Al hilo de la presentación de la
semana próxima se puede plantear
esta semana la reunión de grupos.
Es verdad que hay algunas personas
que no estuvisteis, pero
igualmente, el tema permite que
todos tengamos nuestra opinión, y
aquí va una pequeña síntesis,
así como algunas preguntas que
pueden animar a la conversación.
Ser creyentes desde la Tierra de Nadie.
El punto de partida es: a menudo la gente critica (y/o criticamos) a la Iglesia, y la fe, y el
que haya gente que practica, como algo que resulta trasnochado, sin sentido, o que
supone la adhesión a una institución que se percibe como ajena, equivocada…
Pues bien. Punto de partida. Hay muchos prejuicios, y mucha ignorancia sobre
bastantes cosas.
Dos grandes bloques necesitan clarificación.
1) LA CUESTION DE DIOS.
a. Sobre Dios funcionamos con imágenes (¿cuáles nos parecen más válidas
hoy en día?
b. Pero no son imágenes que se nos ocurren sin más a cada uno, sino
imágenes que también heredamos, especialmente por dos cauces: la Biblia
(de la que, con sinceridad, tenemos que reconocer que sabemos muy
poco), y la tradición.
c. Nadie puede pretender tener “la Verdad” sobre Dios. Es más bien una
verdad que se va descubriendo en el tiempo
d. Creer tiene mucho de “salto al vacío”, de decisión, de riesgo. Y tan parte
de la fe es la duda como la certeza.
2) LA CUESTION DE LA IGLESIA
Mucho de lo que sabemos de Dios lo recibimos a través de la Iglesia (es ella, al fin y
al cabo, quien ha transmitido una historia, una escritura, una reflexión, una
búsqueda, una forma de comprender el mundo). Pero sobre la Iglesia hay hoy en día
muchas simplificaciones. Las primeras tiene que ver con que siempre se habla de
extremos muy etiquetados
a. Los ultraconservadores (acusados de rancios, carcas, etc)
b. Los activistas (lo importante es hacer) (acusados de progres, alternativos,
infieles)
c. Los anti-eclesiales… (que pueden creer o no creer en Dios, pero de la
Iglesia no quieren saber nada)
Pero la realidad es que si esos tres son los vértices de un triángulo, la mayoría estamos
“en tierra de nadie”, donde las cosas son menos claras y todos vemos que hay cuestiones
pendientes (divorciados, homosexuales, el lugar de la mujer, la moral sexual, las dudas,
el sentido de todo esto, etc). ¿Qué cuestiones te parecen a ti más difíciles de integrar en
la Iglesia?
En la Iglesia la teoría es lo último que cambia, y la
práctica (mucho más acogedora, tolerante, etc) va muy
por delante…
Además, siempre que hablamos de Iglesia parece que
inmediatamente pensamos en los obispos y la doctrina
(es decir, jerarquía y magisterio).Y encima entendiendo a
veces las cosas de una forma muy rígida (por ejemplo,
parece que en la Iglesia nada cambia, pero la realidad es
que lo que es “inamovible” es el dogma, mientras que
otras muchas cosas, incluida la moral, pueden ir cambiando si se van entendiendo de
otra manera las cosas. Pero la realidad es que hay, al menos, cuatro dimensiones que
tienen tanto o más peso en lo que es la realidad de la Iglesia.
KOINONIA. O, lo que es lo mismo, comunidad. Es decir, la capacidad de inclusión (en la
Iglesia cabe mucha más pluralidad, diferencias, etc. que en otras instituciones, y hay una
capacidad de acogida enorme). ¿Ves límites a esta afirmación?
DIAKONIA. O, lo que es lo mismo, servicio. La capacidad de servicio de la Iglesia, es
decir, de intentar mejorar la vida de las personas, es algo que atraviesa la Iglesia desde
la jerarquía hasta la base, desde el primero hasta el último. Hay una disposición muy
real a servir (en un sentido social, y en un sentido humano, cultural, religioso). Dos
ejemplos. La labor asistencial o de desarrollo (depende del enfoque), y la labor
educativa.
LITURGIA. Es decir, la capacidad de celebrar. El problema de la liturgia muchas veces es
que es rígida, incomprensible o falta la capacidad de entender qué tiene que ver con la
propia vida. Pero si se pilla eso, entonces tiene mucho que ver con las dimensiones más
importantes de la existencia: vida, muerte, alegría, dolor, perdón, amor, etc.
MARTIRIA. O lo que es lo mismo, testimonio. Es decir, dar testimonio de algo (ser
testigo) . En según qué contextos eso lleva a conflictos. Aquí también, aunque menos…
pero, ¿de algún modo crees que merece la pena ser testigo de la fe? ¿Aquí? ¿Ahora?
¿Cómo? ¿No es mejor pasar desapercibido y evitarte problemas?
Para el diálogo, además de las preguntas que han ido saliendo hasta ahora…
¿qué preguntas te brotan a ti en cuestiones de fe e Iglesia?
¿En qué áreas crees que es necesaria formación?
¿Cuáles son las grandes pegas y discusiones más frecuentes sobre la Iglesia?
¿En qué estás y no estás de acuerdo con ello? ¿Cómo responder? ¿Hay preguntas sobre
las que no tienes claro cómo contestar?
¿Qué te parece la afirmación sobre que la experiencia mediática de las personas (la
Iglesia que perciben en los medios) tiene, a menudo, más peso que su experiencia real
(lo que cada uno ha vivido personalmente)?
En otro orden de cosas, que quizás pueda dar para otra reunión o para esta, dependerá
un poco de por dónde vaya el diálogo.
sobre la cuestión de Dios… ¿qué es lo más difícil para “creer” hoy?