya lo irán viendo, ya lo irán entendiendo”.
Cuando la maestra conoce a sus alumnas, hace una interesante reflexión: “Por
primera vez tuve a mi cargo sólo niñas. Se me hacía raro y al principio, muy ingrato.
Había observado en las escuelas anteriores, todas mixtas, que los niños eran más vivos,
más rápidos en la comprensión, se interesaban más por todo y no tenían miedo a
equivocarse. Las niñas ponían más atención, eran más constantes, trabajaban con
paciencia y remataban con finura sus trabajos, pero eran más pasivas”.
1
Wikipedia.
5. Por suerte, un decreto de 1931, hizo posible lo que ansiaban Gabriela y Ezequiel,
la coeducación. Entonces, dividieron a los niños y niñas en dos grandes grupos: hasta
los 9 años y de los diez a los catorce.
Una de las victorias de Gabriela como Maestra, junto a la ayuda de su marido,
fue que Mateo, un chico del pueblo que tenía síndrome de down, pudiese ser educado.
“Cada día Ezequiel preparaba un trabajo especial para Mateo. Se las ingeniaba para
hacerle entender el valor de los símbolos, de las palabras, de las letras, los números…”.
Dice Gabriela sobre este tema: “Mateo necesitaba una atención individual que Ezequiel
apenas podía dedicarle, de modo que yo decidí hacerme cargo de él un rato cada día a la
salida de la escuela. Aquella fue una buena solución y poco a poco observamos los
progresos lentísimos pero evidentes del muchacho”.
Gabriela, a colación de un acto que se estaba preparando para el 1 de mayo de
1934, afirmó que no estaba dispuesta a que se politizara la educación: “Yo no creo que
haya que politizar a los niños, hay que educarles para que sean libres, para que sepan
elegir por sí mismos cuando sean adultos”.
Pese a que la reforma educativa estaba siendo un auténtico fracaso, Gabriela no
perdía su fe en lo que hacía y en sus ideales pedagógicos: “Mis sueños, vapuleados
como estaban, aún eran los de siempre. Educar para la convivencia. Educar para
adquirir conciencia de la justicia. Educar en la igualdad para que no se pierda un solo
talento por falta de oportunidades”.
Fracaso de sus ideas
Pero las ideas de Gabriela chocaron con el poder establecido y un Oficio del
Inspector les instaba a suspender inmediatamente el experimento de coeducación que
les había autorizado años antes. Esta decisión había sido fruto de la reacción en contra
de padres, Ayuntamientos e incluso de algunos maestros. Este suceso supuso un duro
golpe para las ideas educativas de Gabriela.
Las últimas referencias a la labor pedagógica en este libro se resumen en que
Gabriela nunca cesó de sus ganas por enseñar y por hacer bien su trabajo, a pesar de las
continuas dificultades que atravesaba por la época histórica en la que se encontraba. “El
trabajo era mi medicina, mi estímulo, lo único que me conservaba firmemente asentada
en la realidad. Al entrar en la clase dejaba atrás mi carga de angustia. El desaliento se
transformaba en vigor, la debilidad en fortaleza”.
La novela cita parte de un artículo de un periódico de la época, en el que acusaba
a los maestros de las revueltas políticas: “La escuela es la gran responsable de la
revolución de octubre. Una escuela sin Dios y sin principios morales donde miles de
maestros han estado sembrando en el alma de los niños el germen de la rebeldía”.
Una frase resume sus años como maestra: “Nuestra revolución está en la escuela. Tú
sabes muy bien –le dice a Ezequiel- que no se puede salvar a un pueblo ignorante”.
El círculo se cierra finalmente con la escena con la que se abría pero 13 años después,
con el ascenso al poder del General Francisco Franco Bahamonde.
6. 2. Las situaciones que se describen en las que la
maestra se preocupa de que la comunicación con los
alumnos sea eficaz, que la entiendan y también que
sean capaces de hacerse entender a través de la
palabra
En la comunicación existen un emisor y un receptor y no se puede hacer nada si
el receptor no recibe el mensaje o no interactúa para hacerse entender por el emisor. En
la comunicación hay un feedback o retroalimentación que se debe cumplir para que el
mensaje se transmita eficazmente.
Gabriela parte de grupos de alumnos rurales sin demasiados recursos
intelectuales, no por falta de inteligencia, sino por sus experiencias educativas anteriores
frustradas. Por ello, hay momentos en los que recurre a ejemplificaciones con objetos,
de cara a que los alumnos entiendan mejor los conceptos.
En este sentido, en el pueblo en el que recala después de su experiencia de
Guinea Ecuatorial, Gabriela fabrica un mapa de España con hierba, musgo, tierra y agua
para simular los montes, los ríos, los valles, mesetas, etc. De esta forma, transmite
mucho mejor el concepto de la variedad geográfica de nuestro país.
En Guinea Ecuatorial, por ejemplo, aprende las canciones típicas del lugar y les
enseña español con música, ya que los alumnos no tenían un excesivo dominio del
idioma.
La maestra también recurre al teatro como forma de enseñanza, lo hace al menos
en su segunda experiencia educativa, en el pueblo que se encontraba en las montañas.
También en este pueblo ponía un énfasis especial en que los alumnos más retrasados se
pusieran al mismo nivel que los más avezados: “Luego voy cambiando de actividad:
enseño a contar a los últimos, hago leer en voz alta al grupo intermedio y los más
adelantados escriben una redacción”.
Una de las Bellas Artes, la pintura, también era un recurso empleado por la
maestra para estimular la creatividad de sus alumnos. En el último pueblo en el que
enseña, el de los valles mineros de León, decía que iba acompañada de su hija, Juana, y
otros niños y entre todos dibujaban el río y los árboles y después colocaban sus dibujos
en la escuela.
Por último, la maestra presta especial esfuerzo en enseñar a los alumnos más
especiales, como es el caso de Mateo, el niño con discapacidad intelectual.
3. La importancia que esta maestra otorga especialmente a
la lectura en su labor como educadora, de qué manera los
universos de ficción creados a partir de la palabra son
importantes en el desarrollo del ser humano
La protagonista de Historia de una maestra, Gabriela, le otorga una importancia
crucial al desarrollo lector y a la alfabetización de sus alumnos. En varios lugares a los
7. que acude, los alumnos no saben leer y/o escribir y este conocimiento se considera
fundamental para el éxito y el buen desempeño en la vida adulta. Además, esta
enseñanza se traslada también a los adultos que, por aquellos tiempos, no estaban
alfabetizados al 100%.
Cronológicamente, en el segundo pueblo al que acude, Gabriela, con ayuda de
don Wenceslao, la persona más culta del lugar, crea una pequeña biblioteca: “Sobre un
banco íbamos colocando que podíamos conseguir”, dice. En Guinea encontró más
dificultades en este sentido, ya que los niños presentaban una alta tasa de
analfabetización.
Uno de los momentos más mágicos del libro es la parte en que las Misiones
Pedagógicas llegan al pueblo y llevan a cabo lo que denominan una “Fiesta de la
Cultura”, con el ambicioso objetivo de “hacer del trabajo de todos una gran misión que
salvara a España del aislamiento y de la incultura”.
Gracias al llamativo despliegue de las Misiones Pedagógicas, a la novedad del
proyecto y a la brillantez de sus miembros, éstas causaron un gran impacto en los
lugares en los que se presentaban. Por unos momentos, los libros salieron de las aulas y
las bibliotecas al aire libre y se pudo respirar cultura y literatura. Según la novela, “La
poesía de Juan Ramón, de Machado, la seguían con respeto y extraña emoción. Los
romances, como algo suyo, cercano y vivido”.
Este despliegue, auspiciado por los grandes poetas de la época, de las
generaciones del 98 y del 27, se complementaba con proyecciones de cine, con música
al aire libre, representaciones de teatro, etc.
El objetivo de las misiones, deudoras de la Institución Libre de Enseñanza, era el
siguiente, según Manuel B. Cossío, citado en el libro: “Cuando todo español que no
sepa leer, que ya es bastante, sino tenga ansias de leer, de gozar y divertirse, sí, de
divertirse leyendo, habrá una nueva España. Para eso la República ha empezado a
repartir por todas partes libros y por eso también al marcharnos os dejaremos nosotros
una pequeña biblioteca”.
Según recoge la entrada de Wikipedia, “Las Misiones Pedagógicas centraron su
interés en la educación de los adultos más marginados y en el fomento y apoyo de la
labor educativa de las escuelas rurales españolas, suministrándoles los medios
necesarios para su reincorporación y mejora educativa. Pero ello sólo es posible a través
de la lectura, por tanto, su mayor esfuerzo estuvo dedicado a la creación de pequeñas
bibliotecas en el medio rural, que permitiesen que el libro llegase a los rincones más
apartados de nuestro país”.
Todo esto me lleva a la conclusión de que la cultura no tiene que ser aburrida si
se enseña con emoción y con una buena actitud. Un poema suena totalmente distinto
según la entonación que se le preste y una obra aburrida en el texto puede cobrar vida si
es representada por unos buenos actores.