Programa electoral de Vox para las elecciones catalanas
Dia segundo
1. DIA SEGUNDO
NUESTRO ALFARERO NOS LIMPIA
Deisy Sánchez Rey, tenía 16 años cuando fue reclutada junto a su hermano por el grupo
paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC): “Por 3 años hice parte del conflicto armado hasta
cuando fui capturada. Después de más de dos años de estar privada de mi libertad a causa de mis decisiones
equivocadas quería cambiar de vida”, expresó la joven.
Deisy contó que estar cerca de la oración al Espíritu Santo y de la Eucaristía le brindó “consuelo y una
orientación para el futuro”. Tiempo después decidió estudiar psicología y ahora ayuda a la población víctima
de la violencia, jóvenes vulnerables y adultos en rehabilitación por consumo de drogas.
Es preciso que necesitemos la intervención del Espíritu en nuestras vidas; éste Espíritu mora en nosotros, por
lo tanto, permitamos que Él nos dirija y nos perfeccione.
Nosotros somos el barro, el Espíritu es quien nos limpia. El, como buen alfarero, golpea el barro y lo vuelve
polvo, le quita las impurezas: raíces, piedrecillas, sucio. Para nadie es fácil esa limpieza, significa renunciar a
la vida del mundo, al pecado que tanto nos tiene atados, los apegos que tanto nos esclavizan.
Pero el divino Alfarero nos ayuda y con su amor nos deja listos, convertidos en polvo que más tarde va a ser
transformado en una vasija para diversos usos.
En Gálatas 5, 25, la recomendación de Pablo es de gran trascendencia, son dos situaciones que el hombre
puede situarse al actuar en su vida como cristiano, pues el hombre puede dejarse llevar por los impulsos de
su naturaleza pecadora que lo arrastran a cometer toda clase de pecados; O dejarse guiar por el impulso del
Espíritu que habita en él y así no accederá a las apetencias de la carne, sino que en él abundará la gracia del
Espíritu, (Gal. 5,22).
Podemos elegir entre “caminar en el Espíritu” o “extinguir en nosotros su acción divina “. A cuál eliges tú?
ORACION: Señor, aquí estoy, toma mi vida, quita de mí todo lo que no es tuyo, llévate mis pecados, sana
mis heridas del pasado, quiero tenerte en mi corazón, pero quiero que me ayudes a sacar de allí todo lo que
me afea. Amen.
“Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir
por Él”
Gal. 5, 25