1. CAP. 6: LA EVALUACIÓN EDUCATIVA
A pesar de toda la teoría didáctica que se ha escrito al respecto, cuando se habla de
evaluación enseguida aparece en el imaginario de docentes, padres y alumnos la
situación de examen. Ambos conceptos siguen unidos, ligados a una teoría de medición
de resultados, aunque halla aparecido en el vocabulario docente el término
“acreditación” para reemplazar eufemísticamente al de examen, como necesidad de
certificación institucional de ciertos resultados.
Romper con el discurso tecnicista vinculado al conductismo y comenzar ha considerar
la dimensión social del proceso evaluativo ha sido un desafío difícil de cumplir. En una
sociedad competitiva e individualista, donde lo importante es no ser “nominado” y
excluido, la reflexión sobre lo aprendido y lo enseñado, sobre el cómo y el para qué,
dejan de tener importancia para preocuparse sólo por la calificación y sus resultados
prácticos (aprobé- no aprobé, pasé - no pasé). Los condicionamientos y efectos sociales
del proceso por lo general son dejados de lado.
“Lo fundamental es conocer el papel que desempeña, la función que cumple, saber
quién se beneficia de ella y, en definitiva al servicio de quién se pone” Santos Guerra,
Miguel A. 1996
Ya en la década del 80, Diaz Barriga planteaba que pensar la evaluación como una
actividad social implica preguntarse : qué papel juega la evaluación en un país
capitalista dependiente y hasta dónde los sistemas de evaluación de estos países
funcionan como una forma de legitimación de la imposibilidad del Estado para dar
escuela a todos.
“ No se puede negar el papel de control social que se ejerce con la evaluación, donde
también la legitimación se efectúa sobre ciertas desigualdades sociales , puesto que los
más favorecidos económicamente resultan escolarmente favorecidos, no podemos
negar que los actuales sistemas de exámenes cumplen con esta función de control”.
Diaz Barriga, 1989
“Partir de situaciones desiguales y pretender comparar los resultados utilizando los
mismos raseros es una fórmula radicalmente injusta de ejercitar una aparente justicia”
Santos Guerra. M A , 1996
La evaluación sólo tendrá sentido si está referida a personas concretas en situaciones
concretas, en relación con los valores de una cultura determinada y a la forma de
aceptación de esos valores. Es en la particular y heterogénea realidad latinoamericana,
signada por la concentración de la riqueza en pocas manos, por el analfabetismo
cultural, el abandono y la repitencia que afecta a los sectores populares, que debemos
analizar la evaluación educativa.
Debemos hacer el esfuerzo colectivo en cada institución escolar para que , teniendo en
cuenta las características del alumnado y su entorno, dejemos de considerar a la
evaluación como una actividad terminal con intenciones meramente administrativas,
para empezar a considerarla como un proceso comprensivo de la situación específica de
aprendizaje y de enseñanza que posibilite la transformación superadora de la misma.
“..constituye un proyecto de investigación que, además de abordar teóricamente el
problema a investigar, debe determinar a su vez las estrategias de recuperación e
2. interpretación de la información más significativa en los distintos niveles o etapas en
que se va a desarrollar” “ ...la evaluación es, ante todo, una tarea consustancial del
quehacer pedagógico, un factor que da cuenta de lo más significativo del acontecer
grupal , un concepto didáctico que ayuda a los sujetos de la educación, no únicamente
a verificar y certificar los resultados de la empresa docente y educativa, sino
fundamentalmente a comprender y explicar el significado del proceso educativo.
Porfirio Morán Oviedo
Evitar el sentido vertical y descendente de la evaluación implica convertirla en un
proceso de diálogo y reflexión que plantee el compromiso participante de todos los
involucrados, que los convierta alternativamente en objetos y sujetos del proceso.
“En la perspectiva curricular crítica, la evaluación es un acto de conocimiento fundado
en la comprensión y que se construye entre los participantes”. Vilma P de Di Pego,
1999.
“Para conocer la realidad de sus significados relevantes hay que sumergirse en el
curso real y vivo de los acontecimientos y conocer las interpretaciones diversas que
hacen aquellos que las viven” Perez Gomez, 1983
La concepción de evaluación que sostengamos estará ligada indudablemente a las
concepciones de conocimiento, de aprendizaje y de enseñanza subyacentes en nuestras
prácticas. Si consideramos al aprendizaje como un proceso de reestructuración de la
conducta, en el que el sujeto o los sujetos interactivamente avanzan y retroceden ,
espiraladamente, a través de sus dudas , sus errores, hipotetizando, discutiendo,
confrontando pareceres, dialogando, practicando, atemorizándose frente a lo nuevo,
entonces la evaluación irá acompañando en forma continua este proceso, analizando
cuáles son los obstáculos, los caminos seguidos, las contradicciones, los temores, la
variedad de soluciones ofrecidas, lo no previsto, los nuevos interrogantes planteados, y
la posibilidad de mejorar el proceso individual y grupal y sus resultados. La evaluación
se convierte así en parte del proceso de aprendizaje y de enseñanza y no en su estadio
final.
“La evaluación se concibe como un proceso en el que grupos organizados de docentes
y alumnos, comprometidos en una situación cooperativa centrada en la comprensión
para la mejora, evalúan tanto la construcción de significados, como el nivel de
interacción entre los integrantes, la misma calidad de la cooperación instituida y la
implicación genuina de los participantes en la tarea.” Vilma P de Di Pego, 1999
La evaluación se convierte así en una acción comunicativa que se da en un marco
cooperativo en el que los alumnos y los docentes se comprometen en mejorar los
procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Es necesario entonces, construir un espacio de discusión y análisis, que posibilite la
reconstrucción enriquecedora de los esquemas referenciales de alumnos y docente/s,
orientándolos hacia nuevas elaboraciones del conocimiento, propiciando a la vez en el
sujeto la auto conciencia de sus procesos de aprendizaje. Me parece importante rescatar
la noción de esquema referencial operacional, desarrollada por Pichón Riviere, como
conjunto de conocimientos, sentimientos, y afectos con los que se piensa y actúa, ya que
el aprendizaje como proceso está mediado por el esquema referencial, que se moviliza
al entrar en contacto con una información nueva.
3. Se deberá tener en cuenta que en cada situación de enseñanza y aprendizaje, si bien se
trata de tener en cuenta todos los aspectos del proceso, no todo se puede evaluar y por
lo tanto el docente deberá estar capacitado para tomar la decisión de qué evaluar y cómo
hacerlo, en referencia al proceso de aprendizaje del alumno y a su propia praxis. Los
instrumentos que se seleccionen deberán ser lo más globalizadores, dinámicos, abiertos
y flexibles posibles y contarse con criterios evaluativos suficientes y organizados.
“Construir mejores instrumentos, más inteligentes, coherentes con el proceso de
aprendizaje y con nuestros supuestos básicos, se convierte en un desafío que puede
contribuir considerablemente con la modificación de las prácticas evaluativas.” Liliana
Sanjurjo, 1994
ALGUNAS FRASES PARA DISCUTIR Y REFLEXIONAR SOBRE EL TEMA:
• “...el examen es una de las causas por las que los alumnos “estudian”, aunque a
veces repitan información que no comprenden y que pronto se les olvidará” Diaz
Barriga.
• “El juicio de valor que la evaluación realiza se basa y se nutre del diálogo, la
discusión y la reflexión compartida de todos los que están implicados directa o
indirectamente en la actividad evaluada” Santos Guerra.
• “La investigación del profesor sobre su práctica, nacida de las preguntas que se
han formulado, permite descubrir las claves de su actuación” Santos Guerra.
• “La evaluación podría ser referida básicamente al estudio de las condiciones que
afectaron al proceso de aprendizaje, a las maneras como éste se originó, al estudio
de aquellos aprendizajes que no estando previstos curricularmente ocurrieron en el
proceso grupal, en un intento por comprender el proceso educativo” Morán Oviedo
• “Lejos de ser una problemática aséptica, neutra, las prácticas evaluativas “ son
materializaciones de esquemas ideológicos” Antebi, Carranza, citado por Liliana
Sanjurjo, 1994
• “La evaluación en la escuela tiene directamente que ver con el fracaso escolar, éste
con la deserción y ésta con la marginalidad” Liliana Sanjurjo
• “El examen no puede mejorar por sí , ni los procesos de aprendizaje ni el
desarrollo de la educación: lo que sucede en un examen es consecuencia de lo que
sucede en el aula” Liliana Sanjurjo
ALGUNOS CONSIDERACIONES GENERALES, ÚTILES A LA HORA DE
EVALUAR:
• Como punto de partida el docente se preguntará: ¿Qué saben mis alumnos en
relación con lo que les quiero enseñar? ¿Qué experiencias han tenido al respecto?
¿Cuáles son sus intereses? ¿Qué son capaces de aprender? ¿Cuáles son los aspectos
menos comprendidos y/o menos profundizados del contenido a trabajar? ¿Qué
imprecisiones y contradicciones se plantean?
4. • Docentes y alumnos deberán participar en todo el proceso de evaluación teniendo
en cuenta todos los aspectos que se ponen en juego durante los procesos de
enseñanza y de aprendizaje.
• La evaluación deberá estar siempre contextualizada respetando la diversidad del
alumnado y las características de su entorno.
• Si partimos de una concepción del aprendizaje como proceso espiralado en
permanente construcción y de la ciencia como producción histórica inacabada,
entonces debemos preocuparnos por sostener coherentemente una concepción de la
evaluación como tarea investigativa permanente, formativa e integral, de las
dificultades y logros durante el proceso realizado por docentes y alumnos.
• Los instrumentos de evaluación que se utilicen deberán ser: abiertos (que no sólo
evalúen memorización mecánica), flexibles ( que se puedan adaptar a las situaciones
particulares), dinámicos ( que no se conviertan en rutinas previsibles), confiables
( que realmente nos brinden información clara sobre lo que queremos evaluar) y
coherentes ( con respecto a las concepciones de evaluación, de enseñanza y de
aprendizaje que se sostiene).
• Se debe tomar conciencia de que el proceso evaluativo es en sí mismo un proceso
de aprendizaje y de enseñanza, si se deja de lado su tradicional enfoque selectivo y
sancionador, si se lo considera en su objetivo fundamental de “conocer para
ayudar”.
• Tener en cuenta que en el caso de los conceptos su grado de comprensión es, en
muchos casos, ilimitado. Por lo tanto debemos tener en claro cuál el grado o nivel de
profundización que vamos a exigir de nuestros alumnos y hacérselos saber de
antemano.
• Saber enunciar la definición de un concepto no basta para evaluar si el alumno
integró dicho concepto en sus estructuras interpretativas. Su enunciación sólo nos
dice que quien lo hace es capaz de recordar, pero no si comprende lo que expresa.
Para tener un mejor conocimiento de lo que el alumno comprende, deberemos
observar el uso de esos conceptos en situaciones diversas (debates, diálogos,
experiencias, exposiciones, resolución de problemas, etc.).
• Sabemos lo trabajoso y casi imposible que resulta conocer en profundidad la
complejidad de los procesos que cada alumno realiza en las condiciones laborales
actuales. La cantidad excesiva de alumnos por curso y la cantidad excesiva de horas
y de colegios en los que trabajan la mayoría de los docentes en los distintos niveles
de enseñanza, hacen difícil la tarea de recabar información y abrir juicio valorativo
sobre el desempeño diferenciado de cada alumno, soportando además las presiones
institucionales. También sabemos que hay docentes que a pesar de las condiciones
desfavorables trabajan, como dice Santos Guerra “con ilusión y empeño por mejorar
la evaluación”, mientras que otros en mejores condiciones “arrastran su rutina
pacientemente”. Si queremos mantener nuestra coherencia ideológica y nuestra
salud psicofísica, tendremos que , romper el individualismo y hacer de este
complejo proceso una tarea colectiva y cooperativa para que sea lo más justa posible
y sirva para mejorar nuestra praxis de manera permanente.
“ ...las condiciones de trabajo docente tendrían que permitir la individualización y
diferenciación de las tareas, ya que la información particularizada que provee la
evaluación formativa da lugar a la elaboración de estrategias didácticas también
específicas. Esto plantea, a la vez, la necesidad de contar con un currículo flexible,
que prevea tiempos diferentes en función de ritmos de aprendizaje distintos. Lo que
5. requiere , a su turno, modificaciones en la organización institucional.” Bertoni, A.
Poggi, M y Teobaldo M, 1997
“Para realizar un trabajo de ese tipo, asentado en la reflexión rigurosa y
sistemática de la práctica, en la comunicación con otros profesionales, en el
diálogo compartido con los alumnos , hace falta contar con ayudas
profesionales...disponer de medios materiales, contar con tiempos, disponer de
canales para la difusión de los trabajos...” Miguel A. Santos Guerra, 1996
• Los alumnos pueden a lo largo del proceso de enseñanza ir aportando datos sobre
qué ideas o conceptos se van confirmando, reestructurando o transformando
respecto de las explicitadas en la evaluación inicial, qué aspectos les resultaron
positivos y por qué, cuales consideran negativos, qué suprimirían, que agregarían,
etc. Esta información permitiría luego reflexionar a fin de decidir si es necesario o
no introducir cambios en la enseñanza. En este caso la palabra del alumno asume
poder instituyente como colaborador activo del docente. Guiar al alumno de la
heteroevaluación a la autoevaluación es un aporte a su emancipación.
“Los estudiantes no abusan del poder que implica la evaluación siempre y cuando sea
un proceso que los involucre afectivamente. La evaluación cuando es vivida como un
aporte para la mejora, y es recibida por el docente como una contribución y no como
una amenaza, implica a los sujetos en el diálogo y en la reflexión.” Vilma P de Di
Pego, 1999
• Recoger información, proveniente de distintas fuentes y a través de distintos
instrumentos, es un aspecto central del proceso evaluativo si se la usa no para
calificar sino para comprender el proceso educativo y aportar la ayuda necesaria en
la reconstrucción de los errores. La información recogida posibilitará entonces la
emisión de juicios valorativos y la toma de decisiones pedagógico-didácticas. Se
puede por ejemplo decidir profundizar, complementar, avanzar o incluso suspender
la tarea planificada.
• Es importante informar a los padres cuáles son los criterios, instrumentos,
repercusiones, fundamentos y finalidades del proceso de evaluación tratando de
convertirlos en “aliados inteligentes”.
• El docente debe autoevaluarse, poner en tela de juicio su forma de evaluar. Si el
educador no se interroga sobre su práctica evaluativa corre el riesgo de caer en la
rutina y de no poder mejorar y aprender. Esta indagación puede hacerse junto a otros
compañeros de la misma institución, en espacios compartidos de reflexión colectiva,
en la medida de lo posible.
6. requiere , a su turno, modificaciones en la organización institucional.” Bertoni, A.
Poggi, M y Teobaldo M, 1997
“Para realizar un trabajo de ese tipo, asentado en la reflexión rigurosa y
sistemática de la práctica, en la comunicación con otros profesionales, en el
diálogo compartido con los alumnos , hace falta contar con ayudas
profesionales...disponer de medios materiales, contar con tiempos, disponer de
canales para la difusión de los trabajos...” Miguel A. Santos Guerra, 1996
• Los alumnos pueden a lo largo del proceso de enseñanza ir aportando datos sobre
qué ideas o conceptos se van confirmando, reestructurando o transformando
respecto de las explicitadas en la evaluación inicial, qué aspectos les resultaron
positivos y por qué, cuales consideran negativos, qué suprimirían, que agregarían,
etc. Esta información permitiría luego reflexionar a fin de decidir si es necesario o
no introducir cambios en la enseñanza. En este caso la palabra del alumno asume
poder instituyente como colaborador activo del docente. Guiar al alumno de la
heteroevaluación a la autoevaluación es un aporte a su emancipación.
“Los estudiantes no abusan del poder que implica la evaluación siempre y cuando sea
un proceso que los involucre afectivamente. La evaluación cuando es vivida como un
aporte para la mejora, y es recibida por el docente como una contribución y no como
una amenaza, implica a los sujetos en el diálogo y en la reflexión.” Vilma P de Di
Pego, 1999
• Recoger información, proveniente de distintas fuentes y a través de distintos
instrumentos, es un aspecto central del proceso evaluativo si se la usa no para
calificar sino para comprender el proceso educativo y aportar la ayuda necesaria en
la reconstrucción de los errores. La información recogida posibilitará entonces la
emisión de juicios valorativos y la toma de decisiones pedagógico-didácticas. Se
puede por ejemplo decidir profundizar, complementar, avanzar o incluso suspender
la tarea planificada.
• Es importante informar a los padres cuáles son los criterios, instrumentos,
repercusiones, fundamentos y finalidades del proceso de evaluación tratando de
convertirlos en “aliados inteligentes”.
• El docente debe autoevaluarse, poner en tela de juicio su forma de evaluar. Si el
educador no se interroga sobre su práctica evaluativa corre el riesgo de caer en la
rutina y de no poder mejorar y aprender. Esta indagación puede hacerse junto a otros
compañeros de la misma institución, en espacios compartidos de reflexión colectiva,
en la medida de lo posible.